sábado, noviembre 19, 2011

Los Idus del 20-N: Durruti, José Antonio, Franco, PSOE…


El 20-N se ha convertido en una de las fechas más simbólicas de toda la historia del Reino. Ante todo y sobre todo fue el día (20/N/1936) en que mataron a Durruti, que representaba como pocos la revolución social (1). Aquel mismo día, la República ejecutó al principal admirador de Hitler y Mussolini en el citado Reino…El mismo día, treinta y nueve años más tarde, fallecía en su cama uno de los mayores tiranos que haya conocido la historia humana. El mismo día, treinta y seis años más tarde de la muerte de aquel cadáver que todavía apesta, tendrán lugar unas elecciones generales en las que todo indica que el dato más destacado según todos los pronósticos será la “debacle” de una empresa multinacional, la PSOE, nombre que he tomado de la charla de Willy en Revolta. Una empresa ligada a la llamada Internacional Socialista donde sentaban “compañeros como Mubarak o el tunecino Ben Alí, una “internacional” lejana sino opuesta a la que, ironías de la historia, había sido antaño la de Rosa Luxemburgo, Jaurès o Pablo Iglesias, y que llegó al poder prometiendo un cambio que, finalmente, ha dejado a la izquierda institucional moralmente más cautiva y desarmada que nunca…
1. Durruti. Hay algo de surrealista en la singular concatenación de este día que, al decir de Willy Toledo en el acto de presentación de su libro en el local de Revolta Gomal, toca cojones. Sin embargo, según se mire, se podría ver en cada caso un significado distinto. Fue un día especialmente trágico en el caso del 20-N en el frente de Madrid, el día en que murió o mataron a Durruti el más emblemático de los prohombres del anarquismo ibérico, un personaje legendario de una honestidad y una energía revolucionaria que, lamentablemente, no estuvo acompañada por una capacidad de análisis, de comprensión de los fenómenos históricos.
Buenaventura había nacido cuarenta años antes en León. Ya en 1931, una pluma nada sospechosa de simpatía hacia el anarquismo, como la del servicial Ilya Ehrenburg, dejó escrito: “Era un obrero metalúrgico que había luchado en las barricadas. Luego, ha asaltado bancos, arrojado bombas y ha secuestrado jueces. Antes había sido condenado a muerte tres veces: en España, en Chile, en Argentina. Ha pasado por innumerables cárceles y ha sido expulsado de ocho países. Ningún escritor se propondría narrar la historia de su vida: ésta Se parece demasiado a una novela de aventuras”.
Liberado en víspera de las jornadas de julio de 1936, Durruti aboga por la unidad revolucionaria contra el fascismo; fue uno de los animadores de la ocupación del cuartel de Atarazanas, y uno de los miembros del petit comité que se niega a asumir las responsabilidades de un poder revolucionario plural. Como la CNT no quiere protagonizar un gobierno obrero, apoya la entrega de las riendas del gobierno catalán de Companys junto al cual se había negado a combatir en octubre de 1934. En pleno aliento revolucionario, Durruti forma parte del Comité Central de las Milicias Antifascistas y crea la “Columna Durruti” al frente de la cual asume tareas militares marchando hacia el Frente de Aragón, y más tarde, al más trascendental de Madrid. Allí se distingue por su arrojo hasta que muere en condiciones dudosas.
Su muerte será uno de los grandes enigmas de la guerra civil. Las hipótesis van desde el torpe accidente hasta un atentado estalinista, pasando por una traición dentro de sus propias filas. En este cuadro se inserta una polémica sobre la naturaleza de sus posiciones políticas. Para unos, Durruti se había plegado a las posiciones de la dirección de la CNT-FAI y había proclamado que había que renunciar a todo —la revolución¾ menos a la a victoria —militar—; mientras que para otros, que se apoyan en sus declaraciones al periodista Van Passen del Star, de Toronto. En estas, Durruti sigue fiel a sus posiciones habituales, se pronuncia radicalmente desconfiado de la ayuda exterior —potencias democráticas, URSS— y del propio gobierno republicano “que podría necesitar estas fuerzas rebeldes para aplastar el movimiento de los trabajadores”. Preconiza la revolución y afirma: “…Somos nosotros los que hemos construido estos palacios y estas ciudades aquí en España y en América y en todas partes. Nosotros, los trabajadores, podemos construir otras en su lugar y mejores. No nos asustan las ruinas. Vamos a heredar la tierra, no nos cabe la menor duda. Que la burguesía haga trizas y arruine su propio mundo antes de abandonar la escena de la Historia. Nosotros llevamos un mundo en nuestros corazones. Ese mundo está creciendo en estos instantes”. Su entierro, celebrado en la capital catalana, congrega a una impresionante multitud y sirvió para adoptarlo como héroe de la República. Su leyenda de gigante ha ido creciendo como una bola de nieve, y por lo mismo, ha asido objeto de una cierta campaña de desprestigio neoliberal, ver sino el libro de César Vidal, Durruti. La furia libertaria” (Temas de Hoy, Madrid, 1996), o las declaraciones de Hugh Thomas, que lo cataloga dentro de la categoría “terrorista” a comparar con el antiguo agente norteamericano llamado Bin o Ben Laden…
2. José Antonio. El mismo 20-n en el que una “bala perdida” acabó con Durruti, fue fusilado en Alicante, José Antonio, hijo del dictador Primo de Rivera al que Alfonso XIII llamó “nuestro Mussolini”. Esta conexión fue renovada por el hijo que trabajó al servicio del “Duce2, y que irrumpió en la arena política preconizando “la dialéctica de los puños y las pistolas2, o sea la necesidad de un golpe contrarrevolucionario siguiendo los trazos de roma y Berlín, todo por una España que volviera a los tiempos del Impero, o sea que recuperara parte de su “gloria colonial”. Fuera de esta dialéctica con la que justificó una estrategia de la tensión en la calle (que luego se trataría de adjudicar a la República, como sucedió en el Chile de Allende), el grupo careció de presencia política real, y en las elecciones de febrero de 1936, la Falange obtuvo 44.000 votos en todo el territorio nacional, lo que significó el 0,7% de los votos útiles. Sin embargo, el levantamiento del cartel militar africanista le dio una oportunidad en un doble sentido, como pistoleros en la represión sistemática de la retaguardia, y como referente teórico en la conformación del Estado fascista.
Su muerte suscitó cierta polémica, en la zona republicana porque algunos pensaron que podía servir para un buen canje, algo que, según todas las indicaciones, no le interesaba para nada al “Generalísimo” que no quería rivales, de ahí que la suya fuese una muerte fue silenciada en el llamado bando “nacional” (toca cojones) durante dos años, recibiendo el apelativo de El Ausente. Terminada la guerra su nombre encabezó todas las listas de fallecidos de dicho bando, llegándose a poner la inscripción “José Antonio ¡Presente¡” en la gran mayoría de las iglesias, y en muchas de las cuales ha durado hasta hace poco. Tras el final de la guerra, el cuerpo fue trasladado hasta Madrid, y según cuenta el escritor Juan Eduardo Zúñiga, por cada pueblo por el que pasaban, los de la Falange buscaban a un “rojo” superviviente y luego lo fusilaban en homenaje al “Fundador”. El cadáver de este fue trasladado y sepultado en el Valle de los Caídos, ¡el único monumento existente sobre la guerra contra la República¡ Cuando, cuarenta y un año más tarde (1977) de su muerte, hubo de nuevo elecciones, la Falange ni tan siquiera se acercó a un escaño, si bien, buena parte de sus retoños (Martin Villa, Fraga Iribarne, Adolfo Suárez, etc), logaron los mayores reconocimientos, así como el más elevado éxito social que en el fono era de lo que se trataba.
3. Franco. El 20-N de 1975 fue un día de una alegría desbordada, y por supuesto, también de miedo. La agonía de Franco fue lenta y dolorosa, siendo sometido a numerosas intervenciones innecesarias y de efectos desastrosos. El 17 de octubre, después de varias crisis de su salud, aún preside el siniestro Consejo de Ministros. El 22 de octubre sufre su tercer ataque cardíaco, el 24 sufre otro y se agravan sus otras dolencias. Desde entonces, todos los intentos de su entorno son los de prolongarle la vida, intentando que sobreviva al 26 de noviembre, momento en que debería renovar el mandato de uno de sus fieles claves. Murió como vivió, de manera repugnante.
Recuerdo que andando por la calle aquel día, el miedo era perfectamente perceptible, pero también era cierto que donde se pudo, corrió el champaña y la juerga. En mi caso con un extenso grupo de jóvenes en los sótanos del INSS en Balmes-Gran Vía donde, todavía años más tarde, se fletaba un autobús para conmemorar el día en un acto en el Valle de los Caídos. El legado del “Caudillo” que pretendía de mantener “atado y bien atado” su legado, fue desbaratado por un movimiento de masas que se obligó a sus fieles –entre ellos los empresarios, que reconocieron que el franquismo fue “perfecto” para ellos-, a cambiar de camisa y de estrategia. Lo lograron en dos fases, ganando unas elecciones hechas a su medida el 15-J de 1977 con la UCD, y con el 23-F, un golpe victorioso en su derrota, o sea fracasado para lo que llamaban el “bunker2, pero triunfante para los evolucionistas, sobre todo para la monarquía. Al año siguiente, el PSOE canaliza al pueblo de izquierdas por la senda gatopardiana, integrando a buena parte de la izquierda en la nueva administración. A este dato hay que añadirle otro: el comienzo de la “revolución conservadora” que convertirá a la izquierda del PSOE (incluido socialdemócratas como Olf Palme que morirá asesinado), en parte del “Imperio del Mal”…
4. PSOE. Nada de lo que se está cociendo se puede entender sin los idus que anteceden. La Transición se hizo en base a renuncias democráticas y sociales, y la derecha volvió a tomar totalmente la iniciativa. Incluso cuando no gobernaba, la izquierda en el poder llevaba a cabo lo que la derecha no era capaz de hacer. En este sentido si que es justo remarcar que no todos los partidos son iguales, como escribió hace días un catedrático –el señor Quintanillas- en el diario “Público”. Cierto, el lenguaje del PSOE, su clientela, son diferentes a los del Partido Popular, obviamente. Peo esa no es la cuestión, sus diferencias son las propias de todo bipartidismo de la época neoliberal, o sea de un tiempo en el que Tony Blair está a la derecha de los conservadores de los años cincuenta-sesenta, y que Miterrand se sitúa a la derecha de De Gaulle…PSOE y PP actúan como un solo partido cuando se trata de servir a su señor; lo que cambia es el lenguaje, la clientela. De aquí se podría deducir una diferencia pero en contra del PSOE ya que, mientras que el PP es básicamente fiel a su electorado reaccionario, el PSOE traiciona descaradamente el suyo.
Este 20-N será un reflejo de esta singular paradoja, así, el PP obtendrá la mayoría absoluta sin necesidad de aumentar su base social, más bien lo contrario. Y resultará que, a pesar del desplazamiento hacia la izquierda del electorado, el PSOE sufrirá la mayor derrota de su historia, por lo cual además, no tenemos razón de verter una sola lágrima, antes al contrario. Se podría decir que si su derrota es excesiva, como la de la UCD, esta se convertirá en un problema para el bipartidismo, o sea para el propio PP que lo necesita; el PSOE es la izquierda que toda derecha sueña.
Siguiendo por aquí, no se prevé que IU vaya a capitalizar la irrupción del 15-M y todo lo demás. Quizás sea porque IU tiene bien metido al menos un pie metido dentro del sistema. Sigue prisionero del aparato del PCE cuyas estructuras burocráticas poco tienen que ver con una base en la que se encuentra buena parte de la gente más luchadora del Estado. Su dirección sigue ocupada por personajes como Llamazares que es algo así como la mala conciencia del PSOE, alguien ligado a las estructuras sindicales más corruptas, la misma que ahora en boca de Ramón Górriz dice que apoyó las “luchas” de los sindicatos, ¿qué luchas?. ¿No será que Górriz llama “luchas” las negociaciones”?. Unas “negociaciones” de despacho en la que los líderes sindicales temen más la lucha que la propia patronal. Todos esperan que algún día se despierte la socialdemocracia dormida, que existe. Lo que no existen son las circunstancias que le dieron vida en la segunda posguerra mundial, y si algún somos capaces de hacer retroceder el capitalismo salvaje no va a ser para volver hacia un pasado que murió con el fin de la “guerra fría".
Me dirán ustedes. Que eso es lo más que hay, pero eso no es cierto…Está la calle, y hay una nueva juventud que aguarda. Una juventud que está obligada a defender una enmienda a la totalidad. Pido excusas,, pero para mí, Izquierda Anticapitalista sí representa a una parte de esa juventud desde el momento en que rechaza la actividad política y sindical como una “carrera”, y esa es la madre de todos los corderos.
Vendrán otros 20-N, aunque sean para retomar en parte el hilo que dejó Durruti, con igual de nobleza y de corazón si es posible, pero también con mucho más cerebro.
--(1) Algo que ha tenido muy claro el autor de la portada del libro Barbarie franquista y revolución social que acaba de aparecer en la Editorial Salvador Trallero (Seriñena, noviembre 2011) con aportaciones de Antonio Liz, Pelai Pagès, Javier Maestro, Marta Brancas y Andy Durgan.

Pepe Gutiérrez-Álvarez

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