jueves, diciembre 30, 2010

León Tolstoy y el movimiento obrero. Un texto de Lenin.


Hace unas semanas se cumplió el centenario de la muerte de Tolstoy, un hecho que conmovió al pueblo ruso en lo más profundo, y a buena parte de la humanidad trabajadora que había adoptado al autor de Ana Karerina como uno de los suyos. Pocos escritores llegaron como él a calar entre la gente obrera que se iniciaba con dificultades en la gran literatura mientras trabajaba jornadas agobiantes. La noticia de su muerte recorrió el mundo, y como no podía ser menos, algunos de los marxistas y anarquistas más pendientes de la vida social y cultural rusa, dedicaron una parte de su tiempo a scribir sobre aquel autor con el que discrepaban en algunas cosas –su pacifismo, su gradualismo. Su fe cristiana sin Iglesia-, pero al que admiraban y respetaban como un escritor comprometido y consecuente, ajeno a las pompas y a la corrupción del dinero. Alguien que había roto con su clase social, y que había escogido el camino del trabajo con las manos, y que compartía lo que tenía. Entre las reseñas sobre este acontecimiento se encuentra la de un marxista ruso exiliado, Lenin, que ya escribió este texto, titulado León Tolstoy, en el periódico “El socialdemócrata” del 16 (29) de noviembre de 1910, y que se encuentra en sus Obras, tomo XVI, pp. 293-297, que ya incluimos en un artículo para Kaosenlared, y .al que añadimos ahora este: León Tolstoy y el movimiento obrero Contemporáneo, aparecido en “Nash Put” (Nuestro camino), del 28 de noviembre (11 de diciembre) de 1910. Obras t. XVI, pp. 300-302.
En estas mismas páginas de Koas, he publicado trabajos sobre Tolstói, entre otros Max Nettlau, Trotsky y Jean Jaurès, y faltan otros…
De momento espero que para este mes próximo ya se encuentre en las librerías mi libro, León Tolstói, aristócrata, cristiano y anarquista (Libros de la Frontera), ofrezco una cierta información sobre el personaje, y dedicó una especial atención a como fue “leído” entre los marxistas y los anarquistas rusos de su tiempo… …Y es que el autor de Guerra y paz, no solamente ocupó el cetro de la gran literatura rusa que, además, fue un fenómeno cultural y literario sin apenas parangón en la historia. S obra grande y pequeña está escrita para todos, y seguidamente que es, a pesar de su trabajada complejidad, mucho más asequible que la de cualquier otro escritor de su tiempo, produce una empatía, un reconocimiento general en la gente porque Tolstoy sabe hablar en nombre de todos, incluso de los animales. Creo que es muy importante reivindicar su memoria en unos tiempos en el que buena parte de los escritores de nuestros tiempo se arrodillan ante el dos Mercado, y son capaces de cualquier cosa con tal de ser reconocido por los medios y de que sus libros lleguen a esos grandes almacenes que están sustituyendo a la librería, y el trabajo de los buenos libreros.
El menospreciado Lenin, amalgamado con el último Zar que reinó en nombre del “comunismo”, dedicó a Tolstoy algunos de sus ensayos literarios. El que busque alguna pista en sus escritos sobre el llamado “realismo socialista” perderá su tiempo, Lenin creía firmemente en la libertad artística, y en la urgente necesidad de conectar la cultura y la literatura con el pueblo trabajador y oprimido…

Vladimir I. Ulianov, Lenin: León Tolstoy y el movimiento obrero contemporáneo

En casi todas las grandes ciudades de Rusia, los obreros rusos ya han reaccionado ante la muerte de L. N. Tolstoy y han manifestado, de una manera u otra, su actitud respecto al escritor cuyas obras de arte tan notables le sitúan entre los grandes escritores del mundo —respecto al pensador que planteó con una fuerza prodigiosa, con convicción y sinceridad, un gran número de cuestiones referentes a los aspectos fundamentales del orden político y social actual. De una manera general, esta actitud ha resumido su expresión en el telegrama enviado por los diputados obreros de la III Duma y publicado en los periódicos (1)
L. Tolstoy empezó su actividad literaria bajo el régimen del vasallaje, pero ya en una época en que éste vivía manifiestamente sus últimos días. La actividad principal de Tolstoy se remonta al período de la historia rusa comprendida entre dos momentos cruciales: 1861 y 1905. Durante este período, las huellas del vasallaje, sus supervivencias directas, penetraban profundamente toda la vida económica (sobre todo rural) y política del país. Al mismo tiempo, precisamente este período fue marcado por el crecimiento rápido del capitalismo desde abajo y su implantación desde arriba.
¿En qué se manifestaban las supervivencias del vasallaje? Ante todo —y con la mayor claridad— en el hecho de que en Rusia, país eminentemente agrícola, la agricultura se encontraba en aquellos tiempos en manos de campesinos arruinados, sumidos en la pobreza, los cuales utilizaban unos sistemas de cultivo anticuados, primitivos, para explotar las viejas parcelas de tierra de la época del vasallaje, amputadas en 1861 en provecho de los terratenientes. Por otra parte, ‘la agricultura se encontraba en manos de los hidalgos que, en la Rusia central, explotaban la tierra con el trabajo del campesino, con el carro y el caballo del campesino, a cambio de las «tierras concedidas», del derecho a la siega, a los abrevaderos, etc. De hecho, era el viejo sistema económico de los tiempos del vasallaje. Esto resulta de la organización del Estado hasta las primeras tentativas de modificarla, en 1905, y de la preponderante influencia de los nobles terratenientes en los asuntos públicos, así como de la omnipotencia de los funcionarios, reclutados principalmente —sobre todo los altos funcionarios— entre la aristocracia terrateniente.
Después de 1861, esta vieja Rusia patriarcal empezó a dislocarse rápidamente bajo la influencia del capitalismo mundial. Los campesinos, hambrientos, diezmados, arruinados como nunca anteriormente, se iban hacia las ciudades y abandonaban la tierra. Se construían activamente ferrocarriles, fábricas, gracias a la «mano de obra barata» de los campesinos arruinados. El gran capital financiero, el gran comercio y la gran industria se desarrollaban en Rusia.
Esta transformación rápida, penosa y violenta de todos los antiguos «pilares» de la antigua Rusia, se refleja en las obras del Tolstoy artista y en las concepciones del Tolstoy pensador.
Tolstoy conocía perfectamente la Rusia rural, la vida del terrateniente y del campesino. En sus obras literarias ofrece descripciones de esta vida, descripciones que son obras maestras de la literatura mundial. La transformación violenta de todos los «antiguos pilares» de la Rusia rural agudizó su atención, profundizó su interés por los acontecimientos que se desarrollaban a su alrededor, determinó un cambio radical en su concepción del mundo. Por su nacimiento y su educación, Tolstoy pertenecía a la alta aristocracia terrateniente de Rusia; rompió con todas las opiniones habituales de este medio y, en sus últimas obras, sometió a una crítica vehemente el actual régimen político, eclesiástico, social y económico, basado en la esclavización de las masas, en su miseria, en la ruina de los campesinos y de los pequeños propietarios en general, en la violencia y en la hipocresía que, de arriba a abajo, impregnan toda la vida contemporánea.
La crítica de Tolstoy no es nueva. No dijo nada que no hubiera sido dicho mucho antes que él, tanto en la literatura rusa como en la europea, por los que se alineaban al lado de los trabajadores. Pero la originalidad de la crítica de Tolstoy y su importancia histórica residen en el hecho que traduce, con un vigor del que sólo son capaces los artistas de genio, la transformación de la mentalidad de las más amplias masas populares de Rusia durante el período indicado, y precisamente de la Rusia rural, campesina. Pues la crítica del régimen actual en Tolstoy difiere de la crítica que hacen a este mismo régimen los representantes del movimiento obrero contemporáneo, en que Tolstoy se sitúa en el lugar del campesino patriarcal ingenuo, transpone la psicología de este campesino en su crítica, en su doctrina. Si la crítica de Tolstoy se distingue por semejante fuerza de sentimiento, por semejante pasión, si es tan sumamente persuasiva, fresca, sincera, intrépida, en su deseo «de llegar hasta la raíz», de encontrar la causa verdadera de las desgracias de las masas, es que esta crítica refleja efectivamente el cambio radical en la mentalidad de millones de campesinos que, liberados del vasallaje, acaban de acceder a Ir libertad, y que se dan cuenta que esta libertad significa nuevos horrores, la ruina, la muerte de hambre, la vida sin hogar entre las dificultades de la ciudad, etc. Tolstoy refleja el estado de ánimo de estos campesinos con tal fidelidad, que introdujo en su doctrina su ingenuidad, su alejamiento de la política, su misticismo, el deseo de apartarse del mundo, la «no resistencia al mal», las maldiciones importantes dirigidas contra el capitalismo y el «poder del dinero». La protesta de millones de campesinos y su desesperación: esto es lo que se fundió en la doctrina de Tolstoy.
Los representantes del movimiento obrero contemporáneo estiman que tienen contra qué protestar, pero que no tienen motivos para desesperarse La desesperación es propia de las clases agonizafl5 mientras que la clase de los obreros asalariados aumenta, se desarrolla y se refuerza inevitablemente en todas las sociedades capitalistas, tanto en Rusia como en otras partes. La desesperación es propia de los que, no comprendiendo las causas del mal, no ven ninguna salida, son incapaces de luchar. El proletariado industrial contemporáneo no pertenece a estas clases.

Nota

-1). He aquí el texto de este telegrama: «La fracción socialdemócrata de la Duma, intérprete de los sentimientos del proletariado de Rusia y del proletariado internacional, expresa su mas vivo dolor por la muerte del genial artista, del luchador irreductible e invencido que se levantó contra la Iglesia oficial, del enemigo de la arbitrariedad y la opresión, que alzo su voz resonante contra la pena de muerte, del amigo de los perseguidos.» (N. R.)

Pepe Gutiérrez-Álvarez

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