martes, julio 30, 2013

“El modelo del Perú está agotado”



En diálogo desde Lima con L'Ombelico del Mondo, noticiero internacional de Radionauta FM, el sociólogo y reconocido activista Ricardo Jimenez analizó la actualidad peruana ante el descontento generalizado con el gobierno Humala.

En las últimas semanas distintas protestas sacudieron el Perú. Los sindicatos de trabajadores públicos se lanzaron contra la Ley del Servicio Civil que reforma la actividad laboral de los dependientes estatales bajo el régimen de la meritocracia y el control permanente de la labor de los empleados. A su vez, una serie de escándalos relativos a la llamada 'repartija' a escondidas entre oficialismo y oposición de diferentes cargos públicos llevaron a miles de jóvenes a las calles pidiendo la renuncia del gobierno de Ollanta Humala. Según el sociólogo chileno radicado en Lima, Ricardo Jimenez, referente de la Articulación de Movimientos Sociales Hacia el ALBA, “hay una estructura institucional y política que está agotada”
-La prensa internacional comenzó hace semanas a hablar de los “indignados peruanos” ante las protestas contra la corrupción en el gobierno. ¿Qué es este fenómeno social?
Toman el nombre de los indignados de Europa y Estados Unidos. Es un sentir global que aterriza en crisis políticas de distintos lugares del planeta y se ha trasladado a este movimiento peruano que efectivamente forma parte de este malestar. Y que adquiere sus características propias en una institucionalidad agotada, que no deja ni siquiera vías para manifestar el desacuerdo. Podríamos decir que el movimiento de indignados peruanos es la vía que la ciudadanía y los pueblos han encontrado para manifestar su descontento y sus demandas.
Se trata de un movimiento ciudadano que incluye pero supera largamente a los partidos políticos progresistas y de izquierda. Es un hecho objetivo que muchos de los líderes juveniles que aparecen públicamente liderando este movimiento efectivamente son militantes o activistas. Pero la fuerza y el impacto del movimiento tiene que ver con una convocatoria mucho más amplia, mucho más heterogénea, y que tiene como denominador común un hastío, una indignación, frente a los hechos que están ocurriendo y que son síntoma de una crisis política profunda.
-Una crisis que se ha explicitado también con las duras protestas sindicales de hace unas semanas.
Perú es uno de los últimos bastiones ultra neoliberales que están quedando en el continente. Se puede discutir si los gobiernos llamados progresistas, de reforma y cambios son más o menos ciudadanos y populares de los movimientos sociales. Pero sin ninguna duda los gobiernos que podemos clasificar como ultra neoliberales, es decir los que siguen las recetas del Fondo Monetario o el Banco Mundial, que tanta crisis han generado y están generando en el planeta, son muy pocos. Están agrupados en la denominada Alianza del Pacífico.
Fundamentalmente Chile, que también tiene una crisis social y política bastante aguda; Colombia, que es un caso muy excepcional, todos conocemos los problemas que arrastra; y está Perú, teniendo en cuenta Sudamérica. Estos son los últimos tres enclaves neoliberales. Y en el caso del Perú este modelo está haciendo agua desde hace muchos años. Cada cierto tiempo se vive un Estado de sitio o un Estado de emergencia, protestas masivas, asesinatos de manifestantes o policías.
Esta crisis manifiesta, permanente y aguda, llevó al gobierno hacia una alternativa de cambio, que es la del actual gobierno del presidente Ollanta Humala, que a los pocos meses de llegar al gobierno traicionó abierta y violentamente toda esta esperanza popular y programa popular por el cual fue votado. Hoy mantiene una continuidad del modelo ultra neoliberal e incluso lo profundiza en varios de sus puntos. Uno de ellos es la ley que ha desatado la ira y la protesta de los trabajadores públicos. Esta ley esperaba legitimarse sobre la esperada reforma y modernización del Estado, algo que la población esperaba. Pero con ese pretexto se aplican las viejas recetas neoliberales que consisten en quebrar los derechos laborales, incluso por debajo de estándares del siglo XX, como el arrebato de la negociación colectiva a los trabajadores públicos. Estó llevó a masivas protestas en las calles que los medios de comunicación llamaron 'día de furia'. Y no se sabe bien qué va a pasar. Ha quedado en un himpás y la ley no parece viable pero el gobierno no sabe bien para donde ir.
-¿Qué relación hay entre los reclamos de los llamados indignados y los sindicatos?
Un denominador común innegable entre las dos protestas es que tanto los sindicatos de trabajadores como el movimiento de indignados son exactamente los mismos sectores que levantaron esa alternativa de gobierno y la llevaron al triunfo. Yo diría que más allá de los reclamos puntuales están expresando una profunda crisis política e institucional del Perú y la necesidad de desfujimorizar el Estado. Hay que recordar que toda la institucionalidad política peruana proviene de la dictadura de Alberto Fujimori.
La Constitución fue hecha por una persona que hoy día se encuentra en prisión por robo y varios crímenes. De manera que eso ahora está agotado, y hay una demanda de la ciudadanía de airear y renovar la democracia peruana que tiene una falla en su legitimidad. La actual institucionalidad política se aprobó bajo las orugas de los tanques en las calles, con un congreso que había sido cerrado por la fuerza militar y re abierto a medida del dictador. Más allá de los sectores y de lo que tienen en común, expresan en diversas formas este agotamiento. Y que tiene en su fondo la imposibilidad por parte de los sectores ciudadanos, de los pueblos y las regiones de tener representatividad política y no tener días para ser escuchada. El gobierno de Humala ha cerrado las puertas al diálogo con todos los sectores salvo el alto empresariado financiero peruano. Éste es recibido constantemente, le dicta pautas al gobierno y que el gobierno se desvive por complacer con una serie de paquetes legislativos cada vez con más concesiones. Todos los demás son descalificados, criminalizados y reprimidos.
-¿Y las protestas contra la minería qué relación tienen con todo esto?
Es un tema transversal a toda Latinoamérica y que atraviesa a gobiernos de distinto signo y orientación ideológica. Todos los gobiernos están atravesados por este problema del estractivismo. En en caso del Perú esta situación se ve agravada por la falta de diálogo y la falta de legitimidad que el gobierno, los sectores mediáticos y los poderes económicos le otorgan a estos movimientos campesinos y urbanos en las regiones que ven amenazada su vida o por lo menos así lo perciben. El gobierno lo que hace es echarle gasolina al incendio. Cada vez que hay una manifestación donde la gente desconfía de los proyectos extractivos el gobierno descalifica, criminaliza y reprime. Y cada vez genera más violencia que no parece tener solución por lo menos en el marco de la actual política.
-¿Cómo queda entonces el Perú a nivel regional a la luz de los últimos acontecimientos, como la cumbre de UNASUR por el ataque a Evo Morales?
A nivel internacional este gobierno a tomado el mismo derrotero de traición al programa de la gran transformación que incluía un capítulo internacional donde la prioridad era fortalecer la UNASUR, la soberanía e integración continental. Y ha virado hacia la nefasta Alianza del Pacífico, una especie de tratado de libre comercio en chiquito con los últimos enclaves que van quedando, y de subordinación a los intereses norteamericanos y a los grandes capitales transnacionales. En ese marco este gobierno ha jugado un rol vergonzoso, impresentable, al no querer llamar a una cumbre de UNASUR para desagraviar al presidente Evo Morales. Más siendo presidente pro témpore del bloque. Ya es malo lo que hicieron Chile y Colombia, sus socios de la alianza, al no querer llamar a la cumbre. Pero es vergonzoso de parte de la presidencia que tenía Perú. Ha sido una apuñalada a la integración continental, al pueblo boliviano, al presidente Morales. Y muestra la decadencia del gobierno en todos los aspectos programáticos

¿Es posible que los "acuerdos de paz" generen justicia, paz y seguridad para el pueblo?

Lecciones de El Salvador para las FARC colombianas

Introducción

Se da por sentado que los "acuerdos de paz" entre regímenes de derecha pro-estadounidenses e insurgentes de izquierda generan paz, justicia y una mayor seguridad. Varios acuerdos de paz firmados en la década de 1990 en América Central, Sudáfrica, Filipinas y otros países proveen un amplio caudal de datos, a lo largo de más de dos décadas, tanto a favor como en contra de esa idea generalizada.
Examinaremos el caso de El Salvador donde un poderoso movimiento guerrillero (FMLN) firmó un acuerdo de paz en 1992.

Método de evaluación del Acuerdo de Paz

En referencia al análisis del Acuerdo de Paz es importante comenzar enfocándonos en la evolución del FMLN -los cambios políticos, organizativos e ideológicos que condujeron a las negociaciones, al pacto con el régimen de derecha y los resultados políticos y socioeconómicos.
La segunda parte del ensayo establece los parecidos y las diferencias entre los resultados políticos y socioeconómicos y las políticas posteriores al pacto, y el efecto que estas tuvieron en el pueblo. Esto nos permitirá ver quién se benefició y quién se perjudicó; qué clases socioeconómicas y estructuras políticas emergieron; qué políticas extranjeras fueron delineadas.
La tercera sección del ensayo se enfoca en extraer las lecciones que podamos aprender de la experiencia de El Salvador, que sean aplicables a las actuales negociaciones de paz entre las FARC y el régimen de Santos en Colombia.

El FMLN: De la revolución socialista al electoralismo capitalista

En 1980, cuatro grupos guerrilleros principales se unieron para formar el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN). El componente fundamental, el FPL, postulaba la guerra prolongada, la unión de la guerrilla y de los movimientos de masa en la lucha revolucionaria y antiimperialista. Los aliados menores, encabezados por el Partido Comunista postulaban las dos etapas, "de la revolución democrática a la revolución social".
Poco más de dos años después, los tres componentes minoritarios, el ERP, el Partido Comunista y el RN, transformaron la política del FMLN, eliminando la lucha por el socialismo basado en los obreros y en los campesinos a favor de la "revolución democrática", que incluía a la "burguesía progresista moderna". A medida que la lucha continuaba, los reacomodamientos internos del FMLN se inclinaron a favor de un giro al "centro". Los líderes del FMLN pusieron el énfasis en la incorporación política al sistema electoral, la legalización del FMLN, la apertura de negociaciones sin ningún acuerdo previo y una disposición a trabajar dentro del marco electoral capitalista. Cuando comenzaron las negociaciones el FMLN abandonó las demandas de desmantelar las fuerzas armadas, de expropiar las principales empresas mineras, comerciales, banqueras y financieras. Aceptaron la formación de la "comisión de la verdad" que "examinaría" los crímenes de guerra -la matanza masiva de más de 75 mil civiles.
En 1992, cuando se firmó el acuerdo de paz, los ex guerrilleros, el régimen de El Salvador y el gobierno de EE.UU. lo calificaron de "un momento de inflexión histórico que iniciaba una nueva era de paz y prosperidad para el país y el pueblo". La mayoría de los académicos y periodistas de izquierda se unieron al coro de elogios al "pragmatismo" y la "flexibilidad" de los líderes del FMLN. Los social demócratas europeos, especialmente el régimen socialista español, ofrecieron cursos de entrenamiento a los ex guerrilleros, para capacitarlos en asuntos municipales y gubernamentales.

Evaluación de las políticas del FMLN en la oposición y en el gobierno

Los líderes del FMLN se beneficiaron de manera directa con la transición de la lucha armada y la movilización de masas a la política electoralista: muchos fueron elegidos en puestos públicos, lo que les garantizó un estándar de vida de clase media. Como congresistas, asesores políticos, asistentes y alcaldes, la élite del FMLN recibió salarios sustanciales, adquirieron viviendas en barrios de clase media y nuevos automóviles y contrataron guardias privados para su protección.
La mayoría de los políticos del FMLN retuvieron una ideología social demócrata y una retórica radical en el discurso. Algunos, como el ex dirigente del ERP, Joaquín Villalobos, se alió con la derecha, denunció a los movimientos populares, recibió una beca de Oxford y se convirtió en un asesor de los escuadrones de la muerte en Colombia, Filipinas, Irlanda del Norte y otros países.
El FMLN prácticamente abandonó los movimientos de masa urbanos y rurales convirtiéndose en un partido electoral más. Durante las revueltas populares entre 1980 y 1990, los campesinos consiguieron una reforma agraria, los empleados públicos un incremento salarial, y las organizaciones populares proliferaron mientras que el gobierno y EE.UU. trataban de recortar el apoyo popular a la insurgencia. Una vez que los líderes del FMLN entraron al parlamento y priorizaron la política electoral, disminuyó la presión sobre la clase dominante, decreció la lucha popular y terminó la reforma agraria. Los gremios recibieron muy poco apoyo de los políticos del FMLN. El FMLN liderado por Shafik Handel buscó una alianza con la "burguesía moderna" para "aislar" a la oligarquía terrateniente "tradicional", estabilizar la democracia y garantizarse una postura en el Congreso como "oposición leal". En 2009, el FMLN ganó la presidencia con un candidato neoliberal, el demócrata cristiano Mauricio Funes, y obtuvo una mayoría del Congreso.

La sociedad salvadoreña después del acuerdo de paz

El FMLN firmó el llamado acuerdo de paz sin ningún diálogo democrático previo con los militantes, sin ninguna consultación con los movimientos sociales de base; declararon obsoletas las principales reformas estructurales por las que miles de militantes habían luchado y entregado su vida. En cambio, "consultaron" con sus propios intereses para conseguir una carrera legislativa. Dictaron los acuerdos a sus cuadros intermedios, expulsaron a los críticos y manipularon a las masas para que den su apoyo ofreciéndoles promesas falsas de "continuar con la lucha". No cumplieron con las promesas de trabajo y redistribución de ingresos y tierras; nunca se materializó la promesa de "reformar" las fuerzas armadas ni entablar procesos judiciales en contra de los oficiales involucrados en violaciones masivas de derechos humanos.
De 1992 a 2013, El Salvador continúa siendo el segundo país en la lista de los más desiguales de América Latina. El desempleo, en especial de la gente joven, continúa superando el 50%. Más del 60% de la "población trabajadora" no tiene un empleo formal. Trabajan sin jubilación, seguro médico, vacaciones ni seguro social, mayoritariamente en el sector de servicios con los salarios más bajos, ya sea como vendedores ambulantes o empleadas domésticas. Más de 2,5 millones de salvadoreños se vieron forzados a dejar el país por falta de oportunidades. Los jóvenes guerrilleros fueron abandonados por sus líderes. Algunos recibieron terrenos pero sin capacitación, crédito, servicios, fracasaron y se convirtieron en pandilleros urbanos o rurales. Más de 25 mil jóvenes pertenecen a pandillas que trafican con drogas. El Salvador detenta el segundo porcentaje más alto de homicidios violentos en el continente americano. De hecho, son más los salvadoreños asesinados después del "Acuerdo de paz" (1992-2012) que los muertos durante la guerra civil (1980-1991). Desde marzo de 2012, cuando las dos pandillas principales firmaron una tregua han disminuido drásticamente los asesinatos.
El Acuerdo de paz estableció la formación de una "Comisión de la Verdad" para investigar los crímenes de guerra y las violaciones de derechos humanos. En lugar de cumplir con ese objetivo, se decretó una amnistía para los Generales y la élite militar. La Comisión carecía de apoyo financiero y político y ningún criminal de guerra, ni siquiera aquellos que cometieron los crímenes más violentos fueron enjuiciados ni mucho menos encarcelados.
Los principales beneficiarios del Acuerdo de paz fueron los "burgueses modernos" -la élite bancaria, comercial, de la agroindustria, de las maquiladoras- quienes hicieron grandes ganancias, pagaron muy pocos impuestos, recibieron subsidios estatales y explotaron la mano de obra barata de las maquiladoras. Las compañías de seguridad privada prosperaron como la clase de nuevos ricos -incluyendo la élite de "nuevos ricos" del FMLN que contrató un ejército de guardias privados armados con rifles automáticas y ametralladoras para proteger sus casas, negocios, clubes privados y balnearios de vacaciones.
El Salvador, antes y después del triunfo electoral del FMLN, puede ser caracterizado como un paraíso neoliberal: acuerdos de libre comercio, salarios bajos, trabajadores no sindicalizados, mano de obra barata de las maquiladoras, en síntesis, las zonas de libre comercio son la pieza fundamental de la política económica del FMLN.
La llamada "Revolución democrática" fue despojada de todo contenido socioeconómico. La distancia social entre los líderes del FMLN y sus contratistas de negocios aliados por un lado, y las masas por el otro, es abismal. Los líderes del FMLN habitan viviendas modernas, protegidas por muros de tres metros cubiertos con vidrio roto y alambre de púa, con calles pavimentadas y jardines con flores. La mayoría de los salvadoreños pobres vive en sitios hacinados, con calles sin asfaltar, controlados por pandillas armadas que trafican droga y policías corruptos.
El régimen del FMLN ha respaldado los acuerdos de libre comercio de EE.UU. y la Unión Europea en América Central al igual que las bases militares de EE.UU. Sus políticas de libre mercado perjudican a los pequeños y medianos productores. Sus vínculos militares con el Pentágono fortalecen la postura militar de EE.UU. contra Venezuela y Ecuador.

Consecuencias políticas del Acuerdo de paz

Durante la guerra civil, la lucha de clases incrementó la conciencia de clase, fortaleció la organización independiente de clase y forzó a la clase dominante y sus "mentores" estadounidenses a que hicieran concesiones, incluyendo una reforma agraria para los campesinos y un aumento salarial para los obreros. Posteriormente al pacto de paz, las organizaciones de base experimentaron una reducción de tamaño y actividad; los líderes fueron cooptados por la élite del FMLN. El control político centralizado de los movimientos sociales asegura el conformismo frente a las políticas neoliberales. El FMLN trata de legitimar el orden socioeconómico neoliberal escudándose en su "heroico y glorioso pasado guerrillero". Los políticos corruptos del FMLN evocan su rol del pasado como "comandantes guerrilleros" para encubrir sus conexiones corruptas del presente con la élite económica. Cada vez que un sindicato va a la huelga por mejoras salariales o laborales, como los trabajadores municipales, de la salud y o de la educación, los líderes del FMLN los acusan de tener motivaciones "políticas" o de "ayudar" al enemigo. El FMLN se convirtió en un aparato burocrático manejado por facciones de las élites que pelean por posiciones de poder y privilegio dentro de la burocracia estatal neoliberal.
Frente al abyecto fracaso del FMLN y su gestión de gobierno para responder a las necesidades más básicas de los pobres de las ciudades y del campo, cientos de ONGs financiadas por los gobiernos de EE.UU. y Europa, en las que trabajan profesionales de clase media, establecieron proyectos de autoayuda, que enriquecieron a los líderes de las ONGs, perjudicaron a los movimientos sociales locales y no fueron eficaces para reducir la pobreza.
Sin paz, seguridad ni justicia social, y ante el debilitamiento de los movimientos sociales, ¿podemos sorprendernos de que anualmente decenas de miles de salvadoreños huyan de su país? Hay más de 2,5 millones de salvadoreños en el exterior, más del 90% de los cuales vive en EE.UU.

Conclusión: Causas del fracaso del Acuerdo de paz

Haciendo un análisis objetivo, queda claro que el acuerdo de paz firmado por el FMLN ha fracasado en el cumplimiento de las mínimas demandas políticas y socioeconómicas de sus bases. A pesar de los grandes sacrificios y los incontables ejemplos de heroísmo personal, las masas populares de El Salvador fueron despojadas de todo logro positivo. Los poderosos movimientos fueron desmantelados por decreto de los comandantes guerrilleros. Los principales líderes que dictaron dichas políticas lo hicieron ya sea porque eran colaboradores de las fuerzas militares de EE.UU. (Villalobos) o aliados de la llamada burguesía "progresista".

Se pueden extraer varias lecciones:

1) El pasado combatiente no es una garantía de compromiso socioeconómico progresista después de la negociación de un acuerdo.
2) Un acuerdo de paz dictado por una élite suele implicar un sacrificio de los intereses socioeconómicos como garantía de ganar una imagen de "respetabilidad" política.
3) Aliados extranjeros "radicales", como Cuba, tienen sus propios intereses políticos para asegurar la estabilidad regional y la paz, y tal vez dichos intereses no coinciden con las necesidades socioeconómicas de un movimiento revolucionario de masas.
4) Los acuerdos de paz deben incluir de manera directa a los representantes de los movimientos populares de masas e incorporar sus demandas.
5) Los acuerdos de paz que desarman a los insurgentes y mantienen a las fuerzas armadas, que son el sostén de la élite económica y de su control sobre los sectores estratégicos de la economía, dan como resultado una continuidad de las políticas neoliberales y de las bases militares de EE.UU. y producen la integración de los ex líderes guerrilleros en un sistema político corrupto y reaccionario.
6) Un pacto de paz que no genere inversiones públicas masivas en el sector laboral, obras públicas, reforma agraria y otras actividades productivas dará como resultado el desempleo de los ex guerrilleros jóvenes que se incorporarán a pandillas de tráfico de droga y otros delitos.
7) Los ex líderes guerrilleros promoverán sus carreras electorales y trabajarán dentro del sistema adoptando políticas neoliberales -como lo han demostrado numerosos casos. En Colombia, por ejemplo, Antonio Navarro Wolff, ex integrante del M-19 se convirtió en un aliado del entonces Presidente Álvaro Uribe y su régimen de escuadrones de la muerte cuando fue gobernador de Nariño. Teodoro Petkoff, ex guerrillero venezolano, devino en uno de los ideólogos del programa de austeridad del FMI durante el gobierno de Caldera. Joaquín Villalobos, el ex guerrillero salvadoreño del ERP, se convirtió en asesor de la CIA y de varios regímenes criminales que le pagaron cuantiosas sumas por su asesoramiento.

Los movimientos populares deben establecer sus propias prioridades socioeconómicas y estar presentes en cualquier proceso de paz.

La vasta mayoría de los obreros, campesinos y estudiantes quieren una paz que vaya acompañada de cambios en el sistema socioeconómico. Esto incluye expropiación de tierras irrigadas y fértiles; el fin de la represión sindical y el establecimiento de nuevas leyes laborales que protejan los sindicatos; la duplicación del salario y la formación de comités de trabajadores que supervisen a la administración.
Para que sea posible implementar un programa público a gran escala generador de empleo, se requiere un sistema impositivo progresivo, que use los impuestos a los ricos para financiar infraestructura y empresas productivas. Las agencias del medioambiente constituidas por ecologistas, indígenas y líderes campesinos deben tener el poder necesario para regular las actividades mineras y garantizar que exista una distribución equitativa de los ingresos impositivos y los pagos de royalty.
Por encima de todo, para que un acuerdo de paz funcione debe existir un estado democrático, en el que: se desmantelen las Fuerzas Especiales, los programas de contrainsurgencia, las bases militares y las misiones de asesoramiento extranjeras. El abyecto fracaso del FMLN para cambiar la sociedad de El Salvador y mejorar las condiciones de vida de las masas estuvo directamente relacionado con su inserción en el estado capitalista y su subordinación a la economía neoliberal.
La "teoría de las etapas" del gurú del FMLN, Shafik Handel sostenía que la "modernización capitalista y la democracia" en alianza con la burguesía moderna era el "objetivo inmediato" mientras que el socialismo era para el "futuro distante". Esta "teoría de las etapas" dejaba de lado el hecho de que la "burguesía moderna" estaba estructuralmente atada a las élites de los terratenientes tradicionales, la banca y el imperio, y no estaba, de ninguna manera comprometida con una supuesta "revolución democrática". El FMLN, descartó el socialismo, nunca logró concretar una revolución democrática y finalizó presidiendo un país empobrecido y desgarrado por delitos sangrientos en el que la élite política era socia de los mismos clubes sociales que su antiguo enemigo de clase.
Es necesario que las FARC estudien atentamente las lecciones negativas del pasado, de los desastrosos acuerdos de paz de América Central, del MR-19 que se rindió a un estado de narcos, para de esa manera proponer un acuerdo de paz en consulta con la mayoría del pueblo y en beneficio de ella, y no uno que simplemente les garantice puestos en el Congreso.

James Petras
Rebelión

Traducido para Rebelión por Silvia Arana

domingo, julio 28, 2013

“He vivido para luchar”



Carta del compañero Fidel a los Jefes y Vicejefes de las delegaciones que visitan nuestro país con motivo del 60 aniversario del asalto a los cuarteles Moncada y Carlos M. de Céspedes.

Queridos amigos:

El viernes 26 de julio se arriba al 60 aniversario del asalto al regimiento del Moncada en Santiago de Cuba y al cuartel Carlos Manuel de Céspedes en Bayamo. Conozco que numerosas delegaciones piensan viajar a Cuba para compartir con nosotros esa fecha en la que nuestro pequeño y explotado país decidió proseguir la lucha inconclusa por la independencia de la Patria.
Ya entonces también nuestro Movimiento estaba fuertemente influido por las nuevas ideas que se debatían en el mundo.
Nada se repite exactamente igual en la historia. Simón Bolívar, libertador de América, proclamó un día el deseo de crear en América la mayor y más justa de las naciones, con capital en el istmo de Panamá. Incansable creador y visionario, se adelantó más tarde al sentenciar que Estados Unidos parecían destinados a plagar la América de miserias a nombre de la libertad.
Cuba sufrió, como América del Sur, Centro América y México con el territorio que le fuere arrebatado a sangre y fuego por el insaciable y voraz vecino del norte, que se apoderó de su oro, su petróleo, sus bosques fabulosos de sequoia, sus mejores tierras y sus más ricas y abundantes aguas pesqueras.
No estaré sin embargo con ustedes en Santiago de Cuba, pues debo respetar la obvia resistencia de los guardianes de la salud. Puedo en cambio escribir y trasmitir ideas y recuerdos, que siempre serán útiles, al menos para el que escribe.
Hace breves días, cuando observaba desde mi asiento en la parte media de un vehículo de doble tracción lo que fuera un viejo centro genético para la producción lechera, pude leer una brevísima síntesis de solo un párrafo del discurso pronunciado el Primero de Mayo del año 2000, hacía ya más de 13 años.
El tiempo borrará aquellas palabras en letra negra sobre una pared blanqueada con cal.
“Revolución […] es luchar con audacia, inteligencia y realismo; es no mentir jamás ni violar principios éticos; es convicción profunda de que no existe fuerza en el mundo capaz de aplastar la fuerza de la verdad y las ideas. Revolución es unidad, es independencia, es luchar por nuestros sueños de justicia para Cuba y para el mundo, que es la base de nuestro patriotismo, nuestro socialismo y nuestro internacionalismo.”
Ahora se cumplen 60 años de aquel hecho ocurrido en 1953, sin duda valeroso y demostrativo de la capacidad de nuestro pueblo para crear y enfrentar a partir de cero cualquier tarea. La experiencia posterior nos enseñó que habría sido más seguro comenzar la lucha por las montañas, algo que planeábamos hacer si tomada la fortaleza del Moncada, no podíamos resistir la contraofensiva militar de la tiranía con las armas que ocupáramos en Santiago de Cuba, más que suficientes para vencer en aquella contienda y mucho más rápidamente que el tiempo invertido después.
Los 160 hombres escogidos para la operación fueron seleccionados entre 1 200 con los que contábamos, entrenados entre los jóvenes de las antiguas provincias de La Habana y el este de Pinar del Río, afiliados a un partido radical de la nación cubana donde todavía el espíritu pequeño burgués inculcado por los dueños extranjeros y sus medios de divulgación, en mayor o menor medida, influían en todos los rincones del país.
Yo había tenido el privilegio de estudiar, y ya en la universidad adquirí una consciencia política a partir de cero. No está de más repetir lo que he contado otras veces, la primera célula marxista del Movimiento la creé yo con Abel Santamaría y Jesús Montané, utilizando una biografía de Carlos Marx, escrita por Franz Mehring.
El Partido Comunista, integrado por personas serias y consagradas de Cuba, soportaba los avatares del Movimiento Comunista Internacional. La Revolución reiniciada el 26 de julio recogió las experiencias de nuestra historia, el espíritu abnegado y combativo de la clase obrera, la inteligencia y espíritu creativo de nuestros escritores y artistas, así como la capacidad que yacía en la mente de nuestro personal científico, que ha crecido como la espuma. Nada se parece hoy a lo de ayer. Nosotros mismos, a los que el azar nos designó el papel de dirigentes, nos podríamos abochornar de la ignorancia que todavía muestran nuestros conocimientos. El día que no aprendamos algo nuevo será un día perdido.
El ser humano es producto de las leyes rigurosas que rigen la vida. ¿Desde cuándo? Desde tiempos infinitos ¿Hasta cuándo? Hasta tiempos infinitos. Las respuestas también lo son.
Por ello, aunque no las comparta, respeto el derecho de los seres humanos a buscar respuestas divinas, preguntas que pueden hacerse, siempre y cuando las mismas no tiendan a justificar el odio y no la solidaridad en el seno de nuestra propia especie, error en el que han caído muchas en uno u otro momento de su historia.
Aquel atrevido intento no fue sin duda un acto improvisado; admito sin embargo que a partir de la experiencia acumulada habría sido mucho más realista y más seguro iniciar aquella lucha por las montañas de la Sierra Maestra. Con los 18 fusiles que logramos reunir después del durísimo revés que sufrimos en Alegría de Pío, en parte por inexperiencia y el incumplimiento de las instrucciones recibidas por el Movimiento en Cuba, y también por la excesiva confianza nuestra en el poder de fuego de los expedicionarios armados con más de 50 fusiles con mirilla telescópica, y su entrenamiento en tiro. Atentos sin embargo a los vuelos rasantes de los aviones de combate del enemigo, descuidamos la vigilancia en tierra y nos atacaron en un pequeño cayo de monte a pocos metros de nosotros. Nunca más nos pudo sorprender de esa forma el enemigo.
En los combates librados después siempre fue al revés, y en las acciones finales, con menos de 300 combatientes, en 70 días de incesante lucha derrotamos la ofensiva de más de 10 mil hombres de sus fuerzas élites. En los combates librados durante dos años siempre los bombarderos y cazas del enemigo en solo 20 minutos solían estar encima de nosotros. No consta sin embargo que haya muerto un solo combatiente por esa causa en aquella dura lucha. Todo cambió en las décadas siguientes con la nueva tecnología desarrollada por Estados Unidos y sumadas a las fuerzas reaccionarias en América Latina y el mundo, aliadas a ellos. Siempre los pueblos encontrarán las formas adecuadas de lucha.
Ustedes estarán allí, en el escenario del primer combate.
Cuando, después de los hechos que se consumaron el 26 de julio, un último carro se acerca y me recoge, monté en la parte trasera del vehículo repleto del personal, otro combatiente se acerca por la derecha; me bajo y le doy mi asiento; el carro parte y me quedo solo. Hasta el momento que me recogieron por primera vez en medio de la calle, con la escopeta semiautomática Browning y cartuchos calibre 12 de balines, trataba de impedir que dos hombres usaran una ametralladora calibre 50 desde el techo de uno de los pisos del edificio central de mando del amplio campo militar; era lo único que podía verse del tiroteo generalizado que se escuchaba.
Los pocos compañeros que con Ramiro Valdés habían penetrado en la primera barraca despertaron a los soldados que allí dormían y, según me explicaron posteriormente, estaban en paños menores.
No pude hablar con Abel ni otros de su grupo que desde un alto edificio al fondo del hospital civil, dominaban la parte trasera de los dormitorios. Yo consideraba que era absolutamente obvio para él lo que estaba ocurriendo. Tal vez pensó que yo había muerto.
Raúl, que estaba con el grupo de Lester Rodríguez, veía con claridad lo que estaba ocurriendo y pensaba que estábamos muertos. Cuando el jefe de esa escuadra decide bajar, toman el elevador, y al llegar abajo, le arrebata el fusil a un sargento que no hace resistencia, ni tampoco los soldados que iban con él. Toma el mando del grupo y organiza la salida del edificio.
Mi preocupación fundamental era en ese momento el grupo de compañeros que supuestamente había ocupado el cuartel de Bayamo y no tenía noticia alguna de nosotros. Por mi parte, contaba todavía con suficientes cartuchos y pensaba vender bien cara mi vida luchando contra los soldados de la tiranía.
De repente aparece otro carro: venía a buscarme; y de nuevo albergo la esperanza de ayudar a los compañeros de Bayamo con una acción en el cuartel del Caney.
Varios carros esperaban al final de la avenida donde yo pensaba tomar la dirección correcta hacia ese punto. Pero el propio compañero que conducía el vehículo que entró para buscarme no la tomó, siguió hacia la casa de donde partimos por la madrugada, allí se cambió de ropa. Yo cambié de arma y tomé un rifle semiautomático calibre 22 con punta de acero, con un poco de más alcance que la calibre 12 de balines, me puse alguna ropa y a varios pasos de allí cruzamos una cerca de púas con aproximadamente 15 hombres armados, uno de ellos herido. Otros dejaron sus armas y tomaron los vehículos tratando de buscar una salida. Conmigo iba Jesús Montané y algunos otros jefes. Caminamos horas aquella calurosa tarde por la falda norte de la Gran Piedra, una elevada montaña que trataríamos de cruzar para dirigirnos hacia el Realengo 18, un camino empinado del que Pablo de la Torriente, excelente escritor revolucionario, escribió que un hombre con un fusil podía resistir a un ejército. Pero, Pablo murió en España combatiendo en la Guerra Civil Española, donde alrededor de mil cubanos apoyaron a ese pueblo contra el fascismo. Lo había leído, pero nunca pude hablar con él, ya había viajado a España cuando yo estudiaba bachillerato.
Nosotros no pudimos ya proseguir hasta aquel realengo y permanecíamos al sur de la cordillera. La zona montañosa preferida por mí para la lucha guerrillera se situaba entre el santuario del Cobre y el central Pilón; planeé por ello cruzar hasta el otro lado de la bahía de Santiago de Cuba por un punto que conocía desde que estudié en el Colegio de Dolores, en la ciudad donde ustedes se reunirán. Gran parte de nuestro pequeñísimo grupo estaba agotado por el hambre y las fatigas. Un herido había sido evacuado y Jesús Montané que apenas podía mantenerse en pie. Otros dos, con menos responsabilidad pero más saludables, marcharían conmigo hacia el occidente de aquellas montañas. Pero los hechos más dramáticos y menos esperanzadores estaban todavía por llegar. En la tarde le dimos instrucciones al resto de los compañeros de esconder sus débiles armas en algún lugar del bosque y dirigirse aquella noche a la casa confortable de un campesino que vivía a orillas de la carretera que iba de Santiago a la playa, que disponía de ganado y tenía comunicación telefónica con la ciudad. Sin duda fueron interceptadas por el ejército. El enemigo de todas formas conocía el área cercana por donde nos movíamos. Antes del amanecer, una escuadra de la jefatura militar fuertemente armada, nos despertó con la punta de sus fusiles. Las venas del cuello, y el rostro de aquellos soldados bien alimentados, se veían latir deformadas por la excitación. Nos dábamos por muertos y en el acto estalla la discusión. Sin embargo no me habían identificado. Al atarme profundamente y preguntarme el nombre, irónicamente les doy uno que usábamos en bromas de la peor especie. No podía comprender que no se dieran cuenta de la verdad. Uno de ellos, con rostro descompuesto, vociferaba que ellos eran los defensores de la patria. Con voz fuerte le respondo que ellos eran los opresores, como los soldados españoles en la lucha de nuestro pueblo por la independencia.
El jefe de la patrulla era un hombre negro que a duras penas podía mantener el mando. ¡No disparen!, les gritaba constantemente a los soldados.
En voz más baja repetía: “Las ideas no se matan, las ideas no se matan”. En una de aquellas ocasiones se acerca a mi y con voz baja dice y repite: “Ustedes son muy valientes, muchachos”. Al escuchar aquellas palabras le digo: “Teniente, yo soy Fidel Castro”; y el responde: “No se lo digas a nadie”. De nuevo el azar se impone con todas sus fuerzas.
El teniente no era oficial del regimiento, tenía otra responsabilidad legal en la región de Oriente.
Más adelante se imponen de nuevo los hechos más importantes todavía.
A los compañeros que debían desmovilizarse les doy instrucciones de guardar las armas, y después los custodiaríamos hasta el punto donde debían hacer contacto con las personas del Obispo.
La opinión pública de Santiago de Cuba había reaccionado con energía frente a los horribles crímenes cometidos por el ejército batistiano contra los revolucionarios.
Monseñor Pérez Serantes, Obispo de Santiago de Cuba, había obtenido algunas garantías favorables a sus gestiones por el respeto a la vida de los revolucionarios prisioneros. A Sarría, sin embargo, le quedaba una batalla por librar contra el mando del regimiento que esta vez delegó la tarea al más connotado esbirro de la carnicería impuesta por el jefe militar de Santiago de Cuba, que le ordenó trasladar los detenidos al Moncada.
Por primera vez en nuestra Patria los jóvenes habían entablado una lucha semejante frente a lo que fuera hasta el Primero de Enero de 1959: una colonia yanki.
Al llegar a la casa del vecino junto a la estrecha carretera que une la ciudad con la playa Siboney, un pequeño camión esperaba. Sarría me sentó entre el chofer y él. Cientos de metros más adelante se topan con el vehículo del comandante Chaumont que demanda la entrega del prisionero. Como en una película de ciencia ficción el teniente discute y afirma que no entregará al prisionero, en vez de eso lo presentará al Vivac de Santiago de Cuba y no a la sede del regimiento. Es así como el hecho rememora una inusual experiencia.
Es imposible en tan breve tiempo expresarle a nuestros ilustres visitantes las ideas que suscitan en mi mente los increíbles tiempos que estamos viviendo.
No puedo pensar que dentro de 10 años, en el 70 aniversario, escribiría un libro. Desgraciadamente nadie puede asegurar que habrá un 70, un 80, un 90, o un centésimo aniversario del Moncada. En la Conferencia Internacional sobre el Medio Ambiente, de Río de Janeiro, dije que una especie estaba en peligro de extinción: el hombre. Pero entonces creía que sería cuestión de siglos. Ahora no soy tan optimista. De todas formas nada me preocupa; seguirá existiendo la vida en la inabarcable dimensión del espacio y el tiempo.
Mientras tanto digo solo algo, ya que cada día amanece para todos los habitantes de Cuba y del mundo:
Los líderes de cualquiera de las más de 200 naciones grandes y pequeñas, revolucionarias o no, necesitan seguir viviendo. Tan difícil es la tarea de crear la justicia y el bienestar, que los líderes de cada país necesitan autoridad, o de lo contrario reinará el caos.
En días recientes se intentó calumniar a nuestra Revolución, tratando de presentar al Jefe de Estado y Gobierno de Cuba, engañando a la Organización de Naciones Unidas y a otros jefes de Estado, imputándole una doble conducta.
No vacilo en asegurar que aunque durante años nos negamos a suscribir acuerdos sobre la prohibición de tales armas porque no estábamos de acuerdo en otorgar esas prerrogativas a ningún Estado, nunca trataríamos de fabricar un arma nuclear.
Estamos contra todas las armas nucleares. Ninguna nación, grande o pequeña, debe poseer ese instrumento de exterminio, capaz de poner fin a la existencia humana en el planeta. Cualquiera de los que tales armas poseen, dispone ya de suficientes para crear la catástrofe. Jamás el temor a morir, ha impedido las guerras en ninguna parte del planeta. Hoy no solo las armas nucleares sino también el Cambio Climático es el peligro más inminente que en menos de un siglo puede hacer imposible la supervivencia de la especie humana.
Un líder latinoamericano y mundial, al que deseo rendir hoy especial tributo por lo que hizo a favor de nuestro pueblo y a otros del Caribe y del mundo es Hugo Chávez Frías; él estaría aquí hoy entre nosotros si no hubiese caído en su valiente combate por la vida; él como nosotros no luchó para vivir; vivió para luchar.

Por León Ferrari. Por amor al arte



Por unos días al menos, y en homenaje a León, les pido que guarden con discreción sus loas al papa inquisidor. Se los pido por favor. Se los pido a quienes sabían perfectamente quién era Bergoglio antes de ser Francisco.
A quienes cuando el tipo llegó a Roma olvidaron sus pecados de dictadura, sus pecados de homofobia, sus cruzadas contra los derechos de las mujeres, sus pecados de gran inquisidor, de controlador de la fe, de silenciador de las disidencias, de perseguidor de artistas.
A quienes les impresionó su poder vaticano –que demuestra que los de este continente estamos tan bien colonizados que ya nos ganamos la entrada a su cielo-. A quienes pensaron que tal vez sea un papa que nos de ciertas ventajas comparativas, por las cuales vale la pena olvidar sus ofensas a tantos hermanos y hermanas desaparecidos/as,a sus madres, a sus abuelas... a los curas del pueblo a quienes les dio la espalda (por lo menos) en la hora de su martirio.
León supo pintar la rabia ante ese mundo, ante esta llamada civilización occidental y cristiana. La pintó con todos los colores y las curvas que descubren la hipocresía del viejo continente. León fue por eso expulsado del templo por los mercaderes de la fe. Fue expulsado del país por los generales. Fue condenado su arte por el cardenal.
León vivió muchos exilios, y supo pintarlos.
León vivió muchos silencios, y supo gritarlos.
Hoy que León andará inquietando al infierno con sus pinturas en llamas, y se reirá del embotellamiento de canallas en el purgatorio... Hoy que León ya no tendrá cardenales ni papas que lo persigan en su artística osadía. Hoy que León se encontrará con tantos compañeros y compañeras en el más allá nuestro de cada día… en un lugar donde ya no se calculan los costos beneficios de cada palabra, ni se negocia la memoria, ni se la mutila.
Les pido que por unos días, al menos, cesen las alabanzas al santo padre que vive en Roma, mientras nos siguen degollando como a palomas.
Se los pido por León… Se los pido por amor al arte.

Claudia Korol – Buenos Aires, 25 de julio, 2013

Hace 60 años el reloj de la historia se puso en marcha

Ocurrió una vez, hace 60 años: un grupo de “locos” soñadores asaltó un cuartel militar, lleno de soldados. Vestidos como aquellos militares, apostaban a la sorpresa. Pero unos tiros escapados a destiempo lo impidieron. Muchos murieron en el asalto o fueron asesinados después. Un joven corpulento llamado Fidel Castro salvó milagrosamente la vida, porque el teniente que lo conducía era una persona decente. En el juicio que se le hizo a los sobrevivientes, estos se declararon martianos. “Parecía que el Apóstol iba a morir en el año de su centenario —dijo en su autodefensa Fidel, que era abogado—, que su memoria se extinguiría para siempre, ¡tanta era la afrenta! Pero vive, no ha muerto, su pueblo es rebelde, su pueblo es digno, su pueblo es fiel a su recuerdo; (…) ¡Cuba, qué sería de ti si hubieras dejado morir a tu Apóstol!". Aquellos jóvenes se asumieron como la Generación del Centenario. La inmolación parecía absurda, aunque el plan había sido meticuloso, pero el reloj de la historia se puso en marcha, empezó a mover su minutero. Nadie lo podía predecir: solo la fe revolucionaria de aquellos jóvenes podía concebir la derrota como el inicio de algo trascendente. Cuando salieron indultados de la cárcel, y se embarcaron hacia México, Fidel advirtió: “En 1956, seremos libres o mártires”. Muchos años después, en Venezuela, otro joven revolucionario fracasaría en su primer intento de tomar el poder para frenar décadas de corrupción y desgobierno. En un breve mensaje a sus compatriotas, admitía la derrota, pero agregaba, “Por ahora”. La historia parece ausente, mientras convierte la brisa que pasa inadvertida, en ráfagas de viento. Hay que tener el oído pegado a la tierra para sentir sus vibraciones. De repente, aparece en la forma de un huracán. Los jóvenes del Moncada tenían la misma edad de los que aquel día —o al siguiente—, bailaron en los carnavales santiagueros. Fidel confiaba en ellos también, en que acudirían si conseguían tomar el cuartel. Los jóvenes, dicen, se parecen más a su época que a sus padres, pero hay dos tiempos en cada época: el de los que luchan y el de los que esperan. Los que luchan pertenecen a un tiempo supra epocal, se parecen a los jóvenes que han luchado en todas las épocas. Son martianos, bolivarianos, sandinistas, tupamaros, son seguidores de Mella, de Guiteras, del Che Guevara, son chavistas, y son fidelistas, desde que Fidel subió a la Sierra. Los que esperan no son insensibles, pero acuden al llamado de una fuerza de vanguardia, son más parecidos a su época. Los primeros, los que salieron al combate en el Moncada, y llegaron después en el Granma, sufrieron una, dos, varias derrotas, pero nunca fueron vencidos. Gritaron en el infierno de Alegría de Pío: “¡Aquí no se rinde nadie, cojones!”. Y durante mucho tiempo la frase de Almeida fue atribuida a Camilo, porque pudo haber sido dicha por él, por cualquiera de los que peleaban acorralados en el cañaveral. Y cuando apenas parecían quedar 12 hombres y siete fusiles, Fidel sentenció: “Ahora sí ganamos la guerra”. Eran rebeldes, pero se hicieron revolucionarios, la forma superior de serlo, en el fragor del combate y de la construcción de un mundo nuevo. Fundaron en la Sierra Maestra un Ejército que se autodenominó Rebelde, y después del triunfo, un periódico para los jóvenes que asumía el adjetivo.
Sesenta años después de aquel suceso, la Revolución que entonces se incubaba ha rebasado los viejos horizontes sin apenas percibirlo, y otea el nuevo. Que siempre parezca estar ahí, infranqueable, inalcanzable, no significa que no cambie. Siempre se llega y se pasa la línea imaginaria que vimos al zarpar, aunque nunca se llegue. Que cada mañana la veamos “en el mismo lugar”, no significa que no hayamos avanzado. América, la nuestra, parece ser la misma, pero es otra. Los revolucionarios cubanos combatieron, enseñaron a leer y a escribir y curaron enfermos en más de 60 “oscuros” rincones del mundo. Pero antes, o a la vez, crecieron como seres humanos. Fidel, el joven audaz y visionario, convertido en uno de los líderes revolucionarios más grandes del siglo XX y en el inspirador de los del XXI, estará vivo y lúcido en los festejos de las seis décadas de aquel comienzo incierto, premonitorio. Vendrán a rendirle tributo, a él y al pueblo cubano, líderes de otras naciones. Pocos pueblos pueden festejar el Día de la Rebeldía Nacional desde el poder alcanzado. Pocos pueblos pueden sentirse orgullosos de su pasado y seguros de que el futuro lo construyen ellos. ¡Que viva la Generación del Centenario!, ¡que vivan los jóvenes.

Enrique Ubieta Gómez
La Jiribilla

"EEUU no es neutral en proceso de paz palestino-israelí"

Declaraciones de Noam Chomsky en la ciudad suiza de Ginebra

El prominente activista estadunidense pro derechos civiles Noam Chomsky cree que Washington no podría actuar como mediador en las negociaciones de paz israelí-palestino, ya que no es neutral.
Durante una conferencia celebrada este viernes en la ciudad suiza de Ginebra, Chomsky ha estimado que las conversaciones entre israelíes y palestinos, auspiciadas por EE.UU., probablemente no conducen a un buen resultado.
Además, al decir que Europa "sigue constantemente la postura de EE.UU.", ha criticado a los países del continente viejo por haber adoptado las mismas posiciones políticas de la Casa Blanca que favorecen al régimen israelí.
Sin embargo, no ha descartado que Europa pueda ejercer un papel útil en el proceso de paz si desarrolla una política independiente en el Oriente Medio.
"Es difícil ser optimista, pero Europa podría desempeñar un papel", ha dicho Chomsky agregando que "no hay ninguna razón de que Europa apoye los asentamientos ilegales" del régimen de Tel Aviv en los territorios ocupados palestinos.
El viernes pasado, el secretario de Estado de EE.UU., John Kerry, dijo que las autoridades palestinas y del régimen de Israel han “sentado las bases” para retomar los diálogos de paz.
Sin embargo, sigue persistiendo el pesimismo sobre la posibilidad de que las negociaciones puedan marcar algún avance dado que el régimen de Tel Aviv sigue con sus políticas expansionistas en los territorios ocupados.
La colonización es el principal punto de bloqueo del proceso de paz entre el régimen israelí y los palestinos. El Estado palestino exige que se congele totalmente la colonización y que el régimen de Tel Aviv se refiera a las fronteras antes de que este régimen ocupara en 1967 Cisjordania, Gaza y Al-Quds (Jerusalén Este); una reclamación rechazada por las autoridades israelíes.
La comunidad internacional considera ilegales todas las colonias en los territorios palestinos ocupados, independientemente de si han sido o no autorizadas por el régimen israelí. Más de 360.000 colonos israelíes viven en Cisjordania y cerca de 200.000 en las zonas de colonización de Al-Quds.

sábado, julio 27, 2013

"Esta seguirá siendo la Revolución Socialista de los humildes, por los humildes y para los humildes proclamada por Fidel"



Discurso del General de Ejército Raúl Castro Ruz, Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, en el acto de conmemoración del 60 Aniversario del ataque a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, en la Plaza Mariana Grajales, en Santiago de Cuba, el 26 de Julio de 2013, “Año 55 de la Revolución”.

Queridos amigos y amigas: No se sorprendan de que sobre este uniforme verde olivo y el grado de General de Ejército, teniendo en cuenta que el mismo nació del ejército mambí, me ponga un sombrero mambí (Aplausos) y unos espejuelos oscuros, aunque me gusta mirar con claridad los ojos de mis interlocutores.
Distinguidos invitados;

Santiagueras y Santiagueros;

Orientales;

Pueblo de Cuba:

Hemos escuchado con profunda atención las palabras solidarias y generosas de los Jefes de Estado y de Gobierno de la Alianza Bolivariana de los Pueblos de Nuestra América, y también del Presidente de Uruguay, quien se encuentra en Cuba (en visita oficial) de visita una vez más, José Mujica, que estuvo aquí, por allá por el año 1960, cuando esta fortaleza fue convertida en escuela. Era un joven soñador igual que hoy, pero sin reumatismo (Risas y aplausos).
Llegue asimismo nuestra gratitud a las destacadas personalidades de otros países que nos acompañan.
Saludamos al propio tiempo a los integrantes de la vigésimo cuarta Caravana de la Amistad Estados Unidos-Cuba (Aplausos), organizada por la agrupación interreligiosa Pastores por la Paz (Aplausos), continuadora del esfuerzo solidario del inolvidable Reverendo Lucius Walker.
La presencia de todos ellos en este acto, en que conmemoramos el 60 aniversario del asalto a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, constituye una manifestación fehaciente de apoyo y solidaridad con la Revolución Cubana y demuestra cuánto ha cambiado Nuestra América desde los días difíciles y oscuros del año 1953.
Ya entonces nosotros, y sobre todo Fidel, habíamos leído sobre las hazañas de Bolívar y otros próceres de la independencia americana y percibíamos la importancia de una región latinoamericana y caribeña independiente y unida.
En el trascendental alegato de autodefensa de Fidel, conocido como “La Historia me Absolverá”, se anticipaba cito: “… la política cubana en América sería de estrecha solidaridad con los pueblos democráticos del continente y que los perseguidos políticos de las sangrientas tiranías que oprimen a las naciones hermanas, encontrarían en la patria de Martí, no persecución, hambre y traición, sino asilo generoso, hermandad y pan. Cuba debía ser baluarte de libertad y no eslabón vergonzoso de despotismo”, fin de la cita.
La muerte prematura de Martí en combate había frustrado el anhelo que expresó en su carta inconclusa al mexicano Manuel Mercado, “… de impedir a tiempo con la independencia de Cuba que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América”.
La Revolución Cubana ha sido solidaria y fiel a ese legado, aun en los momentos más difíciles, cuando se pretendió aislarla, rendirla por hambre mediante un bloqueo criminal que ya dura más de medio siglo y destruirla con todo tipo de agresiones.
Nunca olvidaremos que México, tras la prisión, nos dio albergue y después del triunfo fue el único gobierno de América Latina que se negó a dejarnos solos.
Jamás nos ha faltado el respaldo y la solidaridad de los pueblos de todos los continentes, en particular los de esta región, que siempre vieron a Cuba como parte indisoluble de Nuestra América, que unida en su diversidad avanza con determinación hacia su segunda y definitiva independencia.
Veinte años después del triunfo del Primero de Enero, se produjo la victoria de la Revolución Sandinista, que Nicaragua, llena de juventud, celebró hace una semana, con su Comandante Daniel Ortega al frente (Aplausos).
Pasadas otras dos décadas el entrañable hermano Hugo Chávez encarnó los ideales de Bolívar y multiplicado en su pueblo avanza hoy junto a su Revolución, conducida firmemente por el compañero Presidente Nicolás Maduro (Aplausos).
Marchan indetenibles los procesos de la Revolución Democrática y Cultural de Bolivia, encabezada por Evo Morales y que es símbolo de la reivindicación de los pueblos originarios (Aplausos) ; la triunfante Revolución Ciudadana, que lidera con amplio apoyo popular en Ecuador el Presidente Rafael Correa (Aplausos), representado hoy aquí por el Canciller Ricardo Patiño; los avances sociales como los de Uruguay que conduce el compañero José Mujica (Aplausos), guerrillero tupamaro, encarcelado por catorce años; los que se producen en el Caribe que lucha por el desarrollo sostenible, la justicia y la igualdad soberana, cuyos destacados líderes, los primeros ministros Rooselvelt Skerrit, de Dominica; Baldwin Spencer, de Antigua y Barbuda; Ralph Gonsalves, de San Vicente y las Granadinas, y Kenny Anthony, de Santa Lucía, están aquí con nosotros (Aplausos).
Pese a los intentos por dividirnos para seguirnos saqueando, continúa su curso ascendente la integración de nuestros países en el ALBA, CARICOM, MERCOSUR, UNASUR, entre otros.
La Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), que Cuba se honra en presidir, prosigue su consolidación.
Aprovecho esta ocasión para, en nombre de los cubanos y en particular de los damnificados por el huracán Sandy en las provincias de Guantánamo, Holguín y Santiago de Cuba, expresar el más profundo agradecimiento a todos los gobiernos y pueblos que generosamente nos apoyaron y apoyan en las labores de reconstrucción (Aplausos).
Hace nueve meses dicho huracán penetró al territorio nacional por esta ciudad. La furia de los vientos alcanzó aproximadamente 200 kilómetros por hora y azotó a las provincias de Santiago de Cuba, Holguín y Guantánamo, por espacio de cinco horas, provocando la muerte de 11 ciudadanos.
Los efectos de este fenómeno meteorológico también se hicieron sentir en las provincias centrales con intensas lluvias e inundaciones.
Las pérdidas económicas totales ascendieron, después de un riguroso estudio, a casi 7 000 millones de pesos. La mayor parte correspondió a las viviendas e inmuebles, aunque se produjeron considerables daños a la agricultura e infraestructuras vitales, como la electricidad, las comunicaciones y los viales.
Considerando la trayectoria del citado huracán, la provincia de Santiago de Cuba y en especial su capital sufrieron el mayor impacto, afectándose el 50% de su fondo habitacional, colapsó el sistema de distribución de la energía eléctrica y el telefónico. Los árboles derribados y todo tipo de escombros obstaculizaron durante días el tránsito en las calles de la segunda ciudad del país, con medio millón de habitantes.
En Holguín sufrieron en mayor medida los embates de Sandy los municipios ubicados al noreste de esa provincia, coincidentemente los mismos que soportaron el azote del fuerte huracán Ike a su entrada a Cuba, cuatro años antes, en septiembre de 2008. Resultó dañado el 19,3% de las viviendas y buena parte de los cultivos agrícolas y cañeros. Hasta el momento se ha dado solución al 52% de los hogares afectados.
En los municipios al oeste de la provincia de Guantánamo también se sintieron las consecuencias de este huracán, aunque los perjuicios tuvieron menor envergadura y a estas alturas ya han sido recuperados.
Regresando a Santiago de Cuba, con el concurso, en primer lugar de los propios santiagueros y el apoyo decidido del resto del país, incluyendo el aporte de los combatientes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias y el Ministerio del Interior, así como contingentes de trabajadores eléctricos y telefónicos de todas las provincias, en pocos días se restablecieron las condiciones mínimas para la vida. No se hizo esperar, y fue de los primeros en llegar, el mayor de los aportes a la situación de Santiago de Cuba, que fue enviada personalmente por el compañero Hugo Chávez (Aplausos).
En los meses transcurridos desde entonces no se ha dejado de trabajar en las labores de recuperación y como resultado de ello se ha solucionado el 42% de las viviendas afectadas. Se encuentra hoy en ejecución un programa de construcción en toda la provincia, que permitirá aliviar perspectivamente la tensa situación existente en esta materia.
Por otra parte, el gobierno decidió bonificar el 50% del precio de los materiales de construcción destinados al restablecimiento de las viviendas dañadas, otorgar con igual propósito créditos bancarios con menores tasas de interés y mayores plazos de pagos y en los casos de derrumbes totales asumir por el Presupuesto del Estado el pago de los citados intereses, así como subsidiar a aquellos núcleos familiares de menores ingresos.
Al propio tiempo se ha avanzado en la recuperación de las instalaciones del sistema de salud pública, de educación, cultura y transporte.
Igualmente se mantiene la ejecución del proceso inversionista iniciado en el año 2004 para la rehabilitación y ampliación del acueducto de la capital provincial, que ha permitido el abasto estable de agua, con frecuencia diaria, a 30 de los 32 sectores hidrométricos de la ciudad, restando garantizar el servicio diario a las zonas de Altamira y Litoral, que hoy lo reciben en días alternos. Corresponde a las autoridades provinciales y empresas asegurar la sostenibilidad del sistema.
Estas tareas, que están siendo controladas sistemáticamente por el Gobierno Central, no han culminado y a las santiagueras y santiagueros les ratifico que edificaremos, en primer lugar con su participación directa, una ciudad cada vez más bella, higiénica, ordenada y disciplinada (Aplausos), a la altura de su condición de Ciudad Heroína, cuna de la Revolución. Además, que nadie se olvide de que Santiago (Exclamaciones de: “Sigue siendo Santiago”) sigue siendo Santiago.
Parecería un milagro que a 60 años de aquel 26 de julio estemos vivos todavía varios de los participantes en aquellos acontecimientos, tras los cuales se desató la sed de venganza de la dictadura y fueron torturados y asesinados muchos de los combatientes capturados.
También nosotros quisimos tomar el cielo por asalto, era un sueño, lo intentamos, no pudo ser; pero exactamente cinco años, cinco meses y cinco días después, el Primero de Enero de 1959, estábamos entrando por esta puerta principal a exigir, en nombre de Fidel, el rendimiento incondicional de la guarnición de la ciudad, que pasaba de 5 000 hombres (Aplausos).
La firmeza y el decoro de Fidel, que de acusado se convirtió en acusador en el juicio a que fuimos sometidos, constituyó nuestra primera victoria.
Luego vino la prisión fecunda, el exilio en México, la recomposición de las fuerzas revolucionarias, los preparativos para la expedición del yate Granma, cuyo demorado arribo a costas cubanas impidió la sincronización prevista con el heroico alzamiento de Santiago de Cuba, organizado por el joven dirigente Frank País, el 30 de noviembre de 1956 —todavía no había cumplido 22 años, y al año siguiente, sin haber cumplido los 23, fue vilmente asesinado por los esbirros de la dictadura—; el revés de Alegría de Pio; el reencuentro con Fidel dos semanas después en Cinco Palmas, la guerra de liberación, primero en la Sierra Maestra y más tarde extendida a otras regiones montañosas; la decisiva victoria en 74 días de incesante e intenso batallar sobre la gran ofensiva de las tropas batistianas contra el territorio del Primer Frente de la Sierra Maestra donde se encontraba la Comandancia General del Ejército Rebelde, hecho de enorme significación que, como dijo el Ché, “le quebró a la tiranía el espinazo”, y dio inicio a la contraofensiva estratégica del movimiento insurreccional.
Comenzaba así, en el verano de 1958 el viraje irreversible de la guerra que con las operaciones de las columnas invasoras, salidas de la Sierra Maestra, y las acciones de los combatientes clandestinos, condujeron al colapso militar del régimen, a la toma del poder por la Revolución triunfante y la constitución del primer Gobierno Revolucionario en la Universidad de esta ciudad. Con la huelga general —a la que llamó Fidel desde Palma Soriano, antes de entrar a Santiago— de la clase obrera y todo el pueblo se derrotó la maniobra de la Embajada Norteamericana para escamotear la victoria, mientras Fidel avanzaba hacia La Habana. Esto es una apretada síntesis de una intensa historia.
Empezaría entonces una etapa mucho más difícil, que estremeció los cimientos de toda la sociedad. A cuatro meses y medio del triunfo, en la propia Sierra Maestra y en el Puesto de Mando que utilizó Fidel en los últimos meses de la guerra, en cumplimiento del Programa del Moncada, se promulgó la primera Ley de Reforma Agraria, que enfrentó a la Revolución con los poderosos intereses económicos extranjeros y de la burguesía criolla, que financiaron y estimularon por espacio de varios años el accionar de bandas armadas, el asesinato de jóvenes alfabetizadores, adolescentes muchos de ellos; el sabotaje y el terrorismo en todo el país; la invasión por Playa Girón en abril de 1961, en vísperas de la cual se proclamó el carácter Socialista de la Revolución; la Crisis de los misiles, cuando ya Estados Unidos estaba preparando una invasión directa con sus tropas a Cuba, en Octubre de 1962 y las incesantes agresiones y crímenes contra nuestro pueblo durante décadas.
Han pasado los años, pero esta sigue siendo una revolución de jóvenes (Aplausos), como lo éramos el 26 de julio de 1953; los que combatieron y cayeron en las calles de Santiago de Cuba el 30 de noviembre de 1956. Jóvenes fueron en su inmensa mayoría quienes participaron en la lucha contra bandidos durante cinco años, desde 1960 hasta enero de 1965, aproximadamente, que en dos ocasiones, durante ese tiempo, llegaron a tener bandas activas de diferentes tamaños en todas las provincias del país, incluyendo el sur de la capital; jóvenes eran también los que derrotaron a los mercenarios en Playa Girón; los que se sumaron, incluso adolescentes, a la campaña de alfabetización, la mayoría estudiantes; los que se incorporaron masivamente a las Milicias, a las nacientes Fuerzas Armadas Revolucionarias y el Ministerio del Interior; los cientos de miles de compatriotas que cumplieron misiones internacionalistas en otras tierras del mundo, el grueso de los mismos fue en Angola, como se refería uno de nuestros invitados; los que hoy prestan servicios de salud y educación —la mayoría también son jóvenes y además mujeres— en diferentes naciones; los científicos, intelectuales, artistas y deportistas que tantas glorias han cosechado; los que al llamado de la patria cumplen su servicio militar, entre ellos las muchachas que por propia voluntad se suman a esta tarea; los estudiantes de la enseñanza media; nuestros universitarios que protagonizaron con éxito el último censo de población y vivienda; los obreros y campesinos que generan en la producción y los servicios ingresos a la economía; nuestros maestros y profesores.
Esta seguirá siendo la Revolución Socialista de los humildes, por los humildes y para los humildes proclamada por Fidel el 16 de abril de 1961, en el entierro de las víctimas de los bombardeos previos a la invasión de Playa Girón. Esta, repito, porque se (lo) ha demostrado en 60 años, seguirá siendo una Revolución de los jóvenes (Aplausos).
Hoy más del 70% de los cubanos nació después del triunfo de la Revolución. Podría decirse que convivimos en suelo patrio varias generaciones, cada una de ellas con historia y méritos propios, en correspondencia con el momento que les tocó vivir.
La Generación Histórica va cediendo su lugar a los “pinos nuevos” con tranquilidad y serena confianza, basados en la preparación y capacidad demostradas de mantener en alto las banderas de la Revolución y el Socialismo, por las que entregaron sus vidas innumerables patriotas y revolucionarios, desde los indios y esclavos que se rebelaron contra la opresión hasta nuestros días.
Como ya se ha informado, está en marcha el proceso de transferencia paulatina y ordenada a las nuevas generaciones de las principales responsabilidades de dirección en la nación.
Para asegurar el éxito en este empeño jamás podrá descuidarse la importancia estratégica que tiene, como nos enseñó Fidel, preservar por encima de todo —repito— ¡preservar por encima de todo! la unidad de todos los cubanos dignos (Aplausos).

Compañeras y compañeros:

La ocasión es propicia para rendir merecido homenaje a los caídos a lo largo de siglos de gesta redentora.
También a Fidel, el Comandante en Jefe de la Revolución Cubana (Aplausos), que con su inconmovible optimismo y junto al pueblo —capaz de resistir tantos sacrificios y verdadero protagonista de esta epopeya—, nos guió a la victoria y situó en el mapamundi a nuestra pequeña isla como un baluarte de la justicia social y el respeto a la dignidad humana.
Rindamos honor a la mujer cubana (Aplausos), madre, combatiente, compañera de sacrificios, alegrías y luchas (Aplausos); a las nuevas generaciones que continuarán defendiendo por siempre los ideales revolucionarios.
Enviamos desde este histórico lugar un abrazo fraternal a los valerosos luchadores antiterroristas (Aplausos) injustamente encarcelados hace 15 años en Estados Unidos, por cuyo regreso a la Patria seguiremos batallando sin descanso.
No puede faltar en esta hora el más sentido homenaje al invicto Comandante en Jefe de la Revolución Bolivariana de la hermana Venezuela, el querido compañero Hugo Chávez Frías, discípulo aventajado de los próceres de la independencia latinoamericana y caribeña (Aplausos).

¡Gloria eterna a los mártires de la Patria! (Exclamaciones de: “¡Gloria!”)

¡Viva la Revolución Socialista! (Exclamaciones de: “¡Viva!”)

¡Viva Cuba libre! (Exclamaciones de: “¡Viva!”)

¡Viva Fidel! (Exclamaciones de: “¡Viva!”)

¡Hasta la Victoria siempre! (Exclamaciones de: “¡Viva, viva!”)

¡60º aniversario del asalto al Cuartel Moncada!



Se cumplen 60 años de una gesta político-militar, el asalto al Cuartel Moncada, que marcó el inicio de la guerra antioligárquica y antiimperialista que culminaría victoriosamente con el triunfo de la Revolución Cubana el 1º de Enero de 1959 y el inicio de la larga marcha hacia la Segunda y Definitiva Independencia de Nuestra América. Esa heroica operación fue liderada por tres brillantes y valientes jóvenes cubanos: Fidel Castro Ruz, quien a punto de cumplir 27 años era el jefe del operativo secundado por su hermano Raúl, un joven que apenas acababa de cumplir 22 años y Abel Santamaría, de 26, capturado vivo y torturado salvajemente para que delatara el nombre del jefe del alzamiento, cosa que no hizo y lo pagó con su vida. Fidel y Raúl libraron de correr esa suerte porque hubo demasiados testigos que los vieron cuando, pocos días más tarde, eran capturados por los militares de Fulgencio Batista, el dictador cubano. Poco después se montó una farsa jurídica, el célebre Juicio del Moncada, y allí Fidel Castro, abogado él, asumió su autodefensa y pronunció un discurso que visto con la perspectiva que otorga el paso del tiempo puede sin duda ser calificado como uno de los más excepcionales documentos políticos del siglo veinte.
A continuación reproduzco el Prólogo que escribiera para la edición definitiva y anotada de La Historia me Absolverá, publicada en la Colección Batalla de Ideas de Ediciones Luxemburg (Buenos Aires, 2005).

Prólogo a La historia me absolverá

La premonición de la Historia

Suele decirse que hay textos, libros o discursos que son hacedores de la historia. La metáfora es expresiva pero, a la vez, engañosa. Lo primero, porque hace justicia a la extraordinaria importancia que un escrito puede excepcionalmente adquirir en el desencadenamiento de grandes procesos históricos. Pero también engañosa porque en su formulación inicial oculta un hecho decisivo: son hombres y mujeres quienes realmente hacen la historia. Las 95 tesis que el monje Martín Lutero clavara en las puertas de la Catedral de Wittenberg en 1517 no hubieran pasado de ser una disputa conventual, un intrascendente berrinche del monje agustino si no fuera porque tuvieron la capacidad de captar la sensibilidad de su tiempo. Fue sólo cuando las ideas del clérigo –aquel “rayo del pensamiento”, apelando a la expresión utilizada por el joven Marx a propósito de este asunto– tomaron contacto con el suelo popular que se convirtieron en poderosos instrumentos de transformación social. Algo parecido puede decirse de El Contrato Social , de Jean-Jacques Rousseau que, por supuesto, no “produjo” la Revolución Francesa ni ocasionó las guerras de la independencia de las colonias españolas en las Américas. Pero al igual que en el caso anterior, el escrito del ginebrino sintetizó, de algún modo, las aspiraciones de una época y permitió imaginar los contornos de la nueva sociedad que se estaba gestando en el vientre de la vieja. Lo mismo vale en relación a otro texto extraordinario, el Manifiesto Comunista escrito por aquellos dos geniales jóvenes alemanes a comienzos de 1848 y que con el correr de los años habría de convertirse en el heraldo de una nueva etapa histórica. Otro tanto puede decirse, por último, de El Estado y la Revolución , escrito por Lenin en medio de los fragores de la primera revolución socialista de la historia. No fueron los libros, o los panfletos, sino la articulación entre estos y las luchas de los pueblos los que movieron la historia.

La coyuntura del ‘53

La historia me absolverá pertenece a este mismo ilustre género. Se trata de un alegato extraordinario, un texto impresionante, sin duda uno de los más importantes de la historia latinoamericana, tanto por su contenido como por las condiciones bajo las cuales se produjo. Como es bien sabido, el 26 de julio de 1953 un grupo de jóvenes que constituían la oposición revolucionaria a la dictadura de Fulgencio Batista –avalada y sostenida militar y financieramente por el gobierno de Estados Unidos– se propuso tomar por asalto los cuarteles Carlos Manuel de Céspedes, de Bayamo, y Moncada, de Santiago de Cuba. Esta radical decisión fue precipitada por la acelerada descomposición del régimen político batistiano y la capitulación de la oposición legal al mismo. Por ese entonces Fidel militaba en el Partido del Pueblo Cubano (PPC), una organización de vaga inspiración socialdemócrata, fundada por un honesto político cubano, el senador Eduardo Chibás, en 1947, como un desprendimiento del por entonces gobernante Partido Auténtico. La corrupción generalizada y la total capitulación de la dirigencia política, económica y social provocó el espectacular suicidio de Chibás en 1951, transmitido literalmente “en vivo” al final de una de sus periódicas, y muy populares, alocuciones radiofónicas. Fidel permaneció en el partido y al año siguiente fue designado como candidato a diputado para las elecciones previstas para junio de 1952. Pero el 10 de marzo se produjo el golpe de estado del coronel Fulgencio Batista, y el proceso electoral fue abortado.
Fidel había reiteradamente manifestado su disconformidad con la línea vacilante del PPC y la paralizante inoperancia de la oposición legal ante un régimen que, en plena Guerra Fría y alentado por sus mentores de EE.UU., se limitaba a la denuncia y a las protestas en el ámbito del Congreso. Sin embargo, su exigencia de que el partido adoptase una estrategia de oposición extraparlamentaria –apelando con esto a la mejor tradición revolucionaria cubana– había sido desoída. La pusilánime respuesta que el PPC ofreció ante el golpe de estado batistiano y su descarada violación de la Constitución de 1940, influida, según Fidel, “por las corrientes socialistas del mundo actual”, y cuyos contenidos progresistas reflejaban un momento de auge de la lucha de clases en Cuba, precipitaron la ruptura de Fidel con la dirección del PPC y su pasaje a la clandestinidad (p. 101).
Fue a partir de esos momentos cuando, bajo la dirección de Fidel, el grupo de jóvenes revolucionarios adoptó una estrategia insurreccional. Esta tenía como momento inicial la captura de un sitio emblemático de la dictadura para, a partir de ahí, precipitar la sublevación popular en una ciudad o una región. Dada la densa y prolongada tradición de lucha y rebeldía popular que desde la época de la colonia caracterizaban a la provincia de Oriente, cuna de las guerras de la independencia y el lugar donde, junto con Máximo Gómez, Martí desembarcara en 1895 para librar la que sería su última batalla por la liberación de Cuba, los revolucionarios decidieron atacar los mencionados cuarteles en el año en que se cumplía el centenario del nacimiento de José Martí. El ataque se llevó a cabo el 26 de julio y debido a circunstancias que el mismo Fidel explica en su alegato terminó en una derrota de las fuerzas insurgentes. Sesenta de los 135 integrantes del comando revolucionario cayeron, en su mayoría luego de que cesara el combate, víctimas de salvajes torturas y fusilamientos a mansalva. Fidel y un puñado de sus hombres lograron replegarse a la montaña, pero el 1º de agosto fueron arrestados por una patrulla del ejército cubano. Luego de permanecer más de dos meses en confinamiento solitario y bajo durísimas condiciones carcelarias, el 16 de octubre comienza un proceso legal en su contra y en el cual, dada la absoluta falta de garantías, el joven abogado de 27 años decide asumir su propia defensa.

Martí, Gramsci y la “batalla de ideas”

Lo anterior es el marco político e histórico en el cual Fidel pronuncia su célebre discurso. Veamos ahora los detalles concretos de las condiciones en que lo pronunció. Por empezar, el juicio no se llevó a cabo en ningún edificio del poder judicial de Santiago, sino en una pequeña sala de la Escuela de Enfermeras del Hospital Civil de esa ciudad. Para ello, nada mejor que reproducir textualmente lo que una periodista que pudo estar presente en el juicio, Marta Rojas, escribió en aquella jornada:
“El acusado doctor Fidel Castro no ha hecho ni un alto en su informe, a veces alza la voz, y él mismo se contiene; en instantes se inclina sobre la mesita que tiene de frente y casi habla en secreto. A medida que habla, improvisando siempre, hay más silencio en el recinto, no se escucha ningún otro sonido más que su voz pausada, como si conversara con todos, mira fijo al tribunal que lo atiende con gusto [...] los soldados están apiñados en la puerta y no disimulan su atención. A veces posa su vista en el retrato de Florence Nigthingale que preside el saloncito de las enfermeras y parece que conversa con ella. No tiene ni un papel, ni un libro con él [...] Todas las personas que lo han escuchado comentan su talento. Improvisó la pieza completa y la coloreó con pensamientos ajenos (de juristas), con trozos de alegatos y sobre todo con las palabras textuales de José Martí. Su postura [...] ha despertado verdadera admiración para con el revolucionario.” *
El excepcional alegato de Fidel –no improvisado sino profundamente meditado y sopesado, pero que fluía de su pensamiento con la frescura de las ideas que son dichas por primera vez– pronto trascendió las paredes de la Escuela de Enfermeras. Pese a la férrea censura de prensa, el pueblo cubano había comenzado a conocer los pormenores del asalto al Moncada. En principio, gracias a la irrefrenable indiscreción desatada, especialmente entre los asistentes de origen popular al singular proceso judicial, por la elocuencia y la contundencia argumentativa de Fidel que hizo que su alegato corriera como un reguero de pólvora por Santiago; y poco después, debido a la distribución clandestina del discurso, tarea a la que se entregaron con heroísmo y eficacia Haydée Santamaría y Melba Hernández, una vez cumplidas sus condenas. Remito al lector a la “Introducción” de Pedro Alvarez Tabío y Guillermo Alonso Fiel, con la que se abre la presente edición del alegato de Fidel, para un detallado conocimiento de las ingeniosas estrategias desarrolladas por este para re-escribir lo que había sido escrito y perdido, logrando la verdadera proeza de hacerlo en su celda y enviarlo extramuros burlando la vigilancia de sus carceleros. El 26 de julio no sólo tenía un líder de excepcional estatura política e intelectual; también disponía de una organización que estaba a su misma altura y que hizo posible “rearmar” La historia me absolverá a partir de cientos de pequeños fragmentos hábilmente remitidos desde la cárcel.
Para Fidel era evidente que no podían ahorrarse esfuerzos a la hora de librar lo que, utilizando un lenguaje de nuestros días, podríamos llamar la “batalla de ideas”. Esta era necesaria para contrarrestar los efectos negativos que, para el curso de la revolución, se desprendían de la derrota militar del 26 de julio. En un mensaje que hace llegar a sus compañeros desde su cárcel en la Isla de Pinos les dice que “no se puede abandonar un momento la propaganda, porque es el alma de toda la lucha”. En una síntesis magistral dice que “lo que fue sedimentado con sangre debe ser edificado con ideas”, advirtiendo además que en su alegato “está contenido el programa de la ideología nuestra, sin la cual no es posible pensar en nada grande”. De ahí su importancia decisiva. Citando a Martí, diría en su alegato que “un principio justo desde el fondo de una cueva puede más que un ejército” (pp. 41-42). La derrota militar obligaba pues a emprender una nueva batalla, esta vez saliendo a disputar con “las armas de la crítica” en el terreno de las ideas y el sentido común, requisito indispensable para la construcción de una nueva hegemonía. En este sentido puede decirse que Fidel aplica en la vida práctica de la lucha revolucionaria las recomendaciones formuladas, poco más de veinte años antes y también desde la cárcel, por el fundador del Partido Comunista Italiano, Antonio Gramsci: la conquista de la hegemonía es condición necesaria para el triunfo de la revolución. “La crítica de las armas” es infecunda si no va acompañada por “las armas de la crítica”. Martí y Gramsci constituyen el fundamento moral y político de la estrategia de Fidel.
Los resultados quedarán a la vista cuando, forzado por el clima de opinión crecientemente adverso generado por la extraordinaria divulgación del alegato, el tirano no tuvo más opción que la de amnistiar a Fidel, a su hermano Raúl y otros 18 participantes del asalto al Moncada. Su liberación se produciría el 15 de mayo de 1955 y la llegada de Fidel a la estación ferroviaria de La Habana se convirtió en una manifestación multitudinaria, cuyas proporciones sobrepasaron todo lo que los jóvenes revolucionarios esperaban. La concientización y movilización del pueblo cubano instalaban el proceso revolucionario en una nueva meseta, pero exigían un cambio radical de estrategia. El exilio de Fidel en México, a partir de julio de ese mismo año, y la fundación del Movimiento Revolucionario 26 de Julio y el encuentro con el Che serían los hitos de una historia destinada a culminar victoriosamente el 1º de enero de 1959.

Tesis políticas

Antes de invitar al lector a sumergirse en el texto, permítasenos decir algunas pocas palabras sobre su contenido. Su autor desmonta toda la ilegalidad e inconstitucionalidad del juicio al que se ve sometido por el estado cubano. Juicio que, como recuerda Fidel, el propio tribunal había caracterizado como “el más trascendental de la historia republicana” y pese a lo cual está viciado por las más flagrantes violaciones del debido proceso (p. 38). No pudo conversar a solas con un abogado y sólo se le permitió acceder a un minúsculo código; pero ningún tratado penal ni ningún libro pudo llegar a su calabozo, ni siquiera los de Martí. Ya antes de su alegato final, en una audiencia sostenida a mediados de septiembre, Fidel había declarado que el Apóstol “era el autor intelectual del 26 de julio” y que pese a que le negasen libros y tratados “traigo en el corazón las doctrinas del Maestro” (p. 45).
Fidel no se engañaba en cuando al significado político del juicio a que estaba sometido. Era muy conciente que en él se decidiría algo que iba mucho más allá que su libertad: “se discute –nos dice– sobre cuestiones fundamentales de principios, se juzga sobre el derecho de los hombres a ser libres, se debate sobre las bases mismas de nuestra existencia como nación civilizada y democrática. Cuando concluya, no quiero tener que reprocharme a mí mismo haber dejado principio por defender, verdad sin decir, ni crimen sin denunciar” (p. 46). Y esto es lo que Fidel hace con extraordinaria minuciosidad, siguiendo tal vez aquel viejo aforismo atribuido a los jesuitas y que asegura que “Dios está en los detalles”. Su descripción de los crímenes del régimen es precisa y detallada, al igual que su equilibrada presentación de los hechos desarrollados en el combate.
Transcurrido el primer tercio del discurso, Fidel se adentra en un análisis ya no tanto jurídico sino más político y económico-social. Allí desmonta la creencia de que el formidable poderío militar constituye una barrera inexpugnable ante la cual se estrellaría cualquier pueblo que quisiera luchar contra una tiranía. “Ningún arma, ninguna fuerza es capaz de vencer a un pueblo que se decide a luchar por sus derechos”. Cita en favor de su afirmación la revolución boliviana de 1952 y la gesta independentista de Cuba en contra del colonialismo español, que con medio millón de soldados y pese a contar con un armamento aplastantemente superior fueron derrotados por los patriotas. Podríamos agregar, con el beneficio de la experiencia histórica posterior, las derrotas sufridas por franceses y norteamericanos en Vietnam; la propia sobrevivencia de la Revolución Cubana; y, más recientemente, la resistencia del pueblo iraquí en contra de la ocupación decretada por George W. Bush, como otras tantas pruebas de la verdad de aquel aserto.
Pero ¿quién es el pueblo? En contra de todo esquematismo y con un lenguaje con claras reminiscencias del joven Marx, Fidel dice que “entendemos por pueblo, cuando hablamos de lucha, la gran masa irredenta [...] a la que todos engañan y traicionan, la que anhela una patria mejor y más digna y más justa; la que está movida por ansias ancestrales de justicia por haber padecido la injusticia y la burla generación tras generación” (p. 59). Y ahí están los 600 mil cubanos sin trabajo, los 500 mil obreros del campo, los 400 mil obreros industriales y braceros, los 100 mil pequeños agricultores, los 30 mil maestros, los 20 mil pequeños comerciantes, los 10 mil profesionales jóvenes. “A este pueblo [...] no le íbamos a decir ‘Te vamos a dar’, sino ‘¡Aquí tienes, lucha ahora con todas tus fuerzas para que sea tuya la libertad y la felicidad!’” (pp. 60-61). Se desprende de lo anterior una concepción del campo popular ajena al exclusivismo “obrerista” que tantos daños hiciera a la izquierda latinoamericana, al impedirle siquiera “ver” –¡no digamos incorporar a su construcción política!– a esa enorme masa de campesinos, indígenas y pobres del campo y la ciudad condenados a la invisibilidad y la negación por la condición periférica del capitalismo latinoamericano y el colonialismo intelectual de la izquierda tradicional, con algunas honrosas excepciones como la de José Carlos Mariátegui. Lo que Fidel propone en su alegato implica precisamente una ruptura con las concepciones tradicionales acerca del sujeto de las luchas emancipadoras. Plantea, en cambio, una visión amplia, abarcadora, reconciliada con las necesidades urgentes de la coyuntura que exige la unificación de todas las fuerzas sociales oprimidas y explotadas por el capitalismo y no su dispersión en un archipiélago de organizaciones políticas y sociales cuya desunión es garantía de su propia irrelevancia. La política de alianzas del Movimiento 26 de Julio haría de esta verdadera renovación teórica el fundamento mismo de su actuación política.
Neutralizado el chantaje militar y definido el sujeto de la transformación social, Fidel enuncia el programa concreto de la revolución. En primer lugar, devolución al pueblo de la soberanía usurpada por el tirano, restableciendo la Constitución de 1940; la segunda ley revolucionaria concedería la propiedad de la tierra a colonos, arrendatarios y precaristas que ocupan pequeñas parcelas, con una razonable indemnización a los antiguos propietarios. La tercera ley otorgaría a los obreros y empleados una participación del 30% en las utilidades de las grandes empresas. La cuarta ley revolucionaria concedería a los colonos el 55% del rendimiento de la caña de azúcar. La quinta confiscaría todos los bienes malversados por los gobernantes, la mitad de cuyo producido iría a engrosar las cajas de jubilación de obreros y empleados, y la otra mitad para financiar hospitales, asilos y casas de beneficencia. La política exterior cubana sería de estrecha solidaridad con las luchas de los pueblos democráticos del continente. Otras medidas incluían la reforma agraria de la gran propiedad territorial, la reforma integral de la enseñanza, la nacionalización de los monopolios en la industria eléctrica y los teléfonos; medidas todas estas que deberían ser proclamadas y ejecutadas de inmediato (pp. 61-62).
Estas medidas se asentaban sobre un diagnóstico de lo que Fidel denomina en su discurso la “espantosa tragedia” por la que atraviesa Cuba, “sumada a la más humillante opresión política”. El 85% de los pequeños agricultores cubanos vive bajo la permanente amenaza del desalojo; hay 200 mil bohíos y chozas en el campo, mientras 400 mil familias viven hacinadas en barracones y cuarterías; 2,2 millones de personas de la ciudad pagan onerosos alquileres y 2,8 millones carecen de electricidad. Faltan escuelas, y las que existen tienen maestros muy mal pagados. En el campo, el 90% de los niños están infestados con parásitos, y entre mayo y diciembre hay 1 millón de personas sin trabajo, una cifra mayor a la de países como Francia e Italia, con una población varias veces superior a la de Cuba. “Enviáis a la cárcel al infeliz que roba por hambre, pero ninguno de los cientos de ladrones que han robado millones al Estado durmió nunca una noche tras las rejas” (p. 66).
La última parte del alegato, luego de una nueva serie de denuncias sobre el salvajismo de la represión a los atacantes del Moncada, culmina con una elaborada justificación –anclada en la mejor tradición de la filosofía política occidental– sobre el derecho a la rebelión. “Admito y creo que la revolución sea fuente de derecho –dice en su discurso– pero no podrá llamarse jamás revolución al asalto nocturno a mano armada del 10 de marzo” que instauró la tiranía de Fulgencio Batista (p. 91). Y en una referencia cuya actualidad se reafirma con sólo echar una ojeada a la dirigencia de nuestras así llamadas “democracias” –en realidad, oligarquías apenas disimuladas tras un ligerísimo barniz de sufragio universal hábilmente manipulado– decía Fidel que Batista “vive entregado de pies y manos a los grandes intereses, y no podía ser de otro modo por su mentalidad, por la carencia total de ideología y de principios, por la ausencia absoluta de la fe, la confianza y el respaldo de las masas” (p. 92). Aludiendo a lo que en el lenguaje de nuestros días sería la tan alabada “alternancia”, un atributo supuestamente propio de las democracias maduras, remata su razonamiento diciendo que el golpe liderado por Batista “fue un simple cambio de manos y un reparto de botín entre los amigos, parientes, cómplices y la rémora de parásitos voraces que integran el andamiaje político del dictador” (p. 92).
El último movimiento de esta verdadera sinfonía política que es La historia me absolverá lo constituye una encendida invocación a la legitimidad del derecho a la rebelión ante toda forma de despotismo. En los tramos finales de su discurso, Fidel pasa revista en primer lugar a las disposiciones de la propia Constitución de 1940, pisoteada por la satrapía gobernante, para luego internarse por el largo sendero de la filosofía política señalando, a cada paso, la forma en que sus principales exponentes defendieron a lo largo de una historia más de dos veces milenaria el derecho de los pueblos a rebelarse ante los tiranos. Desfilan así desde referencias al pensamiento político-religioso de China e India en sus tiempos más remotos hasta su entronque con la tradición occidental nacida en Grecia y, desde ahí, a Roma para luego expandirse por todo el occidente europeo. Mención especial se hace de los argumentos en favor de la rebelión desarrollados por John of Salisbury, Tomás de Aquino, Martín Lutero, Juan Mariana, Jean Calvin, John Knox, John Ponet, Johannes Althussius, John Milton, John Locke, Jean-Jacques Rousseau, Thomas Paine y también presentes en la Declaración de la Independencia de EE.UU. y la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano surgida de la Revolución Francesa.
Luego de tamaña argumentación, “¿Cómo justificar la presencia de Batista en el poder, al que llegó contra la voluntad del pueblo y violando por la traición y por la fuerza las leyes de la república? ¿Cómo calificar de legítimo un régimen de sangre, opresión y tiranía?”. Toda la tradición filosófica-política occidental condena semejante despropósito, pero el mandato que surge de las enseñanzas de Martí es aún más terminante: “cuando hay muchos hombres sin decoro hay siempre otros que tienen en sí el decoro de muchos hombres” y serán esos los que se rebelen contra los tiranos y las satrapías. Los jóvenes atacantes del Moncada son precisamente esa clase de hombres y mujeres necesarios para las grandes epopeyas de la liberación. Hombres y mujeres dispuestos a ofrendar sus vidas, sabedores que “morir por la patria es vivir”. En el año del centenario de su nacimiento, concluye Fidel, Martí está más vivo que nunca en la rebeldía y la dignidad de su pueblo.
La fe inquebrantable en la causa de la emancipación humana y social, su absoluta convicción en el triunfo final del proceso revolucionario, lo lleva a advertir a sus jueces que “ahora estáis juzgando a un acusado, pero vosotros, a su vez, seréis juzgados no una vez, sino muchas, cuantas veces el presente sea sometido a la crítica demoledora del futuro. Entonces lo que yo diga aquí se repetirá muchas veces, no porque se haya escuchado de mi boca, sino porque el problema de la justicia es eterno” (p. 87). En el cuidadoso, medido, equilibrio político y ético de su discurso, el afán de justicia predomina claramente sobre el ansia de venganza. Todo esto, claro está, sobre el telón de fondo gramsciano del “optimismo del corazón”. Equilibrio y serenidad que habían quedado de manifiesto al decir que “para mis compañeros muertos no clamo venganza”, a pesar de que se contaban entre ellos algunos de sus más cercanos amigos. “Como sus vidas no tenían precio, no podrían pagarlas con las suyas todos los criminales juntos” (p. 86). No apela, como es usual en estos casos, a la clemencia de sus jueces para conseguir su propia libertad. “No puedo pedirla –nos dice dando muestras de su ejemplar dignidad– cuando mis compañeros están sufriendo ya en Isla de Pinos ignominiosa prisión”. Y termina con una frase premonitoria: “Condenadme, no importa, la historia me absolverá”.

Atilio A. Boron

* Una vibrante descripción del Juicio se encuentra en la obra de Marta Rojas, única periodista que pudo presenciarlo y tomar extensas notas de todo lo que allí se dijo. Ver su El Juicio del Moncada (Córdoba: Editorial Espartaco, 2007)

Inti Illimani Histórico - Antología




Grandes éxitos en vivo en el estadio Victor Jara.

Músicos

Horacio Duran: charango, percusión y voz
José Seves: voz guitarra, triple, quena, cajón y percusión
Horacio Salinas: director, guitarra, charango y voz
Jorge Ball: cuatro, flauta, percusión y voz
Camilo Salinas: piano, acordeón y voz
Fernando Julio: contrabajo y voz
Danilo Donoso: congas, timbaletas, percusión en general y voz

Inti Illimani en Italia - 1975


El derecho de vivir en paz - Víctor Jara




Documental de la periodista Carmen Luz Parot que abarca la vida del músico y folklorista chileno Víctor Jara, militante de las juventudes comunistas de Chile, quien fue detenido y asesinado en septiembre del año 1973 por la dictadura militar fascista de Augusto Pinochet en el ex-Estadio Chile --hoy Estadio Víctor Jara.

X Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes en la R.D.A 1973


La vida en la RDA




Pinceladas sobre el dia a dia en la RDA

Reportaje Inconcluso (Documental Soviético) - Año 1979




Documental filmado por Zelikin Samar en 1979, sobre la vida de los chilenos refugiados políticos en la Unión Soviética.

La muerte de un grande: León Ferrari



Corazón de León

En horas de la madrugada de ayer se conoció la triste noticia del fallecimiento de León Ferrari, uno de los artistas plásticos más importantes de la historia nacional y un claro referente de un arte político siempre ubicado junto a las luchas populares y contra todo tipo de opresión e injusticia.

Hablar del maestro León Ferrari es decir arte político, sin vueltas, sin subterfugios, sin miedos. Arte político, provocador, valiente, ético. Y, como siempre fue un tipo humilde y con las ideas más o menos claras, carente de esas veleidades facilongas de “artista” (a las que, quién puede dudarlo, hubiera tenido más derecho que más de cuatro), hasta la primera parte de su “arte político” podía ser dejada de lado. Si lo apuraban, el viejo León estaba dispuesto a renunciar al sustantivo pero no al adjetivo: “Lo único que le pido al arte es que me ayude a decir lo que pienso con la mayor claridad posible, a inventar los signos plásticos y críticos que me permitan condenar la barbarie de occidente; es posible que alguien me demuestre que esto no es arte; no tendría ningún problema, no cambiaría de camino, me limitaría a cambiarle de nombre: tacharía arte y lo llamaría política o cualquier cosa”.
Ferrari, nacido en Buenos Aires en 1920, había comenzado a producir sus primeros dibujos y pinturas recién cuando estaba concluyendo su carrera de Ingeniería en la Universidad de Buenos Aires, a fines de la década del 40. Luego cuestiones familiares lo empujan a Italia donde realiza sus primeras esculturas con al artesano siciliano Salvatore Meli, participa del concurso nacional de cerámica del Museo Internazionale delle Ceramiche de Faenza y expone en varias galerías romanas. Ya de vuelta en Buenos Aires a partir de 1955, además de dedicarse a su profesión de ingeniero, colabora con el cineasta Fernando Birri en la realización del mediometraje “La primera fundación de Buenos Aires”, basado en uno de los abigarrados cuadros de Oski, por el que la cámara va desplazándose con movimientos sutiles, contando la historia en base al texto del lansquenete y cronista alemán Ulrico Schmidl.
En Ferrari el haber “llegado tarde” a la vida artística, el haber comenzado su producción ya como adulto, le permite ubicarse como nexo entre la generación de artistas de los años cincuenta y las vanguardias juveniles de los años sesenta. Así es que recién a partir de 1962, en su nueva estadía en Italia, sus acercamientos esporádicos a la vida artística se convertirán en una práctica vital sostenida. Desde su estudio milanés comienza a producir dibujos abstractos (como los que ilustran el libro de poesía Escrito en el aire, de Rafael Alberti, de quien fue amigo entrañable), a experimentar con collages y estructuras de alambre y a jugar con las formas de las palabras (como en la primera “Carta a un general”, compuesta con “escrituras deformadas”, que se diferencian de sus posteriores “dibujos escritos” que directamente no tienen texto). En lo que luego va a ser una constante de su obra, sus experimentaciones también se extienden a la música y la literatura.
En 1965, en el convulsionado país que está a punto de ser víctima del golpe de Onganía y bajo el influjo de las crecientes movilizaciones internacionales contra la intervención militar norteamericana en Vietnam, Ferrari envía al Premio Di Tella la obra que probablemente más se asocia a su nombre, el Cristo crucificado sobre un bombardero estadounidense: "La civilización occidental y cristiana". La obra, aun cuando ya había sido incluida en el catálogo, es finalmente rechazada por Romero Brest (reparatoriamente, la misma será premiada en 2007 con el León de Oro en la Bienal de Venecia y hoy se puede ver en la Fundación Proa). Luego de esta blasfema toma de posición política en contra del imperialismo y del cristianismo, Ferrari continuará acentuando su compromiso político y jalonándolo de obras polémicas y provocadoras. En 1967 edita Palabras ajenas, una obra de teatro vanguardista que continúa el estilo collage característico del autor, cuyo texto está formado por textuales de diarios, agencias de noticias, la Biblia, Eisehower, Hitler, De Gaulle, Goering, Kennedy y muchos más. Acerca de estas “conversaciones de Dios con algunos hombres y de algunos hombres con algunos hombres y con Dios” dice Juan Gelman: “La realidad -diarios, revistas, cables de agencias noticiosas mediante- es el personaje único, caliente de estas conversaciones (…), obra que no termina en su punto y coma final y admite, en cambio, otros ceses de la destrucción, el cese de la coerción, es una realidad tan constante últimamente -‘los diarios siempre dicen lo mismo’- que para la mayoría transcurre como costumbre. Una costumbre que León Ferrari sacude con lúcida intensidad, mostrando los relieves de esa realidad, sus entrecruzamientos sus planos íntimos, su parentela con historias lejanas y recientes, pero esto no es mero testimonio, o mejor, la mano del artista ha sabido dar testimonio tan acabadamente que consigue, bajo el contrapunto de los hechos, los dichos, las descripciones, hacer palpitar otras realidades interiores, estremecedoras, empujadoras hacia la esperanza”. En 1968 también formará parte de la vanguardia artística que provocará al onganiato con la muestra colectiva “Tucumán arde”, exhibida en las sedes de la CGT de los Argentinos, en la que se fusionaban vanguardia estética y vanguardia política y se tomaba posición claramente a favor de las luchas populares. La muestra en Rosario duró una semana, mientras que en Buenos Aires fue clausurada por la policía el mismo día de la inauguración. En 1969 colaborará con la muestra “Malvenido Rockefeller”, en repudio a la visita del millonario estadounidense, con una bandera argentina con la cara del Che Guevara.
Poco antes del golpe militar de 1976 formó parte del Foro por los Derechos Humanos y del Movimiento contra la Represión y la Tortura y colaboró activamente con ANCLA, la agencia de noticias dirigida por Rodolfo Walsh. Obviamente, a poco del inicio de la dictadura debe dejar el país y decide instalarse en Brasil. Su hijo Ariel fue secuestrado en 1977 por un grupo de tareas de la Marina a las órdenes de Alfredo Astiz. Desde Brasil edita una recopilación artesanal de las noticias que iban apareciendo en los diarios en relación con los asesinatos de la dictadura, secuestros y aparición de cadáveres NN bajo el nombre Nosotros no sabíamos. En 1984 participa de su primera exposición en Buenos Aires, donde muestra sus últimos trabajos, mayormente heliografías y esculturas con alambre. Luego ya comienza a trabajar con sus collages sobre la violencia en la Biblia. En 1989 participa de la muestra "No al indulto", contra el perdón menemista a los genocidas. A poco de su regreso definitivo al país, en 1991, presenta su instalación “V Centenario de la Inquisición”, en la que vincula la Conquista de América y la Inquisición española. En 1995 el matutino Página 12 decide reeditar en fascículos el Nunca más y le encarga las tapas de las 30 entregas, que el artista ilustrará con algunos collages de una intensidad inolvidable. Aquí va a continuar desarrollando el vínculo íntimo que encuentra entre la tradición cristiana y la violencia genocida del capitalismo. Reflexiona Ferrari: “todos dicen que la Biblia es un libro maravilloso. Yo creo que en la Biblia está toda la justificación del fascismo. Como Cristo, Hitler adoraba a los niños, se sacaba fotos con los niños, y actuaba como los militares argentinos, en el nombre de Dios”.
Entre los 90 y el nuevo milenio el artista llevará adelante un ritmo de producción infernal, participará en decenas de muestras colectivas (tanto en la Argentina como diversos países del mundo, con temas que van desde la sexualidad hasta la ecología, pasando por su recurrente preocupación bíblica), experimentará con técnicas diversas (grafismos, braile, collages, mimetismos, objetos kitch, instalaciones y una infinidad de etcéteras) y ganará múltiples galardones. En el año 2000 su muestra “Infiernos e idolatrías”, con objetos y esculturas representando un infierno invertido donde las víctimas eran santos y vírgenes y jaulas con pájaros que defecaban sobre imágenes religiosas va a generar repudios de sectores cristianos ultramontanos y sabotajes que de alguna manera anticipan el escándalo de 2004 en el Centro Cultural Recoleta (León Ferrari, retrospectiva 1954-2004). La muestra fue clausurada por una orden judicial dictada por la jueza Elena Liberatori a pedido de la Asociación Cristo Sacerdote, vinculada a Jorge Bergoglio, entonces cardenal de la ciudad. A los pocos días, gracias a la movilización y protesta del mundo artístico y del público en general, la clausura fue levantada pero con las ridículas obligaciones de poner carteles advirtiendo que las obras “pueden herir la sensibilidad religiosa de los visitantes” y de limitar el ingreso a los menores “sólo acompañados por un mayor”. Sobre el caso recuerda Ferrari: "El cardenal Bergoglio escribió una carta en contra la muestra que leyeron en todas las iglesias diciendo que era blasfemo. La blasfemia en la religión se paga con la muerte por lapidación. Así que cuando procesaron a los muchachos que rompieron algunas obras, pensé que tendrían que haberlo condenado al cardenal Bergoglio porque él había incitado a esta gente para que las rompiera. Por suerte no me rompieron la cabeza". Sin embargo, como suele suceder, el medieval intento de censura impulsado por el actual Papa sólo sirvió para darle más difusión a la muestra.
Desde aquél escándalo que mostró algunas de las tensiones inquisitoriales aún presentes en nuestra sociedad, hasta el momento de su muerte, León siguió trabajando. En 2012, al cumplirse 35 años del la desaparición de Rodolfo Walsh, se inauguró frente al casino de oficiales de la ESMA "Carta Abierta a la Junta Militar”, una instalación de catorce paneles de vidrio con la transcripción completa de la famosa carta de Walsh.
En una de sus últimas entrevistas Ferrari afirmaba: “Yo no soy específicamente anticlerical y ateo. Los anticlericales tienen como objetivo a la Iglesia y los curas, mientras que los ateos se ocupan de negar la existencia de Dios. Y a mí no me preocupan esas cosas, sino la religión en sí, los libros sagrados, la Biblia [...] mi preocupación es sobre la esencia de la religión. Si existe o no existe un dios, eso es secundario. [...] Yo creo que el arte se puede usar, creo en la función del arte. Y en temas que el poder considera delicados, como el sexo y la religión, trato de buscar imágenes donde la censura -si la hubiera- quede en ridículo”. Misión cumplida, maestro, puede retirarse tranquilo.

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