martes, junio 20, 2017

La desaparición y asesinato de Nin a manos del estalinismo



Apenas derrotadas las jornadas revolucionarias de mayo del 37, la coalición republicano-estalinista reprimió violentamente a los trabajadores. Andreu Nin fue uno de los trofeos de esta coalición contrarrevolucionaria.

Andreu Nin fue secuestrado por el estalinismo el 16 de junio de 1937. En las Ramblas hay una placa recordatoria del lugar en el cual fue visto por última vez. Fue trasladado a Madrid y posteriormente asesinado en una checa de los agentes secretos del NKVD. Con ésta acción, entre otras, el estalinismo quiso castigar al POUM y a todas las fuerzas que no acababan de someterse a la estrategia del Frente Popular, y en particular a los objetivos de Stalin.
Nin fue dirigente de la CNT y como Secretario del Comité Nacional fue al Moscú posrevolucionario con el objetivo de informar a la Central de la situación. Alentó el ingreso de la CNT a la Internacional Comunista y se quedó a vivir en la Unión Soviética varios años llegando a ser el número dos de la Internacional Sindical Roja. Fue testigo del proceso de burocratización soviético liderado por Stalin. Y, rápidamente se sumó a la Oposición de Izquierda para combatirlo.
En el año 1930 logra escapar de la represión estalinista y se instala en el Estado español para iniciar la construcción de la Izquierda Comunista Española afín a la lucha liderada por León Trotsky contra la burocratización del Estado Obrero. Con la revista Comunismo, Nin y la ICE van a publicar las más importantes elaboraciones políticas hechas por un grupo marxista de aquella época.
En los años posteriores, Andreu Nin rompió con la línea del revolucionario ruso y creador del Ejército Rojo para confluir con el grupo de Maurin y así en setiembre de 1935 fundar el POUM. El POUM tuvo una política de seguidismo a los dirigentes de la CNT, por tanto, de colaboración de clases. Durante aquellos años se adaptó al poder republicano y años después acabó disolviéndose mayoritariamente entre las filas socialdemócratas.

La represión contra el POUM

El POUM fue un partido que se reivindicó comunista heterodoxo y anti-estalinista. Combatió parcialmente la política de colaboración de clases que el estalinismo desarrollaba en el Estado Español, puesto que también integró el Frente Popular con la burguesía republicana y participó del Gobierno de la Generalitat.
Fue el partido español más importante que denunció la burocratización de la URSS y el Comintern. A finales del año 1936 denunciaron la nueva oleada de purgas que los asesinos estalinistas estaban realizando contra los antiguos compañeros del Comité Central Bolchevique de Lenin y Trotsky. En La Batalla del 3/9/1936 se publicó “En Moscú han sido fusilados, en las monstruosas condiciones que todo el mundo sabe, Zinoviev, Kamenev, Smirnov y varios militantes bolcheviques más en número de dieciséis... Trotski, el compañero de Lenin, el gran organizador del Ejército Rojo, no ha podido ser fusilado por la sencilla razón de que no se encuentra en Rusia, bajo la férula de Stalin”(1) .
Los esbirros de Stalin no podían soportar esto. Jesús Hernández, quien fuera Ministro de Salud Pública y Sanidad, indicaba que “Frente al POUM estábamos en guerra de aniquilamiento”(2) . En el enfrentamiento que hubo entre las fuerzas burocráticas lideradas por Stalin y la Oposición de Izquierda fundada por Trotsky, siempre estuvieron al lado de éste, a pesar de las importantes diferencias políticas que tenían sobre cómo intervenir en la revolución española. Incluso, trataron de obtener un visado para que Trostky pudiera afincarse en España.
Cuando se constituyó la Junta de Defensa en Madrid, a principios de noviembre, el embajador de la URSS Rosenberg vetó la participación del POUM en dicho organismo. Este agente estalinista afirmaba que la dirección del POUM estaba compuesta por agentes fascistas. El 28 de noviembre, el cónsul Antonov Ovseenko, en una nota enviada a la prensa no vaciló en señalar que el periódico poumista, La Batalla, era una “prensa vendida al fascismo internacional”. En diciembre del ’36 las presiones del Cónsul soviético dieron resultados y finalmente expulsaron de la Generalitat al POUM.
Las milicias poumistas sufrieron el sabotaje por parte de la Junta que reemplazó a Largo Caballero. Esta les negó armas, las pagas y los alimentos. Se tuvieron que alistar en el nuevo ejército. Fueron suspendidos el semanario POUM, el Combatiente Rojo y La Antorcha. Fueron cerrados los locales del partido, los lugares de residencia, la sede de la emisora de radio y sus juventudes no podían funcionar. La dirección fue encarcelada y se le inició un juicio por alta traición que no pudo acabarse por la victoria del fascismo.

El estalinismo reprimió a los comités

La violencia se ejercía legalmente desde las instituciones de represión del estado burgués o, ilegalmente, a través de las checas y las cárceles clandestinas y los miles de agentes rusos que se habían instalado en territorio español.
La desaparición, y posterior asesinato de Andreu Nin hace 80 años ha sido uno de los puntos culmines de la represión estalinista en el bando republicano. El Partido Comunista español y el Partit Socialista Unificat de Catalunya organizaron con el apoyo de la Comintern y el PCUS una enorme estructura represiva en todo el territorio republicano. Para ello contaron con el beneplácito del Partido Socialista, los partidos republicanos y, en cierta medida, de la dirección de la CNT.
Esta represión estaba dirigida esencialmente contra ese sujeto más o menos intangible llamado los “incontrolados”. Eran incontrolados quienes no se sometían a la “autoridad” de la República o de la Generalitat. Los trabajadores españoles conquistaron las calles y el poder cuando enfrentaron el golpe fascista. El ejército se dividió pasándose los oficiales al fascismo y los soldados se disolvieron entre los trabajadores que enfrentaron el golpe. Si bien el POUM cedió al Frente Popular y al poder republicano-estalinista, a veces elevaba alguna voz crítica. Y, por ello también fue duramente reprimido.
En julio del 36, el poder obrero creó una multiplicidad de organismos como comités de empresa que gestionaban la producción; comités de abastos que organizaban la distribución de la comida; comités de patrullas y de barricadas que se encargaban de la seguridad; comités de milicias para organizar la lucha contra fascismo, etc. Todos estos comités no se disolvieron y siguieron funcionando. El estalinismo, junto al Partido Socialista, los partidos republicanos se pusieron a la cabeza de “controlar” al movimiento obrero.
El Conseller y Secretario General del PSUC, Joan Comorera se encargó de enfrentar los comités de abastos. La cuestión era acabar con esos comités de trabajadores. La Generalitat y el Gobierno central decretaron la disolución de las milicias y las patrullas obreras para formar un ejército y una guardia de asalto diferenciada. Estos se encargaron de atacar y levantar las barricadas y de desarmar las patrullas obreras de control. La Guardia de asalto estaba armada hasta los dientes con fusiles nuevos, mientras las milicias tenían armas del siglo anterior como denunció Orwell en Homenaje a Catalunya.
A finales de abril del 37, las patrullas estalinistas comenzaron a desarmar masivamente las patrullas organizadas por los obreros anarquistas y poumistas que habían enfrentado el golpe fascista, en julio. Los Carabineros, afines a Estat Català, fueron a Puigcerdà para tomar por la fuerza el control de la estratégica Aduana y el paso fronterizo que ya estaba bajo el control de las fuerzas cenetistas desde julio y mataron a tres militantes cenetistas.
Fue a partir de los hechos de mayo del 37 que la represión estalinista se desató. Trataron de tomar la sede de Telefónica, bajo control de los trabajadores cenetistas, mediante un asalto militar. Luego de que controlaron la rebelión obrera, gracias a la colaboración de los líderes anarquistas, se dedicaron a sembrar el terror en Barcelona. Y, ya bajo el gobierno de Negrín se impusieron manu militari en todo el sector republicano.
La contrarrevolución republicano-estalinista se llevó encima al POUM, a grupos anarquistas y trotsquistas; en fin, logró acabar con los comités de trabajadores y con la revolución obrera en curso en el bando republicano. Abrió así las puertas a la contrarrevolución fascista de Franco.

Guillermo Ferrari
Barcelona | @LLegui1968

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