jueves, diciembre 17, 2015

Giro histórico en la Reserva Federal norteamericana



Políticas históricas. Los verdaderos objetivos de la Fed, los reparos de los economistas. Un cambio de tendencia con resultado incierto. Consecuencias en Latinoamérica y Argentina.

Luego de una “construcción digna de una superproducción”, como dice The Economist, la Reserva Federal norteamericana (FED) incrementó ayer finalmente la tasa de interés tras mantenerla durante 7 años en torno a cero. El extenso período durante el cual las tasas de referencia de corto plazo del Banco Central norteamericano oscilaron entre 0 y 0,25 % carece de precedentes históricos.
Combinado con la clausura en 2014 de la compra de activos financieros por el mecanismo de los denominados “Quantitative Easing” -que sumó 4,5 billones de títulos al balance de la FED comparado con la tenencia de 1 billón en 2007, según El País- pone fin a un período de dinero extraordinariamente barato. Estas medidas monetarias, significaron componentes claves mediante los cuales Estados Unidos hizo frente a la Gran Recesión de 2008-2009. El reciente incremento de la tasa anunciado por la presidenta de la FED, Janet Yellen, que mantendrá una oscilación entre el 0,25 y el 0,5% junto con la predicción de muy débiles incrementos futuros, tampoco tiene precedentes. Según Financial Times, los anuncios sugieren que se tratará “del ciclo de incremento de tasas más superficial en los tiempos modernos”. Sin embargo, la medida pone de manifiesto las contradicciones del mediocre crecimiento norteamericano de los últimos años y junto con el menor vigor de la economía china, inaugura un nuevo escenario en la larga crisis abierta tras la caída de Lehman.

Motivos para una suba

En teoría una suba de las tasas de interés tiene tres efectos principales. En primer lugar suaviza el gasto –tanto de consumo como de inversión- porque el crédito se vuelve más caro. En segundo lugar, fortalece el dólar porque opera atrayendo capitales extranjeros. En tercer lugar se reducen los precios de los activos, entre ellos los de las acciones (The Economist). Pero ¿cuál es el objetivo de la FED? El crecimiento de la economía norteamericana de los últimos años se encuentra en torno a un promedio del 2 %, bastante por debajo de la media histórica del 3 % (Larry Summers), la desocupación se redujo cualitativamente –más allá de las pertinentes discusiones referentes a su medición- y se encuentra en una tasa de alrededor del 5,5 %, la inflación por su parte se halla cualitativamente por debajo de la meta de la Reserva Federal del 2 %, además los preciso del petróleo continúan en una senda claramente descendente alentando presiones deflacionarias. El conjunto de estos factores –salvo la reducción de la tasa de desempleo- desaconsejan “técnicamente” un incremento de las tasas de interés, más aún cuando la economía mundial agrega signos de desaceleración. Los verdaderos motivos que conducen a la economía norteamericana a elevar las tasas están asociados fundamentalmente a dos factores. El primero de ellos es que las bajas tasas de interés aún cuando permitieron la recuperación de la economía, contribuyeron más a la “inflación” bursátil que a un vigoroso crecimiento de la economía real. El segundo es que las tasas de interés en un nivel cero impiden volver a apelar nuevamente a este mecanismo en caso de necesidad. Se considera a estos dos factores como las razones fundamentales que impulsaron la suba. No obstante Janet Yellen en su cuidada política destinada a manejar las expectativas (ver La “videoeconomía” de la crisis mundial), se dedicó a aclarar una y mil veces que “La política monetaria sigue siendo acomodaticia y seguiremos controlando con cuidado lo que ocurre en la economía y en las tendencias de la inflación” además de una subida de los tipos y en teoría, daría a la FED más margen para volverlos a bajar en caso de necesidad (El País). Sin embargo Larry Summers consideraba esta semana en Financial Times que los costos económicos de un aumento de tasas podrían superar los beneficios de la estabilidad financiera. A su vez y también desde Financial Times, Martin Wolf señalaba que la FED podría encontrar que la economía de Estados Unidos es más débil de lo que se cree más aún dado el previsible fortalecimiento del dólar. En esta situación pronosticaba Wolf que el endurecimiento de las tasas no sólo sería pequeño sino también breve. Incluso señala Summers que son muy altas las probabilidades de que una recesión en Estados Unidos, llegue antes de que haya espacio para recortar las tasas lo suficiente como para contrarrestarla.

Efectos sobre América Latina y Argentina

Es cierto que teniendo en cuenta la debilidad de los incrementos anunciados así como que la intención de llevarlos a cabo viene siendo propagandizada desde el año 2013, gran parte de sus efectos ya se han realizado. Es decir, la revaluación del dólar y las secuelas sobre los precios de las materias primas se fueron generando en cuotas desde los anuncios de “intención” hasta el momento. Estos factores combinados con el “soft laning” chino, ya dejaron sendas huellas que se expresan de manera más o menos laberíntica en particular en países como Brasil, Venezuela y Argentina. Sin embargo y en una situación que se vuelve más crítica desde el punto de vista internacional, no puede descartarse la probabilidad de que aún un pequeño aumento de las tasas, agudice más que proporcionalmente la reversión del flujo de capitales hacia el centro y que tienda a empeorar los precios de las materias primas. También e indudablemente la situación -aunque contradictoriamente se trate de lo que la FED quiere evitar- incrementa la probabilidad de nuevos estallidos financieros en la medida en que empeora la situación de todos los países endeudados en dólares cuyas acreencias se incrementan automáticamente. Más allá de los ritmos, la tendencia queda instalada. Y aún es dudoso que una reversión de la política de aumentos de tasas por parte de la FED -si la situación se complicara- pueda llegar a tiempo. El caso de Argentina donde el gobierno derechista de Macri y sus CEOs acaban de lanzar la devaluación monetaria más profunda desde el año 2002, aún un pequeño incremento de las tasas de la FED podría –al menos como tendencia y en un plazo más largo- reforzar las presiones devaluatorias y empeorar las condiciones del flujo de capitales.

Paula Bach

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