jueves, septiembre 15, 2011

Grecia hacia la bancarrota, la economía mundial al borde del abismo


Tras un mes de agosto de batacazo bursátil, subida a máximos históricos de la deuda española e italiana y caída de las perspectivas de crecimiento económico de la UE y EEUU, el mes de septiembre no ha dado respiro a la economía mundial. Inmersa en una espiral descendente, lejos de espantar el fantasma de la depresión lo ha acercado aún más. Todos los síntomas de la
enfermedad del modo de producción capitalista se han agudizado en las últimas semanas haciendo saltar todas las alarmas: la economía capitalista se encuentra al borde del abismo.
La crisis griega, lejos de resolverse ha vuelto a estallar: el capital financiero apuesta ya a un default de Grecia. Los mercados calculaban en un 98% las posibilidades de que Grecia quebrara, con las consecuencias que ello podría tener para la economía europea y mundial. Ante esa perspectiva Obama declaraba el 13 de septiembre que Grecia "es la mayor preocupación inmediata" ya que de darse la quiebra, el mayor problema es "lo que ocurrirá con España e Italia si los mercados mantienen los ataques a estos países verdaderamente grandes".

La usura conduce a Grecia a la bancarrota

A nadie debería sorprender lo que está sucediendo en Grecia: los intereses usureros en el pago de la deuda atenazan su economía. La rentabilidad que los inversores exigían al bono griego a diez años estaba cercana al 25%, y crecía hasta cerca del 75% los intereses para comprar deuda griega a 10 años. El gobierno griego ha anunciado que sólo tenía recursos para financiar pensiones y salarios de los funcionarios hasta el mes de octubre. Los paquetes de ayuda del FMI y el BCE, lejos de resolver el problema, lo han empeorado al imponer a Grecia, nuevamente, condiciones draconianas de recortes.
Socialdemócratas y economistas keynesianos se llevan las manos a la cabeza con la posibilidad del default heleno e imploran al Banco Central Europeo para que ayude a Grecia, impulse los eurobonos y ponga fin a esta hecatombe de consecuencias imprevisibles. Sin embargo el BCE, que no es más que un instrumento en manos del capital financiero más fuerte, Alemania, hace caso omiso y parece dispuesto dejar a Grecia a su suerte. La dimisión del miembro de la comisión ejecutiva y economista jefe del BCE, el alemán Jürgen Stark, opuesto a la compra de bonos fue el punto de inflexión de un nuevo golpe de timón para dejar a Grecia a su suerte. Tras comprar 140.000 millones de euros en deuda española e italiana, la burguesía alemana no parece dispuesta a soltar más dinero. El presidente de la comisión europea, Durao Barroso, anunció tímidamente, el miércoles 14 de septiembre, que se abrían las opciones para los eurobonos, aunque de ningún modo se ha concretado esto, y en cualquier momento Merkel podría, cómo ha hecho otras veces, desautorizar sus palabras.

Causas y consecuencias de la bancarrota

Las consecuencias de la quiebra griega serán terribles: la entrada en una cadena de suspensión de pagos y arrojar a la economía mundial a la depresión cosa que han tratado de evitar los últimos tres años. Para cubrir una montaña de deudas impagables han levantado otra montaña de deudas impagables en los presupuestos estatales y la montaña se puede derrumbar cuando Grecia caiga en default.
En el fondo, más tarde o más temprano, de un modo diferente y con dificultades añadidas, se está repitiendo la situación del Crack del 1929 en Estados Unidos: en aquel entonces, la Reserva Federal permitió la quiebra bancaria propiciando la mayor depresión de la historia del capitalismo. En la crisis de 2008 tras la quiebra de Lehman Brothers, actuaron de modo opuesto: tanto la Reserva Federal estadounidense como el Banco Central Europeo rescataron la banca impidiendo temporalmente la depresión a costa de acrecentar las contradicciones, sin resolver la crisis y preparando la caída de la economía mundial a la que estamos asistiendo ahora. No hicieron más que atrasar lo inevitable. Emplearon un tercio del PIB mundial para sostener los bancos con la idea de que el gasto de esa factura se trasladara a los balance de lo estados nacionales y no ha servido para nada. Así, el capital financiero, auténtico gobernante del mundo, trasladó la quiebra bancaria a la quiebra de la deuda soberana, pasando la factura de la crisis que ellos generaron a la clase trabajadora. La quiebra bancaria se detuvo desatando la quiebra de los estados; la secuencia de caídas, como no podía ser de otro modo, empezó por los estados más débiles y endeudados, Grecia y las economías más débiles de la economía europea, como Irlanda y Portugal. Y a partir de entonces la espiral ha ido hacia abajo. La burguesía alemana, o al menos un sector muy importante, parece decidida por ahora a una política favorable a permitir la caída en bancarrota de algunos estados, similar a la política respecto a los bancos que llevó la Reserva Federal en 1929: dejarlos quebrar y no darles ayuda. El problema es las consecuencias incontrolables que de ello se pueda derivar, aunque traten de que sea, efectivamente, una quiebra ordenada.
Las declaraciones de Obama sobre el peligro para España e Italia en caso de darse la quiebra griega, y la visita del secretario del Tesoro de Estados Unidos, Timothy Geithner, a la reunión de los ministros de Economía de la UE en Wroclaw (Polonia), van en la línea de presionar para conjurar la quiebra de Grecia y encontrar una solución. Un argumento a sopesar para la burguesía alemana es que la caída de Grecia podría afectar a su socio francés y al futuro del euro, de ahí las vacilaciones de Merkel. La reciente rebaja de la calificación de dos grandes bancos franceses Crédit Agricole y Société Générale por la agencia de calificación Moodys, es una advertencia respecto a lo que pasaría si Grecia quiebra. Se estima que la banca francesa posee cerca del 40% de la cartera de la deuda griega. La rebaja de la calificación vino después de que “tres de los principales bancos franceses se despeñaron ayer en Bolsa: BNP perdía un 12,3%; Crédit Agricole, el 10,6%, y Société Générale, un 10,7%. Estas pérdidas continúan un año nefasto. Un dato: Société Générale ha perdido en 2011 un 61% de su valor” (El País, 15/09/2011).

La quiebra de Grecia conduce a la quiebra de la banca europea

La quiebra de Grecia pone al orden del día la quiebra del la banca europea, de la cual la economía más fuerte del continente cree que puede salir beneficiada o indemne. Para la burguesía alemana la crisis de la deuda es una sangría sin fin que no se puede seguir alimentando. Y cree que es la más preparada por su capacidad productiva y sus reservas acumuladas de superarla. Ir hacia los eurobonos, como salida que proponen los reformistas y por ahora la burguesía alemana rechaza, significaría para Berlín seguir pagando el saco sin fondo de la crisis bursátil, cosa que no está dispuesta a hacer por el momento. Al contrarío, según piensan los imperialistas alemanes, sería una buena lección para el resto de países en el sentido de control del déficit, que tanto tiempo ha venido defendiendo; otras de las ventajas del terremoto sería sincerar la situación de quiebra bancaria y que cada uno pague la factura que le corresponda. Es decir, para qué utilizar dinero en salvar a Grecia, cuando lo que tenemos que sanear es la banca Francesa y Alemana.
Las divisiones entre las diferentes burguesías nacionales en como encarar la crisis aumenta en la medida que hay intereses contrapuestos, incluso según aumentan las presiones, las dudas y vacilaciones aumentan en la propia burguesía alemana; la dimisión de Jürgen Stark, jefe de economistas del BCE, opuesto a comprar bonos españoles e italianos, es muestra de la oposición de un sector importante de la burguesa alemana se opone a cualquier concesión. Así, Merkel oscila entre dos opciones: presionar a los países de la UE más castigados por la deuda, llegando incluso al default, como plantea un sector importante de la burguesía alemana o impedir que esa crisis llegue a suelo francés y ponga en peligro la existencia del euro.

Vacilaciones en la burguesía europea

Todos estos giros y contradicciones en la política de la UE, son fruto de las vacilaciones y dudas de la clase dominante respecto a como salir de la crisis y cómo esa salida puede beneficiar a cada burguesía nacional de mejor manera. El problema para los capitalistas es que tomen las medidas que tomen no van a conseguir salir de la crisis, sino, a lo sumo, aplazar un tiempo su estallido de un modo más agudo. Si la burguesía alemana cambiara de opinión por las dudas o presiones en el último momento, tratando de posponer la quiebra Griega (como en el mes de agosto, cuando empezó a comprar bonos españoles e italianos) sólo estaría aplazando por breve tiempo el derrumbe del castillo de naipes sobre el que está sostenido la economía capitalista europea, generando nuevas y más profundas crisis.
Las consecuencias políticas y sociales de este nuevo shock golpeará aún más la conciencia de millones: los recortes sociales, los ataques a las condiciones de vida de los trabajadorses, se profundizará con el objeto de intentar reequilibrar la economía mundial, destruyendo fuerzas productivas, generando más desempleo y con ello, tal y como han estado haciendo los capitalistas los cuatro últimos años, estimulando la caída del consumo de las masas, restringiendo el mercado aún más y profundizando la crisis en una espiral incontrolable. Las próximas semanas y meses sacudirán de nuevo la economía mundial, como no se ha visto desde los años 30. Estas sacudidas serán el preludio del mayor estallido de la lucha de clases de revolución y contrarrevolución en Europa desde aquella turbulenta década.

Yonie Moreno

1 comentario:

Churro dijo...

y la economía mundial sigue cayendo... aunque parece que aveces se reponga no creo que tarde mucho en abrirnos en canal... os dejo un par de artículos que estaba leyendo...
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