jueves, diciembre 30, 2010

Oaxaca, México: a cuatro años de la rebelión popular


A cuatro años del nacimiento de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO) se discute aún su sentido y hasta su propia existencia. Algunos le siguen atribuyendo una función política fundamental, pero muchos piensan que se desvaneció junto con la revuelta popular a la que habría dado un nombre. Sólo quedaría un membrete que utilizan arbitrariamente grupos muy diversos para proyectos políticos sin mayor eco en la población.
La APPO nunca fue organización política ni movimiento de movimientos. Fracasaron los intentos de darle estructura centralizada, dirección única y sesgo partidario. Los movimientos que convergían en la APPO sólo se articulaban circunstancialmente. Esa situación persiste. La APPO ha sido sólo una posibilidad, un intento que no cristaliza. No tiene existencia ni realidad. Pero no es un fantasma. A su manera atropellada y dispersa, lo que puede todavía llamarse APPO expresa el vigor y vitalidad de una tendencia profundamente enraizada en los pueblos de Oaxaca que aún intenta crear su oportunidad de existir.
La APPO habría sido una rebelión, más que una revuelta, que buscó extender a todo el Estado la experiencia de gobierno autónomo de las comunidades de Oaxaca por medio de una asamblea de asambleas. Si aceptamos esta hipótesis, la APPO no ha logrado existir. Innumerables iniciativas han nutrido el experimento, pero factores internos y externos le han impedido cristalizar: lo han debilitado quienes desde su interior han querido emplearlo para sus propios fines personales y de grupo y ha sido brutalmente reprimidoy desarticulado por la estrategia ilegal de intimidación y control que empezó con la represión de 2006 y aún persiste.
A pesar de su condición embrionaria, la APPO ha sido capaz de modificar sustancialmente la realidad social y política de Oaxaca. Puede apreciarse su impacto en toda suerte de iniciativas que se siguen multiplicando y muestran creciente vigor, como las cada vez más amplias coaliciones urbanas y rurales de defensa territorial o las iniciativas que intentan ampliar el control autónomo de la vida cotidiana mediante la agricultura urbana, el trueque, etc. La frustración y el desencanto, lo mismo que el temor y la rabia, hicieron presa en diversas capas. Pero se mantienen vivos el fermento organizativo y la iniciativa de 2006.
La APPO fue un factor decisivo para desplazar del poder formal y real al partido que gobernó por ocho décadas en el Estado y a la mafia política que lo encabezó en los últimos años. Cerrar ese ciclo desató un ambiente de fiesta y celebración en Oaxaca, que parece cuajado de esperanza. Algunos sectores confían en las reformas que ha prometido el nuevo equipo, en el que aparecen protagonistas destacados de la APPO que no la representan. Muchas personas mantienen la desconfianza hacia el nuevo Gobierno, que no sería sino el mismo sistema con otra piel. La esperanza mayoritaria no estaría colgada de los nuevos funcionarios sino de la capacidad, organización y vitalidad de los pueblos de Oaxaca, que semanifestaron espectacularmente en 2006 y se muestran cotidianamente en las más diversas formas. La mayoría de los oaxaqueños estaría pensando que los nuevos funcionarios tendrán que darse pronto cuenta de que su única opción de gobernar es aprender a obedecer a los pueblos de Oaxaca... y se dedican con imaginación a enseñárselo.

Gustavo Esteva | Diagonal

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