domingo, octubre 31, 2021

El acuerdo con el Fondo, en el centro de la situación política


La Plaza de la Izquierda plantea otra perspectiva. 

 El multitudinario acto del Partido Obrero en la Plaza de Mayo (el mayor de la izquierda en décadas) en apoyo a las listas del FIT-U, este sábado 30, debe ser interpretado como uno de los datos de la situación política. Por un lado avizora que el avance de la izquierda en el terreno electoral se sostiene (y puede profundizarse). Por el otro una plaza repleta que nuclea a los actores principales de la lucha contra el ajuste fondomonetarista, establece un enorme condicionamiento a la política que impulsa el FMI, y con la cual gobierno y oposición buscan conciliar.
 Es que el problema del Fondo condiciona toda la situación política. En su discurso frente al G20, que sesionaba este fin de semana en Roma, en medio de un enorme despliegue de seguridad, Alberto Fernández fustigó contra el organismo por haber concedido el préstamo a Macri, y contra este último por haberlo contraído. Sin embargo, en el transcurso del propio encuentro, el presidente se reunía con la titular de la entidad financiera, Kristalina Georgieva, para asegurar su compromiso en el pago de esa hipoteca (también tuvo contactos con Joe Biden y Angela Merkel). Cuanto mucho, el gobierno aspira a una reducción de las sobretasas y plazos más amplios de cancelación.
 No debe sorprendernos. A fin de cuentas, el mandatario aclaró en Italia: “no vengo a renegar del capitalismo”. Cuestionó, eso sí, el capitalismo de la “especulación financiera”, pero lo cierto es que el stock de Leliq con las que se benefician los bancos ya asciende a cuatro billones de pesos, e implican el desembolso de un billón de pesos anuales en concepto de intereses. A la vez, se ofrecen títulos públicos atados a la inflación para satisfacer a los bonistas. 
 Un nuevo acuerdo con el Fondo estará atado a un mayor ajuste fiscal, que el gobierno ya viene aplicando; al compromiso de reformas antiobreras (algo que también está en marcha, como se ve en la extensión de la jornada laboral a los sábados en Toyota); y a una flexibilización del cepo que garantice la salida de capitales, lo que conduciría a una devaluación, como señala Santi Nuñez en el editorial publicado este jueves. Las brutales condiciones del FMI crean situaciones revulsivas. Para recordarlo, allí está Ecuador, donde un proyecto de reforma laboral precarizadora, presentado por el gobierno para cumplir con el Fondo, desató esta semana grandes movilizaciones populares y cortes de ruta. 
 Del mismo modo que el gobierno hace críticas al Fondo, mientras se apresta a pagarle, también dice defender a la comunidad mapuche, a la par que recoge los reclamos de represión de los grandes grupos económicos que se han apropiado de la Patagonia. A tal efecto, ha asegurado el envío de tropas federales al sur, y en el caso del Ministerio de Ambiente, aclaró que nunca se retiró de la querella contra cinco imputados en una causa por la toma de un predio de Parques Nacionales. 
 La infame campaña política y mediática contra la comunidad mapuche, llena de anatemas propios de la época de la dictadura (terroristas, sediciosos, etc.), acusa a los pueblos originarios de no reconocer a la nación argentina, pero defiende a los grandes grupos extranjeros (Lewis, Benetton) que se han quedado con ingentes cantidades de tierra. El trasfondo de esta ofensiva es, precisamente, garantizar la colonización capitalista de los recursos naturales de la región. Al otro lado de la Cordillera, el gobierno de Sebastián Piñera ha militarizado la Araucanía, por análogos motivos. 
 Otro aspecto resonante de la semana fue la frustrada declaración indagatoria de Mauricio Macri en Dolores. A último momento, la audiencia se suspendió porque el juez Martín Bava no contaba con la eximición del secreto de inteligencia para el exmandatario. Macri aprovechó esta omisión procedimental para escabullirse por tercera vez de brindar explicaciones por el espionaje contra los familiares de las víctimas del ARA San Juan, pieza de un operativo mucho más vasto de inteligencia contra la oposición y sectores en lucha. Para eludir su procesamiento, Macri viene apelando a todo tipo de maniobras, como faltar a las citaciones y tratar de recusar al magistrado. No es novedad: en la causa del Correo Argentino, busca la intervención del Tribunal Superior de Justicia (TSJ) de la Ciudad de Buenos Aires, afín a Juntos por el Cambio. A otra causa por espionaje, logró direccionarla a los desprestigiados tribunales de Comodoro Py. Los “republicanos” que lideran Juntos por el Cambio supieron armar en su momento una “mesa judicial” en que operaban en forma conjunta ministros, lobistas y magistrados. La impunidad del poder.
 El operativo de espionaje del macrismo, llevado a cabo por agentes de la AFI que reportaban al tándem Arribas-Majdalani, plantea la necesidad de disolver los servicios de inteligencia, que llevan a cabo un accionar conspirativo contra la propia población. Vale recordar aquí también el Proyecto X de la época kirchnerista. 
 Para finalizar, en una semana con varios conflictos obreros (paro de Ademys y Cicop, manifestación de trabajadores de Latam, entre otras), la combativa Lista Negra del sindicato del neumático (Sutna) revalidó su lugar en la conducción con más del 70% de los votos, venciendo a la burocrática lista Violeta (la vieja dirección kirchnerista). El triunfo incluyó la recuperación de la seccional Llavallol (Bridgestone). Como ha señalado Juan Pablo Rodríguez en un balance de la elección, “expresa en forma contundente las potencialidades de los trabajadores cuando se organizan en forma independiente de la burocracia, las patronales y sus gobiernos”. 
 Viva el Sutna clasista y la lucha de la clase obrera. 
 Buena semana. 

 Gustavo Montenegro

A diez años de la primera condena por ESMA


Alfredo Astiz fue uno de los genocidas condenados, junto a Tigre Acosta, Alfredo Donda y otros

 Sobrevivientes, familiares y abogados recuerdan la histórica sentencia 

 Habían pasado meses y años de cautiverio y décadas de impunidad en tierra propia, mechada con algunos destellos de justicia en tierra ajena. Cuando por fin la reapertura del proceso que significó la nulidad de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final sucedió, pasó más tiempo: el lento avance del expediente, los palos en la rueda de y en las instancias apelativas, la llegada del juicio oral y público a cuentagotas. Aquella tarde del 26 de octubre de 2011, el momento por el que sobrevivientes y familiares de víctimas habían estado luchando desde el inicio de aquel camino, se demoró tres horas más, pero al final llegó: los crímenes de la patota de la Escuela de Mecánica de la Armada durante la última dictadura cívico militar eran reconocidos por la Justicia argentina y un puñado de represores marinos y prefectos eran los primeros en ser señalados como culpables. Y ya pasó una década. 
 “Fue increíble”, definió Ana Testa, a diez años del día en el que el Tribunal Oral federal número 5 de la Ciudad de Buenos Aires condenó a 16 marinos, militares, policías y prefectos retirados por crímenes de lesa humanidad cometidos en la Esma. Testa eligió “la calle” para transitarlo, la avenida Comodoro Py, que para aquella tarde se había convertido en escenario ampliado de la sala de audiencias de los tribunales donde Alfredo Astiz, Jorge “Tigre” Acosta, Ricardo Cavallo y otros genocidas escucharon su destino.
Había un escenario, pantalla gigante y parlantes; había “corralito” para sobrevivientes y familiares; referentes de organismos de derechos humanos, y el resto del asfalto para la militancia, la gente. “Tenía la versión de que adentro te sacaban si aplaudías o gritabas y yo quería gritar, sacarme todo, cada vez que dijeran 'perpetua'. No podía con la contención que exigían adentro”, recordó Testa, que fue llevada a la Esma tras ser secuestrada en noviembre de 1979, y “liberada” en marzo de 1980. 
 El edificio Libertad, sede de la Armada Argentina, miraba de frente todo el espectáculo. Graciela Daleo, cautiva en la Esma desde octubre del 77 a abril del 79, querellante y presente en casi todas las audiencias del debate que duró 22 meses, también prefirió estar afuera la tarde en que la justicia fue tan real que la estremeció. Así como darle la espalda a ese “edificio donde mucho de aquello se pergeñó y sirvió de guarida para muchos de los que aquel día terminaron condenados”, mientras se abrazaba, lloraba y gritaba con compañeros y compañeras. 

 Proceso colectivo 

Daleo insistió en remarcar que la sentencia como todo el camino que significó llegar a ella fue “una construcción colectiva”. Y compartió con Página/12 algunas líneas de la carta que le dedicó a sus compañeros y compañeras de querella --colectivo Kaos-- y los de las otras querellas --Justicia Ya, Centro de estudios Legales y Sociales, Justicia Ya, la de familiares de los 12 de la Santa Cruz, entre otras-- “al calor” de aquel momento bisagra. “Este acontecimiento en el largo camino compartido para que ‘juicio y castigo’, consigna histórica y justa, se haga real. Puede ser, está siendo, porque esta lucha que sostienen miles, los tiene a ustedes como actores concretos”, y “tiene a nuestros compañeros desaparecidos como motores permanentes de cada entrada a Comodoro Py”, les dedica en ese texto urgente. 
 A diez años, propuso, además, pensar aquel veredicto “fundacional” para muchos en el marco de la “geografía de juicios y procesos de justicia” sobre los crímenes de la última dictadura que se estaba llevando a cabo en todo el país. "Esma no fue una isla”, remarcó. 

 El juicio que se pudo

 Daleo recordó que aquel que comenzó en diciembre de 2019, con 18 imputados y 86 “casos” --secuestros, torturas, desapariciones y asesinatos-- “no era el juicio que nosotros considerábamos que había que hacer, pero fue el que habíamos logrado conseguir y sobre esto debimos afirmarnos y seguimos adelante”. “Esa insistencia y convicción de afirmarse en lo logrado para seguir avanzando, nunca aceptar un techo, es parte de lo aprendido” en el proceso de memoria, verdad y sobre todo justicia argentino, sostuvo. 
 “Esa sentencia fue una victoria”, dijo, a pesar del juicio y todos los “obstáculos”, los “ataques de las defensas y defendidos”. Para el sobreviviente Carlos Lordkipanidse, querellante representado por el colectivo de Justicia Ya, las 12 perpetuas y las condenas de entre 25 y 18 años de prisión para otros cuatro represores --dos fueron absueltos-- fue “ejemplar para aquel momento”, ya que “la Justicia dejaba de tener esa pretensión ridícula de sentar a los represores uno por uno en la causa más emblemática y con más prueba que hay sobre el terrorismo de Estado y empezaba tomar dimensión más real de lo que había sido la Esma”. 
 El juicio duró dos años y llegó luego de un primer debate que se llevó a cabo contra un solo acusado, Héctor Febrés, por cuatro casos de secuestro y torturas en la Esma. Cuatro días antes de conocerse el veredicto, Febrés fue hallado muerto en su celda de la base de Prefectura Naval en Tigre. “Arrancamos asustados”, reconoció el “Sueco”, que, como Daleo, como Testa y muchos otros compañeros --entre ellos, dos muy queridos suyos e imprescindibles en el camino de resistencia y justicia, Víctor Basterra y “Cachito” Fuckman-- comenzó a denunciar los delitos del grupo de tareas 3.3.2 en 1987, en el marco de la causa n° 761, que se abrió post Juicio a las Juntas. El expediente quedó interrumpido por las leyes de la impunidad y retomado cuando fueron anuladas, décadas después.
 El fiscal Pablo Ouviña, que compartió la representación del Ministerio Público Fiscal con Mirna Goransky en el debate, remarcó como un “desafío” el “mantener fuera del análisis de la prueba” el efecto que les generó “los tipos de dolor escuchados durante el debate, tan intenso, tan fuerte”. Definió la sentencia de la que se cumple una década como “una respuesta posible, aunque no completa” para los crímenes en los que la Justicia pudo traducir aquellos dolores. “Y esa respuesta fue un principio de reconstrucción de lo que fue la Esma. Por la cantidad y variedad de casos y por las responsabilidades de quienes participaron”, sostuvo. 

 El legado 

La sentencia por Esma II, que se conoció meses después del veredicto, “abrió un panorama importante”, analizó Lordkipanidse. Por un lado, “significó un quiebre” en la estrategia abroquelada de los represores. “De repente, todos estos tipos sentados en el banquillo no se bancaron más el mandato de tener que comerse la condena ellos solos, se sintieron abandonados por sus jefes, y empezaron a hablar”, recordó. Inmediatamente después de la sentencia, comenzaron la delaciones y les sobrevivientes pudieron “identificar a represores que conocíamos de apodo nomás, como el “Gordo Tomás”, supimos que era Cionchi (Rodolfo, condenado a perpetua en el juicio que vino inmediatamente después) cuando Capdevilla lo mandó al frente”. 
 Fue además el primer paso efectivo dentro de lo que fue la megacuasa Esma de investigar y juzgar a los responsables por delitos sexuales cometidos durante el terrorismo de Estado. Ese paso tuvo su primer resultado concreto este año, una década después, en las condenas a Acosta y a Alberto “Gato” González por esos delitos cometidos contra tres sobrevivientes del casino de oficiales marinos. “Los temas de violencia sexual fueron inciciados a partir de que les sobrevivientes tomaran nota de que este proceso no tenía cierre, que iba a continuar, que estaba asegurado”, remarcó Rodolfo Yanzón, abogado querellante. Para él también aquella sentencia fue “ejemplar” e “histórica”. 
 “Cuando empezaron a tomar nota de que los jueces estaban ahí, que los escuchaban, que era irreversible, ahí empezaron a hablar más”, remarcó el abogado.
 Testa coincidió: “Había cierta desconfianza de lo que pasaría con todo el debate y nosotros. Había temor, algunos aseguraban que esto no duraría nada, que volvería alguna ley como las de Menem, y que entonces los represores nos volverían a buscar”, recordó. 
 Nada de esto ocurrió y muchos sobrevivientes que no se habían animado a declarar lo empezaron a hacer después de esta sentencia. El juicio que siguió, identificado como “Esma Unificada”, se extendió entre los noviembres de 2012 y 2017, contó con más de 800 testigos y juzgó y condenó a casi 70 represores por crímenes cometidos contra 789 víctimas. 

 Hacedores de la memoria 

El Espacio Memoria y Derechos Humanos (exESMA) entregará el reconocimiento "Hacedores de la memoria 2021" a las y los sobrevivientes de ese centro clandestino de detención y tortura, también maternidad clandestina, que funcionó en el barrio porteño de Núñez durante la última dictadura. Ellos "forjaron la resistencia a la impunidad y enfrentan a diario a los negacionismos", destacan. El encuentro se realizará el sábado próximo a las 18.30 en la Plaza Declaración de los Derechos Humanos, del espacio ubicado en Avenida Del Libertador 8151. 

 Ailín Bullentini 
26 de octubre de 2021

La dictadura, su proyecto económico, las consecuencuas y el desafío de pensar una nueva construcción social


Entrevisa a Lucio Geller, el autor del libro La ofensiva de 1976

 Un intercambio con dos investigadores jóvenes lograron que el veterano economista Lucio Geller “desempolvara” una serie de análisis sobre el plan económico político de la última dictadura cívico militar que escribió en esos años durante el exilio mexicano y que ayudan a echar luz a las razones del plan sistemático de represión, tortura y exterminio “necesario” para cambiar la correlación de fuerzas en el país. “La ofensiva de 1976. Seis lecturas de economía política” culmina con una propuesta: “Pensar una nueva construcción social”. 
 Geller había recalado en el DF en 1977. Venía de Buenos Aires, donde había estado trabajando en la Universidad Di Tella y de donde la intervención de la última dictadura cívico militar lo había echado por sus “antecedentes chilenos”. Es que el economista, militante e incluso candidato del Partido Socialista en Santa Fe había estado en Chile a fines de los 60. Allí integró la gestión de Salvador Allende y debió exiliarse cuando el golpe de Augusto Pinochet. Pasó tres años en Buenos Aires, se exilió en México y desde allí regresó a Chile donde permaneció más de una década antes de volver a su Santa Fe natal. Su última participación en un proyecto colectivo fue en el armado de Hermes Binner, pero continúa, hasta hoy, viviendo en Rosario. .
 En el prólogo de los seis capítulos, Geller cuenta cómo llegaron esos textos suyos a convertirse en un libro que vio la luz en la segunda mitad de 2021. Rememora que los escritos, que nacieron durante su exilio en México, “estaban juntando polvo”, cuando lo contactaron “dos jóvenes investigadores" interesados en sus antecedentes y formación con quienes tuvo “un intercambio frecuente de comunicaciones”: Matías Feito, investigador del Centro de Investigaciones en Ciencias Sociales (CICSO), y Juan Pablo Gauna, compañero del partido socialista, autor de una tesis para el doctorado en ciencias sociales sobre la revista Controversia, editada en México y de la que Geller formó parte. 
 En México, se ocupó de conseguir medios de sustento --trabajó como docente e investigador en el Colegio de México, Comisión Económica para América Latina (CEPAL), Centro de Investigaciones y Docencia Económicas (CIDE)-- y se sumó inmediatamente a la Casa Argentina de la Solidaridad, una “colonia de exilados argentinos y latinoamericanos” de todas las dictaduras que golpeaban al unísono la región. Para ellos, produjo una serie de análisis sobre el plan económico político de la dictadura argentina que son los que rescató para La ofensiva de 1976, que editó Cicso y la editorial Monadanómada y se descarga gratis en la web de la editorial. 
 De manera individual y cada uno con objetivos diferentes, ambos investigadores llevaron a Geller a revisar aquellas producciones. Los intercambios operaron “como estímulo”. “El único valor agregado ha sido mi tiempo dedicado a pulir algunos párrafos, u ordenarlos, para una lectura menos trabada o más amable, según el caso”, dice al cierre del prólogo.
 “Me propuse el seguimiento de la política económica de la dictadura argentina como actividad militante, con las limitadas fuentes de información en tiempos sin Google”, advierte en el prólogo de la producción. Produjo los artículos entre septiembre de 1979 y junio de 198O, a medida que se sucedían los acontecimientos. “Fue un compromiso de información con la colonia argentina en el exilio y la respuesta a un pudor personal de tener la oportunidad de reflexionar, escribir y encontrar espacios de publicación sobre la dictadura, negada a los trabajadores intelectuales en nuestro país. En esos sentidos, por el compromiso y el pudor, viví sin tristeza el exilio, tampoco como un privilegio sino como un deber-hacer hasta que la taba se diera vuelta”, asegura. 
 La ofensiva de 1976 está compuesta de seis “lecturas”, como define el propio autor a cada trabajo de recopilación y análisis que ofrece en el libro de manera cronológica y tal cual ha sido producido originalmente entre septiembre de 1979 y junio de 1981--. Los seis capítulos repasan el auge y desinfle de la construcción de la oligarquía financiera vernácula como epicentro del poder local y “actor social de la dupla cívico-militar responsable del golpe”. Ese grupo era “un entramado de intereses agropecuarios, industriales y financieros” cuya presa era el Estado "desde donde instrumentar su política neoliberal, fraseada como el propósito de resolver la productividad sistémica en el país”. 
 Allí, despliega los objetivos del plan económico político de la dictadura y la redefinición del papel del Estado que se propuso instalar; los enfrentamientos financieros que se dieron en el país, las redefiniciones tácticas que se dio la oligarquía financiera, las iniciativas que impulsó el sector externo a ese grupo y, finalmente, la pérdida de su hegemonía y un análisis sobre cómo quedó la relación de fuerzas. 
 “Una cartografía del ejercicio del poder por una oligarquía financiera sobre fracciones burguesas subordinadas y sectores subalternos. En mi texto, el mapa es el período 1976-81. El objetivo fue analizar las cuatro etapas coyunturales que señalaron el auge y declinación del gobierno cívico-militar, personificado en la dupla Martínez de Hoz-Videla”, explicó Geller en diálogo con este diario. 
 Para el economista, el plan de la Primera Junta Militar era “mesiánico”: “A diferencia de los golpes de estado de 1955 y 1966, se trató esa vez de un intento por resolver la antinomia entre sectores industrialistas y agropecuarios que afectaba la dinámica del modo de acumulación en Argentina y, al mismo tiempo, cortar de raíz la alianza entre pequeña-mediana burguesía y el sindicalismo que había precedido al caos económico y social luego del fallecimiento de Juan Domingo Perón” para lo cual “requería de coacción extraeconómica para anular o vencer a las oposiciones de las fuerzas sociales afectadas”. Se valió, entonces, del “terrorismo de estado en grado superlativo”, explicó. Sin embargo, consideró, “la represión militar no venció las resistencias sociales. Estas resistencias provocaron disensiones al interior de las fuerzas armadas (Viola-Galtieri-Bignone). Ya en 1981 la oligarquía financiera empezó a resquebrajarse y en 1982 estallaba en pedazos la conducción de Martínez de Hoz”, argumentó Geller en uno de los intercambios por correo electrónico que mantuvo con este medio. 
 La ofensiva de 1976 culmina con un epílogo que Geller le sumó este año y en el que destacó algunos puntos sobresalientes de lo que dejó el plan económico político de la última dictadura y una posible propuesta sobre “cómo salir”. Entre esos ángulos, por supuesto figura la “herencia pesada que ha dejado la dictadura” y “el salto en el volumen de la deuda externa”. Pero no es lo único: la imposibilidad que existe en el sector industrial de generar una revolución productiva --”hablar hoy día de productividad en el país es despertar reacciones adversas porque ese concepto aparece reñido con el empleo y las condiciones de trabajo y anticipa arduos conflictos sociales”, dice-- y la situación en la que ha quedado la clase trabajadora, que “ha permanecido ajena a todo propósito serio y sostenido de construir una alianza con sectores sociales afines”. El desafío, propone Geller, es “pensar en una nueva construcción social”. 

 Ailín Bullentini

"ESMA. La investigación judicial", el libro que recorre el camino del horror a la justicia


Se presentó la obra del juez Sergio Torres y la abogada Cecilia Brizzio 

 A escasos días de que se cumpla una década de la sentencia histórica en la que jefes y serviles del temible grupo de tareas 3.3.2, brazo operativo de la ESMA en el terrorismo de Estado fueron condenados por primera vez por crímenes de lesa humanidad, el ex juez federal Sergio Torres definió a la investigación judicial que encabezó, y que posibilitó aquel y el resto de los juicios orales y públicos sobre los hechos de ese centro clandestino de detención, como “una obra colectiva, que nos pertenece, nos da sentido, forma parte de nuestra identidad y de lo que somos”. Lo hizo en la tarde del jueves durante la presentación de ESMA. La investigación judicial (Eudeba), el libro en el que él, actual miembro de la Suprema Corte de Justicia bonaerense, y la abogada Cecilia Brizzio relataron el camino recorrido en ese expediente.
 ESMA. La investigación judicial se presentó, no podría ser de otro modo, en el escenario de los hechos que Torres investigó durante casi todo este siglo --un expediente que continúa--, hoy intervenido como museo y sitio de memoria. Específicamente, el encuentro sucedió en el Salón Dorado del Casino de Oficiales convertido en principal centro clandestino de detención, tortura y maternidad clandestina; allí donde antes funcionó el salón de ceremonias, hoy se despliegan en una imponente instalación audiovisual los nombres y las fotos de los marinos y policías condenados por los crímenes de la ESMA, los delitos cometidos, las víctimas que los sufrieron. 
 El secretario de Derechos Humanos de la Nación, Horacio Pietragalla Corti, dijo sentirse “orgulloso” de esas condenas. “Quienes mantenemos contacto con familiares y víctimas de terrorismo de Estado en la patria grande sabemos la envidia sana que despierta el proceso argentino en la región”, sostuvo como introducción a la intervención que hizo durante la presentación del libro de Torres y Brizzio, y que compartió con el director de Asuntos Culturales de la Cancillería, Martín Granovsky; el director del Centro Ana Frank en Argentina, Héctor Shalom, y la directora del Museo Sitio de Memoria ESMA, Alejandra Naftal, quien ofició de moderadora y definió a la obra como “el guión de lo que contamos” en el Museo. Al cierre, Naftal anunciaría que la obra integrará el dossier de la candidatura del sitio para ser considerado Patrimonio Mundial de Unesco. 
 Para Pietragalla Corti, ESMA. La investigación judicial es “de las cosas necesarias” ya que por un lado, “la causa disparó nuevas visiones (sobre el terrorismo de Estado), abrió la posibilidad de empezar a investigar nuevos delitos, como los delitos sexuales” y, por otro, “cuenta con lujo y detalle el proceso que vivió nuestra democracia para llegar a esa condena”. El libro, concluyó, “es reparador”.
 Prologado por la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto; el premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel; el comisionado especial de las Naciones Unidas contra la tortura Theo Van Boven; el ex secretario de Derechos Humanos bonaerense Santiago Cantón y el abogado Juan Méndez, el libro cuenta con una intriducción con definiciones sobre violaciones a los derechos humanos y crímenes de lesa humanidad, y luego una descripción pormenorizada de lo que se trabajó en el expediente: hechos investigados, distintas líneas que se fueron abordando y los obstáculos hallados en el camino. Un capítulo especial tienen los delitos sexuales que tuvieron lugar en el centro clandestino y les sobrevivientes que testimoniaron a lo largo de la causa. 
 “Argentina eligió el camino de la justicia para hacer frente a los atrocidades ocurridas en la última dictadura militar”, destacó el juez de la corte bonaerense, último en hablar en la presentación, tras los agradecimientos de Brizzio y los elogios de Granovsky y Shalom, a quienes Torres acercó el borrador de la publicación para que sumaran sugerencias y comentarios. Torres destacó que “el proceso judicial que describe este libro, como todas las otras investigaciones judiciales, son obras colectivas, nos pertenecen, nos dan sentido, forman parte de nuestra identidad, de lo que somos”. “Estos juicios ocurrieron y solo pueden ocurrir con el trabajo mancomunado de la sociedad civil, en especial los organismos de derechos humanos, junto a los tres poderes del Estado”. 
 Por último, el juez agradeció a esos espacios --con un saludo especial a Estela de Carlotto, quien estaba invitada a la mesa y tuvo un imprevisto--, a los secretarios del Juzgado Federal 12, que dirigió hasta 2019, el fiscal, las defensas y “a las querellas, motor incansable y protagonistas excluyentes de esta investigación y de otras”. 

 Ailín Bullentini

Un centro clandestino fantasma


Pedido de allanamiento a una unidad satelital de ESMA que nunca fue identificada 

 Es una gran quinta en Don Torcuato que sigue sorprendentemente igual a como era en los años del terror. Carlos Lordkipanidse la mencionó esta semana en el cuarto juicio por los crímenes de la Armada y pidió que se la estudie. 
 Los primeros en mencionarlo fueron los sacerdotes jesuitas Orlando Yorio y Francisco Jalics, en el testimonio que ofrecieron ante la Conadep. Muchos años después, un ex conscripto declaró que había pasado allí secuestrado algunos días. Esta semana fue Carlos Lordkipanidse, sobreviviente de la Escuela de Mecánica de la Armada, quien mencionó a una casa quinta ubicada en Don Torcuato que durante la última dictadura cívico militar funcionó como centro clandestino satélite de la patota de la Marina. En el marco del cuarto juicio que analiza los crímenes de lesa humanidad que tuvieron lugar en la Esma, el “Sueco” aportó fotografías y solicitó al Tribunal Oral Federal número 5 que realice un reconocimiento a ese lugar en donde junto a otros dos compañeros de cautiverio fue trasladado temporariamente en 1979. Los jueces Adriana Paliotti, Daniel Obligado y Gabriela López Iñiguez aceptaron las pruebas y deben determinar en el transcurso de los próximos días si trasladan el pedido de allanamiento e inspección al juez a cargo de la instrucción de la megacausa, Sergio Torres. 
 “Cuando lo ví lo reconocí perfectamente”, confirmó a este diario Carlos Lordkipanidse sobre esa casona rodeada de pilares de cemento y “cadenas con anclas” a la que una patota de la Esma lo trasladó junto a otros dos detenidos y lo mantuvo durante un día entre mayo y junio de 1979. El “Sueco” regresó en agosto pasado al lugar. Lo hizo a través de unas fotos obtenidas tras una visita que Aníbal Prado Marín, un ex conscripto y sobreviviente de la Esma que estuvo secuestrado unos días en esa casa quinta, realizó junto a integrantes de la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos (AEDD), a quienes contactó para hacer lo que la Justicia todavía no hizo: ir adonde él está seguro que estuvo secuestrado. “El año pasado vino y nos dijo: si me acompañan, yo puedo llegar a la casa con los ojos cerrados”, reconstruyó aquel momento Lordkipanidse. 
 Miembros de la AEDD lo llevaron en un auto. “A pesar de que las calles están cambiadas de orientación en relación a aquella época, de acuerdo a su relato llegaron los compañeros a este lugar que en términos generales está igual”, apuntó el sobreviviente, que se sorprendió, al observar las fotos que resultaron de aquella expedición, de que el predio “aún conserve las cadenas y las anclas” que adornan los pilares que lo rodean. Lordkipanidse lo describió al “nuevo” centro clandestino como un “gran terreno” ubicado en una esquina, con doble entrada –una por cada calle–, rodeado por columnas y paredes de ladrillos “a la altura de la cintura” –sobre éstas cuelgan las cadenas y las anclas–, en donde hay una “casona de techo a dos aguas de tejas, una pileta y otra construcción que podía ser un quincho o un garage”.
 Todo aquello contó el “Sueco” ante los jueces que integran el TOF número 5 el lunes pasado, cuando brindó testimonio en el marco del cuarto juicio que se lleva a cabo por los crímenes de lesa humanidad que sucedieron durante la última dictadura en la Esma. “es necesario que la Justicia realice una inspección, un allanamiento, que se reconozca a este lugar como un centro clandestino más de la Armada, así como lo fue El Silencio”, apuntó en relación a la quinta ubicada en el Delta de Tigre adónde los genocidas de la Esma trasladaron a las víctimas que mantenían encerradas en aquel centro clandestino durante la visita de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
 Lordkipanidse, que estuvo encerrado en la Esma entre 1978 y 1979, relató que una mañana “entre mayo y junio de 1979, una patota comandada por (Adolfo) Donda” juntó a un grupo de secuestrados de la Esma y los llevó a esa quinta en Don Torcuato. “Donda nos dijo que como teníamos hongos nos llevaban para ponernos un rato al sol, lo cual era cierto. Por el encierro, la capucha, estar tirados en el piso, estábamos llenos de hongos, pero creemos que había otra razón, creemos que estaban practicando para la visita de la CIDH”, contó. Recordó que con él estaban las víctimas Daniel Oviedo y Carlos Muñoz, entre otros, pero que la “ESMA entonces estaba llena: Capucha y Capuchita –los espacios destinados a recluir a las víctimas de la represión ilegal– estaban repletas”. Recordó, también, que los dejaron en “el parque de la quinta”, que no ingresaron a la casa, y que los regresaron a la Esma a la noche de ese mismo día. Además de Donda, en el auto en el que los trasladaron viajaban Enrique Peyón y Carlos Mario Castellví, como integrantes de la patota. Castellví figura entre los acusados en el debate oral. Su sobrenombre de torturador era “Lucas”; era un oficial de la Armada que participó de operativos e integró el área de Inteligencia del grupo de tareas de la ESMA.
 El relato de Lordkipanidse en relación a la quinta de Don Torcuato fue “coincidente”, recalcó en diálogo con este diario, “con lo que ya la Justicia tenía en sus expedientes” en base a relatos previos. Marín lo había contado durante su testimonio en el juicio oral del tercer tramo de la megacausa que allí fue trasladado y que lo mantuvieron encerrado durante al menos dos días en julio de 1976, y también lo había dicho ante Torres. Pero los primeros en alertar sobre la existencia de este centro clandestino auxiliar de la Esma fueron los sacerdotes Yorio y Jalics, secuestrados y liberados durante 1976. Lo hicieron ante la Conadep y su testimonio pasó a integrar la causa 13 devenida, luego, Juicio a las Juntas –“ahí figura con dirección y todo”, apuntó Lordkipanidse–. Hasta el momento, no se ha avanzado en allanamientos, inspecciones oculares ni reconocimientos. 

 Ailín Bullentini 
28 de octubre de 2018

La COP26, una vía muerta para mitigar el calentamiento global


La conferencia de la ONU en Glasgow augura un nuevo fracaso, en medio de la crisis capitalista y la guerra comercial.

 La COP26, la conferencia oficial anual de la ONU sobre cambio climático que en esta ocasión se realizará en Glasgow, intenta ser presentada como la instancia bisagra para revertir el ritmo del calentamiento global y poner en marcha ambiciosos planes de transición energética y productiva para la reducción de la emisión de los gases que generan el efecto invernadero. ¿Qué hay de cierto? 
 Joe Biden reintegró a Estados Unidos al Acuerdo de París e hizo de la «acción climática» un lema de gestión, doblando los objetivos en cuanto a bajar las emisiones de carbono. Los gobiernos de la Unión Europea, empezando por la alemana Angela Merkel y el francés Emmanuel Macron también han dado centralidad al tema e incrementado sus objetivos. Hasta el gobierno chino de Xi Jinping se habría propuesto alcanzar la neutralidad (no emitir más gases que la capacidad de absorción) para 2060. Sin embargo la realidad no es alentadora, cuando la crisis capitalista mundial ha desairado los faraónicos planes de estímulo que inyectaron los gobiernos y bancos centrales de las principales potencias, y atravesamos desde una crisis energética a un desabastecimiento de semiconductores. Por lo demás, como sufrimos en Argentina, el saqueo de las naciones oprimidas por el capital financiero y las multinacionales imperialistas refuta cualquier morigeración de la depredación ambiental. 

 La senda del fracaso

 Estas conferencias se llevan a cabo desde 1995 y han parido distintos proyectos de renombre como el Protocolo de Kyoto en 1997 y el vigente Acuerdo de París en 2015, con metas y mecanismos para mitigar el cambio climático. Sin embargo, desde aquella pionera Cumbre de la Tierra celebrada en Río de Janeiro en 1992 el consumo primario de energía en el mundo creció un 60% y los combustibles fósiles (gas, petróleo y carbón) siguen representando un 80% del total, según el sitio Our World in Data. Así, las emisiones de carbono siguieron acelerándose, incluso desde que se firmó el último tratado en la capital francesa. De hecho, conforme un reciente relevamiento de Climate Accion Tracker, Gambia es el único país que estaría cumpliendo con los parámetros fijados en 2015, con una incidencia desde ya muy menor. También se sigue incrementando la liberación de otros gases con efecto invernadero, como el metano (ochenta veces más potente que el carbono, aunque permanece menos tiempo en la atmósfera) que produce la ganadería, la industria del gas natural e incluso los basureros a cielo abierto; el óxido nitroso, que principalmente emana de la producción agrícola; y deshechos industriales como gases que contienen cloro.
 También persevera la deforestación y el cambio de uso de suelo, que impacta de lleno en la capacidad del planeta de reabsorber esas emisiones, cuyos casos testigo son el avance de actividades madereras, mineras y ganaderas sobre el Amazonas, o la conversión de selvas vírgenes y bosques de turba en plantaciones de aceite de palma en Indonesia. 
 ¿Qué cambiaría entonces esta vez? Como ya hemos sostenido en el pasado, el hecho de que nadie pueda realizar un balance del fracaso del Acuerdo de París y que se lo postule como el camino a seguir -aunque con metas algo más ambiciosas en algunos casos- refleja que no estamos ante giros sustanciales.
 Biden presentó un proyecto al parlamento norteamericano pomposamente definido como el «esfuerzo más grande de la historia para combatir el cambio climático», que prevé destinar una sumatoria de 555.000 millones de dólares entre subsidios, inversiones y créditos fiscales para impulsar las energías limpias y promover la utilización de vehículos eléctricos. Pero no contempla finalmente ni la fijación de un impuesto o precio al carbono, ni grava como en el plan original las emisiones de metano de la industria del petróleo y el gas. Incluso, por el lobby empresario dentro del propio Partido Demócrata, fue eliminado un plan que contemplaba un sistema de multas para que las empresas de servicios públicos abandonen la utilización de combustibles fósiles, el cual explicaba según estudios un tercio de todo el objetivo de reducción de emisiones (The Guardian, 20/10). 
 De igual manera, a pesar de los reiterados anuncios de la Unión Europea, el empantanamiento de la transición en el viejo continente plantea problemas esclarecedores. La suba exorbitante de los precios del gas ha vuelto a poner sobre la mesa el debate sobre si considerarlo o no una fuente sustentable energía, lo cual es definitorio a la hora del financiamiento del bloque a los grandes proyectos de infraestructura como gasoductos y terminales de gas natural licuado, cuando numerosos informes estiman que estos podrían dejar más de 100.000 millones de dólares en activos varados si se llevan adelante pero quedan obsoletos en el corto plazo por el abandono en pos de nuevas fuentes renovables. 
 Durante todo el año la Comisión Europea ha quedado entrampada en choques entre los Estados sobre si incluir o no dentro de los apoyos financieros a los proyectos de gas y energía nuclear, con enfrentamientos cruzados que en el primer caso tiene como principales impulsores a aquellos que aún explotan carbón como Alemania y Polonia, y Francia como defensora acérrima de las centrales nucleares, chocando con otros países que se oponen a contemplar ambos como energía limpias (EconoJournal, 21/10). 
 La disputa vino a recalentar los conflictos, sin resolución hasta el momento, que suscita el planteo de fijar aranceles externos al carbono para evitar que las compañías más contaminantes se retiren del suelo europeo solo para producir en lugares con normas más laxas y después exportar al bloque. La cuestión es indicativa de los motivos que mantienen al Acuerdo de París en el limbo, ya que uno de los puntos fundamentales era la creación de un Mercado de Carbono que fijara cuotas intercambiables (entre empresas y países) de emisiones y absorciones, que nunca entró en vigencia por falta de acuerdos en cuanto al precio a fijar y la medición del aporte en la absorción de gases. 

 ¿Acuerdos o guerras? 

Que la regulación internacional de un mercado de CO2 haya devenido en una disputa arancelaria es una demostración de la esencia del capitalismo contemporáneo, ya que del acuerdo de pautas productivas se pasó a una puja proteccionista conforme a la realidad de un mercado mundial que es escenario de una guerra comercial entre grandes potencias. 
 Ese fue el telón de fondo del fiasco de la cumbre de ministros de Ambiente del G20 a mediados de año en Venecia, donde se frustró el intento de establecer un cronograma de eliminación de subsidios a las empresas de combustibles fósiles. Esto luego de que los Estados que lo componen destinaran a ello más de 3,3 billones de dólares entre 2015 y 2019, según la agencia Bloomberg, y cuando este año en un cuadro de suba de precios sumarán casi 600.000 millones conforme una estimación del FMI (el cual sostiene que si se computaran los pasivos ambientales y los costos sociales el monto es diez veces mayor). Es un tema conflictivo porque implicaría súbitos aumentos en las tarifas de los hogares y los surtidores de combustibles, cuestión que ha desatado verdaderas rebeliones populares en los últimos años (Ecuador, Irak).
 Lógicamente, los principales detractores fueron aquellas naciones en que la renta petrolera es el rubro fundamental de toda la economía, como sucede con Rusia y Arabia Saudita (que cuentan con grandes compañías estatales), y aquellas como China e India con grandes ramas industriales como el acero que demandan altas cantidades de energía y verían un salto en los costos de producción. Finalmente, acusan, los Estados Unidos lograron su independencia energética gracias a subsidiar la extracción no convencional de hidrocarburos, y al día de hoy tampoco tiene un plan de eliminación de las subvenciones. El tema es de amplia repercusión porque, por ejemplo, Europa depende del gas ruso en un 41% -y la tendencia es ascendente en el marco de la construcción del gasoducto Nord Stream 2, al cual se opone el imperialismo yanqui-, y es importadora de las acerías asiáticas. La crisis energética ha puesto este asunto a flor de piel. Tras años de desinversión de las petroleras para evitar una saturación del mercado que deprimiera los precios, ahora tenemos una escasez que ha disparado su cotización internacional e incrementado la tasa de beneficio. Gracias a ello los dos mayores pulpos norteamericanos del rubro, Chevron y ExxonMobil, han cosechado ganancias mayores a las previstas en torno a los 5.000 y 4.000 millones de dólares respectivamente, que irían a incrementar la producción y a programas de recompra de acciones (Reuters, 29/10). Y el asunto promete seguir. Los ministros de Energía de Arabia Saudita, Rusia y Argelia, miembros de la alianza OPEP+, han desestimado ampliar sustancialmente la producción de crudo fundando que la demanda se irá estabilizando, lo cual les ha valido la acusación del JP Morgan de especular para mantener altos los precios. 
 Es un escenario muy complejo para encarar una transición energética, que requiere enormes inversiones de capital. A la carrera por la extracción y elaboración de tierras raras y minerales estratégicos, como el cobre para el cableado y el litio para las baterías, se suma ahora el cuello de botella en la industria global de chips y semiconductores que tiene en vilo a las automotrices y ramas tecnológicas, detrás de la cual también asoma la guerra comercial. Son puntos muy sensibles porque una transformación exige revolucionar el almacenamiento y transporte de energía eléctrica para garantizar los suministros a nivel internacional, cuando actualmente las principales economías solo comercian fuera de sus fronteras el 4% de la electricidad contra el 24% del gas y el 46% del petróleo a nivel mundial (The Economist, 21/10).
 Lo mismo vale para aquellas industrias de alto consumo energético como la siderúrgica. Según un informe de Global Energy Monitor hacia 2030-2040 podrían quedar hasta 70.000 millones de dólares en activos varados del sector, ya que en la actualidad se están desarrollando proyectos para ampliar en 50 millones de toneladas de acero la capacidad productiva con altos hornos de carbón, y la Agencia Internacional de Energía estima que las emisiones directas de la industria siderúrgica mundial deben caer más del 50% para 2050 para cumplir con el Acuerdo de París. 

 Ricos y pobres

 Todo esto abre profundos interrogantes sobre la viabilidad de que la COP26 arribe a algún acuerdo real. Después de todo, para la Casa Blanca la cuestión del calentamiento global es un punto constitutivo de su enfrentamiento «estratégico» con China y Rusia por zonas de influencia, como sucede con la carrera por la explotación de los recursos del Ártico y el control de las rutas comerciales que se abren por el retroceso de los hielos. Cuando se incrementan las tensiones y despliegues militares como en el Pacífico, con Taiwán en el ojo de la tormenta, la amenaza de conflictos bélicos y el reforzamiento de las industrias militares contraría cualquier discurso verde, abriendo un inquietante escenario de posibles desastres ambientales y humanitarios. 
 La guerra comercial tiene por supuesto también expresión en las presiones del imperialismo sobre los países oprimidos. Argentina es un caso paradigmático, con un presidente que hace gala de una gran preocupación por el clima con la intención primordial de ganar el respaldo de Biden en la negociación con el FMI. Mientras, destina 2,5% del PBI a subsidiar a las empresas de energía, y promete beneficios fiscales y hasta mayor libertad para girar divisas al exterior a los pulpos petroleros con su proyecto de Ley de Hidrocarburos; además de promocionar inversiones de multinacionales mineras incluso contra la resistencia popular, y fomentar los agronegocios con paquetes tecnológicos de Bayer-Monsanto y Syngenta para que no decaiga la producción de soja. Todo porque, como se sinceró el ministro de Ambiente, Juan Cabandié, «para pagar la deuda hay que contaminar».
 En función de ese desfasaje entre las metas anunciadas y la práctica, el mencionado estudio de Climate Accion Tracker califica a nuestro país dentro de la categoría con políticas climáticas «muy insuficientes», a la par de gobiernos negacionistas del calentamiento global como el de Jair Bolsonaro en Brasil, el de Scott Morrison en Australia, o el de Narendra Modi en la India. 
 Lo dicho permite ilustrar el fraude de las potencias imperialistas como Estados Unidos o la Unión Europea, que se ufanan de ser los líderes naturales de cualquier transición sustentable. Son en efecto la cuna de los capitales que destruyen el ambiente y saquean las riquezas del resto del mundo. Uno de los puntos que se debatirán en la COP26 es el incumplimiento pleno del fondo que debían recaudar los «países ricos» para destinar desde 2020 100.000 millones de dólares anuales para financiar a los «países pobres» por cinco años. Además de haber juntado apenas el 10% de ese monto, está claro que su ejecución caería presa de los juegos de alianzas y zonas de influencia, es decir que reforzaría la injerencia imperialista y los choques entre potencias. 
 En fin, como demuestran las últimas tres décadas de fracasos, las conferencias de la ONU son una vía muerta para canalizar la necesidad de una reconversión productiva en gran escala para mitigar el cambio climático. Las perspectivas de recurrir a mecanismos de mercado como incentivos fiscales y financiamiento barato son sepultadas por la realidad de una inflación mundial que evidencia el exceso de liquidez que deja la emisión monetaria de paquetes de estímulo tras la pandemia y las tasas de interés en torno a 0%, producto de que los capitalistas no encuentran ramas lo suficientemente rentables para invertir (amén de la especulación bursátil y estirar la agonía de las empresas zombies). 
 Tamaño desafío exige como punto de partida una reorganización social sobre nuevas bases, empezando por una lucha a muerte contra el saqueo imperialista de las naciones oprimidas. En esa batalla es crucial la nacionalización bajo control obrero de las industrias energéticas, para ponerlas a disposición de la elaboración de planes económicos debatidos y dirigidos por los trabajadores, que partan de repudio a ese instrumento de expoliación que son las deudas externas usurarias y fraudulentas. Es un motivo más para oponer al capitalismo decadente la lucha por gobiernos de trabajadores y el socialismo, para dejar atrás las rivalidades nacionales y la depredación ambiental.

 Iván Hirsch

Niños y niñas: la moneda de cambio en la dictadura de Pinochet


Este 29 de octubre, salió a la luz el informe publicado en un diario sueco, el cual demostró que en la dictadura de Pinochet se habrían entregado casi dos mil niños y niñas en adopción a Suecia para mejorar su relación con ese país. 
 El informe publicado por un diario sueco mostró que podrían ser más de dos mil menores enviados desde Sudamérica a Suecia durante la dictadura en Chile. Esta investigación oficial sobre adopciones internacionales involucraría a miles de niños provenientes especialmente de Chile y Colombia.
 La información se dio a conocer por el medio sueco Dagens Nyheter, a través del reportaje “Niños a toda costa”, deja en evidencia de como los menores habían sido adoptados sin el consentimiento de los padres. Además, la investigación señala que casi 2.000 menores fueron adoptados por suecos entre 10974 y 1990, dentro de una campaña dirigida para tratar de mejorar las relaciones entre los países. Es este proceso actuaron el Centro de Adopción Sueco y grupos de extrema derecha suecos, simpatizantes a Pinochet. 
 En el caso de niños y niñas nacidos en Chile, los antecedentes revelados corresponden a la investigación penal realizada desde el 2018 por Karen Alfaro, de la Universidad Austral, donde reúne antecedentes de al menos 630 casos de niños chilenos llevados a Suecia de forma irregular. 
 Alfaro dice, “Después del golpe militar en 1973, el régimen era escéptico sobre las adopciones. Se consideró que los niños abandonados podían ser utilizados como una forma para que Suecia difamara al gobierno chileno”, afirma la investigadora, pero después que Madariaga visitara Suecia, los militares cambiaron de opinión. Cabe mencionar que la ex ministra era prima de Pinochet y fue quien “rápidamente se dio cuenta de que las adopciones podrían traer algo positivo para Chile, tanto política como económicamente” 
 Esta investigación demuestra una vez más la brutalidad de la dictadura de Pinochet, donde en el proceso hubieron miles de violaciones a los derechos humanos, en donde los niños y niñas no fueron la excepción. A pesar de que han pasado más de 30 años del término de la dictadura militar, el tema de la infancia es una situación que se agudiza en cada momento, donde según el informe de la Encuesta Casen 2020, hay 439.307 menores de 18 años que viven en hogares en situación de pobreza, mientras que hay un total de 263.738 menores que están en condiciones de extrema pobreza. 
 A las cifras anteriormente mencionadas, se les suman la brutal realidad que viven miles de menores de edad en los hogares y centros del Sename, donde entre los años 2005 y 2016 se reportaron 1.313 muertes de niñas y niños en sus centros, según un informe realizado por la Policía de Investigaciones, en diciembre de 2018. El documento fue ocultado hasta julio de 2019 cuando Ciper Chile reveló esta situación en un reportaje. 
 Mientras el gobierno de Piñera transformó como su slogan "Los niños primero", ha quedado en evidencia una enorme carencia de políticas para la infancia, con desigualdades a nivel educacional, violencia intrafamiliar, trabajo infantil, desnutrición, entre otros. 
 La realidad de las desigualdades en la infancia en Chile, es producto de un sistema social y económico totalmente desigual, donde las riquezas que producen millones, van a parar a manos de unos pocos, los mismos que viven a costa de las familias trabajadoras de Chile. La miseria es producto de la pobreza y la desigualdad, y ésta, es producida por la explotación de unos pocos sobre el trabajo, vida e infancia de millones. 

 Carla Ramírez, profesora y delegada gremial
 Domingo 31 de octubre | 04:14

Juan de los muertos / Cine en 2 minutos

Rogelio Polanco: “Estamos ante un nuevo capítulo de la Guerra No Convencional”

sábado, octubre 30, 2021

Mesa de diálogo: 100 años Paulo Freire - Vida, Educación y Política

 

 En el marco del centenario del pedagogo brasilero Paulo Freire, la Fenapes impulsa una serie de homenajes. En esta oportunidad conversamos con colegas de la región sobre la vida y el legado del educador popular.

 Mesa: 
 Jorge Hermida UFPB BRASIL 
Bruno Miranda Neves UERJ Y REGGEN UNESCO 
Marina Cultelli ENBA UDELAR 
Pablo Martinis FHCE UDELAR

Sudán: golpe de estado y movilización popular


El pasado lunes, las fuerzas militares sudanesas arrestaron al primer ministro, Abdallah Hamdok, junto a su esposa y otros altos funcionarios del Ejecutivo. Los militares insurgentes que responden al general Abdelfatah al-Burhan tomaron el desmantelaron el Consejo Soberano de Sudán y declararon el estado de emergencia nacional. Además, designaron un gobierno tecnocrático para dirigir al país, hasta las elecciones de julio de 2023. A la vez, suspendieron una serie de artículos del documento que servía de Constitución. 
 Desde que la rebelión popular destituyó al dictador Omar al-Bashir en 2019, luego de 30 años de gobierno, el país es regido por un gobierno de transición cívico-militar. Durante estos dos años, la situación social y económica no cambió sustancialmente. Más allá de algunas concesiones sociales, las bases estructurales heredadas de la dictadura se mantienen intactas. Cómo consecuencia de esto, el Gobierno de Transición comenzó a mostrar fisuras y tensiones entre el ala civil del gobierno, y el ala islámica radical, que quiere un gobierno de cuño militar. Estas tensiones se dispararon en las últimas semanas a raíz de una intentona golpista abortada a finales de septiembre, que impulsó aún la movilización por un gobierno enteramente civil.
 Las fuerzas militares justificaron la toma del poder en la necesidad de preservar la estabilidad del país. Horas antes del golpe, Jeffrey Feltman, representante de Estados Unidos en la región, se encontró con los militares golpistas. La principal preocupación de Washington es garantizar que las crecientes tensiones sociales, replicadas en toda la región, no se extiendan a sus aliados, Arabia Saudita, los Emiratos Árabes Unidos y Egipto. Existe una disputa entre Etiopía y Egiptopor los recursos del Río Nilo. Sudán tiene una ubicación estratégica en el Cuerno de África, junto al Mar Rojo y la entrada al Canal de Suez, por donde pasa gran parte del petróleo de la región.

 La resistencia al golpe 

En un mensaje difundido en las redes sociales, la Asociación de Profesionales de Sudán, llamó a las masas a "salir a la calle y a prepararse para resistir”. Por su parte, el primer ministro depuesto, Hamdok, llamó al pueblo a manifestarse y a usar todos los medios pacíficos para restaurar su revolución”. Decenas de miles de personas se han movilizado desde las primeras horas en varias ciudades del país, incluida la capital, Jartum, a pesar de que la señal de Internet y teléfono sufrió severas interrupciones. La ciudad capital fue "tomada" por los manifestantes, que hicieron barricadas y quemaron neumáticos Los trabajadores petroleros declararon la huelga contra el golpe y lo mismo hicieron los médicos. 
 Las movilizaciones son encabezadas por la "Fuerzas de la Libertad y el Cambio", coalición de fuerzas ´pro democráticas´, donde se encuentra el Partido Comunista Sudanés y organizaciones sindicales, entre otros. Los mismos se han declarado en estado de desobediencia civil nacional hasta que todos los detenidos del Consejo Soberano y del Gobierno sean liberados, los miembros del Consejo Militar dimitan y se entreguen, y se reabra una negociación. Organismos y medios de comunicación, denuncian que se ha utilizado munición real contra manifestantes al menos en Jartum, donde han actuado el Ejército en conjunto con las Fuerzas de Apoyo Rápido, un temido grupo paramilitar. Por el momento, son siete los muertos y 140 heridos a causa de la represión criminal.

 Mauri Colón
30/10/2021

Santa Fe: la cuestión del narcotráfico se convierte en crisis política

El asesinato del arquitecto Joaquín Pérez, en el barrio rosarino de Arroyito, desató una crisis política de grandes proporciones en la provincia de Santa Fe. Tras el acontecimiento, unas 8.000 personas se movilizaron y cortaron la Avenida Alberdi, en el norte de Rosario. El pedido de seguridad tuvo un claro destinatario, el régimen político santafesino. El “que se vayan todos” resonó en las calles del sur provincial. 
 Invitados por el hermano del joven asesinado, tanto el gobernador Omar Perotti como el intendente de la ciudad de Rosario, Pablo Javkin (Frente Progresista), asistieron a la convocatoria. Fueron recibidos con gritos, insultos y empujones. El caldero social devino en una corrida al mandatario santafesino por la calles de la ciudad, hasta que salió del lugar en un vehículo. 
 Perotti fue literalmente fue echado por la gente. Lo mismo ocurrió con Javkin. Lo acontecido muestra el hartazgo social con el régimen político “narco-sojero” y la endémica crisis de inseguridad en la provincia. Rosario se ha convertido en la “Sinaloa Argentina”. La putrefacción del aparato represivo provincial es el corazón de esta crisis. 
 Si bien el PJ santafesino salió a apoyar a Perotti, desde la Casa Gris saben que, en términos electorales, el oficialismo perdió mucho. En gran medida, el episodio es un punto de inflexión en la gestión peronista, como le sucedió a Miguel Lifschitz con la multitudinaria marcha Rosario Sangra en 2016.

 Régimen político gánster 

Si hay algo que no se puede esconder es la complicidad estatal con el crimen organizado. Así lo demuestran distintas causas, como la que investiga el juego clandestino, en la que el senador por el PJ del departamento San Lorenzo y socio de la vicegobernadora Alejandra Rodenas, Armando Traferri, junto a otros senadores -peronistas y radicales-, jueces, fiscales y policías, están acusados (y algunos detenidos) por estar vinculados al negocio de juego ilegal. 
 Unos pocos días antes del asesinato de Joaquín Pérez, Aníbal Fernández, con el aval del gobierno provincial y de la intendencia rosarina, enviaron a la provincia 575 efectivos de gendarmería con el objetivo de " prevenir el delito". Esto se traduzca en la militarización de los barrios, pero no resuelve nada. Esta medida, como ya ha pasado anteriormente, está destinada a fracasar, justamente, porque los responsables de "cuidar" son las que la organizan y amparan el delito. Sin ir más lejos, Rosario cuenta con 5.400 policías, a los que se suman 3.000 efectivos federales, siendo una de las ciudades con más saturación policial del país. Esto se ha traducido en ´zonas liberadas´ y en el recrudecimiento de los asesinatos a sangre fría, muchos de ellos ligados al narcotráfico. Por esto mismo el desplazamiento de la conducción de la Policía de Rosario al director Luis Maldonado, es un manotazo de ahogado de Perotti en su intento de contener la crisis. 
 Cuando el FITU llama a terminar con el narcotráfico por medio de la liberación de la marihuana (Del Caño, en el debate de A Dos Voces), de lo que se trata es de destruir el aparato del estado que cobija a estas mafias y protege al conjunto de la clase capitalista. 

 Mauri Colón
 30/10/2021

Tasa de ganancia y crisis | El Capital con Xabier Arrizabalo

La Gran Traición - Acto Presentación - Alan Woods

 

 Presentación online del libro "La Gran Traición: análisis marxista de un testigo ocular de la transición"

 "La Gran Traición" una obra producida por un participante directo en los acontecimientos, con testimonios personales de luchadores activos contra la dictadura. 
 Su recorrido abarca desde el triunfo franquista en marzo de 1939 hasta la histórica victoria del PSOE en las elecciones del 28 de octubre de 1982, con un capítulo final de balance que recorre la actualidad de los últimos años.

La plaza de la izquierda: por una salida de los trabajadores // Acto del Partido Obrero FIT-U

🗳️ La reaparición de Alberto Fernandez ¿un giro discursivo?

Nicolás del Caño "Lo primero que hay que hacer es recomponer lo que se perdió en los últimos 4 años"

Narco-régimen colombiano

La “democracia” capitalista


A 38 años de la vuelta a la democracia. 

 Nota publicada en Norte Online (30/10) escrita por Pablo Giachello, dirigente del Partido Obrero y candidato a senador provincial de Buenos Aires por el Frente de Izquierda Unidad. 

 Como no podía ser de otro modo, el retorno de la democracia en la Argentina abrió, entre los trabajadores y el pueblo, enormes expectativas. 
 Estas, sin embargo, se vieron rápidamente frustradas o defraudadas. Un sucinto repaso o enumeración de algunos de los principales acontecimientos históricos de las últimas cuatro décadas en nuestro país dan cuenta de este fenómeno.
 Bajo el gobierno de Alfonsín, la hiperinflación disparó las movilizaciones y saqueos contra el hambre, lo que redundó en la salida anticipada del gobierno. Las privatizaciones menemistas dieron lugar a la desocupación masiva, a las primeras puebladas en el interior del país, y a la emergencia del movimiento de lucha de los desocupados: el movimiento piquetero. La continuidad de la política menemista y fondomonetarista, de la mano de la Alianza, derivó en una rebelión popular de alcance nacional: el Argentinazo. Las jornadas del 19 y 20 de diciembre 2001 se distinguieron de otras grandes gestas de la clase obrera argentina por haberse desarrollado contra un gobierno “democrático”, electo por el sufragio universal. Los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner concluyeron sus mandatos sin haber logrado perforar el piso del 25% de pobreza y con el 40% de los trabajadores hundidos en la informalidad. Así, pavimentaron el ascenso del macrismo. La derecha en el poder disparó los índices sociales críticos, pero se topó con una gigantesca reacción obrera en diciembre de 2017 cuando envió al congreso las reformas previsional y laboral. Con el retorno de los Fernández al gobierno, luego del estrepitoso fracaso macrista, se dispararon aún más los índices de pobreza, indigencia y desocupación. 
 Como se ve, aquella tesis sostenida por Raúl Alfonsín, en su discurso de asunción como Presidente de la Nación en 1983, que rezaba que “con la democracia se come, se educa y se cura” se reveló completamente falsa. Con esta democracia no se come, ni se educa, ni se cura. Los casi cuarenta años transcurridos desde el retorno de la democracia en nuestro país arrojan evidencias categóricas al respecto. No se trata, naturalmente, de pasar por alto el nefasto papel de la última dictadura cívico-militar, responsable de un genocidio, de un ataque a fondo contra las conquistas obreras y populares, y de un mayor sometimiento del país a las potencias imperialistas. Pero sí es necesario subrayar los hilos de continuidad existentes. ¿O los sectores que suscitaron el golpe del 24 de marzo del ’76 -organizados en la UIA, la AEA y la Sociedad Rural- no son acaso los mismos que se beneficiaron de una u otra manera bajo los sucesivos gobiernos ‘democráticos’ del ’83 a esta parte? ¿No es acaso la misma burguesía nacional que hoy, en plena pandemia, ha hecho las mejores ganancias de su historia? 
 Los límites insalvables de este régimen político quedan claramente en evidencia con una mirada crítica. Se trata de un régimen asentado en la explotación del trabajo por el capital, es decir, en relaciones sociales de producción capitalistas. Así, la mayor virtud de la democracia burguesa -proclamar la igualdad de todos frente a la ley- es al mismo tiempo su principal límite. Pues esa igualdad formal esconde la desigualdad real que impera en el régimen capitalista, donde unos pocos son los dueños de las tierras, fábricas y comercios, y una inmensa mayoría no tiene más que la capacidad de vender su propia fuerza de trabajo. Así, este régimen, no sólo se torna completamente incapaz de garantizar “la comida, la educación y la salud”, sino que se revela cada vez más antidemocrático, como lo demuestran las desapariciones forzadas de personas en “democracia”, el gatillo fácil y la criminalización y represión de la protesta. 
 Desarrollar una crítica de fondo al actual régimen “democrático” es la precondición para luchar por su superación. La plena asimilación de esa crítica, por parte de la clase obrera, será uno de los factores decisivos que darán lugar a una profunda transformación social y política en el país, es decir, a un gobierno de trabajadores. 

 Pablo Giachello

60 años de la gran huelga ferroviaria de 1961


 El 30 de octubre de 1961, hace 60 años, empezó la gran huelga ferroviaria que duró 42 días, contra el plan Larkin de los yanquis y el gobierno desarrollista de Frondizi. Este plan consistía en el cierre del 40% de la red ferroviaria existente en ese momento. 
 El objetivo fundamental radicaba en beneficiar a las empresas automotrices instaladas recientemente en el país. La lucha llego a tal punto que las fuerzas armadas tomaron el control de los ferrocarriles para intentar hacerlos funcionar a la fuerza. El conflicto termino en un triunfo parcial para los Ferroviarios. El Plan Larkin no pudo ser ejecutado en su totalidad, las privatizaciones fracasaron. Tampoco pudieron cerrar todos los ramales que pretendían. Pero existieron miles de despidos y barios ramales secundarios fueron cerrados. El recuerdo colectivo de este conflicto siguió vivo en la conciencia de los trabajadores ferroviarios y es una de las explicaciones de la gran combatividad de la huelga del 91 y 92.

 El pacto Perón-Frondizi y el plan Larkin 

Desde el golpe gorila de 1955, la burguesía había sido incapaz de montar un régimen medianamente estable. La proscripción del peronismo (y de Perón) impuesta desde entonces era un fuerte factor de conflicto (1). El desarrollismo de la UCR Intransigente (Frondizi) consistía en tratar de desenvolver al capital industrial nacional a partir de la sociedad con el capital imperialista yanqui. El problema es que esta sociedad siempre fue al servicio de los intereses del imperialismo. Entre 1958 y 1960 se instalaron en la Argentina más de diez multinacionales automotrices, productoras de colectivos y camiones de carga pesada. Por primera vez en la historia argentina se dio una sustitución de importaciones de material auto motor, por producción nacional. Esta industria para desarrollarse necesitaba ir haciendo retroceder a los ferrocarriles que estaban a cargo del estado. Que se encontraban en malas condiciones pero tenían un trazado hacia el puerto que cubría casi la totalidad del país. 
 En 1958 el Radical Intransigente, Arturo Frondizi realiza un pacto con Perón que se encontraba en el exilio. El entendimiento fue gestionado por John William Cooke y tuvo como resultado de la victoria contundente de Frondizi en las elecciones presidenciales (2). El pacto, entre sus puntos fundamentales, ​ incluía que Perón aconsejaría a sus seguidores votar por Frondizi. Y este a cambio, tendría que normalizar los sindicatos y la CGT. También terminar con la prohibición del peronismo y disponer la devolución de bienes a Perón que la Libertadora le confisco. La totalidad de la izquierda argentina no peronista, con excepción del grupo Praxis (de donde se desprende Política Obrera en el 64, antecesor del Partido Obrero), llamó a votar la fórmula presidencial Arturo Frondizi-Alejandro Gómez (3). Sin embargo, en enero de 1959, la ocupación del frigorífico Lisandro de la Torre contra su privatización comenzó a desquebrajar el pacto Perón- Frondizi (4). 
 El gobierno de Frondizi utilizo el acuerdo para llevar adelante una política de ajuste, despidos y privatización. Sobre todo en el sector público. Esto provocó la reacción de las bases obreras con barias huelgas y ocupaciones. Mientras la burocracia peronista defendiendo el pacto intentaba contener. El 1° de noviembre de 1958 tuvo lugar la huelga petrolera iniciado en Mendoza, donde intervinieron futuros dirigentes de Política Obrera. La burocracia levantó a cambio de un puesto en el directorio de YPF. Ante la huelga ferroviaria de octubre del 58, las agrupaciones peronistas llamaron a carnerear y fueron pasadas por encima por las bases. El paro general convocado por la burocracia para el 11 y 12 de diciembre fue levantado ante la promesa de aplicar la ley de Asociaciones Profesionales. Pero el conflicto del frigorífico Lisandro de la Torre, obligo a las 62 a llamar a la huelga general el 18 de enero del 59, cuando la medida ya era un hecho. Para levantarla cuatro días después, junto al PC, por su política de pacto con el gobierno de Frondizi.
 Alsogaray ministro de Hacienda (ultraliberal), buscando disminuir el déficit fiscal, viajo a los Estados Unidos, donde acordó la llegada a la argentina del general norteamericano Thomas Larkin. Que vino como enviado del banco mundial para realizar un estudio de los transportes y “modernizarlos”. Previamente se descartaron otros proyectos de verdadera modernización del ferrocarril, como el del ingeniero Hugo Dante Porta. Que hizo correr una locomotora a vapor 150 kph, en la trocha angosta del Belgrano. 
 El Plan Larkin con la excusa de disminuir el déficit ferroviario, que era producto de la falta de inversión, planteaba la destrucción parcial de la red ferroviaria a nivel nacional. “Se pretendía reducir la red ferrocarrilera. Establecía la privatización de los servicios o actividades complementarias (confiterías, restaurantes, coches comedores, limpieza de vagones, servicio de carga, reparación y construcción de vías y vagones, etc.)”(5). Este plan al mismo tiempo esbozaba la necesidad de despedir 70.000 ferroviarios. También una especie de flexibilización laboral con el objetivo de “agilizar las labores” incrementando una hora la jornada laboral. Y establecía el congelamiento salarial para este sector. 

 La huelga del 61 

Este verdadero plan de guerra contra los trabajadores ferroviarios, era presentado por el presidente Frondizi con las siguientes palabras: “la baja productividad de los agentes ferroviarios obedece a la superabundancia de personal… la eliminación de personal excedente es una necesidad impostergable para enjugar el déficit actual así como el único camino para valorizar el trabajo de quienes permanezcan en la función” (6). El día 31 de octubre, obligados por la presión de las bases, tanto la Unión Ferroviaria como La Fraternidad declaran un paro por tiempo indeterminado. Se prolongará por 42 días. El gobierno intento romper la huelga realizando servicios especiales con Policía y Gendarmería. Ofreció pagos extras a Maquinistas. Pero no logro el apoyo de ningún ferroviario y quienes fueron obligados a prestar servicio, fueron liberados por grupos de trabajadores auto denominado “comandos de recate”. 
 Mientras tanto el gobierno aumentaba los despidos, las detenciones y allanamientos de sindicatos. Declarando el estado de sitio y la prohibición de los gremios del riel. La huelga se llevó adelante mediante “asambleas, declaraciones y solicitadas, manifestaciones, piquetes, actos públicos y atentados contra vagones y vías del ferrocarril, se edita el Boletín de Huelga de La Fraternidad, y la CGT declara un paro general de 72 hs. en solidaridad entre el 7 y 9 de noviembre, que contó con un acatamiento de entre el 80 y 100%”(7). Uno de los momentos más álgido del conflicto fue cuando un grupo de 60 mujeres y niños, que intento liberar a maquinistas obligados a trabajar por la fuerza, se enfrentó a la policía en una estación cordobesa.
 El Gobierno, preocupado por la enorme combatividad del movimiento obrero, busco un entendimiento con la burocracia. Al mismo tiempo las pérdidas económicas que producía el paro lo forzaban a conducirse en esta dirección. Por su parte las direcciones burocráticas buscaban terminar lo más rápido posible con el conflicto, sin demasiadas exigencias. También percibían con preocupación, la radicalización de los trabajadores y temían no poder sostener sus privilegios. A partir del levantamiento de las medidas a nivel nacional, se dio la continuidad de las medidas por trabajadores de base que funcionaban en asambleas permanentes. Las reivindicaciones exigidas eran la reincorporación de todos los despedidos y la liberación inmediata de los detenidos.
 El 10 de diciembre se llegó a un acuerdo provisorio para levantar el conflicto. Con suspensión algunas medidas por parte del gobierno. La integración de los gremios a las directivas de la empresa estatal. “El resultado de este extenso conflicto fue un triunfo parcial, el Plan Larkin logró implementarse aunque fuera en parte. Por ejemplo, durante el proceso de lucha 54.000 trabajadores dejaron de pertenecer a EFEA (Ferrocarriles Argentinos), lo cual representa el 72% de los 75.000 obreros “sobrantes” de los cuales el Estado pretendía prescindir”(8). El proceso privatizador en los ferrocarriles y de cierre de la mayoría de los ramales se detuvo por 30 años.

 Realizando un pequeño balance 

Este resultado genero descontento en los trabajadores. Unos meses después, el 18 de marzo de 1962, triunfaron en las elecciones en varias provincias partidos que respondían al peronismo. Para anular la elección, se realizó el golpe cívico militar del 29 de marzo del 1962. Frondizi fue depuesto y remplazado por el presidente del senado José María Guido. “El intento de integración del peronismo, bajo el gobierno desarrollista de Frondizi había terminado en un nuevo golpe” (9). El movimiento sindical peronista se reorganizó no en base a su papel en la resistencia real del movimiento obrero sino en función del pacto Perón-Frondizi, la sanción de ley de Asociaciones Profesionales, acordando con la patronal-gobiernos y actuando como factor de contención en las luchas. 
 “A modo de síntesis: mientras el activismo se empeñaba en una lucha que apuntara a la victoria de los trabajadores y, en perspectiva, a colocarlo como un factor político en el cuadro de derrumbe del gobierno desarrollista, el peronismo obró como ejecutor del entierro de esa perspectiva. Coronó esta trayectoria con la retirada sin lucha frente a la victoria electoral en 1962” (10). 
 La huelga del 1961 fue recordada durante décadas por los ferroviarios. Los métodos de asambleas de base contra la burocracia traidora se repitieron en la huelgas del 91 y el 92 (11). También los piquetes, los sabotajes y las grandes marchas. Esta huelga de 1961, mostro la necesidad de la clase obrera de superar a la burocracia sindical peronista. Y la necesidad de construir un verdadero Partido Obrero, frente a la traición y capitulación permanente del partido peronista. Un partido que representara sus intereses de clase, no los de la patronal.
 Esos intereses que hoy representa en el Partido Obrero en el frente de Izquierda. Esa Izquierda que a 60 años de esta histórica gesta obrera, llena de banderas rojas la plaza de Mayo para decir: Vivan las luchas obreras de ayer y de hoy. Abajo el ajuste, la reforma laboral y el FMI. Metamos diputados obreros y socialista en todo el país para reforzar esta perspectiva de lucha. Como en la huelga ferroviaria 61, vamos por lo nuestro. 

Leo Furman

 Notas: 

1- En Defensa del Marxismo N° 49. 1955/1969: Las crisis políticas y la izquierda Christian Rath. (2, 3, 4, 10). 
2- Conflictos sindicales durante los años del frondicismo en Mendoza. El caso de los trabajadores ferroviarios y del petróleo. Scodeller, Gabriela (INCIHUSA / CRICYT /CONICET). (5, 6, 7, 8). 
3- 55 AÑOS. El golpe de Onganía con el apoyo de toda la burguesía, el peronismo y la burocracia sindical Por Miguel Eibuszyc. Prensa obrera. (1).
 4- Aniversarios 14/07/2016 | 1419 Illia: Paradojas e hipocresías de un homenaje. A 50 años del golpe. Por Matías Villar. Prensa obrera (9). 
5- A 30 años de la gran huelga ferroviaria de 1991 Menem y la resistencia obrera a las privatizaciones. Leo Furman. Prensa obrera. (11).

viernes, octubre 29, 2021

John Reed, periodista revolucionario que nació el 22 de octubre de 1887


Frente a un nuevo aniversario del nacimiento del escritor, publicamos un artículo de Howard Zinn donde cuenta la historia de John Reed, el gran periodista norteamericano que entre otros, nos narró la revolución “desde adentro” en su libro Diez días que conmovieron al mundo. 

 En 1981 la factoría de Hollywood produjo una película, “Reds”, en la que no sólo el personaje principal –el periodista John Reed– era un comunista, sino que además estaba representado con simpatía. Fue ésta una más de las muchas pruebas ya existentes de que USA había tomado distancias de la histeria anticomunista que había prevalecido en los años cincuenta. A raíz de aquello, los editores del “Boston Globe” me pidieron que, como historiador, informase a sus lectores sobre John Reed. Las líneas que siguen aparecieron en ese periódico el 5 de enero de 1982. 
 Los radicales son exasperantes por partida doble. No sólo se niegan a ajustarse a la idea de lo que debe ser un verdadero patriota usamericano, sino que tampoco cuadran en la idea general que suele tenerse de los radicales. Esto es lo que sucede con John Reed y Louise Bryant, que confundieron y enfurecieron a los guardianes de la ortodoxia cultural y política en los tiempos de la Primera Guerra Mundial. Ambos aparecen hoy en Reds, la gran película de Warren Beatty, y algunos críticos refunfuñan ante lo que llaman “comunista chic” y “marxismo de moda”, en una repetición involuntaria de las pullas que tanto Reed como Bryant hubieron de soportar en su tiempo. 
 se les perdonó que ellos y sus extraordinarios amigos –Max Eastman, Emma Goldman, Lincoln Steffens, Margaret Sanger– avocaran por la libertad sexual en un país dominado por la rectitud cristiana, que se opusieran a la militarización en una época de patriotería guerrerista, que defendieran el socialismo cuando el mundo de los negocios y el gobierno se dedicaban a apalear y asesinar huelguistas o que aplaudieran la que, para ellos, era la primera revolución proletaria de la historia. 
 Pero lo peor fue que se negaron a ser meros escritores e intelectuales de esos que atacan al sistema con palabras; en vez de eso, se unieron a piquetes, se amaron con libertad, desafiaron a los comités del gobierno, fueron a la cárcel. Se mostraron partidarios de la revolución en sus acciones y en su arte, al mismo tiempo que ignoraban las sempiternas advertencias que los voyeurs de los movimientos sociales de cualquier generación han lanzado siempre contra el compromiso político.
 El establishment nunca le perdonó a John Reed (tampoco lo hicieron algunos de sus críticos, como Walter Lippmann and Eugene O’Neill) que se negase a separar arte de insurgencia, que no sólo fuese rebelde en su prosa, sino imaginativo en su activismo. Para Reed, la rebeldía era compromiso y diversión, análisis y aventura. Esto hizo que algunos de sus amigos liberales no se lo tomasen en serio (Lippmann mencionó su “deseo exorbitante de que lo detuviesen”), sin comprender que la elite del poder en su país consideraba peligrosas las protestas con imaginación y no se tomaba a broma el coraje con ingenio, porque sabía muy bien que siempre es posible encarcelar a los rebeldes pertinaces, pero que la más alta traición, esa contra la cual no hay castigo adecuado, es la que consiste en volver atractiva la rebelión. 
 Sus amigos lo llamaban Jack. Fue un poeta toda su vida, desde su infancia confortable en Portland (Oregón) hasta el Harvard College, desde las insurrecciones campesinas en México, las huelgas de los trabajadores de la seda en Nueva Jersey y la de los mineros del carbón en Colorado hasta el frente de batalla en Europa y junto a las masas bolcheviques que cantaban y gritaban en Petrogrado. Pero, tal como lo expresó Max Eastman, su editor en Masses, “la poesía para Reed no era sólo escribir palabras, sino vivir la vida”. De hecho, ninguno de sus muchos poemas alcanzaron la excelencia, pero él sí fue directo al corazón de guerras y revoluciones, huelgas y manifestaciones, y lo hizo con el ojo certero de una cámara (antes de que ésta existiese) y con la memoria de un magnetofón (antes de que lo inventasen). Dio vida a la historia para los lectores de revistas populares y pobretonas publicaciones mensuales para consumo de radicales. 
 En Harvard, entre 1906 y 1910, Reed fue un atleta (en natación y waterpolo), un bromista, un animador, un escritor satírico, un alumno del famoso profesor de escritura Charles Townsend Copeland, a quien llamaban “Copey” y, al mismo tiempo, un protegido del reportero sensacionalista Lincoln Steffens. Fue un crítico malicioso del esnobismo de Harvard, si bien no llegó a ser miembro del Walter Lippmann’s Socialist Club. Tras su graduación, viajó en un buque de carga hasta Europa, donde visitó Londres, París y Madrid, y luego regresó para unirse a un grupo de escritores bohemios y radicales del neoyorquino Greenwich Village, donde Steffens le proporcionó su primer trabajo, en el que se ocupaba de aburridas tareas editoriales para una revista politicoliteraria llamada The American. 
 El contraste entre la riqueza y la pobreza del Nueva York de 1912 hería los sentidos y alguien con un ojo tan agudo como el de John Reed no podía ignorarlo. Empezó a escribir para Masses, una revista que acababa de aparecer, editada por Max Eastman (el hermano de la feminista socialista Crystal Eastman) y redactó un manifiesto en el que se afirmaba que “los poemas y dibujos rechazados por la prensa capitalista a causa de su excelencia serán bienvenidos en esta revista”. Masses era algo vivo, no el órgano oficial de un partido, sino un partido en sí mismo, con anarquistas y socialistas, artistas y escritores y rebeldes indefinibles de todas clases en sus páginas: Carl Sandburg y Amy Lowell, William Carlos Williams, Upton Sinclair. Y, del exterior, Bertrand Russell, Gorki, Picasso. 
 Los tiempos temblaban con la lucha de clases. Reed fue a Lawrence (Massachusetts), donde mujeres y niños habían abandonado sus puestos de trabajo en la industria textil y estaban inmersos en una heroica y desgarradora huelga con la ayuda del sindicato IWW (el revolucionario Trabajadores Industriales del Mundo) y del Partido Socialista. Allí conoció a Bill Haywood, el dirigente del IWW (a quien describió como “un gigantón maltrecho con un ojo de menos y una mirada eminente en el otro”). Haywood lo puso al tanto de la huelga de 25.000 trabajadores de la seda al otro lado del río Hudson, en Patterson, los cuales exigían una jornada de trabajo de ocho horas, y le dijo que la policía, por toda respuesta, los había apaleado. La prensa no publicaba nada de esto, así que Reed fue a Paterson. No era el tipo de periodista que tomaba notas desde fuera: se unió al piquete, lo arrestaron por negarse a desalojar y pasó cuatro días en el calabozo. 
 El artículo que publicó en Masses era ya un nuevo tipo de escritura, enardecida, implicada. Asistió a una asamblea de los huelguistas de Paterson, escuchó la arenga de la joven radical irlandesa Elizabeth Gurley Flynn sobre el poder de los brazos caídos y él, que nunca fue tímido, se puso al frente de la muchedumbre cantando La Marsellesa y La Internacional. Él y Mabel Dodge, cuyo apartamento de la Quinta Avenida era como un centro de arte y política (pronto se convirtió en su amante), tuvieron la brillante idea de organizar con mil trabajadores un espectáculo sobre la huelga en el Madison Square Garden. Reed trabajó día y noche en el guión, mientras que John Sloan pintaba la escenografía. Quince mil personas acudieron al evento.
 En México, Pancho Villa estaba liderando una rebelión de campesinos y el Metropolitan le pidió a Reed que acudiese allí como corresponsal. Pronto se vio inmerso en la Revolución Mexicana, cabalgando junto al propio Villa, enviando artículos que Walter Lippmann aclamó como “el mejor periodismo que se haya hecho nunca… La variedad de sus impresiones, los recursos y el colorido de su lenguaje parecían inagotables… y la Revolución de Villa, que hasta entonces aparecía en la prensa sólo con un incordio, pasó a ser una multitud de campesinos que se desplazaban en un maravilloso panorama de tierra y cielo.” El fruto de aquello, Insurgent Mexico [México insurgente], la recopilación de artículos de Reed sobre este tema, no es lo que la ortodoxia considera como “periodismo objetivo”, sino algo escrito para ayudar a la revolución. 
 Acababa de regresar a Nueva York, aclamado como un gran periodista, cuando en el país empezó a propagarse la terrible noticia de la Matanza de Ludlow: en el sur de Colorado la Guardia Nacional, a sueldo de los Rockefeller, había ametrallado a los mineros en huelga e incendiado sus casas junto con sus familias. Reed no tardó en aparecer en escena y escribió “The Colorado War” [La guerra de Colorado]. 
 Durante el verano de 1914 estuvo en Princetown, que se convertiría en su refugio durante los años siguientes, nadando, escribiendo, amando (hasta 1916, en una tormentosa aventura con Mabel Dodge). Aquel mes de agosto estalló la guerra en Europa. En un manuscrito inédito, Reed escribió: “Y aquí están las naciones, lanzadas a degüello como perros… y el arte, la industria, el comercio, la libertad individual, la propia vida, gravadas con impuestos para mantener monstruosas máquinas de muerte.”
 Reed regresó a Portland para ver a su madre, que nunca aprobó sus ideas radicales. Allí, en la sala de reuniones del IWW local, escuchó hablar a Emma Goldman. Para él fue una iluminación. Ella era el motor del feminismo y el anarquismo de aquella generación y probó con su propia vida que se puede revolucionario con seriedad y también con alegría. 
 Los grandes periódicos de Nueva York lo presionaban para que fuese a Europa a cubrir la guerra y aceptó trabajar para el Metropolitan. Al mismo tiempo, escribió un artículo para Masses. La guerra era una cuestión de beneficios, afirmó en él. De camino hacia Europa, era consciente de que iba en primera clase mientras que tres mil italianos viajaban como animales. Pronto estuvo en Inglaterra, en Suiza, en Alemania y, después, en Francia, pisando el terreno de la guerra: lluvia, barro, cadáveres. Lo que más lo deprimía era el patriotismo criminal que embargaba a todo el mundo en los dos bandos, incluso a algunos socialistas, como H. G. Wells en Inglaterra. 
 Cuatro meses después, cuando regresó a USA, se encontró que los radicales Upton Sinclair y John Dewey se habían unido al grupo de los patriotas. Walter Lippmann también. Este último, que ahora era editor del New Republic, escribió un curioso ensayo en diciembre de 1914: “Por temperamento no es un escritor profesional ni tampoco un periodista, sino una persona que se lo pasa bien”. Tras lo cual Lippmann, que se enorgullecía de ser un “escritor profesional”, añadió el desaire definitivo: “Reed no es objetivo y se siente orgulloso de no serlo”. 
 Era verdad. Reed regresó a la guerra en 1915, esta vez a Rusia, a los pueblos calcinados y saqueados, a los asesinatos en masa de judíos por parte de los soldados del zar, a Bucarest, a Constantinopla, a Sofía, luego a Serbia y a Grecia. Tenía muy claro lo que significaba el patriotismo: la muerte por las armas o por el hambre, la viruela, la difteria, el cólera, el tifus. De regreso a USA, se encontró con el discurso interminable sobre la preparación militar contra “el enemigo” y escribió para Masses que el verdadero enemigo del obrero usamericano era el dos por ciento de la población que poseía el sesenta por ciento de la riqueza nacional. “Nosotros defendemos que los obreros se defiendan contra ese enemigo. Ésa es nuestra preparación”. 
 A principios de 1916, John Reed conoció en Portland a Louise Bryant y los dos se enamoraron de inmediato. Ella dejó a su marido y se fue con Reed a Nueva York. Fue el principio de una relación apasionada y poética. Ella era escritora y anarquista. Aquel verano, Reed buscó un respiro junto a Bryant lejos de los sonidos de la guerra, en las tranquilas playas de Princetown. Hay una foto de ella desnuda y recatada en la arena. 
 En abril de 1917, Woodrow Wilson pidió al Congreso que declarase la guerra a Alemania y John Reed escribió en Masses: “La guerra es la locura de las turbas, la crucifixión de quienes dicen la verdad, la asfixia de los artistas… No es nuestra guerra.” Testificó ante el Congreso contra el reclutamiento obligatorio: “No creo en esta guerra… yo no me alistaría.” 
 Cuando detuvieron a Emma Goldman y a Alexander Berkman en aplicación de la Ley de la Conscripción por “conspiración para inducir a personas a no alistarse”, Reed fue testigo de su defensa. Los condenaron y enviaron a prisión junto con otro millar de usamericanos que se oponían a la guerra. Se prohibieron los periódicos radicales, Masses entre ellos. 
 Reed estaba descorazonado ante la manera en que las masas trabajadoras en Europa y USA apoyaban la guerra y se olvidaban de la lucha de clases, pero no perdió la esperanza: “No puedo renunciar a la idea de que de la democracia nacerá el mundo nuevo, más rico, más valiente, más libre, más hermoso”.
 En 1917 llegaron noticias atronadoras desde Rusia. El zar, el viejo régimen, habían sido derrocados. La revolución estaba en marcha. Al menos allí, pensó Reed, todo un pueblo se había negado a aceptar la matanza, se había convertido en su propia clase dirigente y estaba creando una nueva sociedad, de contornos poco claros, pero de espíritu embriagador.
 Se embarcó rumbo a Finlandia y Petrogrado junto a Louise Bryant. La revolución estaba estallando a su alrededor y ambos se sumergieron en su excitación: las manifestaciones de masas, la toma de fábricas por parte de los trabajadores, los soldados que declaraban su oposición a la guerra, el Soviet de Petrogrado que eligió a una mayoría bolchevique… Y, luego, los días 6 y 7 de noviembre, la rápida e incruenta toma de estaciones de ferrocarril, del telégrafo, del teléfono, de la distribución del correo y, por último, los trabajadores y los soldados que se precipitaban extáticos sobre el Palacio de Invierno.
 De un escenario a otro, sin descanso, Reed tomó notas con increíble velocidad, recopiló panfletos, carteles y proclamaciones y, luego, en 1918, regresó a USA para escribir su historia. Al llegar le confiscaron las notas y se encontró acusado, junto con otros editores de Masses, por haberse opuesto a la guerra. Pero durante el juicio, en el que tanto Eastman como él testificaron de forma elocuente y audaz sobre sus creencias, el jurado no pudo tomar una decisión y se les retiraron los cargos. 
 Reed recorrió el país dando conferencias sobre la guerra y la Revolución rusa. En Tremont Temple (Boston) fue aclamado por los estudiantes de Harvard. En Indiana conoció a Eugene Debs, que pronto sería sentenciado a diez años de prisión por hablar contra la guerra. En Chicago asistió al juicio de Bill Haywood y de un centenar de dirigentes del IWW, que serían condenados a largas penas de cárcel. Aquel mes de septiembre dio un mitin en una manifestación de cuatro mil personas y lo detuvieron por desanimar a la gente para que no se alistase a las Fuerzas Armadas.
 Por fin recuperó sus notas de Rusia y, durante dos meses de furiosa escritura, dio a luz Ten Days That Shook the World [Diez días que estremecieron al mundo], libro que se convirtió en la narración clásica de un testigo presencial de la Revolución bolchevique, cuyas palabras se aglomeraban en sus páginas con los sonidos del nacimiento de un mundo nuevo: “En la Perspectiva Nevski, bajo el húmedo crepúsculo, la multitud se arrebataba los últimos periódicos o se apretujaba tratando de descifrar los innumerables llamamientos y proclamas fijados en cada espacio libre… En cada esquina, en cada espacio libre, grupos compactos: soldados y estudiantes discutiendo… El Soviet de Petrogrado se hallaba reunido en sesión permanente en el Smolny, centro de la tempestad. Los delegados se caían de sueño en el piso; después, se levantaban para tomar parte en los debates. Trotsky, Kamenev, Voldarski hablaban seis, ocho, doce horas diarias…”
 En 1919 la guerra había terminado, pero los ejércitos aliados invadieron Rusia y la histeria continuó en USA. El país que había glorificado la palabra “revolución” en todo el mundo, ahora le temía. Había redadas de extranjeros por millares, se los detenía y deportaba sin juicio alguno. Se reprimían las huelgas en todo el país y se multiplicaban los enfrentamientos con la policía. Reed intervino en la creación del Partido Comunista de los Trabajadores y fue a Rusia como delegado a las reuniones de la Internacional Comunista. Allí, discutió con burócratas del partido, se preguntó qué estaba pasando con la revolución, se reunió con Emma Goldman en Moscú y asistió a su llanto desilusionado. 
 Pero no perdió la esperanza. Iba de reunión en reunión, de conferencias en Moscú a manifestaciones de asiáticos en el Mar Negro. Su salud se resintió, cayó enfermo, enfebrecido y delirante: había contraído el tifus. A los treinta y tres años, en el punto álgido de su aventura amorosa con su mujer y camarada Louise Bryant y con la idea de la revolución siempre en el pensamiento, John Reed falleció en un hospital de Moscú. 
 Su cuerpo fue enterrado como un héroe cerca del muro del Kremlin, pero lo cierto es que su alma no pertenece a ninguna instancia, ni de aquí ni de allá ni de ninguna parte. Lo extraño es que hoy, en 1981, sesenta años después de su muerte, millones de usamericanos se acaben de enterar de la existencia de John Reed gracias a una película. Si sólo una pequeña fracción de ellos llegase a meditar sobre la guerra y la injusticia, sobre el arte y en el compromiso, sobre cómo extender la amistad más allá de fronteras nacionales a la búsqueda de un mundo mejor, eso ya sería un logro enorme para una vida tan breve y tan intensa como la suya. 

 Howard Zinn 
16 de noviembre de 2010 

(1) Texto publicado en 1982, Tlaxcala. Traducido por Manuel Talens