martes, agosto 15, 2023

Milei y su embuste facilitado por el gobierno ajustador


Como el 90´, el liberal respalda su programa de privatizaciones en las consecuencias del deterioro social de los ajustadores. 

 El triunfo de Javier Milei en las Paso reaviva el debate respecto al programa económico reaccionario que agita el candidato liberal en medio de un deterioro de la educación, salud, trabajo y jubilaciones logrado por el ajuste sistemático de los sucesivos gobiernos capitalistas. Como con las privatizaciones en el menemismo, Milei expone los límites del vaciamiento público para justificar una privatización a fondo y la cercenación de los derechos de los trabajadores. 
 Un dato que no ha dejado de repetirse en los análisis políticos del momento es que la antesala de los altos guarismos de Milei ha sido el hastío de la población con la situación imperante. Salarios de pobreza, ingresos y jubilaciones de indigencia, salud pública vaciada y desfinanciada, educación pública al borde del colapso, son alguno de los principales ejes que alimentan el descontento popular. 
 El gobierno nacional, por medio de su ministro y principal candidato Sergio Massa, ahora apela a un discurso de defensa de los derechos colectivos y del sector público contra el privatizador Milei, ocultando que ellos son responsables del ajuste y el deterioro social sobre el cual opera el referente liberal. 

 El engaño de Milei 

El engaño de Milei parte de asociar los derechos laborales y los derechos públicos al Estado capitalista y sus gobiernos ajustadores, independientemente de que estos últimos actúan en detrimento de lo primero. 
 Para el caso de la educación, Milei ataca un sistema vaciado por el gobierno del Frente de Todos y la anterior gestión de Juntos por el Cambio, con establecimientos sin condiciones edilicias apropiadas, salarios de pobreza para docentes y auxiliares, y familias sumergidas en la pobreza. 
 La propuesta liberal de expedir vouchers para que cada familia “opte” a qué escuela enviar a sus hijos según una dinámica de competencia del mercado, descentralizando la gestión y el financiamiento, no hace más que profundizar el deterioro, ya que la calidad educativa estaría dada por el adicional económico que cada familia pueda sustentar y las “ventajas” competitivas de cada institución: escuelas pobres para los pobres, escuelas ricas para los ricos. Con el agravante de la posibilidad de cierre de establecimiento que no se autosustenten. Milei agrega una posibilidad más, la no obligatoriedad de la escolarización, lo que de paso ahorraría en vouchers no asignados e impulsaría el cierre de escuelas.
 Ocurre algo similar para la salud. La salud pública se encuentra cuestionada porque no se le asignan los recursos suficientes, por lo cual persisten problemas edilicios y se carece de profesionales suficientes para atender la demanda de la población. Como contraparte, la política el gobierno beneficia al sector privado de la medicina prepaga, con cuotas de cobertura inaccesibles para los trabajadores, mientras las obras sociales se encuentran desfinanciadas por el Estado, vaciadas por la burocracia sindical y prisioneras del negocio privado de la medicina. 
 Milei le opone a esto la descentralización y el avance en la privatización de todo el sistema de salud, lo que de paso favorecería a las patronales que dejarían de pagar aportes a las obras sociales de los trabajadores. Pero para el trabajador significaría la ruina total: pagar por una internación, y por cada prestación y consulta. Siempre con la posibilidad de vender un órgano “prescindible” para costear un medicación de alto valor o una práctica de alta complejidad.
 Además, se prescindiría de una política sanitaria centralizada en un sector controlado por un puñado de empresas privadas de medicina, farmacéuticas y proveedores y prestadores de salud. Algo de evidente necesidad con la reciente experiencia de la pandemia de Covid-19 y los inconvenientes ocasionados por la subordinación del gobierno a las exigencias del mercado.
 Milei desenvuelve su programa derechista y privatistas gracias a la colaboración de los ajustadores, como Massa, Cristina, Alberto Fernández, Macri, Bullrich, etc. Cuando denota al Estado, se refiere a las consecuencias de la intervención del propio Estado capitalista que él defiende. 

 Trabajo y jubilaciones

 Respecto al trabajo y las jubilaciones ocurre lo mismo. El programa liberal para recomponer el empleo implica ofrecer garantías excepcionales para los capitalistas. Esto quiere decir hacer más barato al trabajador, eliminando derechos indemnizatorios –fondo de desempleo que se aplica en la construcción-, liquidando los salarios por medio de la dolarización/devaluación, ampliando la masa de desocupados con despidos en el sector público y privado y eliminando y/o restringiendo del derecho a sindicalización y acción gremial. 
 Nuevamente, como los salarios son malos y los sindicatos se encuentran en manos de burócratas integrados al Estado, Milei explota el descontento popular construido por los ajustadores ¿Su salida? Ir a fondo con el ajuste de una vez por todas. 
 Como el Estado interviene para defender a las patronales y no a los trabajadores su desprestigio es patente. Pero Milei agrega una ecuación adicional, igualando la intervención del Estado a los derechos laborales, y así convertir la bronca contra el Estado en un instrumento contra los propios trabajadores.
 La reforma laboral que plantea Milei implica recortar el “costo laboral”, sacando los “impuestos al trabajo”. Se refiere a los aportes patronales destinados principalmente a las jubilaciones, la obra social y el Pami. 
 Acá entra también la reprivatización de las jubilaciones por medio de la liquidación total de la Anses -que ha sido vaciada sistemáticamente por los gobiernos capitalistas condenando a millones de jubilados a ingresos de indigencia- y la reimplantación de un sistema de capitalización como el de las AFJP, que embolsaron millones de pesos en aportes y no tuvieron que desenvolver casi ni un pago. 
 El aporte a estas jubilaciones debería salir del bolsillo de los trabajadores. De unos salarios ya golpeados por la devaluación y el crecimiento del desempleo, con la subsiguiente sobreoferta de trabajadores. Salario de pobreza para pagar educación privada, salud privada, jubilación privada, etc. 
 Las palabras de Milei “suenan bien” en el contexto del ajuste de Massa y compañía, asociando la defensa de los intereses colectivos de los trabajadores justamente al Estado que intenta destruirlos sistemáticamente. Un engaño solo posible gracias a la colaboración de oficialistas y opositores patronales, y que busca dinamitar los derechos de los trabajadores. 
 Lo que en verdad hay que dinamitar es la política de ajuste en marcha y el pacto con el FMI, ante el cual Milei proclama ser un servidor más aplicado que el propio Massa. Derrotemos esta orientación impostada con la organización independiente de los trabajadores y con el Frente de Izquierda Unidad. 

 Marcelo Mache

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