martes, junio 30, 2015

Desigualdad, crisis y utopía reformista



Con motivo de la presentación del “El debate Piketty”, una compilación de artículos de distintos autores -Harvey, Roberts, Krugman, Galbraith, Astarita y un artículo de mi autoría, entre otros- sobre el ya afamado El Capital en el Siglo XXI, fui invitada a debatir el miércoles pasado en Rosario en la sede de COAD, junto al sociólogo Matías Ezquenazi (compilador del libro con Mario Hernández) y al economista Lavih Abraham, integrante de Ciudad Futura. Aprovecho la columna de hoy para exponer algunos puntos centrales de mi intervención y presentar primeras conclusiones.

Si bien no cabe duda alguna de que Piketty no es marxista –cosa que, por si hiciera falta, se ocupó de aclarar una y mil veces-, muchas de sus conclusiones implícitas -no deseadas-, contribuyen al fortalecimiento del marxismo. Piketty es conciente de ello y por eso aprovecha el carácter de “mejor vendido” de su libro, para desarrollar una crítica burda a una teoría que sin prurito alguno, afirma no haber leído.

Bernstein, Fukuyama y la guerra

En primer lugar hay que resaltar que los motivos por los que el libro de Piketty “El Capital en el Siglo XXI” y su verificación del capitalismo como una máquina productora de desigualdades se transformó rápidamente en Best Seller luego de su publicación en inglés en 2014, no son ingenuos ni casuales. El fin del boom del crédito que se produjo a partir de la crisis del 2008, dejó mucho más expuestas las consecuencias de la ofensiva neoliberal de las décadas pasadas. La clase media de los principales países centrales y en especial la norteamericana, se encuentra amenazada como tal y esto constituye un problema político y económico a la vez. Político porque representa una base fundamental para la estabilidad de los gobiernos imperialistas, económico porque se reduce la capacidad de consumo de un amplio sector social. Es en este contexto preciso en el que el libro de Piketty aparece como una especie de “antifukuyama”. Un libro que adquiere gran éxito mundial comprobando y alertando que no sólo las clases, las ideologías y la historia, existen, sino que el bajo crecimiento económico actual estaría recreando condiciones similares a las de fines de siglo XIX, principios del siglo XX, esto es del momento de mayor desigualdad en la historia del capitalismo. Recordemos que hacia principios de los ’90, Francis Fukuyama pronosticaba la hegemonía absoluta del capital, el fin de las guerras, las revoluciones y un mundo en el que los hombres saciarían sus necesidades mediante la actividad económica.
En segundo lugar, Piketty tiene el mérito de señalar que la desigualdad -y no precisamente la convergencia-, constituye la norma del modo de producción capitalista a través de toda su historia. Con esta afirmación, basada en una nutrida investigación empírica, otorga sin quererlo la razón a Rosa Luxemburgo a más de cien años del famoso debate con Bernstein al interior de la Socialdemocracia alemana. Recordemos que contra las tesis del marxismo, Bernstein sostenía que el capitalismo avanzaba hacia una mayor distribución de la propiedad y la disminución de las contradicciones sociales.
En tercer lugar –un aspecto olvidado en la mayoría de las reseñas escritas-, Piketty afirma que si durante los últimos aproximadamente 200 años, el 50% más pobre de la sociedad jamás obtuvo más del 5% del patrimonio, una muy leve tendencia a la convergencia se produjo como clara excepción por una sola vez en la historia del capitalismo. Justamente en la Segunda Posguerra Mundial emerge lo que Piketty denomina una “clase media patrimonial”. Esto es que el 40% del medio que se encuentra entre el 10% más rico y el 50% más pobre, logró acceder fundamentalmente a su propia vivienda. Esta tendencia débil fue el subproducto, como afirma Piketty, de dos guerras mundiales, la crisis de los años ’30 y el triunfo de la revolución rusa de 1917. Como consecuencia de la destrucción directa de bienes de capital, de shocks presupuestarios y políticos, de los bajos precios de los activos verificados en la segunda guerra, los patrimonios –que Piketty iguala a los capitales- disminuyeron abruptamente. A partir de un bajo nivel de capital acumulado, se inicia la reconstrucción y la economía y la población crecen a niveles excepcionalmente altos. En este marco y en el contexto de la convulsiva situación social de posguerra, las nacionalizaciones de empresas en Europa y la instauración de niveles impositivos progresivos –siempre según Piketty- habilitan un proceso de disminución de la desigualdad. Pero la reconstrucción se produce a alta velocidad y hacia 1979/80, el crecimiento económico disminuye y la estructura impositiva se vuelve cada vez más regresiva. Gran parte de las rebajas impositivas –en particular en Estados Unidos- van a engrosar los “salarios” de las castas gerenciales contribuyendo a disparar el crecimiento de la desigualdad en la distribución del ingreso. Para darnos una idea, Piketty afirma que entre 1997 y 2007, el 10% más rico de la sociedad norteamericana se llevó las tres cuartas partes del crecimiento del ingreso con lo cual el 90% se benefició de sólo un tercio de ese incremento. En 2008 comenzaba la crisis económica mundial más profunda que se tenga memoria desde la crisis de los años ’30. A decir verdad el último aspecto es el más interesante por cuanto guarda una estrecha relación con la situación actual de la economía y sus posibles derivaciones.

De Piketty a Larry Summers

De hecho los pronósticos de Piketty tienen sólidos puntos de contacto con la tesis de estancamiento secular de Larry Summers. El crecimiento actual cercano al 2,25% promedio en los países centrales es débil con respecto al ya mermado 3,25% de las últimas dos décadas previas a la crisis, al que Summers denomina de la “Gran Moderación”. Hay que tener en cuenta además que este valor resulta estrechamente dependiente de las históricamente bajas tasas de interés, un recurso al que será difícil volver a echar mano. El atenuado crecimiento de la inversión y la productividad –muy por debajo de la media de los últimos 20 años y en proceso de desaceleración- se impone como un problema serio, de largo plazo, para los representantes más importantes de la teoría económica oficial. Incluso China que particularmente desde el 2001 resultó una gran fuente de atracción de capitales, hoy sufre las consecuencias de la saturación en su terreno y está convirtiéndose en un nuevo competidor por los espacios mundiales para la acumulación. Estos aspectos son sintomáticos de la escasa capacidad del capital para su reproducción ampliada, cuestión que retorna al pronóstico de Piketty respecto de un bajo crecimiento en el período próximo como causa de una exacerbación de las desigualdades. Una de las preocupaciones más agudas de economistas como Summers, Krugman, Gordon, entre otros -que influencian el pensamiento del propio FMI- están asociadas a la insuficiencia de la “demanda efectiva” –demanda para consumo y demanda para inversión-, que pueda garantizar un nivel de crecimiento, al menos aceptable, en el período próximo. De hecho Summers -coincidiendo tácitamente con el razonamiento histórico de Piketty-, señala que no imagina –al igual que Krugman- qué otro tipo de acontecimiento, salvo una guerra, podría estimular el gasto de inversión y de consumo, en el grado necesario en Estados Unidos. Por ahora, ninguno de estos autores promueve una guerra sino sólo medidas tibias –como impuestos, mayor gasto estatal, etc.- a las que ellos mismos consideran impotentes. Aún el New Deal en Estados Unidos en 1933, que no se caracterizó por la tibieza sino que fue una apuesta en gran escala, resultó insuficiente para estimular los niveles necesarios de acumulación del capital. Recién el gasto para la guerra en 1939 habilitó un verdadero mercado de producción de valor y resolvió definitivamente el problema de la desocupación. Luego, la propia guerra actuó destruyendo capitales en gran escala cuestión que permitió, como observa Piketty, el gran impulso económico del período siguiente. Por supuesto, la reducción de la desigualdad que le siguió, no fue “automática”. En momentos de profunda convulsión social y de grandes traiciones a los procesos revolucionarios de posguerra, la reducción de la desigualdad resultó del “gran pacto” que en condiciones estructurales ideales forjadas por la destrucción, el capital se vio obligado a aceptar para garantizar su propia supervivencia.

Reabrir la polémica

Las guerras y la crisis del ‘30 primero, la absorción de China y Europa del Este junto a la ofensiva neoliberal después, colocan la destrucción de lo construido y la conquista de lo perdido como condiciones necesarias de la expansión y la supervivencia capitalista. Pero la reconstrucción y la absorción vuelven a empujar al capital al límite de la contradicción. El esquema neoliberal que permitió los años de crecimiento moderado pero “aceptable” como dice Summers, encontró sus propios límites. Tanto la crisis de 2008 como las condiciones actuales de la recuperación, los ponen de manifiesto. Las alarmas del capital suenan y en el horizonte se dibuja la necesidad de conquistar nuevos espacios para la acumulación. Los escenarios y las vías de conquista pueden ser múltiples. Evidentemente la configuración del capital se modificó durante las últimas décadas pero su ADN es el mismo. La perspectiva estratégica de destrucción podrá asumir la forma de nuevas catástrofes como la del ’30, de nuevos conflictos armados, de nuevos estallidos financieros, de estancamiento prolongado, de variantes similares a la ofensiva neoliberal, o de una combinación de estos escenarios. En definitiva la línea divisoria entre reformismo y marxismo es si ante estas condiciones estructurales es admisible imaginar un escenario reformista de largo plazo o si ese anhelo amenaza transformarse en una nueva trampa que impondrá al movimiento obrero y a las masas pobres nuevos sufrimientos e infinitas penurias. El riesgo no consiste en sostener, por supuesto, que el desarrollo de la lucha de clases podrá conseguir nuevas conquistas. El peligro es creer que puedan conseguirse, a largo plazo, bajo el modo de producción capitalista. Syriza, Podemos y los gobiernos posneoliberales de América Latina han trabajado y trabajan para amilanar al movimiento de masas postulándose como los redentores del capital. Su acción es perversa porque lejos de “empoderarlas”, militan para que dejen de confiar en sus propias fuerzas. Actuar sobre el terreno para ayudar a que el movimiento obrero y las masas pobres confíen en el poder de su autoorganización, ayudarlo a prepararse para las luchas decisivas que vendrán –incluso a sabiendas de que enfrentaremos probablemente nuevas experiencias reformistas que serán efímeras- es la tarea que los revolucionarios consideramos que tenemos planteada en el período próximo. Esta es la gran polémica estratégica que está planteado reabrir en gran escala con toda la izquierda que ve una salida en el reformismo.

Paula Bach

Con los trabajadores y el pueblo griego contra el chantaje imperialista



La “troika” bajo la dirección del gobierno alemán y la gran banca imperialista, ha puesto a Grecia contra la espada y la pared. A pesar de las concesiones del gobierno de Syriza, que presentó un plan de recortes que un 90% contemplaba las exigencias de los acreedores, la Europa del capital y el FMI no se dieron por satisfechos. Quieren una rendición total del pueblo griego. No a al chantaje imperialista contra el pueblo griego. No al pago de la deuda y a los planes de austeridad.

NO al chantaje imperialista contra el pueblo griego

NO al pago de la deuda y a los planes de austeridad

La “troika” (la Unión Europea, el FMI y el Banco Central Europeo) bajo la dirección del gobierno alemán y la gran banca imperialista, ha puesto a Grecia entre la espada y la pared. A pesar de las concesiones que viene haciendo el gobierno de Syriza, que presentó un plan de recortes que contemplaba un 90% de las exigencias de los acreedores, la Europa del capital y el FMI no se dieron por satisfechos y piden más.
Quieren una rendición total del pueblo griego y que éste acepte someterse al pago de la deuda y a sus programas de austeridad que han hundido al país en una miseria sin precedentes, con la complicidad de los capitalistas griegos y sus partidos.
Desde las elecciones del 25 de enero de 2015, que dieron el triunfo a Syriza, la “troika” desplegó una artillería de amenazas y chantajes para imponer nuevas medidas de recortes y ajustes sobre los trabajadores y el pueblo de Grecia.
Mientras la Troika apretaba en la mesa de negociación, el BCE amenazaba con cortar la financiación y los “mercados” impulsaban la fuga de capitales, aumentando el riesgo de una bancarrota del sistema bancario.
El gobierno de Syriza buscó una negociación imposible con sus acreedores imperialistas que le permitiese suavizar los planes de austeridad y a la vez mantener a Grecia dentro de la Unión Europea y la eurozona.
Pero esta ilusión que vendió el primer ministro griego de que se podía lograr un “ajuste negociado” para que la economía griega recupere algo de dinamismo y así tenga capacidad de repago, se desvaneció como una pompa de jabón.
En estos 5 meses, la política de concesiones de Alexis Tsipras y su gobierno lo llevó a abandonar casi todo su limitado programa electoral, cruzando cada una de sus “líneas rojas” y cediendo a cada una de las exigencias de la troika. El lunes 22 de junio el gobierno griego hizo una propuesta en la que capitulaba a la mayor parte de las exigencias de los acreedores, aceptando recortes en las jubilaciones, aumentos del IVA, alcanzar los objetivos de excedente presupuestario primario y continuar el programa de privatizaciones.
El plan del lunes abrió una importante crisis interna en Syriza y con sus socios nacionalistas de derecha. Dirigentes de la plataforma de Izquierda de Syriza calificaron la propuesta como un “acuerdo inaceptable”, un “plan peor que el primer rescate” y anunciaron su decisión de no aprobarlo en el Parlamento. Tsipras se encontraba en la difícil situación de buscar el apoyo de diputados de To Potami u otros partidos de la oposición de derecha.
Pero a pesar de todas las concesiones de Tsipras, la Troika exigió más ajustes. Rechazó la propuesta del gobierno griego y reclamó recortar aún más las pensiones, al mismo tiempo que exigía la anulación de los impuestos a las sociedades y productos de lujo. Es decir, descargar más la crisis sobre el pueblo trabajador. Su intención poner de rodillas al pueblo griego y lograr una capitulación completa de Syriza, dejando en claro que no está dispuesta a negociar nada incluso con un gobierno que, como el de Tsipras, a regañadientes ponía en discusión algunos aspectos de las políticas de ajuste.
Ante este escenario de total prepotencia imperialista, Tsipras llamó a un referéndum en la noche del viernes, llamando al pueblo griego a aceptar o rechazar el ultimátum de la Troika, mientras continúa defendiendo la última propuesta griega a los acreedores que incluye duras medidas antipopulares. Su objetivo es mejorar la relación de fuerzas en las negociaciones con el Eurogrupo antes del 30 de junio, fecha en la que Atenas tiene que reembolsar 1.600 millones de euros al FMI, a su vez que salvar su futuro político. Pero la respuesta de la troika fue una negativa a cualquier prolongación del “plan de ayuda” y la suspensión unilateral de las negociaciones.

Contra la ofensiva imperialista de la Troika y la UE, desarrollar la movilización obrera y popular

El presidente de la Comisión Europea, el conservador Jean-Claude Juncker, Ángela Merkel y el FMI, junto a la derecha de Nueva Democracia y los social liberales del PASOK, encabezan una campaña internacional reaccionaria por el SI, intentando aterrorizar al pueblo griego con la amenaza de la salida del euro, con sus consecuencias de devaluación e inflación. El triunfo del SI implicará una nueva derrota, al aceptar todas las imposiciones de la Troika, una humillación total del país con una austeridad redoblada.
El gobierno griego llama a votar NO al plan presentado por la troika el jueves 25, pero sigue buscando una negociación y aceptaría un plan de “austeridad moderada” como ya hizo el lunes pasado. Por eso muchos ven que el referéndum es una trampa para legitimar al gobierno en las negociaciones.
Pero mientras el gobierno de Tsipras tratará de usar el referéndum para maniobrar con los líderes europeos y mantener la política de ajuste a cambio de rescate, los trabajadores, los jóvenes, los sectores pauperizados expresarán su repudio a la troika y su hartazgo de pagar con hambre el rescate de banqueros y capitalistas.
El rechazo a la Troika se va a expresar de distintas maneras, tanto en aquellos que van a votar NO como en los que no ven que el referéndum sea ninguna salida. Pero la clave para derrotar a la Troika es organizar el enorme repudio popular contra las imposiciones imperialistas de la UE y transformarlo en una gran movilización obrera y popular.
El gobierno griego especula con que la “troika” finalmente cederá algo, ya que la salida de Grecia del euro podría disparar una crisis en el conjunto de la eurozona y poner en riesgo la unidad europea. Pero si esto no funciona, tiene un sector que plantea como “plan B” el restablecimiento del dracma, la moneda nacional. Tampoco se puede descartar una variante que implique un default pero sin “Grexit”, manteniendo el control de capitales de forma duradera y estableciendo una moneda paralela.
La perspectiva de más planes de austeridad para pagar una deuda asfixiante y salvar a la eurozona es insostenible para los trabajadores y el pueblo griego. Pero también lo es una salida de la zona euro sin tomar medidas elementales contra el ataque seguro del capital, con la consecuente devaluación e inflación que tendría consecuencias catastróficas para la clase obrera y los sectores populares en Grecia, como sucedió en Argentina tras el default del 2001-2002, el “corralito” bancario y el fin de la “convertibilidad” entre el peso y el dólar que implicó una brutal devaluación que recayó sobre todo sobre los asalariados. En el caso de Grecia las consecuencias podrían incluso ser peores porque no hay otra moneda circulante y porque no existen las condiciones económicas que permitieron en su momento la rápida recuperación de Argentina.
Es necesario romper definitivamente las negociaciones con la troika y comenzar a imponer un plan de emergencia que empiece con el no pago de la deuda, la cancelación de todas las privatizaciones, la anulación de todos los impuestos indirectos a la población imponiendo impuestos al capital y a los ricos, para recuperar lo que perdieron los salarios y las pensiones, la reincorporación de todos los trabajadores despedidos y el fin de la austeridad.
Frente a la fuga masiva de capitales, que se ha intensificado en las últimas semanas, el corralito impuesto por Tsipras, que perjudica fundamentalmente a los pequeños ahorristas mientras que los grandes capitales y las gran burguesía griega ya retiraron de Grecia gran parte de sus capitales, es necesario imponer una medida defensiva en interés de los trabajadores y el pueblo, que incluyan la nacionalización del comercio exterior y de todo el sistema bancario sin indemnización y bajo control de los trabajadores, así como la expropiación de todos los bienes y activos de los grandes grupos capitales griegos y extranjeros, como los magnates de la marina mercante, los más fuertes del mundo. Junto a esto, los trabajadores deben imponer el control obrero en las principales empresas e industrias. Este programa para que la crisis la paguen los capitalistas planteará la lucha por el gobierno obrero.
Contra la Europa del capital y contra la demagogia de la extrema derecha que usa la crisis griega para plantear su reaccionario programa nacionalista, luchamos por la unidad de la clase obrera de todo el continente que concluya en los Estados Unidos Socialistas de Europa.

Solidaridad internacional con los trabajadores y el pueblo griego

El pueblo griego no podrá ganar solo esta pulseada. Es necesario organizar la más amplia solidaridad internacional con los trabajadores griegos. Los sindicatos europeos tienen que romper su colaboración con los partidos y gobiernos imperialistas y llamar a la movilización en los diversos países en apoyo del pueblo griego. Las fuerzas de la izquierda Europea como Podemos, que gobiernan en coaliciones en ciudades como Madrid y Barcelona, tienen que poner todo su poder de convocatoria para impulsar una gran movilización de masas, llenando las plazas y las calles en apoyo al pueblo griego y exigiendo en primer lugar la cancelación unilateral de la deuda de sus propios países imperialistas.
No apoyamos políticamente al gobierno de Syriza y alertamos que su campaña por el NO pretende una mejor posición en las negociaciones, manteniendo las enormes concesiones que ya ha hecho estos 5 meses. Nuestra solidaridad es con los trabajadores y el pueblo griego que han demostrado una enorme voluntad de lucha con más de 30 huelgas y paros generales, contra la austeridad de la troika y los gobiernos capitalistas del Pasok-Nueva Democracia que aplicaron los memorándums y que ya han empezado a salir a las calles contra este nuevo chantaje.

FT - CI

El 27 de junio de 1975, primer paro general contra un gobierno peronista



El 27 de junio de 1975 más de 100.000 obreros ocuparon la Plaza de Mayo contra el gobierno de Isabel Perón y llevaron a cabo el primer paro general del conjunto de la clase obrera argentina contra un gobierno peronista. Aquel acontecimiento, enmarcado como una respuesta al Rodrigazo, fue el primer capítulo de una acción de masas que quebró al gobierno de la Triple A.

El 4 de junio de 1975 Celestino Rodrigo, ministro de Economía, anuncia un paquete de medidas que trascendería bajo el célebre apodo de “Rodrigazo”. Se termina así con el “Pacto Social” que desde 1973 regía la relación entre los patrones, el Estado y los trabajadores. Se trataba de un ajuste que beneficiaba al capital local y financiero más concentrado, una política de shock para revertir la crisis económica.
Entre las medidas tomadas se encuentra una devaluación del peso con relación al dólar que oscila entre el 80 y el 160% y un aumento sideral de los precios que en algunos casos llega al 180% como en las naftas o el 75% en las tarifas de colectivos. Otra medida que exacerbará el ánimo obrero y predispuso a los sindicatos dirigidos por la burocracia peronista contra el plan fue el anuncio del congelamiento de las paritarias y el establecimiento de los topes salariales.
La respuesta de los trabajadores no se hizo esperar y corrió por cuenta de la base obrera y el activismo. La punta del conflicto fue la IKA Renault de Córdoba donde el 2 de junio los obreros en asamblea deciden contestar a los todavía rumores sobre el plan económico con un abandono de tareas. El ejemplo ganará a las fábricas del interior del país –esencialmente Córdoba y Santa Fe– y del Gran Buenos Aires. Pese a las derrotas previas sufridas por las vanguardias que venían del Cordobazo, del primer clasismo (Sitrac-Sitram), de Luz y Fuerza Córdoba (Agustín Tosco), del SMATA Córdoba (René Salamanca) y de la combativa UOM Villa Constitución (Alberto Piccinini), la clase obrera de Córdoba, Santa Fe y Mendoza jugará un papel de primer orden en los acontecimientos.
Las medidas de lucha se multiplican y se imponen paros por gremios a escala provincial que en algunos casos toman el carácter de paros regionales. El movimiento se va extendiendo a nivel nacional y el enfrentamiento con la burocracia cobra presión. En la zona norte del Gran Buenos Aires –donde se distinguen por su combatividad los obreros de las automotrices y de los Astilleros de Tigre y San Fernando– se inicia en dos oportunidades la marcha hacia la Capital, intentando llegar a las sedes del SMATA y de la UOM para demandar directamente a los dirigentes. En el primer caso, el intento es liderado por los obreros de la Ford y de astilleros Astarsa, en el segundo por los trabajadores de General Motors. Se producen además ocupaciones de fábricas en la misma Astarsa y, en Córdoba. Grandes Motores Diesel.
La burocracia sindical –encabezada por Lorenzo Miguel– se ve obligada a cambiar su actitud y exige a Isabel la homologación de los convenios. Para ello convoca para el 27 de junio a una jornada contra el plan Rodrigo, en apoyo a la presidente y por la rápida homologación. Sin embargo, el empuje de la base transforma la movilización dominguera de la burocracia en un virtual paro general donde más de 100.000 manifestantes desafían la militarización y el Estado de Sitio, copando la Plaza de Mayo reclamando la renuncia de Rodrigo y López Rega. “Dame una mano, dame la otra, dame a Rodrigo que lo hago pelota” o “queremos la cabeza de los traidores Isabel, Rodrigo y López Rega”, son algunas de las consignas que se agitan entre los manifestantes. Por primera vez en toda su historia la clase trabajadora levantará demandas políticas enfrentando al gobierno peronista.
A pesar de la extraordinaria movilización, el 28 de junio Isabel anuncia su negativa a homologar los convenios. El ministro de Trabajo, Ricardo Otero, hombre de la UOM, renuncia a su cargo luego de correr alrededor de la mesa de reunión del gabinete al ministro Rodrigo para propinarle una golpiza. La burocracia quedará enfrentada, a su pesar, al gobierno aunque no toma medidas para ahondar la lucha. La actitud de los dirigentes es de prescindencia. Casildo Herrera (Secretario General de la CGT) y Lorenzo Miguel (UOM) se van a Ginebra al Congreso de la OIT, de donde regresarán recién el 1º de julio.
La situación política pega un giro brusco y desde el 27 de junio existirá en el país una huelga general de hecho que supera a la burocracia sindical peronista que no logra contener la movilización ni con el matonaje de sus gangsters integrantes de las bandas fascistas de las Tres A. Desde las comisiones internas y cuerpos de delegados se gestarán las coordinadoras interfabriles, que serán organizadoras de todo este proceso. Se llamaban Coordinadoras de Gremios, Comisiones Internas y Cuerpos de Delegados en lucha y expresan un fenómeno antiburocrático del corazón del movimiento obrero. Las fábricas que las constituyen venían de un proceso de lucha contra el pacto social bajo el gobierno de Perón en donde se va descabezando a las direcciones burocráticas poniendo al frente a delegados combativos. Organizadas por zona, nucleaban a las fabricas y al activismo más combativo de la clase trabajadora. En las coordinadoras de las zonas norte, sur, oeste, del Gran Buenos Aires y de la zona de La Plata, Berisso y Ensenada, participaban 129 fábricas y 11 seccionales sindicales que agrupaban a más de 120.000 trabajadores.
La clave serán las comisiones internas recuperadas, de distintas fábricas que se unen traspasando la frontera de los gremios. Desde allí partirán los piquetes para extender el movimiento y consolidar la nueva organización que se está gestando. Serán las asambleas de fábrica donde actúan las coordinadoras las que marcarán, en gran parte, el ritmo de los acontecimientos. Así tomaba nota la burguesía argentina del fenómeno: “Las fábricas de la Capital y alrededores quedaron en su mayoría paralizadas cuando sus operarios resolvieron detener actividades, algunos permanecieron en los establecimientos, otros se encaminaron a la sede de la CGT (...). En ningún caso quedó constancia de decisiones tomadas por la respectivas conducciones gremiales” (La Opinión, 1º de julio de 1975).
Las coordinadoras representan además una tendencia a la ruptura con el peronismo y por ello las corrientes de izquierda tienen gran peso en su interior. En primer lugar la JTP (Montoneros), el PRT, el Peronismo de Base, el PST y otras corrientes menores como Vanguardia Comunista o Política Obrera. Las coordinadoras constituyeron un verdadero poder fabril a nivel de las empresas y cuestionaban el poder de la burocracia sindical. El peronismo de izquierda y el PRT-ERP desde entonces intentarán limitar el alcance de las coordinadoras negándose a plantear que el objetivo debía ser la caída revolucionaria del gobierno de Isabel Perón mediante la huelga general y las ocupaciones (el PST tampoco planteó esta política).
Más tarde, las Coordinadoras realizarán su primer plenario nacional y votarán realizar una movilización el 3 de julio en la Capital Federal, preludio de la extraordinaria huelga general del 7 y 8 de julio que la burocracia sindical se verá obligada a llevar a cabo terminado con el Plan Rodrigo y obligará a la renuncia de López Rega (estos hechos serán objeto de próximas notas). Pero el 27 de junio, será el primer gran capítulo de esta página gloriosa de los trabajadores argentinos.

Facundo Aguirre
Ruth Werner
Autores de Insurgencia obrera en la Argentina (1969-76), Ediciones IPS, Bs. As., mayo de 2009.

lunes, junio 29, 2015

El “momento Atenas”



Los diarios de Gran Bretaña y Alemania sobre el referéndum griego. Posible “efecto contagio” y propuestas de “castigo ejemplar”.

Larry Elliott, director de la sección económica de The Guardian, ve en la eventual salida de la eurozona por parte de Grecia un “Momento Sarajevo”, coincidiendo hoy 28 de junio con el 101 aniversario del asesinato en esa capital (tan balcánica como Atenas) del pretendiente al trono del Imperio Austrohúngaro y que se suele considerar como el evento que provocó una reacción en cadena por la cual los Estados europeos fueron entrando en lo que seis semanas después se convertiría en la Primera Guerra Mundial.
El efecto contagio que provocaría Atenas hoy sería la de una escapada del euro de más Estados débiles, en caso de que Tsipras obtenga un resultado negativo en el referéndum que ha llamado para el 5 de julio para consultar si Grecia debe aceptar las exigencias de la Troika para mantenerse dentro del euro.
“Habrá mucho que hablar en los próximos días sobre cómo se puede poner en cuarentena a Grecia. Las tres personas que han encabezado las negociaciones para la troika - Christine Lagarde del Fondo Monetario Internacional, Jean-Claude Juncker de la Comisión Europea y Mario Draghi del Banco Central Europeo - todavía se pueden aferrar a la esperanza de que Tsipras pierda el referéndum el próximo domingo. En estas circunstancias, la coalición liderada por Syriza no tendría más remedio que llamar a nuevas elecciones. El retorno de un gobierno encabezado, por ejemplo, por el partido de centro-derecha Nueva Democracia, abriría la posibilidad de que Atenas hiciera las paces en los términos exigidos por la troika. Sin embargo, no hay garantía de esto.
La troika estaba segura la semana pasada de que Tsipras cedería cuando se le presentara una oferta final. Estaban equivocados. El Fondo, el BCE y la Comisión Europea cometieron un error de juicio fatal y ahora han perdido el control de los acontecimientos (…) Si Grecia se va, se termina la idea de que el euro es irrevocable. Cualquier gobierno que se encuentre con dificultades en el futuro tendrá la opción griega de la devaluación como alternativa a la austeridad sin fin. Igual de importante, los mercados financieros saben eso y acumulan presión sobre los países que ven vulnerables. Es por eso que Grecia representa una crisis existencial para la zona euro. En respuesta a ello se dirá que Grecia es un país pequeño e insignificante y que la moneda única tiene mucho mejores defensas que las que tenía en el último momento de la gran crisis de verano de 2012. Los diplomáticos de las capitales de Europa tenían una visión muy similar a finales de junio de 1914”.
En otro editorial del Guardian, “Hay que oponerse a la cruzada moral contra Grecia”, Zoe Williams plantea: "También surge de esta historia lo que el difunto economista Wynne Godley llamó “la laguna en el programa de Maastricht” (¡en 1992!): Que si bien su propuesta de moneda única planteaba la creación de un banco central, no decía nada sobre con qué se sustituiría a las instituciones democráticas - los gobiernos nacionales cuyo poder, una vez que no tuvieran control sobre su propia moneda, sería limitado. Ahora tenemos nuestra respuesta: el más fuerte tiene el control. Por el momento, Alemania sabe cómo hacerlo mejor. ¿Cómo sabemos que lo sabe? Debido a que son los más ricos. El euro se fundó sobre la idea de que el control de la moneda era apolítico. Se ha destruido ese mito, y con él se llevó también a la democracia. Las conversaciones no fracasaron por accidente. Los griegos tienen que ser humillados, porque la alternativa – la de tratarlos como partes iguales o “adultos”, según Lagarde - daría lugar a un debate sobre el Eurogrupo: cuáles son sus fundamentos, cuáles son sus responsabilidades y cuáles sus mecanismos democráticos - si es que tiene alguno”.
Mientras tanto, el Frankfurter Allgemeine Zeitung, el diario de los bancos, asume la posición dura de Alemania. Philipp Pickert dice: “Cuando hace dos años se amenazó a Chipre con el fin del programa de ayuda financiera, el Banco Central Europeo no estaba muy nervioso. Se le puso al Gobierno y al Parlamento una pistola en la cabeza y se anunció el fin de los préstamos. No está pasando esto en Grecia. A pesar de los giros bruscos del gobierno de Atenas, el BCE deja que sigan corriendo los préstamos de emergencia para los bancos.
Mientras tanto, dobla y extiende tanto las reglas hasta que se rompen. Finalmente, el Consejo del BCE, probablemente a instancias de los críticos, no concederá más ayuda financiera. El BCE financia Indirectamente a través de la ayuda financiera la fuga de capitales de los griegos ricos. No está claro por qué no se le dice "basta" en voz alta al gobierno maniobrador de Syriza“.
Sus colegas británicos del Guardian antes citados parecen responderle con el argumento del “efecto contagio” y por eso las negociaciones tan laboriosas y llevadas a cabo “con pies de plomo”, mientras Werner Mussler, corresponsal del FAZ desde Bruselas escribe duramente:
“Varoufakis tenía la seguridad dialéctica de enviarles un reproche a sus colegas por medio de este hecho: "El pueblo griego tendría así la oportunidad de oponerse, a través del referéndum, al gobierno de Syriza y ponerse de acuerdo con las propuestas de los acreedores. Esto es cinismo puro. El gobierno de Tsipras ha sumido su país en el caos y quién sabe hacia dónde se dirige. La UE seguirá necesitando ayudar a Grecia - pero ya no en la zona del euro”.

Guillermo Iturbide

domingo, junio 28, 2015

50 verdades sobre el rey de España Juan Carlos I de Borbón y Borbón



Tras 38 años de reinado, Juan Carlos I de Borbón decidió abdicar el 2 de junio de 2014 a los 76 años de edad y ceder el trono de España a su hijo Felipe, Príncipe de Asturias.

1. Juan Carlos Alfonso Víctor María de Borbón y Borbón-Dos Sicilias, o Juan Carlos I, nació el 5 de enero de 1938 en Roma de la unión de don Juan, conde de Barcelona, y doña María de las Mercedes de Borbón, princesa de las dos Sicilias, los cuales tienen cuatro hijos: Pilar (1936), Juan Carlos, Margarita (1939) y Alfonso (1941).

2. Juan Carlos es nieto de Alfonso XIII por la rama paterna y miembro de la dinastía capeta de los Borbones, de la cual proceden los reyes de Francia desde Henrique IV.

3. El joven Juan Carlos pasa los primeros cuatro años de su infancia en Roma, donde la familia real reside en exilio desde la proclamación de la Segunda República el 14 de abril de 1931. En 1942, don Juan, sin trono, decide instalarse a Lausana, Suiza.

4. El general Francisco Franco, que gobierna con mano de hierro desde 1939, se interesa muy pronto por Juan Carlos. El 25 de agosto de 1948, el dictador y el conde de Barcelona –quien había apoyado a los fascistas durante la Guerra Civil– se reúnen secretamente en el golfo de Vizcaya y deciden juntos que Juan Carlos se instalaría en España para recibir una educación franquista. El objetivo del Generalísimo es reinstalar a largo plazo la Casa de Borbón en el trono. El 8 de noviembre de 1948, el joven príncipe viaja por primera vez a la Península Ibérica y vive un año allí.

5. En 1950, tras vivir un año en la residencia familiar en Estoril, Portugal, Juan Carlos regresa a España para seguir sus estudios bajo la tutela benévola de Franco.

6. De 1955 a 1959, Juan Carlos, tras el bachillerato, recibe instrucción militar en la Academia General Militar de Zaragoza, en la Escuela Naval Militar de Marín y en la Academia General del Ejército del Aire de San Javier. El dictador elige personalmente esas instituciones y sigue de cerca la carrera de su futuro sucesor.

7. El 29 de marzo de 1956, Alfonso, hermano menor de Juan Carlos, de 14 años, pierde la vida al recibir una bala de revolver en la cabeza, en la residencia familiar de Estoril. La declaración oficial de la familia real relata que el joven Alfonso se mató accidentalmente al manipular el arma. En realidad, el responsable del accidente es Juan Carlos. No se realiza ninguna investigación y Alfonso es enterrado al día siguiente. Franco interviene entonces personalmente y pide a su hermano Nicolás Franco, embajador de España en Lisboa, que redacte un falso comunicado sobre el drama para proteger a Juan Carlos. Don Jaime, hermano de don Juan y tío del joven Alfonso, es el único en exigir una investigación, en vano: “Exijo que se proceda a esta encuesta judicial porque es mi deber de jefe de la Casa de Borbón y porque no puedo aceptar que aspire al trono de España quien no ha sabido asumir sus responsabilidades”. En octubre de 1992, Juan Carlos, entonces rey de España desde hace 17 años, accedería a la petición de su padre y repatriaría los restos de su hermano al panteón real.

8. En 1962, Juan Carlos, con 24 años, se casa con la princesa Sofía de Grecia en Atenas. Juan Carlos y doña Sofía tienen tres hijos: la infanta Elena (1963), la infanta Cristina (1965) y el príncipe Felipe (1968).

9. En 1963, Franco persuade entonces a la joven pareja para que se instale en el palacio de la Zarzuela, en Madrid, a pesar de la feroz oposición del conde de Barcelona, quien entiende las maniobras del dictador para privarlo del trono.

10. Varios miembros del Opus Dei rodean y asesoran entonces a Juan Carlos.

11. En enero de 1966, Juan Carlos hace una declaración a la revista estadounidense Times y jura fidelidad a su padre: “Nunca aceptaré la corona mientras mi padre siga vivo”.

12. Pero el 5 de marzo de 1966, con ocasión de la conmemoración del 25 aniversario de la muerte de Alfonso XIII, siguiendo los consejos de Franco, Juan Carlos se niega a participar en la reunión del Consejo Privado del conde de Barcelona en Estoril, destinada a reafirmar los derechos dinásticos de Juan de Borbón. Juan Carlos elige romper la unidad dinástica para acceder al poder.

13. En 1969, Franco decide nombrar oficialmente a Juan Carlos como su sucesor basándose en la Ley de Sucesión de la Jefatura del Estado de 1947. Rompe así las reglas dinásticas que estipulan que Juan de Borbón y Battenberg, legítimo heredero del rey Alfonso XIII, debe ocupar el trono.

14. Don Juan se entera de la noticia y recibe un correo de su hijo Juan Carlos quien le pide su bendición. Su respuesta es contundente: “¿Qué Monarquía salvas? ¿Una Monarquía contra tu padre? No has salvado nada. ¿Quieres salvar una Monarquía franquista?... Ni estoy de acuerdo, ni daré mi acuerdo nunca, ni aceptaré jamás que tú puedas ser rey de España sin el consentimiento de la Monarquía, sin pasar a través de la dinastía”. Decide entonces quitarle el título de “Príncipe de Asturias”.

15. Frente a ello, Franco decide otorgarle el título de “Príncipe de España” –jamás usado antes– a Juan Carlos. El sucesor designado presta juramento en julio de 1969 y jura fidelidad al franquismo, a los principios del Movimiento Nacional (el partido creado por el Generalísimo) y a las Leyes Fundamentales (impuestas por el dictador durante su reinado en sustitución de la Constitución).

16. Juan Carlos, muy cercano a Franco, no deja de alabar al caudillo en una entrevista para la televisión francesa en 1969: “El general Franco es verdaderamente una figura decisiva, histórica y políticamente, para España. Supo resolver nuestra crisis de 1936. Desempeñó un papel político para sacarnos de la Segunda Guerra Mundial. En los últimos treinta años, ha echado las bases del desarrollo [del país]. Para mí, es un ejemplo vivo, por su dedicación patriótica diaria al servicio de España. Le tengo un gran afecto y una gran admiración”.

17. En enero de 1971, Juan Carlos viaja a Estados Unidos a invitación del presidente Richard Nixon para estrechar los lazos con Washington, que brinda su apoyo al régimen franquista desde los años 1950.

18. Franco gravemente enfermo, Juan Carlos es designado por primera vez Jefe del Estado interino entre el 19 de julio y el 2 de septiembre de 1974. El 18 de julio de 1974, incluso sustituye al generalísimo en la celebración del aniversario de la sublevación de 1936 contra la República española.

19. El 20 de julio de 1974, Juan Carlos realiza su primer acto oficial y firma una declaración conjunta con Estados Unidos para prorrogar el Tratado de Ayuda Mutua entre ambos países.

20. El 30 de octubre de 1975, Juan Carlos asume otra vez el papel de Jefe del Estado hasta el 20 de noviembre de 1975. Unas semanas antes, el 1 de octubre de 1975, apareció al lado de Franco durante una reunión organizada por el régimen en respuesta a la condena unánime por parte de la comunidad internacional por la ejecución de cinco presos políticos.

21. La biografía oficial publicada en el sitio internet de la Casa Real omite cuidadosamente recordar los estrechos lazos entre Franco y Juan Carlos. No se hace ninguna mención de sus cargos políticos antes del 22 de noviembre de 1975.

22. Dos días tras la muerte de Franco que ocurrió el 20 de noviembre de 1975, las Cortes franquistas proclaman a Juan Carlos rey de España, respetando así la voluntad que expresó el Generalísimo en un mensaje póstumo a la nación: “ Os pido que preservéis en la unidad y en la paz y que rodeéis al futuro rey de España, don Juan Carlos de Borbón, del mismo afecto y lealtad que a mí me habéis brindado”. El nuevo rey se encuentra entonces “atado y bien atado” al trono.

23. La biografía oficial de la Casa Real relata este episodio en estos términos: “Tras la muerte del anterior Jefe del Estado, Francisco Franco, Don Juan Carlos fue proclamado rey el 22 de noviembre de 1975, y pronunció en las Cortes su primer mensaje a la nación, en el que expresó las ideas básicas de su reinado: restablecer la democracia y ser el rey de todos los españoles, sin excepción”.

24. Ahora bien, la realidad histórica contradice esta afirmación. Lejos de abogar por una transición democrática, Juan Carlos, al contrario, jura fidelidad al legado franquista y afirma que seguirá desarrollando su obra: “Juro por Dios y los Santos Evangelios cumplir y hacer cumplir las leyes fundamentales del Reino y guardar lealtad a los principios del Movimiento Nacional”. Durante su discurso, rindió un vibrante tributo al dictador: “Una figura excepcional entra en la historia. El nombre de Francisco Franco será ya un jalón del acontecer español y un hito al que será imposible dejar de referirse para entender la clave de nuestra vida política contemporánea. Con respeto y gratitud quiero recordar la figura de quien durante tantos años asumió la pesada responsabilidad de conducir la gobernación del Estado”. En ningún momento, Juan Carlos habla de democracia ni evoca la instauración de un proceso de transición democrática.

25. Del mismo modo, durante su discurso de Navidad del 24 de diciembre de 1975, Juan Carlos elogia de nuevo a Franco: “El año que finaliza nos ha dejado un sello de tristeza que ha tenido como centro la enfermedad y la pérdida del que fue durante tantos años nuestro Generalísimo. El testamento ofrecido al pueblo español es sin duda un documento histórico que refleja las enormes cualidades humanas, los enormes sentimientos de patriotismo sobre los que quiso asentar toda su actuación al frente de nuestra nación. Tenemos las bases muy firmes que nos legó una generación sacrificada y el esfuerzo titánico de unos españoles ejemplares. Hoy les dedico desde aquí un homenaje de respeto y admiración”.

26. Mientras las manifestaciones y las huelgas se multiplican por todo el país, a pesar de la sangrienta represión, frente a la resistencia armada de ETA y de los comunistas del Frente Revolucionario Antifascista Patriótico (FRAP) y de los Grupos de Resistencia Antifascista del Primero de Octubre (GRAPO), el rey de España toma conciencia de que el mantenimiento del estatu quo es imposible y el cambio es inevitable. Se da cuenta de que el franquismo no sobrevivirá tras la desaparición de su líder.

27. No obstante, en 1975, decide nombrar a Adolfo Suárez, antiguo presidente del Movimiento Nacional, a la cabeza del gobierno.

28. Frente a la oposición republicana, que ve en él un heredero del franquismo, Juan Carlos concluye un pacto: abrirá la vía a una transición democrática a condición de que se restablezca la monarquía. Se presenta como el garante de la reconciliación de todos los españoles.

29. El 18 de noviembre de 1976, la Ley para la Reforma Política, que abre camino a una transición democrática, se aprueba por referéndum con cerca del 95%. Se legalizan los partidos políticos, incluso el Partido Comunista Español, y se decreta una amnistía para algunos presos políticos.

30. El 14 de mayo de 1977, Juan Carlos obliga a su padre, conde de Barcelona y legítimo heredero del trono, a renunciar a sus derechos dinásticos para asentar su poder y legitimar su cargo que ocupa por la voluntad del hombre que desató la Guerra Civil entre 1936 y 1939. Juan Carlos se convierte entonces en el Príncipe de Asturias el 1de noviembre de 1977.

31. En junio de 1977, se desarrollan en España –privada de Constitución de 1936 a 1978– las primeras elecciones democráticas desde 1936. La Unión del Centro Democrático (UCD), partido del presidente del Gobierno Adolfo Suárez, nombrado por el rey, gana el escrutinio. El nuevo Parlamento –en el cual Juan Carlos nombró a 41 senadores, siguiendo así una práctica que instauró Franco– adopta la Constitución de 1978 (la cual se ratifica por referéndum con un 95%), que hace de España una monarquía parlamentaria y que reconoce a Juan Carlos como el “heredero legítimo de la dinastía histórica’ (artículo 57). La nueva Carta Magna sustituye a las Leyes Fundamentales franquistas.

32. El rey es Jefe de Estado y de las Fuerzas Armadas y garante de la unidad de la nación. Sanciona y ratifica las leyes, nombra al presidente del Gobierno y puede disolver el Parlamente con el acuerdo del presidente del Congreso. Representa al país a nivel internacional y ejerce el derecho de indulto (artículo 62). Acredita a los embajadores, firma los tratados internacionales y dispone del poder de declarar la guerra, tras autorización del Parlamento (artículo 63). Por fin, como estipula el artículo 56, dispone de inmunidad total y absoluta para todos los crímenes y delitos, incluso en caso de traición a la Patria.

33. Juan Carlos I de Borbón se beneficia de un presupuesto anual para sufragar las necesidades de su familia y lo distribuye libremente (artículo 65). Según la Casa Real, para el año 2014, este presupueste es de 7,8 millones de euros.

34. No obstante, según el coronel retirado Amadeo Martínez Inglés, estudioso de la Casa Real y crítico de Juan Carlos, el costo real de la monarquía se eleva a más de 560 millones de euros al año. Al presupuesto inicial directamente entregado a la Casa Real, hay que agregar los presupuestos del ministerio de la Presidencia (administración real, recepciones, preservación del patrimonio nacional reservado al uso de la familia real), del regimiento de la Guardia Real y de las fuerzas armadas encargadas de la protección del rey durante sus viajes así como de toda la logística, el costo que representa la seguridad de la Casa Real de la cual se encarga el ministro de Interior, los gastos de viaje al exterior (ministerio de Asuntos Exteriores), el costo del personal de la Casa Real (372 empleados), etc.

35. El New York Times estimó la fortuna personal del rey de España en cerca de 2.000 millones de euros.

36. El 23 de febrero de 1981, la joven democracia española se enfrenta a un intento de golpe de Estado militar orquestado por el teniente coronel Antonio Tejero. El Congreso de los Diputados es tomado por asalto por cerca de 300 guardias civiles y 100 soldados en el momento de la investidura del candidato a la Presidencia Leopoldo Calvo Sotelo. El ejército ocupa varios puntos estratégicos de la capital y del país. El rey Juan Carlos interviene siete horas después por televisión para condenar la intentona golpista: “La Corona, símbolo de la permanencia y unidad de la Patria, no puede tolerar, en forma alguna, acciones o actitudes de personas que pretendan interrumpir por la fuerza el proceso democrático que la Constitución votada por el pueblo español determinó en su día a través de referéndum”. Esta intervención refuerza la imagen del rey, considerado el salvador de la democracia.

37. En 1981, Juan Carlos se reúne con el presidente estadounidense Ronald Reagan y decide integrar a España a la OTAN en 1982. Ese mismo año, el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) accede al poder y el nuevo presidente del Gobierno, Felipe González, mantiene excelentes relaciones con la Corona.

38. Entre 1983 y 1987, bajo el Gobierno de Felipe González, los Grupos Antiterroristas de Liberación (GAL), escuadrones de la muerte creados por el Estado español para luchar contra los independentistas vascos, asesinan a 27 personas, la mayoría opositores políticos. Oficialmente, Juan Carlos I ignoraba todo de esta política de terrorismo de Estado. Esta versión es poco creíble. En efecto, el rey tenía la fama de mantenerse minuciosamente informado sobre la situación del país y recibía informes diarios.

39. En 1992, el diario conservador español El Mundo revela la existencia de una relación extraconyugal entre Juan Carlos y la decoradora mallorquina Marta Gayá, lo que provoca un escándalo.

40. El 1 de octubre de 1995, Juan Carlos es víctima de un intento de asesinato en Palma de Mallorca, organizado por la organización separatista vasca ETA.

41. En 2002, durante el golpe de Estado contra el Presidente Hugo Chávez en Venezuela, la España de Juan Carlos de Borbón y del presidente del Gobierno José María Aznar es el único país del mundo con Estados Unidos en brindar un reconocimiento oficial a la junta golpista de Pedro Carmona Estanga. Durante su comparecencia ante la Comisión de Asuntos Exteriores del Congreso español, el 1 de diciembre de 2004, Miguel Ángel Moratinos, entonces ministro de Asuntos Exteriores, se expresó con claridad al respecto : “ Mis afirmaciones fueron: 1. que hubo un golpe de estado en Venezuela; 2. que el Embajador español recibió instrucciones del Gobierno; 3. que el objetivo de estas instrucciones, o mejor dicho, para evitar juicios de intención, que el efecto de la ejecución de esas instrucciones y de otras actuaciones fue apoyar el golpe [...]. Mis palabras deben entenderse en el sentido de que por apoyar quise y quiero decir que no condenó el golpe de Estado, que lo endosó y que le ofreció legitimidad internacional” .

42. En 2003, Juan Carlos, Jefe de las Fuerzas Armadas, decide implicar a España en la guerra contra Irak, ilegal según el derecho internacional, mofándose de la voluntad del pueblo español, opuesto en su inmensa mayoría a lo que consideraba una agresión de un país soberano para controlar sus recursos energéticos.

43. En noviembre de 2007, durante la XVII Cumbre Iberoamericana en Chile, Juan Carlos ataca al Presidente Hugo Chávez de Venezuela de forma poco cortés: “¿Por qué no te callas?”. El Presidente Chávez había recordado efectivamente que Madrid había brindado su apoyo al golpe de Estado de 2002: “ Es difícil pensar que el embajador va a estar apoyando a los golpistas, que va a ir al Palacio [presidencial] sin la autorización de su majestad ”. Al ataque del rey, Chávez pidió respeto recordando que era Jefe de Estado “ como el rey, con la diferencia que yo he sido electo tres veces y él no” .

44. En abril de 2012, Juan Carlos I es víctima de una fractura de la cadera durante un safari en Botsuana. Numerosas voces se levantaron contra este viaje que costó varias decenas de miles de euros al contribuyente español mientras el país atravesaba una de las peores crisis económicas de su historia, y que muchas personas, sobre todo las categorías más vulnerables, se encontraban abandonadas a su suerte por un Gobierno que decidió hacer de las políticas de austeridad una prioridad y desmantelar todo el sistema de protección social. Para recuperar el prestigio perdido, el rey presentó sus disculpas a la nación –hecho único en la historia de su reinado– el 18 de abril de 2012: “Lo siento mucho. Me he equivocado y no volverá a ocurrir”. Pero este mea culpa no tuvo los resultados esperados en una población golpeada por la crisis económica.

45. Numerosas voces se levantaron para expresar la censura impuesta a los medios informativos o el “Pacto del silencio” entre la Corona y la Federación de Prensa, para todo cuanto tiene que ver con la figura del rey. Del mismo modo, varias personas fueron condenadas a prisión por injurias al rey (Mariano Delgado Francés en 1988, Ceuta Abdclauthab Buchai en 1989, etc.).

46. El 2 de junio de 2014, Juan Carlos decide abdicar a favor de su hijo Felipe de Borbón y Grecia, el cual tomará el nombre de Felipe VI. El rey explica las razones: “Estos difíciles años nos han permitido hacer un balance autocrítico de nuestros errores y de nuestras limitaciones como sociedad […]. En la forja [del] futuro, una nueva generación reclama con justa causa el papel protagonista […]. Hoy merece pasar a la primera línea una generación más joven, con nuevas energías, decidida a emprender con determinación las transformaciones y reformas que la coyuntura actual está demandando y a afrontar con renovada intensidad y dedicación los desafíos del mañana. […] Mi hijo Felipe, heredero de la Corona, encarna la estabilidad, que es seña de identidad de la institución monárquica. […] El Príncipe de Asturias tiene la madurez, la preparación y el sentido de la responsabilidad necesarios para asumir con plenas garantías la Jefatura del Estado y abrir una nueva etapa de esperanza en la que se combinen la experiencia adquirida y el impulso de una nueva generación. […] Por todo ello, guiado por el convencimiento de prestar el mejor servicio a los españoles […], he decidido poner fin a mi reinado y abdicar la Corona de España”.

47. El artículo 57 de la Constitución, que aborda el tema de la sucesión de Juan Carlos, privilegia “el varón a la mujer”, legitimando así la designación de Felipe. No obstante, varios juristas consideran inconstitucional este artículo, ya que contraviene al artículo 13 que estipula que “ los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer ninguna discriminación por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social”.

48. Ese mismo día, manifestaciones ciudadanas de decenas de miles de personas estallaron por todo el país, reclamando un referéndum sobre la estructura del Estado español y la instauración de una República. Según varios sondeos, más del 60% de los españoles desea una consulta popular.

49. Juan Carlos deja un país en plena crisis económica con una tasa de paro del 26%, récord europeo, y más de 6 millones de desempleados, un número sin precedentes de suicidios –nueve al día– desde que empezó la crisis económica en 2008, y más de tres millones de personas que viven en condiciones de “pobreza severa”, es decir con menos de 307 euros al mes, o sea el 6,4% de la población.

50. A pesar de la transición democrática y del establecimiento de una monarquía parlamentaria, a pesar de los esfuerzos para ocultar sus lazos íntimos con Franco, el rey Juan Carlos I de Borbón y Borbón nunca ha logrado librarse de su déficit de legitimidad debido a una mancha indeleble: fue instalado en el trono por el dictador Franco, apoyado por Hitler y Mussolini, que aplastó en sangre la República española que salió de las urnas el 16 de febrero de 1936.

Salim Lamrani

Henry David Thoreau, breve retrato de un cercano antecedente del 15.M



Thoreau (Concord, Massachusetts,1817-Id.1860), escritor semianarquista

El pasado domingo, el magnífico programa Página dos que se emite en la 2 casi en el anonimato los domingos alrededor de las 21 horas, nos hablaba de una nueva edición de Walden (a cargo de Marcos Nava, en Errata Naturae). y nos traía nuevamente noticias de este hombre que dio un ejemplo de saber vivir, nada menos. Murió hace ya más de siglo y medio, pero sus ideas permanecen vivas en ámbitos tan dispares como los movimientos sociales aglutinados por el 15-M, la fértil cosecha del cine político estadounidense, el revival folko la vuelta al campo, a lo natural, a ese lugar en el que los niños con las máquinitas se hastían. No tanto por la efeméride como porque sus enseñanzas gozan de un contundente eco de actualidad, los escritos de este sospechoso de múltiples paternidades (padre de la ecología, de la desobediencia civil) protagonizan un curioso fenómeno editorial. Además del libro de diarios, otras dos jóvenes editoriales se suman a la celebración de la prosa trascendental de Thoreau con un cómic biográfico (La vida sublime, de los franceses A. Dan y Maximilien LeRoy, en Impedimenta) que se puede encontrar y no por casualidad, en la editorial capitán Swing.
Es muy posible que en situaciones extremas la violencia esté justificada, sobre todo como contraviolencia. Si algo queda claro en la historia social es que los opresores temen más la palabra y la movilización pacífica que cualquier otra cosa, y que siempre que pueden, tratan de inducir la resistencia hacia el terreno violento en el que, normalmente, tiene todas las de ganar.
Este es el debate principal que plantea el autor de Walden sobre el que convendría comenzar anotando los siguientes datos:
Henry David Thoreau (Concord, Massachusetts,1817-Id.1860). Escritor semianarquista (o quizás más que ya que fue totalmente consecuente con sus ideas que es mucho más difícil que meramente profesarlas) y pacifista norteamericano, internacionalista, y padre espiritual de la cantera de escritores yankis que se declaran fuera del «american way life», sin olvidar otros como Gerald Brennan que han confesado su deuda con él. Nació en Concord (Massachusetts), hijo de un próspero agricultor, su familia le envió a estudiar a la Universidad de Harvard en donde se graduó en 1837. Se especializó en literatura clásica griega y en la poesía de los metafísicos británicos. De regreso a su casa ayudará a su hermano John en sus labores como maestro rural. A partir de 1840 colabora durante cuatro años en la célebre revista The Vial, creada por el filósofo Ralph W. Emerson que simpatizó en su día con Charles Fourier y algunos han considerado próximo a un cierto anarquismo moderado en relación a Bakunin.
En 1843, David fue reclamado por el hermano de Emerson para ejercer como profesor de filosofía en su academia, pero incapaz de adaptarse a la corriente social que le rodea. Cansado y decepcionado de la frivolidad de la mediocridad social, del materialismo grosero, y de sus fracasos amorosos, deja la enseñanza, cierra su fábrica de lápices, se convierte en asceta, ermita y misógino. Entonces se retira a su cabaña situada en Walden, para vivir con los pájaros, los peces, los árboles y las flores. Fruto de esta experiencia en contacto con la naturaleza es su obra, Walden o la vida en los bosques, escrita en 1854 (tomo como referencia la versión aparecida en Los Libros de la frontera, Barcelona, 2002, con prólogo de Henry Miller), testimonio de los dos años que el autor pasó en las orillas del lago Walden. Una idea del impacto que causó nos lo ofrecen, Proust («Las páginas admirables de Walden me hacen pensar que cada uno va leyéndolas en sí mismo, de tal modo brotan de nuestra íntima experiencia»), y Scott Fitzgerald («Después de haber leído a Thoreau me he dado cuenta de cuanto he perdido excluyendo a la naturaleza de mi vida»).
En ella propone un retorno a la naturaleza, la sencillez y la austeridad frente a los conflictos de la sociedad moderna. Fiel a sus ideales, antirracista (fue un entusiasta del libertador john Brewn, maldecido por los bien pensantes y opor Hollywood) y antibelicista, Thoreau vivió la mayor parte de su vida en el campo. Anecdótico de estos años será el episodio de su arresto por haberse negado a pagar los impuestos a un gobierno que rechaza moralmente. De esta experiencia surge otra obra Sobre el deber de la desobediencia civil, que ha pasado a la posteridad como uno de los teóricos más completos de esta actitud que justifica la resistencia pasiva ante la autoridad. Defiende al individuo frente a la incapacidad del gobierno: «Acepto, escribió, de todo corazón de que «el mejor gobierno es el que gobierna menos»; quisiera verlo realizado más rápida y sistemáticamente. Llevado hasta el final equivale a lo siguiente, en lo cual también creo: “el mejor gobierno es el que no gobierna nada, y cuando los hombres estén preparados para ello, será el tipo de gobierno que tendrán. El gobierno es a lo sumo un expediente útil. Pero muchos gobiernos siempre, ya veces todos son inútiles».
Rebelde y artista no desdeñó las actitudes combativas e incluso violentas al servicio de una causa justa. Su nombre simboliza la tradición individualista y anarquista norteamericana mejor que nadie. Su influencia renació con los movimientos hippies, que en su mayoría asumió la idea según el cual «el mejor gobierno es el que gobierna menos», el autor estima que conviene llegar hasta el fin de este razonamiento afirmando que «el mejor gobierno es el que no gobierna». Cualquier gobierno es, todo lo más, un mal necesario; de hecho, la mayoría de las veces no es sino un mal a secas. Los múltiples defectos que se asignan a un ejército permanente son los mismos que afligen a todo gobierno permanente; el ejército permanente es, sin duda, el arma de la que dispone un gobierno permanente. El gobierno mismo, por medio del cual el pueblo piensa que ha de ejecutar su voluntad, está pervertido antes de que el pueblo pueda obrar a través de él. La prueba de ello es la [entonces] actual guerra contra México, emprendida por la instigación de un número relativamente restringido de individuos y desencadenada en contra de la voluntad inicial del pueblo.
Según Thoreau la existencia de un gobierno se debe a la necesidad imaginaria y pueril que experimentan los hombres de disponer de cualquier máquina complicada y oír el estrépito de su funcionamiento. Los gobiernos muestran así cuán fácil es abusar de los hombres. En general, el gobierno, lejos de ayudar al pueblo en sus diversas actividades, no hace más que servir de traba a ellas. Así, «si el comercio y la industria no fueran de caucho, jamás lograrían saltar los obstáculos que los legisladores ponen continuamente en su camino; si fuera necesario juzgar a esos hombres por entero en función de los efectos de sus acciones y no parcialmente en función de sus intenciones, merecerían ser considerados y castigados como esos criminales que ponen piedras sobre los raíles del ferrocarril».
Aunque en un principio había postulado una crítica general del poder político desde un punto de vista estrictamente liberal, Henry David Thoreau pasa al análisis de la delegación del poder, tal como es practicada en una democracia. Por un largo momento, el poder es confiado a la mayoría, no porque se considere que ésta tiene razón, sino porque es la más fuerte. De todas maneras, es imposible que un gobierno que permanece entre las manos de una mayoría, suceda lo que suceda tenga siempre la razón. ¿No sería necesario un gobierno en el que la mayoría se limite a tomar decisiones en los casos urgentes, en tanto que la cuestión de saber qué es lo que está bien o lo que está mal dependa, no de la mayoría, sino de la conciencia? ¿Por qué cada uno de nosotros tiene una conciencia, si ha de abandonarla en provecho del legislador?
Y es que Thoreau, somos hombres antes de ser ciudadanos, de modo que no es preciso respetar la ley en cuanto tal, sino obrar según las exigencias de la conciencia, Las leyes jamás han hecho que los hombres se vuelvan mejores; muy por el contrario, respetando las leyes, los hombres, aun los mejores intencionados, se han convertido en unos servidores de la injusticia. «Lo que general y naturalmente resulta de un respeto indebido de la ley es el espectáculo de una fila de militares, un coronel, un capitán, un cabo y los soldados rasos, todos marchando en un orden admirable a través de montes y de valles hacia las guerras, contra su voluntad y, lo que es más, contra su sentido común y su conciencia».
Asumiendo en consecuencia este punto de mira, Thoreau se niega a convertirse en cómplice de un gobierno bajo el cual la sexta parte de la población de un país que pretende ser el refugio de la libertad está constituida por esclavos y que hace ocupar una nación entera, México, por un ejército extranjero y la somete a la ley marcial. Cuando hace referencia a la Revolución de 1775, Thoreau reclama, ante la injusticia de la que es culpable el poder político, el derecho a la rebeldía, conforme a la tradición de la revolución de 1776. No es una rebelión violenta la que desea este pensador; se refiere a negarse a la cooperación financiera, a la que juzga como un freno necesario cuando un engranaje del sistema político se desencaja; y deja de pagar sus impuestos. Podrán encerrarlo en la cárcel; tanto mejor, puesto que en un Estado esclavista como el de Massachusetts —Concord, donde vive Thoreau, se encuentra en ese Estado—, el único lugar en el que un hombre libre puede habitar sin perder su honor es la cárcel; allí encuentra, en efecto, al esclavo furtivo, al prisionero de guerra mexicano y al indio que ha venido a presentar sus quejas por las injusticias cometidas contra su raza.
La resistencia noviolenta que consiste en negarse a financiar al Estado en sus empresas criminales puede ser eficaz cuando no permanece aislada. Thoreau escribe: «Si un millar de hombres no fueran a pagar sus impuestos este año, no tomarían una medida violenta y sangrante como lo sería la de pagarlos y hacer así que el Estado esté en condiciones de practicar la violencia y derramar sangre inocente. Esta es, en los hechos la definición de una revolución pacífica, a condición de que tal revolución sea posible»
Después de no haber pagado sus impuestos durante seis años, Thoreau terminó por conocer efectivamente la prisión; pasó en ella una sola noche: algunos amigos reunieron de inmediato la suma que el recaudador de impuestos le exigía. Una noche memorable, de la que Thoreau se acuerda con orgullo. «Vi que si había un muro de piedras entre mis compatriotas y yo, había un muro todavía mucho más difícil de franquear y de atravesar antes de que éstos pudieran ser tan libres como yo. No me sentí encerrado en ningún momento y los muros me parecían un enorme despilfarro de piedras y de mortero».
Finalmente, Thoreau habla de un Estado que fuese lo bastante liberal para admitir que los individuos puedan prescindir de él; un Estado que, en lugar de dominar a los individuos reduciéndolos al rango de simples ciudadanos, se pusiera al servicio de ellos para que vivan con plenitud su condición de hombres independientes. «Es la democracia, tal como la conocemos, el mejor gobierno posible? —se pregunta Thoreau— ¿No es posible dar un nuevo paso hacia el reconocimiento y la organización de los derechos del hombre? Jamás habrá un Estado realmente libre y esclarecido hasta que el Estado se avenga a reconocer al individuo como una potencia superior e independiente, de la que derivan todo su poder y toda su autoridad, y lo trate en consecuencia. Me complazco, por fin, en imaginar un Estado que puede permitirse ser justo ante los ojos de todos los hombres y tratar al individuo con el respeto debido a un vecino, que es capaz de considerar que no es incompatible con su propia tranquilidad el hecho de que algunos vayan a vivir al margen de él, sin ocuparse de ese Estado ni ser englobados por él, pero siempre cumpliendo todos sus deberes de vecinos y de compatriotas. Un Estado que produjese esta especie de fruto y lo dejara caer cuando estuviese maduro, prepararía el camino para un Estado más perfecto y más hermoso que, aunque lo haya imaginado, todavía no he visto en ninguna parte»
El rechazo del Estado hizo nacer en Henry David Thoreau la noción de una resistencia no violenta conduce, asimismo, la reflexión del novelista ruso Leon Tolstói (1828-1910) que ya inaugura desde su propia óptica una variante pacifica y cultural del anarquismo que merece otra atención y otra discusión, pero sobre cuyos altos valores y enseñanzas nadie podrá discutir. No se trata pues de decir amén, se trata de estudiar y debatir.

Pepe Gutiérrez-Álvarez

Fermín Salvochea regresa al Ayuntamiento de Cádiz



El colega José María González Santos, Kichi, nuevo alcalde de Cádiz, ha conseguido saltar el lagrimero de todos aquellos y aquellas que saben lo que significa la memoria, como lo saben los que nos la quieren quitar. Su gesto por esta memoria tan noble y digna como la del Cádiz libertario, al sustituir el retrato del Borbón que presidía el despacho de su antecesora, la cortesana Teófila Martínez, por el del anarquista y primer edil de Cádiz durante la Primera República, Fermín Salvochea, está lleno de luz. Salvochea compendio de todo lo bueno que representó la República y la Libertad para nuestro pueblo, para generaciones de luchadores y luchadores que nunca se resignaron y a los que Kichi represente ahora con una autenticidad que se le ve a la legua.
Más tarde o más temprano llegará el día en que la memoria de Fermín Salvochea Álvarez, mítico anarquista andaluz, llamado por sus largas estancias en la cárcel y por su lucha incesante el «Blanqui español» (Cádiz, 1842-Ib.1907), figure en calles y plazas y su historia sea más conocida que la de Cánovas del Castillo santo patrón del PP, un hombre que creía que la riqueza la daba Dios, el malo de esta película que está lejos de acabar.
Salvochea ara hijo de una familia de ricos comerciantes que tuvo una infancia muy feliz. A los 15 años lo enviaron a Inglaterra a aprender la lengua y a prepararse en el conocimiento del negocio. Estuvo allí durante 5 años repartidos entre Londres y Liverpool, que serían decisivos para su formación intelectual y política, influyendo en él, el internacionalismo de Thomas Paine («mi patria es la humanidad»), el ateísmo positivista de Charles Bradraugh y el comunismo de signo oweniano.
En, 1864 se encontraba de nuevo en la bahía gaditana dispuesto a luchar por la República Federal y no tarda en alcanzar notoriedad con el proyecto de liberación de los presos políticos de 1866, que aumenta por su densa actuación en la revolución de 1868 donde Salvochea es un hombre de confianza de los conjurados y enlace de Prim, así como miembro destacado de la «comuna» gaditana y segundo comandante de un batallón de voluntarios con el que defendió la ciudad hasta el 11 de diciembre en que se entregó; ya en estos acontecimientos, Salvochea se hace clara su tendencia a desbordar el cuadro político de una revolución liberal.
Meses después es elegido diputado sin que el gobierno acepte el acta aunque tiene que concederle la amnistía. Emprende seguidamente una campaña de agitación por Andalucía de contenido federalista y de apoyo al movimiento de 1869, luego toma parte en el combate al mando de partidas de voluntarios en Alcalá de los Gazules, pero resulta vencido y escapa a Gibraltar y después a París. En la capital francesa encabeza el 12 de enero de 1871 una manifestación contra Napoleón III. En este año se afilia a la AIT, es uno de los “internacionalista” que era como se llamaba a los miembros de la 1ª Internacional que tantos sueños de liberación creo entre los campesinos del Sur.
Tras un viaje a Londres, Salvochea retorna a su ciudad natal con la amnistía de aquel año y es nombrado alcalde, cargo que abandona en 1873 por el fusil y como presidente del comité administrativo de la revolución cantonal. Defiende la ciudad contra la escuadra inglesa y contra Pavía hasta la derrota que le lleva a un consejo de guerra en Sevilla que lo condena a cadena perpetúa en prisiones norteafricanas. Será en la cárcel donde se hará anarquista, consagrando una influencia que se había manifestado ya dentro de su federalismo radical.
En 1872 mantiene contactos con Lorenzo con la finalidad de crear una asociación de Defensores de la Internacional y al año, Salvochea siguiente constituye el primer germen organizativo del anarquismo andaluz. Los años de cárcel lo serán también de estudio del cuerpo de doctrina anarquista que asimila rehuyendo cualquier tentación sectaria. Cuando se le ofrece una amnistía, la rechaza porque no alcanza a todos sus compañeros, y meses después, en 1880, huye a Gibraltar y después a Lisboa y Oran para desembocar en Tánger.
En 1886, Fermín regresa a España con una enorme aureola de santo revolucionario y se entrega a una gran campaña de agitación en favor del comunismo anárquico, funda su famoso periódico El Socialista (que sobrevive penosamente a las prohibiciones y a los encarcelamientos de su director) y traduce a Kropotkin, con el que se siente muy identificado. Se encuentra en prisión cuando ocurren los acontecimientos de Jerez de 1892, pero esto no es obstáculo para que se le atribuya su instigación y será condenado a 12 años de cárcel que transcurren en Valladolid y Burgos en condiciones bastante penosas.
Liberado en 1889, con la vista muy debilitada, Salvochea vive en Madrid en la pobreza escribiendo en diversos periódicos y representando una casa de vinos. No obstante, su actividad sigue en pie. Frecuenta el Casino Federal y la Sociedad de Librepensadores, y escribe en La Revista Blanca.
Su presencia se hará notar en actos como el entierro de Pi i Margall y el sonado estreno de la Electra de Pérez Galdós, manifestándose en defensa de la libertad de expresión contra la intolerancia religiosa. También forma parte en la preparación del Congreso anarquista de 1900. Su labor como traductor y libelista le lleva a ser perseguido de nuevo, y tiene que marcharse a Tánger poco antes de su fallecimiento. Fermín murió en Cádiz en olor a multitudes (se hablaba de 50.000 peronas, muchas llegadas caminando desde toda la provincia), y es estimado como uno de los héroes legendarios. Este entierro se convirtió en una imponente manifestación libertaria.
Hombre de acción, romántico y lúcido al tiempo, fue un estudioso y escribió poco, pero lo que hizo fue un modelo de coherencia y apertura intelectual. Sus artículos están repartidos por toda la prensa libertaria importante de su época, aparte de Kropotkin, tradujo a John Milton y a Camille Flammarion. Maestro de una generación de anarquistas su figura fue glosada por la literatura, en particular por Vicente Blasco Ibáñez que lo retrata con el nombre de Fermín Salvatierra en su célebre obra La bodega (reeditada por Plaza&Janés).
También inspiró un rosario de tanguillos populares gaditanos y su prestigio sobrevivió el tiempo, incluso durante el franquismo su nombre se sentía todavía en los pueblos andaluces. Pedro Vallina y Rudolf Rocker le dedicaron sendas biografías, aunque todavía esta por escribir un estudio serio y riguroso de su aventurera y magnífica existencia.
En 1987, el cineasta Carlos Fernández le dedicó una película, Fermin Salvochea, visto para sentencia, un trabajo tan voluntarioso como pobre cuyo heroico esfuerzo de producción sería castigado en su distribución, convirtiéndose en un «films maldito» que muy poca gente ha podido visionar.
Los lectores más curiosos encontrarán una buena fuente en la obra de su discípulo Pedro Vallina, quien junto con Rudolf Rocker, fue quién más contribuyó a su conocimiento. El libro de Vallina apareció en el 2013 por la magnífica Editorial Renacimiento de Sevilla en una edición muy cuidadosa de José Luís Gutiérrez Molina.
Lo dicho Kichi, un calentón que espero sea continuado por otros gestos similares.

Pepe Gutiérrez-Álvarez

Del profesional al activista, un cambio necesario



Se está haciendo evidente regreso del esos hombres y mujeres “conscientes” como se decía en los años treinta y que hicieron avanzar el tren de la historia

En los años ochenta del pasado siglo, la militancia que había dado al traste con el continuismo franquista, entró aclaradamente en decadencia, tirando por tierra todo instrumento de cambio por abajo. Pero como ya dijo un efímero socialista llamado José Ortega y Gasset, todo lo que no cambie el pueblo habrá que cambiarlo de nuevo.
Los militantes que no se perdieron en la vida privada o se “colocaron” en algún cargo político o sindical, comenzaron por entonces a ser tachados de resistencialistas, como gente empecinada en batallas ya superadas: no era lo mismo –se decía- hacerlo contra la dictadura que hacerlo ahora con una democracia… En un principio se trató de desdén, luego ya se hablaba de “grupos sectarios”…
Pero la perspectiva ha cambiado en los últimos tiempos, ahora la tendencia era descalificar por completo a todas aquellas personas que se dedican a la política responde a variados motivos, tal como expresaba el profesor Manuel Cruz (1), que lamentaba los efectos de la corrupción a la que añadía otro motivo la imagen de profesionalización en el peor sentido de la palabra que transmitían las trayectorias de muchos responsables políticos. Una imagen que el autor sitúa al margen de factores tan drásticos como la de la polarización de la riqueza a favor de los más ricos, de los que en la situación anterior estaban ganando la lucha de clases, el segundo factor, tal como lo expresa Naomi Klein, es lo que lo cambia todo. Nunca en la historia el atraso de la conciencia en relación a las necesidades humanas ha sido tan abismal, la mayor derrota cultural de la izquierda desde 1789 llegó justo en el momento en que la mancipación resultaba más necesaria y posible que nunca.
Desde la aceptación de la derrota, Cruz que conoció -y olvidó- otras inquietudes (2), pasa a describir el surgimiento de una nueva clase política del 78 como una mera exigencia objetiva sin mayor precisión. Describe un periplo en el que aquel muchacho o muchacha que había iniciado su andadura política en muchos casos sin ni tan siquiera haber finalizado sus estudios universitarios alcanzaba fácilmente la mediana edad sin más experiencia laboral que la que le proporcionaba el recorrido por un rosario de cargos. La cosa se podría resumir de la manera gráfica en que lo hacía, tiempo atrás, un colega de una universidad andaluza: “el presidente de la Diputación fue estudiante mío, y lo dejó para dedicarse a la política cuando estaba en segundo de Geografía e Historia; si su partido perdiera mañana las elecciones, se iba directo a la cola del paro y, con su escasa formación, probablemente solo encontraría trabajo en el sector de la hostelería”.
Pero a mí entender, hay algunas cosas más que considerar.
La militancia fue la mayor herencia de las internacionales obreras que entre nosotros había dado lugar a un movimiento obrero que, básicamente, soñaba conectar las reformas democráticas y sociales más básicos para convertir a los trabajadores y trabajadoras en personas con derechos, entre ellos el de poder soñar.
Fue esta militancia la que prosiguió con la resistencia en sus diferentes ramas (a veces enfrentadas), en condiciones francamente terribles, disuasorias. El que daba el paso sabía a lo estaba expuesto. Sin embargo, dicha resistencia fue creciendo hasta hacerse irreversible después de la “revolución de los claveles”, así hasta convertirse en la parte central de la función. La gente ocupó los sindicatos, las asambleas, las entidades vecinales y la calle. Los cines, los teatros, las librerías, se politizaron. Conceptos como obrero, socialismo, marxismo, anarquismo, etc., aparecían por doquier. El sueño oscilaba entre el ideal (el socialismo, democrático por supuesto) con lo posible: una democracia socialmente avanzada. Pero, cuando este movimiento desde abajo en el que emergían hasta las voces más apartadas como la de los jubilados, fue invitado a callar y desalojar las calles, el gran argumento fue que se quería lo mismo que antes, solo que ahora se trataba de hacerlo “por las buenas”, mediante las mayorías legales y la negociación.
Por supuesto, no fue así. Hubo una resistencia que, a pesar de sus retrocesos, mantuvo el pulso hasta el referéndum sobre la OTAN, ganado por el voto del mido, tan presente durante la Transición como advertencia por parte de los “reformistas” del “antiguo régimen”. Al final, la mayoría se atrincheró en la vida privada y poco más, una parte sustancial se recicló en las instituciones incluyendo las sindicales, y una minoría siguió y se trató de románticos o sectarios, más o menos. No había donde ir, después de haber sobrevivido la larga noche del franquismo, se impuso el sentimiento general de más vale pájaro en mano, mejor no complicarse la vida. Para muchos jóvenes que vinieron después, cosas como los derechos sociales (que habían costado sangre, sudor y lágrimas), eran cosas ya establecidas, de siempre, fuera de cuestión.
Que esto no fuese así, que lo sea cada vez menos, son cosas que también parecer escapar a Manuel Cruz que, en otros textos suyos consagra en el altar conceptos como “modernidad”, desde el cual puede establecer un abismo entre el ayer y el hoy, cuando son los señores los que están ganando la guerra de clases en nombre de dicha “modernidad” en la que cada cual está donde debe, unos arriba, otros abajo.
Desde luego este giro de tendencia en las actitudes políticas de lo que seguimos llamando izquierda -de “profesional” al “activista”- no ha sido un mero cambio de moda. A nadie escapa que uno de los “principios” del 15-M era aquella de “!No somos mercancía en manos de políticos y banqueros¡”.
Dicho de otro modo, el pueblo es tratado como parte del marcado, como “mano de obra barata” para facilitar la competitividad, todo en beneficio de los banqueros a los que los políticos sirven. La “profesionalidad” de estos no es diferente a la de los abogados que trabajan para las empresas, con la diferencia de que los abogados no presumen de “servir al pueblo”. La política se había convertido en una de las artes escénicas (El Roto), interpretaban los papeles que les correspondían en instituciones que quedaban cortadas de cualquier influencia que no fuese la del Gran Dinero. La política se había convertido en la parte más hipócrita de los negocios. La corrupción era como el aceite que lo hacía funcionar, tal que dejó escrito Milton Friedman.
Pero Cruz no abre esta puerta como tampoco lo hace con la del descrédito del bipartidismo. Parece que no ha pasado nada, que la mayoría absoluta del PP que está empobreciendo a marchas forzadas a la población trabajadora sea algo tan natural como los bañadores en verano. Nada que decir sobre la decadencia del PSOE. Del creciente alejamiento capital humano heredado del antifranquismo, así como de los jóvenes a lo que el bendito Zapatero prometió que “no les fallaría”. Jóvenes que no tienen ni de lejos las expectativas que pudieron gozar en su momento los jóvenes filósofos como Cruz y otros tantos que ahora intelectuales orgánicos PRISA.
Pero, en el diagnóstico de Manuel Cruz todo parece limitarse a un cambio del modelo de hoja de servicios del político tradicional, recién descrita, al modelo del activista, que habría hecho prácticamente el mismo recorrido (no se le conocería desempeño profesional en sentido propio), solo que en su caso a la sombra de una ONG, orden religiosa o similar. Sin embargo, el modelo Ada Colau ya existía. Ella misma se inserta en la continuidad de la militancia integral e idealista de tantas mujeres que “se la jugaron” entra la dictadura sin pensar en más recompensa que la de la propia lucha. No debía de ser poca cosa porque, según Emmeline Pankhurts, la célebre sufragista, lo único que las mujeres tenían que agradecer a los hombres era que estos les descubrieron “la alegría de la lucha”.
Para Manuel Cruz esta alegría no se entiende sino es desde la “profesionalización”. Lo único que cambia es el modelo, ahora revestido del “modelo activista”, es más: el caso del activismo profesional es más claro al respecto. Ignoro en que mundo se desenvuelve la vida del (ya) viejo profesor, pero todo indica que firmó aquello del “fin de la historia”.
Pero la historia ha seguido, y sí ha demostrado algo es que no se puede bajar la guardia ante el egoísmo propietario que no respeta nada, ni a las personas, ni a la naturaleza, ni tan siquiera a sus propias leyes. Es bastante posible que esto resulte lejano al personal instalado, pero lo que no se puede es seguir haciendo es seguir como sí no hubiese nada que hacer. Cómo sí se pudiera seguir confiando en la casta política cuyos mecanismos acaban triturando o expulsando a todos los que entran en el engranaje, ahí está todo el PSOE para demostrarlo como la prudencia los ha convertido en parte del problema.
Pero para Manuel Cruz no hay esperanza. Percibe que quienes tantas energías dedican a criticar las llamadas puertas giratorias, tan benévolos sean con quienes una y otra vez niegan que su activismo oculte pretensiones de promoción política para luego, una y otra vez, incumplir sus promesas y utilizar dicho activismo como plataforma para obtenerla. O sea que, mira por donde, más vale un Felipe conocido que una Ada Colau por conocer, quizás porque de otra manera, los instalados en la apología del presente quedarían en evidencia.
Estamos asistiendo a muchas pocas en muy poco tiempo, y uno de sus signos está siendo el regreso de la militancia, del activismo que se atiene a un código moral digamos “clásico”, al reconocimiento de los desconocidos, la lucha con los perdedores, la ética de los incorruptibles que no aceptan a los que dejan de serlo. Se recupera aquella pasión militante que era la que daba un significado a nuestras vidas, y ha regresado para quedarse, al menos por mucho tiempo.

Pepe Gutiérrez-Álvarez

Notas

1/ De profesión: activista (El País, 06/07/2015)
2/ Manuel Cruz es catedrático de Filosofía Contemporánea en la Universidad de Barcelona, todos las citas corresponden a este artículo. En mi biblioteca aparece como introductor de Contra Althusser (Ed. Madrágora, Barcelona, 1975), que recopilaba textos de Mandel, Bensaïd, Brohm, Vincent, Brossat, entre otros destacados intelectuales de la LCR francesa. Manuel aporta un texto propio, El concepto de revolución en Althusser (pp, 9-51) Aparece entre los testigos que trataron y estudiaron con Manuel Sacristán –que murió siendo una conciencia militante- en el Integral Sacristán, el ciclópeo documental de Xavier Juncosa. También es autor de una Historia de la filosofía que desconozco.

De cómo unas mujeres hicieron un día un libro



Los años setenta en la Argentina eran momentos de notables producciones intelectuales. Nadie dudaba del cuño cosmopolita de Buenos Aires, entre 1960 y 1970. A lo largo y ancho del camino, se encontraban la Editorial Universitaria de Buenos Aires (EUDEBA) que había incorporado a un público masivo a través de la venta de libros baratos en kioscos callejeros. Otro caso era Sudamericana que consolidaba el “boom” de la literatura Latinoamericana; mientras Emecé publicaba a los escritores nacionales más selectos.
Al mismo tiempo, convivían otros emprendimientos editoriales con un perfil autogestivo por fuera del mercado comercial. Tales como Tiempo Contemporáneo, La Rosa Blindada, Ediciones De la Flor, Insurrexit, Galerna, Rodolfo Alonso, Pasado y Presente; sin olvidar al Centro Editor de América Latina.
Por lo tanto, se podría decir sin caer en presuntas vanidades que editoriales sobraban y mecenas también. En líneas generales, eran grupos e individualidades animadas por las inquietudes por parte del movimiento estudiantil universitario, intelectuales independientes, sindicalistas revolucionarios como también incipientes colectivas feministas. Una estela de membrecías con o sin afiliaciones pero con un alto grado de politización o laxamente encuadrados en los partidos comunista, socialista y trotskista.
A la vez, a ello se sumaba la tradición del arrojo y la vitalidad de las corrientes anarquistas que con sus flujos y reflujos supieron engendrar una prolífica traza cultural de la que aún quedan retazos. A esta invasión de editoriales acompañaba el proceso de modernización del periodismo argentino que se presentó de manera elocuente en el universo de la gráfica, siguiendo las tendencias de los Estados Unidos y de las principales capitales del viejo continente.
Durante la década del 60, se registró el punto más alto en la curva de crecimiento de la industria editorial comercial, sumado a los cambios en las estrategias periodísticas con la aparición de revistas cada vez más competitivas y especializadas y, al mismo tiempo, se incorporaron nuevos productos como fue el lanzamiento de libros.
Ese panorama movilizaba la búsqueda de complicidades, o bien, de convencimientos del lector con una retórica directa y con una capacidad de articular el dictado modernizador con las aceleradas transformaciones de las ideas. De igual forma, asomaba un público ávido, dispuesto a acompañar el proceso de cambiarlo todo y en el menor tiempo posible ya no sólo con palabras sino con hechos. De este modo, materiales culturales de los más variados géneros y estilos retroalimentaron las innovaciones que se produjeron en el interior de la vida cotidiana, la familia nuclear, la pareja monogámica, la escuela y demás instituciones tradicionales y reguladoras de la norma, huella distintiva de la época. Por ejemplo, la expansión de la industria editorial provocó una mayor apertura y actualización de temáticas con nuevos perfiles y con la dimensión contracultural desde el prisma de las rebeliones. De ahí, la presentación de publicaciones de mujeres como también la incorporación masiva de periodistas femeninas en las redacciones de los diarios y revistas de información general. De alguna manera, este fenómeno inaugural rompía con los perfiles y esquemas anteriores a esta década. A esta altura del análisis no es necesario rehacer aquí las apuestas y los proyectos que pulularon y armaron base en el terreno de la lucha política y cultural no sólo en nuestra región sino en las principales urbes de Occidente.

Tomar la palabra

El 4 de agosto de 1972 apareció en las librerías de Buenos Aires Las mujeres dicen basta; a cargo de las feministas Mirta Henault y Regina Rosen. Fue el primer libro publicado por Ediciones Nueva Mujer, bajo la responsabilidad económica de Pedro Sirera, editor de la obra completa del historiador Milcíades Peña. Cuando él se suicidó, su oficina quedó vacía. Su viuda, Regina Rosen, decidió ocuparla y la invitó a Henault que la acompañase. Allí, juntas empezaron a leer la correspondencia que Peña recibía. Llegaban revistas, libros y publicaciones de todas partes del mundo y muchas de ellas reproducían textos de teóricas feministas. Históricamente, el trotskismo internacional, en especial, el estadounidense y el francés, dudaba que su ejercicio intelectual y de lucha fuera concebible si no se ampliaban las fronteras de sus debates. En ese contexto, se pensó la cuestión del compromiso revolucionario combinada con una articulación progresiva de temáticas, lecturas y referentes sea del movimiento feminista como del de las minorías sexuales. Razón por la cual, estas dos mujeres, ligadas también al trotskismo, descubrieron el Arca de Noé al alcance de sus manos. Tanto una como otra tenían afinados sus oídos para escuchar el llamado de sus pares feministas a intervenir en el combate.
Las mujeres dicen basta contiene tres capítulos: el primero “La Mujer y los Cambios Sociales. La Mujer como producto de la historia”, escrito por Mirta Henault; el segundo “El trabajo de la mujer nunca se termina”, de la canadiense Peggy Morton; por último, el tercero “La Mujer”, de la argentina-cubana Isabel Larguía.
Para Henault el libro empezó a rodar y sin más se desligaron de todo compromiso, es decir, no lo presentaron en las librerías ni tampoco lo hicieron circular por las redacciones de los medios gráficos para que fuese reseñado. En realidad, al ser entrevistada ella acota que “las únicas personas que lo difundieron fueron nuestras amigas que trabajaban en el diario La Opinión”. Así fue que frente a este canon feminista hubo una apuesta jugosa por parte de las escritoras que integraban el staff de ese elocuente medio gráfico (la escritora Tununa Mercado y la diseñadora Felisa Pintos), a diferencia del resto de los periódicos y de las revistas literarias que cerraron bien el pico. Sin embargo, la posibilidad de una revolución a la vuelta de la esquina bastó para el arrojo. Por lo que testimonia Henault, no resultó tan peliagudo editar: “Las razones que me llevaron a hacer ese libro, lo diseñé por impulso, de pura lanzada nomás. A mí siempre me gustó escribir. A Sirera, su impresor, no hubo necesidad de persuadirlo, fue Regina Peña, quien le acercó los trabajos y le propuso sacar el libro. Se lo entregamos así como lo habíamos organizado y aceptó gustoso. Así, fue que nosotras nos desentendimos y él se encargó de su distribución”. De esta manera, se publicó Las mujeres dicen basta de forma tan natural como la vida misma. Evidentemente, la ilusión de protagonizar acontecimientos con una alta probabilidad de ser consumados, otorgaba la ilusión de enfrentarse a una serie de oportunidades sin dar nada a cambio.
El diario La Opinión en su artículo “Tres ensayos de interpretación crítica sobre las luchas de la liberación femenina”, del 18 de enero de 1973, tomaba posición con el siguiente comentario: “Ella lleva a cabo una revisión de la realidad de las mujeres a través de los grandes movimientos sociales de la historia: la revolución industrial, la creación de las democracias populares de la Unión Soviética, China y Cuba. De su largo y prolijo análisis surge que, a pesar de los avances obtenidos en estos países, la liberación de las mujeres y el desarrollo total de sus potencialidades es aún una tarea a realizar las mismas. Las mujeres deben luchar por su propia liberación.”

El dúo de dos: Isabel Larguía- John Dumoulin

Entre tanto, Mirta y Regina proseguían con la idea del armado del libro, entonces se comunicaron por carta con Larguía, instalada en Cuba. Conocían a su prima Susana que junto con Victoria Ocampo y María Rosa Oliver habían fundado la “Unión de Mujeres Argentinas”, en 1936. Isabel, una rosarina de pura cepa, emigró en la década del 50 a Francia y luego, tras el triunfo de la revolución caribeña, se trasladó a ese país, de ron y revoltijos, para ponerse al servicio de la causa insurreccional. De inmediato, conoció a John Dumoulin, un norteamericano doctorado en Harvard, que también se radicó allí. Sin demasiadas vueltas, entre ellos venció el amor tanto como la revuelta en la isla. Con el tiempo, la pareja Larguía-Dumoulin, en 1969, publicó en Partisants una versión de su ensayo con el título “Contra el trabajo invisible”. A partir de ese momento aparecieron nuevos trabajos que les permitió más tarde ampliarlo y circuló con otro nombre Hacia una ciencia de la liberación de la mujer, editado en la revista Casa de las Américas. Con esta primera producción del feminismo marxista en América Latina, ambos acuñaron la noción de trabajo invisible. Tal concepto explicaba la invisibilidad de la actividad socioeconómica de las mujeres y su raíz en las labores domésticas como así también su reproducción en la fuerza de trabajo. Ellos sospechaban que esa idea novedosa y significativa que permitía explicar lo que aún era inexplicable, rodaría por el mundo apenas fuese conocida.
El texto de Larguía-Dumoulin por más que circuló con anterioridad, al ser publicado en Las mujeres dicen basta obtuvo una repercusión insospechada y quedó sellada una amistad a la distancia. En simultáneo, Mirta y Regina proseguían sus lecturas con la misma tenacidad que las hormiguitas obreras y de tanto revolver encontraron en la revista estadounidense Leviathan un artículo de Peggy Morton, “El trabajo de la mujer nunca se termina”. Les gustó y mucho, pero como la autora vivía en San Francisco, no hubo oportunidad de consultarle si aceptaba aparecer en un libro compilado por dos argentinas aún no conocidas más allá de las fronteras. Entonces, lo editaron en forma de extracto. Recuerda Henault que “fue Regina quien tradujo a Morton al castellano”. Mientras que en el artículo mencionado más arriba del diario La Opinión consideraba lo siguiente: “La autora estadounidense hace un análisis de la familia en el capitalismo avanzado y señala que es en ella donde, en realidad, se determinan los roles e imponen el autoritarismo patriarcal. El capitalismo genera una explotación de las mujeres como mano de obra asalariada y como ejército industrial de reserva para mantener los bajos salarios. Plantea la organización en sus lugares de trabajo y fuera de ellos”.
Al final de cuentas, Las mujeres dicen basta centró su estudio y discusión sobre cuestiones relacionadas con el mundo de las mujeres en la vida cotidiana y familiar como su inserción en la producción industrial. No cabe duda que ambas recopiladoras lograron articular, como si fuese una pareja indisoluble, la teoría feminista junto con el marxismo. Así, con tal fórmula transitaban en la dirección que las europeas y estadounidenses estaban presentando batalla. Es posible que representase el primer libro de esas características ideológicas no sólo en la Argentina sino también en América Latina, hasta iniciados los años ochenta. Lo cierto fue que apuntaban a un mismo público con un sesgo feminista, intelectual y profesional. No eran precisamente de fácil lectura como podrían resultar en el presente. En ese pasado la teoría feminista se hallaba en paños menores y su divulgación no traspasaba los grupos de lectura o de reflexión dentro de las colectivas feministas. Entre tanto, los textos que inauguraron nuestra senda alrededor de la temática de género, eran pocos y no todos recién salidos del horno. Hablamos de La mujer en la vida nacional de Fryda Schultz de Mantovani (Edición Nueva Visión, 1960); La Mujer en el mundo del trabajo de Elena Gil (Ediciones Libera, 1970). Luego de un tiempo apareció Para la liberación del Segundo Sexo, prologado por Otilia Vainstok (Ediciones de La Flor, noviembre de 1972).
Fueron las primeras obras en trasladar los colosales argumentos que asomaban en los feminismos centrales, por caso la disputa por el aborto legal llevado a cabo por el MLM en Estados Unidos e Inglaterra. En esa dirección, el advenimiento de estos textos, sobre temáticas de mujeres escritos y prologados por mujeres, se presumía sentar una posición relacionada a las polémicas medulares, a la par de las corrientes internacionales. Incluso, impulsó una fugaz intervención pública que, aunque efímera, a la larga se integró más al accionar político que al académico.
Se podría inferir que se pensaron como herramientas ideológicas para aquellas feministas que se proponían enfrentar políticamente a la opresión de las mujeres sin excepción, a la explotación económica, a las guerras y al colonialismo. Hubo notables coincidencias de sus mentoras por más que no se hayan propuesto acordar en un proyecto motivado bajo un mismo espacio y tiempo. Pese al empeño titánico que implicaba cimentar esa gesta inaugural, estas escribas trabajaron por separado. No sabemos si se conocían o si se reconocían entre sí como figuras quijotescas plantadas para un naciente activismo dentro del abanico ideológico de los años setenta en nuestro país. Hasta el momento no hay verdades reveladas. Lo real fue que los medios de comunicación de antaño, si bien difundían y propagaban la inventiva del movimiento feminista no operaban de la misma manera con la aparición de publicaciones locales tales como las que estamos analizando. Todavía no había nacido la crítica literaria como un género tan desarrollado como en la actualidad. Antes, la difusión se hacía de boca en boca, sin el apoyo de revistas y de suplementos especializados que orientaran certeramente a los lectores.
De todos modos, Las mujeres dicen basta no deja de ser una beneficiosa intención a partir del momento en que representó la primer tentativa teórica feminista desde estas lejanas tierras. Se constituyó en un punto de partida que más adelante sostendría el itinerario de la producción feminista a futuro. De ahí que es imprescindible considerar el proceso de modernización de la industria cultural en nuestro país para entretejer sucesos que se presentaban aislados pero que por sus perfiles ameritaban coincidencias. Además, para reflejar el escenario en el cual activaban y se movían nuestras paladinas con un espíritu de afinidad que sellaron a lo largo de su camino tanto político- intelectual como ensayístico.

Mabel Bellucci