jueves, noviembre 30, 2017

El espejo brasileño: paro nacional contra la reforma jubilatoria



Será el 5 de diciembre. Convocan nueve centrales sindicales.

Un plenario de 9 centrales sindicales del Brasil –Central Única de los Trabajadores (CUT), Intersindical, Central de los Trabajadores de Brasil (CTB), Central de los Sindicatos Brasileños (CSB), Fuerza Sindical, Nueva Central, Central General de Trabajadores de Brasil (CGTB), Unión General de los Trabajadores (UGT) y la Central Sindical y Popular/Conlutas (CSP)– resolvió convocar un “paro nacional” para el martes 5 de diciembre contra la reforma previsional que quiere votar el Congreso.
La Cámara de Diputados se dispone a votar al día siguiente esta reforma antiobrera promovida por el gobierno. La misma eleva la edad para jubilarse –para las mujeres de 58 a 62 años y para los hombres de 60 a 65 años– y modifica el cálculo para los haberes jubilatorios. Mientras que actualmente un trabajador se puede jubilar, con 25 años de aportes, con un 80% de los salarios más altos, con la reforma el cálculo pasaría a hacerse sobre el promedio de los aportes realizados. A su vez, los privados con un mínimo de 15 años aportados recibirían un 60% de su salario, mientras que los trabajadores estatales necesitarán 25 años de aportes para percibir 70% del salario promedio.
En la medida en que con más tiempo de aportes la cifra a cobrar sería mayor, el gobierno sostiene que se podría percibir el 100%... con 49 años de aportes. Tal monto es imposible de lograr; el propósito del gobierno es promover que la gente se jubile tardíamente.
Para aprobar la ley, Temer necesita el voto de 208 diputados, cosa que no está aún asegurada. La “Banelco argentina” –o variantes como el “mensalao brasilero”– están actuando para obtener esta mayoría. El gobierno está "negociando" bajar el requisito de 49 años de aportes por el de 40 años, algo igualmente proscriptivo y superexplotador. Al igual que Macri en la Argentina, el Ministerio de Planificación de Temer hace campaña contra los trabajadores estatales (y otros) por sus jubilaciones “de privilegio”, afirmando que de no aprobarse esta reforma debería anular la “bolsa familia” con la que hace asistencialismo en los sectores más postergados. Quiere enfrentar a los pobres más miserables y desocupados contra los trabajadores activos, colocando a los primeros a favor del ajuste capitalista contra el movimiento obrero.
Aunque la declaración de las nueve centrales es importante, las mismas se mantienen en la negativa a dar inicio a un plan de lucha nacional con paros y movilizaciones para impedir –y llegado el caso, derogar– la reforma previsional y también la reforma laboral antiobrera –que comenzó a regir el 11 de noviembre.
La experiencia realizada este año por los trabajadores indica cual es la orientación de la burocracia sindical subordinada a los partidos burgueses de oposición e incluso oficialistas. El 28 de abril hubo un fuerte paro general que amenazó con un ascenso nacional de luchas. Pero la siguiente medida general, el 30 de junio, fue directamente saboteada por las burocracias sindicales, que se limitaron a acciones simbólicas. Sobre esta desmovilización el gobierno logró hacer aprobar y comenzó a poner en práctica la reforma laboral.
Por lo demás, la CUT y el frente de centrales sindicales no convocan abiertamente al paro general para el 5 de diciembre, sino a una “amplia movilización de las bases: asambleas, actos, debates y otras actividades”. Nuevamente, la burocracia no prepara el paro general, sino que deja libradas a la iniciativa de “las bases” el parar o no y las medidas a desarrollarse. Una de sus orientaciones más claras es “presionar a los diputados federales en los aeropuertos y agendas públicas” para que no voten la reforma previsional.
La burocracia de la CUT ha dejado avanzar esta reforma (como otras igualmente reaccionarias). El presidente de la CUT, Vagner Freitas, había amenazado con que “si el Congreso se mete con las pensiones, Brasil va a parar”. Le está dando hasta acá. Es que la CUT en su congreso nacional de agosto se embarcó a fondo en la campaña electoral del 2018 por “Lula presidente”. Y este ha definido que si gana las elecciones no derogará las reformas reaccionarias y antiobreras impuestas por el golpista Temer, sino que convocaría a un “referendo revocatorio” (¿una gran Syriza?). No olvidemos que fue bajo el mandato presidencial de Lula que se introdujo la primera reforma previsional reaccionaria, elevando edades para retirarse, etc., que ahora Temer profundiza.
Organizaciones de izquierda y del sindicalismo combativo han llamado a que el activismo “tome el paro del 5 en sus manos”. El día 28, una asamblea general de los trabajadores metroviarios de San Pablo votó parar; mientras que el mismo día tuvo lugar en Brasilia una combativa manifestación de más de cinco mil trabajadores estatales contra la reforma (la policía intentó impedir el acto y bloqueó de micros con trabajadores de otras ciudades el ingreso a la capital federal).
Ese es el camino.

Rafael Santos

Ante la amenaza de nuevas guerras en Medio Oriente



Las características de otra transición política

La expulsión de Isis de sus últimos bastiones en Siria e Irak ha abierto un escenario explosivo. Lejos de atenuarse el conflicto que conmueve a la región, se recrean los choques de las fuerzas en presencia, incluida la amenaza de la guerra a una escala superior. Asistimos a una intensificación de la disputa por el control estratégico del Medio Oriente.
La derrota de Isis a lo largo de la frontera con Irak ha consolidado un “puente terrestre” que une a Teherán con el Mediterráneo a través de sus aliados, Irak, Siria y Líbano, con lo que Irán ha extendido su influencia y proyección militar en la región desde Bagdad hasta Damasco, incluido el despliegue de la milicia libanesa del Hezbollah en Siria.

Moscú y Washington

Los líderes de Moscú, Teherán y Ankara se acaban de reunir en la ciudad de Sochi para definir el futuro formato de Siria, en momentos en que comienza otra ronda de conversaciones de paz en ese país. Sin esperar su arranque, Putin le ha comunicado a Trump el resultado de ese cónclave con el propósito evidente de llegar a un entendimiento político. Según el Kremlin, el presidente sirio “confirmó su adhesión al proceso… para llevar a cabo una reforma constitucional y elecciones presidenciales y parlamentarias, y llegar a un acuerdo político basado… en un proceso de negociación a gran escala en Siria” (La Nación, 26/11).
El objetivo es poner en marcha una transición política controlada y monitoreada por Washington y Moscú. “Y salvo alguna sorpresa de último momento, ninguna de las soluciones negociadas parece incluir la salida de al-Assad” (ídem). El régimen sirio ha recuperado terreno el último año. Las tropas del gobierno controlan las cuatro principales ciudades de Siria, diez de sus 14 capitales provinciales y la costa. Ninguna fuerza en el terreno tiene la capacidad de desplazar a al-Assad de ese escenario. En el frente diplomático, los principales aliados de los opositores al régimen -o sea, Estados Unidos y sus socios- retiraron su exigencia de que cualquier acuerdo debía incluir la remoción de Al-Assad.
Por otra parte, la oposición está desbandada. El principal negociador opositor, Rayad Hija, renunció tras acusar a las potencias extranjeras de estar repartiéndose Siria. Esta semana, la oposición siria se reunirá en Arabia Saudita para consensuar una postura y una delegación unificada. En una declaración conjunta de principios de noviembre, Trump y Putin acordaron que no hay solución militar para Siria. Trump canceló el programa que tenía la CIA para entrenar a las fuerzas que buscaban derrocar a al-Assad. Mientras tanto, Rusia medió para lograr treguas locales entre las fuerzas de al-Assad y los rebeldes en la mayoría de los frentes de batalla.
Estamos ante un acuerdo reaccionario. La burocracia restauracionista que encabeza Putin procura una mayor asociación con el capital internacional, y utiliza su injerencia política y militar en otros Estados como una pieza de negociación al servicio de ese propósito. El rescate del régimen de al-Assad no tiene nada de progresivo. Su perpetuación en el poder se ha apoyado en el aplastamiento y ahogo de la rebelión popular que estalló en Siria como parte del proceso revolucionario abierto por la Primavera Arabe. Ese desenlace negativo fue el que sembró, a su vez, el terreno para que la oposición al régimen terminara colonizada por Estados Unidos, Arabia Saudita y otros regímenes reaccionarios de la región.
Tomada de conjunto, esta guerra internacional, lo mismo que lo fue en su momento Libia, es una respuesta de la burguesía y de la burocracia restauracionista a las revoluciones y a las tentativas revolucionarias que se han desarrollado en Medio Oriente, y que debutaron en Egipto en enero de 2011.

Crisis y escalada

Pero la transición que se prepara está lejos de arribar a buen puerto. Una de las condiciones que plantea Putin es el retiro de las fuerzas extranjeras… pero exceptuando a Rusia y a las tropas iraníes estacionadas en Irak. Eso es inaceptable para la Casa Blanca. Por otra parte, el nuevo mapa de la región y la influencia iraní conquistada en Irak, Siria y el Líbano se ha hecho indigerible para los principales aliados de Estados Unidos en la región; a saber Arabia Saudita y, en primer lugar, Israel. Ambos han salido con los tapones de punta contra la llamada “amenaza iraní” y sus ramificaciones (Hezbolllah).
El premier israelí, Benjamín Netanyahu, afirmó que “Irán pretende usar a Siria como una base desde la cual destruir a Israel” y, en nombre de ello, advirtió que su país está listo para actuar. El jefe militar israelí Gado Eisenkot anunció, a su vez, que se brindará ayuda de inteligencia a Arabia Saudita para “enfrentar el desafío iraní”. Una cumbre árabe en El Cairo acaba de proclamar un frente unido “para contener a Irán y Hezbolllah”.
Esta escalada política y diplomática puede terminar en un enfrentamiento bélico, que tiene al régimen sionista como su principal animador.
El gobierno israelí, secundado por la monarquía saudí, acentúa sus presiones a Estados Unidos para que rompa el acuerdo nuclear con Irán. Trump ha amenazado con esa decisión, pero no la ha concretado. Existe una deliberación en el seno de la burguesía yanqui y del propio Partido Republicano, y el gobierno israelí procura meter una cuña en este proceso. Entretanto el conflicto se extiende, como se constata en Yemen, en Qatar y en la crisis de régimen que ha estallado en el Líbano.
Allí, el gobierno saudí impuso la renuncia del premier, Sada Hariri, con el argumento de que el país “estaba dominado por Hezbolllah e Irán”. Aunque la maniobra no resultó como la corona esperaba y Hariri regresó a Beirut y retiró su dimisión, el hecho da cuenta de los alcances de la crisis regional.
La onda expansiva llega al pueblo kurdo, atravesado crecientemente por este escenario. En esta pugna por el control estratégico de la región, Estados Unidos no se priva de agitar las aspiraciones nacionales e independentistas de Rojava -el Kurdistán sirio ubicado al norte del país y lindero con Turquía- como un arma de negociación en la transición en curso. Putin se ha esforzado por incluir en la mesa de las negociaciones a la dirigencia de ese territorio para mantenerla bajo control. Pero Turquía veta esa posibilidad, lo que se convierte en otra ficha a jugar por los estrategas estadounidenses en la transición siria.

Por la unidad socialista del Medio Oriente

La liberación nacional y social kurda, como la cualquier pueblo de la región, no puede provenir de la mano del imperialismo y tampoco de la burocracia restauracionista. Rojava, bajo la tutela de cualquiera de los dos bandos, no es más que un peón en las tratativas en desarrollo y, como tal, estaría condenada a la perpetuación de la opresión a la que ha sido sometida ancestralmente. A las tendencias a la fragmentación y a los enfrentamientos étnicos, religiosos y nacionales es necesario oponerle la unidad de los trabajadores y el pueblo explotado de la región para expulsar al imperialismo y poner fin al régimen sionista y a todos los regímenes reaccionarios de la región, incluso el de Assad.
¡Abajo la guerra! Por el derecho a la autodeterminación y la emancipación nacional y social en el marco de una federación socialista del Medio Oriente.

Pablo Heller

42 años de traición al pueblo saharaui

El mes de noviembre marca para los pueblos árabes un mes infausto. Un mes marcado de fechas trágicas, que nos obliga a mirar la historia, aprender de ella y recordar como una obligación política y moral.
Efectivamente, en el mes de noviembre del año 1917 se estableció la Declaración Balfour que marcaría la complicidad de occidente con la creación de un “hogar nacional judío” en tierras palestinas. También en el mes de noviembre pero del año 1947 la organización de las naciones unidas sancionaría la Resolución N° 181 sobre la partición de Palestina, que sentaría un precedente nefasto en orden a expoliar y fragmentar el territorio palestino otorgando el 54% de sus tierras a colonos sionistas afincados en palestina.

Una marcha colonialista

Igualmente el mes de noviembre pero en este caso del año 1975 representa una fecha infausta para el pueblo saharaui, que rememora su propia Nakba a manos de Marruecos tras la llamada Marcha Verde. Año tras año desde el 6 de noviembre, desde 1975, al conmemorarse la denominada Marcha Verde –que dio inició a la ocupación de Marruecos del territorio saharaui– esta fecha me hace reiterar la afirmación y ampliar mis convicciones, respecto a que al pueblo Saharaui se le ha robado su territorio y su desarrollo como nación, pero no su valentía y dignidad.
Marcha que marcó, igualmente, el inicio de la guerra entre Marruecos y la República Árabe Saharaui Democrática –RASD– en un conflicto armado que se prolongó 16 años. El día 6 de septiembre del año 1991 las fuerzas saharauis y de Marruecos cesaron el fuego que inundó esa zona del Magreb. No se declaró el fin de las hostilidades entre las fuerzas del Frente Polisario y Marruecos, sino que un simple armisticio. En dicha fecha el pueblo saharaui, a través de su organización política y armada decidió asumir el proceso de paz siempre y cuando la monarquía marroquí, respetara la decisión del referéndum, que debía ser conducido e implementado por la Organización de Naciones Unidas –ONU– a través de la Misión de las Naciones Unidas Para el Referéndum en el Sahara Occidental –MINURSO– Los saharauis han cumplido, han cedido, han esperado. Marruecos, España, Francia y la ONU han traicionado los compromisos asumidos.
Una declaración de alto al fuego surgida en un marco poco estable, que poco a poco comenzó a mostrar esa fragilidad, consolidando el temor respecto a que el proceso de referéndum nació malherido, sobre todo por las presiones de la Casa Real Marroquí, que avalada por sus alianzas con España, Francia y Estados Unidos, desconoció el censo efectuado por España el año 1974 y los requisitos necesarios para identificar los votantes autorizados. Elemento crucial, pues de esa manera Marruecos aumentó artificialmente el número de votantes, sumando a miles de colonos traídos a los territorios ocupados, modificando la naturaleza de dicho referéndum.
Situación que comienza a tener su explosión bélica, con la entrada en territorio saharaui de la Marcha Verde. Proceso político destinado a presionar a las Naciones Unidas, a España y preparar el escenario de la invasión al Sáhara occidental. Iniciada a mediados del mes de octubre del año 1975 y que cruza la frontera con el territorio saharaui el día 6 de noviembre. Se marca así el inicio de la ocupación y proceso colonizador de Marruecos del Sáhara occidental, consolidando la conducta indigna de la potencia ocupante –España– que abandona el territorio, traicionando los anhelos del pueblo saharaui e incumpliendo sus obligaciones como Potencia Colonial desde el año 1885 en la zona –permitiendo la irrupción– por felonía y acuerdos firmados a espaldas del pueblo saharaui –de las fuerzas de Marruecos y Mauritania– impidiendo, de esa forma, la organización de un referéndum por la independencia bajo el mandato de las Naciones Unidas.
La invasión del Sahara generó la resistencia del pueblo saharaui, agrupado en torno al Frente Popular de Liberación de Saguía el Hamra y Río de Oro –Frente Polisario– fundado el año 1973, que ha desafiado a Marruecos y su política de anexión del territorio saharaui. Mauritania en esta historia fue derrotado contundentemente por las fuerzas saharauis y obligado a firmar la paz el año 1977, continuando la contienda entre las precarias, pero heroicas fuerzas del Polisario contra el bien equipado ejército marroquí. Entre el año 1975 y 1991 se enfrentaron las fuerzas saharauis apoyadas por Argelia, principalmente, contra el Reino Alauita de Marruecos, asistido éste por Occidente: Francia y Estados Unidos al que se unieron en materia de apoyo financiero, tecnológico y labores de inteligencia, tanto Arabia Saudita como Israel.
La Marcha Verde comenzó a la par de la decisión de la Corte Internacional de Justicia de La Haya quien hizo público un dictamen, para responder la interrogante respecto a que si Sáhara occidental era, al momento de la colonización por España un territorio sin dueño –¿Era el Sáhara Terra Nullius?– y si la respuesta a la primera pregunta fuera negativa conocer entonces ¿Cuáles eran los vínculos jurídicos entre este territorio y el Reino de Marruecos y la entidad mauritana? La CIJLH hizo público su dictamen, ante las alegaciones marroquíes el 16 de octubre de 1975, estableciendo que no existía vínculos de soberanía territorial entre el Sahara Occidental y el Reino de Marruecos o el conjunto Mauritano como lo afirmaba Rabat, quien alegaba que era necesario respetar el derecho de la integridad territorial
Los vínculos jurídicos establecidos en dicha sentencia establecieron la falsedad de dicha afirmación, pues la Corte declaró que no existían derechos que supusieran reponer una supuesta integridad territorial inexistente. La tesis sostenida por Marruecos no tuvo éxito, pero ello no impidió que este país, el mismo día de conocerse la opinión de la Corte de La Haya, diera continuidad a la denominada Marcha Verde convocada por Hassan II, y en la que se movilizó 350.000 personas, que se lanzaron a través del desierto para reivindicar el territorio del Sahara, enmarcados en el color verde que representa el color del Islam, queriendo de ese modo darle una legitimidad histórica y religiosa a un acto de despojo, ocupación y violación del derecho internacional. Unido a esos civiles, 25 mil soldados entraron a territorio saharaui violando desde entonces los derechos del pueblo saharaui.
La monarquía marroquí instituyó como fiesta nacional el día 6 de noviembre de 1975, que celebra el despojo de la patria saharaui y la violación del derecho internacional. Cada nueva conmemoración de la Marcha Verde nos lleva a recordar un viejo aforismo que sostiene “la historia no se repite pero... como no recordar con este hecho violatorio las numerosas transgresiones a la resolución número 242 de las Naciones Unidas, que ordenaba a Israel retirarse de los territorios ocupados luego de la Guerra de los Seis Días, en el año 1967 y en lugar de ello, hasta el día de hoy dicho país sigue colonizando territorios que legítimamente pertenecen al pueblo palestino.
Cada 6 de noviembre, nos recuerda la analista Salka Embarek, la monarquía marroquí celebra el inicio de la ocupación de la patria saharaui, acontecimiento que dio inicio al genocidio de su población, la vulneración de todos su derechos y el robo de sus riquezas “cuestión que año tras año vuelve a poner sobre la mesa la responsabilidad de España, el abandono de la que fuera una más de sus provincias, junto a su población, el inconcluso proceso de descolonización, las resoluciones de la ONU a favor de los derechos del pueblo saharaui, la necesidad de hacer cumplir a Marruecos con la legalidad internacional y la imposición de la justicia para el pueblo saharaui como su derecho a ser soberano”
La Marcha verde no sólo significó la presencia como Potencia ocupante de Marruecos en suelo Saharaui sino el inicio del transtierro de su población. La población saharaui, que logró huir de la invasión, por parte de las fuerzas militares marroquíes el año 1975, atravesó cientos de kilómetros de calcinante desierto bajo el bombardeo de la aviación de Marruecos que lanzaba Napalm y fósforo blanco. Esa población que logró sobrevivir a la sed, las inclemencias de la hamada, las enfermedades terminó estableciéndose en una zona del sur de Argelia denominada Tinduf. Una región donde el vivir se dificulta en extremo. Allí donde las temperaturas alcanzan los 50 grados, también se viven catastróficas inundaciones de un barro que destruye todo, como fue en noviembre del 2015.
A pesar que nada parece sobrevivir en la Hamada, los saharauis la han colmado de su esperanza, de su vida. El orgullo y la dignidad de este pueblo tienen mucho que decirnos, en base a su convicción política y el derecho a recuperar de pleno derecho su tierra. El vivir en una serie de campamentos que reciben el nombre de sus provincias ocupadas: Dajla, Aussert, Smara, El Aaiun, Boujdour y su capital administrativa Rabouni, la organización del gobierno saharaui y la vocación pacífica, laboriosa y esperanzadora de su pueblo destaca por la disciplina, el vigor y el orgullo de ser Saharaui. La sensación y luego la certeza que se tiene al visitar estos territorio, es que existe y tenemos una deuda con esos hombres y mujeres, que se palpa en cada Wilaya, en cada Daira, en cada Jaima donde miles de seres humanos sueñan con recuperar lo que les ha sido arrebatado a sangre y fuego.
A inicios del cuarto lustro del siglo XXI, junto al valor de los pueblos de palestina, Siria, Bahrein, Yemen, entre otros, agredidos por el apetito insaciable de la triada entre imperialismo, sionismo y wahabismo. Cuando todo ello aún sigue presente, hay que resaltar al pueblo saharaui. Un pueblo, que sufre una criminal ocupación, que ha cercenado su vida como sociedad, con parte de su población sometida a la política colonial de la monarquía marroquí y la otra parte de ella, situada en los campamentos de Tinduf en territorio argelino, viviendo en la dignidad con que sólo un pueblo digno, a pesar de lo brutal del entorno, podría vivir
El pueblo saharaui, con su respeto a las leyes internacionales, ante su vocación de sociedad pacífica no ha recibido más que bofetadas a su anhelo de autodeterminación. Un pueblo que ha recibido engaños, traición, complicidad con el criminal y la conducta colonizadora y criminal de la monarquía marroquí que tiene múltiples cuentas que rendir ante la sociedad saharaui, el mundo y sus organismos internacionales. Un pueblo saharaui, que más temprano que tarde verá bañar sus sueños en las costas atlánticas y verá consolidar sus objetivos de alcanzar la libertad. Un pueblo que desde el año 1975, abandonado traicioneramente por España e invadido vilmente por Marruecos, comenzó su propia y personal catástrofe colectiva. Los saharauis han vivido su propia Nakba –su propia catástrofe– concepto con que definen los palestinos los sucesos del año 1948 cuando debieron abandonar sus tierras en el marco de la ocupación sionista de Palestina. Los saharauis viven una situación similar.
Así, después de 42 años, la Nakba saharaui sigue siendo un continuo de la política colonizadora de la monarquía marroquí, el robo permanente de las riquezas, de la tierra, del agua, de los yacimientos de fosfatos de los caladeros atlánticos, de la segregación del pueblo saharaui en los territorios ocupados y del impedimento de volver de aquellos que pueblan los campamentos en Tinduf. Cada 14 de noviembre el pueblo saharaui recuerda su Nakba, cada 14 de noviembre debe ser un golpe a nuestra conciencia, un recordis –un volver a pasar por el corazón–respecto a que la autodeterminación y el retorno son los objetivos prioritarios del pueblo saharaui. No hay otro camino, no hay otra solución, incluso si ello implica retomar las armas y lanzarse al asalto por concretar sus sueños de autodeterminación.
Parafraseando a Blaise Pascal es posible dar cuenta que la dignidad tiene razones que los inmorales desconocen y que el recordar la lucha del pueblo saharaui permite entender que la dignidad de los hombres y mujeres de esta parte del mundo, los eleva a la categoría más alta del ser humano, aquella que habla de una sociedad digna, valiente, clara en sus objetivos, paciente, astuta, valerosa, entusiasta y que a pesar de décadas de despojo, abandono y represión, no flaquea en sus anhelo de una patria que vaya desde Saguia El Hamra hasta el Río de Oro. Desde la Hamada Argelina hasta la costa atlántica. Y eso, los indignos, los viles, los que lucran con los derecho de los pueblos, los que envilecen la condición humana, no entenderán jamás, que la Dignidad tiene nombre de Sáhara.

Pablo Jofré Leal
www.islamoriente.com

Sionismo, antisemitismo y la Declaración Balfour

La complementariedad entre el deseo antisemita de deshacerse de los judíos y el proyecto sionista de enviar a todos los judíos a Palestina parece ser ignorada, por ejemplo, por Theresa May.
Hace cerca de un año, el pasado 12 de diciembre, la primera ministra (PM) Theresa May pronunció las siguientes palabras en el Almuerzo de Negocios Anual de los Amigos Conservadores de Israel: “El 2 de noviembre de 1917 el entonces ministro de Relaciones Exteriores –un ministro de Exteriores conservador-, Arthur James Balfour, escribió: ‘El Gobierno de Su Majestad contempla favorablemente el establecimiento en Palestina de un hogar nacional para el pueblo judío y pondrá todo su empeño en facilitar el logro de este objetivo …’”.
La primera ministra leyó todo el texto de la carta a la que volveré a referirme más adelante. Después pronunció las siguientes palabras: “Se trata de una de las cartas más importantes de la historia. Demuestra el rol vital de Gran Bretaña en la creación de un hogar para el pueblo judío. Y se trata de un aniversario que celebraremos con orgullo”.
La primera ministra añadió: “De aquella carta y de los esfuerzos de tantas personas, nació un país especial”. Un país, Israel, que la primera ministra describió como “una democracia próspera, un faro de tolerancia, un motor de negocios y un ejemplo para el resto del mundo de superación de adversidades y resistencia al desfavorecimiento”. La PM entonces aprovechó la oportunidad de su discurso para atacar al Partido Laborista respecto a la cuestión del antisemitismo. Esto se dio unos días después de un evento similar organizado por los Amigos Laboristas de Israel: “Entiendo que a este almuerzo le han dejado el listón muy alto tras las extraordinarias escenas en el evento de los Amigos Laboristas de Israel. Este comenzó, de forma inusual, con Tom Watson interpretando a pleno pulmón Am Yisrael Hai. El público se sumó mientras su voz barítona llenaba la sala. ‘Am Yisrael Hai – el pueblo de Israel vive.’ Es un sentimiento con el que todos en la sala están sinceramente de acuerdo. Pero permítanme decir lo siguiente: no hay karaoke que pueda compensar la vista gorda que se hace al antisemitismo”. La PM siguió enorgulleciéndose de sus logros como ministra y los logros de su partido y gobierno al combatir el antisemitismo (e igualándolo al antisionismo). Así pues, el discurso de la PM se basaba en lo que cualquiera que conozca las circunstancias reales de la Declaración Balfour podría identificar como una contradicción descarada. Edwin Samuel Montagu era el único judío miembro del equipo de Gobierno liderado por David Lloyd George, al que Balfour pertenecía, y solo el tercer ministro judío en la historia británica. Comentó de la siguiente manera el borrador de la carta de Balfour cuando la recibió en agosto de 1917: “Deseo que conste en acta mi opinión de que la política del Gobierno de Su Majestad es antisemita y de que, por consiguiente, servirá de inspiración a todos los antisemitas del mundo”. Montagu comentó que “resulta inconcebible que el sionismo sea reconocido por el gobierno británico y que se autorice al Sr. Balfour a decir que Palestina se tiene que reconstituir como el ‘hogar nacional del pueblo judío’. No sé qué implica esto, pero supongo que ello significa que mahometanos y cristianos deben dar paso a los judíos y que los judíos deben ser puestos en todas las posiciones preferentes y deben ser extrañamente asociados con Palestina de la misma manera que Inglaterra lo es con los ingleses o Francia con los franceses, que turcos y otros mahometanos en Palestina serán considerados extranjeros, de la misma manera en que los judíos de aquí en adelante serán tratados como extranjeros en todos los países, excepto en Palestina”. Añadió entonces –irónicamente, como probablemente creía ser el caso: “Quizás también la ciudadanía solo debería concederse a raíz de un test religioso”. De hecho, esta última frase resultó ser profética, ya que la concesión de ciudadanía en el Estado de Israel acabaría estando inseparablemente asociada a la identificación religiosa como judío. Es totalmente comprensible la preocupación de Edwin Montagu por los musulmanes y cristianos en Palestina – constituían más del 90% de la población en la época-, pero quizás haya quien se pregunte por qué él entendía la política del Gobierno británico como antisemita. La cuestión se clarifica si se lee el texto completo de su memorándum al equipo de gobierno. Refiriéndose a dos publicaciones de la época, el periódico conservador The Morning Post, que se distinguiría por publicar en 1920 un capítulo de la infame falsificación conocida como Protocolos de los sabios de Sion; y el infamemente antisemita semanario contemporáneo llamado The New Witness, Montagu escribió: “Puedo entender fácilmente que los editores del Morning Post y de New Witness sean antisemitas, y no me sorprende nada que los no judíos de Inglaterra acojan con agrado tal política”. Montagu estaba entonces poniendo el dedo en la complementariedad entre el deseo antisemita de deshacerse de los judíos y el proyecto sionista de enviar a todos los judíos a Palestina. Él conocía muy bien un hecho que la primera ministra Theresa May parece ignorar: el de que el mismo ministro de Relaciones Exteriores, Arthur Balfour, estaba influenciado por la corriente antisemita conocida como “Sionismo Cristiano”, la corriente que apoyaba el “retorno” de los judíos a Palestina. El verdadero objetivo de este apoyo –no declarado en muchos casos, pero a menudo totalmente manifiesto- era deshacerse de la presencia de judíos en países de mayoría cristiana. Los sionistas cristianos veían en el “retorno” de los judíos a Palestina el cumplimiento de la condición de la Segunda Venida de Cristo, que sería seguida del Juicio Final condenando a todos los judíos al sufrimiento eterno en el Infierno, salvo si se convirtiesen al cristianismo. La misma corriente constituye a día de hoy la más firme defensora del sionismo en general y de la derecha sionista en particular. De hecho, cuando Arthur Balfour fue primer ministro, entre 1902 y 1905, promulgó el Aliens Act (Ley del Inmigrante) de 1905, cuyo objetivo era detener la inmigración a Gran Bretaña de refugiados judíos que huían del brutal antisemitismo que estaba creciendo en el Imperio Ruso. La continuidad directa entre este hecho y la carta de la cual la ministra May está orgullosa no podía escapar al entendimiento de Edwin Montagu. El ministro judío era completamente consciente del hecho de que los sionistas contaban con los antisemitas para lograr su proyecto de establecer un Estado sionista en Palestina. La clara mirada de Theodor Herzl Nadie es más claro sobre este tema que el propio Theodor Herzl, fundador del movimiento sionista y autor del manifiesto Der Judenstaat (el Estado de los judíos), que fue traducido del alemán al inglés como The Jewish State (El Estado judío). En el prefacio, Herzl declaró sin rodeos lo siguiente: “Todo depende de nuestra fuerza propulsora. ¿Y cuál es nuestra fuerza propulsora? La miseria de los judíos”. Herzl continuó en la misma línea y con mayor claridad en la introducción del libro dirigiéndose a los judíos laicos “asimilados” de Europa occidental que querían deshacerse de los pobres inmigrantes judíos de Europa del este y a los que él no dudó en describir como “antisemitas de origen judío” sin intención despectiva.
“Los ‘asimilados’ se beneficiarían aún más que los ciudadanos cristianos del alejamiento de los jud íos fieles ya que se librar ían de la competencia molesta, incalculable e inevitable del proletariado jud ío, arrojado de un lugar a otro, de un país a otro por la presi ón política y la necesidad económica. Este proletariado flotante se volvería estable. Actualmente, muchos ciudadanos cristianos, a quienes se califica de antisemitas, pueden oponerse a la inmigración de judíos extranjeros. Los ciudadanos judíos no pueden hacerlo, aunque son los m ás afectados, pues en ellos sienten, en primer lugar, la fuerte competencia de individuos que trabajan en ramas similares de la industria y que, además, o bien introducen el antisemitismo donde no existe o lo agravan donde ya existe. Es una pena secreta de los asimilados que se alivia por medio de empresas ‘filantrópicas’. Fundan sociedades de emigración para judíos errantes.
Este fenómeno implica un contrasentido que podría resultar jocoso si no se tratara de seres humanos. Algunas de estas sociedades de protección no obran a favor sino en contra de los desdichados judíos perseguidos, con el fin de alejarlos lo más rápido y lejos posible. Y así, observando atentamente, se descubre que muchos aparentes amigos de los judíos no son sino antisemitas de origen judío disfrazados de benefactores. Pero ni siquiera los intentos de colonización hechos por hombres realmente bien intencionados tuvieron éxito, aunque fueron intentos interesantes. (…) Estos intentos fueron interesantes en tanto que representaron, a pequeña escala, a los precursores prácticos de la idea de un Estado judío”.
El nuevo proyecto trazado por Herzl para sustituir la mencionada empresa colonial “filantrópica” tenía que pasar de acciones benevolentes a una aventura política integrada en el marco colonial europeo y orientada a la fundación de un Estado judío que pertenecería y reforzaría ese marco.
Para ello, Herzl se dio cuenta de que los cristianos antisemitas serían los más vehementes defensores de su proyecto. Su argumento central, en la sección titulada El Plan del segundo capítulo de su libro, es el siguiente: “La creación de un nuevo Estado no es ni ridícula ni imposible. (…) Los gobiernos de todos los países azotados por el antisemitismo estarán animadamente interesados en ayudarnos a obtener la soberanía que queremos”.
Lo único necesario era seleccionar el territorio en el cual el proyecto sionista se materializaría:
“Dos países pueden tomarse en cuenta: Palestina y Argentina. En ambos países se han llevado a cabo notables ensayos de colonización según el erróneo principio de la infiltración paulatina de los judíos. La infiltración está abocada al fracaso, pues llega siempre el instante en que el gobierno, presionado por la población que se siente amenazada, prohíbe la afluencia de judíos. Por consiguiente, la inmigración resulta inútil salvo si se asienta sobre una soberanía afianzada. La Society of Jews tratará con las actuales autoridades superiores del país, poniéndose bajo el protectorado de las potencias europeas, si estos empatizan con el plan”.
Hacia el final del último capítulo de su libro, donde explica los “Beneficios de la emigración de los judíos”, Herzl reafirmó, a aquellos a quien se había dirigido, que los gobiernos prestarían atención a su plan, “ya sea voluntariamente o bajo presión de los antisemitas”.
Podéis ahora entender por qué Edwin Montagu denunció el proyecto de la carta de Balfour como un producto de la confabulación entre el movimiento sionista y los antisemitas británicos, y por qué afirmó categóricamente que la política del Gobierno británico era antisemita y que serviría de inspiración para todos los antisemitas del mundo.

Historial catastrófico

El equipo de gobierno de David Lloyd George intentó aliviar las preocupaciones de Montagu sobre el destino de la mayoría palestina no judía y de los judíos que no estaban dispuestos a convertirse en colonos en Palestina añadiendo a su compromiso de “poner todo su empeño en facilitar el logro” del objetivo de “establecer en Palestina un hogar nacional para el pueblo judío” la disposición de que estaba “claramente entendido que nada se debe hacer para perjudicar los derechos civiles y religiosos de las comunidades no judías existentes en Palestina, o los derechos y el estatus político asegurados a judíos en cualquier otro país”.
Conocemos el historial catastrófico del gobierno británico en mantener las dos disposiciones que, en realidad, estaban en total contradicción con el compromiso central de la carta infame, así como con su verdadera esencia.
Que la PM Theresa May, un siglo después, pudiera encontrar en la infame Declaración Balfour un motivo de orgullo mientras confirmaba su satisfacción en relación con la postura contra el antisemitismo de su partido y Gobierno es razón de consternación ante el bajo nivel de conocimiento histórico del gobierno de Su Majestad y sus redactores de discursos.

Gilbert Achcar
OpenDemocracy
Traducción: Gabriel Huland y Susana Kobles

Pronunciado en la conferencia “The Balfour Declaration, One Century After (La Declaración de Balfour: un siglo después)”, organizado por el Centro de Estudios Palestinos de SOAS, Universidad de Londres, el 26 de octubre de 2017. Esta charla se basa parcialmente en el artículo que será publicado en la revista digital Jadaliyya el 3 de noviembre.

miércoles, noviembre 29, 2017

Cecilia Grierson: pionera en luchar por los derechos de las mujeres



La primera médica argentina, luchadora por los derechos civiles y políticos de las mujeres.

Si hoy nos hubiéramos despertado en el siglo XIX, encontraríamos que, a simple vista, todo a nuestro alrededor es diferente, desde el lugar en el que vivimos hasta las prendas que vestimos. Si somos mujeres además encontraríamos un sinfín de obstáculos para desarrollar nuestras vidas, que quizás hoy no podríamos imaginarlos.
En 1894, Cecilia Grierson chocó con aquella realidad y con las trabas que se le impondrían en su carrera por el simple hecho de ser mujer el día que se postuló para el cargo de Profesora sustituta de la cátedra de obstetricia para parteras. “Fue únicamente a causa de mi condición de mujer que el jurado de este concurso de competencias por examen, en extraño y único fallo, dispuso no conceder la cátedra, ni a mí ni a un competidor, un distinguido colega. El concurso fue declarado desierto”. Cecilia estaba siendo discriminada por su género, situación que la impulso a no retroceder, sino a tomar las riendas y convertirse en una de las luchadoras pioneras por los derechos de las mujeres.

Vida, educación y trabajo

Cecilia Grierson, nació en Buenos Aires el 22 de Noviembre de 1859 y falleció el 10 de abril de 1934. Tras terminar sus estudios secundarios, trabajó como maestra rural,egresándose de esta profesión en 1878, a los 19 años de edad. La vida y la enfermedad de una amiga la llevaron a estudiar medicina en la Universidad de Buenos Aires, siendo ella la primera mujer en convertirse en médica. En ese entonces, la medicina era una profesión que sólo podían ejercerla los varones. Para lograr sus objetivos, tuvo que enfrentarse a los prejuicios que un sector elitista y conservador de la sociedad tenía respecto a su condición de mujer.
Entre sus logros, dentro de la medicina ejerció como ginecóloga y obstetra en el hospital San Roque y extendió sus tareas a la divulgación, desde cursos hasta conferencias y publicaciones. Fue partícipe y colaboró con la primera cesárea que tuvo lugar en la Argentina, en el año 1892.
Después de eso, siguió formándose, viajó a Europa para tomar cursos de perfeccionamiento de ginecología y obstetricia, y en 1907 fundó la Asociación Obstétrica Nacional.

Ideales de lucha

Habiendo vivido en mitades del siglo XIX, experimentando las primeras experiencias de las luchas obreras, y comprendiendo las necesidades, el dolor y las peleas de los trabajadores, Grierson no solo cumplió un rol fundamental en la salud llevando servicios sanitarios y fundando salas de primeros auxilios a los barrios más excluidos, sino que también abriría las Escuelas de Economía Doméstica, extendiendo su reclamo a favor de la obtención de derechos civiles y políticos para la mujer, entre los que se contaba el derecho al voto.
Comenzaba una lucha para el acceso a la salud, la educación el trabajo y la vivienda.
Como militante del Partido Socialista, junto a Alicia Moreau de Justo y otras referentes, Grierson amplió sus horizontes políticos. En 1899 participó del Congreso Internacional de Mujeres en Londres logrando, un año después, en 1900 fundar el consejo de mujeres.
Junto a la Asociación de Mujeres Universitarias, fue impulsora del Primer Congreso Feminista Internacional de Argentina, en el cual se discutió la educación, la legislación del trabajo femenino, el abandono de los hijos y el sufragio universal.
Otras mujeres fueron participe junto a ella de los inicios de las luchas por los derechos civiles de las mujeres en Argentina.
En 1926 se propusieron reformas en el Código Civil y el grupo que integraban Grierson, con Elvira Rawson, Julieta Lanteri, María Abella Ramirez, Alicia Moreau, Carolina Muzzilli y Belén de Sárraga, había planteado que la mujer casada tenía los mismos derechos y estatus legal que los menores. Con esas reformas, la mujer podría disponer de sus propias ganancias y formar parte de asociaciones civiles o mercantiles.
Si volvemos al siglo XXI podemos ver que los avances que se conquistaron en materia de derechos para las mujeres, fueron producto de la lucha. Cecilia, junto a otras mujeres, sentó las bases para el desarrollo del gran proceso que implica acabar con la opresión de género. Luchas que hoy en día seguimos tomando como bandera: los derechos de las mujeres, como parte de las batallas por conquistar la gran emancipación de los y las trabajadoras del sistema de explotación capitalista.

Casandra Gerbiez

Fidel filósofo, el eslabón más alto de la dignidad



Recuerden que el eslabón más alto que puede alcanzar la especie humana es ser revolucionario.
Che

Es preciso estudiar el carácter filosófico de la obra revolucionaria de Fidel de la mano de su pueblo. No por ambiciones museísticas o enciclopédicas, sino porque la humanidad vive una crisis de dirección revolucionaria donde son indispensables los aportes y los debates posibles que su pensamiento y su obra fecundan permanentemente. Siempre creyó Fidel que es posible cambiar al mundo, porque es insostenible e insoportable la aberración oligarca que hace de la vida un esperpento desolador donde se destruye a la especie humana y al planeta entero.
Entre todas las dimensiones revolucionarias de Fidel, la de “filósofo” tiene brillo y definiciones propias. En su pensamiento, y especialmente en su praxis, fijó coordenadas clarísimas para entender su inteligencia y su vigencia revolucionaria capaces de superponerse al paso del tiempo y a toda forma del olvido. Fidel, por ejemplo, prestó carne al pensamiento de José Martí, lo hizo suyo y lo profundizó. Fidel trabó litigio permanente contra la realidad miserable que carcomía al pueblo no solo bajo la dictadura de Batista, sino mucho antes. De aquel Martí y de ese litigio contra la injusticia emerge la certeza definitiva de un filosofar en lucha que asciende hacia la praxis revolucionaria y que por cumplirse como ejemplo y con lealtad durante toda una vida, derrota a la muerte y derrota al olvido. Porque las ideas revolucionarias son ideas que deben perfeccionarse permanentemente.
Contra la operación mediática o psicológica imperial que ha tratado de convencernos de que muerto Fidel está muerta la revolución, tenemos por herencia el bastión de su Filosofía crítica, que supo ser vertedero ético mundial, que supo ser luz de dignidad a prueba de todo. Que supo llamar por su nombre a cada una de las virtudes de los revolucionarios y también a cada uno de sus errores. Que supo ser visionario ejemplar y estudioso riguroso de las luchas (y de las amenazas contra esas luchas), gracias al privilegio de su inteligencia creadora en pleno uso del método de Marx y Engels en la acción directa. Supo esclarecer la premisa más importante en una Revolución que no es “propiedad” de Fidel sino del pueblo revolucionario de Cuba.
En el repertorio de las ideas filosóficas de Fidel destaca su preocupación esencial por la humanidad, especialmente por el carácter revolucionario de la humanidad, y destaca su siempre ejemplar confianza en que es posible e irrefrenable el ascenso de los seres humanos hacia una sociedad superior. Por eso Fidel está presente en toda rebeldía, a pesar de los debates, las contradicciones y los retrocesos que la humanidad sufre. La filosofía socialista de Fidel, su filosofar la sociedad superior y los caminos hacia ella, continua su marcha y perfeccionamiento en manos del propio pueblo cubano. “Si queremos expresar cómo aspiramos que sean nuestros combatientes revolucionarios, nuestros militantes, nuestros hombres, debemos decir sin vacilación de ninguna índole: ¡Que sean como el Che! Si queremos expresar cómo queremos que sean los hombres de las futuras generaciones, debemos decir: ¡Que sean como el Che! Si queremos decir cómo deseamos que se eduquen nuestros niños, debemos decir sin vacilación: ¡Queremos que se eduquen en el espíritu del Che!”
Pero la consigna es defenderlo de ser Dios, tal cual Feliú lo invoca pensando en el Che. Como todo ser humano revolucionario hay en Fidel errores —que él mismo reconoció y faltantes que él mismo admitió—, en la dinámica misma de su formación o de las tensiones mundiales que Cuba tuvo y tiene. “He cometido errores, pero ninguno estratégico, simplemente táctico. No tengo ni un átomo de arrepentimiento de lo que hemos hecho en nuestro país”, dijo en una entrevista.
Fidel incubó en su pensamiento la certeza de que una Revolución (que alguna vez pareció imposible) debía realizarse (hacerse realidad) convirtiendo su teoría y su método en acción concreta. Todo a pesar de las amenazas y los ataques del imperialismo norteamericano… había una revolución en marcha. Confianza en la humanidad, desconfianza en el imperio. El pensar filosófico de Fidel, que no es obra decorativa, está impregnado de verdades humanas y eso es lo que lo hace, junto a su raíz revolucionaria, materia contagiosa.
Eso contagió a millones de seres humanos, e hizo a Fidel madurar como líder al mismo tiempo que se hizo educador popular y estadista de nuevo cuño, alejado de las formas políticas acartonadas, diluyendo las veleidades diplomáticas convencionales y pariendo el nuevo orden de la fraternidad revolucionaria con todos los pueblos y la unidad de la Revolución al Socialismo con la liberación nacional. Pieza clave de su filosofar la Revolución —como revolucionario— se expresa en el pensar de su pueblo, que se transformará a sí mismo para ver nacer una nueva conciencia que es logro epistemológico, ético y estético. Todo ello filosofado en clave de humanista, de nuevo tipo, forjado en la lucha revolucionaria. Fidel siempre audaz y fraterno. Su pensamiento ha trascendido las fronteras. Fidel supo darse tiempo para reflexionar profundamente, sin dejar las urgencias y sin frenar el combate. Especialmente la “Batalla de las Ideas”. Filósofo sin dejar de ser soldado, pensador en acción para la libertad y la justicia. Soldado de las ideas y de la moral de la práctica. Exigió, junto a Chávez, la existencia de una Red de Intelectuales y Artistas en Defensa de la Humanidad.
Fidel, desde su altura y anchura intelectual, desde su envergadura moral y política, tenía entre sus preocupaciones el problema permanente de hacer conocer las ideas, trasmitirlas, contagiarlas. Dilema de todos nuestros frentes y nuestras luchas. Apelaba Fidel a cuanta gracia y a cuanta audacia hicieran expandir (con claridad) los idearios revolucionarios (su Filosofía) madurados por los pueblos, con sus sueños de justicia y de igualdad; con sus planes de equidad y de felicidad. Estaba Fidel dispuesto a admitirlo todo, sin confundir la táctica con las estrategias, porque su ética tenía también claridad meridiana, márgenes irrefutables y solvencia a toda prueba. Su ética humanista… su ética en pie de lucha. Su consigna filosófica vigente: “Dentro de la revolución todo; fuera de la revolución nada”. Está claro.

Fernando Buen Abad Domínguez
La Jiribilla

De un internet abierto a una vuelta a la edad oscura

¿Alguien puede dudar de que el acceso a un internet relativamente libre y abierto está llegando rápidamente a su fin en Occidente? En China y otros regímenes autocráticos los líderes simplemente manipularon internet a su voluntad, censurando el contenido que amenaza sus gobiernos. Pero en el "democrático" Occidente se está haciendo de manera diferente. El Estado no tiene que interferir directamente, subcontrata su trabajo sucio a las corporaciones.
Tan pronto como el próximo mes la red podría convertirse en el juguete exclusivo de las mayores corporaciones de ese tipo, decididas a obtener la mayor ganancia posible fuera del ancho de banda. Mientras tanto, las herramientas que nos permiten involucrarnos en el pensamiento crítico, la disidencia y la movilización social se eliminarán a medida que la "neutralidad de la red" se convierta en una nota histórica, una fase inicial, la del "crecimiento" de internet.
En diciembre la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC) planea revocar regulaciones ya comprometidas puestas para mantener una apariencia de “neutralidad de la red”. Su presidente, Ajit Pai, y las corporaciones que son proveedoras de servicios de internet quieren eliminar estas reglas, al igual que el sector bancario se deshizo de las regulaciones financieras para poder inflar nuestras economías en esquemas ponzi gigantes.
Eso podría servir como el golpe final a la izquierda y su capacidad para hacer que su voz se escuche en el ámbito público.
Fueron los líderes políticos, ayudados por los medios corporativos, quienes allanaron el camino para este paso con su fomento de un pánico moral egoísta sobre las "noticias falsas". Argumentaron que las noticias falsas aparecieron solo en internet, no en las páginas de los medios corporativos, los mismos medios que nos vendieron el mito de las armas de destrucción masiva en Irak y han preservado de manera tan efectiva un sistema de partido único con dos caras. Al parecer el público necesita estar protegido solo de los blogueros y los sitios web.
Rápidamente respondieron los gigantes de las redes sociales. Cada vez está más claro que Facebook está interfiriendo como una plataforma para la difusión de información para activistas progresistas. Ya está cerrando cuentas y limitando su alcance. Estas tendencias solo se acelerarán.
Google ha cambiado sus algoritmos de forma que ha garantizado que los rankings de los motores de búsqueda de los sitios prominentes de la izquierda caigan por el piso. Cada vez es más difícil encontrar fuentes alternativas de noticias porque se ocultan activamente a la vista.
Google intensificó ese proceso esta semana "desclasificando" RT y Sputnik, dos sitios rusos de noticias que proporcionan un contrapeso importante -aun cuando haya sesgo pro-Rusia en su agenda- a la propaganda antirrusa lanzada por los medios corporativos occidentales. Los dos sitios serán censurados en internet para la gran mayoría de los usuarios.
RT está lejos de ser una fuente perfecta de noticias -ningún medio estatal o corporativo lo es- pero es una voz vital para tener en línea. Se ha convertido en un santuario para muchos que buscan críticas alternativas y a menudo mucho más honestas, tanto de la política interna de Occidente como de la intervención occidental en tierras lejanas. Tiene su propia agenda política, por supuesto, pero a pesar de la suposición de muchos liberales occidentales proporciona una imagen mucho más precisa del mundo que los medios corporativos occidentales sobre una amplia gama de cuestiones.
Eso es por una buena razón. Los medios corporativos occidentales están ahí para apuntalar prejuicios que han sido inculcados en las audiencias occidentales a lo largo de toda su vida, el principal es que los estados occidentales actúan legítimamente como policías bienintencionados, aunque de vez en cuando torpes, tratando de mantener el orden, entre otras situaciones, en estados malvados o indisciplinados en todo el mundo.
Los medios y la clase política pueden aprovechar fácilmente estos prejuicios para persuadirnos de todo tipo de mentiras que fomentan los intereses occidentales. Para tomar solo un ejemplo, Irak. Nos dijeron que Saddam Hussein tenía vínculos con al-Qaeda (no los tenía y no pudo haberlos tenido), que Irak poseía con armas de destrucción en masa (no las tenía tal como los inspectores de armas de la ONU intentaron decirnos) y que los Estados Unidos y el Reino Unido querían promover la democracia en Irak (pero no antes de que hubieran robado su petróleo). Puede haber habido oposición en Occidente a la invasión de Irak, pero estaba mínimamente impulsada por una apreciación de que estos elementos de la narrativa oficial eran fácilmente verificados como mentiras.
RT y otras fuentes de noticias en inglés no occidentales proporcionan una lente diferente a través de la cual podemos ver eventos muy importantes con perspectivas que no se ven opacadas por una agenda occidental patricia.
Las fuentes y los sitios progresistas están siendo gradualmente silenciados y puestos en la lista negra, llevándonos nuevamente a los brazos de los propagandistas corporativos. Pocos liberales están dispuestos a alzar la voz en nombre de RT, olvidando las advertencias de la historia, como el poema antinazi de Martin Niemoller "Primero vinieron a por los socialistas".
Las reglas existentes progresistas y disidentes de "neutralidad de la red" ya están fallando, como dejan claro los desarrollos que he señalado antes. Porque sin ellas las cosas empeorarán. Si los cambios se aprueban el próximo mes los proveedores de servicios de internet (ISP), las empresas que nos conectan a internet, también podrán decidir qué debemos ver y qué queda fuera de nuestro alcance.
Gran parte del debate se ha centrado en el impacto de poner fin a las reglas de las empresas comerciales en línea. Es por eso que Amazon y sitios pornográficos como Pornhub han liderado la oposición. Eso está eclipsando la amenaza más significativa para los sitios progresistas y los principios de la libertad de expresión que ya están en conflicto.
Al In-System Programming (ISP) se le dará una mano mucho más libre para determinar el contenido que podemos recibir en línea. Podrán ralentizar las velocidades de acceso de los sitios que no son rentables, lo cual es cierto para los sitios de activistas, por definición. Pero también pueden estar facultados para imponer la censura al estilo chino, ya sea por iniciativa propia o bajo presión política. El hecho de que esto pueda justificarse por motivos comerciales, no políticos, será de poca ayuda.
Las personas comprometidas con encontrar noticias reales pueden encontrar soluciones. Pero esto es un pequeño consuelo. La gran mayoría de las personas utilizará los servicios que les brindan y no se darán cuenta de lo que ya no está disponible.
Si se necesita cierta edad para acceder a un sitio web, simplemente harán clic en cualquier otro lugar. Si una búsqueda en Google muestra solo los resultados corporativamente aprobados, leerán lo que se ofrece. Si su servidor de Facebook se niega a proporcionar contenido "no rentable" o "falso", no se enterarán. Pero todos los que nos preocupamos por el futuro seremos los más empobrecidos.

Jonathan Cook
Counter Punch
Traducido del inglés para Rebelión por J. M.

Jonathan Cook ganó el Premio Especial Martha Gellhorn de Periodismo. Sus últimos libros son Israel and the Clash of Civilisations: Iraq, Iran and the Plan to Remake the Middle East (Pluto Press) y Disappearing Palestine: Israel’s Experiments in Human Despair (Zed Books). Su web es www.jkcook.net .

Macri: plan de guerra y realidad

Nuevo asesinato y crisis con las fuerzas armadas y de seguridad. A pesar de los dadores voluntarios de gobernabilidad, la relación de fuerzas encuentra la forma de imponerse. El Gobierno avanza en un objetivo importante y se empantana en todos los demás.

La embriaguez de optimismo por el triunfo electoral de hace un poco más de un mes fue dando lugar a la moderación ante una realidad que sigue empecinada en no adaptarse mansamente a los deseos imaginarios de los gobernantes.

Fuerzas zarpadas

El violento asesinato de un integrante de la comunidad mapuche Lafken Winkul Mapu en Bariloche a manos de uniformados federales, coronó una semana negra para el oficialismo en relación con las fuerzas armadas y de seguridad. También fueron baleados con municiones de plomo otros tres integrantes de la comunidad, en un hecho producido el mismo día del velatorio de Santiago Maldonado. Los miembros de la comunidad fueron atacados cuando regresaban de la montaña en la que se habían resguardado por varios días para proteger su integridad física durante la cacería que desplegaron el pasado jueves 23 de noviembre los miembros de la Policía Federal, en una operación conjunta con grupos especiales Geop y Albatros, con el apoyo aéreo de un helicóptero de Gendarmería Nacional.
Los graves acontecimientos tuvieron lugar cuando el macrismo se disponía a “usufructuar” los resultados de la autopsia sobre el cuerpo de Santiago, para intentar “salvar” la responsabilidad inocultable de Gendarmería. El nuevo hecho de sangre vuelve a confirmar el carácter asesino de las fuerzas de seguridad, agravado por el encubrimiento estatal y la impunidad mediática.
Como en las peores épocas, los diarios Clarín (y su corresponsal policial en el sur) y La Nación salieron a hablar de “enfrentamientos” y “tiroteos” donde los muertos y heridos siempre están del mismo lado.
Un grave hecho que envuelve al Gobierno cuando todavía está abierta la crisis por la desaparición del submarino ARA San Juan y las evidentes impericias oficiales motorizadas por el anhelo de deslindar responsabilidades. "Estaba en perfectas condiciones para navegar" aseguró Mauricio Macri en su escueta conferencia de prensa cuando, según la justicia, las condiciones del submarino aún son materia de investigación. Realizó la afirmación con la misma seguridad con la que Patricia Bullrich sentenció en su momento que la Gendarmería no había ingresado a la comunidad Pu Lof en Resistencia de Cushamen cuando se produjo la muerte de Santiago en el marco de una represión.
Los cisnes no tan negros con las fuerzas del núcleo duro de su Estado tienen lugar cuando el Gobierno se dispone a iniciar su “etapa programática” que ya enfrentó unos cuantos traspiés.

Reformismo remanente

A pocos días de las elecciones generales, Mauricio Macri presentó un plan de guerra anunciado con bombos y platillos ante el establishment económico y político del oficialismo y la oposición tradicional.
Luego se conocieron los proyectos de reforma laboral, tributaria y previsional, como las tres fuentes y tres partes de la nueva era del “reformismo permanente”.
La contrarreforma laboral original contenía 145 artículos, uno más draconiano que el otro. En la primera negociación con el triunvirato de la CGT, el Gobierno debió dejar de lado puntos sustanciales que habían provocado el éxtasis en el universo empresario, mientras generaban preocupación y malestar en el mundo obrero. El retroceso parcial del oficialismo se produjo a pesar de la conducción de la central y no por mérito de una quimérica capacidad de negociación de la que realmente carecen.
El proyecto que quedó en pie, salido del “pacto de la Rural” –inoportuno lugar donde el triunvirato cegetista y el oficialismo concretaron el acuerdo- implicaba igualmente retrocesos en derechos laborales y avance patronal.
Pese a todas las idas y vueltas, el tratamiento express del proyecto que pretendía llevar adelante el macrismo se derrumbó la semana que pasó y una fracción de la CGT (básicamente, los camioneros conducidos por Pablo Moyano) en alianza con la kirchnerista Corriente Federal de Trabajadores (con eje en los bancarios que dirige Sergio Palazzo) y ambas CTA, se aprestan a marchar el próximo 29 de noviembre “contra las reformas”. Varias regionales de la CGT del conurbano y el interior del país, también se pronunciaron en contra del proyecto.
Con los contornos laberínticos de las superestructuras sindicales y políticas, la relación de fuerzas no deja de manifestarse ante los primeros intentos de ataques certeros y abiertos del macrismo, luego de una década de recomposición social del movimiento obrero e inexistencia de una crisis catastrófica disciplinadora y de cierto gradualismo que todavía permite la capacidad de endeudamiento.

Hood Robin

En el área donde sí avanzó el Gobierno fue en la aprobación de los dictámenes de reforma impositiva y previsional, gracias a la domesticación del peronismo político. El macrismo aprovechó la tierra arrasada de la derrota electoral y el retroceso que significó la pérdida del poder del Estado para un partido que, en los términos del clásico trabajo de Steven Levitsky, había transitado el camino de partido sindical a partido clientelista.
Para imponer este objetivo, el Gobierno usufrutuó un método tan “republicano” como el que utilizó el kirchnerismo para imponer su, ejem…, “hegemonía”: el bonapartismo de la caja. El oficialismo extorsiona a los gobernadores y los gobernadores coaccionan a sus legisladores y entre todos hacen sistema para conspirar contra los jubilados. Un mecanismo al que se puede calificar de cualquier manera, menos de “democrático”. Además, los cañones apuntaron contra el sector más vulnerable en términos de capacidad de defensa: los jubilados y las personas que reciben la AUH y otras prestaciones sociales. Literalmente se arrancarán 100 mil millones de pesos de los bolsillos de 16 millones de personas de las más pobres de la sociedad y se colocarán en las arcas de los empresarios (que se beneficiarán de considerables bajas impositivas), gobernadores y especialmente en las cuentas de María Eugenia Vidal que recibe un regalo del cielo para el fondeo de su próxima campaña electoral. Ni Hood Robin lo hubiese hecho mejor.
La reducción de impuestos y cargas sociales patronales impondrá un desfalco de la ANSES para el retorno, más tarde o más temprano, de un clásico de clásicos del neoliberalismo rabioso: las AFJP o jubilaciones privadas.
Igualmente, todavía queda el tratamiento parlamentario de las reformas donde los legisladores deberán exponerse en la arena pública para aprobar este saqueo y pagar las consecuencias. El triunvirato de la CGT avisó desde Roma, hacia donde huyó luego de la tímida y cobarde capitulación, que no avalaba la reforma impositiva ni previsional.
Es verdad que Cambiemos puede estar aplicando el “método (Esteban) Bullrich”. Aquel que confesaba en una charla académica: “¿Qué hacemos para vencer en la resistencia? [de los gremios NdR]. Primero lanzar muchas iniciativas al mismo tiempo” develaba sin ruborizarse el ahora senador electo por la provincia de Buenos Aires. Y luego aclaraba que trataban de avanzar en alguna de ellas. En este caso, esa sería la jugosa reforma previsional.
Esto es tan cierto cómo el hecho de que presentar un plan global que supuestamente abriría una nueva era y luego no poder cumplir la mayor parte va configurando un escenario que se parece bastante al fracaso.
En este tablero todavía abierto, el peronismo sindical retoma protagonismo pero -parafraseando al General Perón-, no porque ellos sean buenos, sino porque los otros (el peronismo político) está en el horno. El moyanismo, en ese marco, vuelve a buscar su lugar en la historia.

El factor Moyano

“Es usual que la CGT siempre tenga afuera un kamikaze golpeando para utilizarlo en las negociaciones. Pero también es cierto que el ‘Negro’ siempre estuvo al tanto de las conversaciones y del contenido de la reforma”. La frase podría haber sido pronunciada en estos días de apresuradas negociaciones para un trámite urgente de la reforma laboral. Sin embargo, tiene casi 20 años y la enunció uno de los asesores técnicos de la central obrera en los años del gobierno de la Alianza, cuando se discutía una contrarreforma que se terminó imponiendo a golpes de billetazos limpios. El fallecido Oscar Lescano, exdirigente de Luz y Fuerza, completaba el razonamiento: “Siempre nos sirvió tenerlo en la pelea, cuando teníamos un problema con el Gobierno decíamos ‘ojo que le dejamos la CGT al Negro’, nos servía mucho’’, confesaba el legendario burócrata de los luzyfuercistas.
El resto fue una historia que retornó como un fantasma en la presente coyuntura: la aprobación de la llamada “ley Banelco”, con los senadores peronistas adornados con cinco millones de pesos que el tristemente célebre Mario Pontaquarto trasladó de los sótanos hacia el “templo” de la democracia: de la SIDE al Congreso.
Un exfuncionario de rango alto en la administración kirchnerista asevera que Moyano está practicando su clásico “vandorismo primitivo”. Según la definición de Rodolfo Walsh, en esa crónica colosal que tituló ¿Quién mató a Rosendo?, uno de los secretos de la magia vandorista es presentar como resistencia lo que ya es negociación.
A lo largo de su trayectoria sindical, Moyano siempre transitó ese inestable equilibrio entre la resistencia y la integración. Un álgebra que termina siendo bastante funcional para la estrategia de contención del movimiento obrero y para el control de daños que dejan los planes de ajuste y flexibilización. Bajo el kirchnerismo, se convirtió en la columna vertebral del proyecto para la administración de las paritarias y el techo a los salarios en los años de expansión económica. En tiempos de crisis, retornó “al llano” para atender su juego.
Pero como el tiempo no pasa en vano, hay algunas diferencias no desdeñables en la función que cumplió en los años 90’ y que cimentaron su liderazgo en la década pasada, y la que eventualmente puede cumplir en la actualidad.
La primera es la fortaleza gravitante del polo “integrador” de su corriente por el monumental crecimiento del poder del sindicato (más de 200 mil afiliados) y la expansión en diversas ramas (logística y recolección, entre muchas otras). Factores que se suman a la histórica dependencia del Estado que condiciona a todos los sindicatos. Pero además, el poder real no se basa sólo en el fortalecimiento de afiliados y bases, sino en la “diversificación” de los emprendimientos del aparato camionero, que en algunas áreas borró los límites entre sindicato y empresas, convirtiéndose en muchos casos en una y la misma cosa. La alianza con el grupo RHUO (que administraba OCA hoy en crisis, y varias compañías más), con otras empresas de logística; así como la adquisición de sus propias empresas (de seguro, de empleo y hasta el Club Independiente), dejan como un pequeño kiosco los negocios que describía la aguda pluma de Walsh como parte del artefacto vandorista original (venta de chatarra “donada” por las empresas, quiniela, concesiones, etc.). Las relaciones íntimas con el Estado (nacional, provincial o municipal) y con fracciones empresarias, colocan al sindicato camionero como un pilar de la gobernabilidad, con demasiados intereses en juego dependientes más de la negociación que, obviamente, de la resistencia.
El otro factor en juego es la tortuosa transición en la conducción de la CGT y el recambio generacional en la dirección del sindicato. Pablo Moyano no tiene (por ahora) la ascendencia ni el volumen de su padre, ni su sagacidad táctica. A la vez, está en la encrucijada entre convertirse en agente de la contención del malestar obrero (reeditar el moyanismo original) o pasar a la historia sin pena ni gloria. “Nadie sabe a ciencia cierta cuánto Hugo controla realmente a Pablo”, afirma un observador avispado del mundo sindical que prefiere el off. Son las contradicciones estructurales que atraviesan a un clan que ha acumulado demasiado poder, comparte intereses y disputa ambiciones.
La mirada superficial de cierto periodismo asegura que “la interna gremial” vuelve a obstaculizar los objetivos del Macri. Lo que no explica esta ecuación que invierte causas y efectos es dónde está el motor de la “interna gremial”. La fisura en la CGT, en cualquier caso, no deja de expresar deformadamente el malestar que comenzó a recorrer el movimiento obrero cuando se conoció el proyecto de contrarreforma.
De todas estas contradicciones emergió la movilización convocada para el próximo miércoles. La cuestión no se reduce meramente al análisis. La izquierda clasista (con la ascendencia sindical y política que ganó en estos años) tiene la responsabilidad y el desafío de batallar para que no se reduzca a acciones aisladas y funcionales coberturas por izquierda de la capitulación que se cuece por otros medios y en otros ámbitos.
El Gobierno saca a relucir supuestos buenos números de encuestas, una industria que ha hecho del error una mala costumbre ratificada recientemente en las elecciones chilenas. Cifras que en sociedades líquidas, donde lo permanente y profundo es el malestar con las condiciones estructurales y la norma es el mal menor, fluctúan vertiginosamente. O, dicho en términos de Eduardo Fidanza, uno de los escribas lúcidos de La Nación, sociedades que a los presidentes “los eleva y los destruye con igual entusiasmo e impiedad”.
Por lo pronto Macri, en la política real debe reconocer las condiciones que, por ahora, impone la relación de fuerzas. Y es probable que en la nueva etapa, como afirma una maldita tradición china le toque vivir “tiempos interesantes".

Fernando Rosso
La Izquierda Diario

martes, noviembre 28, 2017

El joven Engels



Nació el 28 de noviembre de 1820. En sus años de juventud, su experiencia con la clase obrera en Manchester y su relación con Marx puso en pie los fundamentos teóricos para liberar a la humanidad de todo tipo de explotación y opresión.

Engels nació el 28 de noviembre de 1820, en Barmen, provincia de Renania. Ciudad bañada por el Rhin, que marca la frontera entre Francia y Alemania. Durante su infancia, en los años 1830-1831 el torbellino de la revolución volverá a recorrer Europa. Revoluciones marcadas por la gran Revolución Francesa y la Revolución industrial. La clase obrera comenzaba a poner en pie sus primeras organizaciones que luchaban por mejores condiciones de trabajo y salarios, contra la opresión de los industriales y también demandas políticas como el sufragio universal. En 1831 y 1834 hay insurrecciones obreras en Lyon, que revelarán por primera vez, la importancia revolucionaria de la clase obrera. En esa época, cuando el movimiento obrero revolucionario llegaba a su apogeo, Engels tenían veinte años, dos años menos que Marx.

Un camino hacia el comunismo

Renania, era el centro de la industria algodonera y de lanas. Engels pertenecía a una familia acomodada. Su padre era propietario de una fábrica de tejidos allí y de otra en Manchester. Era una familia que profesaba la religión protestante. Las ideas que el joven Engels comenzaba a formarse, rápidamente generan conflicto con su familia. A los diecisiete años lo pusieron a trabajar en una oficina comercial en Bremen. En esta ciudad, a los diecinueve años, comenzó a escribir sus primeros trabajos, publicados con el seudónimo de Oswald, ubicándose entre los demócratas librepensadores de Alemania.
En 1841, entra como voluntario en artillería de la guardia de Berlín, ciudad donde se vincula con los Jóvenes Hegelianos, adhiriendo a la tendencia más radical de esta filosofía, círculo también frecuentado por otro renano, Karl Marx, con quién tiempo más tarde pondrán en pie un equipo político y una amistad, como pocas veces vista en la historia.
Allí también conocerá a Moses Hess, quién en 1842, bajo la influencia del movimiento comunista francés, se había hecho “comunista” y llevó a Engels por ese camino.

La situación de la clase obrera en Inglaterra

Inglaterra fue el siguiente destino del joven Engels, que ya era un comunista muy entusiasta. Llegó a Manchester en 1842 para trabajar en la firma comercial de la que su padre era propietario. Lenin cuenta que: “Engels no se limitó a permanecer en la oficina de la fábrica, sino que recorrió los sórdidos barrios en los que se albergaban los obreros y vio con sus propios ojos su miseria y sufrimientos. No se limitó a observar personalmente; leyó todo lo que se había escrito hasta entonces sobre la situación de la clase obrera inglesa y estudió minuciosamente todos los documentos oficiales que estaban a su alcance. Como fruto de sus observaciones y estudios apareció en 1845 su libro La situación de la clase obrera en Inglaterra”.
En esta ciudad, a mediados de los años cuarenta, hizo progresos intelectuales cruciales para el desarrollo del marxismo. Le proporcionó los datos fundamentales para dar cuerpo a su filosofía. Recopiló “hechos, hechos, hechos” de la Inglaterra industrial y lo conectó a su herencia filosófica alemana. “En Manchester observé de manera tangible que los hechos económicos que hasta ahora no han tenido importancia, o que sólo han tenido un peso desdeñable en la historiografía, son, al menos en el mundo moderno, una fuerza histórica decisiva. Aprendí que los factores económicos eran la causa fundamental de la colisión entre las clases sociales”. Para Engels, el comunismo era la única respuesta posible a la situación que el capitalismo sometía a los trabajadores. “Los efectos de la manufactura moderna en la clase obrera deben de desarrollarse aquí con más libertad y perfección”. En consecuencia, “poco a poco los enemigos se dividen en dos grandes bandos: la burguesía por un lado, los obreros por el otro” afirmaba.
Engels escribió La situación de la clase obrera en Inglaterra cuando tenía veinticuatro años. Para ello contó con la ayuda de Mary Burns, una obrera que lo introdujo en la vida de la comunidad inmigrante irlandesa de Manchester. Quién además fue su “primer gran amor”, lo acompañó en excursiones por los barrios que, de otro modo, habrían sido inseguros para cualquier forastero; fue una fuente de información sobre las condiciones laborales y domésticas que los trabajadores tenían que soportar.
En el texto muestra los horrores descarnados del capitalismo en la cuna de la revolución industrial. “Voy a presentar a los ingleses un buen escrito de acusación”, anunció Engels, cuando ya tenía escrita la mitad de la obra: “Acuso a la burguesía inglesa ante todo el mundo, de asesinato, robo y otros crímenes a escala masiva”, y de ahí desprende que: “la revolución debe llegar; ya es demasiado tarde para que la solución sea pacífica”.
Marx quedaría fascinado por el libro [1], los datos en él acumulados, desde la manipulación de los relojes de las fábricas por los fabricantes, hasta el estado físico de los trabajadores y la historia económica de la industria del algodón, fue una fuente a la que regresó una y otra vez en busca de pruebas concretas de la falta de humanidad del capitalismo. Fue un texto pionero de la teoría comunista. En él, por primera vez aparece la explicación de la naturaleza de la división de clases, la inestabilidad inherente del capitalismo industrial moderno, la idea de que la burguesía se cava su propia fosa y el carácter inevitable de la revolución.

París, la ciudad revolucionaria que vio nacer su amistad con Marx

Ya se habían conocido hacía un tiempo, pero su verdadera amistad surgió tiempo después en 1844, en la ciudad de París, donde rápidamente en el curso de diez días de intensos debates, confluyeron intelectualmente y los unió un lazo emocional que sería para toda la vida.
Marx había sido el primero en revelar que el proletariado era la clase que, por sus condiciones de existencia, llegaría a ser la única revolucionaria de la sociedad burguesa. Esta idea, que había expuesto a comienzos de 1844, la desenvuelve en una obra que escribió en colaboración con Engels en un artículo titulado: Crítica de la crítica crítica: contra Bruno Bauer y consortes (La Sagrada familia). El primer fruto de esa amistad, es un breve folleto que revelaba la impaciencia compartida, tras las experiencias de Manchester y París, por los vestigios idealistas de la escuela de los Jóvenes Hegelianos, y también fue una proclamación pública del materialismo que desde hacía poco defendían. El título burlón hacia los hermanos Bauer, se debe a la negación de éstos a toda actividad práctica y, cuya prédica implicaba, una crítica por encima de los partidos y de la política. Para Marx y Engels, contrariamente, la clave no era la contemplación sino la lucha por un nuevo orden social que libere a la humanidad. La clase que podía y debía asumir la misión de emancipar al pueblo y efectuar la transformación del régimen social era el proletariado.
Engels, en tanto, un tiempo antes de ésta amistad, había escrito un artículo en la revista Los Anales Franco Alemanes, que Marx dirigía. Se titulaba Crítica sobre la Economía Política y analizaba, desde un punto socialista, los fenómenos básicos del régimen económico contemporáneo, como consecuencia inevitable de la propiedad privada. El avance más notable se produjo cuando aplicó la noción hegeliana de alienación al ámbito de la economía política (antes incumbía a los sentimientos religiosos). En palabras de Lenin, fue la relación con Engels la que llevó, sin dudas, a que Marx se ocupara seriamente de la economía política.

Una amistad a prueba de deportaciones y exilios

Como cuenta la biografía de Tristram Hunt [2], Engels redactó el borrador a toda prisa antes de irse de París a Barmen, en septiembre de 1844. “Adiós por ahora, querido Karl” escribió al marcharse, tal vez dándose cuenta que este vínculo tal vez sería la relación más fuerte de toda su vida: “No he podido recuperar el estado de jovialidad y conciliación que experimenté durante los diez días que pase contigo”.
En Barmen, el primer enfrentamiento fuerte, de tantos que marcaría la relación con su padre, sumado al peligro de ser arrestado por sus actividades políticas, hacen que decida irse a Bruselas donde ya se encontraba Marx al ser deportado de Francia. Juntos viajan a Inglaterra. Marx se sumerge en la economía política, leía las obras de varios economistas liberales y estudiaba a conciencia publicaciones oficiales. A finales del verano de 1845 regresaron a Bélgica, profundizando su amistad y equipo teórico. Producto de ese momento, escriben una obra bisagra de su pensamiento, La ideología alemana [3], que aunque todavía no alcanzan con toda la precisión que la nueva teoría logra en el futuro en los textos más maduros, ya se dejaba ver, por primera vez, que “la lucha de clases era el motor de la historia”.

El Manifiesto Comunista y las revoluciones del 48

En el verano de 1847, se reunió en Londres el primer congreso de la Liga de los Comunistas. Marx no asistió. Engels representó a los comunistas parisinos. El segundo Congreso se celebró en Londres a fines de noviembre de 1847. Engels había escrito dos borradores, el primero un proyecto de Catecismo o Profesión de fe (comunista), que seguía las costumbres de la época, dejó el lugar a uno más avanzado. En este segundo texto, si bien respetaba la forma, hacía más hincapié en el materialismo, además de llamar abiertamente a la revolución proletaria y de destacar que, a raíz del carácter mundial del capitalismo, la solidaridad obrera internacional era vital, junto a una serie de pasos de transición hacia el socialismo. Cuando le entrega este borrador, que había llamado Principios de Comunismo (fueron inéditos hasta 1914), Engels le sugiere a Marx cambiar la forma de presentación, además de su nombre por el de Manifiesto de los Comunistas.
Los debates duraron varios días. Marx dirigió las reuniones. Como recordaría Engels, después de la brillante intervención de Marx: “No quedó una sola contradicción ni una duda, los nuevos principios básicos se aprobaron por unanimidad y a Marx y a mí nos encargaron que redactáramos el Manifiesto”. Marx logró terminar su trabajo a principios de febrero. Desde las épicas primeras líneas: “Un fantasma recorre Europa…, el fantasma del comunismo”- al desafiante final –“Los proletarios no tienen nada que perder, salvo sus cadenas. Tienen un mundo por ganar. ¡TRABAJADORES DE TODOS LOS PAÍSES, UNÍOS!”- esta obra, que apareció unos días antes de la Revolución de Febrero de 1848 y que contiene todos los resultados del trabajo científico a que Marx y Engels se habían dedicado de 1845 a 1847, sin que los autores lo sospecharan, se convertiría como diría Trotsky, mucho después, en el “panfleto más genial en la literatura mundial”.
Aunque la versión final fue escrita de un tirón por Marx. El trabajo había empezado por ambos en Londres y seguido en Bruselas. A Engels le correspondió gran parte del trabajo intelectual en las reuniones de la Liga de los Comunistas y en los borradores, que fueron la base. Wilhelm Liebknecht (el padre de Karl) lo expresó bien: “¿Qué aportó uno, qué el otro? ¡Una pregunta ociosa! Es de una pieza, y Marx y Engels son una sola alma, tan inseparables en el Manifiesto Comunista como lo siguieron siendo hasta la muerte en todos sus trabajos y planes”.

Emilio Salgado
@EmilioSalgadoQ
Jazmín Jimenez
Lic. en Sociología / @JazminesRoja

Notas:

1. “El conocimiento de la situación del proletariado es absolutamente necesario para proporcionar una base sólida a las teorías socialistas”, fue el reconocimiento que trajo esta obra de juventud de Engels, que marcó un antes y un después en el mismo pensamiento de Marx. Así lo distinguirá en su gran obra El Capital, en la que puede verse varias veces mencionado el texto y su método de investigación.
2. Tristram Hunt, El gentleman comunista. La vida revolucionaria de Friedrich Engels. Ed. Anagrama, 2011.
3. La ideología alemana es un texto que nunca fue terminado del todo. El propio Engels en sus últimos años de vida, se encargó de advertirlo: la parte de Feuerbach no está terminada. La parte acabada se reduce a una exposición de la concepción materialista de la historia, que sólo demuestra cuán eran todavía, por aquel entonces, nuestros conocimientos sobre historia económica. (…) He encontrado en un viejo cuaderno de Marx las once Tesis sobre Feuerbach, trátase de notas tomadas para desarrollarlas más tarde, notas escritas a vuelapluma y no destinadas en modo alguno a la publicación, pero de un valor inapreciable por ser el primer documento en que contiene el germen genial de la nueva concepción del mundo. (Federico Engels, 1888, Ludwing Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana).

El socialismo traicionado. Detrás del colapso de la Unión Soviética 1917-1991



Primeras páginas de la Introducción de El socialismo traicionado. Detrás del colapso de la Unión Soviética, 1917-1991, de Roger Keeran y Thomas Kenny.

Introducción

Este libro trata del colapso de la Unión Soviética y de su significado para el siglo XXI. La magnitud de la debacle dio lugar a declaraciones extravagantes por parte de los políticos de derechas. Para ellos, el colapso quería decir que la Guerra Fría había terminado y que el capitalismo había ganado. Significaba «el fin de la historia». De ahí en adelante, el capitalismo iba a representar la forma más elevada, la cumbre, de la evolución económica y política. La mayoría de los que simpatizaban con el proyecto soviético no compartían este triunfalismo de derechas. Para estas personas, el colapso soviético tuvo consecuencias decisivas, pero no alteró la utilidad del marxismo para comprender un mundo que se formaba, más que nunca, a través del conflicto de clases y las luchas de los colectivos oprimidos contra el poder corporativo, ni hizo tambalear los valores y el compromiso de los que estaban de parte de los trabajadores, los sindicatos, las minorías, la liberación nacional, la paz, las mujeres, el medio ambiente y los derechos humanos. A pesar de todo, lo que le había ocurrido al socialismo representaba tanto un desafío teórico al marxismo como un desafío práctico con respecto a las posibilidades futuras de las luchas anticapitalistas y del socialismo.
Para los que creen que un mundo mejor —más allá de la explotación capitalista, la desigualdad, la avaricia, la pobreza, la ignorancia y la injusticia— es posible, la desaparición de la Unión Soviética representó una pérdida catastrófica. El socialismo soviético tenía muchos problemas (que discutiremos más adelante) y no era el único orden socialista concebible. Sin embargo, constituía la esencia del socialismo tal como lo definió Marx: una sociedad que había derrocado la propiedad burguesa, el “mercado libre” y el estado capitalista, y los había reemplazado por la propiedad colectiva, la planificación central y un estado obrero. Además, había conseguido un nivel sin precedentes de igualdad, seguridad, sanidad pública, acceso a la vivienda, educación, empleo y cultura para todos sus ciudadanos, y en especial para los trabajadores de las fábricas y del campo.
Un repaso breve de los logros de la Unión Soviética subestima lo que se perdió. La Unión Soviética no eliminó solamente las clases explotadoras del viejo orden, sino que también acabó con la inflación, el desempleo, la discriminación racial y nacional, la pobreza extrema y las desigualdades flagrantes por lo que respecta a la riqueza, los salarios, la educación y las oportunidades. En cincuenta años, el país pasó de una producción industrial de solo un 12 por ciento de la de los Estados Unidos a una producción industrial del 80 por ciento y a una producción agraria que correspondía al 85 de la de los EEUU. Aunque el consumo per cápita soviético seguía siendo más bajo que el de los EEUU, ninguna sociedad no había aumentado su calidad de vida y su consumo con tanta rapidez, y en un período tan corto, para toda su población. El trabajo estaba garantizado. Todo el mundo tenía acceso a la educación gratuita, desde las guarderías a las escuelas de secundaria (de ámbito general, técnicas y de formación profesional), a las universidades y a las escuelas nocturnas. Además de la matrícula gratuita, los estudiantes universitarios recibían un salario. Se disponía de cobertura sanitaria gratuita para todos, y había casi el doble de médicos por habitante de los que había en los Estados Unidos. Los trabajadores que sufrían lesiones o enfermaban tenían garantizado su empleo y se les pagaba un subsidio. A mitad de la década de los setenta, los trabajadores tenían de media 21,2 días laborables de vacaciones (un mes), y los balnearios, los complejos vacacionales y los campamentos para niños eran gratuitos o estaban subvencionados. Los sindicatos podían vetar los despidos y destituir a los directivos. El estado regulaba todos los precios y subvencionaba el coste de los alimentos básicos y la vivienda. El alquiler suponía solo un 2-3 por ciento del presupuesto familiar; el agua y los servicios públicos solo un 4-5 por ciento. En el acceso a la vivienda no había segregación según los ingresos. Con la excepción de algunos barrios que estaban reservados para los cargos oficiales elevados, los encargados de fábrica, las enfermeras, los profesores universitarios y los porteros vivían puerta con puerta.
El gobierno consideraba el crecimiento cultural e intelectual como parte del esfuerzo para mejorar la calidad de vida. Las subvenciones estatales mantenían el precio de libros, periódicos y acontecimientos culturales al mínimo. Como resultado, los trabajadores a menudo disponían de sus propias bibliotecas, y una familia media estaba suscrita a cuatro periódicos. La UNESCO informaba que los ciudadanos soviéticos leían más libros y veían más películas que cualquier otro pueblo del mundo. Cada año, el número de personas que visitaban museos casi igualaba a la mitad de la población, y la asistencia a teatros, conciertos y otras representaciones sobrepasaba a la población total. El gobierno hizo un esfuerzo coordinado para incrementar la educación y las condiciones de vida de las zonas más atrasadas y para fomentar la expresión cultural de los más de cien grupos nacionales que constituían la Unión Soviética. En Kirguizia, por ejemplo, solo una entre quinientas personas sabía leer y escribir en 1917, pero cincuenta años más tarde casi toda la población podía hacerlo.
En 1983, el sociólogo americano Albert Szymanski reseñó varios estudios occidentales sobre la distribución de los ingresos y la calidad de vida soviéticos. Halló que los que recibían mejores salarios en la Unión Soviética eran los artistas, escritores, profesores, gerentes y científicos de prestigio, que podían llegar a salarios tan elevados como 1.200 a 1.500 rublos mensuales. Los altos funcionarios del gobierno ganaban unos 600 rublos al mes, los directivos de las empresas, de 190 a 400 rublos al mes y los obreros unos 150 rublos al mes. Los salarios más altos, por lo tanto, eran solo diez veces más elevados que el salario medio de un obrero, mientras que en los Estados Unidos los directivos de empresas mejor pagados ganaban 115 veces más que los obreros. Los privilegios que acompañaban los cargos importantes, como las tiendas especiales y los coches oficiales, siguieron siendo pequeños y limitados, y no contrarrestaron una tendencia continua, de cuarenta años, hacia una mayor igualdad. (La tendencia opuesta se daba en Estados Unidos, donde, a finales de los noventa, los directivos de las empresas ganaban 480 veces más que el trabajador medio.) Aunque la tendencia a nivelar los salarios y los ingresos creó problemas (como se discutirá más adelante), la igualación global de las condiciones de vida en la Unión Soviética supuso un hito sin precedentes en la historia de la humanidad. La igualación se profundizó con una política de precios que fijaba el coste de los productos de lujo por encima de su valor y el de los bienes de primera necesidad por debajo de él. También se profundizó a través de un incremento sostenido del «salario social», es decir, gracias a la provisión de un número creciente de prestaciones sociales gratuitas o subvencionadas. A parte de las ya mencionadas, las prestaciones incluían la baja de maternidad pagada, guarderías a precios económicos y pensiones generosas. Szymanski concluía: «Aunque puede que la estructura social soviética no concuerde con el ideal comunista o socialista, es cualitativamente distinta de los países capitalistas occidentales y a la vez más igualitaria que ellos. El socialismo ha supuesto un cambio radical a favor de la clase trabajadora».
En el contexto mundial, el deceso de la Unión Soviética también significó una pérdida incalculable. Significó la desaparición de un contrapeso al colonialismo y al imperialismo. Significó acabar con un modelo que ilustraba cómo unas naciones recientemente liberadas podían armonizar diferentes grupos étnicos y desarrollarse sin hipotecar su futuro con los Estados Unidos o Europa occidental. En 1991, el país no capitalista más importante del mundo, el principal apoyo de los movimientos de liberación nacional y de gobiernos socialistas como el de Cuba, se había derrumbado. Por mucho que se racionalizara sobre ello no se podía evadir este hecho, ni el revés que representó para las luchas socialistas y de los pueblos.
Aún más importante que evaluar lo que se perdió en el colapso de la Unión Soviética es el esfuerzo para entenderlo. El mayor o menor impacto que tendrá este acontecimiento depende, en parte, de cómo se expliquen sus causas. En la “Gran celebración anticomunista” de principios de los noventa, la derecha insistió hasta introducir varias ideas en la conciencia de millones de personas: el socialismo soviético, definido como un sistema basado en la economía planificada, no funcionaba y no podía producir abundancia, porque era un accidente, un experimento nacido de la violencia y sostenido por la fuerza, una aberración condenada al fracaso, ya que desafiaba la naturaleza humana y era incompatible con la democracia. La Unión Soviética llegó a su término porque una sociedad gobernada por la clase trabajadora es una ilusión; no existe ningún orden poscapitalista.
Algunos en la izquierda, típicamente los que tenían un punto de vista socialdemócrata, llegaron a conclusiones similares, aunque menos extremas que las de la derecha. Creían que el socialismo soviético era erróneo de una manera fundamental e irreparable, que los defectos eran “sistémicos”, y tenían su origen en una falta de democracia y en un exceso de centralización de la economía. Los socialdemócratas no concluían que el socialismo en el futuro estaba condenado a fracasar, pero sí creían que el colapso soviético despojaba al marxismo-leninismo de gran parte de su autoridad, y que un futuro socialismo tendría que edificarse sobre unos fundamentos completamente distintos de la forma soviética. Para ellos, las reformas de Gorbachov no fueron erróneas, sino demasiado tardías.
Obviamente, si estas afirmaciones son ciertas, el futuro de la teoría marxista-leninista, del socialismo y de la lucha anticapitalista será muy distinto de lo que los marxistas predijeron antes de 1985. Si la teoría marxista-leninista les falló a los líderes soviéticos que presidieron la debacle, la teoría marxista estaba mayormente equivocada y es necesario prescindir de ella. Los esfuerzos del pasado por construir el socialismo no nos han dejado ninguna lección para el futuro. Los que se oponen al capitalismo global deben darse cuenta de que la historia no está de su parte y apostar por pequeños cambios y reformas parciales. Estas son, claramente, las lecciones que la derecha triunfante quería que aprendiera todo el mundo.
Lo que nos impulsó a investigar fue la enormidad de las consecuencias del colapso. Éramos escépticos respecto a la derecha triunfante, pero estábamos preparados para seguir a los hechos hasta donde nos condujeran. Éramos conscientes de que los partidarios del socialismo anteriores a nosotros habían tenido que analizar inmensas derrotas de la clase trabajadora. En La guerra civil en Francia, Karl Marx analizaba la caída de la Comuna de París en 1871. Veinte años después, Frederick Engels ampliaba aquel análisis en una introducción al trabajo de Marx sobre la Comuna. Vladímir Lenin y su generación tuvieron que explicar la revolución rusa abortada de 1905 y el fracaso de las revoluciones de Europa occidental que no se materializaron durante 1918-1922. Los marxistas posteriores, como Edward Boorstein, tuvieron que analizar el fracaso de la revolución chilena de 1973. Dichos análisis mostraban que el hecho de simpatizar con los vencidos no impedía hacer preguntas difíciles acerca de las razones de la derrota.
Dentro de la pregunta global de por qué se derrumbó la Unión Soviética surgieron otras preguntas: ¿cuál era el estado de la sociedad soviética cuando empezó la perestroika? ¿Se enfrentaba, la Unión Soviética, a una crisis en 1985? ¿Qué problemas se suponía que debía atajar la perestroika de Gorbachov? ¿Había alternativas viables al curso de reforma escogido por Gorbachov? ¿Qué fuerzas favorecían y qué fuerzas se oponían al camino de reforma que conducía hacia el capitalismo? Una vez que la reforma de Gorbachov empezó a causar el desastre económico y la desintegración nacional, ¿por qué no cambió de estrategia Gorbachov, y por qué los otros líderes del Partido comunista no lo reemplazaron? ¿Por qué el socialismo soviético era en apariencia tan frágil? ¿Por qué la clase trabajadora hizo aparentemente tan poco para defender el socialismo? ¿Cómo pudieron los líderes subestimar tanto el nacionalismo separatista? ¿Por qué el socialismo —al menos en cierta forma— se las arregló para sobrevivir en China, Corea del Norte, Vietnam y Cuba, mientras que en la Unión Soviética, donde estaba manifiestamente más arraigado y desarrollado, no pudo sobrevivir? ¿Era el colapso soviético inevitable?
Esta última pregunta era clave. La posibilidad de un futuro para el socialismo depende de si lo que sucedió en la Unión Soviética era inevitable o no. Ciertamente, era posible imaginarse una explicación diferente de la inevitabilidad que pregonaba la derecha. Consideremos, por ejemplo, el siguiente experimento mental. Supongamos que la Unión Soviética se hubiera desmoronado porque un ataque nuclear de los Estados Unidos hubiera destruido su gobierno y arrasado sus ciudades y su industria. Algunos aún podrían llegar a la conclusión de que la Guerra Fría había terminado y de que el capitalismo había vencido, pero nadie podría afirmar con argumentos razonables que un tal acontecimiento demostraba que Marx estaba equivocado, o que, si se lo deja a la merced de sus propios mecanismos, el socialismo no puede funcionar. En otras palabras, si el socialismo soviético llegó a su fin principalmente por causas externas, como las amenazas militares o la subversión del extranjero, uno puede concluir que este final no comprometía al marxismo como teoría ni al socialismo como sistema viable.
En otro ejemplo, algunos han afirmado que la Unión Soviética se derrumbó por el “error humano” y no tanto por “debilidades sistémicas”. En otras palabras, los líderes mediocres y las decisiones equivocadas hundieron un sistema esencialmente sólido. Si esta explicación, como la anterior, fuera cierta, no afectaría la integridad de la teoría marxista ni la viabilidad del socialismo. En realidad, sin embargo, esta idea no ha servido de explicación, o ni siquiera de un principio de explicación, sino que más bien ha sido un recurso para evitar explicaciones más profundas. Tal como dijo un conocido nuestro, «Los comunistas soviéticos metieron la pata, pero nosotros lo haremos mejor». Para que esta explicación fuera plausible, no obstante, tendría que responder a preguntas importantes: ¿qué es lo que hizo que los líderes fueran mediocres y las decisiones equivocadas? ¿Por qué produjo el sistema tales líderes y cómo pudieron sacar adelante esas decisiones equivocadas? ¿Existían alternativas viables a las que se escogieron? ¿Qué conclusiones debemos sacar?
Cuestionar la inevitabilidad del colapso soviético es arriesgado. El historiador británico E. H. Carr avisaba de que cuestionar la inevitabilidad de cualquier acontecimiento histórico puede llevar a un juego de mesa de especulación sobre «lo que podría haber sido en la historia». La labor de los historiadores es explicar lo ocurrido, no dar «rienda suelta a su imaginación respecto a las posibilidades más atractivas de lo que podía haber sucedido». Carr reconocía, sin embargo, que mientras los historiadores explican por qué se escogió una estrategia en vez de otra, es bastante razonable que discutan sobre los «cursos alternativos disponibles». De una forma similar, el historiador británico Eric Hobsbawm sostenía que no toda la especulación “contrafactual” es igual. Algunas reflexiones acerca de las opciones históricas caen en la categoría de «dar rienda suelta a la imaginación», que un historiador serio debería evitar. Este es el caso cuando se reflexiona sobre escenarios que nunca fueron una posibilidad histórica, como por ejemplo si la Rusia zarista hubiera evolucionado a una democracia liberal sin la Revolución Rusa, o si los estados del sur de los EEUU hubieran abolido la esclavitud sin la Guerra Civil. Cierta especulación contrafactual, no obstante, cuando vincula estrechamente los hechos históricos con posibilidades reales, tiene una función útil. Si existían realmente cursos de acción alternativos, estos pueden mostrar la contingencia de lo que ocurrió de verdad. Casualmente, Hobsbawm daba un ejemplo relevante de la historia soviética reciente. Hobsbawm citaba a un antiguo director de la CIA, que había afirmado: «Me parece que si [el líder soviético Yuri] Andrópov hubiera sido quince años más joven cuando llegó al poder en 1982, todavía tendríamos una Unión Soviética.» Sobre esto, Hobsbawm comentaba: «No me gusta estar de acuerdo con los jefes de la CIA, pero estas palabras me parecen completamente plausibles.» Nosotros también creemos que tal cosa es plausible, y discutimos las razones de ello en el siguiente capítulo.
La especulación contrafactual puede sugerirle legítimamente a uno cómo, en unas circunstancias futuras similares a las del pasado, podría actuar de una manera distinta. Los debates de los historiadores sobre la decisión de utilizar la bomba atómica en Hiroshima, por ejemplo, no solamente han cambiado la forma como las personas con educación entienden ese acontecimiento, sino que también han reducido las posibilidades de que se tome una decisión parecida en el futuro. Después de todo, para que la historia sea algo más que un pasatiempo de sobremesa, debería enseñarnos cómo podemos evitar los errores del pasado.
La interpretación del colapso soviético es una lucha por el futuro. Las explicaciones ayudarán a decidir si, en el siglo XXI, los trabajadores volverán a «rasgar los cielos» para sustituir el capitalismo por un sistema mejor. Difícilmente asumirán los riesgos y afrontarán los costes si creen que el gobierno obrero, la propiedad colectiva y una economía planificada están condenados al fracaso, que solo el “mercado libre” funciona y que millones de personas en Europa del este y en la Unión Soviética ensayaron el socialismo pero regresaron al capitalismo porque querían prosperidad y libertad. A medida que el movimiento contra la globalización crece y el movimiento de los trabajadores revive, a medida que el largo boom económico de los años noventa se desvanece y los males permanentes del capitalismo —el desempleo, el racismo, la desigualdad, la degradación medioambiental y la guerra— se hacen cada vez más evidentes, cuestionar el futuro del capitalismo se convertirá invariablemente en un tema clave. Pero los movimientos juveniles y laborales difícilmente avanzarán mucho más allá de demandas económicas limitadas, protestas morales, el anarquismo o el nihilismo si consideran que el socialismo es imposible. Lo que nos jugamos es de una importancia vital.