jueves, julio 05, 2007

VI. Hacia la guerra campesina.

Bárbara Areal

Los comunistas se refugian en el campo

La contrarrevolución afectó más profundamente a los obreros que a los campesinos. Los obreros eran menos numerosos y estaban concentrados en los núcleos industriales. Los campesinos estaban protegidos, hasta cierto punto, por su número y por su dispersión sobre amplios territorios. En los enfrentamientos mantenidos durante la revolución, miles de campesinos habían obtenido armas y adquirido experiencia organizativa bajo la dirección de los comunistas. Además, una cantidad importante de obreros revolucionarios se había ocultado de la represión en el campo.

Estas circunstancias, permitieron el nacimiento de grupos guerrilleros rojos. Algunos soldados, de origen campesino que formaban en las filas de los ejércitos de la contrarrevolución burguesa, desertaron al bando campesino, unas veces en grupos y otras en compañías enteras. Así, a pesar de la derrota de la revolución, oleadas de movilización campesina se reprodujeron en diferentes provincias del país. Grupos de campesinos armados expulsaban o exterminaban a los terratenientes, con especial inclinación hacia los tuchuns o señores de la guerra. Cuando se deshacían de los poderosos, los campesinos tomaban el control del territorio. Ese fue el caso de Chingkangshan, una de las primeras bases rojas que el PCCh estableció en los últimos meses de 1927 gracias a las revueltas campesinas de la cosecha de otoño lideradas por un joven cuadro comunista llamado Mao Tse-tung.

Los dirigentes comunistas, siguiendo la línea ordenada por Moscú a su nuevo secretario general Chu Chin-pai, intentaron asaltar con grupos de campesinos armados algunas ciudades, pero invariablemente fracasaron. Mao, comprendió entonces la imposibilidad de la tarea ordenada por el Partido, y ordenó la retirada hacia el interior. A finales de 1927, Mao se encontraba al frente de un puñado de fugitivos, pocos miles, pero esta cifra se incrementaba constantemente con la llegada de los que huían de la represión en sus aldeas. Reconociendo su precaria situación, se refugiaron en el macizo montañoso de Chingkanshan, una zona prácticamente inaccesible. En Cha-ling, en noviembre de 1927, a pesar del aislamiento, la escasa de población y unas condiciones materiales extremadamente precarias, se estableció un nuevo gobierno formado por un "consejo del pueblo" y una "asamblea de obreros, campesinos y soldados".

En esta misma época, surgieron los primeros enfrentamientos entre Mao y la dirección del PCCh. La IC insistía todavía en su la línea ultraizquierdista de insurrecciones urbanas a pesar del evidente ascenso de la reacción. En consonancia con esta política, el Comité Provincial de Hunán exigió a Mao el asalto de Changsha con los hombres de su base roja. Mao se negó a cumplir semejante orden.

Mientras tanto, llegaron a su área muchos de los hombres que sobrevivieron a las derrotas sufridas en las ciudades. Tal fue el caso de Chu Teh tras el fracasado intento de tomar Swatow. En abril de 1928, los hombres de Mao y Chu Teh eran ya 10.000, gracias a la reconstrucción de las bases rojas de la zona de Chingkangshan. En octubre, en la reunión del II Congreso de las organizaciones del partido de las zonas libres, se aprobó una resolución redactada por Mao, que trazaba una línea estratégica basada en la guerrilla campesina alimentada por la lucha social en el campo y la extensión de "bases rurales rojas". En esta resolución podemos empezar a comprender no sólo la estrategia campesina de Mao, sino la verdadera naturaleza política de su discrepancia con Moscú. Mao consideraba errónea, y desde luego no le faltaba razón, la apreciación estalinista de que era el momento de asaltar las ciudades con las fuerzas del campesinado en armas. Sin embargo, en el fondo, había una coincidencia de gran calado político: Mao consideraba secundario, por no decir anecdótico, el papel de la clase obrera en la revolución china. Esta convergencia sobre la posición de las clases en la revolución China, al menos en lo que respecta a dos fundamentales como son el proletariado y la burguesía, quedará plenamente demostrada en el futuro, durante los años de resistencia contra la invasión japonesa. En ese momento, tanto Mao como Stalin, no pondrán ninguna objeción al papel dirigente de la burguesía en las ciudades, reeditando los nefastos acuerdos con el Kuomintang que dieron lugar a la derrota de la revolución de 1925-1927.

A pesar de discrepancias coyunturales, y aunque sea por diferentes caminos, Mao y Stalin llegarán a ponerse de acuerdo en lo fundamental: el programa de la revolución china no debía en ningún caso sobrepasar los límites del capitalismo.

A principios de la década de los treinta, el reflujo de la revolución en las ciudades permitió una cierta reanimación económica. Todo ello posibilitó a su vez el resurgimiento de la lucha huelguística, pero ésta se desarrollaría al margen del Partido Comunista. Sus dirigentes, incapaces de comprender las características de la nueva etapa, no ofrecieron a la clase obrera lo que necesitaba: consignas reivindicativas propias de un período de recuperación de la unidad y la confianza en sus propias fuerzas. Los sindicatos rojos, lanzados en ese momento por el PCCh en pleno furor ultraizquierdista, en consonancia con la política de la IC, agruparon no más de sesenta mil obreros. En el pasado, en el período de ascenso revolucionario, los dirigentes comunistas habían liderado organizaciones sindicales que agrupaban a casi tres millones.

La OPI, en clara discrepancia con la mayoría de la dirección de la IC, redactaba en septiembre de 1930 un manifiesto para China. En él explicaba su punto de vista sobre las tareas que el PCCh debía afrontar: "En esta coyuntura los comunistas chinos necesitan una política a largo plazo. No deben dispersar sus fuerzas entre las llamas aisladas de la revuelta campesina. El partido, débil y pequeño, no podrá controlar este movimiento. Los comunistas tienen que concentrar sus fuerzas en las fábricas y talleres y en las barriadas obreras para explicar a los obreros el significado de lo que está ocurriendo en las provincias, para levantar el ánimo de los cansados y los descorazonados, para organizar la lucha de los grupos obreros por la defensa de sus intereses económicos, para levantar las consignas de la revolución agraria y democrática. Sólo este proceso de activación y unificación de los obreros permitirá al Partido Comunista asumir la dirección de la insurrección campesina, es decir, de la revolución nacional en su conjunto"47.

Mao aumenta su influencia en el PCCh

El fracaso continuado de la táctica de la IC seguía devorando secretarios generales. Chu Chiu-pai, sustituto de Chen Tu-hsiu, fue sustituido a su vez por Li Li-san, tras el fracaso de Cantón, en el VI Congreso del PCCh celebrado en Moscú en 1928. Por su parte, a principios de 1929 Mao y Chu Teh, abandonaron su fortaleza montañosa y descendieron hacia Kiangsi. En marzo ocuparon Tungku y algunas semanas después Tingchow. Ambas ciudades permanecieron hasta 1934 como bases rojas. La lucha armada encabezada por Mao y Teh siguió avanzando extendiendo su influencia hasta Kiangsí y Hunán.

En aquella época, Li Li-san necesitaba que su línea política obtuviera resultados prácticos, pues la suerte de sus predecesores así lo aconsejaba. Impulsado por este motivó, decidió lanzar en el verano de 1930 las fuerzas armadas de las bases rojas sobre Nanchang y Changsha. En el plan se asignó a Mao y Chu Teh la toma de Nanchang. A pesar de sus reticencias, se lanzaron a la aventura, pero después de un día de duras batallas ordenaron la retirada. El asalto de de Changsha corrió a cargo de Pen Te-huai, que al mando de sus hombres tomó la ciudad el 29 de julio, proclamando un gobierno revolucionario presidido por Li Li-san, que sin embargo no se encontraba presente. La victoria fue efímera. El l4 de agosto, se vieron obligados a abandonar la ciudad. Resistiéndose a admitir su derrota, se ordenó volver a tomar la ciudad haciendo converger todas las fuerzas, incluyendo las de Mao y Teh. A mediados de septiembre era imposible no reconocer la imposibilidad de tomar la capital de Hunán y se abandonó esta aventura.

Pocos días después, regresaron de la URSS Chu Chiu-pai y Chou En-lai, anunciando el fin de la línea Li Li-san, y su salida de la dirección del Partido. Después de la nueva purga, Li Li-san viajo a Moscú donde permanecería largo tiempo apartado del Partido. Tras este nuevo cese, la intromisión de Moscú en la vida del PCCh se hará aún asfixiante.

En mayo de 1930 llegó a Shangai el nuevo representante de la IC para China, Pavel Mif, acompañado de 28 discípulos chinos que habían sido formados en la Universidad de los Pueblos de Oriente de la URSS. Se trataba de un grupo de jóvenes de no más de 20 años sin ninguna experiencia concreta en la construcción del Partido. Su declaración solemne de que su objetivo era la "bolchevización" del PCCh, les valió el nombre de los "28 bolcheviques". Uno de ellos, Wang Ming, sustituyó en la dirección al defenestrado Li Li-san. Stalin demostraba con esta decisión que el PCCh no le merecía mayor consideración política que la de un mero destinatario de sus órdenes. Sin embargo, había elementos que escapaban al control directo de Moscú. Las bases rojas avanzaban en el campo mientras que en las ciudades solo se cosechan fracasos. Mao adquiría conciencia del aumento de su influencia y deseaba consolidarla.

A principios de enero de 1930, los órganos del partido de las bases rojas habían sido reestructurados, dando lugar a un comité central de las zonas rojas bajo el control directo de Mao. Lo que le preocuparía a Stalin no sería tanto la táctica diferenciada de Mao en esos momentos. Los zigzags y giros de 180 grados en la táctica y política de la IC, eran ya habituales tanto en China como a nivel internacional. Lo que verdaderamente preocupaba a la camarilla de Moscú era la existencia de dirigentes comunistas que no estuvieran directamente sometidos a su control e influencia. Stalin sólo se fiaba de los dirigentes que él mismo había designado.

Involuntariamente, Chiang ayudaría en la tarea de encumbrar a Mao en el PCCh. El líder del Kuomintang, que seguía con enorme preocupación la ampliación de las zonas rojas lideradas por Mao, lanzó en otoño de 1930 la primera "campaña de aniquilamiento" de las bases comunistas en el campo en coordinación con los gobernadores de las zonas afectadas, empeñando en ello 11 divisiones que sumaban 100.000 hombres. La lucha duró sólo tres días, tiempo en que tardó en producirse una victoria inequívoca de la fuerzas lideradas por Mao. Los rebeldes capturaron 10.000 prisioneros —3.000 de los cuales se integraron en las fuerzas rojas—, 6.000 fusiles y millones de municiones de las tropas del Kuomintang.

Inmediatamente después, en febrero de 1931, Chiang desarrolló la segunda "campaña de aniquilamiento". Esta vez el saldo favorable para la fuerzas de Mao fueron 20.000 fusiles y otros tantos prisioneros, además de diez nuevos distritos que se sumaron a las zonas rojas. Chiang, convencido de la amenaza que esta situación suponía para su régimen, no se dio por vencido, y en julio de ese mismo año encabezó una fuerza de casi 300.000 hombres, destinada a acabar de una vez por todas con los insurrectos. La tercera campaña finalizó cuando en diciembre, en Ningtu, una división entera del Kuomintang se negó a obedecer las órdenes de sus mandos y se pasó con sus armas a las fuerzas revolucionarias. El saldo del triunfo obtenido sobre el Kuomintang era enormemente positivo: la "China roja" contaba con 21 distritos con una población de casi dos millones y medio de personas y un ejército de 30.000 hombres. El 7 de noviembre de 1931 se celebró el I Congreso de los "Sóviets" de toda China. Entre 1933 y 1934, las zonas rojas llegarían a albergar una población de casi nueve millones de habitantes.

En este proceso, la guerra campesina había operado como un poderoso imán sobre las tropas de los soldados del Kuomintang. El reparto de la tierra, en muchas de las zonas liberadas, pesaba más sobre la moral combatiente de los soldados nacionalistas que toda la demagogia anticomunista de Chiang Kai Chek. Esta fue la causa fundamental de las deserciones del ejército nacionalista.

El nacimiento de la Oposición de Izquierdas en China

Pero no todos los militantes del PCCh se situarían con una de estas dos líneas, la oficial de la IC o la alternativa guerrillera de Mao. Junto a los antiguos militantes que aún resistían en las ciudades integrados en el movimiento obrero, varios jóvenes fueron enviados en 1927 a estudiar en las universidades soviéticas. Así nació la primera oportunidad de que los textos e ideas de la OPI entraran en contacto con los comunistas chinos. Dos universidades rusas albergaban estudiantes chinos en Moscú: la Universidad de los Pueblos de Oriente y la Universidad Sun Yat-sen. El director de la primera era Choumiatsky, ferviente seguidor de Stalin, mientras que la otra estaba dirigida por Radek y Joffe, que en aquel entonces militaban en las filas de la Oposición. Adolf Joffe que había negociado los primeros acuerdos con Sun Yat-sen en 1923 que tan negativas consecuencias tendrían, se había mantenido fiel al combate librado por Trotsky contra la degeneración burocrática del PCUS convirtiéndose en un destacado dirigente de la Oposición hasta su muerte.

Gracias a la presencia de oposicionistas en la dirección de la universidad, numerosos estudiantes chinos se habían unido a la OPI. Finalmente, parte de este grupo de estudiantes fue enviado de regreso a China, donde organizaron una fracción llamada Nuestra Palabra, lo que permitió, por primera vez, la difusión en China de los documentos de la Oposición rusa.

Wang Fan-hi, miembro de la Oposición, estableció contacto con un grupo de trabajadores de Shangai. Este grupo fue ganado para la Oposición a mediados de 1928. Wang estimaba que habían ganado casi a 150 de los 400 estudiantes de la Universidad Sun Yat-sen48. La organización era clandestina, aunque los documentos todavía podían circulaban con cierta facilidad.

Otro grupo de oposicionistas consiguió salir de Moscú en septiembre de 1929 y, al llegar a Shangai, se unieron temporalmente al grupo Nuestra Palabra. Finalmente y de acuerdo con la orientación que habían decidido con los camaradas de la Oposición rusa, este segundo grupo notificó al comité central del PCCh que estaban dispuestos a reincorporarse a sus lugares dentro del partido. Los miembros de la Oposición comenzaron a trabajar en secreto dentro y fuera del partido, ocupando posiciones importantes en el aparato como cuadros formados en Moscú. Fue entonces cuando surgieron las primeras discrepancias en la OPI china, entre quienes estaba a favor de trabajar dentro del Partido Comunista y quienes, como era el caso de Liu Renjing, se negaban a ello. Así, el regreso desde Moscú de los sucesivos grupos traería consigo cierta confusión y división en la OPI china. El resultado fue que en 1929 había tres grupos oposicionistas entre los estudiantes que habían regresado de Moscú: Nuestra Palabra, el grupo Octubre, y el grupo Militant, que se formó a finales de 1929 con militantes que habían trabajado en el Partido Comunista Chino antes de ser expulsados.

Los distintos grupos de la Oposición, y especialmente el grupo que trabajaba como fracción en el Partido Comunista Chino, disfrutaban de cierta tolerancia por parte del PCCh. Por un lado, Moscú no conocía realmente la existencia de grupos de la Oposición en China y los líderes del PCCh estaban mucho más preocupados por las discrepancias y enfrentamientos surgidos entre Mif y Wang Ming, delegado de la IC y secretario general del PCCh respectivamente, con los restos de la vieja dirección que aún seguía en el Partido, Li Lisan, Chou En-lai, Liu Shaoqi y Mao.

Esta situación dio un giro radical cuando Stalin conoció la existencia de oposicionistas chinos organizados y que Chen Tu-hsiu estaba en contacto con ellos, momento en el que se inició una frenética campaña de expulsiones en el PCCh. Propusieron a Chen que viajara a Moscú para "mantener discusiones", con la posibilidad de acceder a un empleo dentro de la IC, "invitación" que Chen rechazó.

A finales de 1929, Chen Tu-hsiu recibió los documentos de la Oposición rusa traducidos. Su estudio le posibilitó una comprensión nueva y diferente de los acontecimientos de 1925-1927. La noticia de que Chen finalmente había ingresado en la Oposición provocó una profunda impresión en muchos militantes comunistas chinos, hasta el punto de transformarse en un auténtico acontecimiento dentro del PCCh. Se inició entonces una campaña de la IC contra el "centro liquidador de Trotsky-Chen". La profundidad de la crisis fue tal que la dirección tuvo que expulsar a cientos de militantes que apoyaban a Chen. El propio Chen fue expulsado el 15 de noviembre de 1929.

En respuesta a esta nueva purga burocrática, Chen Tu-hsiu publicó el 10 de diciembre una Carta abierta a todos los compañeros del partido, en la que militantes del PCCh pudieron leer: "Desde que contribuí con mis camaradas a fundar el PC chino en 1920, he aplicado siempre fielmente la política oportunista de los dirigentes de la IC: Stalin, Zinóviev, Bujarin y otros, que ha conducido a la revolución china a un triste y vergonzoso fracaso. Aunque he trabajado sin descanso día y noche, mis deméritos son más grandes que mis méritos. (…) me daría vergüenza adoptar la actitud de camaradas responsables durante ese período, que se limitan a criticar los errores oportunistas del pasado excluyéndose ellos mismos"49. Rápidamente, Chen concitó el apoyo de destacados militantes. En menos de una semana, más de 80 veteranos cuadros comunistas chinos que habían tenido o aún tenían responsabilidades en el partido, publicaron un texto titulado Nuestra posición política. Se trataba de una declaración abiertamente favorable a Trotsky: "Si hubiéramos tenido la dirección política de Trotsky antes de 1927, quizás habríamos sido capaces de dirigir la revolución china por el camino de la victoria". En la citada declaración, estos cuadros del PCCh se identificaban con las posiciones políticas defendidas por la Oposición de Izquierda para la revolución china: "Las tareas de la revolución democrático-burguesa china (independencia nacional, unidad estatal y revolución agraria) sólo pueden realizarse con la condición de que el proletariado chino, en alianza con los pobres de la ciudad y la aldea y a la cabeza de esa alianza, tome el poder político. En otras palabras, la revolución democrático burguesa china sólo puede llegar a su término y triunfo por la vía rusa, esto es, por vía de un Octubre chino"50. Los firmantes formaban parte de la fracción de Chen, conocida como la Fracción Proletaria, con su base fundamental en Shangai. Entre otros estaban Peng Shuzi, antiguo secretario de organización del partido. El grupo nucleado en torno a Chen se desarrolló con rapidez, estableciendo grupos en Pekín, Tianjin, Wuhan, Sichuan y Ningpo, además de Shantung y Anhui. Algunos de sus militantes incluso formaron células en Hong Kong y Macao, agrupando a varios cientos de trabajadores.

Semejante avance para la OPI china, no fue bien recibido, sin embargo, por los grupos de antiguos estudiantes, quienes consideraban a Chen un "viejo oportunista". El mismo día en que Chen fue expulsado del PC, el grupo Nuestra Palabra escribió a Trotsky denunciando su "oportunismo" y declarando su determinación a luchar contra él. Trotsky respondió con claridad: "Hoy recibí, por fin, una copia de la carta del camarada Chen Tu-hsiu del 10 de diciembre de 1929. Creo que esta carta es un documento excelente. Responde con posiciones claras y correctas a todos los problemas importantes; en particular, respecto de la cuestión de la dictadura democrática, la posición del camarada Tu-siu es absolutamente correcta. Cuando me escribieron [se refiere al grupo Nuestra Palabra] para explicarme por qué no podían unificarse con Chen Tu-hsiu, me señalaron que él seguía, aparentemente, apoyando la posición de la "dictadura democrática". Creo que esta cuestión es decisiva, porque toda posición que no sea la de dictadura proletaria que dirige a los campesinos pobres equivale a la de dictadura democrática, que en realidad no es sino una nueva política kuomintanguista. ¡Aquí no puede haber concesiones! Pero de la carta del 10 de diciembre surge claramente que la posición del camarada Chen es correcta (…) ¿Cómo podemos ignorar a un revolucionario destacado como Chen Tu-hsiu, que rompe formalmente con el partido, luego es expulsado del mismo y anuncia por fin que está en un cien por ciento de acuerdo con la Oposición? ¿Acaso hay muchos militantes en el Partido Comunista con la experiencia de Chen Tu-siu? Cometió muchos errores en el pasado, pero es consciente de ellos. Tener conciencia de los propios errores del pasado es muy importante para los revolucionarios y dirigentes. ¡Tenemos muchos jóvenes en la Oposición que pueden y deben aprender del camarada Chen Tu-siu!"51.

Los dirigentes de los diferentes grupos oposicionistas, algunos de ellos jóvenes inexpertos, se dirigían a Trotsky una y otra vez recabando su apoyo y la desautorización del resto. Por su parte, Trotsky insistía pacientemente en la necesidad de trabajar conjuntamente en la medida en que había un acuerdo general en los aspectos estratégicos. "Es norma de la Oposición Internacional no tomar partido por ningún grupo de la Oposición de Izquierda china, en contra de cualquier otro. La razón: no hay nada en nuestros materiales que permita suponer la existencia de diferencias tan importantes como para obligar a mantener la desunión (…) A la luz de lo anterior, ningún grupo de la Oposición de Izquierda china puede arrogarse el carácter de único representante de la Oposición de Izquierda Internacional ni atacar a los demás grupos (…) Es por eso que creemos necesario que estos cuatro grupos se unifiquen públicamente, con sinceridad, apoyándose en los principios comunes"52.

Por fin, se llegó al acuerdo de celebrar una conferencia en Shangai el 1 de mayo de 1931. Trotsky consideraba que "(…) después de estudiar los nuevos documentos llegué a la conclusión de que no existe la menor diferencia principista entre los diversos grupos que han emprendido la senda de la unificación. Hay matices tácticos que en el futuro, según se desarrollen los acontecimientos, podrían llegar a constituir diferencias. Sin embargo, no existe razón para suponer que dichas diferencias de opinión coincidirán necesariamente con alineaciones anteriores"53.

Las diferencias se centraron en la capacidad o no del Kuomintang para conseguir la unidad nacional. Todos los delegados presentes creían que sólo la dictadura del proletariado podría resolver esta tarea, pero Chen no excluía la posibilidad de que pudiera haber algún otro tipo de solución. En cualquier caso, Chen retiró finalmente la formulación en disputa. Las otras resoluciones se aprobaron por unanimidad. Los delegados eligieron una dirección de ocho miembros, también por unanimidad. Aparentemente se había superando las viejas divisiones personales, si bien algunos oposicionistas como Liang Ganjiao, Liu Yin y Ma Yufu abandonaron el movimiento.

Tres semanas después de la conferencia de unificación, la joven organización sufrió un terrible golpe gracias a la información que Ma Yufu había suministrado a los agentes especiales de la policía del Kuomintang. Chen Duxiu y Luo Han lograron escapar de las detenciones. La recuperación del trabajo fue corta ya que Chen Tu-hsiu y sus colaboradores fueron arrestados en 1932. Fue entonces cuando en nombre del PCCh, uno de los dirigentes estalinistas chinos, Bo Ku, exigió al gobierno de Chiang Kai-shek la condena a muerte para quién había sido uno de los fundadores del marxismo en China.

Un régimen capitalista corrupto y dependiente

El septiembre de 1931, coincidiendo con la tercera "campaña de aniquilamiento", se produjo el ataque japonés a Manchuria. Chiang temía más a la insurgencia campesina que al imperialismo japonés, y siguió por tanto centrando su atención militar sobre las zonas rojas. Entre junio de 1932 y marzo de 1933, el líder del Kuomintang lanzó la cuarta "campaña de aniquilamiento". Esta vez movilizó a 500.000 hombres, y si bien no consiguió una clara victoria, si pudo destruir las importantes bases rojas de la zona Jupé-Jonán.

Animado por este resultado, en otoño de 1933 comenzó la quinta "campaña de aniquilamiento". En esta oportunidad, Chiang se había preparado a conciencia, contando con el asesoramiento de destacados dirigentes nazis alemanes. Chiang, que había aprendido de sus anteriores expediciones, reunió para la ocasión un millón de hombres. La táctica consistió en un asedio total que provocó una zona desierta en torno a los guerrilleros, con el objetivo de aislarlos y aniquilarlos. Con el paso de los días, las bases rojas se quedaron sin sal ni quinina, sumando 60.000 los hombres perdidos en el combate. A principios de octubre, a costa de grandes pérdidas, los hombres de Mao lograron romper en un punto el cerco del Kuomintang. Entre el 15 y 16 de octubre de 1934, 100.000 hombres, es decir, el grueso del ejército rojo, los cuadros del partido y los técnicos, escaparon al asedio. Acababan de iniciar la "Larga Marcha".

El régimen del Kuomintang se había transformado en una maquinaria militar bonapartista al servicio de la burguesía, los terratenientes y los imperialistas extranjeros. En su política no había ningún rastro de modernidad, de soberanía nacional o de derechos democráticos. La base social del Kuomintang necesitaba perpetuar las formas de explotación tradicionales para mantener sus privilegios y, con ese objetivo, ejercía una represión de clase sistemática y permanente. Quienes hacía no más de cuatro o cinco años eran presentados por la camarilla estalinista como los dirigentes de la revolución, solicitaban ahora la ayuda de los carniceros nazis en su tarea de exterminio. Los generales alemanes que pasaron por China como Max Bauer, Von Seeckt y Von Falkenjhausen eran también portavoces de los monopolios alemanes en un nuevo intento de conquista económica. Así pues, gracias a esta macabra colaboración se desarrolló una lucrativa industria bélica para el capital alemán, encargada de mantener el aprovisionamiento de las tropas de Chiang.

Por otra parte, los señores de la guerra no sólo no habían desaparecido sino que campaban a sus anchas en vastas zonas del país. Eran necesarios para el sistema, ya que garantizaban el saqueó de los recursos de los campesinos y la imposición de la paz social en las aldeas. De hecho, desde 1927 Chiang había establecido alianzas con muchos de ellos. Esto no sólo impidió cualquier reforma agraria por más tímida que fuera, sino que eliminó también cualquier intento de control real por parte del Kuomintang del conjunto del territorio nacional, transformando en papel mojado la vieja aspiración nacionalista de la unificación nacional. En cualquier caso estas alianzas eran muy inestables, cada señor reivindicaba el mando absoluto sobre sus hombres sin ninguna ingerencia del gobierno, lo que producía enfrentamientos permanentes. Los militaristas locales mantenían una constante tendencia centrífuga, aunque nunca consiguieron acabar con la precaria supremacía de Chiang. En conjunto, Chiang y los señores de la guerra contaban, a principios de los años treinta, con una fuerza armada de dos millones de hombres.

Estas condiciones también tuvieron un profundo efecto en el capitalismo chino, que acentuó su carácter dependiente de la maquinaria burocrática y militar del Estado, ajeno a cualquier pretensión de libre competencia o desarrollo independiente del sector privado de la economía. El control absoluto de las palancas del poder estatal, permitió a Chiang, como buen bonapartista, usar el Estado chino en su único y estricto interés personal. Emprendedor y ambicioso, Chiang hizo con su matrimonio un buen negocio. Se casó con una de las hijas de Charlie Soong, individuo estrechamente ligado a los intereses del imperialismo estadounidense y que en 1930 dominaba la banca y bolsas chinas. Chiang concedió a su nueva familia y su círculo económico, posiciones predominantes en el régimen. Los Soong controlaban los cuatro bancos más importantes: Banco de China, Banco Central de China, Banco de Comunicaciones y Banco de los Agricultores, lo que implicaba la capacidad de emitir moneda de curso legal. Las relaciones diplomáticas, en un país dominado por el capital extranjero, adquirían una importancia estratégica, asi que T. V. Soong, cuñado de Chiang, fue durante largo tiempo ministro de Asuntos Exteriores.

Con semejante poderes, el estrecho círculo de Chiang rápidamente se hizo con el control de la industria textil, negoció las inversiones extranjeras en sectores como la siderurgia, el transporte o los fletes marítimos, concediendo, como era de esperar, especial primacía a intereses estadounidenses.

La ‘Larga Marcha’: la supremacía definitiva de Mao en el Partido

Mientras tanto, Mao se retiró con el objetivo de salvaguardar a sus hombres durante la espera de condiciones objetivas más favorables. Al frente de la resistencia contra el Kuomintang, quedaron los jóvenes de las "guardias rojas" y los más viejos con una misión suicida: resistir a un enemigo imbatible facilitando así que las fuerzas fundamentales del ejército rojo retrocedieran y escaparan. Gracias al heroísmo de estos muchachos y ancianos, que resistieron hasta su último aliento, se pudo iniciar la "Larga Marcha".

Junto a Mao iban sus viejos compañeros, Lin Piao, Ping-hui y Chu Teh. En su avance, el ejército guerrillero de Mao procuraba levantar a los campesinos de las aldeas contra los terratenientes, dejándolos armados en defensa de la tierra de la que se acababan de apoderar. Situaban así en la retaguardia una estela de milicias campesinas dispuesta a resistir el avance del Kuomintang.

En enero de 1935 se celebró la conferencia de Tsunyi, que reflejó en la dirección del Partido los cambios que se habían producido ya en la práctica. El PCCh apenas sobrevivía en las ciudades debido a la trágica combinación de la represión y los errores de su política. Mientras tanto, los dirigentes comunistas que había desarrollado su actividad en el campo, a pesar de las derrotas sufridas, agrupaban un buen número de hombres. Independizado de Moscú por la lejanía geográfica de los centros dirigentes, Mao decidió reorganizar la dirección. El buró político amplió sus reuniones a los comandantes militares más importantes. Al frente de la mayoría, Mao repudió la línea Wang Ming y fue elegido presidente del PCCh.

La invasión japonesa determinó buena parte de la trayectoria de la "Larga Marcha". En el sur todavía no había posibilidades de organizar la resistencia al invasor precisamente porque la lejanía de las tropas niponas no despertaba en el campesinado la necesidad de esa lucha como prioridad. Sin embargo, en el norte, donde los imperialistas japoneses avanzaban inexorablemente estableciendo regímenes autónomos de rapiña, había condiciones favorables para la intervención de los maoístas.

Se determinó, por tanto, marchar en dirección al norte, hacia la Gran Muralla. Esta decisión implicaba la superación de grandes obstáculos naturales en las agrestes zonas de Yunnan y Szechuan para evitar las zonas bloqueadas por el enemigo. El ejército guerrillero tuvo la oportunidad de demostrar su heroica capacidad de sacrificio y convicción revolucionaria. Atravesó pantanos y arenas movedizas, páramos carentes de cualquier tipo de alimento a excepción de hongos y algunas raíces, altas montañas e incluso glaciares. Los guerrilleros perdieron su equipamiento no sólo por la necesidad de abandonarlo ante el excesivo peso, sino porque literalmente se lo comieron. Cinturones, cartucheras, refuerzos de mochilas y todo aquello con un posible valor nutritivo, excepto las indispensables correas de los fusiles, sirvió para evitar la muerte por inanición. Aún así los hombres fallecían por decenas, a veces por cientos.

La táctica y objetivos del desplazamiento provocaron en ocasiones enconados debates entre los máximos dirigentes. Tal fue el caso de Chang Kuo-tao, uno de los fundadores del PCCh, que enfrentado a Mao defendió que las fuerzas rojas debían permanecer en zonas agrestes del país como Sikang o el Tibet. Si la propuesta de Chang Kuo tenía la ventaja de dificultar los ataques del enemigo, por los obstáculos naturales existentes en las zona citadas, traía aparejada una importante limitación: el carácter políticamente atrasado de las poblaciones aisladas que habitaban estas áreas, poco permeables al programa del PCCh, con las que los guerrilleros no podían prácticamente ni comunicarse por falta de un idioma común. Había aún otro elemento más importante si cabe en la propuesta de Chang Kuo. Éste contaba con la presencia en la zona del señor de la guerra Sheng Shi-tsai, quién mantenía buenas relaciones con la URSS en aras de fomentar su independencia frente al Kuomintang.

Los dirigentes de la IC eran orgánicamente incapaces de aprender de la experiencia, y de nuevo confiaron en estos mercenarios reaccionarios carentes de escrúpulos. Esta nueva equivocación quedó en evidencia trágicamente en 1942, cuando este militarista decidió volver a pactar con el Kuomintang, dirigiendo, en prueba de arrepentimiento, la masacre de una gran número de militantes comunistas que en los años de resistencia japonesa habían colaborado en la administración de su región. Tras la polémica, un buen número de comandantes se posicionaron en apoyo de la línea defendida por Chang Kuo. Cuando Mao reinició la marcha, quedaran atrás una parte considerable de sus comandantes, como Chou En-lai, Lin Piao o Chu Teh.

A finales de octubre de 1935, 7.000 de los 100.000 hombres que habían iniciado la marcha desde Kiangsí, llegaron a Shensí. El desarrollo de los acontecimientos, tanto el aislamiento de los guerrilleros en la zona del Tibet como la consolidación de la base de Shensí, volvieron a dar nuevamente la supremacía Mao. Se convocó con urgencia una reunión de representantes de todas las fuerzas dirigidas por miembros del partido en la base de Shensí, en la que Chang Kuo fue destituido.


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Notas
47. León Trotsky, Manifiesto sobre China de la Oposición de Izquierda Internacional, en el libro La segunda revolución china, página 78.

48. Muchos de estos datos proceden del artículo de Damien Durand titulado El nacimiento de la OPI en China, escrito en 1984 y disponible en Internet.

49. Fernando Claudín, página 655.

50. Trotsky, A la Oposición de Izquierdas china, 8 de enero de 1931, en La segunda revolución china, página 93.

51. León Trotsky, Carta a China, 28 de agosto de 1930. Archivo Internet CEIP.

52. León Trotsky, Carta a China, 1 de septiembre de 1930. Archivo Internet CEIP.

53. León Trotsky, A la Oposición de Izquierda china, 8 de enero de 1931, en La segunda revolución china, páginas 91 y 92.

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