Las viejas prácticas recicladas
Parece que no hay capacidad de aprendizaje. No hay vuelta que darle. En un mundo violento, desigual, injusto, donde de los 6000 millones de habitantes, 5000 millones son pobres, 3000 millones viven con menos de 2 dólares diarios, 2000 millones con menos de uno, y 1000 millones de seres humanos pasan hambre todos los días de sus sufridas existencias, la izquierda "revolucionaria" es incapaz de unirse.
En este mundo avasallado por el imperialismo, donde las empresas multinacionales saquean la riqueza producida por los pueblos, "pacíficamente" donde se den las condiciones, y donde no, apelan a la brutal fuerza de los ejércitos de las metrópolis, especialmente del yanqui, la izquierda "revolucionaria" sigue dividiéndose.
En nuestro país, gobernado por una administración condicionada por la etapa abierta a partir de las jornadas del 19 y 20 de diciembre del 2001, pero que claramente trabaja para seguir manteniendo los privilegios de los poderosos a costa del sufrimiento del pueblo, al frente de un Estado que reprime, secuestra y mata, todavía hay quienes dentro de la izquierda "revolucionaria" actúan como si fuesen los dueños de "la receta", poseedores de la "única verdad", para encabezar ellos -y sólo ellos- la Revolución que hará realidad el socialismo en esta parte del mundo.
Todos ponen en sus bocas la palabra "unidad", la utilizan como latiguillo, pero... ¡cómo se bastardea esa hermosa palabra!
Pues casi ninguno trabaja en serio para lograrla. La realidad indica que lo que priva es una profunda intolerancia, que lleva a la autoproclamación y al sectarismo. A generar aparatos para defender proyectos e intereses de minúsculas cofradías, en vez de los del pueblo. Que, en definitiva, la cultura burguesa está bien metida en aquellos que dicen combatirla.
Es así que en un escenario como el descripto más arriba, donde la burguesía como socia menor del imperialismo aún no consigue recomponer la "bonanza" de la que supo disfrutar en los '90 -no es el estilo "K" el de su mayor agrado, sino la solución que encontró para proteger sus intereses ante la crisis de representatividad del sistema-, expresado claramente en la falta de cuadros de jerarquía que le devuelvan unidad política a sus propuestas, la izquierda "revolucionaria" no sólo es incapaz de intentar una unidad estratégica (algo que entra en el terreno de las utopías más lejanas), sino que ni siquiera tiene la inteligencia de golpear con un sólo puño en un escenario al que sólo considera táctico como el electoral.
El cierre de listas para la elección en Capital es un ejemplo claro de lo antedicho, y muestra el camino elegido otra vez por las direcciones de las diferentes corrientes de izquierda, que se presentó con ¡siete listas! diferentes, a saber: Movimiento al Socialismo (MAS), Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS), Partido Obrero (PO), Frente Izquierda Socialista Revolucionaria (FISR), Convergencia Socialista (CS), Partido Movimiento Socialista de los Trabajadores (MST), y, haciendo un considerable esfuerzo, podemos contar también al Partido Movimiento Independiente de Jubilados y Desocupados (MIJD) del farandulero Castells. Otras han optado por el abstencionismo. Por supuesto que queda fuera del espectro revolucionario el PCA (al que ya muchos llaman PCredicoop), abiertamente volcado al kirchnerismo, integrado a la fórmula del ministro Filmus con el "banquero-comunista" (contradicción si las hay) Carlos Heller, cuya "banca solidaria" se quedó en el 2001 con los ahorros de sus "socios" como lo hicieron el resto de los bancos "capitalistas".
Esto, en la ciudad con mayoría macrista, gobernada por un Telerman que intenta ser una (mala) copia de la burguesía de principios del siglo XX, en la ciudad de Cromañón, del reaccionario Código de Convivencia, de los presos de la Legislatura, de los desalojos violentos, de la quema de asentamientos, y una lista interminable de atropellos e injusticias... ¡la izquierda presenta siete listas!
Este desatino en un país donde los trabajadores docentes y estatales están poniendo el termómetro social en su punto justo, más allá de la propaganda barata del presidente convocando una concentración en su honor en Plaza de Mayo, por haber "conseguido" el 16% de aumento para algunos gremios (entre los que está el del camionero jefe de la CGT, Hugo Moyano), cuando la Canasta Familiar tuvo un aumento de más del 25% en un año.
Este desatino (el de la izquierda) en un país donde el Estado mata a los trabajadores que protestan por verse condenados a subsistir y no a gozar de la vida, como ejemplifica dolorosamente el asesinato del docente Carlos Fuentealba, del cual son responsables tanto el gobierno provincial de Sobish (un cabal representante de la derecha cavernícola) y el gobierno nacional, el mismo que manda la gendarmería a "custodiar" las escuelas en las provincias, el mismo que engendra los grupos de choque que aprieta a los manifestantes. Un párrafo aparte merecen las burocracias de la CGT (que ante el asesinato de un trabajador lanzó un "paro" de dos horas) y de la CTA, que miró para otro lado cuando sus "representados" peleaban y paraban durante meses desarticulada y desamparadamente a lo largo y a lo ancho del país, y sólo atinó a decretar un paro general cuando la sangre de un compañero le salpicó en su propio rostro.
Este desatino (el de la izquierda) en el país donde sigue desaparecido después de siete meses el albañil Jorge López, donde los "grupos de tareas" siguen trabajando impunes, como lo demuestra el secuestro de Raúl Lescano, militante de la agrupación Quebracho, luego del acto convocado por el día de los Presos Políticos, perpetrado por una patota de civil a bordo de un auto particular sin patente. Lescano apareció luego de un pedido de hábeas corpus en una comisaría y después en la Superintendencia de la Policía, donde fue trasladado por orden judicial (del juez Ariel Lijo). Si eso no es prueba de la utilidad que le da HOY el Estado a esos grupos y metodologías...
Esto en el país donde los alimentos aumentan en forma brutal o escasean directamente, cuando todavía hay millones que pasan hambre. Un país donde el gobierno debe apelar permanentemente al engaño y la mentira, como lo prueba la vergonzosa intervención en el Indec para dibujar los índices económicos, y la realidad misma. Un país donde se considera pobre a aquel que gana menos de $930, pero cuya canasta familiar ya pasó los $2400. Un país donde el crecimiento económico va a parar al bolsillo de unos pocos, mientras la mayoría sigue viviendo en la angustia. Un país donde el Gran Capital sigue saqueando impunemente las riquezas y el sudor del pueblo.
¡Miren si hay motivos para concretar la Unidad!
Sin embargo, nada parece poder hacer unir a una izquierda cada vez más evidentemente funcional a los intereses que dice combatir.
Están los que acusan a los demás de sectarios y "ofrecen" sus candidaturas como prendas de unidad, pero siempre terminan solos porque la condición implícita (y muy mal disimulada) que intentan imponer es que todos deben ir detrás de sus lineamientos. O sea, son tan sectarios y autoproclamatorios como a los que pretenden acusar.
Están los que, tanto desde posturas pretendidamente leninistas como desde posicionamientos antielectoralistas filoanarquistas, se arrogan "la autoridad" de cumplir el rol de "medidores de izquierdismo", y sólo podrían hacer un "frente" consigo mismos.
Subsiste, en fin, la tremenda, la desalentadora problemática en la izquierda que se autoproclama revolucionaria, de la imposibilidad de la unidad. Y eso a pesar de que todos la enarbolan como bandera, pero le ponen tantos condicionamientos a su concreción que en realidad hay que concluir que lo que pretenden no es unidad respetando las lógicas diferencias de las diferentes corrientes de pensamiento, como corresponde, sino la uniformidad de pensamiento (el suyo), pretensión que es en esencia absolutamente reaccionaria.
Ni el espanto puede unirlos.
Debe haber responsables de ello.
Son los mismos responsables de que al mismo tiempo que -como ocurre hoy en Latinoamérica-, los pueblos se levantan, se ponen de pie para luchar contra lo que visualizan como las políticas que los han sumido en la miseria, cuando ya han empezado a asumir qué es lo que no quieren, desprecien, no tomen en serio o directamente ignoren a la izquierda tradicional, la sectaria, la incomprensible, la hermética, la que no puede ni podrá ser jamás con esas características una opción para las masas. Un ejemplo claro y cercano es aquél 2001.
Hay responsables para tanto desatino, sí que los hay.
Es imprescindible una renovación en la izquierda, de mentalidad, de método, de discurso, de sensibilidad, de acción hacia las masas. Es imprescindible un baño de humildad. La militancia debe preguntarse por qué con tanta condición objetiva para sembrar, sigue siendo una ínfima expresión de la sociedad. Lo cierto es que hasta ahora nadie dentro del espectro revolucionario ha acertado la fórmula, ha dado en la tecla. ¿No será que influye en gran medida la imagen de incoherencia e intolerancia que se le da a la sociedad, que escucha los mismos discursos bajo decenas de siglas diferentes e irreconciliables? ¿No será que una de las condiciones imprescindibles para empezar a ser escuchados, tenidos en cuenta, es la UNIDAD tan bastardeada? Si está harto probado que ninguna de las organizaciones de izquierda puede por sí sola llevar a cabo lo que dicen son sus objetivos, ¿no habrá llegado la hora de dejar de lado la intolerancia?
No hay revolución sin vanguardia, pero para ser "vanguardia revolucionaria" hay que serlo de masas. Para ello hay que constituirse primero en referencia, y luego en dirección legitimada por aquéllas. Cosa que hasta ahora nadie en la izquierda de este país ha sabido cómo hacer, y sin embargo continúan empecinadamente la autoproclamación y las viejas y probadamente ineficaces prácticas.
En definitiva, la dirigencia debe cambiar, o habrá que cambiar a la dirigencia.
La realidad está allí, tal como la hemos descripto: se cierne cruel sobre la existencia de los seres humanos. Es imprescindible cambiarla de raíz. La Revolución que nos libere de toda explotación y miseria es, entonces, más necesaria que nunca. Pero no será con las viejas prácticas de la vieja izquierda que se podrá llevar a cabo.
Gustavo Robles
Rebelión.
28-04-2007
Blog marxista destinado a la lucha por una nueva sociedad fraterna y solidaria, sin ningún tipo de opresión social o nacional. Integrante del Colectivo Avanzar por la Unidad del Pueblo de Argentina.
domingo, abril 29, 2007
jueves, abril 26, 2007
70 aniversario del bombardeo de Gernika.
Símbolos y sinestesias: el bombardeo pacificador
En alguna ocasión he escrito que las palabras -y los símbolos- son magia inútil para el bien y leña inflamable para el mal; y que casi lo único que podemos hacer en favor de la paz, al menos lingüísticamente, es no invocar la guerra. El 26 de abril de 1937 la aviación alemana destruyó la ciudad de Gernika y mató en apenas tres horas -según el recuento de Hugh Thomas- a 1.000 de sus habitantes; el 6 de agosto de 1945 la aviación estadounidense dejó caer una bomba atómica sobre Hiroshima y literalmente vaporizó en pocos minutos a 80.000 personas; en noviembre del 2004 la misma aviación bombardeó Faluya y mató en pocos días a miles de ciudadanos iraquíes. ¿Cabe pensar en un gesto o en un símbolo tan generalizada y vertiginosamente constructivo como generalizada y vertiginosamente destructivo es un bombardeo? ¿Un gesto o un símbolo que en pocos minutos o en pocas horas reconstruya una aldea, devuelva a la vida a cien niños o detenga, al menos, una agresión? ¿En una explosión restauradora? ¿En un estallido pacificador? Tan lenta y trabajosamente opera la causa de la paz que su mejor apología debería ser la rapidez de su enemigo; ningún símbolo debería ser más eficaz para luchar contra la guerra, en efecto, que las propias imágenes de la destrucción. Pero desgraciadamente -y de esto me propongo hablar en los próximos minutos- las mismas imágenes que deberían impedir el próximo bombardeo tienen más bien un efecto autolegitimador o, al menos, anestésico que hace tolerable, cuando no apetecible, una lluvia de misiles. Setenta años después de Gernika, tan seguro e inevitable nos parece que en este mismo instante, mientras yo hablo, en algún lugar del mundo esté lloviendo y alguien se resfríe como que en algún lugar del mundo -Iraq, Palestina, Chechenia, Somalia, Afganistán- estén cayendo bombas y alguien se desangre. Los mismos símbolos negativos que deberían sacudirnos y movilizarnos, desprendidos ahora de su soporte real, han acabado por concentrar, por una especie de desvarío estético, una creciente sensibilidad descarrilada, de manera que nos impresiona más el cuadro de Picasso que la monstruosidad que denuncia y nos resulta más difícil matar una paloma, emblema de la paz popularizado por el pintor malagueño, que destruir la paz misma. “La suma total de sensibilidad ha aumentado de modo considerable en el mundo de la cultura”, escribía con feroz ironía el escritor Elias Canetti en 1981; “en el mundo actual sería más difícil condenar públicamente a la hoguera a un único hombre que desencadenar una guerra mundial”. Una sociedad que confunde información y publicidad y que distingue apenas una Olimpiada de una Guerra, un Parque Temático de un Campo de Torturas o la pantalla de un televisor de la mirilla de un cañón; una sociedad que confiere el mismo rango visual -imperativo y consumista- a las imágenes de los cadáveres del Líbano y a las de los modelos de la pasarela Cibeles, es una sociedad poco o mal preparada para horrorizarse ante los estragos de la guerra.
El día 6 de agosto de 1945, siete años después de ese 26 de abril que hoy recordamos aquí, con Japón ya vencido y casi arrodillado, EEUU lanzó la primera bomba atómica sobre Hiroshima, a la que siguió, tres días después, una segunda aún más devastadora que derritió la ciudad de Nagasaki. Entre una fecha y otra, el presidente Truman se dirigió a sus ciudadanos a través de los medios de comunicación:
“Hace poco tiempo un avión americano ha lanzado una bomba sobre Hiroshima inutilizándola para el enemigo. Los japoneses comenzaron la guerra por el aire en Pearl Harbor, han sido correspondidos sobradamente. Pero este no es el final, con esta bomba hemos añadido una dimensión nueva y revolucionaria a la destrucción […] Si no aceptan nuestras condiciones pueden esperar una lluvia de fuego que sembrará más ruinas que todas las hasta ahora vistas sobre la tierra.”
Por una paradoja cuyas consecuencias seguimos padeciendo, entre esas dos mismas fechas, exactamente el 8 de agosto de 1945, mientras Truman incluía a la humanidad en la lista de las especies amenazadas y los hombres, mujeres y niños de Hiroshima ardían bajo una copiosa lluvia de color negro, las potencias ya vencedoras de la segunda guerra mundial -EEUU, URRS, Gran Bretaña y Francia- firmaban el acuerdo en virtud del cual se instituía el conocido Tribunal de Nuremburg para juzgar los crímenes de guerra y contra la humanidad cometidos durante el conflicto. El artículo 6(a) de sus estatutos, adelantándose a la proscripción expresa recogida en la carta fundacional de las Naciones Unidas, consideraba la guerra misma un crimen imputable jurídicamente a título individual, el más horrendo de los crímenes, matriz y nodriza de todos los demás, tal y como lo expresó el fiscal general de los EEUU Robert Jackson en el discurso de apertura del proceso:
“Cualquier recurso a la guerra -todo tipo de guerra- implica recurrir a medios que son, por su misma naturaleza, criminales. (...) Actos en sí mismo criminales no pueden ser legitimados demostrando que aquéllos que los cometieron estaban combatiendo una guerra, cuando la guerra misma es ilegal”.
O como quedó recogido en uno de los pasajes más citados de la sentencia final:
“La guerra es en esencia un mal. Sus consecuencias no se limitan a golpear únicamente a los Estados beligerantes sino que se extienden negativamente al mundo entero. Comenzar una guerra de agresión, por tanto, no es sólo un crimen internacional: es el crimen internacional supremo, diferente de los otros crímenes de guerra por el hecho de concentrar en sí mismo todos los males de la guerra”.
El acto inaugural del orden jurídico de la postguerra mundial, a cuya luz debería valorarse, por ejemplo, la reciente invasión de Iraq, fue en todo caso, no lo olvidemos, una expresión de la “justicia de los vencedores” -por citar al filósofo Danilo Zolo- y en ese sentido debía ceñir toda la responsabilidad penal al derrotado régimen nazi de Alemania. La necesidad de prohibir y criminalizar la guerra misma y de dejar fuera, al mismo tiempo, los crímenes de los aliados (Dresde, Tokio, Hiroshima y Nagasaki, entre otros) hizo que toda la atención procesal se orientara hacia los campos de concentración y el exterminio judío. De ese modo, la idea misma de la guerra, ahora proscrita, quedó asociada a los horrores de Auschwitz mientras que la práctica del bombardeo contra poblaciones civiles permanecía absuelta de hecho y emancipada de alguna manera, en un espacio casi neutro, de la jurisdicción de los excesos bélicos penalizables. Los acuerdos de La Haya de 1927 sobre la guerra aérea no impidieron la destrucción de Gernika, pero de algún modo subrayaron públicamente su atrocidad; a continuación, los bombardeos masivos de la segunda guerra mundial, con el colofón atómico, intensificaron y regularizaron hasta tal punto la industria del asesinato aéreo que la masacre de Gernika, atrozmente empequeñecida, pasó a recordarse solamente por su condición de umbral simbólico de una nueva época. Pero fueron necesarios, paradójicamente, los juicios de Nuremberg para que el bombardeo quedara enteramente naturalizado, interiorizado, cotidianizado, como una rutina meteorológica o administrativa inalcanzable para el Derecho. La conclusión de la guerra mundial y la prohibición internacional de la guerra en general abren paso, casi al día siguiente de la rendición japonesa, a un periodo de ininterrumpidos bombardeos: de Indochina a Afganistán, de Corea a Faluya, de Vietnam a Beirut, de Africa a los Balcanes, no ha pasado un solo día en los últimos sesenta años sin que un avión lanzase bombas sobre civiles en algún punto del planeta. Como es sabido, el jurista filonazi Karl Schmitt, a partir de presupuestos erróneos, anunció acertadamente tras la constitución de la ONU en 1948 que la prohibición de la guerra sólo podía conducir a nuevas guerras de exterminio generalizadas, al margen de toda restricción legal. Más fundadamente puede decirse que la prohibición de la guerra conduce paradójicamente a la generalización del bombardeo. A partir de los juicios de Nuremberg, la guerra y el bombardeo quedan de tal manera disociados -en el derecho y en la conciencia- que cuanto más se criminaliza la guerra más se extiende el bombardeo y cuanto más nos horroriza la guerra mejor aceptamos los bombardeos. De hecho, al menos los occidentales, seguimos firmemente convencidos de que, tras la segunda contienda mundial, no ha habido guerras en el mundo porque sólo ha habido bombardeos y porque casi siempre, digamos la verdad, hemos bombardeado “nosotros”. Así, a lo largo de los últimos sesenta años no han dejado de aumentar simultaneamente nuestra sensibilidad frente a Auschwitz y nuestra indiferencia frente a Gernika e Hiroshima, y ello no obstante la vigencia rutinaria de un modelo de destrucción vertical que, frente a los lager y en contra de la opinión común, introdujo y enseguida universalizó bajo la luz del sol un nuevo y más radical paradigma de deshumanización del adversario (concebido, no ya como enemigo o como “animal” o como “obstáculo”, sino como un simple “residuo”).
La tolerancia frente al bombardeo, y la propia naturaleza del modelo, se ponen de manifiesto en lo fácilmente que éste se presta a fingir y en lo fácilmente que nos impone su necesidad y hasta sus virtudes. La propaganda y la poesía, lo he dicho otras veces, comparten sus recursos y utilizan medios parecidos para alcanzar sus objetivos. Un tropo literario típico de un modelo horizontal represivo es, por ejemplo, el eufemismo: “solución final” por exterminio, “transfer” por limpieza étnica o “sirga tridimensional” por muro de contención (término empleado, en este caso, para describir la valla de Melilla). La propaganda usa también la metáfora (“los judíos son piojos”, “los palestinos son células cancerosas”), la hipérbole (“el terrorismo amenaza la civilización”) o la sinécdoque (“la comunidad internacional rechaza la política iraní”). Pues bien, el tropo literario propio del modelo vertical del bombardeo, inscrito de algún modo en su propio soporte tecnológico, es la sinestesia; es decir, la asociación expresiva entre dos palabras correspondientes a ámbitos sensoriales distintos o contradictorios (“silencio verde” o “gélido ardor”). En un extraordinario poema de Luis Cernuda, Donde habite el olvido, podemos leer, por ejemplo:
En esa gran región donde el amor, ángel terrible, No esconda como acero En mi pecho su ala
y el famoso último verso del no menos famoso poema de Giacomo Leopardi, L'infinito, dice a su vez:
E il naufragar m'é dolce in questo mare
es decir, “y naufragar me es dulce en este mar”. Más elaborada la primera, más evidente la segunda, la sinestesia es esa contaminación sensorial en virtud de la cual un concepto o una sensación son abordadas, contagiadas, corregidas y muchas veces enteramente volteadas por una irrupción emocional de signo contrario. En el poema de Cernuda, el amor se vuelve de pronto agresivo, la pureza se afila, acomete y hiere, las alas se transforman en armas (la ternura de las plumas adquiere repentinamente la consistencia fría de una cuchilla que penetra el pecho del enamorado). En el verso de Leopardi, al contrario, el extravío, el hundimiento, el desfallecimiento mortal -asociados a la idea de naufragio- se vuelven dulces y, de alguna manera, apetecibles. Lo más fácil, sin duda, lo más sensato sería aplicar la lógica de Cernuda al bombardeo y sus consecuencias. Así, podríamos cabalmente describir al B-52 o al helicóptero Apache como “un ángel exterminador de alas de acero” o, más poéticamente, como la monstruosa evolución de un gorrión transformado mientras vuela en tijeras: un pájaro de hielo cuyos huevos, al tocar la tierra, dejan salir del cascarón un tropel de cadavéres y niños mutilados. Pero la propaganda del modelo Gernika-Hiroshima, naturalizado a partir de Nuremberg, prefiere obviamente explotar la subversión sensorial del segundo tipo para hacer apetecible -horrenda estrategia publicitaria- la muerte, el dolor y la ruina. Veamos rápidamente algunas de estas sinestesias del bombardeo.
El bombardeo es luz y, en consecuencia, es hermoso. Visto desde el aire -desde el B-52 o desde la televisión- la acción de bombardear una ciudad se confunde con la muy ingenua, estética y creativa -decía un piloto estadounidense de la primera guerra del Golfo- de “adornar un árbol de Navidad”. Frente a ese sobrehumano, inconmensurable resplandor, del que las víctimas terrestres no pueden defenderse, el espectador protegido siente la impotencia de lo sublime -en sentido kantiano- y hasta los más rudos de entre ellos descubren en su alma una vena poética. Bob Caron, artillero de cola del Enola Gay -el B-29 que dejó caer la bomba sobre Hiroshima-describe así la escena desde 8.000 m. de altura:
"Una columna de humo asciende rápidamente. Su centro muestra un terrible color rojo. Todo es pura turbulencia. Los incendios se extienden por todas partes como llamas que surgiesen de un enorme lecho de brasas. Comienzo a contar los incendios. Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis... catorce, quince... es imposible. Son demasiados para poder contarlos. Aquí llega la forma de hongo de la que nos había hablado el capitán Parsons. Viene hacia aquí, es como una masa de melaza burbujeante. El hongo se extiende. Puede que tenga mil quinientos o quizá tres mil metros de altura y unos ochocientos de anchura. Crece más y más. Está casi a nuestro nivel y sigue ascendiendo. Es muy negro, pero muestra cierto tinte violáceo muy extraño. La base del hongo se parece a una densa niebla atravesada con un lanzallamas. La ciudad debe estar abajo de todo eso”.
En Sobre la historia natural de la destrucción, el escritor alemán W.G. Sebald reproduce por su parte el primer reportaje en directo emitido por la BBC de un raid inglés sobre Berlín el 3 de septiembre de 1943. Desde la cabina del piloto, el periodista Wynford Vaughan Thomas hace llegar a sus oyentes la emoción intensa del acontecimiento:
“Muro de reflectores, a cientos, en conos y racimos. Es un muro de luz con muy pocos huecos y detrás de este muro hay una fuente de luz deslumbrante, que resplandece en rojo y verde y azul, y sobre esta fuente hay miríadas de bengalas en el cielo. ¡Es la ciudad!... Va ser algo sin sonido, el estruendo de nuestro avión lo ahoga todo. Vamos derechos hacia la más gigantesca exhibición de fuegos artificiales silenciosa del mundo, y vamos a lanzar nuestras bombas sobre Berlín”.
A continuación, cuando los primeros fardos mortales han empezado a caer sobre la población, la radio recoge los comentarios irreprimibles de la tripulación:
“No hay que hablar demasiado” “Dios, un espectáculo realmente espléndido” “El mejor que he visto en mi vida” “Mirad ese incendio”.
O citemos también esta otra descripción, más reciente, del corresponsal de El Mundo en Iraq, empotrado en el ejército estadounidense, en los primeros días de abril del año 2003. En ella, el espectador se deja arrastrar por una especie de júbilo luminoso que transforma sin querer, justificándola poéticamente, la superioridad brutal de la aviación invasora en una superioridad puramente estética:
"Las fuerzas iraquíes respondieron usando las baterías antiaéreas, pero sus débiles proyectiles apenas brillaban ante el resplandor del fuego americano".
Al contrario que las tinieblas, que se descalifican a sí mismas, la luz es autolegitimadora; no necesita ni símbolos ni propaganda para imponerse. Los bombardeos no triunfan porque destruyan las casas, despedacen los cuerpos y aterroricen a los seres humanos sino porque dan más luz; y las criaturas de allí abajo sucumben no a la violencia sino a la superioridad lumínica del agresor, que de esta manera se presenta a sí mismo como inmediatamente justificado por su propia capacidad tecnológica de hacer daño. Sólo un razonamiento puede reprimir una espontánea parcialidad por los estadounidenses y sus B-52 o por los F-16 israelíes; estamos estéticamente de su parte. La luz manda. La lluvia cromáticamente muy vistosa que cayó en noviembre del 2004 sobre Faluya fundía la carne y los huesos, dejando intacta la ropa, pero el gobierno de EEUU, que reconoció finalmente el uso de fósforo blanco en su ofensiva, afirma que lo hizo “para iluminar, y no para destruir, la ciudad”. Desde el aire -desde el avión o desde la televisión- el bombardeo es un gesto demiúrgico o creativo, un fiat lux irresitible, el acto majestuoso de sacar el mundo de las tinieblas. Desde el aire, destruir el mundo no es sólo fácil; es apetecible y tentador.
El bombardeo es abundancia y, en consecuencia, fructífero. Los negocios millonarios privados y los millones de pérdidas materiales y humanas que acompañan al bombardeo se voltean en imágenes universales de multiplicación vegetal y fecundidad ovípara. La densa y mortal precipitación de las bombas y los misiles se subvierte -vista desde el aire- en una profusa, generosa, masiva propagación de pólenes y semillas sobre la tierra estéril: todo lo que cae del cielo es necesariamente una bendición. El 28 de junio del año 2006 Israel inició una vasta operación de aislamiento y bombardeo de Gaza durante la cual murieron más de cien palestinos (de entre ellos 27 niños), la central eléctrica fue destruida y la población vio seriamente limitado su acceso a luz, agua y alimentos. El vivo ingenio de los generales israelíes bautizó esta ofensiva con el refrescante nombre de “Lluvia de verano”. En un mundo que se muere de sed, el cielo derrama bombas sin parar, un chaparrón tropical de misiles que multiplica el número de las cosas, aunque se trate de cadáveres y de escombros y no de panes y de peces; y las criaturas de ahí abajo aguardan impacientes el chubasco salvador que corregirá la sequía, inundando felizmente los campos. En 1996, entre el 11 y el 27 de abril, la misma aviación israelí bombardeó el sur del Líbano: 1.100 incursiones aéreas y 25.132 proyectiles que mataron, entre otros, a 118 civiles refugiados en un campamento de la ONU en Qana. El nombre dado a la operación, muy literario, fue “Uvas de la ira”, otra perversa sinestesia de abundancia material y felicidad alimenticia asociada en este caso a una venganza vegetal que no dejaba de crecer y acumularse en opulentos racimos. En cuanto a las bombas llamadas precisamente “de racimo”, munición profusamente utilizada por todos los bombardeadores del planeta, la sinestesia verbal describe al mismo tiempo un proceso real de multiplicación, proliferación y crecimiento de esta uva llena de pepitas que, al llegar a cierta altura, se fragmenta en centenares de vástagos más pequeños, una prole de sub-bombas y sub-bombitas que cubren muchos kilómetros a la redonda con sus simientes demoledoras. El sueño secular de la abundancia, de la cornucopia que vierte sin cesar víveres y monedas, se cumple de la peor manera en esta confusión entre destrucción y reproducción en virtud de la cual nos dejamos fascinar una y otra vez por la reproducción, aunque sólo reproduzca precisamente la destrucción. El B-29 que derritió Hiroshima -lo recuerdo también- llevaba el nombre de Enola Gay, la madre del coronel Thibbet a los mandos del avión: ubre y vientre prolífico siempre dispuesto a alimentar y cuidar a sus víctimas.
Porque el número, al igual que la luz, se justifica a sí mismo. Los números suman siempre, incluso las casas y los niños que van descontando a medida que se derrumban; sumamos bombas en vez de restar hombres; sumamos cifras en lugar de restar ciudades. Nos fascina sumar. Hay algo inconscientemente admirativo, un involuntario homenaje al espíritu capitalista de superación deportivo-productiva, en titulares como éstos, algunos de los cuales pretenden al contrario denunciar la monstruosidad de la guerra:
“88.500 toneladas de bombas lanzadas sobre Iraq y Kuwait durante la primera guerra del Golfo, el equivalente de siete veces Hiroshima. De 300 a 800 toneladas de uranio empobrecido, cuya radiación supera en 250 veces a la de la boma atómica lanzada sobre Japón”.
“En el sudeste asiático fueron lanzadas, entre 1965-1973, la mayor cantidad de bombas en la historia de los conflictos armados: dos millones de toneladas”.
“Siete millones de toneladas de bomas lanzadas sobre Iraq en la guerra del 2003”.
Cifras irrepresentables para sumar y sumar también (como en una enloquecida caja registradora) las bombas que quedan sin estallar, plantadas a modo de semillas o incubadas como huevos -para reforzar así la imagen exuberante de la siembra o de la puesta- a la espera de lanzar al aire sus flores de fuego (nunca pisar las flores fue acompañado de un tan severo e inmediato castigo):
“Hay un millón de bombas de racimo sin explotar en Líbano”.
“Kabul: un millón doscientos mil bombas sin estallar retiradas hasta el año 2002”
“Vietnam: cuatro millones de bombas y minas retiradas desde 1975”
“Se calcula que 100 millones de minas y bombas yacen enterradas en distintos países del mundo”
Al igual que en el caso de la luz, sólo un razonamiento secundario puede reprimir nuestra espontánea parcialidad en favor del que bate un record; estamos también aritméticamente del lado de los B-52 y de los F-16, capaces de arrojar millones de uvas sobre el mundo; y lo estamos hasta el punto de que a la oposición y emulación armadas de esta acumulación aritmética la llamamos “terrorismo” y la llamamos así tanto porque se opone a esta potencia numérica como porque no puede emularla. Si nos fijamos bien, el “terrorismo” empieza cuando se desciende por debajo de una cierta capacidad de destrucción. Un fusil es siempre más criminal que un misil; y un puñal es siempre mucho más criminal que un fusil o que una bomba de racimo porque es menos prolífico; es decir, porque puede matar mucha menos gente.
Más artificiosas y directamente propagandísticas, pero no menos eficaces, son las sinestesias que pretenden imponer la idea de que el bombardeo es humanitario, democrátizador y pacificador. Como sabemos, el exterminio desde el aire de todos los invitados a una boda rural o la destrucción del 70% de una ciudad de 500.000 habitantes, puede formar parte de una operación evangélicamente bautizada Justicia Infinita o Libertad Duradera. Igualmente atroces, y harto más sutiles, son las sinestesias de naturaleza médica, como las que califican un bombardeo de “quirúrjico”. En este caso el pájaro transformado en cuchillo se transforma a su vez en un piadoso bisturí que produce, como los fármacos, algunos “efectos colaterales” inevitables: perversa contaminación sensorial en virtud de la cual -vista desde el aire- la espada ayuda a cicatrizar, la herida consuela y la muerte es curativa.
Pero la sinestesia más terrible es la que sugiere que el bombardeo es un juego de niños. El 17 de julio del 2006, cinco días después de que comenzaran los bombardeos israelíes contra el Líbano, el fotógrafo de AP Sebastian Scheiner tomó unas imágenes aún más duras que las de los bebés muertos rescatados de entre las ruinas polvorientas de Beirut. En ellas se veía a unas niñas cerca de Kiryat Shmona, en el norte de Israel, jugando en un parque... de artillería pesada del ejército sionista. Eran unas niñas bellísimas, una de ellas de larga y rizada cabellera rubia, las otras de tez más obscura, coletas al viento, vestidas con liviandad veraniega, muy contentas, muy inocentes, en la edad más perfecta, orgullosas de poder participar en ese extraño juego de los mayores. ¡Con tal de verlas tan felices uno les permitiría incluso destripar una rana o pisotear un castillo de arena! ¿Qué hacían allí? Escribían sus nombres y dibujaban corazones; escribían sus nombres y dibujaban corazones sobre los proyectiles -más altos y más robustos que ellas, cuerpos sin brazos y ciegas cabezas en punta- que iban a ser lanzados sobre el enemigo. Jazrala y Daniele han escrito sus nombres y han dibujado un corazón y al lado han añadido con elegante ironía: “From Israel whith love”, “desde Israel con amor”. El amor escribe nombres sobre los árboles porque no van a moverse y regresa al día siguiente a comprobar que nadie los ha borrado, pero en este caso el amor, como en el poema de Cernuda, se convierte en lanza, vuela y penetra el pecho del enamorado, derribándolo por tierra. Hay que tener cuidado con los nombres, metonimias del cuerpo mediante las cuales los seres humanos se apropian su existencia individual. Mientras los niños palestinos aspiran en medio de las ruinas a convertirse en bombas, los niños israelíes les lanzan su cuerpo desde lejos en un suicidio homicida en apariencia más divertido, pero igualmente mortal para todo el mundo.
Como la luz y los números, los niños se justifican a sí mismos y justifican todo lo que tocan. Si el B-29 de Hiroshima se llamaba Enola Gay -madre destructiva o madre devoradora- la bomba atómica que portaba en su seno se llamaba Little Boy; es decir, chiquillo o muchachito. Al fósforo blanco los soldados estadounidenses lo denominan familiarmente Willy Pete, diminutivo cariñoso más apropiado para dirigirse a un niño. Y los niños israelíes escriben sus nombres sobre la dinamita que los borrará sin remedio y los arrojan luego sobre Palestina o sobre el Líbano. Nada resume mejor el horror tautológico de un bombardeo -de la guerra misma- ni sus verdaderas consecuencias que la imagen de pesadilla que se desprende naturalmente de estas asociaciones perversas: la de una escuadrilla de aviones cargados de niños que van dejando caer su carga desde el aire -racimos y racimos de niños- sobre los niños de ahí abajo; y con cada impacto desaparecen dos niños del mundo.
Poco pueden los símbolos de la paz frente a las sinestesias del bombardeo, cuya eficacia misma revela las diferencias de paradigma entre el modelo Auschwitz y el modelo Gernika (o Hiroshima). El exterminio horizontal del otro tiene que recurrir al eufemismo y a la metáfora defensiva (“la solución final” o la “desinfección”) porque no puede explotar a su favor sinestesias de luz o de abundancia: nadie se atrevería a hacer propaganda de las cámaras de gas o de la experimentación con prisioneros. Mientras que los nazis mantuvieron siempre en secreto -no obstante su apología desnuda de la violencia y su atroz demagogia antisemita- la maquinaria asesina de los lager, el bombardeo aéreo ocurre precisamente en el aire; es un acto público que asume a la intemperie su impulso y sus efectos. Mientras que las fotografías turístico-pornográficas de la sargento Sabrina Hartmann en Abu Ghraib, sonriendo sobre los cuerpos torturados de los prisioneros iraquíes, revisten la obscenidad que acompaña a toda intromisión visual en una fiesta privada, las fotografías de las niñas israelíes escribiendo sus nombres sobre las bombas concentran más bien la autoridad tranquila derivada de la luz del sol. El secreto ilegitima; la publicidad, al contrario, es en sí misma legitimadora (presupuesto elemental de marketing que comparten Goebbels y la casa Coca-Cola). Si Auschwitz representa el colofón industrial, por eso mismo aterrrador, del viejo modelo de la deshumanización horizontal del otro, Hiroshima representa por su parte el colofón metafísico de un modelo completamente nuevo ensayado en Gernika y cuyos fundamentos he enumerado en otro sitio: la ausencia divina del agresor que naturaliza las ruinas y volatiliza la posibilidad misma de una imaginación moral, la existencia de la víctima como un puro “residuo” que no hace falta deshumanizar porque no ha llegado nunca a ser humana, la constitución por primera vez de un sujeto humano puramente negativo, puramente pasivo, concebido como especie amenazada en su conjunto. La naturalidad con que hemos aceptado un modelo de deshumanización vertical del otro cuyos principios se apartan de toda percepción antropológica convencional -ésa que todavía nos permitía estremecernos ante los campos de exterminio- no debería sorprendernos. Su exceso mismo, que lo hace inabordable para nuestra razón e imaginación finitas, lo convierte en un hecho bruto, inscrito como un a priori, a igual título que el espacio y el tiempo, en la conciencia humana; su inconmensurabilidad pública, bajo la luz del sol, lo pone de antemano al margen de todo juicio y de toda intervención. Cada nuevo bombardeo exhibe la autoridad de un catálogo publicitario y la necesidad de un cambio geológico.
Pero naturalizar el bombardeo es naturalizar, no ya el antisemitismo o el racismo o el belicismo, sino un anti-humanismo radical; y con él la imposibilidad misma de todo contrato social. En marzo del año 2006, Amy Goodman y Juan González entrevistaron para Democracy Now al general jubilado del cuerpo estadounidense de marines Bernard Trainor, autor de un libro sobre los entresijos de la invasión de Iraq. Preguntado acerca de “si existía la decisión de permitir daños colaterales o víctimas civiles, pero que la regla era que si las muertes previstas pasaban de 30 civiles se requería la aprobación del propio secretario Rumsfeld”, el general respondió con tranquilidad estremecedora:
Sí, Juan. Usted sabe, esto realmente no es inusual. Cuando usted define una lista de blancos, tiene que dar prioridades y asignarles valores. Y usted tiene que sopesar ese valor del blanco contra otras circunstancias, que incluyen daño colateral en términos de daño estructural y de pérdidas de vidas humanas, y usted entonces toma una decisión en cualquier métrica que desee utilizar y en estos casos está establecido utilizar la métrica de 30 víctimas civiles para los blancos de muy alto valor, y entonces usted la aplica según su criterio en un momento específico.
Lo terrible de este testimonio, que pasó en general desapercibido, no es la revelación de una premeditación estadounidense que todos podíamos intuir sino la naturalidad con que un militar, por lo demás poco complaciente y sin duda honrado, acepta sin reflexión aquello que prohibían expresamente los acuerdos de La Haya de 1927 (cuyo artículo XXIV-3 obliga a abstenerse de bombardear un objetivo si hay riesgo de poner en peligro la vida de civiles) y que tanto preocupaba al propio presidente Roosevelt el 1 de septiembre de 1939, cuando en una carta dirigida a los gobiernos beligerantes en la recién comenzada guerra mundial, con el recuerdo de la guerra civil española presente en la memoria, alertaba contra el uso de la aviación para matar y aterrorizar a civiles indefensos. El general Trainor habla desde la institucionalización del nuevo paradigma para asumir rutinariamente el carácter residual de las víctimas civiles y para confiar a una “métrica arbitraria”, al margen de la ley y de la moral, la decisión sobre el número de los muertos. Al Pentágono le había parecido razonable la cifra de 30 como criterio de rutina administrativa, pero la voluntad soberana de Rumsfeld, ministro de Defensa, podía ampliar ilimitadamente el cupo si el objetivo era lo suficientemente interesante. La paradoja del bombardeo y sus consecuencias para una convivencia mínimamente civilizada se manifiesta del modo más claro en el hecho de que el tirano Sadam Hussein sea uno de los poquísimos iraquíes afortunados que ha sido objeto de un proceso judicial -irregular, retributivo, ejemplar, antijurídico, pero un proceso después de todo- mientras que cientos de miles de compatriotas suyos, entre los que se contaban sin duda muchas de sus víctimas, han sido sumariamente retirados del mundo, sin que nadie pronunciara siquiera en voz alta su nombre, por los misiles y las bombas estadounidenses. La violación del Derecho durante el juicio de Sadam Hussein es casi reconfortante si se compara con esta aceptación geológica de un espacio de confines planetarios donde el Derecho no ha sido inventado todavía; donde -digamos más- el hombre todavía no ha aparecido ni ha empezado a existir.
La suspensión de hecho del Derecho es la forma más corta y exacta de definir el “terrorismo”. El paradigma del bombardeo entraña la negación estructural y material, instantánea, global e irrevocable, de la personalidad ontológica y jurídica de la humanidad porque, más allá de Auschwitz, amenaza, no a los individuos o a los pueblos, sino las condiciones mismas de su existencia general. Esta radical forma de terrorismo la resume el filósofo alemán Peter Sloterdijk en una breve frase de su libro Temblores de aire:
“El siglo XX pasará a la memoria histórica como la época cuya idea decisiva de la guerra ya no es apuntar al cuerpo del enemigo sino a su medio ambiente”.
Las revelaciones del general Trainor, con su estremecedor y sereno desprecio por los hombres, iluminan también la enternecedora ingenuidad del Pentágono y sus ideológos, convencidos de que es todavía una soberana voluntad nietzscheana, una “métrica discrecional”, incluso arbitraria o diabólica, la que decide el número y la nacionalidad de los muertos. Nadie está a salvo. Nadie puede reservarse una cápsula segura donde, no ya el Derecho sino la vida misma, adopten al menos la forma intocable de un privilegio. La respiración, la cadena alimenticia, el agua han sido ya largamente penetradas por el paradigma del bombardeo. El uso habitual, por ejemplo, de uranio empobrecido en los últimos linchamientos desde el aire (las dos guerras del Golfo, los Balcanes, los recientes bombardeos Israelíes en el Líbano) expone a una especie de Hiroshima crónico y homeopático no sólo a las víctimas directas y sus descendientes sino al conjunto de la población del planeta, incluidos los responsables de la agresión. Alan Cantwell, un médico que ha investigado la etiología artificial de algunas enfermedades, publicaba recientemente en Global Research algunos datos inquietantes:
Las preocupaciones de los investigadores han sido confirmadas por un informe publicado el pasado año en Inglaterra elaborado por Chris Busby y Saoirse Morgan, que apareció en “European Biology and Bioelectromagnetics”, titulado “Did the use of Uranium weapons in Gulf War 2 result in contamination in Europe?”. Los datos (obtenidos con ayuda del Acta por la Libertad de Información) del Atomic Weapons Establishment en Aldermaston, Berkshire, Reino Unido, revelaron que nueve días después de la “Operación Conmoción y Pavor” con la que se inició la guerra de Iraq el 19 de marzo de 2003, se recogieron niveles de uranio mucho más altos de lo habitual en cinco lugares de Berkshire. En dos ocasiones, los niveles excedían el umbral ante el que la Agencia para el Medio Ambiente debe ser informada, aunque todavía dentro de los límites de seguridad. Esos niveles fueron los niveles más altos de DU jamás medidos en la atmósfera de Gran Bretaña. El informe también confirmó las condiciones meteorológicas durante ese período de guerra, que mostraban unos flujos constantes de aire desde el norte de Iraq.
Pero aún hay más. Junto a la paradoja de Nuremberg y las sinestesias de la guerra, el horror liminar de las dos bombas atómicas lanzadas sobre el Japón en 1945 contribuyó también a hacer más tolerables los bombardeos convencionales. Pero la unilateralidad agresiva de los EEUU parece a punto de franquear de nuevo el límite reprimido durante sesenta años. En el año 2004 el gobierno Bush levantó la prohibición que impedía la investigación y desarrollo de las armas nucleares y desde hace unos meses se empieza a hablar con toda naturalidad de la posibilidad de que un hipotético ataque militar contra Irán emplee las llamadas “bombas atómicas de bolsillo”, más pequeñas y más destructivas que el Little Boy de Hiroshima. En un reportaje de la RaiNews24 del pasado mes de marzo los periodistas italianos Angelo Saso y Maurizio Torrealta recogían los siguientes datos de la Asociación de Científicos Atómicos, de la que forman parte 18 premios Nobel:
“Los EEUU están desarrollando un nuevo tipo de armamento nuclear. Se trata de un “penetrador nuclear” concebido expresamente para destruir búnker subterráneos. (...) Además de ser poco eficaz contra los búnker situados a mucha profundidad, el uso del “Robust Nuclear Earth Penetrator” causaría un peligroso fallout radioactivo potencialmente letal para millones de civiles. (...) Las radiaciones se difundirían a más de 2.000 kilómetros. Si los EEUU utilizasen una sola cabeza nuclear de 1 megatón, por ejemplo contra la central nuclear de Isfahan, en Irán, el fallout radioactivo alcanzaría en pooco tiempo Pakistán, Afganistán y la India. En esta simulación, basada en un modelo desarrollado por el Pentágono, más de tres millones de personas morirían a continuación del ataque nuclear. Otros 35 millones de civiles serían expuestos a una cantidad de radiación tal que desarrollarían tumores y otras enfermedades letales”.
Como no se cansó de repetir el filósofo y pacifista Gunther Anders, el modelo Hiroshima, como osamenta interna de la civilización contemporánea, es incompatible con cualquier forma imaginable de democracia y de derecho. El totalitarismo ya no es un régimen político sino un régimen de vida, un régimen de vida que entraña su propia destrucción y al que, sin embargo, empezamos a acostumbrarnos también, como a las lluvias y a las gripes.
“Durante la guerra fría se pensaba que este tipo de armas eran demasiado destructivas”, dice Kenette Benedict, directora del Boletín de Científicos Atómicos, “que sus efectos eran demasiado devastadores y terribles, mientras que ahora hay quienes piensan que las armas nucleares son una opción que hay que tomar en consideración. Las reglas sobre el uso de armas atómicas y la conciencia crítica existentes en la época de la Guerra Fría se están disolviendo progresivamente, lo que es sin duda preocupante”.
Termino. Frente a estos peligros los símbolos de la paz son más bien inútiles, “se estrellan”, decía el escritor hispano-uruguayo Rafael Barrett en 1908, “contra los armamentos insensatos y la coraza de hierro que nos abruma”, de manera que de nada sirve que el partido de la paz sea una mayoría. “Por eso”, seguía diciendo, “la humanidad es bárbara, porque en ella la justicia y la fuerza no están juntas: los fuertes no son justos y los justos no son fuertes”. Y por lo tanto -uno mi voz a la suya- la obra de la civilización debe ser la de armar a los pacíficos.
Para movilizar a los pacíficos tenemos primero que tomar conciencia de las amenazas que nos acechan bajo la inocencia de la luz, los números y los nombres infantiles; y la misión de los intelectuales, escritores y periodistas debe ser la de desmontar las complacientes sinestesias del bombardeo. Se puede hacer. La propaganda y la poesía utilizan los mismos medios por las mismas razones que una espalda y un pecho utilizan el mismo cuerpo: porque son exactamente lo contrario. Quiero acabar citando un poema que quizás ha sido ya leído en esta sala muchas veces, pero que habrá que repetir mientras se repitan los bombardeos y porque la poesía es precisamente el acto de re-petir el mundo, de volver a llamar las cosas por su nombre. Se trata de unos versos que Miguel Hernández, de cuya muerte en prisión acaban de cumplirse 65 años, escribió durante la guerra civil española, pensando quizás en Gernika, y en los que el poeta se niega a aceptar cualquier contaminación sinestésica, ni siquiera o menos aún la continuidad entre los pájaros y los aviones. Las imágenes hiperestésicas de la guerra son el mejor símbolo de la paz y pocas veces antes o después la palabra habrá cumplido mejor su cometido de protegerse a sí misma, desafiando a las fuerzas que -junto a casas, madres y niños- querrían derribarla por tierra.
Que vienen, vienen, vienen
los lentos, lentos, lentos,
los ávidos carniceros.
Que nunca, nunca, nunca
su tenebroso vuelo
podrá ser confundido
con el de los jilgueros.
Que asaltan las palomas
sin hiel. Que van sedientos
de sangre, sangre, sangre,
de cuerpos, cuerpos, cuerpos.
Que el mundo no es el mundo.
Que el cielo no es el cielo,
sino el rincón del crimen
más negro, negro, negro.
Que han deshonrado al pájaro.
Que van de pueblo en pueblo,
desolación y ruina
sembrando, removiendo.
Que vienen, vienen, vienen
con sed de cementerio
dejando atrás un rastro
de muertos, muertos, muertos.
Que ven los hospitales
lo mismo que los cuervos.
Que nadie duerme, nadie.
Que nadie está despierto.
Que toda madre vive
pendiente del silencio,
del ay de la sirena,
con la ansiedad al cuello,
sin voz, sin paz, sin casa,
sin sueño.
Santiago Alba Rico
"XVII Jornadas Internacionales de Cultura y Paz de Gernika "Gernika, Gernika y las otras Gernikas. Simbología de Paz" 23 - 29 de abril 2007
En alguna ocasión he escrito que las palabras -y los símbolos- son magia inútil para el bien y leña inflamable para el mal; y que casi lo único que podemos hacer en favor de la paz, al menos lingüísticamente, es no invocar la guerra. El 26 de abril de 1937 la aviación alemana destruyó la ciudad de Gernika y mató en apenas tres horas -según el recuento de Hugh Thomas- a 1.000 de sus habitantes; el 6 de agosto de 1945 la aviación estadounidense dejó caer una bomba atómica sobre Hiroshima y literalmente vaporizó en pocos minutos a 80.000 personas; en noviembre del 2004 la misma aviación bombardeó Faluya y mató en pocos días a miles de ciudadanos iraquíes. ¿Cabe pensar en un gesto o en un símbolo tan generalizada y vertiginosamente constructivo como generalizada y vertiginosamente destructivo es un bombardeo? ¿Un gesto o un símbolo que en pocos minutos o en pocas horas reconstruya una aldea, devuelva a la vida a cien niños o detenga, al menos, una agresión? ¿En una explosión restauradora? ¿En un estallido pacificador? Tan lenta y trabajosamente opera la causa de la paz que su mejor apología debería ser la rapidez de su enemigo; ningún símbolo debería ser más eficaz para luchar contra la guerra, en efecto, que las propias imágenes de la destrucción. Pero desgraciadamente -y de esto me propongo hablar en los próximos minutos- las mismas imágenes que deberían impedir el próximo bombardeo tienen más bien un efecto autolegitimador o, al menos, anestésico que hace tolerable, cuando no apetecible, una lluvia de misiles. Setenta años después de Gernika, tan seguro e inevitable nos parece que en este mismo instante, mientras yo hablo, en algún lugar del mundo esté lloviendo y alguien se resfríe como que en algún lugar del mundo -Iraq, Palestina, Chechenia, Somalia, Afganistán- estén cayendo bombas y alguien se desangre. Los mismos símbolos negativos que deberían sacudirnos y movilizarnos, desprendidos ahora de su soporte real, han acabado por concentrar, por una especie de desvarío estético, una creciente sensibilidad descarrilada, de manera que nos impresiona más el cuadro de Picasso que la monstruosidad que denuncia y nos resulta más difícil matar una paloma, emblema de la paz popularizado por el pintor malagueño, que destruir la paz misma. “La suma total de sensibilidad ha aumentado de modo considerable en el mundo de la cultura”, escribía con feroz ironía el escritor Elias Canetti en 1981; “en el mundo actual sería más difícil condenar públicamente a la hoguera a un único hombre que desencadenar una guerra mundial”. Una sociedad que confunde información y publicidad y que distingue apenas una Olimpiada de una Guerra, un Parque Temático de un Campo de Torturas o la pantalla de un televisor de la mirilla de un cañón; una sociedad que confiere el mismo rango visual -imperativo y consumista- a las imágenes de los cadáveres del Líbano y a las de los modelos de la pasarela Cibeles, es una sociedad poco o mal preparada para horrorizarse ante los estragos de la guerra.
El día 6 de agosto de 1945, siete años después de ese 26 de abril que hoy recordamos aquí, con Japón ya vencido y casi arrodillado, EEUU lanzó la primera bomba atómica sobre Hiroshima, a la que siguió, tres días después, una segunda aún más devastadora que derritió la ciudad de Nagasaki. Entre una fecha y otra, el presidente Truman se dirigió a sus ciudadanos a través de los medios de comunicación:
“Hace poco tiempo un avión americano ha lanzado una bomba sobre Hiroshima inutilizándola para el enemigo. Los japoneses comenzaron la guerra por el aire en Pearl Harbor, han sido correspondidos sobradamente. Pero este no es el final, con esta bomba hemos añadido una dimensión nueva y revolucionaria a la destrucción […] Si no aceptan nuestras condiciones pueden esperar una lluvia de fuego que sembrará más ruinas que todas las hasta ahora vistas sobre la tierra.”
Por una paradoja cuyas consecuencias seguimos padeciendo, entre esas dos mismas fechas, exactamente el 8 de agosto de 1945, mientras Truman incluía a la humanidad en la lista de las especies amenazadas y los hombres, mujeres y niños de Hiroshima ardían bajo una copiosa lluvia de color negro, las potencias ya vencedoras de la segunda guerra mundial -EEUU, URRS, Gran Bretaña y Francia- firmaban el acuerdo en virtud del cual se instituía el conocido Tribunal de Nuremburg para juzgar los crímenes de guerra y contra la humanidad cometidos durante el conflicto. El artículo 6(a) de sus estatutos, adelantándose a la proscripción expresa recogida en la carta fundacional de las Naciones Unidas, consideraba la guerra misma un crimen imputable jurídicamente a título individual, el más horrendo de los crímenes, matriz y nodriza de todos los demás, tal y como lo expresó el fiscal general de los EEUU Robert Jackson en el discurso de apertura del proceso:
“Cualquier recurso a la guerra -todo tipo de guerra- implica recurrir a medios que son, por su misma naturaleza, criminales. (...) Actos en sí mismo criminales no pueden ser legitimados demostrando que aquéllos que los cometieron estaban combatiendo una guerra, cuando la guerra misma es ilegal”.
O como quedó recogido en uno de los pasajes más citados de la sentencia final:
“La guerra es en esencia un mal. Sus consecuencias no se limitan a golpear únicamente a los Estados beligerantes sino que se extienden negativamente al mundo entero. Comenzar una guerra de agresión, por tanto, no es sólo un crimen internacional: es el crimen internacional supremo, diferente de los otros crímenes de guerra por el hecho de concentrar en sí mismo todos los males de la guerra”.
El acto inaugural del orden jurídico de la postguerra mundial, a cuya luz debería valorarse, por ejemplo, la reciente invasión de Iraq, fue en todo caso, no lo olvidemos, una expresión de la “justicia de los vencedores” -por citar al filósofo Danilo Zolo- y en ese sentido debía ceñir toda la responsabilidad penal al derrotado régimen nazi de Alemania. La necesidad de prohibir y criminalizar la guerra misma y de dejar fuera, al mismo tiempo, los crímenes de los aliados (Dresde, Tokio, Hiroshima y Nagasaki, entre otros) hizo que toda la atención procesal se orientara hacia los campos de concentración y el exterminio judío. De ese modo, la idea misma de la guerra, ahora proscrita, quedó asociada a los horrores de Auschwitz mientras que la práctica del bombardeo contra poblaciones civiles permanecía absuelta de hecho y emancipada de alguna manera, en un espacio casi neutro, de la jurisdicción de los excesos bélicos penalizables. Los acuerdos de La Haya de 1927 sobre la guerra aérea no impidieron la destrucción de Gernika, pero de algún modo subrayaron públicamente su atrocidad; a continuación, los bombardeos masivos de la segunda guerra mundial, con el colofón atómico, intensificaron y regularizaron hasta tal punto la industria del asesinato aéreo que la masacre de Gernika, atrozmente empequeñecida, pasó a recordarse solamente por su condición de umbral simbólico de una nueva época. Pero fueron necesarios, paradójicamente, los juicios de Nuremberg para que el bombardeo quedara enteramente naturalizado, interiorizado, cotidianizado, como una rutina meteorológica o administrativa inalcanzable para el Derecho. La conclusión de la guerra mundial y la prohibición internacional de la guerra en general abren paso, casi al día siguiente de la rendición japonesa, a un periodo de ininterrumpidos bombardeos: de Indochina a Afganistán, de Corea a Faluya, de Vietnam a Beirut, de Africa a los Balcanes, no ha pasado un solo día en los últimos sesenta años sin que un avión lanzase bombas sobre civiles en algún punto del planeta. Como es sabido, el jurista filonazi Karl Schmitt, a partir de presupuestos erróneos, anunció acertadamente tras la constitución de la ONU en 1948 que la prohibición de la guerra sólo podía conducir a nuevas guerras de exterminio generalizadas, al margen de toda restricción legal. Más fundadamente puede decirse que la prohibición de la guerra conduce paradójicamente a la generalización del bombardeo. A partir de los juicios de Nuremberg, la guerra y el bombardeo quedan de tal manera disociados -en el derecho y en la conciencia- que cuanto más se criminaliza la guerra más se extiende el bombardeo y cuanto más nos horroriza la guerra mejor aceptamos los bombardeos. De hecho, al menos los occidentales, seguimos firmemente convencidos de que, tras la segunda contienda mundial, no ha habido guerras en el mundo porque sólo ha habido bombardeos y porque casi siempre, digamos la verdad, hemos bombardeado “nosotros”. Así, a lo largo de los últimos sesenta años no han dejado de aumentar simultaneamente nuestra sensibilidad frente a Auschwitz y nuestra indiferencia frente a Gernika e Hiroshima, y ello no obstante la vigencia rutinaria de un modelo de destrucción vertical que, frente a los lager y en contra de la opinión común, introdujo y enseguida universalizó bajo la luz del sol un nuevo y más radical paradigma de deshumanización del adversario (concebido, no ya como enemigo o como “animal” o como “obstáculo”, sino como un simple “residuo”).
La tolerancia frente al bombardeo, y la propia naturaleza del modelo, se ponen de manifiesto en lo fácilmente que éste se presta a fingir y en lo fácilmente que nos impone su necesidad y hasta sus virtudes. La propaganda y la poesía, lo he dicho otras veces, comparten sus recursos y utilizan medios parecidos para alcanzar sus objetivos. Un tropo literario típico de un modelo horizontal represivo es, por ejemplo, el eufemismo: “solución final” por exterminio, “transfer” por limpieza étnica o “sirga tridimensional” por muro de contención (término empleado, en este caso, para describir la valla de Melilla). La propaganda usa también la metáfora (“los judíos son piojos”, “los palestinos son células cancerosas”), la hipérbole (“el terrorismo amenaza la civilización”) o la sinécdoque (“la comunidad internacional rechaza la política iraní”). Pues bien, el tropo literario propio del modelo vertical del bombardeo, inscrito de algún modo en su propio soporte tecnológico, es la sinestesia; es decir, la asociación expresiva entre dos palabras correspondientes a ámbitos sensoriales distintos o contradictorios (“silencio verde” o “gélido ardor”). En un extraordinario poema de Luis Cernuda, Donde habite el olvido, podemos leer, por ejemplo:
En esa gran región donde el amor, ángel terrible, No esconda como acero En mi pecho su ala
y el famoso último verso del no menos famoso poema de Giacomo Leopardi, L'infinito, dice a su vez:
E il naufragar m'é dolce in questo mare
es decir, “y naufragar me es dulce en este mar”. Más elaborada la primera, más evidente la segunda, la sinestesia es esa contaminación sensorial en virtud de la cual un concepto o una sensación son abordadas, contagiadas, corregidas y muchas veces enteramente volteadas por una irrupción emocional de signo contrario. En el poema de Cernuda, el amor se vuelve de pronto agresivo, la pureza se afila, acomete y hiere, las alas se transforman en armas (la ternura de las plumas adquiere repentinamente la consistencia fría de una cuchilla que penetra el pecho del enamorado). En el verso de Leopardi, al contrario, el extravío, el hundimiento, el desfallecimiento mortal -asociados a la idea de naufragio- se vuelven dulces y, de alguna manera, apetecibles. Lo más fácil, sin duda, lo más sensato sería aplicar la lógica de Cernuda al bombardeo y sus consecuencias. Así, podríamos cabalmente describir al B-52 o al helicóptero Apache como “un ángel exterminador de alas de acero” o, más poéticamente, como la monstruosa evolución de un gorrión transformado mientras vuela en tijeras: un pájaro de hielo cuyos huevos, al tocar la tierra, dejan salir del cascarón un tropel de cadavéres y niños mutilados. Pero la propaganda del modelo Gernika-Hiroshima, naturalizado a partir de Nuremberg, prefiere obviamente explotar la subversión sensorial del segundo tipo para hacer apetecible -horrenda estrategia publicitaria- la muerte, el dolor y la ruina. Veamos rápidamente algunas de estas sinestesias del bombardeo.
El bombardeo es luz y, en consecuencia, es hermoso. Visto desde el aire -desde el B-52 o desde la televisión- la acción de bombardear una ciudad se confunde con la muy ingenua, estética y creativa -decía un piloto estadounidense de la primera guerra del Golfo- de “adornar un árbol de Navidad”. Frente a ese sobrehumano, inconmensurable resplandor, del que las víctimas terrestres no pueden defenderse, el espectador protegido siente la impotencia de lo sublime -en sentido kantiano- y hasta los más rudos de entre ellos descubren en su alma una vena poética. Bob Caron, artillero de cola del Enola Gay -el B-29 que dejó caer la bomba sobre Hiroshima-describe así la escena desde 8.000 m. de altura:
"Una columna de humo asciende rápidamente. Su centro muestra un terrible color rojo. Todo es pura turbulencia. Los incendios se extienden por todas partes como llamas que surgiesen de un enorme lecho de brasas. Comienzo a contar los incendios. Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis... catorce, quince... es imposible. Son demasiados para poder contarlos. Aquí llega la forma de hongo de la que nos había hablado el capitán Parsons. Viene hacia aquí, es como una masa de melaza burbujeante. El hongo se extiende. Puede que tenga mil quinientos o quizá tres mil metros de altura y unos ochocientos de anchura. Crece más y más. Está casi a nuestro nivel y sigue ascendiendo. Es muy negro, pero muestra cierto tinte violáceo muy extraño. La base del hongo se parece a una densa niebla atravesada con un lanzallamas. La ciudad debe estar abajo de todo eso”.
En Sobre la historia natural de la destrucción, el escritor alemán W.G. Sebald reproduce por su parte el primer reportaje en directo emitido por la BBC de un raid inglés sobre Berlín el 3 de septiembre de 1943. Desde la cabina del piloto, el periodista Wynford Vaughan Thomas hace llegar a sus oyentes la emoción intensa del acontecimiento:
“Muro de reflectores, a cientos, en conos y racimos. Es un muro de luz con muy pocos huecos y detrás de este muro hay una fuente de luz deslumbrante, que resplandece en rojo y verde y azul, y sobre esta fuente hay miríadas de bengalas en el cielo. ¡Es la ciudad!... Va ser algo sin sonido, el estruendo de nuestro avión lo ahoga todo. Vamos derechos hacia la más gigantesca exhibición de fuegos artificiales silenciosa del mundo, y vamos a lanzar nuestras bombas sobre Berlín”.
A continuación, cuando los primeros fardos mortales han empezado a caer sobre la población, la radio recoge los comentarios irreprimibles de la tripulación:
“No hay que hablar demasiado” “Dios, un espectáculo realmente espléndido” “El mejor que he visto en mi vida” “Mirad ese incendio”.
O citemos también esta otra descripción, más reciente, del corresponsal de El Mundo en Iraq, empotrado en el ejército estadounidense, en los primeros días de abril del año 2003. En ella, el espectador se deja arrastrar por una especie de júbilo luminoso que transforma sin querer, justificándola poéticamente, la superioridad brutal de la aviación invasora en una superioridad puramente estética:
"Las fuerzas iraquíes respondieron usando las baterías antiaéreas, pero sus débiles proyectiles apenas brillaban ante el resplandor del fuego americano".
Al contrario que las tinieblas, que se descalifican a sí mismas, la luz es autolegitimadora; no necesita ni símbolos ni propaganda para imponerse. Los bombardeos no triunfan porque destruyan las casas, despedacen los cuerpos y aterroricen a los seres humanos sino porque dan más luz; y las criaturas de allí abajo sucumben no a la violencia sino a la superioridad lumínica del agresor, que de esta manera se presenta a sí mismo como inmediatamente justificado por su propia capacidad tecnológica de hacer daño. Sólo un razonamiento puede reprimir una espontánea parcialidad por los estadounidenses y sus B-52 o por los F-16 israelíes; estamos estéticamente de su parte. La luz manda. La lluvia cromáticamente muy vistosa que cayó en noviembre del 2004 sobre Faluya fundía la carne y los huesos, dejando intacta la ropa, pero el gobierno de EEUU, que reconoció finalmente el uso de fósforo blanco en su ofensiva, afirma que lo hizo “para iluminar, y no para destruir, la ciudad”. Desde el aire -desde el avión o desde la televisión- el bombardeo es un gesto demiúrgico o creativo, un fiat lux irresitible, el acto majestuoso de sacar el mundo de las tinieblas. Desde el aire, destruir el mundo no es sólo fácil; es apetecible y tentador.
El bombardeo es abundancia y, en consecuencia, fructífero. Los negocios millonarios privados y los millones de pérdidas materiales y humanas que acompañan al bombardeo se voltean en imágenes universales de multiplicación vegetal y fecundidad ovípara. La densa y mortal precipitación de las bombas y los misiles se subvierte -vista desde el aire- en una profusa, generosa, masiva propagación de pólenes y semillas sobre la tierra estéril: todo lo que cae del cielo es necesariamente una bendición. El 28 de junio del año 2006 Israel inició una vasta operación de aislamiento y bombardeo de Gaza durante la cual murieron más de cien palestinos (de entre ellos 27 niños), la central eléctrica fue destruida y la población vio seriamente limitado su acceso a luz, agua y alimentos. El vivo ingenio de los generales israelíes bautizó esta ofensiva con el refrescante nombre de “Lluvia de verano”. En un mundo que se muere de sed, el cielo derrama bombas sin parar, un chaparrón tropical de misiles que multiplica el número de las cosas, aunque se trate de cadáveres y de escombros y no de panes y de peces; y las criaturas de ahí abajo aguardan impacientes el chubasco salvador que corregirá la sequía, inundando felizmente los campos. En 1996, entre el 11 y el 27 de abril, la misma aviación israelí bombardeó el sur del Líbano: 1.100 incursiones aéreas y 25.132 proyectiles que mataron, entre otros, a 118 civiles refugiados en un campamento de la ONU en Qana. El nombre dado a la operación, muy literario, fue “Uvas de la ira”, otra perversa sinestesia de abundancia material y felicidad alimenticia asociada en este caso a una venganza vegetal que no dejaba de crecer y acumularse en opulentos racimos. En cuanto a las bombas llamadas precisamente “de racimo”, munición profusamente utilizada por todos los bombardeadores del planeta, la sinestesia verbal describe al mismo tiempo un proceso real de multiplicación, proliferación y crecimiento de esta uva llena de pepitas que, al llegar a cierta altura, se fragmenta en centenares de vástagos más pequeños, una prole de sub-bombas y sub-bombitas que cubren muchos kilómetros a la redonda con sus simientes demoledoras. El sueño secular de la abundancia, de la cornucopia que vierte sin cesar víveres y monedas, se cumple de la peor manera en esta confusión entre destrucción y reproducción en virtud de la cual nos dejamos fascinar una y otra vez por la reproducción, aunque sólo reproduzca precisamente la destrucción. El B-29 que derritió Hiroshima -lo recuerdo también- llevaba el nombre de Enola Gay, la madre del coronel Thibbet a los mandos del avión: ubre y vientre prolífico siempre dispuesto a alimentar y cuidar a sus víctimas.
Porque el número, al igual que la luz, se justifica a sí mismo. Los números suman siempre, incluso las casas y los niños que van descontando a medida que se derrumban; sumamos bombas en vez de restar hombres; sumamos cifras en lugar de restar ciudades. Nos fascina sumar. Hay algo inconscientemente admirativo, un involuntario homenaje al espíritu capitalista de superación deportivo-productiva, en titulares como éstos, algunos de los cuales pretenden al contrario denunciar la monstruosidad de la guerra:
“88.500 toneladas de bombas lanzadas sobre Iraq y Kuwait durante la primera guerra del Golfo, el equivalente de siete veces Hiroshima. De 300 a 800 toneladas de uranio empobrecido, cuya radiación supera en 250 veces a la de la boma atómica lanzada sobre Japón”.
“En el sudeste asiático fueron lanzadas, entre 1965-1973, la mayor cantidad de bombas en la historia de los conflictos armados: dos millones de toneladas”.
“Siete millones de toneladas de bomas lanzadas sobre Iraq en la guerra del 2003”.
Cifras irrepresentables para sumar y sumar también (como en una enloquecida caja registradora) las bombas que quedan sin estallar, plantadas a modo de semillas o incubadas como huevos -para reforzar así la imagen exuberante de la siembra o de la puesta- a la espera de lanzar al aire sus flores de fuego (nunca pisar las flores fue acompañado de un tan severo e inmediato castigo):
“Hay un millón de bombas de racimo sin explotar en Líbano”.
“Kabul: un millón doscientos mil bombas sin estallar retiradas hasta el año 2002”
“Vietnam: cuatro millones de bombas y minas retiradas desde 1975”
“Se calcula que 100 millones de minas y bombas yacen enterradas en distintos países del mundo”
Al igual que en el caso de la luz, sólo un razonamiento secundario puede reprimir nuestra espontánea parcialidad en favor del que bate un record; estamos también aritméticamente del lado de los B-52 y de los F-16, capaces de arrojar millones de uvas sobre el mundo; y lo estamos hasta el punto de que a la oposición y emulación armadas de esta acumulación aritmética la llamamos “terrorismo” y la llamamos así tanto porque se opone a esta potencia numérica como porque no puede emularla. Si nos fijamos bien, el “terrorismo” empieza cuando se desciende por debajo de una cierta capacidad de destrucción. Un fusil es siempre más criminal que un misil; y un puñal es siempre mucho más criminal que un fusil o que una bomba de racimo porque es menos prolífico; es decir, porque puede matar mucha menos gente.
Más artificiosas y directamente propagandísticas, pero no menos eficaces, son las sinestesias que pretenden imponer la idea de que el bombardeo es humanitario, democrátizador y pacificador. Como sabemos, el exterminio desde el aire de todos los invitados a una boda rural o la destrucción del 70% de una ciudad de 500.000 habitantes, puede formar parte de una operación evangélicamente bautizada Justicia Infinita o Libertad Duradera. Igualmente atroces, y harto más sutiles, son las sinestesias de naturaleza médica, como las que califican un bombardeo de “quirúrjico”. En este caso el pájaro transformado en cuchillo se transforma a su vez en un piadoso bisturí que produce, como los fármacos, algunos “efectos colaterales” inevitables: perversa contaminación sensorial en virtud de la cual -vista desde el aire- la espada ayuda a cicatrizar, la herida consuela y la muerte es curativa.
Pero la sinestesia más terrible es la que sugiere que el bombardeo es un juego de niños. El 17 de julio del 2006, cinco días después de que comenzaran los bombardeos israelíes contra el Líbano, el fotógrafo de AP Sebastian Scheiner tomó unas imágenes aún más duras que las de los bebés muertos rescatados de entre las ruinas polvorientas de Beirut. En ellas se veía a unas niñas cerca de Kiryat Shmona, en el norte de Israel, jugando en un parque... de artillería pesada del ejército sionista. Eran unas niñas bellísimas, una de ellas de larga y rizada cabellera rubia, las otras de tez más obscura, coletas al viento, vestidas con liviandad veraniega, muy contentas, muy inocentes, en la edad más perfecta, orgullosas de poder participar en ese extraño juego de los mayores. ¡Con tal de verlas tan felices uno les permitiría incluso destripar una rana o pisotear un castillo de arena! ¿Qué hacían allí? Escribían sus nombres y dibujaban corazones; escribían sus nombres y dibujaban corazones sobre los proyectiles -más altos y más robustos que ellas, cuerpos sin brazos y ciegas cabezas en punta- que iban a ser lanzados sobre el enemigo. Jazrala y Daniele han escrito sus nombres y han dibujado un corazón y al lado han añadido con elegante ironía: “From Israel whith love”, “desde Israel con amor”. El amor escribe nombres sobre los árboles porque no van a moverse y regresa al día siguiente a comprobar que nadie los ha borrado, pero en este caso el amor, como en el poema de Cernuda, se convierte en lanza, vuela y penetra el pecho del enamorado, derribándolo por tierra. Hay que tener cuidado con los nombres, metonimias del cuerpo mediante las cuales los seres humanos se apropian su existencia individual. Mientras los niños palestinos aspiran en medio de las ruinas a convertirse en bombas, los niños israelíes les lanzan su cuerpo desde lejos en un suicidio homicida en apariencia más divertido, pero igualmente mortal para todo el mundo.
Como la luz y los números, los niños se justifican a sí mismos y justifican todo lo que tocan. Si el B-29 de Hiroshima se llamaba Enola Gay -madre destructiva o madre devoradora- la bomba atómica que portaba en su seno se llamaba Little Boy; es decir, chiquillo o muchachito. Al fósforo blanco los soldados estadounidenses lo denominan familiarmente Willy Pete, diminutivo cariñoso más apropiado para dirigirse a un niño. Y los niños israelíes escriben sus nombres sobre la dinamita que los borrará sin remedio y los arrojan luego sobre Palestina o sobre el Líbano. Nada resume mejor el horror tautológico de un bombardeo -de la guerra misma- ni sus verdaderas consecuencias que la imagen de pesadilla que se desprende naturalmente de estas asociaciones perversas: la de una escuadrilla de aviones cargados de niños que van dejando caer su carga desde el aire -racimos y racimos de niños- sobre los niños de ahí abajo; y con cada impacto desaparecen dos niños del mundo.
Poco pueden los símbolos de la paz frente a las sinestesias del bombardeo, cuya eficacia misma revela las diferencias de paradigma entre el modelo Auschwitz y el modelo Gernika (o Hiroshima). El exterminio horizontal del otro tiene que recurrir al eufemismo y a la metáfora defensiva (“la solución final” o la “desinfección”) porque no puede explotar a su favor sinestesias de luz o de abundancia: nadie se atrevería a hacer propaganda de las cámaras de gas o de la experimentación con prisioneros. Mientras que los nazis mantuvieron siempre en secreto -no obstante su apología desnuda de la violencia y su atroz demagogia antisemita- la maquinaria asesina de los lager, el bombardeo aéreo ocurre precisamente en el aire; es un acto público que asume a la intemperie su impulso y sus efectos. Mientras que las fotografías turístico-pornográficas de la sargento Sabrina Hartmann en Abu Ghraib, sonriendo sobre los cuerpos torturados de los prisioneros iraquíes, revisten la obscenidad que acompaña a toda intromisión visual en una fiesta privada, las fotografías de las niñas israelíes escribiendo sus nombres sobre las bombas concentran más bien la autoridad tranquila derivada de la luz del sol. El secreto ilegitima; la publicidad, al contrario, es en sí misma legitimadora (presupuesto elemental de marketing que comparten Goebbels y la casa Coca-Cola). Si Auschwitz representa el colofón industrial, por eso mismo aterrrador, del viejo modelo de la deshumanización horizontal del otro, Hiroshima representa por su parte el colofón metafísico de un modelo completamente nuevo ensayado en Gernika y cuyos fundamentos he enumerado en otro sitio: la ausencia divina del agresor que naturaliza las ruinas y volatiliza la posibilidad misma de una imaginación moral, la existencia de la víctima como un puro “residuo” que no hace falta deshumanizar porque no ha llegado nunca a ser humana, la constitución por primera vez de un sujeto humano puramente negativo, puramente pasivo, concebido como especie amenazada en su conjunto. La naturalidad con que hemos aceptado un modelo de deshumanización vertical del otro cuyos principios se apartan de toda percepción antropológica convencional -ésa que todavía nos permitía estremecernos ante los campos de exterminio- no debería sorprendernos. Su exceso mismo, que lo hace inabordable para nuestra razón e imaginación finitas, lo convierte en un hecho bruto, inscrito como un a priori, a igual título que el espacio y el tiempo, en la conciencia humana; su inconmensurabilidad pública, bajo la luz del sol, lo pone de antemano al margen de todo juicio y de toda intervención. Cada nuevo bombardeo exhibe la autoridad de un catálogo publicitario y la necesidad de un cambio geológico.
Pero naturalizar el bombardeo es naturalizar, no ya el antisemitismo o el racismo o el belicismo, sino un anti-humanismo radical; y con él la imposibilidad misma de todo contrato social. En marzo del año 2006, Amy Goodman y Juan González entrevistaron para Democracy Now al general jubilado del cuerpo estadounidense de marines Bernard Trainor, autor de un libro sobre los entresijos de la invasión de Iraq. Preguntado acerca de “si existía la decisión de permitir daños colaterales o víctimas civiles, pero que la regla era que si las muertes previstas pasaban de 30 civiles se requería la aprobación del propio secretario Rumsfeld”, el general respondió con tranquilidad estremecedora:
Sí, Juan. Usted sabe, esto realmente no es inusual. Cuando usted define una lista de blancos, tiene que dar prioridades y asignarles valores. Y usted tiene que sopesar ese valor del blanco contra otras circunstancias, que incluyen daño colateral en términos de daño estructural y de pérdidas de vidas humanas, y usted entonces toma una decisión en cualquier métrica que desee utilizar y en estos casos está establecido utilizar la métrica de 30 víctimas civiles para los blancos de muy alto valor, y entonces usted la aplica según su criterio en un momento específico.
Lo terrible de este testimonio, que pasó en general desapercibido, no es la revelación de una premeditación estadounidense que todos podíamos intuir sino la naturalidad con que un militar, por lo demás poco complaciente y sin duda honrado, acepta sin reflexión aquello que prohibían expresamente los acuerdos de La Haya de 1927 (cuyo artículo XXIV-3 obliga a abstenerse de bombardear un objetivo si hay riesgo de poner en peligro la vida de civiles) y que tanto preocupaba al propio presidente Roosevelt el 1 de septiembre de 1939, cuando en una carta dirigida a los gobiernos beligerantes en la recién comenzada guerra mundial, con el recuerdo de la guerra civil española presente en la memoria, alertaba contra el uso de la aviación para matar y aterrorizar a civiles indefensos. El general Trainor habla desde la institucionalización del nuevo paradigma para asumir rutinariamente el carácter residual de las víctimas civiles y para confiar a una “métrica arbitraria”, al margen de la ley y de la moral, la decisión sobre el número de los muertos. Al Pentágono le había parecido razonable la cifra de 30 como criterio de rutina administrativa, pero la voluntad soberana de Rumsfeld, ministro de Defensa, podía ampliar ilimitadamente el cupo si el objetivo era lo suficientemente interesante. La paradoja del bombardeo y sus consecuencias para una convivencia mínimamente civilizada se manifiesta del modo más claro en el hecho de que el tirano Sadam Hussein sea uno de los poquísimos iraquíes afortunados que ha sido objeto de un proceso judicial -irregular, retributivo, ejemplar, antijurídico, pero un proceso después de todo- mientras que cientos de miles de compatriotas suyos, entre los que se contaban sin duda muchas de sus víctimas, han sido sumariamente retirados del mundo, sin que nadie pronunciara siquiera en voz alta su nombre, por los misiles y las bombas estadounidenses. La violación del Derecho durante el juicio de Sadam Hussein es casi reconfortante si se compara con esta aceptación geológica de un espacio de confines planetarios donde el Derecho no ha sido inventado todavía; donde -digamos más- el hombre todavía no ha aparecido ni ha empezado a existir.
La suspensión de hecho del Derecho es la forma más corta y exacta de definir el “terrorismo”. El paradigma del bombardeo entraña la negación estructural y material, instantánea, global e irrevocable, de la personalidad ontológica y jurídica de la humanidad porque, más allá de Auschwitz, amenaza, no a los individuos o a los pueblos, sino las condiciones mismas de su existencia general. Esta radical forma de terrorismo la resume el filósofo alemán Peter Sloterdijk en una breve frase de su libro Temblores de aire:
“El siglo XX pasará a la memoria histórica como la época cuya idea decisiva de la guerra ya no es apuntar al cuerpo del enemigo sino a su medio ambiente”.
Las revelaciones del general Trainor, con su estremecedor y sereno desprecio por los hombres, iluminan también la enternecedora ingenuidad del Pentágono y sus ideológos, convencidos de que es todavía una soberana voluntad nietzscheana, una “métrica discrecional”, incluso arbitraria o diabólica, la que decide el número y la nacionalidad de los muertos. Nadie está a salvo. Nadie puede reservarse una cápsula segura donde, no ya el Derecho sino la vida misma, adopten al menos la forma intocable de un privilegio. La respiración, la cadena alimenticia, el agua han sido ya largamente penetradas por el paradigma del bombardeo. El uso habitual, por ejemplo, de uranio empobrecido en los últimos linchamientos desde el aire (las dos guerras del Golfo, los Balcanes, los recientes bombardeos Israelíes en el Líbano) expone a una especie de Hiroshima crónico y homeopático no sólo a las víctimas directas y sus descendientes sino al conjunto de la población del planeta, incluidos los responsables de la agresión. Alan Cantwell, un médico que ha investigado la etiología artificial de algunas enfermedades, publicaba recientemente en Global Research algunos datos inquietantes:
Las preocupaciones de los investigadores han sido confirmadas por un informe publicado el pasado año en Inglaterra elaborado por Chris Busby y Saoirse Morgan, que apareció en “European Biology and Bioelectromagnetics”, titulado “Did the use of Uranium weapons in Gulf War 2 result in contamination in Europe?”. Los datos (obtenidos con ayuda del Acta por la Libertad de Información) del Atomic Weapons Establishment en Aldermaston, Berkshire, Reino Unido, revelaron que nueve días después de la “Operación Conmoción y Pavor” con la que se inició la guerra de Iraq el 19 de marzo de 2003, se recogieron niveles de uranio mucho más altos de lo habitual en cinco lugares de Berkshire. En dos ocasiones, los niveles excedían el umbral ante el que la Agencia para el Medio Ambiente debe ser informada, aunque todavía dentro de los límites de seguridad. Esos niveles fueron los niveles más altos de DU jamás medidos en la atmósfera de Gran Bretaña. El informe también confirmó las condiciones meteorológicas durante ese período de guerra, que mostraban unos flujos constantes de aire desde el norte de Iraq.
Pero aún hay más. Junto a la paradoja de Nuremberg y las sinestesias de la guerra, el horror liminar de las dos bombas atómicas lanzadas sobre el Japón en 1945 contribuyó también a hacer más tolerables los bombardeos convencionales. Pero la unilateralidad agresiva de los EEUU parece a punto de franquear de nuevo el límite reprimido durante sesenta años. En el año 2004 el gobierno Bush levantó la prohibición que impedía la investigación y desarrollo de las armas nucleares y desde hace unos meses se empieza a hablar con toda naturalidad de la posibilidad de que un hipotético ataque militar contra Irán emplee las llamadas “bombas atómicas de bolsillo”, más pequeñas y más destructivas que el Little Boy de Hiroshima. En un reportaje de la RaiNews24 del pasado mes de marzo los periodistas italianos Angelo Saso y Maurizio Torrealta recogían los siguientes datos de la Asociación de Científicos Atómicos, de la que forman parte 18 premios Nobel:
“Los EEUU están desarrollando un nuevo tipo de armamento nuclear. Se trata de un “penetrador nuclear” concebido expresamente para destruir búnker subterráneos. (...) Además de ser poco eficaz contra los búnker situados a mucha profundidad, el uso del “Robust Nuclear Earth Penetrator” causaría un peligroso fallout radioactivo potencialmente letal para millones de civiles. (...) Las radiaciones se difundirían a más de 2.000 kilómetros. Si los EEUU utilizasen una sola cabeza nuclear de 1 megatón, por ejemplo contra la central nuclear de Isfahan, en Irán, el fallout radioactivo alcanzaría en pooco tiempo Pakistán, Afganistán y la India. En esta simulación, basada en un modelo desarrollado por el Pentágono, más de tres millones de personas morirían a continuación del ataque nuclear. Otros 35 millones de civiles serían expuestos a una cantidad de radiación tal que desarrollarían tumores y otras enfermedades letales”.
Como no se cansó de repetir el filósofo y pacifista Gunther Anders, el modelo Hiroshima, como osamenta interna de la civilización contemporánea, es incompatible con cualquier forma imaginable de democracia y de derecho. El totalitarismo ya no es un régimen político sino un régimen de vida, un régimen de vida que entraña su propia destrucción y al que, sin embargo, empezamos a acostumbrarnos también, como a las lluvias y a las gripes.
“Durante la guerra fría se pensaba que este tipo de armas eran demasiado destructivas”, dice Kenette Benedict, directora del Boletín de Científicos Atómicos, “que sus efectos eran demasiado devastadores y terribles, mientras que ahora hay quienes piensan que las armas nucleares son una opción que hay que tomar en consideración. Las reglas sobre el uso de armas atómicas y la conciencia crítica existentes en la época de la Guerra Fría se están disolviendo progresivamente, lo que es sin duda preocupante”.
Termino. Frente a estos peligros los símbolos de la paz son más bien inútiles, “se estrellan”, decía el escritor hispano-uruguayo Rafael Barrett en 1908, “contra los armamentos insensatos y la coraza de hierro que nos abruma”, de manera que de nada sirve que el partido de la paz sea una mayoría. “Por eso”, seguía diciendo, “la humanidad es bárbara, porque en ella la justicia y la fuerza no están juntas: los fuertes no son justos y los justos no son fuertes”. Y por lo tanto -uno mi voz a la suya- la obra de la civilización debe ser la de armar a los pacíficos.
Para movilizar a los pacíficos tenemos primero que tomar conciencia de las amenazas que nos acechan bajo la inocencia de la luz, los números y los nombres infantiles; y la misión de los intelectuales, escritores y periodistas debe ser la de desmontar las complacientes sinestesias del bombardeo. Se puede hacer. La propaganda y la poesía utilizan los mismos medios por las mismas razones que una espalda y un pecho utilizan el mismo cuerpo: porque son exactamente lo contrario. Quiero acabar citando un poema que quizás ha sido ya leído en esta sala muchas veces, pero que habrá que repetir mientras se repitan los bombardeos y porque la poesía es precisamente el acto de re-petir el mundo, de volver a llamar las cosas por su nombre. Se trata de unos versos que Miguel Hernández, de cuya muerte en prisión acaban de cumplirse 65 años, escribió durante la guerra civil española, pensando quizás en Gernika, y en los que el poeta se niega a aceptar cualquier contaminación sinestésica, ni siquiera o menos aún la continuidad entre los pájaros y los aviones. Las imágenes hiperestésicas de la guerra son el mejor símbolo de la paz y pocas veces antes o después la palabra habrá cumplido mejor su cometido de protegerse a sí misma, desafiando a las fuerzas que -junto a casas, madres y niños- querrían derribarla por tierra.
Que vienen, vienen, vienen
los lentos, lentos, lentos,
los ávidos carniceros.
Que nunca, nunca, nunca
su tenebroso vuelo
podrá ser confundido
con el de los jilgueros.
Que asaltan las palomas
sin hiel. Que van sedientos
de sangre, sangre, sangre,
de cuerpos, cuerpos, cuerpos.
Que el mundo no es el mundo.
Que el cielo no es el cielo,
sino el rincón del crimen
más negro, negro, negro.
Que han deshonrado al pájaro.
Que van de pueblo en pueblo,
desolación y ruina
sembrando, removiendo.
Que vienen, vienen, vienen
con sed de cementerio
dejando atrás un rastro
de muertos, muertos, muertos.
Que ven los hospitales
lo mismo que los cuervos.
Que nadie duerme, nadie.
Que nadie está despierto.
Que toda madre vive
pendiente del silencio,
del ay de la sirena,
con la ansiedad al cuello,
sin voz, sin paz, sin casa,
sin sueño.
Santiago Alba Rico
"XVII Jornadas Internacionales de Cultura y Paz de Gernika "Gernika, Gernika y las otras Gernikas. Simbología de Paz" 23 - 29 de abril 2007
La tragedia de Gernika.
A 70 años de la masacre
Presentación
Era un lunes, día de mercado. Había mucha gente en las callejuelas de la villa de Gernika, que tenía 7.000 habitantes. A las cuatro y media de la tarde las campanas de la iglesia empezaron a repicar, y cinco minutos después apareció el primer avión, que soltó seis bombas explosivas de 450 kilos, seguidas de una lluvia de granadas. Minutos después apareció otro avión. El infierno duró cuatro horas. Cuarenta y dos aviones en total bombardearon y ametrallaron la villa y sus alrededores, donde se habían refugiado sus vecinos. Toda la ciudad ardió. El incendio tardó en apagarse. Balance: el 70% de los edificios quemados y un número indeterminado de muertos, entre 800 y 1.600. Setenta años después los historiadores aún no se ponen de acuerdo sobre el número de víctimas de aquel lunes negro que convirtió Gernika en una ciudad mártir y una ciudad símbolo, grabada para siempre en nuestra memoria colectiva. Los aviones pertenecían a la Legión Cóndor alemana y a la Aviación Legionaria italiana. El nombre clave era Operación Rügen.
Dos hombres contribuyeron de manera decisiva a convertir Gernika en símbolo: George Steer y Pablo Picasso.
El primero era un joven periodista de 27 años nacido en África del Sur, corresponsal de guerra del diario londinense The Times y firme partidario de la causa republicana y vasca. España no era su primer teatro de guerra. En 1935 había sido enviado especial en Etiopía, entonces llamada Abisinia, sometida a una feroz agresión italiana ordenada por Mussolini —el dictador con manías de grandeza—, que así, a golpe de crímenes de guerra, hacía realidad sus sueños imperiales. En Etiopía ya se había bombardeado a la población civil inerme. En Etiopía el Occidente democrático ya había traicionado a un pueblo agredido por el fascismo.
George Steer llegó a Gernika horas después del bombardeo y esa misma noche cablegrafió su reportaje de la ciudad mártir, que se publicó a la mañana siguiente en The Times y The New York Times y fue reproducido por la prensa de muchos países. Este artículo fue el que alertó al mundo y dio lugar a manifestaciones de protesta en las calles de Londres y Nueva York, que obligaron a una contraofensiva propagandística de los franquistas y sus aliados, la Alemania nazi y la Italia fascista. En estos países la prensa y la radio despotricaron contra las «hordas bolcheviques» que, según ellos, habían incendiado Gernika antes de evacuarla. Sus mentiras fueron rápidamente refutadas. El relato que la Historia retuvo es el de George Steer, que tiene una calle dedicada en Gernika, donde, en abril de 2006, se inauguró un busto suyo.
El otro, con 56 años, es un pintor famoso, establecido en Francia. Apoya la causa republicana frente a la rebelión franquista. Descrito por los Renseignements généraux (la policía política francesa) como «un anarquista sospechoso desde el punto de vista nacional» y «un pintor supuestamente moderno» —por tal motivo le negaron la naturalización francesa en abril de 1940— se pone de inmediato a la tarea. El resultado es una pintura monumental de ocho metros de largo por tres y medio de alto, en blanco y negro, que se expone en el pabellón español de la Exposición Universal. Como dijo Picasso: «La pintura no está hecha para decorar las casas. Es un instrumento de guerra ofensiva y defensiva contra el enemigo».
Gernika es una lección pendiente. Los autores de aquel crimen de guerra, empezando por el jefe de la Legión Cóndor, teniente coronel Wolfram von Richthofen, fueron aclamados como héroes en la Alemania nazi, y los que todavía viven disfrutan de un apacible retiro y conceden entrevistas con un descaro inusitado. El bombardeo de la ciudad santa de los vascos fue un experimento de campo para evaluar la capacidad de la aviación alemana de destruir eficazmente una ciudad. Como dijo Hermann Göring en el juicio de Nuremberg: «La guerra civil española me brindó la oportunidad de probar mi joven aviación, y a mis hombres les permitió adquirir experiencia».
Este crimen de guerra no fue el primero ni el último del siglo XX. En 1915 Winston Churchill ordenó los primeros bombardeos con armas químicas contra poblaciones civiles en Iraq. Después de Gernika hubo otras ciudades mártires como Coventry, Hamburgo, Dresde, Hiroshima o Nagasaki. Después de España, toda Europa. Después de Europa, Asia, de Palestina a Corea, de Vietnam a Camboya.
Los Gernikas de hoy se llaman Gaza, Tel Afar, Faluya, Samarra y Nayaf, así como Grozni o Kandahar. Los aviones que escupen las bombas mortíferas ya no llevan la cruz de hierro, sino las enseñas de los países «democráticos». El lugar de los «rojos enemigos de Dios» contra los que decían luchar Franco, Hitler y Mussolini para salvar a Occidente, lo ocupan hoy los «islamistas» y el «eje del mal», que según Bush, auténtico Hitler de nuestros días, va de La Habana a Pyongyang, pasando por Caracas, Beirut, Damasco, Jartum y Teherán. Y la «comunidad internacional», antaño paralizada ante el martirio de Etiopía y España, hoy en día, ante el martirio de Palestina, Iraq y Afganistán, está peor que paralizada, es cómplice de los cientos de Gernikas que se repiten ante nuestros ojos cansados, día tras día.
Lean el reportaje de George Steer. Dice lo esencial en pocas palabras:
Un testigo presencial informa sobre la destrucción de un pueblo en un ataque aéreo
La tragedia de Gernika
De nuestro enviado especial
Bilbao, 27 de abril de 1937
Gernika, que es a la vez el centro de la tradición cultural y el pueblo más antiguo de los vascos, quedó totalmente destruido ayer por la tarde durante un ataque aéreo de los sublevados. El bombardeo de este pueblo, situado muy por detrás de las líneas de combate, duró exactamente tres horas y cuarto, durante las cuales una poderosa flotilla aérea formada por tres tipos de aviones alemanes, bombarderos Junkers y Heinkel y cazas Heinkel, lanzaron de forma incesante bombas de 450 kg y, según cálculos, más de 3.000 proyectiles incendiarios de aluminio de 1 kg. Mientras tanto, los pilotos sobrevolaron a baja altura el centro del pueblo para ametrallar a la población civil que había buscado refugio en los campos.
Todo Gernika fue pronto presa de las llamas, excepto la histórica Casa de Juntas con sus abundantes archivos de la raza vasca, donde el antiguo Parlamento vasco solía reunirse. El famoso roble de Gernika -el viejo y seco tocón de 600 años de edad y sus retoños de este siglo- también quedó intacto. Aquí, los reyes de España solían jurar respeto a los fueros democráticos de Vizcaya y a cambio recibían la promesa de lealtad como señores feudales con el título democrático de Señor, no de Rey de Vizcaya. La noble parroquia de la iglesia de Santa María también quedó intacta, excepto su sala capitular, que fue alcanzada por una bomba incendiaria.
Hoy, a las dos de la tarde, cuando visité el pueblo, todo él era una horrible visión, ardiendo por los cuatro costados. El reflejo de las llamas podía vislumbrarse en nubes de humo por encima de las montañas a 6 km de distancia. Durante toda la noche las casas se fueron derrumbando hasta que las calles se convirtieron en largos e impenetrables montones de escombros rojos.
Muchos de los supervivientes de la población civil iniciaron la larga caminata desde Gernika a Bilbao en antiguas y sólidas carretas vascas tiradas por bueyes. Los carros, en los que se apilaban las pertenencias familiares salvadas de la conflagración, atascaron los caminos durante toda la noche. Otros supervivientes fueron evacuados en camiones del gobierno, pero muchos se vieron obligados a quedarse en los alrededores del pueblo en llamas acostados en colchones o a la búsqueda de familiares y niños desaparecidos, mientras que unidades de los cuerpos de bomberos y de la policía motorizada vasca, bajo la dirección personal del Ministro del Interior, el señor Monzón, y de su esposa, continuaron el rescate hasta el amanecer.
La campana de la iglesia dio la alarma
Por la forma en que se llevó a ejecución, por la escala de destrucción alcanzada y por la selección de su objetivo, el ataque contra Gernika no tiene paralelo en la historia militar. Gernika no era un objetivo militar. Fuera del pueblo hay una fábrica que produce material de guerra y quedó intacta. Lo mismo puede decirse de dos barracones de soldados que hay a alguna distancia del pueblo. El pueblo se encuentra muy por detrás de las líneas de combate. El bombardeo buscaba al parecer la desmoralización de la población civil y la destrucción de la cuna de la raza vasca. Cada uno de los hechos confirma esta valoración, a empezar por el día en que se llevó a cabo la acción.
El lunes era el día habitual del mercado en Gernika para las gentes de los alrededores. A las 4:30 de la tarde, cuando el mercado rebosaba de gente y los campesinos todavía estaban llegando, la campana de la iglesia repicó la alarma de que se aproximaban aviones y la población se refugió en sótanos y cobertizos que habían preparado tras el bombardeo de la población civil de Durango el 31 de marzo, que inauguró la ofensiva del general Mola en el norte. Se dice que la gente mostró mucho ánimo. Un sacerdote católico se encargó de que todo se hiciera en un orden perfecto.
Cinco minutos después apareció un bombardero alemán, dio unas vueltas sobre el pueblo a baja altura y dejó caer seis pesadas bombas, al parecer destinadas a la estación. Las bombas, con una lluvia de granadas, cayeron sobre un antiguo instituto y sobre casas y las calles vecinas. Luego, el avión se fue. Cinco minutos después un segundo bombardero lanzó la misma cantidad de bombas en medio del pueblo. Al cabo de un cuarto de hora aproximadamente llegaron tres Junkers para continuar con la demolición y, a partir de ahí, el bombardeo creció en intensidad y fue continuo hasta el anochecer, a las 7:45. Todo el pueblo de 7.000 habitantes más 3.000 refugiados fue destruido lenta y sistemáticamente. El plan de los atacantes incluyó el bombardeo de los caseríos en un radio de tres km a la redonda. Durante la noche éstos ardieron como velas en las colinas. Todos los pueblos de por aquí fueron bombardeados con la misma intensidad que Gernika, y en Múgica, un pequeño grupo de casas situadas a la entrada de Gernika, la población fue ametrallada durante 15 minutos.
Ritmo de la muerte
Es todavía imposible calcular el número de víctimas. Los periódicos de Bilbao afirman esta mañana que «afortunadamente fueron pocas», pero se teme que esto sea un eufemismo para no alarmar a la abundante población refugiada en Bilbao. En el hospital de las Josefinas, que fue uno de los primeros lugares bombardeados, los 42 milicianos heridos que allí estaban murieron. En una calle que va cuesta abajo desde la Casa de Juntas vi un lugar en el que dicen que 50 personas, casi todas mujeres y niños, quedaron atrapadas en un refugio antiaéreo bajo una mole de ruinas en llamas. Muchos murieron en los campos y el número de muertos podría ascender a varios centenares. A un viejo sacerdote llamado Aronategui lo mató una bomba mientras rescataba niños de una casa en llamas.
Las tácticas de los bombarderos, que pueden ser de interés para los estudiantes de la nueva ciencia militar, fue como sigue: primero llegaron pequeños grupos de aviones que lanzaron bombas y granadas de mano por todo el pueblo, escogiendo ordenadamente zona tras zona. Después vinieron las ametralladoras, que mataron a tiros a quienes salían corriendo aterrorizados de los refugios subterráneos, algunos de los cuales habían sido alcanzados por bombas de 450 kg, que hacen socavones de siete metros. A muchas de estas personas las mataron cuando corrían. Un gran rebaño de ovejas que se dirigía al mercado también fue exterminado. Al parecer, el objetivo de este ataque era hacer que la población se escondiera de nuevo bajo tierra, porque después aparecieron no menos de 12 bombarderos que dejaron caer bombas incendiarias sobre las ruinas. Así, el ritmo de este bombardeo de un pueblo tuvo su lógica: primero, granadas de mano y bombas para hacer salir en estampida a la población; luego, ametrallamientos para hacer que se escondieran y, después, bombas incendiarias para destrozar las casas y quemarlas por encima de sus víctimas.
La única respuesta que los vascos pudieron utilizar, porque no poseen aviones suficientes para enfrentarse a la flota de los sublevados, fue la del heroísmo de los sacerdotes vascos, que bendijeron y rezaron a las multitudes arrodilladas -socialistas, anarquistas y comunistas, así como creyentes- en los refugios subterráneos arrasados.
Cuando entré en Gernika después de medianoche, las casas se desmoronaban y era completamente imposible entrar en el centro del pueblo, incluso para los bomberos. Los hospitales de las Josefinas y del Convento de Santa Clara eran pavesas relucientes; todas las iglesias, excepto la de Santa María, estaban destruidas y las pocas casas que todavía se mantenían en pie estaban sentenciadas. Cuando volví a visitar Gernika esta tarde, la mayor parte del pueblo estaba todavía ardiendo y nuevos fuegos habían prendido. Unos 30 cadáveres estaban alineados en un hospital en ruinas.
Una llamada a los vascos
Aquí, el efecto del bombardeo de Gernika, la ciudad sagrada de los vascos, ha sido profundo y ha dado lugar a que el presidente Aguirre haga pública la siguiente declaración en la prensa vasca de esta mañana: «Los aviadores alemanes, al servicio de los rebeldes españoles, han bombardeado Gernika, quemando la ciudad histórica venerada por todos los vascos. Han intentado herirnos en lo más sensible de nuestros sentimientos patrióticos, mostrando una vez más que Euskadi no puede esperar nada de quienes no vacilan en destruir incluso el santuario que conserva los siglos de nuestra libertad y nuestra democracia».
«Ante esta atrocidad nosotros, todos los vascos, debemos reaccionar con violencia, jurando desde el fondo de nuestros corazones defender los principios de nuestro pueblo con terquedad y heroísmo si es necesario. No podemos ocultar la gravedad del momento; pero el invasor nunca logrará la victoria si nos esforzamos por derrotarlo alzando nuestros espíritus a las alturas de la fuerza y la determinación».
«El enemigo ha avanzado en muchas otras partes para luego ser repelido. No dudo en afirmar que lo mismo ocurrirá aquí. ¡Ojalá esta atrocidad de hoy sea un estímulo que nos empuje a lograrlo con rapidez!».
Fausto Giudice y George Steer
Tlaxcala
Traducciones de Juan Vivanco (la presentación, de Fausto Giudice) y Manuel Talens (el artículo, de George Steer)
Fuente: http://www.timesonline.co.uk/tol/news/world/europe/article709301.ece
En Tlaxcala: http://www.tlaxcala.es/pp.asp?reference=2506&lg=es
Fausto Giudice, Juan Vivanco y Manuel Talens son miembros de Tlaxcala, la red de traductores por la diversidad lingüística. Vivanco y Talens pertenecen asimismo a Cubadebate y Rebelión.
Artículos relacionados:
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=50146
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=50165
La muerte de Yeltsin : el final de una época y el inicio de una nueva.
Yeltsin fue un símbolo para el sistema capitalista que surgió después de la contrarrevolución capitalista que él encabezó. El hecho de que su muerte ayer fuera recibida con indiferencia en Moscú, muestra el débil apoyo que el capitalismo tiene en la capital, una ciudad donde, a diferencia de las provincias, una capa de la población vive mejor que en los tiempos soviéticos.
Como sucesor de Yeltsin y nuevo símbolo del sistema capitalista hoy, Putin alaba a Yeltsin. ¡Naturalmente! Putin no quiere criticar los orígenes de su propia dirección, está atado con un cordón umbilical al mecenazgo de Yeltsin. Por eso al hablar de Yeltsin, Putin realmente está hablando de sí mismo, por ejemplo, declarando que los “nobles pensamientos y palabras de Yeltsin: ‘cuidar de Rusia’, siempre han servido como punto político y moral de referencia”.
Por supuesto, esto no es otra cosa que asquerosa hipocresía. Ni Putin ni Yeltsin han cuidado jamás del pueblo ni de Rusia, excepto de lo relacionado con sus propias carreras. No es una cuestión de nobles pensamientos abstractos ni de democracia, sino que son cuestiones de clase. Si el Kremlin pueden controlar los votos de la población entonces el voto es legítimo, si no, por ejemplo, si un candidato comunista gana y plantea la renacionalización de la industria, Putin y compañía dirían que no se puede confiar en el pueblo, y así sucesivamente. Putin considera su dominio como legítimo, porque Yeltsin le entregó el poder a él, con unas elecciones presidenciales amañadas cuyos resultados estaban decididos de antemano. No es casualidad que Putin esté repitiendo el ejemplo de Yeltsin buscando un sucesor ya que su segundo mandato termina en la primavera de 2008. Teniendo en cuenta todo lo que ha cambiado Rusia bajo su gobierno, el traspaso de poder será básicamente el mismo y el siguiente dirigente deberá su puesto a Putin, y por tanto también a Yeltsin.
Pero no necesitamos mirar más que en Moscú para ver cuál es el verdadero legado de Yeltsin, y de Putin. Es el paraíso para los ricos, es la ciudad del mundo con más multimillonarios, excepto quizá Nueva York. El rápido ascenso de los ingresos de los ricos, el resultado del robo y el saqueo, los grandes ingresos del petróleo hacia el mercado inmobiliario, todo está alimentando la inflación y una desigualdad cada vez mayor. Los salarios no suben, los trabajadores ven la riqueza que están creando cómo la disfrutan los corruptos, los arribistas degenerados. En cambio, los empleos y los salarios son atacados, además el aumento del rublo abarata las importaciones y convierte a la industria rusa en menos competitiva. Las fábricas que podrían dar empleo a miles de trabajadores están siendo arrasadas para construir nuevas oficinas y centros comerciales. En sectores que están prosperando como el comercio inmobiliario, el gobierno local y las empresas constructoras emplean a trabajadores que proceden de fuera de Moscú, de Rusia o de otras antiguas repúblicas soviéticas, para dividir a los trabajadores y mantener bajos los salarios. Desgraciadamente, esto ha tenido un efecto, con la extensión del racismo contra los trabajadores inmigrantes. Sólo tienes que viajar durante una hora por las afueras de Moscú y verás la pobreza de las provincias. Esta es la realidad del capitalismo, sus contradicciones y el parasitismo.
La admiración profesada por Putin hacia Yeltsin y su política económica similar, demuestran que no hay diferencias fundamentales entre ellos. Las diferencias que existen se basan en factores personales. En realidad, el hecho de que tanto Yeltsin como Putin individualmente hayan sido capaces de influir en la política tanto, demuestra lo similar que son sus reinados. Los dos son dirigentes bonapartistas, que están al frente de un aparato del estado que en gran medida se ha independizado de la sociedad y utiliza esta independencia para sus propios intereses.
El papel del estado en la historia reciente de Rusia requiere alguna explicación porque está directamente relacionado con el colapso de la URSS. Yeltsin no creó las condiciones que él tuvo durante los años ochenta y noventa. En realidad estas condiciones son las que ayudaron a conformar a Yeltsin, que respondió a los acontecimientos en lugar de tener un plan preconcebido. Los orígenes subyacentes del movimiento hacia la contrarrevolución capitalista no se encontraban en el nacimiento de Boris Nikolaevich en el seno de una familia pobre de albañiles en 1931, sino el ascenso de la burocracia del partido en la URSS que buscaba defender primero los intereses de su propia casta y sólo en segundo lugar los de la URSS. Esta burocracia del partido fue capaz de establecer un firme grillete sobre la sociedad después de enfrentar a la débil clase obrera soviética contra el campesinado en los años veinte y treinta, ahora atacando a la clase obrera y dando concesiones a los kulaks, para después al campesinado y liquidar a los kulaks como clase. Al mismo tiempo que suprimían los derechos democráticos, lo que quedaba del Partido Bolchevique y del movimiento obrero independiente fue ahogado en sangre. Pero los regímenes bonapartistas por su propia naturaleza son regímenes en crisis, como demuestra el período anterior a la guerra. El papel de la burocracia del partido sólo fue realmente estable después de la victoria en la Segunda Guerra Mundial, cuando aparecieron décadas de estabilidad se convirtieron en la norma más que en la excepción. En este período se consiguieron resultados fantásticos. La URSS envió el primer hombre al espacio y se convirtió en la segunda potencia industrial del planeta.
Sin embargo, aunque la clase obrera se volvió numérica y culturalmente más fuerte, eso no se tradujo automáticamente en un peso social mayor ni en una influencia política más grande. El nivel en el que factores como los partidos políticos y las clases pueden afectar a su vez al desarrollo económico no desaprueban el marxismo, que no tiene nada en común con la caricatura formalista, antidialéctica del marxismo representada en la Unión Soviética por el PCUS, que reducía el desarrollo social simplemente a la economía. Esto es algo que los teóricos de la conspiración de la izquierda en la Unión Soviética han tenido en cuenta cuando después han culpado del colapso de la URSS a Gorbachov y Yeltsin, en lugar de explicar las causas más profundas y de mayor alcance. Pero esto no significa que los marxistas tengan una bola de cristal con la que puedan predecir el futuro de manera exacta. El método marxista puede revelar la crisis subyacente en la que se encontraba la URSS, pero no definir por adelantado que resultados tendría el final del control burocrático del Estado y la sociedad. Ted Grant explicó a principios de los años setenta, tan pronto como las tasas de crecimiento en la URSS se aproximaban a cero, que el régimen no podía durar y que sería derrocado, pronosticó que la clase obrera recuperaría el control del aparato del Estado y democratizaría los sindicatos, inyectando nueva savia en la economía soviética y en la revolución mundial. Esto era totalmente posible.
De ninguna manera era inevitable que la burocracia consiguiera con éxito restaurar el capitalismo. Al final esto se consiguió, en gran medida, debido a la ausencia de organización por parte de la clase obrera, que no pudo desarrollar un programa o un partido capaces de tomar el poder. Durante el proceso de contrarrevolución capitalista, ni la clase obrera, debido a su falta de organización, ni la clase capitalista, que sólo existía a principios de los años noventa en una forma embrionaria, fueron capaces de controlar el Estado. En su lugar, el Estado con Yeltsin, a pesar de su propia debilidad interna, fijo la última palabra en la política, como fue aparente con el uso del ejército aplastando a la oposición en el parlamento en 1993 y en otros ejemplos. Y dentro del aparato del estado, el presidente tenía un gran peso como árbitro a la hora de decidir el resultado de los enfrentamientos entre fracciones rivales. Por ejemplo, incluso cuando la tasa de aprobación de Yeltsin cayó al 2 por ciento a finales de los años noventa, aún tenía muchas palancas de poder para nombrar y despedir a toda una serie de primeros ministros.
En esencia, lo mismo se aplica al régimen de Putin. Es verdad que en contraste con el reinado de Yeltsin, el capitalismo ahora se ha consolidado y la clase capitalista es más fuerte. Pero, como con la clase obrera en la URSS, esto no significa que la clase capitalista haya aumentado su control sobre el Estado. Todo lo contrario, el Estado con Putin se ha fortalecido y se ha convertido en una palanca por encima de la clase capitalista. El odio del capitalismo y de los capitalistas no ha socavado la dirección de Putin como tampoco lo consiguió con Yeltsin. En su lugar, Putin se ha apoyado en las masas y explotado este descontento para golpear a los oligarcas como Mijail Khodorkovsky, mientras que los intereses comerciales del Estado se han expandido al sector automovilístico, la minería y la defensa. Igual que el Estado ha pisoteado la competencia capitalista en la industria, ha conseguido establecer un monopolio en el parlamento con la recreación del partido del poder, llamado Rusia Unidad, cuyos orígenes, junto con los del dominio de Putin, se encuentran en la época de Yeltsin.
Esta redivisión de la propiedad y el poder se ha producido a costa de antiguos aliados de Yeltsin, que han sido echados de los pasillos del Kremlin por los aliados de Putin en las fuerzas de seguridad. Aquellos que apoyaban a Yeltsin por sus propios intereses empresariales y personales, ahora pretenden que Putin está atacando las libertades y que Yeltsin las defendía, sin clarificar que están hablando de la libertad de los oligarcas a enriquecerse y no de los derechos de la gente corriente. Sobra decir que estas mismas personas en el poder apoyaron a Yeltsin cuando ilegalizó el Partido Comunista y más tarde pisoteó su propia constitución al ordenar que los tanques dispararan contra la Casa Blanca en octubre de 1993. El régimen de Putin es la evolución natural del régimen de Yeltsin. La única razón por la que Yeltsin toleró a la oposición, en un período en que el PCFR tenía mucho poder en el parlamento y entre los gobernadores regionales, es porque él era débil. Si hubiera sido más fuerte no habría actuado de manera diferente a la de Putin.
La muerte de Yeltsin es una oportunidad para enfatizar de nuevo que el régimen de Putin es la continuación de su régimen, e insistir en el hecho de que en el conjunto de la sociedad no se llora a Yeltsin, que el régimen que Putin ahora está presidiendo es la supervivencia del suyo. Pero a diferencia de Yeltsin no morirá de forma natural. Hay que luchar contra él y derrotarlo.
Aunque la clase obrera aún es débil, ya se están viendo los síntomas del resurgimiento de la lucha de clases. Por otro lado, sus enemigos de clase dentro de la elite no son tan fuertes como aparentan ser. Putin es popular como líder en parte porque es visto como algo diferente a los políticos corruptos y peleones que hay en el gabinete y el parlamento. Sin Putin las perspectivas para el sistema no son tranquilizadoras. La estabilidad que la dirección de Putin ha disfrutado es muy superficial. El Estado es poderoso contra grupos de capitalistas y trabajadores, estudiantes y pensionistas, etc., porque el Estado es la ley. Pero es incapaz de resolver de la misma manera las diferencias dentro del Estado. Éstas todavía sólo las puede decidir el presidente, esto significa que el próximo presidente tendrá el poder de ordenar una nueva ronda de redivisión de la propiedad, reflejando la debilidad de las relaciones de propiedad capitalistas y que los capitalistas no son capaces de defenderse del Estado, porque ellos mismos son fruto del mecenazgo del Estado. El surgimiento de un segundo partido de poder en la forma de Una Rusia Justa, ofrece una visión del potencial que la clase dominante tiene para socavar su posición a través de la división interna. En lugar de fortalecer el sistema como un todo, sólo están interesados en sus propios beneficios y prestigio.
La estabilización que ha tenido lugar en Rusia con Putin, ha fortalecido la posición negociadora de la clase obrera. Los trabajadores y la juventud están comenzando a pensar no sólo en la lucha por la supervivencia cotidiana, sino también en qué ocurrirá en el futuro. Según pasan los días, cada vez está más claro, aunque todavía es una minoría, que el dominio del capital, que está atado al dominio político de la burocracia estatal, sólo empobrecerá más a los pobres, explotará a los explotados y enriquecerá a los ricos. Una nueva generación está mirando hacia la clase obrera para que dirija a los estudiantes, a los intelectuales, a los pensionistas contra la clase capitalista y el aparato del Estado. Estas conclusiones están siendo estimuladas por el embrión del movimiento obrero que ha llevado a luchas en las fábricas de Ford, Coca Cola y Heineken, cerca de San Petersburgo. En condiciones de férreo control estatal por parte de los tribunales, pero la lucha sindical está orgánicamente vinculada a la lucha política no sólo contra los empresarios, sino también contra los tribunales y el parlamento. Sólo armados con el método del marxismo y un programa socialista claro, esta lucha embrionaria crecerá en un movimiento de la clase consciente políticamente y bien organizado capaz de derrocar a un régimen que tiene unas raíces muy débiles en la sociedad.
La realidad es que la clase obrera, a pesar de ser numéricamente más débil que en los últimos días de la URSS, aún es la gran mayoría de la sociedad. Sólo necesita estar organizada y generalizar su experiencia. Por ahora el principal activo de la elite dominante no ha sido su propia fuerza intrínseca, sino precisamente la ausencia de esta organización y conciencia por parte de la clase obrera. Pero esto se convertirá en su contrario, con divisiones internas y una posición ideológica débil de la clase dominante, que debe su estatus a los burócratas que traicionaron a la URSS, como Yeltsin, profundizando así la voluntad de la clase obrera para luchar contra el capitalismo y su confianza en sí misma como la única clase en la sociedad que puede modernizar Rusia.
Y lo que se aplica a Rusia también se aplica a la clase obrera de cada país. La derrota de la Unión Soviética y el triunfo del imperialismo afectaron a todo el mundo, no sólo a la URSS. La podredumbre del capitalismo en Rusia hoy es un reflejo de la senilidad del capitalismo globalmente. La nueva época en la que hemos entrado de guerras, revoluciones y contrarrevoluciones, creará muchas oportunidades para que la clase obrera tome el poder. La victoria de la clase obrera en un país estratégico transformará la situación. Este es el potencial de la revolución bolivariana en Venezuela, que está siendo seguida no sólo en América Latina, sino también en Rusia. No es casualidad que los trabajadores en Venezuela estén, sobre la base de su propia experiencia sacando las mismas conclusiones que en Rusia hacia casi cien años. Estas son las lecciones que los trabajadores hoy en Rusia deben aprender e inspirarse en ellas.
La clase obrera rusa es lo suficientemente poderosa para controlar las tendencias burocráticas dentro del estado y está más integrada con la clase obrera mundial que nunca. Una nueva edición de la revolución rusa en las condiciones actuales no sería una simple repetición de 1917. Sería una nueva revolución socialista pero a un nivel cualitativamente muy superior.
Misha Steklov – Moscú
25-Abril-2007
Como sucesor de Yeltsin y nuevo símbolo del sistema capitalista hoy, Putin alaba a Yeltsin. ¡Naturalmente! Putin no quiere criticar los orígenes de su propia dirección, está atado con un cordón umbilical al mecenazgo de Yeltsin. Por eso al hablar de Yeltsin, Putin realmente está hablando de sí mismo, por ejemplo, declarando que los “nobles pensamientos y palabras de Yeltsin: ‘cuidar de Rusia’, siempre han servido como punto político y moral de referencia”.
Por supuesto, esto no es otra cosa que asquerosa hipocresía. Ni Putin ni Yeltsin han cuidado jamás del pueblo ni de Rusia, excepto de lo relacionado con sus propias carreras. No es una cuestión de nobles pensamientos abstractos ni de democracia, sino que son cuestiones de clase. Si el Kremlin pueden controlar los votos de la población entonces el voto es legítimo, si no, por ejemplo, si un candidato comunista gana y plantea la renacionalización de la industria, Putin y compañía dirían que no se puede confiar en el pueblo, y así sucesivamente. Putin considera su dominio como legítimo, porque Yeltsin le entregó el poder a él, con unas elecciones presidenciales amañadas cuyos resultados estaban decididos de antemano. No es casualidad que Putin esté repitiendo el ejemplo de Yeltsin buscando un sucesor ya que su segundo mandato termina en la primavera de 2008. Teniendo en cuenta todo lo que ha cambiado Rusia bajo su gobierno, el traspaso de poder será básicamente el mismo y el siguiente dirigente deberá su puesto a Putin, y por tanto también a Yeltsin.
Pero no necesitamos mirar más que en Moscú para ver cuál es el verdadero legado de Yeltsin, y de Putin. Es el paraíso para los ricos, es la ciudad del mundo con más multimillonarios, excepto quizá Nueva York. El rápido ascenso de los ingresos de los ricos, el resultado del robo y el saqueo, los grandes ingresos del petróleo hacia el mercado inmobiliario, todo está alimentando la inflación y una desigualdad cada vez mayor. Los salarios no suben, los trabajadores ven la riqueza que están creando cómo la disfrutan los corruptos, los arribistas degenerados. En cambio, los empleos y los salarios son atacados, además el aumento del rublo abarata las importaciones y convierte a la industria rusa en menos competitiva. Las fábricas que podrían dar empleo a miles de trabajadores están siendo arrasadas para construir nuevas oficinas y centros comerciales. En sectores que están prosperando como el comercio inmobiliario, el gobierno local y las empresas constructoras emplean a trabajadores que proceden de fuera de Moscú, de Rusia o de otras antiguas repúblicas soviéticas, para dividir a los trabajadores y mantener bajos los salarios. Desgraciadamente, esto ha tenido un efecto, con la extensión del racismo contra los trabajadores inmigrantes. Sólo tienes que viajar durante una hora por las afueras de Moscú y verás la pobreza de las provincias. Esta es la realidad del capitalismo, sus contradicciones y el parasitismo.
La admiración profesada por Putin hacia Yeltsin y su política económica similar, demuestran que no hay diferencias fundamentales entre ellos. Las diferencias que existen se basan en factores personales. En realidad, el hecho de que tanto Yeltsin como Putin individualmente hayan sido capaces de influir en la política tanto, demuestra lo similar que son sus reinados. Los dos son dirigentes bonapartistas, que están al frente de un aparato del estado que en gran medida se ha independizado de la sociedad y utiliza esta independencia para sus propios intereses.
El papel del estado en la historia reciente de Rusia requiere alguna explicación porque está directamente relacionado con el colapso de la URSS. Yeltsin no creó las condiciones que él tuvo durante los años ochenta y noventa. En realidad estas condiciones son las que ayudaron a conformar a Yeltsin, que respondió a los acontecimientos en lugar de tener un plan preconcebido. Los orígenes subyacentes del movimiento hacia la contrarrevolución capitalista no se encontraban en el nacimiento de Boris Nikolaevich en el seno de una familia pobre de albañiles en 1931, sino el ascenso de la burocracia del partido en la URSS que buscaba defender primero los intereses de su propia casta y sólo en segundo lugar los de la URSS. Esta burocracia del partido fue capaz de establecer un firme grillete sobre la sociedad después de enfrentar a la débil clase obrera soviética contra el campesinado en los años veinte y treinta, ahora atacando a la clase obrera y dando concesiones a los kulaks, para después al campesinado y liquidar a los kulaks como clase. Al mismo tiempo que suprimían los derechos democráticos, lo que quedaba del Partido Bolchevique y del movimiento obrero independiente fue ahogado en sangre. Pero los regímenes bonapartistas por su propia naturaleza son regímenes en crisis, como demuestra el período anterior a la guerra. El papel de la burocracia del partido sólo fue realmente estable después de la victoria en la Segunda Guerra Mundial, cuando aparecieron décadas de estabilidad se convirtieron en la norma más que en la excepción. En este período se consiguieron resultados fantásticos. La URSS envió el primer hombre al espacio y se convirtió en la segunda potencia industrial del planeta.
Sin embargo, aunque la clase obrera se volvió numérica y culturalmente más fuerte, eso no se tradujo automáticamente en un peso social mayor ni en una influencia política más grande. El nivel en el que factores como los partidos políticos y las clases pueden afectar a su vez al desarrollo económico no desaprueban el marxismo, que no tiene nada en común con la caricatura formalista, antidialéctica del marxismo representada en la Unión Soviética por el PCUS, que reducía el desarrollo social simplemente a la economía. Esto es algo que los teóricos de la conspiración de la izquierda en la Unión Soviética han tenido en cuenta cuando después han culpado del colapso de la URSS a Gorbachov y Yeltsin, en lugar de explicar las causas más profundas y de mayor alcance. Pero esto no significa que los marxistas tengan una bola de cristal con la que puedan predecir el futuro de manera exacta. El método marxista puede revelar la crisis subyacente en la que se encontraba la URSS, pero no definir por adelantado que resultados tendría el final del control burocrático del Estado y la sociedad. Ted Grant explicó a principios de los años setenta, tan pronto como las tasas de crecimiento en la URSS se aproximaban a cero, que el régimen no podía durar y que sería derrocado, pronosticó que la clase obrera recuperaría el control del aparato del Estado y democratizaría los sindicatos, inyectando nueva savia en la economía soviética y en la revolución mundial. Esto era totalmente posible.
De ninguna manera era inevitable que la burocracia consiguiera con éxito restaurar el capitalismo. Al final esto se consiguió, en gran medida, debido a la ausencia de organización por parte de la clase obrera, que no pudo desarrollar un programa o un partido capaces de tomar el poder. Durante el proceso de contrarrevolución capitalista, ni la clase obrera, debido a su falta de organización, ni la clase capitalista, que sólo existía a principios de los años noventa en una forma embrionaria, fueron capaces de controlar el Estado. En su lugar, el Estado con Yeltsin, a pesar de su propia debilidad interna, fijo la última palabra en la política, como fue aparente con el uso del ejército aplastando a la oposición en el parlamento en 1993 y en otros ejemplos. Y dentro del aparato del estado, el presidente tenía un gran peso como árbitro a la hora de decidir el resultado de los enfrentamientos entre fracciones rivales. Por ejemplo, incluso cuando la tasa de aprobación de Yeltsin cayó al 2 por ciento a finales de los años noventa, aún tenía muchas palancas de poder para nombrar y despedir a toda una serie de primeros ministros.
En esencia, lo mismo se aplica al régimen de Putin. Es verdad que en contraste con el reinado de Yeltsin, el capitalismo ahora se ha consolidado y la clase capitalista es más fuerte. Pero, como con la clase obrera en la URSS, esto no significa que la clase capitalista haya aumentado su control sobre el Estado. Todo lo contrario, el Estado con Putin se ha fortalecido y se ha convertido en una palanca por encima de la clase capitalista. El odio del capitalismo y de los capitalistas no ha socavado la dirección de Putin como tampoco lo consiguió con Yeltsin. En su lugar, Putin se ha apoyado en las masas y explotado este descontento para golpear a los oligarcas como Mijail Khodorkovsky, mientras que los intereses comerciales del Estado se han expandido al sector automovilístico, la minería y la defensa. Igual que el Estado ha pisoteado la competencia capitalista en la industria, ha conseguido establecer un monopolio en el parlamento con la recreación del partido del poder, llamado Rusia Unidad, cuyos orígenes, junto con los del dominio de Putin, se encuentran en la época de Yeltsin.
Esta redivisión de la propiedad y el poder se ha producido a costa de antiguos aliados de Yeltsin, que han sido echados de los pasillos del Kremlin por los aliados de Putin en las fuerzas de seguridad. Aquellos que apoyaban a Yeltsin por sus propios intereses empresariales y personales, ahora pretenden que Putin está atacando las libertades y que Yeltsin las defendía, sin clarificar que están hablando de la libertad de los oligarcas a enriquecerse y no de los derechos de la gente corriente. Sobra decir que estas mismas personas en el poder apoyaron a Yeltsin cuando ilegalizó el Partido Comunista y más tarde pisoteó su propia constitución al ordenar que los tanques dispararan contra la Casa Blanca en octubre de 1993. El régimen de Putin es la evolución natural del régimen de Yeltsin. La única razón por la que Yeltsin toleró a la oposición, en un período en que el PCFR tenía mucho poder en el parlamento y entre los gobernadores regionales, es porque él era débil. Si hubiera sido más fuerte no habría actuado de manera diferente a la de Putin.
La muerte de Yeltsin es una oportunidad para enfatizar de nuevo que el régimen de Putin es la continuación de su régimen, e insistir en el hecho de que en el conjunto de la sociedad no se llora a Yeltsin, que el régimen que Putin ahora está presidiendo es la supervivencia del suyo. Pero a diferencia de Yeltsin no morirá de forma natural. Hay que luchar contra él y derrotarlo.
Aunque la clase obrera aún es débil, ya se están viendo los síntomas del resurgimiento de la lucha de clases. Por otro lado, sus enemigos de clase dentro de la elite no son tan fuertes como aparentan ser. Putin es popular como líder en parte porque es visto como algo diferente a los políticos corruptos y peleones que hay en el gabinete y el parlamento. Sin Putin las perspectivas para el sistema no son tranquilizadoras. La estabilidad que la dirección de Putin ha disfrutado es muy superficial. El Estado es poderoso contra grupos de capitalistas y trabajadores, estudiantes y pensionistas, etc., porque el Estado es la ley. Pero es incapaz de resolver de la misma manera las diferencias dentro del Estado. Éstas todavía sólo las puede decidir el presidente, esto significa que el próximo presidente tendrá el poder de ordenar una nueva ronda de redivisión de la propiedad, reflejando la debilidad de las relaciones de propiedad capitalistas y que los capitalistas no son capaces de defenderse del Estado, porque ellos mismos son fruto del mecenazgo del Estado. El surgimiento de un segundo partido de poder en la forma de Una Rusia Justa, ofrece una visión del potencial que la clase dominante tiene para socavar su posición a través de la división interna. En lugar de fortalecer el sistema como un todo, sólo están interesados en sus propios beneficios y prestigio.
La estabilización que ha tenido lugar en Rusia con Putin, ha fortalecido la posición negociadora de la clase obrera. Los trabajadores y la juventud están comenzando a pensar no sólo en la lucha por la supervivencia cotidiana, sino también en qué ocurrirá en el futuro. Según pasan los días, cada vez está más claro, aunque todavía es una minoría, que el dominio del capital, que está atado al dominio político de la burocracia estatal, sólo empobrecerá más a los pobres, explotará a los explotados y enriquecerá a los ricos. Una nueva generación está mirando hacia la clase obrera para que dirija a los estudiantes, a los intelectuales, a los pensionistas contra la clase capitalista y el aparato del Estado. Estas conclusiones están siendo estimuladas por el embrión del movimiento obrero que ha llevado a luchas en las fábricas de Ford, Coca Cola y Heineken, cerca de San Petersburgo. En condiciones de férreo control estatal por parte de los tribunales, pero la lucha sindical está orgánicamente vinculada a la lucha política no sólo contra los empresarios, sino también contra los tribunales y el parlamento. Sólo armados con el método del marxismo y un programa socialista claro, esta lucha embrionaria crecerá en un movimiento de la clase consciente políticamente y bien organizado capaz de derrocar a un régimen que tiene unas raíces muy débiles en la sociedad.
La realidad es que la clase obrera, a pesar de ser numéricamente más débil que en los últimos días de la URSS, aún es la gran mayoría de la sociedad. Sólo necesita estar organizada y generalizar su experiencia. Por ahora el principal activo de la elite dominante no ha sido su propia fuerza intrínseca, sino precisamente la ausencia de esta organización y conciencia por parte de la clase obrera. Pero esto se convertirá en su contrario, con divisiones internas y una posición ideológica débil de la clase dominante, que debe su estatus a los burócratas que traicionaron a la URSS, como Yeltsin, profundizando así la voluntad de la clase obrera para luchar contra el capitalismo y su confianza en sí misma como la única clase en la sociedad que puede modernizar Rusia.
Y lo que se aplica a Rusia también se aplica a la clase obrera de cada país. La derrota de la Unión Soviética y el triunfo del imperialismo afectaron a todo el mundo, no sólo a la URSS. La podredumbre del capitalismo en Rusia hoy es un reflejo de la senilidad del capitalismo globalmente. La nueva época en la que hemos entrado de guerras, revoluciones y contrarrevoluciones, creará muchas oportunidades para que la clase obrera tome el poder. La victoria de la clase obrera en un país estratégico transformará la situación. Este es el potencial de la revolución bolivariana en Venezuela, que está siendo seguida no sólo en América Latina, sino también en Rusia. No es casualidad que los trabajadores en Venezuela estén, sobre la base de su propia experiencia sacando las mismas conclusiones que en Rusia hacia casi cien años. Estas son las lecciones que los trabajadores hoy en Rusia deben aprender e inspirarse en ellas.
La clase obrera rusa es lo suficientemente poderosa para controlar las tendencias burocráticas dentro del estado y está más integrada con la clase obrera mundial que nunca. Una nueva edición de la revolución rusa en las condiciones actuales no sería una simple repetición de 1917. Sería una nueva revolución socialista pero a un nivel cualitativamente muy superior.
Misha Steklov – Moscú
25-Abril-2007
¿YA NO HAY CONFLICTO ARMADO EN COLOMBIA?
Unas reflexiones por Dick Emanuelsson
En Colombia reina hace meses un silencio total acerca el conflicto armado. Parecía que ya no hay enfrentamientos armados entre el estado y la insurgencia. Solo cuando explota una bomba en las afueras de la comandancia de la policía en Cali, sale el presidente Uribe acusando a las FARC de ser los autores cuando toda Cali hablan de que fueron los narcos o grupos del mismo ejercito en venganza a los procesos judiciales que esta por comenzar por varios masacres realizados por el ejercito contra la policía en varias partes del país.
El conflicto armado si se puede silenciar desde los escritorios de las salas de redacción en Bogota pero no se puede silenciar el grito del hambre y el grito de justicia del pueblo colombiano. Y es un régimen que cada día se hunde más en su propia corrupción, sus contradicciones y su nefasta política entreguista del país al Amo del Norte.
Es tan grande la desesperación de Uribe que ahora ordena hasta allanamientos en las oficinas en el congreso a los congresistas que se atreven a cuestionar la hoja de vida de la familia Uribe, una hoja de vida que todo el mundo sabe es manchada de coca, paramilitarismo y de la peor herencia de la mafia colombiana. Pero esa política enfrenta resistencia de diferentes índoles, incluso la armada.
En un parte de guerra que envía El Comando Conjunto de Occidente de las FARC se ve otra realidad. Mientras reina el silencio de ese conflicto en la gran prensa controlada por el vicepresidente Santos y su familia, entre ellos el ministro de defensa, Juan Manuel Santos, primo al vice, el parte de guerra de las Farc en esa parte de Colombia muestra otra visión totalmente diferente de la oficial.
No hay un día, en los tres primeros meses del año, donde no ha habido combates y acciones guerrilleras contra las fuerzas militares, que en Colombia incluye la Policía Nacional, una policía capacitada de enfrentar a la insurgencia muchas veces mejor que el propio ejercito. No hay prácticamente un solo día de estos 90 días donde no ha habido ataques a los reagrupados paramilitares, verdaderos escuadrones de la muerte. Por que mientras el Vice y su Patrón andan diciendo en el mundo que ahora todo esta "pacificado" en Colombia, los informes internacionales acerca el exterminio del movimiento sindical indica que las FF.MM. y sus paramilitares realizan los asesinatos casi por completo.
En un discurso [1] pronunciado ante una conferencia internacional sobre derechos humanos en Colombia, realizada en el Parlamento Europeo el 18 de abril, Janek Kuczkiewicz, Director del Departamento de Derechos Humanos y Sindicales de la CSI (que aglutina 180 millones de afiliados), hizo un llamamiento a la comunidad internacional para que ésta acentúe la presión sobre las autoridades colombianas a fin de que éstas investiguen adecuadamente los más de 2.000 asesinatos de sindicalistas cometidos entre 1991 y 2006, más de la quinta parte de los cuales eran dirigentes sindicales. Y tira la bomba contra Uribe:
"Contrariamente a lo que el Gobierno aduce, estas muertes no fueron víctimas casuales del conflicto armado interno. Sus nombres forman parte de los 2.245 trabajadores y trabajadoras asesinados en Colombia entre 1991 y 2006, de los cuales un 97 % fue asesinado por actores militares o paramilitares, con un 3% por la guerrilla u otros actores".
El espacio de maniobra se reduce cada día más para Uribe. Se puede hacer muchas cosas con bayonetas, pero es difícil quedarse sentado encima de ellas demasiado tiempo, me enseño un viejo amigo.
[1] Colombia: Nuevas y condenatorias evidencias de la connivencia entre los servicios de seguridad y los escuadrones de la muerte para asesinar a sindicalistas. http://www.ituc-csi.org/spip.php?article1063&lang=es
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Especial para Argenpress.Info con cortesía de la agencia ANNCOL
Uribe recluta paramilitares en Buenaventura
Denuncia el Comando conjunto de Occidente de las FARC en mensaje oficial remitido a la redacción de ANNCOL. Igualmente detalla las diferentes acciones de sus unidades del centro y sur occidente colombiano en los tres primeros meses del año en curso. Contradicen las informaciones del régimen de Uribe Vélez de que Colombia es 'un remanso de paz'.
Para conocimiento de nuestros lectores, damos a conocer partes del 2007.
UNIDADES DEL CENTRO Y SUR OCCIDENTE:
Bloque Móvil Arturo Ruiz
Comando Conjunto Adán Izquierdo
Comando Conjunto de Occidente y
Columna Móvil Jacobo Arenas,
FARC-EP.
Comando Conjunto de Occidente:
Enero 14, hostigada patrulla del ejército en veredas Venadillo y Pedregal de Caloto, Cauca. R: 2 soldados heridos.
Enero 21, hostigada con artillería patrulla del ejército en El Tierrero, de Caloto, Cauca.
Enero 23, hostigada patrulla de ejército en El Trapiche, de Toribío. R: 1 soldado muerto, 1 herido. El mismo día se hostigó al ejército con artillería en Toribío.
Enero 25, hostigada con francotiradores patrulla del ejército en El Credo, Caloto. R: 1 soldado muerto. Propios: un guerrilleros herido
Enero 26, combates con ejército en La Esperanza, en Ricaurte-Nariño.
Enero 27, combates con ejército en Bogotá Chiquito, vereda de Ricaurte. R: 1 soldado muerto y 1 herido. El mismo día, detonado minado a ejército en vereda Palduví, de Ricaurte. El mismo día, francotiradores dieron de baja a dos soldados en Palduví.
Enero de 2007 en el Puerto de Buenaventura: patrullajes diurnos y nocturnos en los barrios marginados y distribución de propaganda. En diferentes enfrentamientos murieron 6 paramilitares, 2 policías y 2 infantes de marina. La reacción de Álvaro Uribe ha sido embaucar a decenas de jóvenes que recogen en busetas y trabajen obligados con los paramilitares de la región. En barrio La Independencia, activadas dos bombas al paso de camión de policía. R: dados de baja 15 policías.
Febrero 2, combates con flotilla de 8 helicópteros en vereda Vallenato, municipio de Tumaco, Nariño. R: un helicóptero derribado. Cayó en la vereda El Candil.
Febrero 6, averiadas 2 avionetas policiales en la vereda el Playón, Tumaco. Hostigada con francotiradores y artillería patrulla del ejército, en El Trapiche, Toribío. Emboscada patrulla de policía en Buenaventura. R: un policía muerto, 5 heridos.
Febrero 7, hostigado ejército en El Damián, Toribío. Hostigada policía contraguerrilla en el barrio Sequia Honda, de Buenaventura. Una hora después se detonó bomba al paso de una patrulla. R: 2 policías muertos, 6 heridos.
Febrero 8, activado campo minado a convoy del ejército en El Pedregal, Caloto. R: un carro del convoy averiado y número de bajas sin determinar. Hostigada con ramplas base del EMCAR en Altaquer, municipio de Ricaurte. El mismo día, se combatió con ejército en el puente La Ensillada, municipio de Ricaurte.
Febrero 11, enfrentamientos con patrulla de infantería de marina que reacciona escondiéndose en las casas civiles. R: 3 infantes de marina heridos.
Febrero 12, enfrentamientos en el barrio Juan XXIII, entrada de Buenaventura, con patrulla de infantería de marina por una hora. R: 2 infantes de marina heridos. Activado explosivo a ejército en La Virgen, Altaquer, municipio de Barbacoas, Nariño. R: 2 soldados muertos, 4 heridos.
Febrero 13, detonado minado a patrulla del EMCAR en el sitio La Armada, sobre la vía Pasto - Tumaco. R: 1 patrulla destruida, 5 policías muertos entre ellos un mayor, 4 heridos.
Febrero 14, activado minado en el sitio la Invasión de Altaquer- Barbacoas.
Febrero 17 , luego de 1 hora y media de combates se tomó por asalto campamento paramilitar en Belén de Upangadó, municipio de Pizarro Chocó. R: 3 paramilitares muertos, número indeterminado de heridos. Recuperado: 1 ametralladora M-60, 4 fusiles AK - 47, dos M-79 con 5 granadas, 2.500 cartuchos de diferente calibre, 6 proveedores, 2 granadas de fragmentación, 5 radios y material de intendencia. De las 17 hasta las 18:30 se combatió con los paramilitares en Gijua, Chocó.
Febrero 24, combates con paramilitares en sitio El Cocal, corregimiento de Sánchez. R: 1 paramilitar muerto, dos heridos.
Febrero 25, hostigado con artillería puesto de policía de Toribío, Cauca por 2 horas. R: 1 policía muerto, 1 herido.
Febrero 26, hostigada patrulla del ejército en el Cementerio de Toribío. R: un soldado muerto.
Febrero 28 , combates por dos horas con flotilla de 6 helicópteros en vereda Las Mercedes, Tumaco. Hostigada patrulla de policía en Caña Brava, en Satinga Nariño. Mismo día, se hostigó patrulla del ejército en el municipio de Satinga.
Marzo 1, combates en tres lugares diferentes sobre la vía Tumaco - Pasto. R: 3 militares muertos, dos heridos. Destruida una tanqueta y averiadas dos más. Propios: un guerrillero herido. Mismo día, se combatió con lanchas de la armada en vereda Chimbuza, municipio de San José, Roberto Payán, Nariño. R: dos militares muertos. Mismo día, se hostigó con mortero base del ejército en Guantal, kilómetro 54 vía Tumaco - Pasto. Se detonó carga explosiva a puesto de policía del municipio de Barbacoas, Nariño. R: 2 policías heridos. Mismo día, se detonó carga explosiva a puesto de policía de Magüí Payán. R: 2 policías muertos, 3 heridos. Mismo día, se combatió contra desembarcos en el Rosario, municipio de Satinga.
Marzo 2, combates con tropas helicoportadas en vereda Pulvusa, municipio del Charco, Nariño. R: 1 avioneta averiada.
Marzo 2 y 3, combates en Chimbuza - San José Roberto Payán con infantería de marina. R: 4 militares muertos.
Marzo 3, activado minado a convoy militar en sitio Chambú, en Ricaurte, Nariño. R: 1 tanqueta averiada, dos soldados muertos. Mismo día, combates con policías en sitio Ospina Pérez, de Ricaurte. R: 1 policía muerto, 1 herido.
Marzo 3, se hostigaron paramilitares en El Cocal. El día 5, cayeron en minado. R: 4 paramilitares muertos, 1 herido. También se combatió con tropas helicoportadas en el sitio Doradillo, margen del Río Patía, municipio de Magüí. R: 1 helicóptero averiado.
Marzo 7, se hostigó patrulla militar en sitio Punta de Barco margen del río Patía.
Marzo 8, atacados dos camiones del ejército con explosivos en Argelia, Cauca. R: 5 militares muertos, 15 heridos, un camión destruido y otro semidestruido.
Marzo 9, se instaló retén en la vía Pasto - Tumaco, sitio Cuesbí. Simultáneamente se hostigó base del EMCAR en el sitio Ospina Pérez, de Ricaurte. Mismo día, se combatió con la policía sobre la misma vía. R: 1 policía muerto. Mismo día, hostigado retén en la misma vía, sitio la Carbonera, municipio de Barbacoas, Nariño. Mismo día, combates con ejército en sitio Palpis sobre misma vía. R: 1 tanqueta y dos carros de transporte de ejército averiados, 1 soldado muerto, 5 heridos. La vía estuvo paralizada durante todo el día.
Marzo 9, activado minado al paso de patrulla del ejército en la vía Argelia - Balboa- vereda la Floresta. R: 5 soldados muertos entre ellos un oficial, 3 soldado heridos, 3 camiones semidestruidos,
Marzo 10, combates con paramilitares en vereda Taitán y Sidón municipio de Cumbitara, desde las 08:00 hasta las 17:00. R: 6 paramilitares muertos, 8 heridos. Mismo día, combates con infantería de marina en El Aserrío, municipio de La Tola. R: 4 soldados muertos, dos heridos. Mismo día, se hostigó con ramplas base militar del municipio del Charco. R: 1 soldado muerto, 1 herido.
Marzo 11 , a las 06:00 horas en el barrio la Inmaculada de Buenaventura, se activó bomba y destruyó robot antiexplosivos. Mismo día, en el corregimiento de Montebello, en Cali, se atacó patrulla motorizada de la policía. R: 4 policías muertos, 3 heridos entre ellos un mayor. Propios: dos heridos leves.
Marzo 16, combates con ejército durante 4 horas en el sitio la Varazón, municipio de Samaniego, Nariño. Se combatió con la aviación por 2 horas en el mismo sitio. R: 4 soldados muertos, 5 heridos. Propios: dos guerrilleros heridos.
Marzo 17, combates con paramilitares durante 5 horas en el sitio Bocas de Iscuandecito, Nariño. Se desconocen bajas. Propios un herido.
Marzo 20, combates con ejército en vereda Tallanví, municipio de Cumbal, Nariño. Mismo día, se detonó minado en el mismo sitio. R: 2 soldados muertos, 3 heridos.
Marzo 21, francotiradores dieron de baja a soldado en La Planada, de Samaniego.
Marzo 22, combates con infantes de marina en sitio Taija, municipio del Charco. Mismo día, se combatió durante 4 horas en Taija.
Marzo 23, combates en Taija. R: 2 infantes muertos.
Marzo 24, activado minado a patrulla del ejército en la Carbonera, de Barbacoas, Nariño. R: 3 militares muertos, 2 heridos.
Marzo 25, hostigados por dos ocasiones infantes de marina en El Rosario, municipio del Charco. R: 3 infantes de marina muertos. El mismo día, hostigados los paramilitares en Taitan, en Cumbitara. Marzo 26 y 27 hostigado ejército en sitio Bolívar, municipio de Satinga. El mismo día combates con infantes de marina en San Pedro, municipio de La Tola. Resultados: 2 infantes muertos. Recuperados 2 fusiles Galil 2.23 con 6 proveedores y 200 tiros para los mismos. Mismo día, combates por dos horas con infantes de marina en sitio el Salto del Magdalena, municipio de la Tola. R: un capitán de la infantería de marina y dos infantes muertos.
Marzo 29, combates con el ejército en sitio La Varazón, municipio de Samaniego Nariño. SDR. Se le detonó un minado. SDR. Hostigada patrulla de infantes de marina, en sitio Polita, municipio del Charco Nariño, de las 13:00 hasta las 13:30 y de las 15:00 hasta las 15:40 horas. SDR. PTSN.
Marzo 30, de las 14:00 hasta las 16:00 horas se hostigó patrulla de infantes de marina, sitio Taija – Pulvusa, del Charco - Nariño. SDR. PTSN. De las 16:00 hasta 17:00 hostigados paramilitares en sitio Taitan, de Cumbitara - Nariño. Se desconocen bajas enemigas PTSN.
Marzo 31 , a las 13:00 horas hostigada patrulla del ejército en sitio Las Lajas, en Satinga – Nariño, por espacio de 15 minutos. SDR. PTSN. De las 17:00 hasta las 20:00 horas se combatió con paramilitares y ejército del batallón Boyacá, en sitio La Roncadora, de Cumbitara - Nariño. SDR. Propios 2 heridos.
Abril 1 , a las 08:00 horas un comando del 29 frente hostigó patrulla militar en la vereda Bolívar, de Satinga, por espacio de 10 minutos. Se desconocen bajas enemigas PTSN.
A las 14:00 hasta las 15:00 se combatió con paramilitares y ejercito en el sitio Nulpí, municipio de Cumbitara. Se desconocen bajas enemigas PTSN.
A las 17:00 hasta las 18:00 se combatió con infantes de marina vereda Pulvusa. Resultados: 3 infantes de marina muertos PTSN.
Abril 2, de las 16:00 hasta las 18:00 se combatió con infantes de marina, sitio Pulvusa. SDR. PTSN.
Abril 3, de las 06:00 hasta las 06:30 horas, hostigada patrulla de infantes de marina en vereda Triviño, El Charco - Nariño. Resultados: 2 infantes de marina muertos PTSN.
Guerrilleros del Bloque Móvil
Enero 4, patrulla del ejército entró en campo minado en el páramo de Los Alpes de Florida - Valle. R: 2 soldados muertos. Enero 5, combates con ejército y paramilitares en las bocas del río Garrapatas. R: 3 soldados muertos, 1 herido.
Enero 14, instaló retén en sitio Villa Hermosa (Valle) y quemaron 5 tractomulas.
Enero 17, se emboscó y activó explosivo a camión que transportaba ejército en el Llanito, vía Florida - Miranda, Valle. R: bajas militares sin determinar. Más tarde, murieron expertos anti explosivos, que desactivaban otro minado.
Enero 18 , se hostigó patrulla del ejército en El Horno, corregimiento de Monteredondo, en Miranda - Cauca. El mismo día cayeron en dos minas: R: 2 muertos y 2 heridos.
El mismo día comando chocó con patrulla del ejército en Las Brisas, Florida - Valle.
Enero 20, comando penetró y hostigó a patrulla del ejército en Las Brisas, municipio de Florida, Valle. La misma patrulla dio muerte a dos civiles de Vallecito, corregimiento de Santo Domingo y luego los presentó como guerrilleros muertos en combate.
Enero 22, tropas cayeron en minado en Las Brisas. R: un soldado muerto y un herido. Y en otro minado en el páramo de los Alpes, de Florida Valle. R: 2 heridos.
Enero 24, soldados del ejército cayeron en minado sitio Los Alpes de Florida. R: un soldado muerto, un herido. Combates con paramilitares en bocas del río Garrapatas. R: 6 paramilitares muertos, 6 heridos. Recuperado motor 40.
Febrero 2, comando chocó con ejército en Monte Loro, Valle.
Febrero 4, combates con ejército en sitio López. R: un helicóptero averiado.
Febrero 8, combates desde las 16:00 hasta las 17:30 horas con paramilitares en sitio Santa Rosa, río Garrapatas. R: 4 paramilitares muertos, 6 heridos. Recuperadas 3 cananas para PKM y una granada 60 mm.
Febrero 7 y 12 patrulla del ejército cayó en minados en el páramo de los Alpes, en Florida Valle.
Febrero 9, golpe de mano contra 3 soldados en el corregimiento de La Marina, de Tulúa. Recuperados: 1 ametralladora M-60 con una canana, dos fusiles Galil 556 con toda la dotación y 4 granadas.
Febrero 15, choques con ejército en los Alpes de Florida.
Febrero 17, se hostigó ejército en Pueblo Nuevo, Florida Valle.
Febrero 20, emboscada patrulla del ejército en Tairona, entrada al municipio de Florida. R: 4 soldados muertos, 11 heridos.
Febrero 22, activado campo minado a ejército en La Roblera, municipio de Buga. R: 2 suboficiales y 3 soldados muertos y 6 heridos.
Marzo 2, se hostigó patrulla del ejército, en Miranda, Cauca.
Marzo 4, tropas del ejército cayeron en minado en vereda Miravalle, municipio de Florida. R: 1 soldado muerto, 1 herido. También fue hostigada patrulla en la misma vereda. Resultados: un soldado muerto.
Marzo 10, se hostigó patrulla la infantería de marina en sitio Los Tanques, sobre el kilómetro 18 vía al mar. R: 1 militar muerto, 2 heridos. El mismo día, hostigada patrulla del ejército en el sitio Gallinero, sobre la vía Cabal Pombo.
Marzo 15, se hostigó patrulla del ejército en sitio La Altamira de Florida Valle. R: 2 soldados heridos. También cayeron en dos minas. R: 2 soldados muertos, 2 heridos.
Marzo 16, se activó minado al paso del ejército en el Retiro, de Pradera Valle. R: 1 cabo y 2 soldados muertos, 2 heridos. También se activó minado al paso de patrulla de policía en la cabecera municipal de Florida, R: 3 policías heridos, el carro averiado.
Guerrilleros de la Columna Jacobo Arenas
Febrero 17 y 19, hostigamientos a ejército en Jambaló. R: 1 soldado herido.
Febrero 25, combates con ejército durante de 2 horas en vereda Santa Rita, de Toribío Cauca. Nota: estas tropas son las que se hacen pasar por las llamadas Águilas Negras que han torturado y asesinado a varios indígenas. R: un soldado muerto, 2 heridos. Propios: un guerrillero muerto. Detonado minado a patrulla de la policía en la vía Caloto Corinto, vereda Bodega. R: un policía muerto, 4 heridos, una camioneta semi destruida.
Febrero 27, instalado retén por dos horas en La Panamericana, sitio El Descanso.
Marzo 1, hostigado puesto de policía de Siberia, en Caldono Cauca. R: un policía muerto. Hostigado ejército en la vereda 20 de Julio, municipio de Caldono, con artillería y fusilería. R: 2 soldados heridos.
Marzo 7, instalado retén por 8 horas en la vía Panamericana, sitio El Descanso, de Caldono. Se combatió con el ejército.
Marzo 8, hostigado puesto de policía de Siberia municipio de Caldono. R: 1 policía herido. Mismo día, se hostiga por tres ocasiones, con fusilería y artillería al ejército ubicado en la vereda el 20, municipio de Caldono y también hostigado en la vereda El Azul, de Caldono.
Marzo 12, hostigado ejército con artillería y fusilería en la vereda el Belén de Caldono. R: 2 soldados muertos, 2 soldados heridos.
Marzo 9, dados de baja dos policías en El Pital, corregimiento de Mondomo.
Marzo 10, instalado retén en El Pital y otro en La Agustina de Santander de Quilichao.
Marzo 11 , combates con ejército en La Agustina. R: 1 soldado muerto. Mismo día, combates con ejército en El Crucero de San Pedro, Santander. Al mismo tiempo se instaló retén en la vía Panamericana. Se hostigó con artillería al ejército en la hacienda El Japio, municipio de Caloto y se paralizó el tráfico una hora entre Caloto y Santander de Quilichao. Se hostigó en dos ocasiones con artillería al ejército en la vereda El Rosal.
Marzo 16, combates con ejército en la vereda Vilachí, de Caldono. Marzo 17, choques con ejército en la vereda El Turco, de Santander de Quilichao. R: 2 soldados muertos, uno herido. Propios: un guerrillero muerto.
Marzo 18, hostigado ejército en Vilachí.
Marzo 19, hostigado ejército en la vereda Plan de Zúñiga, de Caldono. Marzo 22, golpe de mano a tropas del batallón José Hilario López en la Esmeralda, sitio las Torres de Caldono. R: 2 soldados muertos. Recuperados 2 fusiles Galil 2.23 con 2 proveedores y 70 cartuchos para el mismo.
Marzo 23, atacado grupo paramilitar en Santander de Quilichao – Cauca. Un paraco y un soldado muertos. PSN.
Abril 2, emboscada patrulla de la policía, a las 16:00 horas en el municipio de Silvia, Cauca. Resultados: 4 policías heridos. 1 teniente y 1 subintendente muertos. Se combatió con. SDR. PTSN.
Comando Conjunto Adán Izquierdo:
Enero 1, entró patrulla de ejército a campo minado entre Santa Bárbara y San Jorge, Tolima. R: dados de baja 10 militares. En San Luis – Huila, ejército cayó en minado. SDR.
Enero 4, hostigado ejército en La Gallera, Rioblanco por 20 minutos. SDR.
Enero 8, hostigado ejército entre La Laguna y El Moral. SDR.
Enero 10, se combatió con ejército en El Davis, Tolima, por una hora. R: 2 soldados muertos.
Enero 12 y 13, activadas tres minas contra el ejército en el filo del Diablo, La Hacienda en Gaitania. SDR.
Enero 16, combates en el río Guayabo, en Marquetalia. 2 soldados muertos. 2 guerrilleros muertos.
Enero 19, comando chocó con patrulla de ejército en finca La Linda, corregimiento de las Hermosas, Tolima. SDR.
Enero 20, hostigado ejército en San José de las Hermosas por 2 horas y media.
Enero 21, ejército entró a campo minado entre San José y El Cairo, Cañón de las Hermosas. R: bajas militares sin determinar.
Enero 26, hostigado ejército en Santa Isabel, Tolima, finca Berlín. Enero 27, hostigada patrulla en Junín, de Venadillo Tolima. R: 2 soldados heridos.
Enero 29, patrulla del ejército entró en campo minado en El Cairo cañón de las Hermosas. R: 2 militares heridos.
Enero 31, Entró patrulla de contraguerrilla a campo minado. R: 5 militares dados de baja.
Febrero 2. Combates con el ejército en San Miguel, Gaitania, durante 2 horas. 5 chulos muertos, 3 heridos. PSN.
Febrero 23, emboscada patrulla del ejército entre Cerro Leticia y La Carabina, en Ortega Tolima. R: 4 militares muertos, 3 heridos. Recuperados 3 fusiles, un mortero 60 mm tipo comando.
Febrero 24, hostigado ejército en Junín, Tolima. Mismo día se instaló retén durante 6 horas en la vía Santa Isabel Venadillo y se distribuyó propaganda. Mismo día, hostigada patrulla del Batallón Rook en Anzoátegui, Tolima. Bombardeos de los kafires y los helicópteros en La Hacienda, Gaitania. Averiado un helicóptero. PSN.
Marzo 1, hostigada policía en Junín. Mismo día, combates con ejército en vereda Guaimaral de Santa Isabel. Mismo día, emboscada patrulla de ejército en La Aguada, corregimiento de Junín, Venadillo. R: 5 soldados muertos, 16 heridos. Recuperados 2 fusiles 556, 11 proveedores y 530 tiros, 2 chalecos, 4 granadas, 2 cananas para M-60, 2 radios de comunicación y 5 equipos con su dotación. Propios: un guerrillero muerto.
Marzo 9. Combates durante todo el día en La Hacienda, Gaitania. SDR. PSN.
Marzo 13. Hostigamientos al ejército con artillería en La Hacienda, Gaitania.
Marzo 18, choque con el ejército a las 17:30 horas por espacio de media hora, en el filo de Juan Eslava, en La Hacienda. SDR.
Marzo 28, se hostigó al ejército en la vereda San Isidro (Planadas), desde las 16:00 hasta las 17:30 horas SDR.
Marzo 29. Combate con ejército en La Hacienda, Gaitania. 1 soldado muerto. 1 guerrillero herido.
Marzo 30, se peleó con el ejército en la vereda El Mirador (Planadas), desde las 16:00 hasta las 17:30 horas. SDR.
Abril 1, combates con el ejército en La Hacienda, Gaitania – Tolima, de las 13:00 a las 15:00 horas. SDR.
Acciones conjuntas del Bloque Móvil con la columna Jacobo Arenas o con unidades de los Comandos Conjuntos
Enero 27, combates durante 4 horas con ejército en La Mesa Río Loro, Valle. A las 11:00 horas el ejército entró a emboscada en sitio El Rumor. R: un teniente y dos soldados muertos y 3 militares heridos. A las 13:00 horas, nuevos combates. Muerto un soldado.
Enero 28, francotiradores dieron de baja un soldado en el corregimiento de Barragán, Valle.
Febrero 20, hostigado con artillería ejército en Robles, jurisdicción de Buenos Aires, Cauca.
Febrero 21, francotiradores dieron de baja a dos soldados, en la Explanación, jurisdicción de Buenos, Aires Cauca.
Febrero 23, combates con ejército en El Plateado. El mismo día, combates con ejército en Nayita, jurisdicción de López de Micay, Cauca. R: 4 soldados muertos, varios heridos. Propios: un herido.
Marzo 4, combates con ejército en sitio El Hoyo, corregimiento de Santa Lucía, Tuluá. Desde las 09 hasta las 16 horas.
Marzo 10, hostigada con artillería base militar de La Salvajina, en Suárez Cauca.
En Colombia reina hace meses un silencio total acerca el conflicto armado. Parecía que ya no hay enfrentamientos armados entre el estado y la insurgencia. Solo cuando explota una bomba en las afueras de la comandancia de la policía en Cali, sale el presidente Uribe acusando a las FARC de ser los autores cuando toda Cali hablan de que fueron los narcos o grupos del mismo ejercito en venganza a los procesos judiciales que esta por comenzar por varios masacres realizados por el ejercito contra la policía en varias partes del país.
El conflicto armado si se puede silenciar desde los escritorios de las salas de redacción en Bogota pero no se puede silenciar el grito del hambre y el grito de justicia del pueblo colombiano. Y es un régimen que cada día se hunde más en su propia corrupción, sus contradicciones y su nefasta política entreguista del país al Amo del Norte.
Es tan grande la desesperación de Uribe que ahora ordena hasta allanamientos en las oficinas en el congreso a los congresistas que se atreven a cuestionar la hoja de vida de la familia Uribe, una hoja de vida que todo el mundo sabe es manchada de coca, paramilitarismo y de la peor herencia de la mafia colombiana. Pero esa política enfrenta resistencia de diferentes índoles, incluso la armada.
En un parte de guerra que envía El Comando Conjunto de Occidente de las FARC se ve otra realidad. Mientras reina el silencio de ese conflicto en la gran prensa controlada por el vicepresidente Santos y su familia, entre ellos el ministro de defensa, Juan Manuel Santos, primo al vice, el parte de guerra de las Farc en esa parte de Colombia muestra otra visión totalmente diferente de la oficial.
No hay un día, en los tres primeros meses del año, donde no ha habido combates y acciones guerrilleras contra las fuerzas militares, que en Colombia incluye la Policía Nacional, una policía capacitada de enfrentar a la insurgencia muchas veces mejor que el propio ejercito. No hay prácticamente un solo día de estos 90 días donde no ha habido ataques a los reagrupados paramilitares, verdaderos escuadrones de la muerte. Por que mientras el Vice y su Patrón andan diciendo en el mundo que ahora todo esta "pacificado" en Colombia, los informes internacionales acerca el exterminio del movimiento sindical indica que las FF.MM. y sus paramilitares realizan los asesinatos casi por completo.
En un discurso [1] pronunciado ante una conferencia internacional sobre derechos humanos en Colombia, realizada en el Parlamento Europeo el 18 de abril, Janek Kuczkiewicz, Director del Departamento de Derechos Humanos y Sindicales de la CSI (que aglutina 180 millones de afiliados), hizo un llamamiento a la comunidad internacional para que ésta acentúe la presión sobre las autoridades colombianas a fin de que éstas investiguen adecuadamente los más de 2.000 asesinatos de sindicalistas cometidos entre 1991 y 2006, más de la quinta parte de los cuales eran dirigentes sindicales. Y tira la bomba contra Uribe:
"Contrariamente a lo que el Gobierno aduce, estas muertes no fueron víctimas casuales del conflicto armado interno. Sus nombres forman parte de los 2.245 trabajadores y trabajadoras asesinados en Colombia entre 1991 y 2006, de los cuales un 97 % fue asesinado por actores militares o paramilitares, con un 3% por la guerrilla u otros actores".
El espacio de maniobra se reduce cada día más para Uribe. Se puede hacer muchas cosas con bayonetas, pero es difícil quedarse sentado encima de ellas demasiado tiempo, me enseño un viejo amigo.
[1] Colombia: Nuevas y condenatorias evidencias de la connivencia entre los servicios de seguridad y los escuadrones de la muerte para asesinar a sindicalistas. http://www.ituc-csi.org/spip.php?article1063&lang=es
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Especial para Argenpress.Info con cortesía de la agencia ANNCOL
Uribe recluta paramilitares en Buenaventura
Denuncia el Comando conjunto de Occidente de las FARC en mensaje oficial remitido a la redacción de ANNCOL. Igualmente detalla las diferentes acciones de sus unidades del centro y sur occidente colombiano en los tres primeros meses del año en curso. Contradicen las informaciones del régimen de Uribe Vélez de que Colombia es 'un remanso de paz'.
Para conocimiento de nuestros lectores, damos a conocer partes del 2007.
UNIDADES DEL CENTRO Y SUR OCCIDENTE:
Bloque Móvil Arturo Ruiz
Comando Conjunto Adán Izquierdo
Comando Conjunto de Occidente y
Columna Móvil Jacobo Arenas,
FARC-EP.
Comando Conjunto de Occidente:
Enero 14, hostigada patrulla del ejército en veredas Venadillo y Pedregal de Caloto, Cauca. R: 2 soldados heridos.
Enero 21, hostigada con artillería patrulla del ejército en El Tierrero, de Caloto, Cauca.
Enero 23, hostigada patrulla de ejército en El Trapiche, de Toribío. R: 1 soldado muerto, 1 herido. El mismo día se hostigó al ejército con artillería en Toribío.
Enero 25, hostigada con francotiradores patrulla del ejército en El Credo, Caloto. R: 1 soldado muerto. Propios: un guerrilleros herido
Enero 26, combates con ejército en La Esperanza, en Ricaurte-Nariño.
Enero 27, combates con ejército en Bogotá Chiquito, vereda de Ricaurte. R: 1 soldado muerto y 1 herido. El mismo día, detonado minado a ejército en vereda Palduví, de Ricaurte. El mismo día, francotiradores dieron de baja a dos soldados en Palduví.
Enero de 2007 en el Puerto de Buenaventura: patrullajes diurnos y nocturnos en los barrios marginados y distribución de propaganda. En diferentes enfrentamientos murieron 6 paramilitares, 2 policías y 2 infantes de marina. La reacción de Álvaro Uribe ha sido embaucar a decenas de jóvenes que recogen en busetas y trabajen obligados con los paramilitares de la región. En barrio La Independencia, activadas dos bombas al paso de camión de policía. R: dados de baja 15 policías.
Febrero 2, combates con flotilla de 8 helicópteros en vereda Vallenato, municipio de Tumaco, Nariño. R: un helicóptero derribado. Cayó en la vereda El Candil.
Febrero 6, averiadas 2 avionetas policiales en la vereda el Playón, Tumaco. Hostigada con francotiradores y artillería patrulla del ejército, en El Trapiche, Toribío. Emboscada patrulla de policía en Buenaventura. R: un policía muerto, 5 heridos.
Febrero 7, hostigado ejército en El Damián, Toribío. Hostigada policía contraguerrilla en el barrio Sequia Honda, de Buenaventura. Una hora después se detonó bomba al paso de una patrulla. R: 2 policías muertos, 6 heridos.
Febrero 8, activado campo minado a convoy del ejército en El Pedregal, Caloto. R: un carro del convoy averiado y número de bajas sin determinar. Hostigada con ramplas base del EMCAR en Altaquer, municipio de Ricaurte. El mismo día, se combatió con ejército en el puente La Ensillada, municipio de Ricaurte.
Febrero 11, enfrentamientos con patrulla de infantería de marina que reacciona escondiéndose en las casas civiles. R: 3 infantes de marina heridos.
Febrero 12, enfrentamientos en el barrio Juan XXIII, entrada de Buenaventura, con patrulla de infantería de marina por una hora. R: 2 infantes de marina heridos. Activado explosivo a ejército en La Virgen, Altaquer, municipio de Barbacoas, Nariño. R: 2 soldados muertos, 4 heridos.
Febrero 13, detonado minado a patrulla del EMCAR en el sitio La Armada, sobre la vía Pasto - Tumaco. R: 1 patrulla destruida, 5 policías muertos entre ellos un mayor, 4 heridos.
Febrero 14, activado minado en el sitio la Invasión de Altaquer- Barbacoas.
Febrero 17 , luego de 1 hora y media de combates se tomó por asalto campamento paramilitar en Belén de Upangadó, municipio de Pizarro Chocó. R: 3 paramilitares muertos, número indeterminado de heridos. Recuperado: 1 ametralladora M-60, 4 fusiles AK - 47, dos M-79 con 5 granadas, 2.500 cartuchos de diferente calibre, 6 proveedores, 2 granadas de fragmentación, 5 radios y material de intendencia. De las 17 hasta las 18:30 se combatió con los paramilitares en Gijua, Chocó.
Febrero 24, combates con paramilitares en sitio El Cocal, corregimiento de Sánchez. R: 1 paramilitar muerto, dos heridos.
Febrero 25, hostigado con artillería puesto de policía de Toribío, Cauca por 2 horas. R: 1 policía muerto, 1 herido.
Febrero 26, hostigada patrulla del ejército en el Cementerio de Toribío. R: un soldado muerto.
Febrero 28 , combates por dos horas con flotilla de 6 helicópteros en vereda Las Mercedes, Tumaco. Hostigada patrulla de policía en Caña Brava, en Satinga Nariño. Mismo día, se hostigó patrulla del ejército en el municipio de Satinga.
Marzo 1, combates en tres lugares diferentes sobre la vía Tumaco - Pasto. R: 3 militares muertos, dos heridos. Destruida una tanqueta y averiadas dos más. Propios: un guerrillero herido. Mismo día, se combatió con lanchas de la armada en vereda Chimbuza, municipio de San José, Roberto Payán, Nariño. R: dos militares muertos. Mismo día, se hostigó con mortero base del ejército en Guantal, kilómetro 54 vía Tumaco - Pasto. Se detonó carga explosiva a puesto de policía del municipio de Barbacoas, Nariño. R: 2 policías heridos. Mismo día, se detonó carga explosiva a puesto de policía de Magüí Payán. R: 2 policías muertos, 3 heridos. Mismo día, se combatió contra desembarcos en el Rosario, municipio de Satinga.
Marzo 2, combates con tropas helicoportadas en vereda Pulvusa, municipio del Charco, Nariño. R: 1 avioneta averiada.
Marzo 2 y 3, combates en Chimbuza - San José Roberto Payán con infantería de marina. R: 4 militares muertos.
Marzo 3, activado minado a convoy militar en sitio Chambú, en Ricaurte, Nariño. R: 1 tanqueta averiada, dos soldados muertos. Mismo día, combates con policías en sitio Ospina Pérez, de Ricaurte. R: 1 policía muerto, 1 herido.
Marzo 3, se hostigaron paramilitares en El Cocal. El día 5, cayeron en minado. R: 4 paramilitares muertos, 1 herido. También se combatió con tropas helicoportadas en el sitio Doradillo, margen del Río Patía, municipio de Magüí. R: 1 helicóptero averiado.
Marzo 7, se hostigó patrulla militar en sitio Punta de Barco margen del río Patía.
Marzo 8, atacados dos camiones del ejército con explosivos en Argelia, Cauca. R: 5 militares muertos, 15 heridos, un camión destruido y otro semidestruido.
Marzo 9, se instaló retén en la vía Pasto - Tumaco, sitio Cuesbí. Simultáneamente se hostigó base del EMCAR en el sitio Ospina Pérez, de Ricaurte. Mismo día, se combatió con la policía sobre la misma vía. R: 1 policía muerto. Mismo día, hostigado retén en la misma vía, sitio la Carbonera, municipio de Barbacoas, Nariño. Mismo día, combates con ejército en sitio Palpis sobre misma vía. R: 1 tanqueta y dos carros de transporte de ejército averiados, 1 soldado muerto, 5 heridos. La vía estuvo paralizada durante todo el día.
Marzo 9, activado minado al paso de patrulla del ejército en la vía Argelia - Balboa- vereda la Floresta. R: 5 soldados muertos entre ellos un oficial, 3 soldado heridos, 3 camiones semidestruidos,
Marzo 10, combates con paramilitares en vereda Taitán y Sidón municipio de Cumbitara, desde las 08:00 hasta las 17:00. R: 6 paramilitares muertos, 8 heridos. Mismo día, combates con infantería de marina en El Aserrío, municipio de La Tola. R: 4 soldados muertos, dos heridos. Mismo día, se hostigó con ramplas base militar del municipio del Charco. R: 1 soldado muerto, 1 herido.
Marzo 11 , a las 06:00 horas en el barrio la Inmaculada de Buenaventura, se activó bomba y destruyó robot antiexplosivos. Mismo día, en el corregimiento de Montebello, en Cali, se atacó patrulla motorizada de la policía. R: 4 policías muertos, 3 heridos entre ellos un mayor. Propios: dos heridos leves.
Marzo 16, combates con ejército durante 4 horas en el sitio la Varazón, municipio de Samaniego, Nariño. Se combatió con la aviación por 2 horas en el mismo sitio. R: 4 soldados muertos, 5 heridos. Propios: dos guerrilleros heridos.
Marzo 17, combates con paramilitares durante 5 horas en el sitio Bocas de Iscuandecito, Nariño. Se desconocen bajas. Propios un herido.
Marzo 20, combates con ejército en vereda Tallanví, municipio de Cumbal, Nariño. Mismo día, se detonó minado en el mismo sitio. R: 2 soldados muertos, 3 heridos.
Marzo 21, francotiradores dieron de baja a soldado en La Planada, de Samaniego.
Marzo 22, combates con infantes de marina en sitio Taija, municipio del Charco. Mismo día, se combatió durante 4 horas en Taija.
Marzo 23, combates en Taija. R: 2 infantes muertos.
Marzo 24, activado minado a patrulla del ejército en la Carbonera, de Barbacoas, Nariño. R: 3 militares muertos, 2 heridos.
Marzo 25, hostigados por dos ocasiones infantes de marina en El Rosario, municipio del Charco. R: 3 infantes de marina muertos. El mismo día, hostigados los paramilitares en Taitan, en Cumbitara. Marzo 26 y 27 hostigado ejército en sitio Bolívar, municipio de Satinga. El mismo día combates con infantes de marina en San Pedro, municipio de La Tola. Resultados: 2 infantes muertos. Recuperados 2 fusiles Galil 2.23 con 6 proveedores y 200 tiros para los mismos. Mismo día, combates por dos horas con infantes de marina en sitio el Salto del Magdalena, municipio de la Tola. R: un capitán de la infantería de marina y dos infantes muertos.
Marzo 29, combates con el ejército en sitio La Varazón, municipio de Samaniego Nariño. SDR. Se le detonó un minado. SDR. Hostigada patrulla de infantes de marina, en sitio Polita, municipio del Charco Nariño, de las 13:00 hasta las 13:30 y de las 15:00 hasta las 15:40 horas. SDR. PTSN.
Marzo 30, de las 14:00 hasta las 16:00 horas se hostigó patrulla de infantes de marina, sitio Taija – Pulvusa, del Charco - Nariño. SDR. PTSN. De las 16:00 hasta 17:00 hostigados paramilitares en sitio Taitan, de Cumbitara - Nariño. Se desconocen bajas enemigas PTSN.
Marzo 31 , a las 13:00 horas hostigada patrulla del ejército en sitio Las Lajas, en Satinga – Nariño, por espacio de 15 minutos. SDR. PTSN. De las 17:00 hasta las 20:00 horas se combatió con paramilitares y ejército del batallón Boyacá, en sitio La Roncadora, de Cumbitara - Nariño. SDR. Propios 2 heridos.
Abril 1 , a las 08:00 horas un comando del 29 frente hostigó patrulla militar en la vereda Bolívar, de Satinga, por espacio de 10 minutos. Se desconocen bajas enemigas PTSN.
A las 14:00 hasta las 15:00 se combatió con paramilitares y ejercito en el sitio Nulpí, municipio de Cumbitara. Se desconocen bajas enemigas PTSN.
A las 17:00 hasta las 18:00 se combatió con infantes de marina vereda Pulvusa. Resultados: 3 infantes de marina muertos PTSN.
Abril 2, de las 16:00 hasta las 18:00 se combatió con infantes de marina, sitio Pulvusa. SDR. PTSN.
Abril 3, de las 06:00 hasta las 06:30 horas, hostigada patrulla de infantes de marina en vereda Triviño, El Charco - Nariño. Resultados: 2 infantes de marina muertos PTSN.
Guerrilleros del Bloque Móvil
Enero 4, patrulla del ejército entró en campo minado en el páramo de Los Alpes de Florida - Valle. R: 2 soldados muertos. Enero 5, combates con ejército y paramilitares en las bocas del río Garrapatas. R: 3 soldados muertos, 1 herido.
Enero 14, instaló retén en sitio Villa Hermosa (Valle) y quemaron 5 tractomulas.
Enero 17, se emboscó y activó explosivo a camión que transportaba ejército en el Llanito, vía Florida - Miranda, Valle. R: bajas militares sin determinar. Más tarde, murieron expertos anti explosivos, que desactivaban otro minado.
Enero 18 , se hostigó patrulla del ejército en El Horno, corregimiento de Monteredondo, en Miranda - Cauca. El mismo día cayeron en dos minas: R: 2 muertos y 2 heridos.
El mismo día comando chocó con patrulla del ejército en Las Brisas, Florida - Valle.
Enero 20, comando penetró y hostigó a patrulla del ejército en Las Brisas, municipio de Florida, Valle. La misma patrulla dio muerte a dos civiles de Vallecito, corregimiento de Santo Domingo y luego los presentó como guerrilleros muertos en combate.
Enero 22, tropas cayeron en minado en Las Brisas. R: un soldado muerto y un herido. Y en otro minado en el páramo de los Alpes, de Florida Valle. R: 2 heridos.
Enero 24, soldados del ejército cayeron en minado sitio Los Alpes de Florida. R: un soldado muerto, un herido. Combates con paramilitares en bocas del río Garrapatas. R: 6 paramilitares muertos, 6 heridos. Recuperado motor 40.
Febrero 2, comando chocó con ejército en Monte Loro, Valle.
Febrero 4, combates con ejército en sitio López. R: un helicóptero averiado.
Febrero 8, combates desde las 16:00 hasta las 17:30 horas con paramilitares en sitio Santa Rosa, río Garrapatas. R: 4 paramilitares muertos, 6 heridos. Recuperadas 3 cananas para PKM y una granada 60 mm.
Febrero 7 y 12 patrulla del ejército cayó en minados en el páramo de los Alpes, en Florida Valle.
Febrero 9, golpe de mano contra 3 soldados en el corregimiento de La Marina, de Tulúa. Recuperados: 1 ametralladora M-60 con una canana, dos fusiles Galil 556 con toda la dotación y 4 granadas.
Febrero 15, choques con ejército en los Alpes de Florida.
Febrero 17, se hostigó ejército en Pueblo Nuevo, Florida Valle.
Febrero 20, emboscada patrulla del ejército en Tairona, entrada al municipio de Florida. R: 4 soldados muertos, 11 heridos.
Febrero 22, activado campo minado a ejército en La Roblera, municipio de Buga. R: 2 suboficiales y 3 soldados muertos y 6 heridos.
Marzo 2, se hostigó patrulla del ejército, en Miranda, Cauca.
Marzo 4, tropas del ejército cayeron en minado en vereda Miravalle, municipio de Florida. R: 1 soldado muerto, 1 herido. También fue hostigada patrulla en la misma vereda. Resultados: un soldado muerto.
Marzo 10, se hostigó patrulla la infantería de marina en sitio Los Tanques, sobre el kilómetro 18 vía al mar. R: 1 militar muerto, 2 heridos. El mismo día, hostigada patrulla del ejército en el sitio Gallinero, sobre la vía Cabal Pombo.
Marzo 15, se hostigó patrulla del ejército en sitio La Altamira de Florida Valle. R: 2 soldados heridos. También cayeron en dos minas. R: 2 soldados muertos, 2 heridos.
Marzo 16, se activó minado al paso del ejército en el Retiro, de Pradera Valle. R: 1 cabo y 2 soldados muertos, 2 heridos. También se activó minado al paso de patrulla de policía en la cabecera municipal de Florida, R: 3 policías heridos, el carro averiado.
Guerrilleros de la Columna Jacobo Arenas
Febrero 17 y 19, hostigamientos a ejército en Jambaló. R: 1 soldado herido.
Febrero 25, combates con ejército durante de 2 horas en vereda Santa Rita, de Toribío Cauca. Nota: estas tropas son las que se hacen pasar por las llamadas Águilas Negras que han torturado y asesinado a varios indígenas. R: un soldado muerto, 2 heridos. Propios: un guerrillero muerto. Detonado minado a patrulla de la policía en la vía Caloto Corinto, vereda Bodega. R: un policía muerto, 4 heridos, una camioneta semi destruida.
Febrero 27, instalado retén por dos horas en La Panamericana, sitio El Descanso.
Marzo 1, hostigado puesto de policía de Siberia, en Caldono Cauca. R: un policía muerto. Hostigado ejército en la vereda 20 de Julio, municipio de Caldono, con artillería y fusilería. R: 2 soldados heridos.
Marzo 7, instalado retén por 8 horas en la vía Panamericana, sitio El Descanso, de Caldono. Se combatió con el ejército.
Marzo 8, hostigado puesto de policía de Siberia municipio de Caldono. R: 1 policía herido. Mismo día, se hostiga por tres ocasiones, con fusilería y artillería al ejército ubicado en la vereda el 20, municipio de Caldono y también hostigado en la vereda El Azul, de Caldono.
Marzo 12, hostigado ejército con artillería y fusilería en la vereda el Belén de Caldono. R: 2 soldados muertos, 2 soldados heridos.
Marzo 9, dados de baja dos policías en El Pital, corregimiento de Mondomo.
Marzo 10, instalado retén en El Pital y otro en La Agustina de Santander de Quilichao.
Marzo 11 , combates con ejército en La Agustina. R: 1 soldado muerto. Mismo día, combates con ejército en El Crucero de San Pedro, Santander. Al mismo tiempo se instaló retén en la vía Panamericana. Se hostigó con artillería al ejército en la hacienda El Japio, municipio de Caloto y se paralizó el tráfico una hora entre Caloto y Santander de Quilichao. Se hostigó en dos ocasiones con artillería al ejército en la vereda El Rosal.
Marzo 16, combates con ejército en la vereda Vilachí, de Caldono. Marzo 17, choques con ejército en la vereda El Turco, de Santander de Quilichao. R: 2 soldados muertos, uno herido. Propios: un guerrillero muerto.
Marzo 18, hostigado ejército en Vilachí.
Marzo 19, hostigado ejército en la vereda Plan de Zúñiga, de Caldono. Marzo 22, golpe de mano a tropas del batallón José Hilario López en la Esmeralda, sitio las Torres de Caldono. R: 2 soldados muertos. Recuperados 2 fusiles Galil 2.23 con 2 proveedores y 70 cartuchos para el mismo.
Marzo 23, atacado grupo paramilitar en Santander de Quilichao – Cauca. Un paraco y un soldado muertos. PSN.
Abril 2, emboscada patrulla de la policía, a las 16:00 horas en el municipio de Silvia, Cauca. Resultados: 4 policías heridos. 1 teniente y 1 subintendente muertos. Se combatió con. SDR. PTSN.
Comando Conjunto Adán Izquierdo:
Enero 1, entró patrulla de ejército a campo minado entre Santa Bárbara y San Jorge, Tolima. R: dados de baja 10 militares. En San Luis – Huila, ejército cayó en minado. SDR.
Enero 4, hostigado ejército en La Gallera, Rioblanco por 20 minutos. SDR.
Enero 8, hostigado ejército entre La Laguna y El Moral. SDR.
Enero 10, se combatió con ejército en El Davis, Tolima, por una hora. R: 2 soldados muertos.
Enero 12 y 13, activadas tres minas contra el ejército en el filo del Diablo, La Hacienda en Gaitania. SDR.
Enero 16, combates en el río Guayabo, en Marquetalia. 2 soldados muertos. 2 guerrilleros muertos.
Enero 19, comando chocó con patrulla de ejército en finca La Linda, corregimiento de las Hermosas, Tolima. SDR.
Enero 20, hostigado ejército en San José de las Hermosas por 2 horas y media.
Enero 21, ejército entró a campo minado entre San José y El Cairo, Cañón de las Hermosas. R: bajas militares sin determinar.
Enero 26, hostigado ejército en Santa Isabel, Tolima, finca Berlín. Enero 27, hostigada patrulla en Junín, de Venadillo Tolima. R: 2 soldados heridos.
Enero 29, patrulla del ejército entró en campo minado en El Cairo cañón de las Hermosas. R: 2 militares heridos.
Enero 31, Entró patrulla de contraguerrilla a campo minado. R: 5 militares dados de baja.
Febrero 2. Combates con el ejército en San Miguel, Gaitania, durante 2 horas. 5 chulos muertos, 3 heridos. PSN.
Febrero 23, emboscada patrulla del ejército entre Cerro Leticia y La Carabina, en Ortega Tolima. R: 4 militares muertos, 3 heridos. Recuperados 3 fusiles, un mortero 60 mm tipo comando.
Febrero 24, hostigado ejército en Junín, Tolima. Mismo día se instaló retén durante 6 horas en la vía Santa Isabel Venadillo y se distribuyó propaganda. Mismo día, hostigada patrulla del Batallón Rook en Anzoátegui, Tolima. Bombardeos de los kafires y los helicópteros en La Hacienda, Gaitania. Averiado un helicóptero. PSN.
Marzo 1, hostigada policía en Junín. Mismo día, combates con ejército en vereda Guaimaral de Santa Isabel. Mismo día, emboscada patrulla de ejército en La Aguada, corregimiento de Junín, Venadillo. R: 5 soldados muertos, 16 heridos. Recuperados 2 fusiles 556, 11 proveedores y 530 tiros, 2 chalecos, 4 granadas, 2 cananas para M-60, 2 radios de comunicación y 5 equipos con su dotación. Propios: un guerrillero muerto.
Marzo 9. Combates durante todo el día en La Hacienda, Gaitania. SDR. PSN.
Marzo 13. Hostigamientos al ejército con artillería en La Hacienda, Gaitania.
Marzo 18, choque con el ejército a las 17:30 horas por espacio de media hora, en el filo de Juan Eslava, en La Hacienda. SDR.
Marzo 28, se hostigó al ejército en la vereda San Isidro (Planadas), desde las 16:00 hasta las 17:30 horas SDR.
Marzo 29. Combate con ejército en La Hacienda, Gaitania. 1 soldado muerto. 1 guerrillero herido.
Marzo 30, se peleó con el ejército en la vereda El Mirador (Planadas), desde las 16:00 hasta las 17:30 horas. SDR.
Abril 1, combates con el ejército en La Hacienda, Gaitania – Tolima, de las 13:00 a las 15:00 horas. SDR.
Acciones conjuntas del Bloque Móvil con la columna Jacobo Arenas o con unidades de los Comandos Conjuntos
Enero 27, combates durante 4 horas con ejército en La Mesa Río Loro, Valle. A las 11:00 horas el ejército entró a emboscada en sitio El Rumor. R: un teniente y dos soldados muertos y 3 militares heridos. A las 13:00 horas, nuevos combates. Muerto un soldado.
Enero 28, francotiradores dieron de baja un soldado en el corregimiento de Barragán, Valle.
Febrero 20, hostigado con artillería ejército en Robles, jurisdicción de Buenos Aires, Cauca.
Febrero 21, francotiradores dieron de baja a dos soldados, en la Explanación, jurisdicción de Buenos, Aires Cauca.
Febrero 23, combates con ejército en El Plateado. El mismo día, combates con ejército en Nayita, jurisdicción de López de Micay, Cauca. R: 4 soldados muertos, varios heridos. Propios: un herido.
Marzo 4, combates con ejército en sitio El Hoyo, corregimiento de Santa Lucía, Tuluá. Desde las 09 hasta las 16 horas.
Marzo 10, hostigada con artillería base militar de La Salvajina, en Suárez Cauca.
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