miércoles, mayo 30, 2018

Una defensa contundente y argumentada de la instrucción pública



Reseña: Escuela o barbarie. Entre el neoliberalismo salvaje y el delirio de la izquierda, de Carlos Fernández Liria, Olga García Fernández y Enrique Galindo Ferrández

Casi no es necesario presentar a los autores. Los tres son profesores de filosofía. Carlos Fernández Liria de la Complutense, Olga García Fernández y Enrique Galindo Ferrández son profesores de secundaria. Militan ambos en las Mareas en defensa de la educación pública.
Además del preámbulo, son diez los capítulos del libro, más el apartado de conclusiones, un apéndice que evalúa el bilingüismo (inglés, castellano) y la bibliografía.
La dedicatoria es muy significativa del compromiso de los autores: a sus alumnos, a compañeros que han leído el manuscrito del libro y “a nuestros compañeros y compañeras de Mareas por la Educación Pública, por su lucha incansable y su valiosa amistad. También a todos los profesores y maestros que, como Daniel Nota, son un ejemplo para la escuela pública”.
Lo es también el título: “Escuela o barbarie”, una disyunción (excluyente) que, por supuesto, recuerda, con neta intención, el socialismo o barbarie de Rosa Luxemburg. El subtítulo tampoco está para adornar: “Entre el neoliberalismo salvaje y el delirio de la izquierda”. Nada que decir de lo primero, conocemos y sufrimos sus programas, sus avances y sus agresiones; de lo segundo, de la necesidad de matices sobre ese delirio de la izquierda, diré algo más adelante.
La idea central de este libro muy recomendable, escrito con fuerza y convicción, se puede resumir tal vez del modo siguiente: es urgente y necesario defender la educación y la instrucción pública; existe, no es una neura ni una idea conspirativa fantasiosa, un auténtico plan de privatización de la enseñanza pública, de desmantelamiento paulatino de esta gran conquista ciudadana, de poner al servicio de las grandes corporaciones el sistema educativo de los países. En definitiva, de sustituir la instrucción pública por otra cosa muy distinta, basada en competencias, habilidades y demás ítems de la terminología (antipedagógica) al uso. Una ilustración de esto último: ¿Para qué sirve, dicen los partidarios de las TIC, aprenderse los ríos españoles de memoria o las capitales del mundo si no tenemos la habilidad de mirar sus nombres con el buscador de una gran corporación, de San Google por ejemplo?
Las virtudes del ensayo, cito las más relevantes teniendo en cuenta el espacio del que dispongo, son más que evidentes. Algunos ejemplos:
1. Claridad en la exposición. No hay pasajes oscuros. Lo que se piensa se dice a las claras, sin ocultaciones, de frente. Plantando cara cuando es necesario y, como se podrá comprobar, muchas veces es necesario. Cada vez más.
2. El tono no es siempre cortés pero no hay falta el respeto. Hay un pensamiento, ahora heterodoxo, que se quiere vindicar, marcando distancias y criticando posiciones que se piensan (y sienten) como erróneas o como muy serviciales en algunos casos.
3. La defensa de lo público, de la educación pública, es más que evidente y sostenida con una argumentación sólida y con convicciones por supuesto.
4. Se podrá decir que se habla con trazo demasiado grueso sobre la pedagogía, contra la pedagogía si se quiere. Un capítulo, el IX, muestra muchos matices y permite una mejor comprensión de las posiciones defendidas. La discusión que mantuvieron Carlos Fernández Liria y Luis S. Villacañas, incluida en el libro, enseña a todos.
5. Se dirá que los autores, como buenos filósofos que son, teorizan y teorizan, incluso que especulan, pero que apenas plantean programas alcanzables, no utópicos. No parece pertinente la crítica. Un programa con quince puntos no quiméricos, y con coste económico cero aseguran (tengo alguna sobre ello, pero es secundario ahora), se expone, con claridad y distinción cartesianas, esta vez en las páginas 373-375. Dos ejemplos: “10. Plan de rescate ciudadano vertebrado en tres ejes de actuación; ayudas para comedores escolares, becas para material escolar y subvención de transportes públicos”. 12. “Recuperación de los derechos laborales extirpados al profesorado, especialmente a los interinos”.
6. Las críticas al llamado Plan de Bolonia, en su momento no bien recibidas entre algunos sectores del profesorado por demasiado radicales o extremistas, quedan aquí recogidas y, visto lo visto, hay que darles la razón en la mayoría de sus observaciones. No estaban ciegos y mucho menos obnubilados por prejuicios izquierdistas
7. La independencia de juicio, la libertad de pensamiento, se muestra en muchos apartados del libro. Destacaré uno. Los autores, alguno de ellos, o todos ellos tal vez, formados en los escritos y en la filosofía de Louis Althusser, no tienen ningún problema en criticar y dejar muy mal parado el concepto o categoría de “aparato ideológico de Estado” atribuido a la escuela “althusseriana”. En su opinión, un auténtico disparate conceptual, de hondo calado político, refiriéndose a la escuela pública de los Estados democráticos (capítulo II, primeras páginas).
Siguiendo el espíritu del libro, conviene apuntar algunas críticas:
1. Falta, en mi opinión, aunque sé bien que no se puede hablar de todo, una mayor aproximación a los ciclos formativos, a la enseñanza llamada profesional que también es enseñanza. Si existe algún ejemplo de privatización, de colaboración servil con el mundo empresarial, ese ejemplo está relacionado directamente con la formación dual, con la barbaridad de horas de prácticas que tiene que realizar los estudiantes (unas 350 horas, cinco meses o más), con la inexistencia de una formación humanística básica en los ciclos y con la inculcación e intoxicación cultural-ideológica de una asignatura, “Economía e iniciativa emprendedora”, que, cuanto menos en Cataluña, es obligatoria en todos los ciclos. Neoliberalismo indocumentado en estado puro.
2. La crítica a la izquierda es, en algunos casos, demasiado general en mi opinión. De hecho, ellos mismos citan, con acuerdo y mucha admiración, a uno de esos activistas y pensadores de izquierda de los que todos hemos aprendido. Hablo, por supuesto, de Agustín Moreno. Por lo demás, hay otros autores de izquierda en nuestro país que también se han levantado contra la privatización de la enseñanza y contra su destrucción. Un ejemplo entre muchos posibles: Pilar Carrera Santafé y Eduardo Luque Guerrero, Nos quieren más tontos. La escuela según la economía neoliberal, Vilassar de Mar, El Viejo Topo.
3. No estoy seguro que los autores sean totalmente justos cuando se aproximan al debate Bueno-Sacristán de los años sesenta y setenta del siglo pasado en torno al papel de la filosofía en los estudios superiores y sobre las características esenciales de la propia filosofía y del filosofar. El opúsculo de Sacristán es un texto de intervención escrito en determinadas coordenadas políticas, culturales y filosóficas, fechado en 1967 (publicado en catalán al año siguiente), un artículo largo, digámoslo así, donde se plantea un nuevo programa filosófico para la enseñanza secundaria (no se apuesta por anular su enseñanza sino por su renovación) y universitaria que tiene muy en cuenta la realidad filosófica de España en aquellos momentos. De hecho, algunas formulaciones que los autores realizan en varios apartados del libro -una pedagogía real, reflexionada por los propios profesores, no por supuestos expertos en didáctica- recuerdan algunas aristas de la propia reflexión “sacristaniana”.
Prueba práctica de que Sacristán no menospreció la enseñanza de la filosofía en secundaria, una filosofía no cansina a la altura de las circunstancias que supiera a qué atenerse, es que él mismo la practicó, con diversas conferencias, cuando tuvo ocasión.
4. La crítica a Francisco Fernández Buey que los autores realizan en la nota 24 de la página 48 pide, incluso exige, también algún matiz. Cuando el autor de Por una Universidad democrática explica que fracasó la lucha por la democratización de la Universidad en los años setenta del siglo pasado porque se les impuso la “funcionarización” (de los PNN), no debe olvidarse que en aquellos momentos este movimiento universitario había elaborado otra forma de relación laboral entre el profesorado y la Universidad que garantizase su independencia y su estabilidad laboral, puntos sin duda centrales. Que fuera muy diferente de la “funcionarización” que entonces se conocía, que poco tenía que ver con el servicio público correctamente realizado y mucho con él a “mí no me toques ni me digas nada porque soy funcionario y tengo mucho mando en mi plaza”, no le resta valor sino que se lo añade.
5. Los autores usan a veces la expresión “propietarios” (aunque sea de plaza) para referirse a la situación ideal del profesorado. Si no, no queda otra que la dependencia y el servicio acrítico. Me da que otras formulaciones son posibles, incluso necesarias. Enseñantes, trabajadores de la enseñanza, por ejemplo, y con ello la posibilidad de un control público, ciudadano, de las prácticas profesionales, laborales, de algunos profesores titulares, algunos de ellos catedráticos, que viven esa propiedad de plaza como un “nadie me tose, aquí mando yo”.
6. Faltaría un índice nominal en las próximas reediciones y, en mi opinión, no estaría mal un glosario con los quince o veinte concepto básicos que manejan los autores.
Nada sustantivo en este apartado crítico. Lo esencial está en el importante y poblado haber de este libro filosófico, polémico sin duda, los autores son muy conscientes de ello, que argumenta con pasión razonada sobre la necesidad de cuidar con mimo un bien tan preciado como la educación e instrucción de la ciudadanía. Ha sido, sigue siendo, una conquista obrera, popular, ciudadana que no podemos arrojar a la cuneta, como tantos cadáveres de luchadores republicanos antifascistas. Bien mirado, también a ellos se lo debemos en gran parte.
Se me escapan mil temas más. No se puede hablar de todo... y es una lástima en este caso.
El libro lo merece.
No se lo pierdan. Pasen, lean y recomiéndenlo, si les parece.

Salvador López Arnal
Papeles de relaciones ecosociales y del cambio global
Fuente: Papeles de relaciones ecosociales y del cambio global, nº 141, primavera de 2018.

Izquierda o derecha, la decisión para la segunda vuelta

A la 5 y 30 de la tarde se conocieron los resultados de la votación nacional. Con Iván Duque y Gustavo Petro en la segunda vuelta, se confirmaron las tendencias de las encuestas.
Iván Duque, el candidato de la coalición del No y el favorito en todas las encuestas, sacó 7,5 millones de votos.
Su votación superó su propia votación en la consulta de marzo, triplicó la votación de Álvaro Uribe en las legislativas y le sacó un millón de votos a la votación total de la consulta.
Su resultado es una hazaña por donde se le mire y demuestra que la estrategia de Uribe de hacer una coalición por fuera del uribismo fue acertada, que la fórmula con Marta Lucía Ramírez le funcionó y que la mezcla de uribismo 2.0 y uribismo tradicional fue la ganadora.
También fue una hazaña el segundo puesto de Petro, candidato de la izquierda, con más de 4,8 millones de votos. Su votación es la más grande de toda la historia, superando con creces los 2,6 millones que había sacado Carlos Gaviria en 2006 cuando toda la izquierda fue unida.
Petro también superó su propia votación en la consulta, y también la de toda la consulta de izquierda, rompiendo el techo que muchos consideraban que tenía al arrancar la campaña.
Obviamente, ante su triunfo, toda su alarma sobre "el fraude que se está cocinando" que advirtió días antes de la elección es ya cosa del pasado, y ni una palabra repetirán sobre esto como no lo hicieron en la consulta de marzo.
Aunque el paso de Duque a segunda vuelta estaba cantado, el segundo lugar de Petro fue apretado, pues Sergio Fajardo sacó más de 4,5 millones de votos, una diferencia del 1,32 por ciento.
Fajardo, el candidato de la Coalición Colombia, quedó de tercero a solo 250 mil votos de Gustavo Petro. Un resultado que desafió a todas las encuestas que nunca lo habían puesto por encima del 15 por ciento.
Es como el de los dos punteros,un logro impresionante dado que fue una campaña esencialmente ciudadana pues los políticos con estructura del Polo -salvo Jorge Robledo- se deslizaron hacia Petro, y porque hasta hace unas pocas semanas muchos lo daban por perdido.
De hecho hace menos de un mes, cuando La Silla Vacía, Hora20 y Red + entrevistaron a Vargas Lleras, el candidato de Cambio Radical nos dijo que Fajardo ‘estaba fundido’. El fundido resultó ser otro.
De cuarto quedó Germán Vargas Lleras, cuyo 7,2 por ciento es muy parecido al que le daban las encuestas pese a que le metió toda la fuerza a las maquinarias en los últimos días.
Como lo denunció La Silla Vacía, gobernadores y alcaldes en todo el país presionaron a los contratistas de las administraciones para que votaran por Vargas so pena de perder sus empleos. Hoy durante la jornada también se vio el despliegue de carros y buses para transportar votantes.
Sin embargo, a juzgar por sus resultados, los que fueron transportados le hicieron ‘la patuleca’ y si se movilizaron en sus carros al parecer no votaron por él.
Vargas Lleras ni siquiera sacó la votación de su partido político Cambio Radical, que en las legislativas lograron los 2 millones de votos. Y estuvo realmente lejos de las 5,8 millones de firmas con las que inscribió su candidatura.
De últimas, como lo indicaban las encuestas quedó Humberto de la Calle, uno de los arquitectos del Acuerdo de Paz.
El dos por ciento que sacó no refleja su gran aporte al país al conseguir que las Farc dejaran las armas, y comprueba que el Partido Liberal no se movió a su favor. No sacó ni el 15 por ciento de los votos rojos en las legislativas, sacó 50 mil votos menos que en la lánguida consulta interna de noviembre y tampoco pasó el umbral del 4 por ciento que era necesario para que le devolvieran el anticipo.
Lo peor para él es que muchos le achacarán (injustamente) que Fajardo no haya pasado a la segunda pues si el famoso ‘cafecito’ hubiera resultado exitoso los votos de De la Calle le habrían dado a Fajardo el impulso que necesitaba para ser el segundo.
Su resultado demuestra, además, el error que cometió al no haberse ido por firmas como lo pensó inicialmente para participar en una eventual consulta con Fajardo, De la Calle y Robledo pues su partido no le sumó y en cambio le quitó.

Bajó la abstención

Según la Registraduría votaron 19,5 millones de personas, el 53 por ciento de los que podían hacerlo. Eso es mucho más que el promedio de participación en los últimos 15 años que ha sido del 45, 7 por ciento e incluso mayor a la participación el pasado 11 de marzo cuando votó el 47,5 por ciento de la gente.
Regionalmente, el país reiteró que sigue dividido entre unas regiones claramente uribistas (casi todo el centro del país, excepto Bogotá), otro claramente antiuribista, y uno intermedio. En los primeros ganó Iván Duque, en los segundos -con dos excepciones- Gustavo Petro, y en los terceros cualquiera de ellos o Sergio Fajardo, pero con márgenes más estrechos.
Duque obtuvo la mayoría absoluta en Huila (53,5 por ciento de los votos), en Antioquia (53,1) o Casanare (60,2), departamentos marcadamente uribistas, como contamos. En cambio, ganó muy apretado en el Valle (30 por ciento contra 28,6 de Fajardo y 27,8 de Petro) y sin mayorías absolutas en Santander (44,3 por ciento), dos departamentos “columpio”.

La campaña

Así termina la campaña a la primera vuelta que, como analizó La Silla, se salió del molde de muchas maneras.
El exvicepresidente Germán Vargas, que arrancó la campaña con todos los factores de poder de su lado, fue quizá el mayor perdedor de la jornada. Lo mismo su fórmula vicepresidencial Juan Carlos Pinzón, que además de no haberle puesto votos, todo su discurso antipolitiquería quedó en puro bla bla.
Tampoco se dieron las coaliciones en el centro ni en la izquierda, que en un principio se creían indispensables para enfrentar al candidato de Uribe. Fue la derecha, en cambio, la que logró unirse en un dupla ganadora con la exministra de Defensa conservadora Marta Lucía Ramírez y con el exprocurador Alejandro Ordóñez.
La campaña, que arrancó totalmente mixta, con cuatro candidatas con trayectoria propia, terminó siendo masculina. Las mujeres se terminaron bajando a vicepresidentes.
Pero quizás la mayor sorpresa fue que el Acuerdo de Paz con las Farc no definió la campaña. La escasa votación de Humberto de la Calle refleja el poco entusiasmo que despertó el tema, que solo él hasta el final de la jornada defendió con suficiente vehemencia.
La votación de Duque, que supera la del No, es una nueva señal de la falta de legitimidad que tiene el Acuerdo con la Farc entre un sector grande del país.
De hecho, nunca hubo un tema preponderante. Aunque los miedos de cada lado del espectro político nunca dejaron de ventilarse: el miedo al castro-chavismo supuestamente encarnado por Petro y el miedo a Uribe, representado en Duque.
Dos miedos que en las tres semanas que quedan hacia la segunda vuelta tenderán a exacerbarse pues tanto el uno como el otro tienen que romper los techos de la gente que dice que nunca votaría por ellos.

Lo que viene ahora

A partir de hoy arrancará una búsqueda frenética de alianzas para ganar en la segunda vuelta.
El centro del coqueteo ya comenzó a ser Fajardo, la novia más esquiva de todas, pues difícilmente hará un guiño para alguno de los dos dado su talante poco transaccional y su rechazo a los intermediarios que le impedirá convertirse él en el de sus votantes. Otra cosa seguramente hará Claudia López, más inclinada al lado petrista salvo que aliarse con el candidato de izquierda podría no beneficiarla si quisiera lanzarse a la Alcaldía de Bogotá, donde el triunfo de la Coalición Colombia fue arrasador.
En sus discursos, tanto Petro como Duque intentaron congraciarse con los fajardistas. El candidato de la Colombia Humana dedicó todo un fragmento de su intervención para hablar de la educación, un tema que había estado presente en su campaña pero no con la preponderancia que le dio ahora que necesita que los 4,5 millones que votaron por Fajardo, cuya bandera era la educación, lo hagan por él en tres semanas. Por su lado, Duque recalcó en su discurso anticorrupción y antimermelada, la otra bandera fajardista.
Además del voto fajardista, las decisiones clave en este período que arranca serán las de Germán Vargas y la de César Gaviria.
En esta jornada, a juzgar por las votaciones y por lo que vimos en las regiones, el Partido Liberal se quedó quieto porque quería esperar a ver cómo jugaba frente a la segunda vuelta. Aunque sería un acto de incoherencia aliarse con Duque que promete deshacer una parte significativa del Acuerdo de Paz que impulsó el Partido Liberal, no es descartable que lo haga.
Por el lado de Vargas Lleras, más allá de la posición que él asuma, sus votantes de opinión están más alineados con la derecha y serán más fáciles de conquistar por Duque.
Dada la ventaja tan grande que Duque le sacó a Petro, al candidato de la Colombia Humana no le quedará tán fácil superar al uribista. Arranca con una brecha de 2,7 millones de votos que para cerrar necesitaría todos los votos de De la Calle y más de la mitad de los de Fajardo y que Duque no sumara nada. Para conseguirlos su desafío será moderar su discurso de ruptura sin desmotivar con ello a los casi 5 millones que salieron a votarle hoy.

Juanita León
La Silla Vacía

lunes, mayo 28, 2018

La crisis sin precedentes en la Iglesia católica chilena



Alcanza también al Vaticano

El 17 de mayo pasado fue el último día de reuniones entre el Papa Francisco y los treinta y cuatro obispos de la Conferencia Episcopal de Chile, luego de la cual el conjunto de los obispos presentaron su renuncia como autoridad de la iglesia católica de ese país. Esto fue el resultado de los escandalosos casos de abuso sexual por parte de curas chilenos que fueron sistemáticamente encubiertos y negados por el episcopado chileno y el Vaticano. En esta oportunidad el Papa Francisco recibió un informe de 2.300 páginas que incluyen 64 testimonios de chilenos que sufrieron abusos. Estos, según dijo, lo llenaron de “dolor y vergüenza”. Sin embargo, las denuncias son de larga data y el mismo Papa que ahora siente “dolor y vergüenza”, en 2015 acusó a quienes se oponían del nombramiento en Osorno de Juan Barros, uno de los mayores encubridores del pederasta Karadima, de “zurdos” y desestimó cualquier denuncia.
El caso más conocido en el prontuario de abusos de la iglesia católica chilena es sin dudas, el del mencionado sacerdote Fernando Karadima. James Hamilton, José Andrés Murillo y Juan Carlos Cruz en 2010 hicieron pública la denuncia de abusos sexuales y psicológicos por parte de este párroco, responsable de la formación de decenas de curas. El caso se archivó en la justicia chilena por haber prescripto y en 2011 fueron reconocidas por el Vaticano.
Fernando Karadima, a quienes todos conocían como “el santito” comenzó a ejercer como sacerdote diocesano a fines de la década del 50. Era el cura preferido de la alta burguesía chilena, relacionada directamente al pinochetismo, era cercano a Jaime Guzmán —cerebro de la Constitución de 1980- y a Eliodoro Matte —uno de los hombres más ricos de Chile. Los acusantes denunciaron que los abusos psicológicos y sexuales comenzaron en la década del 80, pero aparecieron también denuncias de la década del 60. Juan Barros era uno de los curas señalados por los acusantes por encubrir a Karadima ya que no solo fue informado de los abusos, sino que presenció algunos.
Al mismo tiempo que seguían apareciendo más casos de abuso por parte de “el santito”, estalló un nuevo escándalo; la Cofradía, un círculo hermético de más de una decena de funcionarios de la iglesia quienes se organizarían de manera jerárquica para cometer abusos sexuales de todo tipo. La Diócesis de Rancagua tuvo que salir públicamente a anunciar que decidió suspender de sus funciones a 14 sacerdotes, tras tomar conocimiento de las denuncias de presuntos abusos sexuales.
En Chile, el lugar de la iglesia católica y su estrecha relación con el Estado fue impreso con sangre a la sombra de la brutal represión pinochetista. Tan hondo caló la iglesia en la política chilena, que es quien ha formado en su Universidad Católica a la enorme mayoría de funcionarios del Estado y ha tenido una gran influencia en decisiones políticas muy importantes. La Iglesia católica en Chile es una verdadera potencia económica, dueña de innumerables propiedades, accionista en empresas. No olvidemos además que en Chile, por presión de la iglesia, la ley de divorcio se obtuvo recién en 2004 y que recién el año pasado se discutió la legalización del aborto en tres causales.

Disciplinamiento

Los lamentables casos de abuso por parte de funcionarios de la iglesia católica no son una novedad, sin embargo impresionan por su perversidad y porque generalmente se trata de abusos en los que también actúan sectores políticos, económicos o la policía, ya sea para encubrir o participar activamente de los mismos. Cuando los casos se vuelven escandalosos e innegables el Papa lanza un ridículo pedido de disculpas pero el Vaticano ha encubierto históricamente estos delitos porque entiende perfectamente que son parte de su ADN, una especie de “daño colateral” del rol disciplinador que debe cumplir en la sociedad.
El abuso sexual es una herramienta de disciplinamiento brutal. La víctima se encuentra en una situación de debilidad total, generalmente se siente culpable porque siente que provocó el abuso. En el caso Karadima, donde algunos acusantes fueron víctimas de abuso siendo adultos, se puede ver claramente cómo la sumisión a ese ser supremo, que es el cura que transmite la palabra de Dios y es presentado como un “Santo”, puede sojuzgar psicológicamente a una persona al punto de inmovilizarla o hacerle creer que lo que sucede es correcto.

Mujeres movilizadas

Esta vez, el Papa Francisco, luego del papelón de haberse paseado en Chile con el cura Juan Barros, el mencionado anteriormente encubridor de Karadima, y haberle dicho a quienes lo acusan que “Piensen con la cabeza y no se dejen llevar de las narices por todos los zurdos que son los que armaron la cosa”, tuvo que dar un paso atrás y se vería obligado a remover buena parte de los 34 obispos que presentaron la renuncia. ¿Por qué?
La visita del Papa a Chile fue un verdadero fiasco, no solo fue repudiado por desestimar denuncias de abuso, sino que muy poca gente asistió a las actividades planeadas. A la baja popularidad de la iglesia católica y del propio Papa, indicada por numerosas encuestas, se suma un movimiento de mujeres chileno en alza que viene del triunfo del año pasado de haber salido de la vergonzosa lista de países que prohibían el aborto en tres causales. Hoy, a raíz de numerosas denuncias de abuso por parte de académicos, en 26 universidades el movimiento de mujeres exige protocolos para acabar con los abusos y menoscabos que sufren las mujeres tanto física como psicológicamente. La semana pasada miles marcharon para exigir el fin de la violencia y los abusos.
El ascenso de un movimiento de mujeres que lucha por sus derechos, contra la violencia, los abusos, etc. inevitablemente choca con una institución que sistemáticamente se opone al avance de los derechos de las mujeres y a un Estado atado por mil y un lazos a ésta. A la iglesia católica chilena se la debe despojar de empresas, propiedades y todas las riquezas que le ha robado al pueblo chileno sobre la base de la sumisión, la represión y los abusos.
La lucha por la separación de la Iglesia del Estado es fundamental para arrancar todos los derechos y para conseguir verdadera justicia a las víctimas de abuso.

María Chuli

El mundial de 1978 : “todo está guardado en la memoria”



En junio de 1978, quien escribe estas líneas trabajaba en el inmenso frigorífico CAP de Rosario. Eran tiempos difíciles: en el laburo nadie se animaba a hablar de política, sólo se hablaba del Mundial. En ese entonces pensé que escribir sobre fútbol podía ser un punto de conexión con los compañeros y así fue que envié mi primer artículo de fútbol, sobre el Mundial del ´78, que vio la luz en un “Correo de Lectores” del periódico clandestino de Política Obrera (8/6/1978).
El correo fue publicado parcialmente “por razones de espacio”, lo cual tenía una explicación muy valedera: el periódico era clandestino, era chiquito y se entregaba camuflado en bolsitas, o en cajas de cigarrillos. En aquellos años de plomo, tenerlo, para un activista, era una necesidad, pero también quemaba entre las manos. De ahí en más, nos hicimos “periodistas amateurs de fútbol” y hemos escrito sobre el tema durante 40 años.
El título que elegí para aquel modesto correo era “El espejismo del mundial”, pues todo lo que ocurría era exactamente lo contrario de lo que se pintaba.
En 1977, cuando el periódico francés Le Monde publicó las primeras denuncias contra el campeonato de fútbol, supimos que en el exterior se había formado el “Comité pour le Boycott de la Coupe du Monde en Argentine”, que realizó una gran campaña internacional contra la realización de “un mundial en un campo de concentración”.
No eran tiempos de redes sociales ni de viralizaciones y en la Argentina se vivía otra situación. La inmensa mayoría de la izquierda no apoyaba ese boicot. El PC argentino era un fuerte opositor al mismo. La Unión Soviética, por ese entonces, mantenía fuertes relaciones comerciales con la dictadura. Eso yo lo sabía por experiencia propia. En el frigorífico CAP, durante el propio Mundial, hacíamos horas extras para cumplir con los embarques de carne a Rusia. Los Montoneros declararon una tregua mientras durara el mismo, el PRT hizo lo mismo y el morenismo (PST), en bloque, estaba contra el boicot y su periódico en la clandestinidad hasta saludó la presencia de la mujer de Videla en la cancha durante el Mundial como un avance de la mujer (Opción 7/7/78).
El boicot que tuvo la firma de miles de activistas e intelectuales en Europa, sólo recibió silencio en la Argentina. Políticamente, asistíamos a un espejismo.
El general Albano Harguindeguy mandó a imprimir un millón de calcomanías contra este boicot, que decían: “los argentinos somos derechos y humanos”.

El Fútbol

Si vivíamos un espejismo en lo político también lo vivíamos futbolísticamente. La crisis del fútbol argentino, por los años ’70, era muy importante: la inmensa mayoría de los clubes estaban quebrados, ningún técnico duraba un año en sus funciones, la Argentina se había quedado afuera del Mundial del ‘70, y había regresado sin gloria, al quedar eliminada en la segunda ronda, en el del ‘74.
Pero la selección vivía otra realidad, tenía un buen técnico desde hacía cuatro años, nombrado bajo el gobierno de Perón. La selección argentina del ‘78 tuvo antes del Mundial muchas confrontaciones internacionales y, a decir verdad, era un cuadrazo, con jugadores excepcionales (el joven Maradona era suplente) y tenía el modelo técnico del Huracán del ‘73, quizás el fútbol más vistoso y bien jugado que haya tenido club alguno en la historia del fútbol argentino.
Por diferir tanto de la realidad futbolística general, la selección era un espejismo. Por eso, en ese correo, me atreví a pronosticar que la Argentina podía estar en las finales del torneo.
La selección argentina pasó la primera ronda, segunda en el grupo, detrás de Italia, lo que la ubicó en un grupo difícil, pues debía enfrentar a Brasil y a Polonia, dos grandes equipos, y a Perú, con quien debió jugar el más controvertido de los partidos de la historia de los mundiales.
La Argentina le ganó a Polonia y Brasil a Perú, de manera que, igualados en puntos, debían jugarse a la misma hora los últimos dos partidos: Brasil-Polonia y la Argentina-Perú.
La FIFA dispuso, sorpresivamente, que debían jugar primero Brasil contra Polonia y después la Argentina contra Perú, concediéndole así una ventaja al equipo argentino, al conocer éste qué cantidad de goles iba a necesitar para llegar a la final. Brasil protestó contra la decisión de la FIFA, por darle una ventaja a la Argentina y pidió su anulación, pero la FIFA la confirmó.
Brasil jugó entonces en el primer turno y ganó 3-1, obligando a la Argentina a vencer al menos por cuatro goles de diferencia. Sabiendo esto, la Argentina jugó contra Perú.
Emulando a Mussolini, Jorge Rafael Videla visitó el vestuario peruano, acompañado por el ex secretario de Estado norteamericano, Henry Kissinger y les leyó a los jugadores un mensaje del dictador del Perú, Francisco Morales Bermúdez, sobre la “hermandad argentino-peruana”, en lo que era una velada amenaza. Demasiado para un partido de fútbol.
Han corrido ríos de tinta y todo tipo de versiones sobre sobornos a jugadores y dirigentes, de arreglos de Lacoste con la Federación de fútbol peruano, de colaboraciones económicas de la dictadura con el Perú -en plata y granos- y muchas cosas más que, seguramente, muchos de quienes saben la verdad sobre ellas se la llevaron o llevarán a la tumba. Lo cierto es que la Argentina ganó 6 a 0 en un cuadro absolutamente anormal y entró en las finales de la Copa.
La Argentina luego le ganó la final a Holanda en un partidazo y hubo un “permitido de festejos” de la dictadura, que creyó que, con el Mundial, salvaría una imagen -que no salvó. Durante el mismo Mundial, según la CONADEP, desaparecieron 63 personas. El torneo, como decían las organizaciones de derechos humanos de muchas partes del mundo, se hacía en un campo de concentración.
La selección del ´78, en ese Mundial, como diría el gran Hernán Cabra, fue “un Ministerio más del Estado”.
Eso es lo que está guardado en la memoria.

Juan Ferro

El 70 aniversario de la limpieza étnica de Palestina



El sionismo ha celebrado recientemente el 70° aniversario de la creación del Estado de Israel, un evento brutal que tuvo lugar en el marco de la expulsión de 800.000 palestinos de sus tierras. Dicha limpieza étnica de Palestina –como la denominó Ilan Pappe, el principal historiador de este evento– no fue, como afirman los sionistas, producto de las condiciones de su “guerra de independencia” de 1948, sino de un plan sistemático de desposesión de la población árabe nativa, que practicaron desde los comienzos mismos del asentamiento sionista y que volvieron a practicar en 1967 durante la Guerra de los Seis Días, que resultó en 200.000 nuevos refugiados palestinos como resultado de la ocupación de la Franja de Gaza y Cisjordania. Este es el origen de la cuestión de los refugiados, que está en el corazón de la causa palestina: hoy en día hay alrededor de 7,2 millones de refugiados palestinos, y uno de cada tres refugiados en todo el mundo es palestino. Lo primero que debe quedar en claro, por lo tanto, es que el sionismo es un movimiento colonialista, y que el derecho incondicional al retorno de todos los refugiados es la demanda central del movimiento de liberación nacional palestino, un derecho democrático elemental que sólo puede ser implementado poniendo fin a la partición de Palestina impuesta por el sionismo y unificando al país en el marco de un estado único, laico, democrático y socialista. Es el honor del pequeño grupo trotskista que operaba en aquel entonces en Palestina haberse pronunciado abiertamente contra la partición –ver la declaración “¡Contra la partición!”, publicada en el periódico Kol Ham'amad (La voz de la clase), No. 31, de septiembre de 1947, por la Liga Comunista Revolucionaria - Sección Palestina de la Cuarta Internacional.

El sionismo como movimiento colonialista de la etapa de decadencia capitalista

A este planteamiento histórico y político de la cuestión palestina y de su solución se puede objetar que otras Estados, incluyendo la Argentina y EEUU, también tuvieron raíces colonialistas y fueron creados sobre la base de un proceso de expulsión y exterminio de la población local, proceso que de hecho continúa hasta el día de hoy, como lo testimonia la muerte de Santiago Maldonado y de Rafael Nahuel, el joven mapuche asesinado por la Prefectura. Lo que diferencia a estos procesos del sionismo, además del lugar central que ocupa en la política contemporánea en Palestina la lucha contra al colonialismo, es que el sionismo es un movimiento colonialista que se originó tardíamente, como producto de la decadencia del capitalismo –más precisamente, con el estallido del caso Dreyfus en 1894. Mientras que el capitalismo, en su etapa de ascenso, liberó a los judíos de los guetos y los integró a la sociedad burguesa, desde fines del siglo XIX, y masivamente después de la Primera Guerra Mundial, observamos el ascenso de movimientos y partidos antisemitas. Mientras que los marxistas llamaron a combatir el antisemitismo integrando a los trabajadores judíos al movimiento obrero y socialista, e instando a los trabajadores a luchar contra cualquier forma de racismo y discriminación, el sionismo tomó el rumbo opuesto: adaptándose a la decadencia del capitalismo, afirmó que la integración de los judíos proclamada por las revoluciones burguesas era un error, y que los judíos debían volver a vivir en un gran gueto, que esta vez tomaría la forma de un Estado judío en Palestina. Como la ideología sionista tiene una base no sólo colonialista sino también teológica (en Israel no existe el matrimonio civil, y las parejas “mixtas” –pertenecientes a religiones diferentes– deben casarse en el extranjero), los sionistas declararon la guerra al idioma que hablaban entonces los judíos europeos, el yiddish –en torno al cual se había desarrollado una cultura con una fuerte impronta socialista– y revivieron el hebreo, el idioma de los rituales religiosos judíos, que ya para la época de Jesús se había extinguido y había sido reemplazado por el arameo.
El imperialismo comprendió inmediatamente la utilidad de este nuevo movimiento político, y lo estimuló abiertamente. Zubatov, el director de la Ojrana zarista y organizador de “sindicatos policiales” antes de la revolución de 1905, fomentó abiertamente el sionismo a fin de meter una cuña entre los trabajadores judíos y rusos. Pero lo que mejor testifica los lazos históricos estrechos entre el colonialismo sionista en Palestina y el imperialismo es la Declaración Balfour, una carta fechada el 2 de noviembre de 1917, del Secretario de Asuntos Exteriores británico Arthur James Balfour, a Lord Rothschild, un líder de la comunidad sionista británica, para su transmisión a la Organización Sionista Mundial, la cual establecía la posición, acordada en una reunión del gabinete británico el 31 de octubre de 1917, de que el gobierno británico apoyaría los planes sionistas para el establecimiento de un "hogar nacional" judío en Palestina. En aquel entonces los sionistas poseían solamente el 2% de la tierra de Palestina, por lo que la carta representaba un claro aliento al asentamiento de colonos sionistas en territorio árabe, motivado por la comprensión de que la hostilidad que dicha actividad generarían entre la población nativa desposeída transformaría a los colonos en instrumentos útiles en manos de los imperialistas.

“Sionismo versus Bolchevismo: Una lucha por el alma del pueblo judío”

Quien mejor comprendió el significado profundo del sionismo para el pueblo judío fue el ideólogo y líder del imperialismo británico Winston Churchill. En un artículo publicado en el Sunday Herald el 8 de febrero de 1920, afirmó abiertamente que la lucha entre sionismo y bolchevismo era “una lucha por el alma del pueblo judío”. Los judíos, esa “raza mística y misteriosa”, habían dado lugar al “evangelio de Cristo” y al “evangelio del Anticristo” (el bolchevismo). Churchill procedió entonces a alabar a lo que llamó los “judíos nacionales” y a denostar a los “judíos internacionales” –entre los que nombró a Karl Marx, Trotsky y Rosa Luxemburg– como responsables de una “conspiración mundial para el derrocamiento de la civilización”. Después de hacer una enumeración de personalidades judías destacadas en el gobierno soviético y en el comunismo alemán, Churchill procedió a afirmar que, “en violento contraste con el comunismo internacional, el sionismo presenta al judío una idea nacional de carácter imperioso. Le ha tocado al gobierno británico, como resultado de la conquista de Palestina, tener la oportunidad y la responsabilidad de asegurar para la raza judía de todo el mundo un hogar y centro de su vida nacional. La habilidad política y el sentido histórico del señor Balfour estuvieron prestos a aprovechar esta oportunidad.”
La creación de “un Estado judío bajo la protección de la Corona británica” en Palestina “sería beneficioso y estaría particularmente en armonía con los más auténticos intereses del Imperio británico.” Churchill pensaba que “el sionismo ya se ha convertido en un factor en las convulsiones políticas de Rusia, como una poderosa influencia que rivaliza en los círculos bolcheviques con el sistema comunista internacional”, citando como prueba “la furia con la cual Trotsky ha atacado a los sionistas”, y concluía haciendo un llamamiento a “los judíos leales” a “combatir la conspiración bolchevique” mediante “la construcción con la mayor rapidez posible de un centro nacional judío en Palestina”.
Restrospectivamente, es claro que los planes del imperialismo fueron exitosos: los judíos que quedaron atrapados en las redes del sionismo, tanto en Palestina como fuera de ella, se han alejado cada vez más de cualquier actividad revolucionaria y en la actualidad son arrastrados al proceso de fascistización creciente que está teniendo lugar en Israel. Para citar sólo un ejemplo reciente, el 14 de mayo de 2018 Israel asesinó a 60 palestinos e hirió a 2.771 manifestantes más en Gaza en menos de 24 horas.

Las tareas de los revolucionarios en Palestina

El estalinismo jugó y juega aún hoy un rol nefasto en la desarticulación y desorientación de la izquierda palestina, desde el apoyo que Stalin dio a la partición del país en 1948 hasta el apoyo actual del Partido Comunista de Israel a los “dos estados” –un eufemismo para el confinamiento de los palestinos en campos de concentración como Gaza. Pero la crisis del trotskismo también jugó un rol en la desorientación de la izquierda mundial en torno a la cuestión palestina, desde el llamado de Moreno a expulsar a los judíos de Palestina (una barbaridad que sólo puede contribuir a forzar a los trabajadores judíos en Palestina a cerrar filas en torno al sionismo) hasta el apoyo de ciertas “internacionales” trotskistas contemporáneas a la partición de Palestina (la filial israelí del Committee for a Workers’ International, Ma’avak sotzialisti, apoya la posición de los “dos estados”).
Frente a toda esta descomposición política, las posiciones que los revolucionarios en Palestina deben defender son claras, y están ancladas en las posiciones hsitoricas del trotskismo en Palestina: el derecho incondicional al retorno de los refugiados; el fin de la partición y la creación de un estado único, laico, democrático y socialista en Palestina; por un gobierno de trabajadores, campesinos y refugiados. Pero dado que la diáspora palestina está fuertemente presente en los países limítrofes como Jordania, el Líbano y Siria, y que la suerte del pueblo palestino está íntimamente ligada a la de los trabajadores de la región, la mayoría de los cuales sufre bajo el doble yugo de los despotismos locales y de las intervenciones imperialistas, dichas consignas deben ir ligadas indisolublemente a la lucha por una federación socialista del Medio Oriente.

Daniel Gaido

Irlanda: victoria rotunda del Sí en el referéndum por el aborto legal



Casi el 70% de los votos

Irlanda: victoria rotunda del Sí en el referéndum por el aborto legal
Irlanda acaba de dar el primer paso hacia el aborto legal. El referéndum celebrado el día viernes arrojó un resultado de casi un 70% a favor del Sí a la reforma de la octava enmienda constitucional que anuló ese derecho.

La juventud, donde el voto por el Sí fue aún más abrumador, se puso al hombro la campaña por la conquista del derecho al aborto legal en un país donde la influencia de la Iglesia Católica es enorme.
El clima de movilización se reflejó en los miles de irlandeses residentes en el extranjero que viajaron a su país a votar, como dio cuenta el hashtag #HomeToVote. El gobierno enviaría ahora al parlamento un proyecto que permite el aborto sin restricciones hasta las 12 semanas de gestación. En 2015, un referéndum había logrado la aprobación del matrimonio gay.
Así como ocurre en Argentina, el movimiento de mujeres en Irlanda lleva una lucha de muchísimos años por esta reivindicación. El último 8 de marzo, por ejemplo, congregó a miles de personas, incluídos sindicatos como el ICTU que salieron a las calles bajo la consigna “Mi cuerpo, mi elección”, exigiendo el acceso al derecho al aborto legal.
Este avance dado por el movimiento de mujeres tiene una larga historia. En 1983, una intensa campaña de la Iglesia logró la aprobación en un referéndum (por estrecho margen y con una escasa participación del electorado) de la reforma constitucional que, en nombre del “derecho a la vida del niño nonato”, prohibió el aborto. En 1992, se avanzó aún más en las restricciones con la prohibición de los viajes a los países extranjeros para abortar, y en 2002 otro referéndum ratificó la octava enmienda.
Sin embargo, la investigación que en 2009 sacó a la luz que 30.000 niños fueron abusados durante tres décadas en los orfanatos y hogares del país golpeó duramente a la Iglesia. La denuncia incluía a la orden de las Magdalenas donde las mujeres eran esclavizadas y obligadas a prostituirse. Esto generó un repudio generalizado de la población. En 2012, la muerte de una mujer de origen indio (Savita Halappanavar) a causa de una septicemia después de habérsele negado el aborto conmueve al país (un caso con semejanzas con el de Ana María Acevedo en nuestro país). El caso de Savita obliga al gobierno a promulgar la primera ley en la historia del país que permite la interrupción del embarazo en casos de riesgo de vida de la madre (incluyendo la amenaza de suicidio) pero a la vez excluye a los casos de incesto, violación o malformaciones del feto. Pero lo más importante es la imposición de una pena de 14 años para las mujeres que se practiquen un aborto y para los profesionales de la salud que lleven adelante la práctica.
Todas estas restricciones que se impusieron desde el Estado en unidad con la Iglesia, claramente no impidieron que los abortos siguieran llevándose a cabo, en condiciones precarias o en el extranjero. Las mujeres trabajadoras, con enormes dificultades para costear los casi dos mil dólares para viajar al exterior, fueron las más golpeadas por las prohibiciones.
La prohibición del derecho al aborto actúa como una gigantesca herramienta de disciplinamiento social. Las mujeres irlandesas han dado un gran paso adelante en un referéndum que capturó la atención del continente europeo y del mundo entero.

Bárbara Carrillo

Jenny Marx (1814-1881), una comunista entrañable en la que habitó nuestro olvido



El estilo argumentativo de Marx en el Manifiesto Comunista sigue pendiente. De nuevo Jenny Marx es la protagonista. El texto de hoy se ha publicado en un volumen colectivo editado por May Sánchez Seseña, César Sánchez Seseña y Luis Miguel Sánchez Seseña, Dígaselo con Marx. Les hablo de este libro la semana que viene. El escrito sobre Jenny Marx (lleva mi firma):
Un Marx joven muy enamorado [1] escribía estos versos a su amada, unos versos de los que él mismo, ya adulto, se distanciaría con ironía (y con comprensión al mismo tiempo): "¡Mira!, un millar de volúmenes podría llenar/ escribiendo solamente "Jenny" en cada línea./ Y aún ellas podrían ocultar un mundo de pensamiento/ hazaña eterna e inmutable./ Dulces versos que se anhelan dulces todavía/ todo el fulgor y todo el resplandor del éter,/ angustiada pena y dolor y gozo divino,/ toda la vida y todo mi conocimiento/ puedo leerlo en las estrellas rutilantes/ desde el Cétiro que retorna hacia mí/ hasta el ser del trueno de las olas salvajes./ Sinceramente escribiría como refrán,/ para ser visto en los siglos venideros:/ AMOR ES JENNY, JENNY ES NOMBRE DE AMOR".
Forman parte de un poema: "A Jenny". No es un poema imperecedero pero transmite el sentimiento romántico del joven Marx. "Esto es, porque tan dulcemente la amada nombra sonidos/ y su cadencia me dice tanto/ y tan plena, tan sonora, resuena./ Como los vibrantes espíritus en la distancia/ como el oro atado en su armonía/ como algo maravilloso, mágica existencia" son los versos finales.
Muchos años después, Eleanor, Tussy Marx, narraba con estas palabras la enfermedad de sus padres y su reencuentro en el umbral de sus vidas [2]:
Fue una época terrible [otoño de 1881]. Nuestra querida madre estaba en la gran sala de enfrente. Moro [Karl Marx] en la pequeña habitación de atrás. Y los dos, tan acostumbrados el uno al otro, tan próximos entre sí, no podían siquiera estar junto en la misma habitación. Nuestra buena y vieja Lenchen [3] […] y yo tuvimos que cuidarles a ambos. Nunca olvidaré la mañana en que se sintió suficientemente fuerte para ir a la habitación de mamá. Cuando estuvieron juntos de nuevo eran dos jóvenes: ella una muchacha joven y él un joven amante, ambos en el umbral de la vida, no un viejo devastado por la enfermedad y una vieja agonizante que se separaban el uno del otro para siempre.
Entre aquellos versos y este encuentro apasionado, toda una vida en común. Con sus más y sus menos, como casi todas las vidas, y soportando Jenny más de una "tontería-burrada" machista del autor -de letra endiablada por ella descifrada- de El capital.
Se pretende recordar en esta breve nota, no hay espacio para más, algunos momentos de esa vida desde el punto de vista de la esposa-compañera del revolucionario de Tréveris. Como homenaje, para que no habite nunca más nuestro olvido sobre ella (ni sobre la compañera Demuth).
En una carta a Joseph Weydemeyer [4], escrita desde Londres el 20 de mayo de 1850, Jenny, que solía despedirse en sus cartas con un "Salut et fraternité, su citoyenne et vagabonde", recordaba algunos episodios centrales de su vida familiar:
Usted sabe que no nos hemos quedado con nada de todo ello; viajé a Francfort para empeñar mi platería, lo último que nos quedaba; en Colonia hice vender mis muebles, porque corría peligro de ver embargada la ropa y todo lo demás. Al iniciarse la infausta época de la contrarrevolución, mi marido viajó a París y yo le seguí con mis tres hijos [Jenny, Laura, Edgar]. Apenas aclimatado en París, fue expulsado, y a mí misma y a mis hijos se nos negó una permanencia más prolongada. Volví a seguirle allende el mar.
Un mes más tarde nació su cuarto hijo, Heinrich Guido, uno de los fallecidos.
Usted debería conocer Londres y las condiciones en que se vive aquí, para saber qué significa tener tres hijos y el nacimiento de un cuarto. Solamente en concepto de alquiler debíamos pagar 42 táleros mensuales. Estábamos en condiciones de solventar todo ello con nuestro propio peculio. Pero nuestros pequeños recursos se agotaron cuando apareció la Revue [5]. A pesar de lo convenido, el dinero no llegaba, y cuando lo hizo fueron sólo pequeñas sumas aisladas, de modo que caímos aquí en las situaciones más terribles.
Jenny describía a continuación un día de su vida londinense en aquellos primeros años cincuenta:
Le relataré solamente un día de esta vida, tal como fue, y usted verá que acaso pocos refugiados hayan pasado por situaciones similares. Puesto que las amas de leche son prohibitivas aquí, decidí, a pesar de constantes y terribles dolores de pecho y espalda, alimentar yo misma a mi hijo. Pero el pobre angelito mamaba de mí tantas preocupaciones y disgustos silenciosos, que se hallaba constantemente enfermo, padeciendo dolores día y noche. Desde que ha llegado a este mundo jamás ha dormido aún toda una noche, a lo sumo de dos a tres horas. Últimamente se sumaron aún a ello violentos espasmos, de modo que el niño fluctuaba constantemente entre la muerte y una vida mísera.
Presa de esos dolores, el niño mamaba con tal fuerza que el pecho de Jenny quedó lastimado y agrietado; la sangre manaba a menudo dentro de su trémula boca.
Así me hallaba yo sentada un día, cuando entró de repente nuestra casera -a quien en el curso del invierno habíamos pagado más de 250 táleros, y con quien habíamos convenido por contrato que el dinero de fecha posterior le sería abonado no a ella, sino a su propietario, quien le había trabado embargo con anterioridad-, negó el contrato, exigió las 5 libras que aún le adeudábamos, y puesto que no disponíamos de las mismas en el acto (la carta de Naut llegó demasiado tarde), entraron dos embargadores en la casa, trabaron embargo sobre todas mis pequeñas pertenencias, las camas, la ropa, los vestidos, todo, hasta la cuna de mi pobre niño, los mejores juguetes de las niñas, quienes se hallaban arrasadas en ardientes lágrimas. Amenazaron con llevárselo todo en un plazo de dos horas; yo yacía en el suelo, con mis hijos ateridos de frío y mi pecho dolorido. Schramm, nuestro amigo, acudió de prisa a la ciudad para procurarnos auxilio. Ascendió a un cabriolé, cuyos caballos se desbocaron; él saltó del coche, y nos lo trajeron sangrante a nuestra casa, donde yo gemía con mis pobres niños temblorosos.
Al día siguiente tuvieron que abandonar la casa. El día era frío, lluvioso y encapotado. Marx buscó una casa. Nadie les aceptaba cuando hablaba de los cuatro niños de la pareja (dos de ellos fallecieron tiempo después).
Finalmente nos ayudó un amigo; pagamos, y yo vendí rápidamente todas mis camas para pagar al boticario, al panadero, al carnicero y al lechero, quienes habían comenzado a temer a causa del escándalo del embargo, y que súbitamente se abalanzaron sobre mí con sus cuentas. Las camas vendidas fueron llevadas ante la puerta y cargadas en un carro, y ¿qué sucedió entonces? Ya había pasado mucho tiempo después de la caída del sol, y la ley inglesa prohíbe eso; apareció el casero con agentes de policía, afirmando que también podrían haber objetos suyos entre ellos, y que nosotros querríamos fugarnos a algún país extranjero. En menos de 5 minutos había más de 2 ó 3 centenares de personas observando atentamente frente a nuestra puerta, toda la chusma de Chelsea. Las camas volvieron, y se nos dijo que sólo a la mañana siguiente, después de la salida del sol, podrían serles entregadas al comprador; cuando de este modo, mediante la venta de todas nuestras pertenencias, estuvimos en condiciones de pagar hasta el último céntimo, me mudé con mis pequeños amores a nuestras actuales pequeñas dos habitaciones del Hotel Alemán, 1 Leicester Street, Leicester Square, donde por 51/2 libras semanales, hallamos una acogida humanitaria.
En otras cartas, Jenny relata otros momentos similares de angustia, desesperación y de mucho sufrimiento.
Unos veinte años después, apenas unos meses después de la primera edición de El Capital, su amigo Ludwig Kugelmann les hizo llegar, como regalo de Navidad, un busto de Zeus que había decorado anteriormente su salón. Tenía un parecido con Marx; la intención del regalo de su admirador era evidente. Desde Londres, el 24 de diciembre de 1867, Jenny le escribía agradeciéndole el detalle y dando cuenta del contexto de elaboración de El Capital:
[…] También le agradezco yo de corazón su gran interés y sus afanes incansables por el libro de Karl. Parece ser que los alemanes prefieren con mucho expresar su aplauso a través del silencio y la mudez total [...] Puede creerme usted, querido Sr. Kugelmann, que con certeza rara vez he sido un libro escrito bajo circunstancias más difíciles, y bien podría yo escribirle una historia secreta, que descubriría las muchas, infinitamente muchas penas silenciosas, y el miedo y los sufrimientos. Si los obreros tuviesen una idea del sacrificio que ha sido necesario para terminar esta obra, que ha sido escrita sólo para ellos y en su interés, quizás si mostrarían ellos más interés. Los lassalleanos parecen haber sido los más rápidos en acapararse para si el libro, par traducirlo debidamente. Pero esto no daña.
Eso, sí, a continuación y con toda cortesía, le señalaba a su amigo y benefactor:
Bueno, al final tengo yo que desplumar un pollito con usted. ¿Por qué se dirige usted a mi de manera tan formal, incluso con "graciosa", a mí, un veterano tan viejo, una cabeza tan cubierta de musgo en el movimiento, un compañero de ruta y de lucha tan honrado? Me habría gustado tanto visitarle este verano a usted y su querida esposa y a Fränzchen, de las cuales mi marido no puede parar de decir tanta cosa amable y tanta cosa buena, me habría gustado tanto volver a ver Alemania después de once años.
El año pasado, proseguía, había estado muy achacosa, y había perdido también, por desgracia le señalaba a su interlocutor, mucho de su "fe", de su valor para la vida.
Muchas veces me ha resultado difícil mantenerme de pie. Pero como mis muchachas [sus tres hijas: Jenny, Laura, Eleanor] hicieron un largo viaje –estuvieron invitadas con los padres de Lafargue [6] en Burdeos- no se pudo hacer al mismo tiempo mi escapada, y ahora tengo, pues, la hermosa esperanza delante de mí, para este año que viene. Karl le envía a su esposa y a usted los más cordiales saludos, a los que se adhieren sinceramente las muchachas, y yo le tiendo, a usted y a su querida esposa, desde la distancia mi mano.
Jenny, siempre educada, siempre afable pero militante y feminista (en las coordenadas culturales de aquellos años), y con entidad propia, escribía finalmente: "Su Jenny Marx ni graciosa ni por la Gracia de Dios".
A Friedrich Engels, otro imprescindible, otro sostén familiar y colaborador político, le escribía en mayo de 1850 tras la muerte de su hijo:
Querido señor Engels:
Su amistosa expresión de sentimientos con motivo del destino que tan severamente nos ha golpeado con la pérdida de nuestro querido pequeño, mi pobre y pequeño hijo que tanta pena nos ha causado [Heinrich Guido (Föxchen)], me ha hecho mucho bien, tanto más cuanto que durante los últimos días de dolor he debido quejarme tan amargamente de nuestro amigo Schramm. Mi marido y todos nosotros le hemos echado mucho de menos, y a menudo hemos anhelado su presencia
Veinte años después, también desde Londres, alrededor del 17 de enero de 1870, escribía de nuevo a su "querido señor Engels":
Raras veces quizá ha venido un hamper so à propos [un envío aquí, a tiempo] como el de ayer. La caja fue abierta y los cincuenta esbeltos hombrecillos quedaron parados, en fila, en la cocina, cuando llegaron el Dr. Allen y su ayudante, un joven doctor escocés, para operar al pobre Moro, de manera que, inmediatamente después de la operación, el Moro y sus dos esculapios pudieron fortalecerse con el exquisito Braunenberger. La historia esta vez fue, de nuevo, muy mala. Desde hace ocho días habíamos empleado todos los medios; compresas, albahaca, etc, etc, que muchas veces habían ayudado. Todo fue un vano. El absceso crecía constantemente, los dolores se hicieron intolerables y no se había producido ninguna abertura o suturuación.
Fue necesario cortar finalmente. Fue entonces cuando Marx se decidió a dar el paso inevitable... llamar a un médico.
Experimentó gran alivio después de la profunda incisión y, aunque hoy a la mañana, no está libre de dolores, en general está muchísimo mejor y espero que dentro de unos pocos días estará curado.
Pero ahora debo revelar, en contra de él, un registro formal de pecados. Desde que regresó de Alemania, sobre todo después de la campaña de Hanóver, se sentía indispuesto, tosía permanentemente y, en lugar de cuidarse, empezó a estudiar ruso a toda costa [7]; salía poco, comía de modo irregular y sólo mostró el carbunco debajo del brazo después que éste ya estaba muy hinchado y endurecido. ¡Cuántas veces, mi querido señor Engels, he deseado calladamente, desde hace años, que usted estuviera aquí! Muchas cosas serían diferentes. Ahora espero que esta última experiencia le sirva de escarmiento.
Por favor señor Engels, añadía Jenny, no haga ninguna alusión a esto en sus cartas. En este momento Marx
se irrita con facilidad y se enojaría mucho conmigo. Pero, para mi desahogo, necesitaba abrir mi corazón a usted porque me siento impotente para cambiar en algo su modo de vida. Quizá se pueda arreglar con Gumpert para que hable en serio con él, cuando vuelva a Manchester. Es todavía el único médico en el que deposita confianza. En nuestra casa reina ahora un desprecio general hacia toda medicina y hacia todos los médicos; y, sin embargo, sigue siendo un mal necesario.
Sin ellos, concluía razonablemente Jenny,, uno no se podría curar.
En su conocida "confesión" a su hija Laura, Marx respodió más de una tontería. Esta por ejemplo: su virtud favorita en la mujer: la debilidad (que acaso sea una mala traducción o tuviera entonces un significado muy distinto). Pero acertó en muchas respuestas: el vicio que más excusa: la credulidad. Color favorito: el rojo. Héroe favorito: Espartaco, Kepler... Y nombre favorito: Laura, Jenny [8]. Se olvidó de Eleanor, de Tussy (otra mujer entrañable, amiga de Friedrich y hermana suya sin que los dos llegaran a saberlo, que merece nuestro recuerdo), pero hizo muy bien en elegir los dos nombres que eligió.
Sin Jenny Marx, sin Jenny von Westphalen, nada hubiera sido posible. Nada. Ni su gran obra, ni su militancia ni su Manifiesto ni su clásico inmortal ni sus estudios… ni lo más esencial de su vida.
Jenny falleció el 2 de diciembre de 1881. La otra Jenny, Jennyschen, su hija mayor, lo hacía el 11 de enero de 1883. El autor del Manifiesto comunista, el amigo y camarada de Engels, nos dejó el 14 de marzo de 1883. Un año y tres meses más tarde.
En otro de sus poemas juveniles, este de octubre-diciembre de 1836, Marx tenía entonces 18 años, había escrito: "Por lo tanto, arriesguemos todo/ jamás descansemos, jamás cansados,/ ni en el lúgubre silencio, yacer/ sin acción o anhelo./ Ni en cavilante introspección,/ inclinado bajo una cadena de dolor,/ pues, la esperanza, el sueño y la acción/ insatisfechos en nosotros permanecerían".

Salvador López Arnal

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Notas

(1) Karl Marx, Poemas, Mataró (Barcelona), El Viejo Topo, 2000, p. 35. Prólogo de Francisco Fernández Buey; traducción de Francisco Jaymes y Marco Fonz.
(2) David McLellan, Karl Marx. Su vida y sus ideas, Barcelona, Editorial Crítica, 1983, p. 515 (traducción de José Luis García Molina).
(3) Helene Demuth, la trabajadora, amiga, empleada y protectora de la familia. Marx tuvo un hijo con ella que no tuvo el coraje de reconocer. Engels permitió que llevara su nombre, Friedrich, para aparentar normalidad. Cabe señalar la grandeza moral y vital de ambas mujeres, Helene y Jenny, que convivieron juntas durante el embarazo.
(4) He usado las cartas de Jenny Marx que aparecen en David McLellan, Karl Marx, edi cit, Mary Gabriel, Amor y Capital, Vilassar de Mar (Barcelona), El Viejo Topo, 2014, un libro imprescindible en mi opinión, y las cartas de la esposa de Marx que fueron traducidas para las OME, las obras de Marx y Engels cuya traducción y edición coordinó Manuel Sacristán, y que nunca fueron publicadas. Entre los traductores de las cartas, sin poder tener seguridad de ello, José Mª Ripalda, León Mames, Pedro Scaron y Miguel Candel.
(5) Neue Rheinische Zeitung. Politish-ökonomische Revue.
(6) Paul Lafargue, el autor de Elogio de la pereza, el esposo-compañero de Laura, el verdadero Marx que se carteó con Darwin.
(7) Para comunicarse con los populistas rusos, para escribir a Vera Sassulich, para entender mejor el campesinado y la comuna rusa.
(8) Véase David McLellan, edi cit, p. 525.

Explotó todo e Italia no formó gobierno

El presidente vetó a un ministro euroescéptico para Economía y fracasó la alianza antisistema

El Movimiento Cinco Estrellas y la Liga presentaron una lista inamovible de ministros, pero Mattarella rechazó a uno y abrió la puerta a nuevos comicios. Italia vive una crisis sin precedentes, tras más de 80 días de cabildeos

Pese a los esfuerzos del ahora ex primer ministro encargado de hacer el gobierno, el abogado Giuseppe Conte, y pese a algunos pasos adelante y al costado –pero nunca atrás– de los líderes de la alianza mayoritaria surgida de las elecciones de marzo, Luigi di Maio del anti establishment Movimiento Cinco Estrellas (M5E) y Matteo Salvini de la derechista Liga, que se mantuvieron siempre en posiciones bastante rígidas, Italia no logró formar el gobierno que se esperaba desde hace más de 80 días. Y muy probablemente deberá llamar a nuevas elecciones.
Ayer por la tarde Conte se presentó en el Palacio del Quirinale –sede de la presidencia– y entregó al presidente de la República, Sergio Mattarella, una lista de ministros inamovible. En esa lista aparecía un nombre, el del economista Paolo Savona como candidato al ministerio de la Economía, que Mattarella había ya cuestionado –dado que la Constitución le confiere el derecho de cuestionar los ministros si lo considera necesario– por sus abiertas posiciones antieuropeístas y antieuro. Sobre este tema el presidente Mattarella había hablado nuevamente ayer por la tarde con Di Maio y Salvini separadamente.
Cuando Conte salió del encuentro con Mattarella, se limitó a decir a los periodistas que había renunciado al encargo de formar un gobierno que le había conferido el presidente. Nada más. No dio ninguna explicación sobre los motivos de esa renuncia.
En cambio fue el presidente Mattarella quien hizo un discurso sin pelos en la lengua ante la prensa, cosa bastante rara en el mundo político italiano donde en general se mantienen ciertas formalidades. Se notó que el presidente Mattarella estaba molesto con la decisión tomada por los dos partidos que le quisieron imponer “aceptar todo el gabinete de ministros o ir a elecciones”.
Aun sabiendo la necesidad que el país tenía de un gobierno “he esperado los tiempos que ellos me pidieron”, dijo Mattarella haciendo alusión a las varias postergaciones de las decisiones que los dos partidos le solicitaron para poder ponerse de acuerdo entre ellos sobre el programa y los ministros. “Nadie puede decir que yo obstaculicé la formación del gobierno que ellos llamaron ‘del cambio’ (…) Presté especial atención a algunos ministerios (...) No acepté solo el candidato a ministro de la Economía porque ese ministerio significa un mensaje inmediato al mundo económico y financiero mundial (…) Frente a mi pedido no hubo ninguna disponibilidad (…) Hice todo lo posible para hacer nacer un gobierno político”, concluyó Mattarella indicando que en los próximos días, después de consultas con el Parlamento y los partidos, dará a conocer cuáles serán los pasos a seguir. El camino más probable es la formación de un gobierno técnico hasta que se hagan nuevas elecciones en el otoño europeo, es decir octubre o noviembre.
Pero el M5E y otro partido de Derecha, Fratelli d’Italia, que no aceptaron el “veto” puesto por el presidente a Savona, acusaron a Mattarella de no haber respetado el voto de los italianos y pidieron para él el “impeachment”, es decir el juicio político, cosa que parece más bien una reacción de rabia pero bastante improbable. “Estoy muy enojado –comento Di Maio del M5E–. Estamos trabajando desde hace decenas de días, de día y de noche. La verdad es que están haciendo todo lo posible para que el M5E no pueda gobernar”.
La pelea por el caso Savona, economista prestigioso y con mucha experiencia en el mundo bancario italiano, había empezado hace varios días. El viernes pasado, Conte y el presidente Mattarella ya se habían reunido para discutir sobre los ministros. Conte llevaba las órdenes definitivas de los líderes Salvini y Di Maio. Ambos defendían a ultranza a Savona con la indicación de “o se acepta Savona o se va a nuevas elecciones en octubre”. Incluso se había manejado la posibilidad de que Savona funcionara como asesor de la presidencia del Consejo de Ministros, es decir asesor de Conte. Pero Di Maio y Salvini se negaron también a esto.
Conte, que es abogado y profesor universitario pero no tiene ninguna experiencia política, se reunió el viernes también con Ignazio Visco, la máxima autoridad del banco central italiano, la Banca d’Italia. Una hora y media de conversación en la que Visco le advirtió sobre los riesgos que corre Italia en este momento, dándole a entender cuánto importante era la elección del ministro de economía.
Nunca recuperada completamente de la crisis económica del 2009, Italia ha provocado en los últimos meses de incertidumbre política, un aumento notable del llamado “spread”, es decir la diferencia de rendimiento de los bonos a 10 años del estado italiano (llamados Btp)y los bonos iguales del estado alemán (Bund). Ese spread es uno de los indicadores usados en el mundo financiero europeo para definir la confiabilidad de la economía de un país. La diferencia entre esos dos indicadores era de 137,3 puntos el 5 de marzo de este año, es decir un día después de las elecciones nacionales que se hicieron el 4. Hoy es de 206,3 puntos, lo que ha puesto muy nerviosos a todos los sectores productivos y financieros italianos y europeos. Una de las consecuencias de ese spread es el aumento de los intereses que se pagan por préstamos bancarios y otros servicios.
¿Por qué se ha producido esta diferencia? Según los expertos la diferencia es debida en parte a la incertidumbre provocada por la no formación de un gobierno durante 80 días desde las elecciones. En parte también porque el programa de gobierno armado por M5E y Liga incluye una serie de medidas económicas como la disminución de las tasas, la atribución de una consistente contribución económica a los desocupados, la baja de la edad de jubilación, entre otras, que costarían una considerable cantidad de dinero al país. Pero el programa nunca explicó de dónde saldría el dinero para afrontar esos gastos.
Dentro del Parlamento italiano, cuando se habla de nuevas elecciones algunos exponentes ven peligrar los cargos de diputados o senadores para los que han sido apenas elegidos y han dicho que darían su voto de confianza en el Parlamento al gobierno que presentara Conte. Entre ellos dos ex miembros del M5E que se habían ido al llamado “grupo mixto” de senadores, y dos senadores elegidos en Argentina, el presidente del Maie (Movimiento Asociativo Italianos en el Exterior) Ricardo Merlo, y el presidente de la Asociación Centro Calabrés de Buenos Aires, Adriano Cario. ¿Por qué darán su voto de confianza?, se les preguntó. “Porque es la primera vez que un programa de gobierno habla de los italianos en el exterior”, respondió Merlo. Ahora la situación de todos ellos cambiará
Mientras tanto el diario romano La Repubblica publicó esta semana un chiste de humor negro, aludiendo a que la alianza de gobierno –es decir la ex alianza de M5E y Liga– quería llevar a toda costa a Italia hacia el centro. Pero en el dibujo aparecían dos lápidas en un cementerio, una de ellas llevaba el nombre de Argentina y la otra de Venezuela. El centro estaba indicado por una flecha entre ambas, pero siempre en el cementerio.

Elena Llorente
Página/12

Colombia elige presidente en segunda vuelta

Gustavo Petro pude llegar a ser el primero que rompe la tradición de gobiernos bipartidistas, de la oligarquía liberal-conservadora

Las elecciones para presidente de Colombia en esta primera vuelta, 27 de mayo del 2018, aclararon las aguas para la segunda donde se definirá quién se sentará en el solio presidencial de la Casa de Nariño por el período 2018-2022.
Las votaciones señalaron como ganador de esta primera vuelta a Iván Duque (7.566.698 votos, el 39%) del Centro Democrático, el candidato del uribismo, la extrema derecha. Los enemigos de la paz y los ricos de Colombia.
Segundo fue, y contra todos los pronósticos del establecimiento, los grandes medios de comunicación, la guerra sucia, las mentiras, las amenazas y ataques, el candidato de los pobres, la esperanza del cambio y la paz, Gustavo Petro de la Colombia Humana (4.849.148 el 25%).
Tercero, Sergio Fajardo, ex alcalde y ex gobernador de la Coalición Colombia (4.587.979 el 23%), una alianza de Verdes, el Polo y sectores de clase media y empresarios.
Cuarto, Germán Vargas Lleras (1.406.732 el 7%), ex vicepresidente del gobierno de Santos, representante de la oligarquía bogotana, la derecha y sectores empresariales, liberales y conservadores, el candidato de las maquinarias partidistas.
Quinto, Humberto De la Calle candidato del partido Liberal y figura fundamental en los acuerdos de paz que se firmaron con las FARC, (399.118 el 2%).
Así las cosas, a pesar del juego sucio y las dificultades, la Colombia Humana va a segunda vuelta, pero con un escenario muy difícil, aunque esperanzador.
Es indiscutible que se puede estar produciendo una ruptura en la larga tradición de elecciones y triunfo del bipartidismo (Liberales-Conservadores) que, bajo nuevos ropajes durante los últimos años como Centro Democrático, Partido de la U, ha gobernado desde la fundación de la República el país.
Pero ahora viene la pregunta, que suena más a tarea: ¿Cómo atraer a las bases de la Coalición Colombia (Sergio Fajardo) y las que apoyaron a Humberto de La Calle a la segunda vuelta hacia la consolidación del proyecto de la Colombia Humana?
La posición de Fajardo y la alianza que lo sostiene es que ellos le arrebatan el espacio de centro y el movimiento por el cambio a la Colombia Humana y a Petro. Van por la alcaldía de Bogotá en las elecciones locales del 2019, ya que en la capital fue donde más votos sacaron, seguidos por la Colombia Humana, y van también por los gobiernos locales como los concejos y alcaldías municipales.
Pero la Colombia Humana las debe disputar y seguir avanzando por consolidarse como un movimiento por el cambio, y apostarle a esos escenarios de poder local y regional como los concejos municipales y las alcaldías.
Fajardo y la Coalición Colombia van a consolidar ese movimiento para las presidenciales del 2022. Y la Colombia Humana, ¿qué tendría qué hace r?, no dejárselo arrebatar y avanzar hacia un gobierno del 2022, así se pierda en segunda vuelta.
La gran batalla de hoy es en dos niveles y tiempos. Es, en un primer nivel y momento, un debate político e ideológico duro, respetuoso, pero a fondo, con las bases de la candidatura de Sergio Fajardo y de las de Humberto De La Calle, para ganarlas a favor de una presidencia y gobierno de la Colombia Humana con Petro que defiende la bandera de la paz digna para Colombia. Y en un segundo nivel, trabajar en la construcción de un movimiento social de base local y nivel nacional, que aglutine una amplia diversidad y pluralidad de fuerzas y sectores, y apueste por un programa de cambio y lo defienda no solo con el voto, sino con la organización y la movilización.
Aquí entra, además, la discusión en clave de la preparación de la Asamblea Nacional Constituyente. Ya se decía en anteriores artículos que de ganar Petro la presidencia, no cuenta con los poderes para gobernar, como el Congreso donde tiene una minoría que lo apoya, ni el poder económico y de las grandes empresas y corporaciones, ni del ejército; contaría, sí, con el poder del constituyente primario, de derrotar en la segunda vuelta el candidato del Continuismo.
La disputa es muy clara, para decirlo en términos simples. Se va definir en la segunda vuelta el 17 de junio del 2018, una presidencia entre los ricos y los pobres de Colombia.
Así no cambie a favor de los pobres completamente con Petro, esa es la disyuntiva y consigna en disputa. Entre un gobierno para la vida y la dignidad de los más pobres, y uno de la muerte y para los privilegios de los más ricos. Cambio o continuidad es, pues, la disyuntiva.
Duque-Uribe, el bloque de la oligarquía, la derecha y de los ricos, convoca la alianza de Germán Vargas Lleras, el tercero en la contienda a primera vuelta con 1.400.000 votos; las bases de la Coalición Colombia que apoyó a Fajardo que serán más difíciles de atraer pero que obtuvo más de 4.500.000 votos; del Partido verde un poco y del Polo Democrático también algo. Además de los apoyos que obtuvo Humberto de La Calle, 400,000, una parte de los cuales se dividirán entre las dos fuerzas que se enfrentan en la segunda vuela.
Gustavo Petro y la Colombia Humana, convoca a los pobres, con algunas alianzas y los apoyos que obtenga de la Coalición Colombia que apoyó a Fajardo; y lo que convoque de las bases del movimiento que apoyó a Humberto De la Calle.
Y nada de eso va a ser fácil en menos de un mes. Conseguir 5 millones de votos para ganar la presidencia.
Pero esa es la batalla a que estamos enfrentados, y no hay otra alternativa que darla.
Así que, de ganar Petro, sería el primer presidente en la historia bicentenaria de la República que no procede del bipartidismo oligárquico Liberal-conservador.
No hay que desalentarse y menos ahora, ¿o cuándo ha sido fácil en la vida de los pueblos conquistar mayores derechos, libertades, democracia y paz digna?

Oto Higuita

jueves, mayo 24, 2018

De la Revolución de Mayo al Cordobazo, pasando por los anarquistas



Mayo es Mariano Moreno y también Agustín Tosco.

Sobre el 25 de mayo de 1810 y sus vísperas, para no repetir las traumáticas muletillas que nos enseñaron mecánicamente en la escuela primaria, estuve rastreando en estos días documentos y escritos menos conocidos.
Y encontré de pronto un dato puntual que quiero compartir.
En 1807, el jefe de la segunda invasión inglesa a Buenos Aires se llamaba John Whitelocke. Esta invasión, igual que la primera que había comandado Carl Beresford, también fue rechazada y Whitelocke tuvo que irse con el rabo entre las piernas.
De regreso a Londres debió comparecer ante una Corte Marcial que lo declaró culpable y lo consideró "incapacitado e inmerecedor de servir a Su Majestad en ninguna clase de empresa militar".
Hasta aquí me parece que no hay nada sorprendente y creo que tampoco muy desconocido. Pero lo que sí me llamó la atención es la defensa que John Whitelocke hizo de sí mismo.
¿Qué alegó el militar británico ante el tribunal del imperio que lo juzgó?
Whitelocke arguyó que él no se sentía culpable de la derrota, porque consideraba que era imposible, absolutamente imposible, conquistar una ciudad como Buenos Aires donde todos los habitantes sin excepción habían salido a la calle a combatir.
Y no hacen falta demasiadas exégesis ni agregados para este episodio. Contra los ingleses en 1807 o contra la policía asesina del 19 y 20 de diciembre del 2001, la larguísima lucha librada por los sectores populares de esta urbe portuaria tan polifacética como contradictoria, sigue siendo no sé si la misma, pero por lo menos bastante parecida.
En esos tres o cuatro años que van de las invasiones inglesas al 25 de Mayo se fue desarrollando y profundizando la conciencia colectiva.
En estas horas recordamos la Revolución de Mayo de 1810, que como la revolución francesa ocurrida 21 años antes, en 1789, no fue una revolución de los más desposeídos. En el caso nuestro no tuvo como epicentro un levantamiento de los esclavos traídos por la fuerza desde Africa y desde otras latitudes, ni fermentó en el marco de una rebelión indígena, como la heroica revuelta de Túpac Amaru, sino que se conformó como una revolución iniciada por la burguesía porteña que había entrado en colisión con el oscurantismo godo e inquisidor de las huestes de Fernando VII.
Sin embargo, en las condiciones feudales que los colonialistas españoles habían impuesto a sus posesiones en el nuevo continente, el pronunciamiento del 25 de mayo de 1810 fue una auténtica revolución que planteó una nueva etapa, desencadenando una dialéctica y una dinámica que se prolongó con muchas luces y muchas sombras en las guerras por la independencia.
En el Cabildo Abierto del 22 de mayo ya habían quedado bien delineadas las dos posiciones.
El obispo Benito Lué y Riega, que era un incondicional de la Corona, opinó que el virrey Cisneros debía ponerse al frente de la situación, en tanto que el abogado Juan José Castelli, que estaba fuertemente inflamado por las ideas renovadoras de los enciclopedistas como Rousseau, manifestó a los gritos que el poder de la España colonial, de la España realista, había caducado y que el pueblo debía asumir los derechos de soberanía para constituir un nuevo gobierno.
Era la segunda década del siglo XIX.
Fue justo en ese momento histórico, al producirse una serie de coyunturas internacionales favorables, sobre todo la invasión de Napoleón a España, y, al abrigo del ocaso colonial que desencadenara el relevo de los comerciantes monopolistas ligados a la metrópoli por una burguesía de carácter nativo; fue justo en ese momento histórico que un sector importante de los habitantes de la margen occidental del Río de la Plata decidió tirar por la borda al régimen oprobioso del rey de España para asumir por sí solos la conducción de la cosa pública.
Durante la semana que va del 18 al 25 de mayo de 1810 los acontecimientos se precipitaron y, en medio de los avances y reflujos producidos por las distintas corrientes de opinión que convergían hacia la revuelta, el Cabildo —un verdadero parlamento donde estaban reprersentados los empleados civiles, alcaldes, cónsules, clérigos, profesionales, comerciantes, vecinos sin designación, etc.— decide en votación dividida que el poder de España había finiquitado.
Los que empujaban para adelante, los que no querían ninguna concesión y rechazaban cualquier posibilidad de negociar un gobierno compartido, triunfaron no sin sobresaltos, dejando atrás a los timoratos y agentes encubiertos de la monarquía española.
Fue sin duda un pronunciamiento popular que inició una nueva era en el continente. Buena parte de los habitantes, reunidos en la plaza pública y conducidos por las milicias populares que habían organizado French y Berutti bajo el nombre de "Legión Infernal", desbordaron a los indecisos para exigir a voz en cuello el cambio total.
Concretamente, desde la plaza, exigieron no solo que renunciara el virrey Cisneros sino también los demás. Textualmente dijeron en aquella jornada de 1810: "Si no se van, los resultados podrían ser fatales.
Con lenguaje actual diríamos: que se vayan todos, que no quede ni uno solo.
Y en realidad, en aquel 25 de mayo de 1810, pasado el mediodía, los regidores se prestaron a establecer la nueva Junta y la presentaron a la población para que fuera aprobada. También se agregaron una serie de disposiciones, como la obligación del nuevo gobierno de informar todos los días primero de cada mes sobre el estado de la economía y, también la obligación de invitar a representantes del interior.
Mientras tanto, simultáneamente en Europa, se producía el descalabro de la égida española y emergía victorioso el imperio napoleónico que, con su campaña política, diplomática y militar, dominando a todo el viejo continente, desde fines del siglo XVIII hasta 1815, intentó prematuramente organizar un gigantesco mercado europeo para contraponerlo al dominio marítimo y comercial internacional de Inglaterra.
Estos enconos interimperiales se vieron reflejados en el prisma de la revolución producida en Buenos Aires el 25 de mayo, ya que sus jornadas posteriores fueron agudizando los enfrentamientos entre la corriente conservadora de Cornelio Saavedra y la liberal jacobina de Mariano Moreno, fundamentalmente en el terreno económico.
En ese sentido la experiencia histórica mundial indicó siempre que sin un proteccionismo inicial no se ha desarrollado ninguna economía moderna. Es decir, que el factor inicial para cualquier proceso primitivo de acumulación —y esto fue válido para los países europeos en el comienzo del capitalismo—, es una activa intervención del poder poder político.
Mariano Moreno pareció intuirlo y, claramente, aludió a las funciones que el Estado debe cumplir para promover la economía, proponiendo la confiscación de bienes que le otorgue al poder político la posibilidad de "crear fábricas e ingenios y otras cualesquiera industrias, navegación, agricultura y demás, lo que produciría en pocos años un continente laborioso, instruido y virtuoso, sin necesidad de buscar exteriormente nada de lo que necesita para la conservación de los habitantes".
Esta verdadera plataforma de economía nacionalizada la planteó Mariano Moreno premonitoriamente con meridiana claridad.
Pero Mariano Moreno, a fines de 1810, se vio obligado a renunciar y, pocos meses después, cuando apenas tenía 32 años, fallecía en alta mar en circunstancias dudosas.
Con él desaparecería también su grupo, cambiando radicalmente la orientación revolucionaria.
A fines de 1813 ya había quedado estructurada una política económica caracterizada por la tendencia al libre cambio en las exportaciones e importaciones y las franquicias a los extranjeros para intervenir en el comercio exterior. La ecuación de la dependencia económica comenzaba a formalizarse.
Porque el triunfo industrial de Inglaterra, con su consiguiente poder económico y político, tuvo sin duda que ver con el hecho de que la revolución rioplatense, como la de todas las ex colonias, se redujese a la separación política sin cambio de las estructuras económico-sociales (salvo quizás los chispazos de Hidalgo y Morelos en México y de Artigas en la Banda Oriental).
De todos modos, el 25 de mayo de 1810 fue un gesto de rebeldía inicial muy serio. Pese a que el golpe de Estado que hizo caer a Moreno generó que la economía pasara de un patrón a otro. Pese a que ya en ese momento el aparato estatal comenzaba a dar los primeros pasos en la senda de una política exportadora de materias primas y consumidora de productos manufacturados de procedencia británica. Y, sobre todo, pese a que los sectores hegemónicos de la economía mundial de ese entonces se abalanzaron una vez más sobre estas playas.
Más allá de las edulcorosas transfiguraciones escolares, se trata de una fecha trascendente que representó un paso hacia adelante. Igual que las guerras populares libradas por San Martín, Güemes y tantos otros.
Cien años después, el 25 de mayo de 1910, cuando los conservadores en el poder montaron un gran circo con el Centenario, los anarquistas y buena parte de la clase obrera rechazaron la celebración y opinaron que se trataba de una fiesta de la burguesía que nada tenía que ver con la revolución proletaria.
Y no era para menos. La llamada "sociedad decente", con el patrocinio del gobierno oligárquico presidido por Figueroa Alcorta, convirtieron al 25 de mayo en una celebración de las clases altas, neutralizaron todo su significado de ruptura con el yugo colonial y hasta llegaron al límite de reducir la versión original del Himno Nacional prescindiendo de todas las estrofas revolucionarias y de confrontación.
Los trabajadores, en los primeros días de mayo de 1910, respondieron con una multitudinaria manifestación llevada a cabo en la Plaza Colón, detrá
La concentración congregó a unos 70.000 manifestantes (cifra altísima para la época) y la clase dirigente montó en cólera ante el temor de que los obreros les aguasen el festejo.
Entonces salieron a la calle las fuerzas parapoliciales de lo que después se autodenominaría Liga Patriótica, que incendió locales partidarios y sindicales, la sede del diario anarquista La Protesta y la redacción del matutino socialista La Vanguardia.
El 14 de mayo, en un club oligárquico, la Sociedad Sportiva Argentina, ubicada en la calle San Martín entre Lavalle y Tucumán, las patotas de la derecha, comandadas por el barón Demarchi, resolvieron salir esa misma noche para lo que ellos dijeron que era "darle una lección a los extranjeros subversivos y antipatrióticos".
Sin embargo, no obstante la feroz represión, con muchos sindicatos destruidos, clausurados, saqueados e incendiados, el 18 de mayo de 1910 se llevó a cabo la huelga general revolucionaria que se extendió por una semana.
La oligarquía pudo finalmente celebrar el Centenario con la infanta Isabel de España como invitada de honor, pero quedó con la sangre en el ojo y rápidamente elaboró nuevas leyes represivas, como la ley 7029 llamada de Defensa Social, que permitía castigar al movimiento obrero con o sin estado de sitio.
Cincuenta años después, durante el gobierno de Arturo Frondizi, el de la entrega del petróleo y del Plan Conintes (Conmoción Interna del Estado), la oligarquía también celebró la fecha que, en 1960, al cumplirse 150 años, fue denominada sesquicentenario de la Revolución de Mayo.
Entonces yo era muy joven y el 25 de mayo de 1960 participé de una multitudinaria movilización en el tradicional recorrido de Plaza Congreso a Plaza de Mayo organizada por la izquierda que coreó una consigna que mantiene hoy toda su vigencia: "Sesquicentenario sin Fondo Monetario".
Desde que el pronunciamiento popular de 1810 había derrocado al virrey, símbolo de la prepotencia inquisitorial de la metrópoli española, había corrido mucha agua bajo los puentes.
La burguesía, como en 1910, como en 1960 y, sobre todo, como en las décadas posteriores de creciente obsecuencia a los dictados imperiales, falsificó el significado de la fecha y trató de convertirla en una efemérides desprovista de contenido revolucionario. En el campo popular de todos los tiempos no faltaron los debates sobre el significado de palabras que son interpretadas en forma distinta de acuerdo a los intereses de la clase social que las pronuncia, como "patria" y "nacionalidad".
Y en el 2018, más allá de los cantos de sirena que pretenden otra vez hacernos pasar gato por liebre, y más allá de todos los objetivos de lucha coyuntural que nos siguen movilizando contra el régimen perverso de exclusiones y represión que nos agobia y oprime, también vale la consigna de luchar por la segunda independencia. Aunque hoy, además, hablemos de socialismo y revolución obrera.

***

Hasta aquí una de las fechas que recordamos hoy. Pero este trabajo está dedicado también al Cordobazo del 29 de mayo de 1969. Al Cordobazo de hace 49 años. Al Cordobazo de Agustín Tosco, de los estudiantes que se atrincheraron en el barrio de Clínicas de aquella ciudad, de los obreros de Luz y Fuerza y otros sindicatos que, en determinados lapsos, hicieron retroceder a los feroces represores de la policía montada.
Los grandes movimientos populares de la historia no se olvidan , a pesar de los ingentes esfuerzos del régimen por obturar la memoria colectiva.
Así como la toma del frigorífico Lisandro de la Torre por los trabajadores de la carne, a principios de 1959 en el barrio de Mataderos, y como tantos otros hitos en los que predominó la lucha obrera, el Cordobazo también fue escrito con la la sangre rebelde de los oprimidos.
En las postrimerías de la dictadura del general Juan Carlos Onganía, concretamente en mayo de 1969, cuando la combatividad popular en todo el país estaba haciendo tambalear a aquel gobierno integrista y preconciliar que en sus primeros tramos había contado con el apoyo de la burocracia sindical, los hechos se sucedieron en Córdoba sin solución de continuidad, poniendo en jaque el andamiaje trabajosamente montado por la oligarquía.
Los hechos principales de esos días fueron: la movilización de todos los trabajadores de IKA-Renault; el desafío de los estudiantes; el paro general del día 16 convocado por ambas CGT; el pronunciamiento de los alumnos de la Universidasd Católica que desafiaron a las autoridades de esa casa de estudios; la confrontación con la policía el día 23 en pleno centro de la ciudad y, finalmente, el repliegue hacia el tradicional barrio de Clínicas.
El 26, Agustín Tosco, el aguerrido dirigente de Luz y Fuerza enfrentado a los burócratas participacionistas del vandorismo, llamó a un paro activo para el 29, día en que millares de obreros y estudiantes convergieron hacia el corazón de la capital cordobesa.
El día anterior, al salir del despacho de Onganía, el gobernador de Córdoba, de apellido Caballero, declaró a los periodistas que se evitaría la violencia "a cualquier precio". Además, la policía amenazó al pueblo anunciando que no le temblaría el pulso para hacer uso de sus armas de fuego. Por su parte el jefe del III Cuerpo de Ejército, general Sánchez Lahoz, arengó a sus tropas con el típico cinismo de los militares, instándolas a mantenerse "firmes en busca del mundo tantas veces soñado de grandeza y felicidad".
Desde muy temprano, en aquella mañana del 29 de mayo, las fuerzas represivas se desplegaron en toda una amplia zona céntrica que rodeaba el local de la CGT con el visible propósito de impedir como fuere que los obreros llegasen al centro de la ciudad. Particularmente el objetivo más claro era obturarle el paso a los trabajadores de IKA-Renault, los tradicionalmente más combativos.
A las 11 de la mañana, justamente los obreros de las plantas de IKA-Renault, Grandes Motores Perkins, los empleados de la Empresa Eléctrica de la provincia (EPEC) y otros se encolumnaron hacia la ciudad.
Por lo menos 3000 trabajadores componían esta columna, que comenzó a desplazarse lentamente por la céntrica Avenida Vélez Sarfield.
Los estudiantes comenzaron a bajar desde el barrio Clínicas para converger con los obreros. Y a las 12, en el centro, el combate se había desatado y las contundentes respuestas obreras a la policía no se hicieron esperar.
Todavía hoy resulta más que emocionante observar la filmación de aquellos hechos, cuando la policía montada, ante el fervor conbativo de obreros y estudiantes, se vio obligada a retroceder.
Si hay un momento glorioso en la lucha popular de las últimas décadas que puede servirnos como referencia, es ése: cuando los policías tienen que darse vuelta y escapar.
Los manifestantes se habían dividido en numerosos y nutridos grupos, con una gran operatividad, sorprendiendo a la policía que dejó de usar gases lacrimógenos para utilizar en cambio pistolas Ballester Molina, calibre 11.25 milímetros, según testimonio de los diarios cordobeses. A las 13, cerca de la terminal de ómnibus, balearon a mansalva a los obreros, cayendo asesinado Máximo Mena, obrero de Santa Isabel, la principal planta de IKA.
La policía se retiró a lugares estratégicos, pero a la vez tiró a matar, segando la vida de varios trabajadores más. También a las 13, con el primer comunicado del III Cuerpo de Ejército, se inició una acción psicológica de los militares amenazando con la entrada a la ciudad si los manifestantes no se retiraban.
El alarido resultó inútil ante la decidida acción popular. Cincuenta manzanas del centro de Córdoba ya eran consideradas territorio libre de América y se encontraban en manos de los trabajadores y estudiantes, apareciendo las primeras barricadas en los barrios de Clínicas y Alto Alberdi. Algunos vehículos comenzaron a arder y en la Plaza Vélez Sarfield los manifestantes, sin armas, lograron derribar de sus cabalgaduras a los policías, quitándoles sus armas.
Mientras tanto, los obreros de Fiat formaban otra columna, logrando despejar el área de policías. No fueron pocos los uniformados que resolvieron abandonar sus armas en la calle y huir rápidamente ante el empuje del pueblo.
El diario cordobés Los Principios (31 de mayo de 1969) llegó a afirmar:
"Los periodistas extranjeros se asombran de la fuerza con que lucharon los obreros y estudiantes. Muchos de los hombres de prensa han estado en las más sangrientas escaramuzas que registran las últimas crónicas del mundo, pero no recuerdan una cosa similar...".
Varios edificios de empresas extranjeras y de grandes capitalistas locales fueron incendiados, igual que el Ministerio de Obras Públicas y la sede de Xerox de capital norteamericano.
Luego de asaltar el Banco del Interior nadie tocó un solo peso y los manifestantes se dedicaron a destruir el dinero, símbolo del sistema. En todas partes se multiplicaron las asambleas populares en las que oradores de todas las tendencias expusieron sus puntos de vista.
En el barrio Güemes cientos de vecinos y estudiantes se reunieron frente al Casino de Suboficiales. Uno de los oradores, un joven estudiante, habló de "esos" represores y parásitos que viven del trabajo ajeno, mientras el barrio, muy pobre, pasaba hambre.
Muchos de los vecinos opinaron que había llegado la hora de darle su escarmiento a esos enemigos del pueblo y, espontáneamente, asaltaron el Casino. A esta altura ya no combatían solo los obreros y los estudiantes. También sectores de clase media se habían sumado para levantar barricadas, organizar la defensa de los barrios, repeler a la policia desde los balcones de los departamentos, etc.
A la violencia policial, que en todo momento tiró a matar causando numerosas bajas en las filas obreras, se respondió con la violencia del pueblo. Nadie se acobardó y todos fueron al frente.
Sobre la media tarde, cuando la policía se había replegado en completa derrota, aparecieron los militares.
Por distintas vías llegaron a la ciudad efectivos de la Escuela de Tropas Aerotransportadas y una columna de vehículos militares con tropas del Regimiento 14 de Infantería, que empleaban fusiles ametralladoras.
Los aviones de la Escuela de Aviación Militar comenzaron a sobrevolar la ciudad alrededor de las 17.30, efectuando vuelos rasantes para intimidar a la población. Con las armas quitadas a la policía el pueblo repelió al ejército y a la fuerza aérea. Las tropas se encontraban con grupos de obreros que lucharon con gran fervor y organización.
Lentamente y armados hasta los dientes, los militares fueron conquistando el control de la ciudad, haciendo frente a la resistencia popular, particularmente en el barrio de Clínicas, donde los tiroteos continuaron hasta la madrugada siguiente.
Al amanecer, en su avance con los tanques para eliminar los últimos focos resistentes, el ejército tropezó con barricadas y con mucha gente que, pese a la abrumadora desproporción de fuerzas, no quería rendirse. Y, también, con miles de personas que, lejos de estar escondidas en sus casas, se dedicaron a escupir e insultar a los represores.
La noche del 30 todavía seguía la resistencia en el barrio de Clínicas. Muchos estudiantes disparaban con hondas y armas de pequeño calibre. Alrededor de las 22, después de casi dos días de lucha ininterrumpida, culminó la ocupación.
A la madrugada el Consejo de Guerra dictó su primera condena: tres años de prisión al dirigente obrero Varela. Mientras tanto Agustín Tosco fue apresado en la sede de su gremio y, posteriormente, condenado a ocho años.
"Córdoba ha vivido ayer un día terrible, peor que el 17 de octubre", diría al día siguiente La Prensa, el viejo diario oligárquico de los Paz, para añadir a renglón seguido: "Puede decirse que la Argentina no había sufrido hasta ahora una afrenta subversiva tan honda".
En todo el país se multiplicaron las acciones y las luchas. El sistema entró en pánico y la revista Periscopio llegaría a afirmar lo siguiente:
"Desde el punto de vista político el hecho primordial es la aparición de una izquierda subversiva que ya lame los flancos del peronismo, un seguro del viejo régimen, inflamando la imaginación popular".
Los tribunales militares constituídos después del Cordobazo siguieron juzgando y condenando a centenares de detenidos, pero las luchas fueron creciendo. Y se produjo la aparición de las organizaciones armadas populares —ERP, FAR, FAL, Montoneros, FAP, etc.—, que escribieron páginas inolvidables en la historia del campo popular.

***

25 de mayo de 1810. 29 de mayo de 1969. Está claro que no estamos hablando de cosas del pasado. Estamos hablando de las luchas de hoy. Inclusive de las luchas que se vienen en la Argentina neoliberal-fascista de Mauricio Macri.

Herman Schiller