lunes, febrero 28, 2022

Una guerra imperialista mundial no declarada


La decisión del gobierno alemán que poner fin a la doctrina que prohíbe el envío de armas letales a países en conflicto, elimina la última máscara que pretendía disimular el carácter mundial de la guerra que se desenvuelve en torno a Ucrania. Alemania se encuentra entre los principales exportadores mundiales de armas, si se toma en cuenta la que producen sus capitales en otros países. La derogación de las restricciones de exportación involucra, por lo tanto, a numerosos estados. De inmediato envió al gobierno de Ucrania 500 misiles antiaéreos Stinger, además de armamento anti-tanques y municiones. En dos semanas, Alemania se convirtió en el principal protagonista exterior de la guerra en Ucrania, luego de haber sido el más empeñoso de los mediadores – en el afán de rescatar con vida al gasoducto NordStream2, que debía resolver la cuestión de la provisión de gas a Alemania a un precio módico. El primer ministro de Alemania, Olaf Scholz, calificó a su propia decisión como “un cambio de era”; la prensa internacional lo ha calificado un “giro gigante” y un “punto de inflexión”. El parlamento germano votó asimismo elevar el presupuesto de guerra de Alemania por encima del 2% del PBI, un reclamo que Estados Unidos no pudo arrancar, en el pasado, a ninguno de sus gobiernos. Se trata de un cuarto de billón de dólares. Holanda, para no quedar atrás, anunció el envío de 200 cohetes Stinger. Apenas horas antes de este viraje, unos cien mil pacifistas alemanes colmaron la plaza de Brandenburgo, para reclamar el retiro de Rusia de Ucrania. Ahora deberán definir si la intervención de Alemania en la guerra se encuentra incluida en el programa de paz. No por descontada, el incremento de la asistencia militar al gobierno de Ucrania, por parte de los estados del Báltico, Estados Unidos y Francia, ha convertido a Europa en un territorio en guerra. Suecia ha anunciado la intención de pedir la admisión a la Otan. 
 Ben Hodges, el comandante general del ejército norteamericano en Europa, en 2014-7, exhorta a Estados Unidos, desde las páginas del Financial Times (26/2), a “tomar la iniciativa”. Para eso propone bloquear el acceso de la marina de Rusia al Mar Negro, mediante el cierre de los estrechos de Turquía, un país de la Otan, que conducen al Mediterráneo. Como Turquía y Estados Unidos se encuentran en conflicto en el Cercano Oriente, plantea que Biden cese de apoyar a las milicias kurdas que Turquía combate en el norte de Siria. ‘Sin querer queriendo’, el escenario de guerra se traslada a Asia. La referencia de Hodges al Mar Negro importa también porque en el sur de Ucrania se encuentra Crimea, cuyo puerto, Sebastopol, aloja a la flota rusa. En otros medios de prensa se especula con la posibilidad de que la Otan derribe el puente del estrecho de Kerch, una vía extensa, de construcción reciente, que une en forma directa a Rusia con Crimea. En caso de que se siguieran las recomendaciones del militar norteamericano, la guerra mundial no declarada se convertiría en oficial. No sorprende, entonces, que Putin pusiera en alerta a la fuerza nuclear de Rusia, a despecho del alarido de quienes están promoviendo exactamente esto. 
 Lo que tiene, por cierto, un alcance ‘atómico’ es la decisión de excluir al Banco Central de Rusia del sistema de transferencias bancarias, conocido como Swift. La medida no implica solamente un golpe severo a las relaciones económicas de Rusia con el exterior y a los activos que posee en las metrópolis financieras, sino que es un ataque mayor a su sistema monetario. El rublo ha perdido el 20% de su valor y la Bolsa de Moscú ha caído en picada; hay una estampida de dinero de los bancos y fugas de capitales. Medidas de este alcance son consideradas motivos de guerra; es lo que ocurriría, por ejemplo, con EEUU en el caso de un retiro no concertado de los bonos de la deuda pública norteamericana, por parte de China, que tiene en cartera un billón y medio de dólares, o de Rusia, que ha venido reduciendo en forma progresiva las tenencias (ha achicado sus reservas en dólares a la mitad de la que tenía hace poco tiempo); provocaría el derrumbe del dólar y pérdidas bursátiles y bancarias enormes. La exclusión de Rusia del Swift, por otra parte, afecta el comercio con países de gran peso, como China e India, Brasil, entre numerosos otros, que quedan envueltos de este modo en un conflicto militar del que se consideran ajenos; incluso a Alemania, que no puede prescindir de inmediato del gas de Rusia. Es cierto que China y Rusia han creado un sistema de transferencias alternativo, pero esto cambia poco la ecuación de la crisis. El Swift transa 400 billones de dólares diarios, en tanto que el Cips opera 50 billones. No están separados, sin embargo, por una muralla infranqueable, porque numerosos bancos realizan transferencias en ambos circuitos. Basta con bloquear a los bancos para excluirlos del sistema de transferencias. 
 Putin ha bautizado la invasión de Ucrania como una “operación especial”, o sea que no tendría el propósito de ocupar Ucrania, mucho menos anexarla. El objetivo sería defender a las regiones escindidas de Donetsk y Lugansk y reconocerlas como repúblicas independientes. Para ello, de acuerdo a los analistas militares, buscaría cortar a Ucrania en dos, a partir de una línea divisoria que une la frontera con Bielorrusia, al norte, y en los mares Negro y Azov, al sur. Pero la “operación especial” no podría consumar sus objetivos sin la ocupación de Kiev, la capital, y la instalación de un gobierno títere. El desarrollo de los acontecimientos internacionales conducen a una ocupación completa o semi-completa del país. Si la “operación especial” tenía algún propósito, ha fracasado. Putin ha llevado a Rusia a un pantano. La guerra ha alcanzado dimensiones internacionales. Este impasse tiene su impacto sobre el terreno, porque debilita el impulso de la invasión y refuerza la resistencia a ella. Putin alienta una expectativa sin fundamento acerca de que las fuerzas armadas de Ucrania den un golpe de estado pro-ruso. Aunque las negociaciones internacionales se retomen o se pacten treguas y surjan mediaciones, la cuestión de la guerra mundial imperialista ha quedado instalada en forma concreta en el escenario histórico. 
 Un caso instructivo es el alcance que tienen los acontecimientos sobre el acuerdo de limitación del desarrollo nuclear de Irán, en el que colaboran la Otan, China y Rusia. La prensa de Israel comienza a advertir que, sin un desenlace claro de la crisis ucraniana, esas negociaciones no pueden proseguir. Un retiro de la Otan de las fronteras de Rusia, al menos la que se refiere a Ucrania, daría a Irán, según el sionismo, una puerta para que el estado de los ayatollahs se convierta en una potencia atómica. De otro lado, si las “sanciones” a Rusia se extienden más allá de un cierto punto y además se prolongan en el tiempo, nada podrá impedir que China y la India, entre otros, queden involucrados en la guerra, en diversa medida. Las contradicciones de la economía y la política mundiales que la disolución de la Unión Soviética habría debido resolver, han estallado en todas sus dimensiones. La guerra es una expresión de la agonía mortal del capitalismo y de la barbarie a la que condena a la humanidad. 
 Las dificultades militares en que podría ingresar la invasión a Ucrania, a partir de la mayor intervención de la Otan, y los perjuicios que la guerra ocasiona a la economía de Rusia y a las fortunas de sus oligarcas, han suscitado en la prensa internacional la especulación de que Putin podría ser derrocado por un golpe interno. La oligarquía financiera rompería su alianza con los servicios de seguridad, o desencadenaría una crisis a su interior. Es indudable que la prosecución de la guerra desatará crisis políticas en todos los países en presencia, no solamente en Rusia. El cerco que EEUU se empeña en imponer a China, no significa que China asuma como propia la política de Putin. Aunque la guerra en Ucrania neutralice en parte la guerra económica de EEUU contra China, esta guerra acelera, a término, la tendencia a la guerra contra China y el acentuamiento de sus violentas contradicciones internas. Las necesidades históricas de China son incompatibles con las perspectivas de un bloque aislado entre ella y Rusia. Los dos bloques en disputa, la Otan de un lado, y la alianza China-Rusia, del otro, se encuentran profundamente divididos, más allá de la unidad de circunstancias provocada por la aceleración de los conflictos. 
 “Las sanciones no van a resolver los problemas – van a crear otros más graves”. Esta línea de pensamiento de quienes propician negociar un acuerdo político internacional, no advierte que la crisis mundial ha entrado en una suerte de ‘desequilibrio estratégico’, que anuncia mayores violencias. El análisis de los acontecimientos se encuentra envenenado por la teoría de la geopolítica, que reduce la crisis de la humanidad a conflictos entre potencias, disputas de territorios y espacios, o acrecentamiento de poder. La historia de la humanidad, sin embargo, sigue siendo la historia de la lucha de clases. La geopolítica racionaliza la decadencia histórica irrevocable del capitalismo, como un enfrentamiento entre deseos, designios o ambiciones. El desenvolvimiento de la guerra en curso llevará a luchas y levantamientos de masas, a crisis prerrevolucionarias y revolucionarias, que servirán para poner fin al imperialismo, sea el internacional de la Otan, o el periférico de Rusia – él mismo entrelazado con el primero, en las Bolsas de NY y de Londres. La consigna de la hora es: unidad de los trabajadores de Ucrania y de Rusia; unidad internacional de los trabajadores; por una humanidad sin guerras, por repúblicas de trabajadores; por el socialismo. 

 Jorge Altamira 
 28/02/2022

¿Quién fue Stepán Bandera, el colaborador nazi convertido en héroe en Ucrania?

El derecho de autodeterminación según la OTAN

La OTAN, el ariete militar del imperialismo


El avance de la alianza atlántica como preludio de la guerra en Ucrania. 

 Desde el comienzo de las tensiones que derivaron en el conflicto militar entre Rusia y Ucrania, Putin colocó el foco de sus preocupaciones en la expansión de la Otan hacia el este, mientras que desde los gobiernos de ‘Occidente’ señalaban que cualquier país es libre de elegir sus alianzas militares. Sin embargo, la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) y su engrosamiento tienen un contenido político definido. 

 Síntesis histórica 

La versión más difundida acerca de la naturaleza de la OTAN es que la alianza tiene un carácter defensivo. Ahora bien, desde sus comienzos, se organizó como una red militar para resguardar los intereses del imperialismo y del capital. La alianza surge en 1949 con el objetivo declarado de servir de presión contra la Unión Soviética y más en general para sostener a la burguesía europea, en un contexto en el que la devastación de la segunda guerra mundial generó las condiciones para que surgieran procesos revolucionarios en el continente. 
 El discurso hegemónico atribuye el origen de la Guerra Fría al expansionismo soviético, pero las acciones de la URSS fueron más bien respuestas a las acciones y presiones de Occidente, como por ejemplo el otorgamiento de los beneficios del Plan Marshall solo a los países que se alinearan con Estados Unidos, la formación unilateral de Alemania Occidental (por parte de las potencias aliadas) o la propia formación de la OTAN. La intervención imperialista masiva en la Guerra de Corea (1950 – 1955) para evitar una Corea unificada socialista termina de conformar el panorama del periodo. De hecho, la contraparte soviética de la OTAN, el Pacto de Varsovia, se fundó en 1955. 
 En sus más de 70 años de existencia la alianza atlántica no activó en ninguna ocasión su aspecto defensivo, ya que ningún miembro fue atacado por otro país, habida cuenta, en definitiva, que en la OTAN se encuentran las principales potencias (económicas y militares) del globo. Las acciones militares de la alianza fueron, de hecho, agresiones contra países oprimidos para asegurar intereses imperialistas: Bosnia, Yugoslavia (1995, 1999) y Afganistán (2001).

 La expansión 

El contenido de la OTAN termina de quedar definido una vez caída la URSS, ya que la alianza, lejos de extinguirse, se amplía hacia los países que conformaban el espacio soviético. Así, en 1999 se incorporan países del llamado Grupo de Visegrado (Hungría, Polonia y República Checa), en 2004 fue el turno de los países bálticos (Estonia, Letonia y Lituania), de Bulgaria, Rumania, Eslovaquia y Eslovenia. Finalmente, Albania y Croacia se incorporaron en 2009 y Montenegro y Macedonia del Norte en 2017 y 2020 respectivamente. En todos ellos, pero en particular en los que bordean a Rusia, se han instalado cuantiosos recursos militares. Una eventual incorporación de Ucrania y Georgia completaría el cerco contra Moscú.
 Estados Unidos, bajo el gobierno de Trump, se retiró en 2019 del tratado que limitaba el emplazamiento de misiles de alcance intermedio y los desplegó en Polonia. Si a esto se le suma el reforzamiento del militarismo estadounidense en el Pacífico, en alianza con Australia y el Reino Unido, se termina de conformar un cuadro de presión militar y política contra Rusia y también contra China. 
 Es que de conjunto el objetivo del imperialismo es llevar adelante una colonización económica total de los espacios geográficos en los que tuvo lugar la expropiación del capital de la mano de procesos revolucionarios. Que la tarea de una restauración capitalista completa está aun en proceso se verifica en la propia Ucrania, donde recientemente se dispusieron medidas a favor de la ‘desoligarquización’ del país (es decir contra los burócratas que heredaron las empresas estatales) o para terminar con los límites de extensión de la propiedad en el agro. Putin y la clique dirigente rusa se oponen a esta orientación en nombre de controlar el proceso de acumulación capitalista en sus propios términos.

 Abajo la guerra, fuera la Otan y Rusia de Ucrania 

El elemento que explica el actual choque militar es, por lo tanto, una política de ofensiva imperialista. Sin embargo, la respuesta de la camarilla de Putin, la invasión de Ucrania, es por completo reaccionaria, y tendrá como víctima al pueblo trabajador a ambos lados de la frontera. Por la unidad de los trabajadores, para poner fin a la guerra y para expulsar al imperialismo de la región.

 Leandro Morgan

Los incendios y las vísperas


No fue sencilla ni ligerita la semana que pasó, víspera del discurso presidencial de mañana martes 1º. Ni en la Argentina ni en el mundo, donde como es sabido la odiosa guerra que se ha desatado en Ucrania desestabiliza una vez más a propios y ajenos, y sobre todo a los ajenos que en todo el mundo se espantan ante el renovado horror de la guerra. 
 En este caso incitada una vez más por los carniceros de la industria bélica imperial, verdaderos promotores y protagonistas de casi todas las guerras del planeta desde hace 120 años. Supuestos paladines de la libertad, prácticamente no han permitido un solo año de paz en todo el orbe, en pocas ocasiones por causas justas y la mayoría de las veces por puras pretensiones hegemónicas. Y siempre para hacer buenos negocios, claro está. 
 Nadie sabe con certeza cómo abordará nuestro Presidente esta cuestión, pero en horas previas y en algunos mentideros circulan rumores de que la esperanza de una verdadera neutralidad de la Argentina son flaquitas. Desde ya que no sería un alineamiento al grosero modo menemista, que despedazó la tradición pacifista argentina mandando naves de guerra a Irak cuando el canciller era Domingo Cavallo, y haciendo la vista gorda en las ventas clandestinas de armas a Ecuador, Croacia y Bosnia-Herzegovina, escándalo que terminó con la voladura de la Fábrica Militar de Río Tercero. 
 Lo que es seguro es que será difícil que nos mantengamos neutrales y con opinión propia y latinoamericana. La para muchos compatriotas repudiable sumisión al Fondo Monetario Internacional, y el absurdo de que sea un gobierno dizque nacional y popular el que blanquea el robo gigantesco del macrismo y la derecha local, jugarán un papel protagónico. Por eso para muchos sería una agradable sorpresa que nuestro Presidente no proceda mañana a consolidar la sumisión, como algunos analistas temen a la vista de recientes declaraciones que parecieron prólogos de alineación imperial emitidas por la gelatinosa cancillería argentina.
 A todo esto y remedando el título de la novela de Beatriz Guido "El incendio y las vísperas", cabe recordar que la gran escritora rosarina nacida hace un siglo, en 1922, hija del arquitecto Angel Guido, creador con Alejandro Bustillo del Monumento a la Bandera de Rosario y autora de novelas memorables y polémicas, describió de manera ejemplar a las oligarquías que incendian, niegan y salen ganando por sobre el dolor del pueblo. 
 En el caso correntino el gobernador –radical macrista– demoró en regresar de sus vacaciones mientras crecían los fuegos. Pero además fue reprochado porque no canceló la celebración de los carnavales correntinos programados entre el pasado viernes 18 y el 5 de marzo venidero, y para los que su gobierno habría contribuido con 140 millones de pesos. Lo cierto es que todavía al cierre de esta edición algunos departamentos de la hermosa provincia hermana siguen en llamas. 
 Y tan grave es esto que, mientras se escribe esta nota, los últimos fuegos de Ituzaingó y Virasoro se acercan a la vecina Provincia de Misiones, donde afortunadamente el Ministerio de Ambiente (que Corrientes no tiene) ha podido controlar algunos focos de incendio. Además allí lluvias recientes evitaron una tragedia en la zona Norte, desde El dorado hacia el Sur, donde hay grandes extensiones de pinares en manos de la transnacional chilena Arauco, que hace unos años compró tierras a los grupos Pérez Companc, Alto Paraná y Papel Misionero, y hoy es propietaria de cerca del 10% de toda la Provincia de Misiones.
 Cabe subrayar que en la República del Paraguay, donde la concentración de la propiedad de la tierra también es obscena, hay informes serios de que en los últimos 50 años se perdió más del 90% de sus bosques. Mensura que al paso que va la concentración de la tierra en la Argentina, cuya información se desconoce y oculta aviesamente, y la falta de informes catastrales protege, ya se está igualando en varias provincias. 
 Un ambientalista misionero muy respetado, el ingeniero Carlos Resio, informó a esta columna que "el extractivismo intensivo produce efectos tierra adentro que son devastadores. Las especies para pasta de papel, de crecimiento rápido, consumen muchísima agua y modifican los regímenes hídricos de las zonas donde se implantan. Por ejemplo, 150.000 hectáreas de eucalipto consumen tanta agua por segundo como la que liberará la represa de Baixo Iguazú para proveer de agua a toda la ciudad de Puerto Iguazú según lo acordado por los gobiernos de ambos países". Esta cantidad de agua consumida por el bosque implantado de pinos y eucaliptos "seca las vertientes, los arroyos y los humedales modificando dramáticamente las condiciones naturales, dejando sin agua a ciudades y productores rurales y contribuyendo a que se produzcan incendios. A la sequía que ya se venía manifestando cíclicamente, ahora se suma el déficit de agua provocado por la implantación de bosques maderables". 
 En el mismo sentido, una asociación internacional llamada Amigos de la Tierra y que se autodefine por "un mundo pacífico y sustentable basado en sociedades que viven en armonía con la naturaleza" ya venía realizando estudios en las zonas ahora incendiadas, con recorridos por la provincia de Corrientes recogiendo testimonios de pobladores afectados por los monocultivos forestales: pino y eucalipto. Lo notable es que esta ONG fue la que lanzó la campaña Stop Harvard, de la que en la Argentina casi no se tiene noticia. Esta organización denunció la destrucción ambiental y social que esa famosísima universidad estadounidense viene provocando en la Argentina. Como en Colonia Montaña, en el departamento San Miguel, Corrientes, que se destacó por cientos de años por sus miles de hectáreas cubiertas de bañados y tierras fértiles para la producción de alimentos y pastoreo de animales. En menos de una década, los monocultivos de pinos y eucaliptus se apoderaron del horizonte. Hoy el avance de las especies forestales define los campos propiedad de la Universidad de Harvard bajo el nombre empresarial Las Misiones S.A. 
 Dice el boletín de Amigos de la Tierra "sobre cómo el negocio de la forestación deja a los pobladores históricos –que hablan guaraní como primera lengua y conviven con el ecosistema de una manera integrada y simple– sin agua subterránea, caminos transitables, acceso a la salud, la educación y sus modos de vida tradicionales. La sequía y los incendios recientes, algunos de cuyos focos todavía están activos, ha provocado la profundización de los pozos que tenían 5 metros de profundidad y hoy están llegando a los 12 metros, todo a causa de las plantaciones de pinos y eucaliptus que consumen muchísimo líquido. Se secan los pozos, la tierra no produce por resecamiento, y "en tiempos de seca directamente no se levanta nada" como dicen los paisanos. Que, además, lamentan haber perdido horizonte. "Ya no es como antes, que se veía lejos. Ahora salís y tenés en la cara una plantación de pinos o eucaliptos".
 Ningún árbol en el mundo chupa tanta agua como estas dos especies foráneas que desde hace 30 años secan bañados y esteros, y cambiaron el paisaje correntino y misionero de la mano de grandes compañías chilenas asociadas a latifundistas locales. 
 A juicio de esta columna, esto también tiene que ver con la paz mundial. 

 Mempo Giardinelli 
28 de febrero de 2022

El único prófugo de la Masacre de Trelew será juzgado en Estados Unidos


Una reparación a la espera de la Justicia argentina 

Cincuenta años después, Roberto Bravo irá al banquillo por primera vez. El teniente retirado fue quien, el 22 de agosto de 1972, efectuó los tiros de gracia a los 16 militantes que permanecían detenidos tras el intento de fuga de la cárcel de Rawson.

 El teniente retirado de la Marina Roberto Guillermo Bravo tuvo un rol protagónico en la Masacre de Trelew: fue quien, el 22 de agosto de 1972, efectuó los tiros de gracia a los 16 militantes que permanecían detenidos en la Base Almirante Zar tras un intento de fuga de la cárcel de Rawson. Y también lo tuvo en el camino de Justicia que abrió décadas después, para intentar reparar de algún modo aquellas muertes. Porque Bravo fue el único responsable que logró, hasta el momento, zafar de la investigación, del juicio y de las condenas a cadena perpetua que obtuvieron sus colegas. A fin de mes, mientras se define si finalmente será extraditado o no a Argentina para que sea subsanada aquella deuda, Bravo será juzgado en Estados Unidos. 
 El lunes 28 de este mes, un jurado de una corte federal para el distrito sur de Florida integrado por ciudadanos estadounidenses, dará comienzo al juicio civil contra Bravo por el homicidio y la tentativa de homicidio de Eduardo Cappello, Rubén Bonet y Ana María Villareal de Santucho y Alberto Camps, cuatro víctimas de la matanza que presagió el terrorismo de Estado desatado en 1976. También evaluará el “impacto duradero” de estos hechos en las familias de las víctimas, puntualizaron desde el Centro de Estudios Legales y Sociales. El organismo fue y es querellante en la causa penal que se sigue en Argentina por esos crímenes de lesa humanidad y prestó asistencia al Center for Justice Accountability (CJA), impulsor de la demanda civil contra Bravo en Estados Unidos. 
 Por el momento, es la única vía judicial que pudo avanzar contra el teniente retirado y único prófugo por la Masacre de Trelew. Argentina realizó dos pedidos de extradición a Estados Unidos, donde vive Bravo desde 1973, cuando fue enviado como agregado naval de la Embajada. Uno fue rechazado y otro está bajo análisis. Tal como reconstruyó el periodista de este diario Diego Martínez, Bravo formalmente se retiró de la Marina en 1979, tras seis años de vida en ese país norteamericano. Desde entonces forjó en Miami, Florida, una carrera como empresario de Seguridad. Fundó la empresa RGB Group junto a su hermano Fernando. Se hizo rico. 

La Justicia argentina 

Recién en 2006 Bravo regresó al radar de la justicia Argentina, luego de que el entonces juez federal de Rawson Hugo Sastre abriera un expediente para investigar los hechos Trelew por pedido de los familiares de las víctimas. En 2008 pidió su captura internacional. En 2010, la justicia de Estados Unidos lo detuvo y lo soltó bajo pago de fianza. Y luego rechazó el pedido de extradición, el primero. El avance de la causa determinó que en 2012 fueran condenados el contraalmirante Horacio Mayorga, el capitán Jorge Del Real, el capitán Luis Sosa, a quien se sindica como uno de los ejecutores e ideólogos del plan y el cabo Carlos Marandino. Las absoluciones de aquel fallo, dedicadas al exjefe de la Base Roberto Horacio Paccagnini y al capitán de Navío Jorge Enrique Bautista, fueron revertidas por la Casación dos años más tarde. 
 El único que por el momento sigue sin ser juzgado en Argentina es Bravo. Estados Unidos aún debe resolver el seguro pedido de extradición que posibilitaría su regreso al país para poder, finalmente, juzgarlo. En octubre de 2019 volvieron a detenerlo, y a liberarlo bajo pago de fianza. En marzo de 2020, en Florida, se llevó a cabo una audiencia en el marco de ese trámite tras la cual el fiscal de distrito de Miami, Jason Wu se pronunció a favor de la extradición. 

 Otra vía de reparación clave según el CELS y las familias de las víctimas 

En paralelo a la espera para que finalmente ese acto pueda ser concretado, se abrió la posibilidad de iniciar una demanda civil contra Bravo en el mismo territorio que el represor eligió para burlar a la Justicia Argentina. Junto a un puñado de estudios jurídicos locales, el CJA representa a las familias de Capello, Villarreal de Santucho, Camps y Bonet en base a la ley de protección de víctimas de tortura que rige en Estados Unidos y que busca revisar que los ciudadanos extranjeros a los que acoge rindan cuentas por actos de tortura que cometieron en otras partes del mundo. 
 Esta línea de acción es civil, con lo cual no prevé ningún tipo de sanción carcelaria para Bravo. Lo que busca es demostrar su responsabilidad en los homicidios y tentativas de homicidio de los cuatro militantes y habilitar una reparación para sus seres queridos. En ese sentido, Sol Hourcade, coordinadora del equipo de Memoria, Verdad y Justicia del CELS señaló que el proceso y su posible resolución “tiene una importancia extremadamente relevante para las familias, que vienen pidiendo justicia y hasta el momento no han podido enfrentar a Bravo en los tribunales argentinos” al ser esa imposibilidad la que los “impulsó a buscar otras estrategias para obtener sobre todo verdad” en relación a los crímenes. No obstante, subrayó Hourcade, “de ninguna forma la resolución de ese proceso reemplaza lo que pueda suceder en Argentina”. 

 La masacre de Trelew 

El 15 de agosto de 1972, un grupo de 25 militantes que permanecían detenidos en la cárcel de Rawson intentaron fugarse. El plan era alcanzar el aeropuerto de Trelew y de allí tomar un avión que los condujera a Chile. Seis lo lograron, pero los otros 19 fueron finalmente detenidos y trasladados a la Base Almirante Zar. Allí los mantuvieron cautivos casi una semana hasta que la madrugada del 22 de agosto fueron baleados por la guardia de Infantería de Marina que en ese momento los custodiaba. Bravo dirigía ese grupo.
 En el fusilamiento fueron asesinados Carlos Heriberto Astudillo, Rubén Pedro Bonet, Eduardo Adolfo Capello, Mario Alberto Delfino, Carlos Alberto Del Rey, Alfredo Elías Kohon, Clarisa Rosa Lea Place, Susana Graciela Lesgart, José Ricardo Mena, Miguel Ángel Polti, Mariano Pujadas, María Angélica Sabelli, Humberto Segundo Suárez, Humberto Adrián Toschi, Jorge Alejandro Ulla y Ana María Villarreal de Santucho. Alberto Camps, María Antonia Berger y René Haidar sobrevivieron. Fueron trasladados al hospital naval de Bahía Blanca y luego a la cárcel de Villa Devoto, en Buenos Aires. Sus testimonios, brindados al poeta Paco Urondo, otro preso político allí, el 24 de mayo de 1973, fueron fundamentales para reconstruir la masacre, identificar a sus responsables y, sobre todo, delinear el perfil protagónico de Bravo en el episodio. De aquella entrevista surgió el libro La Patria Fusilada. 

 Ailín Bullentini 
10 de febrero de 2022 - 12:45

El terror en los pueblos del sur bonaerense


Comenzó un megajuicio por delitos de lesa humanidad en Bahía Blanca 

 Se trata del mayor debate realizado hasta el momento en la Provincia. Hay 38 imputados por violar los derechos humanos de 334 personas. 

 Entre septiembre y noviembre de 1976, varios pueblos del sur de la provincia de Buenos Aires fueron escenario de episodios similares: durante toda una noche y todo un día, las fuerzas de seguridad locales habilitaban los territorios para que patotas del Ejército desplegaran allí su cacería, secuestraran a vecinos y vecinas previamente “marcados” y se los llevaran para Bahía Blanca, el punto neurálgico de la represión ilegal de aquellos años en esa zona. Así, grupos de trabajadores y trabajadoras, sindicalistas, militantes de Tres Arroyos, Médanos, Coronel Dorrego, Villarino, Pedro Luro, Algarrobo, Mayor Buratovich y Huanguelén, entre otros, habitaron el centro clandestino que funcionó en el Batallón de Comunicaciones 181 del Ejército. Personal de esa división militar, parte del V Cuerpo del Ejército, junto a otros de Inteligencia y de Sanidad; militares de Neuquén, policías bonaerenses y de Río Negro y penitenciarios comenzaron a ser juzgados ayer por crímenes de lesa humanidad comentidos durante la última dictadura cívico militar eclesiástica. 
 Los modos en que la última dictadura aplicó el terror en los pueblos del sur de la provincia de Buenos Aires y cómo esto repercutió en la vida cotidiana de vecines, de quienes fueron secuestrades, llevades a Bahía Blanca y allí torturades, o no, las marcas identitarias que la esos operativos dejaron, “las historias no contadas, relegadas, que marcaron mucho la vida allÍ”, es uno de los “ejes novedosos” de este megajuicio, indicó el fiscal auxiliar de Bahía Blanca Pablo Fermento. 

 Historias nunca difundidas

 Se trata del octavo debate oral y público que se desarrolla en la ciudad, y el más imponente. Llevará a juicio a 38 imputados, acusados por violaciones a los derechos humanos de 334 personas que fueron secuestradas, mantenidas cautivas y torturadas en centros clandestinos como el batallón de Comunicaciones 181, la Compañía de Combate My. Keller, y el emblemático La Escuelita, entre otros. Los dos nacimientos que ocurrieron en ese campo de concentración –los hijos de María Graciela Izurieta y Graciela Alicia Romero de Metz– también serán parte del juicio.
 Los casos fueron recogidos de los testimonios que integraron el primer juicio por crímenes de lesa humanidad que se llevó a cabo en Bahía Blanca, en 2010, “gente que fue testigo por los delitos sufridos por otras personas”, y luego de las denuncias de personas “que se acercaron para iniciar trámites reparatorios, gente que había estado secuestrada en la escuelita y nunca lo había contado en su vida”, recordó el fiscal auxiliar. 
 El de Alicia Partnoy no es de los "nuevos casos". Estuvo secuestrada en La Escuelita, fue "blanqueada" en la cárcel de Devoto y, desde entonces, no paró de contar su historia. Sin embargo, los delitos que sufrió siguen hallando responsables, a 45 años de ocurridos. La última vez que declaró en un debate oral de lesa humanidad fue en el que se llevó a cabo en Neuquén, que culminó a fines de 2021 con condenas a casi todos los acusados. Aunque no sabe todavía si declarará en este, lo celebra: "Todo juicio es necesario porque con cada uno descubrimos nueva información y habla gente que no había sido escuchada hasta el momento. Es neesario validar la voz de cada sobreviviente, de cada familiar que ha venido sufriendo todos estos años tratando de descubrir qué fue exactamente lo que pasó con sus seres queridos, en busca de justicia para los responsables de su sufrimiento", señaló a este diario desde Estados Unidos, donde vive desde que la dictadura la obligó al exilio. 
 Los hay oriundos de Bahía Blanca, Como Partnoy, de los pueblos del sur de la provincia que fueron especialmente “barridos” por las fuerzas de seguridad, pero también habitantes de la Patagonia: Gente que fue secuestrada en Río Gallegos, Trelew, Comodoro Rivadavia, Neuquén y ciudades de Río Negro terminaron siendo encerradas y torturadas en el Batallón o en La Escuelita. Del total de los casos que serán revisados en el juicio, 248 lo serán por vez primera. 27 fueron asesinadas, de las cuales nueve permanecen desaparecidas. 
 “El desafío es total”, aseguró Fermento, que integra el equipo del fiscal general Miguel Ángel Palazzani y el fiscal ad hoc José Alberto Nebbia en el marco del debate cuyas “dimensiones no tienen comparación con ningún otro juicio que se haya llevado a cabo en el interior de la provincia”. 
 En relación con los testigos y los casos que serán núcleo del proceso, la expectativa que maneja la Fiscalía se vincula con “poder contar las historias individuales sin que se licúen en la problemática total, poder explicar los procesos represivos del sur de la provincia”, puntualizó el fiscal. Y además, “darle visibilidad a un montón de aspectos no han sido suficientemente considerados previamente, como la violencia sexual”. El juicio revisará, por primera vez en el proceso local de judicialización de crímenes contra la humanidad, los abusos sufridos por dos mujeres en el marco de su secuestro en centros clandestinos. “Para ellas, para las mujeres en general, para el proceso en total, esto es muy importante, es una lucha que costó mucho”, remarcó Fermento. 

 Los imputados y la impunidad biológica 

La otra faceta del desafío que propone este megadebate la jurisdicción bahiense tiene que ver con los imputados. El juicio unifica unos ocho requerimientos de elevación a juicio. El primero fue en 2015. Desde entonces, unos 15 imputados quedaron fuera de juicio. 13 fallecieron, otros dos no están en condiciones de afrontar el debate, y hay uno más que solicitó seguir ese camino, cuestión que deberá definir el Tribunal Oral Federal, integrado por los jueces Ernesto Pedro Francisco Sebastián, Sebastián Luis Foglia y Marcos Javier Aguerrido.
 En ese sentido, apuntó Fermento, “es necesario que este juicio no se prolongue más allá del año. Y para eso es necesario que se pongan a disposición todos los recursos de parte de todos los actores”. El objetivo de la Fiscalía es realizar audiencias con la mayor cantidad de testigos, que no haya interrupciones y sea lo más fluido posible. No se logró, en tanto, sumar más de una jornada por semana. 
 De los 38 imputados, unos 13 llegan a juicio por primera vez. Hay militares del V Cuerpo de Ejército, del Destacamento de Inteligencia 181, del Batallón de Comunicaciones 181 –los que nunca antes habían sido juzgados–, de la Brigada de Infantería de Montaña VI de Neuquén, un miembro de la Policía de la provincia de Buenos Aires, dos oficiales de la Policía Federal de Viedma y el director de la Unidad Penitenciaria Nº 4 de Bahía Blanca. 
 Entre los imputados militares, se encuentran el médico Humberto Luis Fortunato Adalberti y el enfermero Adalberto Osvaldo Bonini, ambos ex integrantes del departamento de Sanidad del V Cuerpo del Ejército, acusados de realizar tareas en La escuelita que permitieron prolongar el cautiverio y las prácticas de torturas sobre las víctimas. Esto es importante, también, ya que ambos gozaron de la falta de mérito durante largo tiempo antes de llegar adónde están hoy. 

 Ailín Bullentini 
18 de febrero de 2022

domingo, febrero 27, 2022

A 80 años de los “campos de concentración” para los 120 mil japoneses de EE.UU.

Setenta y cuatro días después del ataque japonés de Pearl Harbor, el 19 de febrero de 1942, Franklin D. Roosevelt firmó la Orden Ejecutiva 9.066 por la cual fueron encarcelados en campos de internamiento 120.000 estadounidenses de origen japonés, sin el debido proceso legal, nunca acusados ni condenados por delito alguno, expulsados a la fuerza de sus hogares y enviados a campamentos desolados por todo el oeste de EE. UU. Igual que los judíos en Europa, perdieron todos sus bienes, propiedades, etc. 
 Recién en 1983, “la Comisión Federal de Reubicación e Internamiento de Civiles en Tiempos de Guerra concluyó que el encarcelamiento de estadounidenses de origen japonés era una “injusticia grave”, motivada por “prejuicios raciales, histeria de guerra y fracaso del liderazgo político”. Cinco años más tarde, EE. UU. emitió una disculpa formal y pagó a los supervivientes estadounidenses de origen japonés 20.000 dólares a cada uno por violaciones de sus libertades civiles y derechos constitucionales” (The Guardian, 19/2). 
 En el 80 aniversario de la orden de Roosevelt, un representante ´demócrata´ de origen japonés, Takano, declara: “Me temo que estamos en un momento de olvido”. “Desde el inicio de la pandemia -dice The Guardian-, EE. UU. ha sido testigo de un aumento alarmante de la violencia y el odio contra los estadounidenses de origen asiático. La retórica tóxica y los ataques a inmigrantes y minorías raciales y religiosas se han convertido en una parte rutinaria del discurso político en las democracias de todo el mundo. Takano advirtió sobre una ´nostalgia insidiosa´, que busca blanquear las partes vergonzosas de la historia estadounidense. ´Es un anhelo por una América defectuosa´, dijo” (ídem). 

 Norberto Malaj
 21/02/2022

El antagonismo entre Putin y Lenin


A propósito de Ucrania. 

 En la antesala de la ocupación militar, Vladimir Putin emitió una resonante declaración cuestionando la legitimidad de Ucrania como entidad independiente al afirmar que su versión “moderna fue creada enteramente por Rusia, más precisamente por la bolchevique y comunista”. El actual “Bonaparte” ruso colocó nombre y apellido a “los responsables” cuando agregó que “Lenin y sus asociados cometieron un crimen histórico dividiendo territorio que pertenecía al Imperio Ruso”. Vale reconocer que, dejando de lado la falsedad sobre una Ucrania “inventada” por la Revolución de Octubre, es un acto “honesto” la presentación de su política internacional en contraposición con la de Lenin y el Partido Bolchevique. De paso, vuelve a quedar en ridículo la vocinglería de cierto derechismo al pretender asociar a Putin con “el comunismo” o “la izquierda”. 
 El presidente ruso no tiene nada en común con la causa del socialismo y la emancipación de los pueblos -mucho menos la actual ofensiva contra Ucrania. En efecto, Putin presenta su política como recuperación del “hilo roto” de la gran tradición imperial rusa, que era una verdadera “cárcel de pueblos”. Con esta cobertura, y bajo el impulso material de extender la restauración capitalista que él comanda como “primus inter pares” de la oligarquía rusa, ha promovido el sojuzgamiento de diversos territorios, incluyendo masacres (Chechenia), represión de la resistencia (Kazajistán) o manutención de una dictadura títere (Bielorrusia). En contraposición completa con esta metodología, Lenin sostuvo en la teoría -durante más de 15 años- y en la práctica -tras la victoria de Octubre- la defensa sistemática de la autodeterminación de las naciones. Una lucha teórica y práctica La revolución de febrero de 1917 levantaba de palabra el derecho a la autodeterminación de las naciones, pero lo estrangulaba en la práctica, continuando la herencia del zarismo. Por eso, Lenin fue crítico implacable de esta política, como ilustra un texto de junio de 1917 en el que denuncia el fracaso del gobierno provisional respecto de Ucrania, pues había impuesto una independencia ficticia, tutelada respecto de “las leyes que determinen el orden de todo el Estado ruso, [que] deberán ser promulgadas por el Parlamento de toda Rusia”. En contraposición con ello, Lenin afirmaba que “solo el reconocimiento absoluto de este derecho nos permite abogar por la libre unión entre los ucranios y los gran rusos, por la asociación voluntaria de los dos pueblos en un solo Estado. Solo el reconocimiento absoluto de este derecho puede romper en la práctica, completa e irrevocablemente, con el maldito pasado zarista, en el que se hizo todo para causar el distanciamiento mutuo de dos pueblos tan afines por su idioma, su territorio, su carácter y su historia”. Antes, en 1914, Lenin era igual de taxativo: “depende de mil factores, desconocidos de antemano, si a Ucrania le cabrá en suerte formar un Estado independiente. Y, como no queremos hacer ‘conjeturas’ vanas, estamos firmemente por lo que es indudable: el derecho de Ucrania a semejante Estado. Respetamos este derecho, no apoyamos los privilegios del ruso sobre los ucranios, educamos a las masas en el espíritu del reconocimiento de este derecho, en el espíritu de la negación de los privilegios estatales de cualquier nación”1.
 Esta orientación se reflejó en la práctica del poder soviético pocos días después de ocurrida la Revolución de Octubre, cuando el decreto titulado “​Declaración de los derechos de los Pueblos de Rusia” estableció la “igualdad y soberanía para los pueblos de Rusia”; “el derecho a libre autodeterminación, incluyendo la secesión y formación de un Estado separado”; “la abolición de todos los privilegios y restricciones nacionales y religiosas”; “el libre desarrollo de las minorías nacionales y los grupos etnográficos que pueblan el territorio de Rusia”. No es preciso ahora recapitular el devenir posterior de la historia ucraniana, que lógicamente no adquirió una linealidad “simple y ordenada”. Muy por el contrario, estuvo inevitablemente involucrada en un proceso internacional, que empezaba por la guerra civil con participación imperialista para derrotar a la revolución soviética. Además, dentro de la propia Ucrania las distintas clases pugnaban por distintas versiones de “independencia”, incluida la tutelada por potencias extranjeras. Esa historia, que excede por mucho el propósito de este artículo, no quita el hecho de recoger la posición histórica que los socialistas reivindicamos y que Lenin defendió con particular consecuencia.

 Controversias en el movimiento socialista 

El debate teórico sobre la autodeterminación nacional tiene antecedentes muy destacados en el movimiento socialista. Es conocida la polémica entre Lenin y Rosa Luxemburgo; los argumentos principales del primero suelen leerse en un folleto popular de 1914 titulado El derecho de las naciones a la autodeterminación. Allí, el revolucionario ruso da cuenta de los antecedentes históricos de esa posición, que el POSDR (Partido Obrero Socialdemócrata Ruso) había adoptado en su programa de 1903. Esta resolución, a su vez, recogía inspiración en el acuerdo alcanzado en el Congreso de Londres de la Segunda Internacional realizado en 1896, que Lenin cita textualmente en su artículo: “el congreso declara que está a favor del derecho completo a la autodeterminación (Selbstbestimmungsrecht) de todas las naciones y expresa sus simpatías a los obreros de todo país que sufra actualmente bajo el yugo de un absolutismo militar, nacional o de otro género; el congreso exhorta a los obreros de todos estos países a ingresar en las filas de los obreros conscientes (Klassenbewusste= de los que tienen conciencia de los intereses de su clase) de todo el mundo, a fin de luchar al lado de ellos para vencer al capitalismo internacional y alcanzar los objetivos de la socialdemocracia internacional”. 
 La posición contraria a este principio -como la que sostenía Rosa- podía partir de una motivación honesta referida al combate de todo chovinismo nacional, pero concluía involuntariamente en el oportunismo, el sectarismo o ambos. Para demostrar esto, Lenin desarrolla un estudio histórico concreto del problema nacional, que no podía ser resuelto con categorías abstractas. En este punto, la creación de Estados nacionales separados (esto y no otra cosa es la autodeterminación) se corresponde con la lógica de desarrollo capitalista. Esto es, extensión de la producción y el mercado mediante una lengua única; reproducción de la clase explotada valiéndose de recursos estatales; entre otras cosas. Sin embargo, el desarrollo histórico no adquiere una forma lineal y paralela en cada país, sino desigual y combinada. Lenin era particularmente consciente de esta característica en Rusia, donde un monstruoso Estado central era dominado políticamente por una nacionalidad (“granrusos”) que ni siquiera era la mayoritaria en el conjunto del imperio. Esta situación generaba opresiones especiales cuya subestimación para un revolucionario constituían un crimen. Este análisis concreto de la situación concreta explica la obsesión de Lenin con el tema, pues si el proletariado granruso no demostraba consecuentemente a los trabajadores fineses, ucranianos o judíos su voluntad de romper con cualquier opresión de tipo nacional (por ejemplo la libertad de educarse en lengua propia), sería imposible establecer vínculos fraternos de unidad de clase para luchar por una revolución que en última instancia plantea la supresión de todos los Estados nacionales. Negar este problema en nombre de un “internacionalismo” genérico era favorecer al chovinismo granruso dentro del proletariado, del mismo modo que si un socialista inglés rechaza en la actualidad la soberanía argentina sobre las Malvinas está defendiendo objetivamente los privilegios de la aristocracia obrera de un país imperialista. 

 Autodeterminación nacional e independencia de clase 

La posterior deformación estalinista de esta política implicó subsumir al proletariado respecto de las burguesías nacionales de los países oprimidos. Pero Lenin era muy claro en 1914: “Al proletariado le importa, en ambos casos, garantizar el desarrollo de su clase; a la burguesía le importa dificultar este desarrollo, supeditando las tareas de dicho desarrollo a las tareas de ‘su’ nación. Por eso el proletariado se limita a la reivindicación negativa, por así decir, de reconocer el derecho a la autodeterminación, sin garantizar nada a ninguna nación ni comprometerse a dar nada a expensas de otra nación”. En otras palabras, “lucha contra los privilegios y violencias de la nación opresora y ninguna tolerancia con el afán de privilegios de la nación oprimida”. Se defendía como partes indisolubles de la misma política la defensa incondicional del derecho nacional a formar Estados en simultáneo con la separación tajante respecto de la burguesía de cada lugar. Indudablemente, este problema sigue una dramática actualidad. Por ejemplo, si en nombre de la “autodeterminación ucraniana” ponemos en el centro de la denuncia a la incursión militar rusa, haríamos causa común con una burguesía cuya “independencia” no es más que una pobre fachada de su vasallaje respecto de la Unión Europea y la Otan. Por eso, no se trata de fetiches. Frente a la pretensión de tener una respuesta preestablecida “a la separación de cada nación”, Lenin responde que es “absurda, metafísica en teoría y conducente a subordinar el proletariado a la política de la burguesía en la práctica. (…) El proletariado las subordina a los intereses de la lucha de clases”. 

 Guerra a la guerra 

El interés del régimen putiniano por contraponerse al legado bolchevique permite clarificar problemas políticos muy relevantes. Como herederos de ese programa revolucionario, defendemos consecuentemente la autodeterminación de las naciones como parte de la mayor confraternidad internacional entre las y los trabajadores de todos los países, sin privilegios derivados de habitar uno u otro lugar. A la vez, rechazamos cualquier fetiche al respecto, que nos impida ver la manipulación imperialista de los regímenes políticos de otros países, como sucede en Ucrania y el este europeo, colonizado por el capital financiero que sostienen “los fierros” de la Otan. Frente a eso, los métodos de masacre y sojuzgamiento nacional de Putin y su camarilla de magnates nada tienen que ver con liberación alguna. La lucha contra la catástrofe de la guerra está reservada a una clase obrera emancipada y organizada políticamente en torno a la revolución socialista. 

Alejandro Lipcovich 
 Elaboración Prensa Obrera 

 1 Lenin, “El derecho de las naciones a la autodeterminación”, 1914, en https://www.marxists.org/espanol/lenin/obras/1910s/derech.htm

Las sanciones económicas del imperialismo contra Rusia


Joe Biden (Estados Unidos) y Ursula von der Leyen (Unión Europea)

 Estados Unidos, la Unión Europea, Canadá, Japón y Australia anunciaron esta semana nuevas sanciones económicas contra Rusia. Las primeras se conocieron cuando el gobierno de Vladimir Putin reconoció la independencia de las repúblicas del Donetsk y Lugansk, y las demás con el ingreso de tropas rusas en Ucrania. 
 Junto con la guerra, los bloqueos y sanciones económicas son un arma siniestra del imperialismo contra los pueblos del mundo, sometiéndolos al hambre y la falta de medicamentos y otros productos elementales. Lo muestran los casos de Irán, Cuba y Venezuela. Y son la ocasión para el más desvergonzado pillaje: el Reino Unido le ha confiscado las reservas de oro a Caracas, mientras que Estados Unidos se apropió de 7 mil millones de dólares de las reservas internacionales de Afganistán, tras el triunfo de los talibanes.
 Las sanciones económicas del imperialismo deben ser rechazadas.
 En lo que respecta a Rusia, Washington bloqueará el acceso a dólares a importantes bancos e instituciones financieras, además de prohibir los negocios con estos grupos económicos por parte de ciudadanos estadounidenses. También impedirá la emisión de deuda y el financiamiento para una docena de empresas, entre ellas la gasífera Gazprom, la telefónica Rostelecom y el Banco Agrícola. Y se detiene la exportación de material militar. Previamente, Biden había prohibido toda inversión e importación desde los territorios del este ucraniano.
 La Unión Europea impedirá la salida a las bolsas europeas de empresas estatales rusas; bloqueará el acceso al financiamiento a empresas de defensa, construcción y transporte; detendría el envío de piezas y tecnología para la industria energética; y prohibirá a ciudadanos rusos depósitos bancarios mayores a los 100 mil euros, lo que es un golpe a la oligarquía que lleva su dinero al exterior. 
 El Reino Unido anunció sanciones a bancos y algunos oligarcas. Canadá prohibirá a sus ciudadanos la compra de deuda rusa y aplicará también sanciones a bancos moscovitas. Japón anunció un embargo comercial a las repúblicas del este ucraniano y bloqueará la emisión de deuda rusa en su territorio. Australia anunció represalias contra instituciones financieras y empresas del Donetsk y Lugansk. 
 Con estas sanciones, se busca debilitar a Putin y enemistarlo con la oligarquía. Pero el costo mayor recaerá sobre las masas rusas. Las sanciones económicas aplicadas desde 2014 ya han tenido un severo impacto sobre la economía y la población. 
 El ahogo económico contra Rusia, sin embargo, no es total. Por el momento, no se la aparta del Swift (sistema de pagos internacional). Al respecto, algunos medios informan que la Unión Europea está dividida al respecto, con algunos países a favor de avanzar en medidas más duras, y Alemania con mayor reticencia. Esto seguramente responde al nivel desigual de negocios de cada cual con Moscú.
 Un punto interesante es que, a pesar de que Alemania frenó la habilitación del gasoducto Nord Stream 2 (que llevará el fluido a la nación teutónica a través del Mar Báltico), no se obstaculizarán las exportaciones a Europa del gas y el petróleo ruso, que son la principal fuente de ingresos de Moscú. Esto responde a la dependencia energética del viejo continente; es una compleja trama de interdependencia, tanto de la parte que vende como de la que compra. 
 La actual guerra en Ucrania tiene como principal responsable al imperialismo, que a través de la expansión de la Otan hacia el este europeo y el sometimiento económico de Ucrania desestabilizó la región. Pero en el conflicto, el Kremlin no interviene para desarrollar una lucha antiimperialista, sino en función de los intereses de su oligarquía gobernante. 
 Fuera la Otan y el FMI. Abajo la burocracia restauracionista de Putin. Cese de los bombardeos e incursión militar de Moscú. 

 Gustavo Montenegro

La guerra en Ucrania aviva mayores naftazos y tarifazos


¿Cómo impacta en Argentina la disparada de los precios de petróleo y gas por el conflicto en Europa del Este? Los precios internacionales del gas y el petróleo ya estaban altos, en el marco de la crisis energética. La invasión a Ucrania terminó de disparar la cotización de los hidrocarburos, ya que en ambos casos Rusia es la segunda mayor productora del mundo. Esto agrava el peso del déficit energético de Argentina, que debe importar gas para satisfacer la demanda interna y que a la vez compra en el exterior combustibles -que podrían producirse en el país, pero se prioriza el negocio de exportación de los pulpos petroleros. Se redoblan las presiones por una hoja de ruta de tarifazos y naftazos, es decir que los platos rotos los vamos a pagar los consumidores.
 El gas es el principal insumo de toda la matriz energética de nuestro país, por lo que su alza encarece todo el esquema de generación de energía (más aún cuando la sequía afecta la producción hidroeléctrica). Esto opera como un dedo en la llaga ante el intento de reducir los subsidios al sector, como demanda el FMI, y golpea a su vez sobre la balanza comercial que es la única fuente de divisas con que el gobierno pretende dar garantías de repago de la deuda -se estima que las importaciones en este ítem demandarían al menos 4.000 millones de dólares, y que la factura será mayor si la suba se mantiene. 
 La producción de gas en Argentina alcanza para satisfacer aproximadamente algo menos de tres cuartas partes de la demanda interna, y el resto debe importarse. Ya antes de que sonaran los primeros misiles en suelo ucraniano el precio que se pagaba por importar gas natural licuado era tres veces superior al promedio del año pasado, y se proyecta que en 2022 crezca 15% la cantidad de buques que traigan el fluido desde el exterior. Así las cosas, el monto de los tarifazos promete ser mucho más alto que el 20% con que apenas debuta el esquema «transitorio» de boletas de gas y luz. 
 También repercute la escalada de los precios del petróleo, con el barril traspasando la barrera de los 100 dólares. El hecho puso al desnudo lo leonino de la política de incentivos a los pulpos petroleros. La Secretaría de Energía debió convocar a las empresas del sector para atender una crisis en puerta en torno al abastecimiento de combustibles, porque con esa cotización internacional las compañías como la yanqui Chevron o Tecpetrol (del grupo Techint) priorizan exportar el crudo, embolsando casi el doble de lo que pagan las refinadoras locales.
 Es un negocio que contó con incentivo oficial el año pasado, permitiendo la venta al extranjero de hasta casi un tercio de la producción (2021 cerró con un aumento interanual del 45% en las exportaciones de combustibles, según Indec). La operación se hace a costa de YPF, que debe importar crudo para cubrir la demanda de sus refinerías. Ahora el costo de esto es prohibitivo, y tanto Raizen (Shell) como Trafigura (Puma) acusaron dificultades para abastecerse. La reunión en Energía apenas sirvió para que funcionarios plantearan el problema… para dejarlo librado a que lo resuelvan las compañías entre sí. 
 La crisis quedó así abierta. La política propetroleras del gobierno es reticente a tocar este negoción, cuando para incentivar a que abandonen la huelga de inversiones ya les otorga subsidios como el Plan Gas, y les promete una ley de beneficios impositivos y hasta flexibilización del cepo cambiario para que puedan girar sus ganancias en dólares al exterior. El primer efecto será un sendero de nuevos naftazos, tras la suba del 9% de este mes y la que rondaría el 7% en marzo. 
 Hay otros dos agravantes que presionan por nuevos aumentos. El primero es que la devaluación del peso aleja cada vez más lo que ganan las petroleras por exportar el crudo que por venderlo adentro. El segundo es que el conflicto en Europa del Este también mantiene en récords la cotización internacional de la soja y el maíz, base del biodiésel y el bioetanol, y por lo tanto las productoras de biocombustibles salieron a reclamar la suba de sus precios (están regulados por el Estado, y ya vienen con un cronograma de incrementos mensuales que vence en marzo). 
 El rumbo de naftazos y tarifazos permanentes es una muestra no solo de que el acuerdo con el FMI implica un ajuste frontal contra la población trabajadora, sino que además representa una orientación colonial que nos deja de rodillas ante el gran capital y las oscilaciones de un mercado mundial caracterizado por la crisis y las confrontaciones entre potencias. La inviabilidad de este esquema evidencia la justeza de la consigna que liga el rechazo a esta confiscación con el reclamo de la apertura de los libros de las empresas al control obrero, y el planteo de salida de nacionalizar toda la industria energética y el comercio exterior para que la renta de exportación -aprovechando los menores costos locales- sea invertida en un desarrollo en función de las necesidades sociales y productivas del país.

 Iván Hirsch

sábado, febrero 26, 2022

Guerra en Ucrania: claves para comprender el conflicto

¡Guerra a la guerra! Fuera la OTAN y el FMI.

Las drogas y los barrios, conclusiones de un reportaje revelador


“Un Potenciar Trabajo de 16 mil pesos no puede competir con la droga” 

 El periodista Pedro Lacour, que sigue en La Nación la agenda de la izquierda y las luchas sociales, publicó una cobertura acerca de la droga y su impacto sobre las organizaciones barriales y piqueteras. 
 El propio título de la nota, un “·desafío narco”, anticipa la lucha de las organizaciones sociales contra el tráfico de droga que destruye a las familias en los barrios. Uno de los entrevistados, perteneciente al Movimiento de Trabajadores Excluidos, relata la experiencia de las ´casas de recuperación´ a adictos. Los asistidos son hijos de “padres y madres consumidores, con familias que incluso venden para poder sostener la olla en la casa”. No hay línea divisoria clara entre el consumo y el pequeño tráfico, donde la venta sostiene la adicción y la propia subsistencia familiar, en medio de una miseria social completa. Desmintiendo a los defensores de la “libertad individual” en materia de drogas, el entrevistado señala que la mayoría de sus asistidos “No tuvo la posibilidad de elegir entre consumir y no consumir”, y de inmediato alude al vacío existencial que envuelve a la juventud: “En los barrios populares hay muy poco acceso al deporte, están imposibilitados de armar algún proyecto de vida”. 
 El artículo alude a la existencia de una estructura estatal -” Centros de Atención y Acompañamiento Comunitario”- que la SEDRONAR terceriza en organizaciones sociales, entre ellas, la UTEP, la CCC, el Movimiento Evita y la Iglesia. Suponemos, con razones fundadas, que esta delegación se lleva adelante por medio de trabajadores precarizados. En relación al entramado que rodea a la droga, el veredicto de los entrevistados es lapidario: “Los narcos tienen complicidad con la policía y el poder político”. Agregan, luego, que un plan Potenciar Trabajo de dieciséis mil pesos “no puede competir” con los ingresos que provee el menudeo de la droga. 

 Droga y lucha política 

Dentro de los límites de una entrevista, en la nota de La Nación no deja de colarse una evidente contradicción: aunque los militantes reporteados no dudan en vincular “al Estado y al poder político” en el entramado de la droga, las acciones que mencionan se circunscriben a la atención posterior o eventual rehabilitación de los adictos. Son parte, por lo tanto, del “control de daños”, es decir, de la morigeración sanitaria de los “consumos problemáticos”.
 Por eso mismo, el reportaje deja planteado un gran interrogante para las organizaciones sociales y piqueteras: si la droga se introduce como resultado de una ´articulación política´, en directa vinculación con el crecimiento de la miseria social, ¿no está planteada una lucha de carácter político contra la droga en los barrios? ¿No es necesaria una verdadera campaña de reivindicaciones, que una la lucha por las necesidades básicas contra el régimen político y social responsable por la miseria y la penetración de la droga? 
 Los “entrevistados” de La Nación, claro está, son dirigentes sociales oficialistas, y en ese carácter, parece claro que la cooptación estatal no se llevaría bien con una lucha contra el Estado –aun existiendo, por parte de ellos, una crítica o un rechazo al consumo de drogas. Pero este interrogante se extiende al piqueterismo opositor o independiente del Estado, en este caso ligado al libertarianismo de izquierda, que asume al consumo de estupefacientes desde el lugar de la libertad personal, cuando se trata del envenenamiento de la juventud trabajadora. Asistimos a una descomposición económica y social del capitalismo, no al paraíso de la libertad humana. 

 Por la derrota de la droga 

Esto plantea, por lo tanto, una lucha política en los barrios por la derrota de la droga, que debe ser concebida como una lucha contra el Estado, los partidos y los aparatos estatales que la promueven. Esta tarea podría comenzar, de un modo inmediato, con un trabajo de agitación y propaganda: charlas políticas en los barrios que expongan las consecuencias lacerantes del consumo; su papel como destructor de las energías creativas de la juventud y de los trabajadores; los vínculos del narco con el aparato estatal, en todas sus formas, y con el capital financiero, a través de los sistemas de lavado. 
 Estas actividades podrían concluir con resoluciones prácticas de acción, por el derecho al trabajo, al estudio, a la práctica deportiva; pelear por el derecho a exponerlas en los colegios de la zona, organizando y formando centros de estudiantes, y participando en ellos como enemigos políticos de la infiltración de la droga. 
 Contra el amedrentamiento con que los narcos protegen su actividad, debemos crear la “atmósfera” política que los combata y los excluya, en primer lugar, de los elementos más activos y avanzados de la juventud de los barrios. Hay que sumar a esta lucha a los trabajadores de la salud mental, con un planteo político. 

 Rita Marchesini 
 23/02/2022

La invasión de Ucrania, funcional a la Otan


El impasse terminal del régimen de Putin. 

 Para justificar la invasión a Ucrania, el presidente de Rusia, Vladimir Putin, señaló que las negociaciones para obtener garantías jurídicas internacionales de que Ucrania no sería incorporada a la Otan habían llegado a lo que llamó “un punto muerto”. 
 Esto es, ciertamente, indiscutible. La Otan, en toda esta crisis, ratificó de todas las maneras posibles su intención de continuar con el asedio militar a Rusia. Luego de la invasión a Ucrania ha dispuesto una inmediata movilización de la llamada Fuerza de Acción Rápida, unos 40 mil hombres, para responder a la invasión de Rusia con una ampliación del territorio de la guerra. Es lo que ha anunciado el general Jens Stoltenberg, el secretario general de la Otan. Francia, Gran Bretaña, Canadá y Estados Unidos han desplegado nuevas fuerzas militares en Polonia, Rumania y los estados del Báltico. La prensa insiste acerca de la inminencia de un pedido de ingreso a la Otan de parte de Finlandia y Suecia. En el Congreso de EEUU y en el parlamento británico se han levantado voces, a derecha e ‘izquierda’, en ese mismo sentido, para reforzar el envío de fuerzas militares a los países fronterizos de Rusia. La Otan ha buscado y encontrado la oportunidad para escalar el cerco a Rusia. La finalidad de someterla a una dependencia semi-colonial o, alternativamente, a su desmembramiento nacional, quedó de manifiesto inmediatamente después de la disolución de la Unión Soviética y la rapiña que sufrió la inmensa propiedad estatal del país.
 En lo fundamental, sin embargo, el que llegó a “un punto muerto” es Putín y el régimen oligárquico capitalista que representa. La Rusia capitalista y oligárquica pos soviética se encuentra en impasse terminal, no importa la importancia que atribuyen los ‘expertos’ a que ha acrecentado sus reservas internacionales de divisas a u$s 650 mil millones, o a la envergadura y tecnología de sus fuerzas armadas. Esas reservas está nominadas, precisamente, en una moneda que no se encuentra bajo la dirección de Rusia. La oligarquía gobernante tiene muchísimo más activos y dinero en Londres que en Moscú; para una clase social advenediza, que no podría justificar nunca su capital en los términos legales más primitivos, la protección social que le ofrecen las metrópolis de la Otan son más seguras que las de Moscú. En cuanto a las fuerzas armadas, ellas no son un cuerpo inerte sino que, por el contrario, sufren al extremo el impasse del régimen del cual forman parte. Es la Rusia de los Putin la que ha llegado a “un punto muerto”, como consecuencia del fracaso histórico de la restauración capitalista. Rusia enfrenta el peligro de una implosión. Es un resultado inevitable del desmantelamiento de la URSS – víctima de otra implosión, su régimen burocrático, antiobrero y antisocialista. En un discurso reciente, Putín respondió al anuncio de represalias económicas por parte de la Otan, que Rusia aspira a la mayor integración posible al mercado capitalista mundial y que le es ajena, por lo tanto, cualquier propósito de “sabotearla”. Cuando en forma simultánea reivindica la ‘gloria’ del imperio zarista, omite que ese régimen era una semi-colonia del capital francés, alemán e inglés, siempre al borde de la disolución. 
 La amenaza de una guerra mundial constituye una refutación clamorosa de la tesis acerca del carácter ‘pacífico’ de la restauración capitalista, producida “sin disparar un solo tiro’. Ocurre que esa restauración no se agota con la apropiación de la riqueza del país por una serie de aventureros y burócratas – es necesario, por sobre todo, que impulse un nuevo desarrollo histórico de las fuerzas productivas. La restauración del capital en el territorio que asistió a primera y mayor revolución proletaria de la historia, tampoco es un acontecimiento de alcance nacional, como no lo fue esa revolución. La restauración de la dominación capitalista significa, internacionalmente, la colonización económica y política por parte del capital internacional. Esta colonización es lo que se encuentra en el eje del cerco desarrollado por la Otan desde hace treinta años y de la guerra actual. El mundo asiste a una nueva manifestación del carácter histórico contrarrevolucionario de la restauración capitalista. 
 Está claro, a partir de esta caracterización, no solamente el carácter reaccionario y contrarrevolucionario de la ocupación militar de Ucrania por parte de Rusia. Una guerra fundada en intereses capitalistas y planteos chovinistas e imperiales, constituye un ataque a la unidad internacional del proletariado contra el capital. La invasión a Ucrania ha sido deseada (algunos medios dicen “incitada”) por la Otan y en especial por Estados Unidos. No cambia esta caracterización el hecho de que Putin diga no tenía otra alternativa, pues los trabajadores de todo el mundo no pueden hacerse cargo del impasse de un régimen sin salida – nos referimos al bonapartismo de Putin y al imperialismo mundial y sus estados. Este impasse, que lleva a una tercera guerra mundial, sólo puede ser roto por una acción revolucionaria internacional de la clase obrera. 
 La crisis mundial en desarrollo tiene su raíz en la lucha irreprimible del capital por mercado y oportunidades de lucro, o sea por una ampliación de la frontera de explotación de los trabajadores. Pero es indudable que esta tendencia se ha acelerado como consecuencia de la crisis humanitaria plantea por el Covid, y por la agudización de la crisis social en todos los países, especialmente Estados Unidos y otras potencias imperialistas, y Rusia, la patria de la Sputnik V. El capital ha sacrificado la atención de la salud a sus propios intereses, al extremo de que las fortunas de los grandes magnates del planeta han crecido en forma espectacular durante la pandemia. La pandemia desató, asimismo, una lucha feroz por los suministros de vacunas, respiradores y hasta mascarillas, y por sobre todo por los insumos para su producción. La guerra en Europa se ha desatado en el marco de un estallido excepcional de las contradicciones capitalistas. 
 Cuando aún no se ha consumado la ocupación de Kiev, la capital de Ucrania, la posición del régimen de Putin se ha visto considerablemente agravada por el distanciamiento de ella por parte del régimen de Xi Jinping. China no tiene ningún interés en el sometimiento de Ucrania a la Rusia de Putin. No es ni el método ni la vía con que encara la guerra económica desatada contra ella por parte de Estados Unidos. China tiene inversiones en Ucrania, y Ucrania ha firmado la adhesión a la ruta de la seda. Ucrania, después de todo, no ha sido beneficiada en nada por la apertura de su economía y el sometimiento al FMI. La deuda de Ucrania con el Fondo es considerablemente mayor a la que ha dejado Macri y dejarán los Fernández. Más de lo que ocurre en Rusia, se encuentra dominada por una oligarquía dividida en regiones; Vladimir Zelensky llegó a la Presidencia como el títere de una de sus fracciones, la que monopoliza los “medios hegemónicos”. Por los resquicios de esta crisis ha penetrado China, que ahora procura algo imposible – la reanudación de las negociaciones internacionales. Para la Otan, la condición para esa alternativa es la cabeza de Putin. La posición internacional de China, como se puede ver, se encuentra ante una encrucijada estratégica, pues sería perjudicada por una derrota de Putin – y más aún por una victoria de la Otan. 
 La invasión de Rusia violenta la independencia de Ucrania, pero no es la independencia de Ucrania lo que está en juego, sino una guerra entre las potencias en presencia. Hoy mismo, Ucrania es una dependencia semicolonial de la Unión Europea y del FMI, y, políticamente, de Estados Unidos. Zelensky ha trabajado metódicamente para recuperar por vía militar las regiones disidentes o separatistas del este del país, y en última instancia de Crimea, Sebastopol, cuya importancia estratégica reside en que es un acceso al Mediterráneo de la fuerza naval de Rusia. En los últimos días, Zelensky ha reiterado su enorme congoja por la invasión rusa, sin admitir, sin embargo, que ella es un resultado de su propia política – la política de la oligarquía ‘europeísta’ y la política de la Otan. En la época de la decadencia del capitalismo y de guerras imperialistas, la independencia nacional sólo puede ser alcanzada por medio de una lucha revolucionaria internacional contra el imperialismo. Las culturas y las creaciones nacionales sólo pueden desarrollarse en una unión internacional de repúblicas socialistas. 
 En el curso de los últimos cuatrocientos años de historia, las invasiones de territorios ajenos y de países han desatado grandes y pequeñas luchas nacionales, algunas revolucionarias otras reaccionarias. ¿Cómo se plantea esta lucha en Ucrania, en medio de un envenenamiento nacionalista y chauvinista de uno y otro lado, y del imperialismo mundial? Es una cuestión que se ha venido planteando desde el bombardeo de Yugoslavia por la Otan, y la serie de crisis políticas promovidas para incorporar a los estados del este de Europa a la Otan. Esas crisis recibieron el nombre de ´revoluciones de colores´, una marca del plutócrata belicista George Soros. La cuestión se presenta de nuevo en el caso presente, cuando la Otan prepara el armamento de una guerrilla interior que complemente la respuesta exterior del imperialismo. La inmensa mayoría de la “extrema izquierda internacional, plantea una independencia nacional de Ucrania -ni Washington y Bruselas, ni Moscú-, que hace abstracción de la guerra, o sea un retorno a la falsa independencia previa, que ha creado las condiciones de la guerra. Una lucha revolucionaria, en cambio, contra la ocupación de Ucrania, por parte de Putin, o sea una lucha armada contra el invasor, debería estar presidida por el objetivo de unir a los trabajadores de Ucrania y de Rusia; por el llamado a derrocar a las oligarquías gobernantes de Ucrania y de Rusia; por el llamado a las tropas rusas a unirse a la resistencia obrera y socialista; por el principio de la revolución socialista internacional.
 Es, indudablemente, una tarea muy difícil -en extremo difícil-, debido al atraso político y a la confusión en el seno del pueblo, y al trabajo de envenenamiento ideológico de los estados, en primer lugar, y de una izquierda pacifista, democratizante y soberanista y nacionalista. 

 Jorge Altamira 
 26/02/2022

¿Terminó la tercera ola?


El aperturismo mundial de la burguesía, contra los trabajadores.

 La primera vez que el Presidente manifestó el fin de la pandemia fue en el marco de su campaña electoral, en el cierre de la convención anual de la Cámara Argentina de la Construcción. “Ahora la pandemia ha pasado, es necesario construir un mundo hacia adelante”, dijo entonces. Luego, en la inauguración de las clases pautadas para el 2 de marzo agregó: “empecemos otra vida, vamos a volver con toda la fuerza, vamos a olvidarnos de tener la cara tapada”. 
 Es la misma línea que siguen los países nórdicos -Finlandia, Noruega, Suecia y Dinamarca-, que han apostado a la “nueva normalidad” eliminando la mayoría de las restricciones contra Covid-19, aun registrando récords diarios de contagios. “Dejar atrás la pandemia y seguir adelante”, fueron las palabras con que la ministra danesa, Mette Frederiksen, anunciaba que Dinamarca eliminaba las restricciones por Covid y avanzaba a “la normalidad antes de la pandemia”. Noruega hacía lo propio un día después: no será obligatorio priorizar el teletrabajo y el Ejecutivo anima a los colegios a la presencialidad absoluta. Este mes, en Suecia, que ha levantado todas las restricciones, la incidencia del virus supera los 5.000 casos por cada 100.000 habitantes, a pesar de que el 72% de los suecos se encuentra vacunado con esquema completo. 
 Por otro lado, en Estados Unidos se reportaron 75.067 nuevos casos covid y 2.311 fallecidos, el país se encuentra en el puesto número uno de los países con mayor cantidad de infectados por coronavirus, seguido por India y Brasil. El 78% de la población recibió la primer dosis de la vacuna, mientras que sólo el 66% ya tiene ambas dosis. California anunció que empezará a tratar al virus como un riesgo endémico. “Estamos pasando de una fase de crisis, a una fase donde trabajaremos para vivir con el virus”, dijo el gobernador Gavin Newson. EEUU fue el primer país en anunciar el recorte de días de aislamiento a 5 días para las personas infectadas, medida anunciada en el momento récord de contagios. Según Anthony Fauci, asesor médico del gobierno, el recorte del aislamiento es “una manera de evitar que mucha gente quede por fuera de sus actividades”. Estas medidas fueron cuestionadas por parte de la comunidad científica debido a la falta de datos para conocer el comportamiento de la variante ómicron, que ha pasado a ser la prevalesciente en prácticamente todo el mundo.

 Las secuelas: el long covid 

Contagiarse de covid-19 ha llevado a un porcentaje de la población a presentar secuelas luego del transcurso de la enfermedad. Según un artículo publicado en el New York Times, se trata de una enfermedad crónica con una amplia gama de síntomas. Los estudios confirman que del 10 al 30 % de las personas infectadas con coronavirus presentan síntomas a largo plazo.
 Las investigaciones demuestran que la carga viral permanece en el cuerpo, en los tejidos de los intestinos, los ganglios linfáticos, entre otros. Muchos de estos pacientes tienen dificultades para desarrollar actividades físicas, experimentando una reaparición de los síntomas cuando realizan ejercicio. Esto lleva aparejado otro síntoma que se destaca en el cuadro: la fatiga persistente. También las personas con covid leve pueden presentar un deterioro cognitivo prolongado, que incluye la disminución de la memoria, la atención y la dificultad para encontrar palabras. Otro síntoma frecuente es la dificultad para respirar.
 Algunos hospitales en Estados Unidos comenzaron a desarrollar programas para el tratamiento de recuperación tras el Covid. Debido a la cantidad de pacientes estos servicios ya se encuentran colapsados, teniendo larga listas de espera.
 Mientras gran porcentaje de jóvenes asisten a la escuela, muchos otros deben recuperarse del covid prolongado, con síntomas neurológicos, físicos y psiquiátricos. Francis Collins, director de los Institutos Nacionales de Salud, citó un estudio que mostraba que entre el 11 y el 15% de los jóvenes infectados podrían presentar covid prolongado. Muchos de los pacientes menores que presentan covid prolongado fueron niños que no fueron hospitalizados, que se recuperaron en su casa.

 Vacunación infantil 

Si bien el esquema de vacunación con ambas dosis en adultos llega a un 80%, en el caso de los niños este porcentaje no llega al 50%. Mientras que además la pandemia acentuó la pobreza entre los niños de Argentina, el 65% vive por debajo de la línea de pobreza. Esto ha llevado a la propia UNICEF a presentar un plan de trabajo para revertir la situación.
 Sonia Tarragona, jefa de Gabinete del Ministerio de la Salud de la Nación, admitió un incremento de contagio en los chicos de entre 3 y 11 años. Sin embargo dijo “ no hay ninguna manera de detener la transmición de Ómicron. Ya está en todo el país. Tampoco ha resultado tener barreras internas”.
 En las escuelas porteñas se eliminará el sistema de burbujas y aislamiento ante la aparición de un caso positivo, tampoco se exigirá un pase sanitario. Larreta agregó “algunas medidas del protocolo general pasarán a ser obligaciones a recomendaciones”. En relación al uso de tapabocas, desde el Gobierno de la Ciudad lo desaconsejan para aquellos estudiantes que van desde jardín hasta tercer grado “porque es una barrera para el aprendizaje”. El 21 de Febrero comenzaron las clases del nivel primario e inicial donde 390.000 niños vuelven a las aulas. 
 Por otro lado, el gobierno provincial comenzara las clases el 2 de marzo. El ministro de educación de la Nación, Jaime Perczyk, rectificó que habrá presencialidad plena, agregando que “la virtualidad o educacióna distancia funcionará como apoyo, pero la presencialidad es la regla del sistema educativo Argentino”. Así también, anticipó la presencialidad en todas las universidades del país.
 La persistencia de los contagios a nivel internacional como las secuelas que genera el tránsito de la enfermedad, muestran que la pandemia no concluyó. En Argentina, el gobierno de los Fernández y Larreta se ponen de acuerdo en la apertura total para la convivencia con el virus, a pesar de que la mitad de los niños no han sido vacunados con ambas dosis, esto podría llevar a un nuevo foco de contagio, perjudicando gravemente a los jóvenes.
 La lucha por los protocolos covid mediante coordinadoras en los lugares de trabajo, con derecho a parar las producciones, como así también en las propias escuelas, que permitan volver a los grupos reducidos y a la virtualidad, es la vía para proteger la salud de los trabajadores y los niños ante “la vuelta de página” que propone el gobierno. 

 Florencia Suárez 
 24/02/2022

La ocupación militar de Ucrania por parte de Rusia


En la madrugada del jueves 24, las fuerzas armadas de Rusia iniciaron una invasión en gran escala de Ucrania, desde la frontera con Bielorrusia, a través de la región oriental y desde el mar Negro. La fuerza aérea atacó diversos aeródromos de Ucrania, incluido el aeropuerto de Kiev, y numerosas infraestructuras de importancia. De este modo ha rodeado al este de Ucrania, en una línea divisoria desde Crimea al noroeste, donde se encuentran ciudades de la importancia de Odessa, Kharkov y Mauripol. A 80 kilómetros de la capital, los observadores esperan la ocupación de Kiev y el cese del gobierno oficial. Los gobiernos de la Otan pusieron en práctica una primera tanda de sanciones económicas – la más relevante es la suspensión, por parte del gobierno alemán, de la certificación del gasoducto NordStream2, que debía completar el abastecimiento del fluido a Alemania. 
 La responsabilidad por esta invasión militar recae enteramente en la Otan, que se ha extendido desde el Atlántico Norte a Asia central y militarizado todos los estados que rodean a Rusia. Los dos meses de discusiones que han transcurrido desde el inicio de las movilizaciones de tropas al interior de Rusia, luego a Bielorrusia y a los mares Báltico, del Norte y Negro, terminaron hace un par de días, antes de la invasión, en un completo impasse. Estados Unidos y la Unión Europea rechazaron firmar un compromiso de no incorporar a Ucrania a la Otan, desmilitarizar a los estados que tienen frontera con Rusia y reactivar el tratado que contemplaba la reunificación de Ucrania, bajo la forma de una república federal. Ha estallado una guerra de carácter imperialista, como consecuencia, en primer lugar, de una política de extensión de la Otan (un bloque político-militar) al mundo entero. El mismo procedimiento tiene lugar en el Lejano Oriente, donde EEUU, Australia, Nueva Zelanda y Japón han establecido un acuerdo político-militar en las puertas de China. La Otan ha ocupado durante 14 años Afganistán, que es el corredor entre el Medio y Lejano Oriente. Ha participado además del bombardeo y despedazamiento de Libia, y armado a las formaciones ‘islámicas’ para derrocar al gobierno de Siria.
 La llamada ‘disfuncionalidadad’ de la Otan fue quedando en evidencia a medida que sus operaciones militares culminaban en repetidos fracasos – como en Afganistán e Irak (en este caso con la oposición de Francia), o en el cerco no menos letal contra Irán. El presidente de Francia, Emmanuel Macron, le dictó “muerte cerebral”. Este estado comatoso obedecía a una contradicción histórica más aguda. En tanto la disolución de la Unión Soviética y la apertura de China al mercado mundial parecía augurar una expansión excepcional del capitalismo, las crisis mundiales sucesivas que se precipitaron enseguida después de esos acontecimientos extraordinarios, mostraron sus limitaciones insalvables. Una de las más significativas fue la contradicción entre el monopolio financiero y militar de EEUU, por un lado, y su retroceso sistemático en el mercado mundial. En la Otan, el imperialismo norteamericano se desempeñaba cada vez más como el llanero solitario, con choques más frecuentes con sus aliados. En la crisis ucraniana, Rusia negoció con cuatro o cinco gobiernos con planteos separados: EEUU, Alemania, Francia, e incluso Turquía y la propia Ucrania. La guerra que se acaba de desencadenar, acentuará, por debajo de la superficie, esa desintegración. Por delante se proyectan crisis políticas internas en sus socios mayores.
 Quienes negaron o minimizaron la posibilidad de una guerra, invocaron el estrechamiento de las relaciones económicas internacionales, sin advertir, por supuesto, que con ese estrechamiento se potencian las contradicciones de la acumulación capitalista y la rivalidad entre los capitales y entre los estados que representan. Ahora que se presenta el plan de sanciones económicas de la Otan contra Rusia, el entrelazamiento económico internacional muestra su reverso. Rusia ha comenzado a reconvertir sus tenencias en dólares, y lo mismo hacen otros países que temen quedar envueltos en una guerra comercial de envergadura. La guerra desata la amenaza con una mayor dislocación del comercio y las finanzas internacionales – ya intensamente afectadas por el golpe que han recibido las cadenas de producción internacionales en el marco de la pandemia. 
 La resistencia a la Otan proyecta una luz poderosa acerca de la desintegración de Rusia. Pone de manifiesto, por lo pronto, que la disolución de la URSS, impulsada por la burocracia de los Putin, ha representado un suicidio nacional. El peso económico de Rusia es hoy inferior al de Brasil. La integración al mercado mundial ha dado como resultado un retroceso de sus fuerzas productivas. Putin encara esta guerra desde los intereses de la oligarquía capitalista de Rusia, frente al capital mundial. El régimen político de Rusia es una expresión de esta tendencia disolvente, porque ha instaurado un bonapartismo que busca meter las contradicciones sociales insuperables que atraviesa en el chaleco de fuerza de la represión política y la militarización. Las fuerzas armadas de Rusia podrían ocupar Ucrania, pero el sistema en su conjunto no reúne las condiciones para resistir la presión del imperialismo mundial. La fractura inevitable del bonapartismo putiniano replantea la alternativa de la disolución nacional. Rusia es una aglomeración de naciones que ha cobrado una forma estatal bajo la presión del mundo exterior o adyacente. La URSS de Lenin y Trotsky superó esa condición, en forma provisoria, en el marco de una revolución internacional. La anexión de Ucrania, directa o disimulada, para integrar el espacio de la Comunidad de Naciones Independientes que comanda Rusia, es una operación imperialista del territorio próximo inmediato, que multiplica las contradicciones de los anexionistas.
 Las guerras de alcance mundial, y también muchas guerras ‘locales’, son la expresión de contradicciones que han arribado a un punto de explosión. El empeño de la prensa occidental por identificar la guerra con el autoritarismo, en este caso de Putin, falsea la realidad y es un signo inconfundible de incompetencia. De repente, los comentaristas han olvidado el panegírico que han venido haciendo de la ‘globalización’ y del “mundo plano”, como bautizaron en forma grotesca una supuesta nivelación nacional del desarrollo capitalista. El mayor número de guerras, no obstante el nazismo y el fascismo, han sido impulsados por las democracias. Putin ha desencadenado las operaciones militares bajo la presión de un impasse estratégico, del mismo modo que la Otan buscó este desenlace y se empeñó en provocarlo, como vía de salida del suyo. 
 La humanidad viene asistiendo, desde el bombardeo y fragmentación de Yugoslavia, a la cadena de violencias de una guerra mundial. En esta guerra, la Otan representa al imperialismo mundial; la Rusia de Putin a un imperialismo de periferia. La piedra de la discordia no es la independencia de Ucrania – sólo es el falso pretexto, Es una guerra por la re-configuración política internacional de un mundo capitalista en completa decadencia histórica. Tampoco la primera guerra mundial se debió a la independencia de Serbia, aunque le sirviera como coartada el asesinato del archiduque de Austria, enemiga de Serbia. 
 No se trata de decir: “no estoy con ninguno”, sino de plantear un combate contra una guerra imperialista internacional. Un sector del ‘trotskismo’, representado por los restos del ex Secretariado de la IV Internacional, más varios otros, ha tomado, como es habitual, una posición ‘democrática’, es decir, que apoya, sin declararlo, claro, a la Otan, contra la dictadura de Putin. Es lo que ha hecho en la guerra yugoslava y las libradas en el Medio Oriente. Defiende la independencia de Ucrania, como si ella fuera posible sin una derrota del imperialismo en guerra, con los métodos de la revolución social.
 En una posición, que llamaremos “contraria” por comodidad, están quienes defienden el derecho de Rusia a resistir por medio de la guerra a la Otan. Caracterizan a la Rusia pos-soviética como un estadio intermedio entre el ‘socialismo’ preexistente y el capitalismo; representa una diferencia de calidad con el capitalismo ‘tradicional’. Si bien Rusia es, en efecto, una sociedad en transición, ello no obedece a que conserve -cómo expresarlo- restos de socialismo. Es una sociedad en transición porque su capitalismo y su burguesía no hunden sus raíces en un desarrollo histórico, ni tienen la autoridad social que confiere la historia. Se encuentra bajo el dominio de una oligarquía y una burocracia sin más títulos que el arrebato reciente del poder y de la propiedad, como un salteador de caminos. Es un capitalismo en comodato, que el capital internacional quiere desplazar en forma absoluta o relativa en beneficio propio. Las relaciones de mercado son precarias, relativamente al capitalismo desarrollado. El disciplinamiento del proletariado, en términos capitalistas, es igualmente reciente; la Revolución de Octubre se encuentra presente en la controversia acerca de la historia del país, como ocurre, aun para una época diferente, con la revolución francesa o, más antigua, la revolución inglesa – que cuentan en su haber con el decapitamiento de sus monarquías. 
 La guerra es el punto de definición irreversible para cualquier corriente obrera. Es el momento de la hostilidad suprema entre el capital y el trabajo, como polos opuestos de la sociedad, con independencia de los países. En la situación presente es necesario subrayar, de nuevo, o más que nunca, que la lucha contra la guerra imperialista es una lucha internacional por el derrocamiento de los gobiernos imperialistas.

 Jorge Altamira 
 24/02/2022