viernes, mayo 08, 2015

Cuando obreros y estudiantes desafiaron al poder



Reproducimos un artículo publicado en La Verdad Obrera N° 569 alrededor de las heroicas jornadas del Mayo Francés

¡La imaginación al poder! ¡Tomemos el cielo por asalto! ¡Seamos realistas, pidamos lo imposible! Con estas consignas se recuerda comúnmente el Mayo francés de 1968. Aunque no fueron los únicos slogans de esta gesta, fueron utilizados por la burguesía y sus medios para mostrar que fue una “revuelta estudiantil y utópica”. Sin embargo, los hechos desmienten esta interpretación.
El imperialismo y sus sirvientes, ocultan que fue un movimiento donde los estudiantes y los obreros tendían a confluir en la lucha contra un sistema capitalista que llegaba al fin de su recuperación, después del boom económico que se produjo luego de la Segunda Guerra Mundial. Este fin llevó al presidente De Gaulle, en 1967, a decretar la reforma de la Seguridad Social de los trabajadores y, al mismo tiempo, un plan que dificultaba a grandes sectores el acceso a la universidad. También reglamentos internos en los colegios secundarios que impedían la actividad política. O sea, una ofensiva en toda la línea contra los trabajadores y el pueblo. Apenas anunciada, comenzó la resistencia en sectores de los trabajadores, el estudiantado universitario y secundario. Todo esto combinado con la represión feroz del imperialismo francés contra la guerra de independencia de Argelia y la pérdida de posiciones en Indochina/Vietnam, donde tuvo que dejar paso al imperialismo yanqui para derrotar la guerra de liberación.
El partido que tenía mayor influencia entre los trabajadores era el Partido Comunista Francés (PCF), a través de su central sindical, la CGT. El Partido Socialista también tenía influencia pero sobre todo electoral. En el movimiento estudiantil también el PC tenía influencia, aunque había otros grupos llamados de “extrema izquierda” (como la antigua LCR).

La chispa que encendió la pradera

La represión de la movilización del 22 de marzo a una manifestacion estudiantil a favor de Vietnam y la detención de algunos estudiantes, fue “la chispa que encendió la pradera”. Los estudiantes ocuparon la Universidad de Nanterre (cerca de París) para liberar a los detenidos. A fines de abril, es detenido uno de sus principales dirigentes, Daniel Cohn-Bendit. La Universidad de la Sorbonne (la más importante de Francia) se moviliza en solidaridad con la de Nanterre. El PCF acusa a los manifestantes de “grupúsculos ultraizquierdistas”. La Sorbonne es clausurada por el gobierno. Los estudiantes llaman a la huelga general universitaria por la libertad de los detenidos y el retiro de la policía del Barrio Latino (cercano a la Sorbonne).
Comienza la organización estudiantil, los combates callejeros y las barricadas, que van a llegar a su punto culminante el 10 de mayo. Ese día las barricadas llegan a 60 y pasó a la historia como “La noche de las barricadas”. En ella confluyeron junto a los estudiantes cientos de jóvenes obreros que se sentían identificados con los reclamos y que habían sido abandonados por el PCF. Con la ayuda de los vecinos del Barrio Latino, los jóvenes estudiantes y obreros impidieron la entrada de la policía. Las centrales obreras se vieron obligadas a llamar a una huelga general para el 13 de mayo. Allí se consolida la unidad obrero-estudiantil. La huelga será la mayor de Francia: 10 millones de trabajadores, miles de estudiantes y obreros se manifiestan en París y decenas de ciudades contra De Gaulle y su política.
Entre los trabajadores se extiendieron rápidamente las ocupaciones de fábrica, muchas con secuestros de jerárquicos o empresarios. Los periodistas se organizaron para hacer llegar la contrainformación oficial. Se paralizaron los transportes, los astilleros, el gas, la electricidad. La CGT discute cómo reubicarse frente a un movimiento obrero que la está desbordando en sus acciones y consignas y, a su vez, cómo separa el movimiento estudiantil de los trabajadores, organizando a sus militantes para impedir la solidaridad entre los dos sectores.
De Gaulle regresa del exterior para “poner orden” y llama a un referéndum sobre la reforma social y universitaria. Pero “el orden” no llegaba. Seguían las manifestaciones, enfrentamientos con la policía, huelgas de estudiantes y obreros y las tendencias a unificarse a pesar de sus direcciones. El 24 de mayo una nueva “noche de las barricadas” termina con un muerto y 500 heridos. En Nantes, se suman también los campesinos, que invaden la ciudad bajo la consigna “No al régimen capitalista, sí a la revolución completa de la ciudad”.

Cómo se “pacificó” el Mayo Francés

Para dividir el movimiento, las centrales sindicales (CGT, CFDT, FO, etc.) concurren a las reuniones con el gobierno y los empresarios para firmar los “acuerdos de Grenelle”. Estos “acuerdos” se firman el 27 de mayo y establecen un aumento salarial, la reducción de la jornada de trabajo y otras concesiones. Pero los obreros de la fábrica Renault y Citroën los rechazan, abucheando en la asamblea a los burócratas firmantes. De Gaulle se prepara para una posible intervención militar, apoyándose en manifestaciones de derecha que decían “No al comunismo”. Disuelve el parlamento, suspende el referéndum y adelanta las elecciones legislativas.
En junio, aunque siguen las barricadas, los acuerdos de la burocracia permiten que en muchas fábricas se levanten las huelgas, dejando aislada a la vanguardia que se oponía a ellos. Comienza una feroz represión policial, que se cobra la vida de un joven estudiante solidario con los obreros. En Peugeot también es abatido un joven obrero. La Sorbonne es desalojada. De Gaulle triunfa en las elecciones legislativas. Las huelgas de vanguardia se extenderán hasta mayo de 1969. Aunque De Gaulle pierde un referéndum ese año y renuncia, se realizan elecciones presidenciales en junio donde gana el anterior ministro de De Gaulle, Georges Pompidou.

Repercusiones en el mundo

A pesar de esta derrota-desvío, el Mayo Francés abrirá paso a una época de ascensos obreros estudiantiles, como la Primavera de Praga (derrotada por los tanques estalinistas rusos), los estudiantes en México (masacrados en la Plaza Tlatelolco) o el Cordobazo en Argentina. Este proceso tendrá su momento culminante con la derrota yanqui en Vietnam, la revolución en Portugal y el ascenso polaco de 1981. Pero como explicamos en el artículo sobre la revolución portuguesa (ver LVO 567), el imperialismo, ayudado por los Partidos Socialistas y Comunistas y la Iglesia, lo logrará desviar con “transiciones a la democracia” o derrotas obreras en los países imperialistas, dejando aislada la revolución en las semicolonias para dar paso a tres décadas de neoliberalismo capitalista.

Gabriela Liszt

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