En estos seis años, Vicentin ha enfrentado varias situaciones, entre la falta de acuerdo con los acreedores, investigaciones judiciales y controversias sobre la venta de activos. El default llevó a la intervención del gobierno nacional de Alberto Fernández, que coqueteó con la expropiación y nacionalización de Vicentin, pero no pasó de una bravata.
Comenzó entonces el largo proceso del concurso de acreedores que culminará en los próximos días. El corazón del problema, ahora, es quién se queda con Vicentin, cuando el proceso productivo de la exportación de granos ya tiene un curso definido pues las operaciones de exportación se han diversificado en otras plantas y los trabajadores de Vicentin trabajan a la fazón, como los talleres textiles de La Salada, con el acuerdo de la Federación Aceitera.
El atractivo de Vicentin son sus instalaciones, muy importantes. Hay nueve empresas interesadas en quedarse con las plantas a muy bajo costo. Vicentin se ha transformado en objeto de una pelea de buitres que pretenden quedarse con las instalaciones y la producción a cambio de muy poco. La multinacional Bunge junto a Viterra por un lado y el grupo de Pérez Companc por otro definirán quién se queda con la empresa. Posiblemente los demás interesados podrán asociarse como grupos menores del que gane el concurso.
Vicentin es el caso extremo de una patronal amparada por los distintos gobiernos de turno, en democracia o dictadura, que le han permitido todo tipo de maniobra fraudulenta. Con nuevos dueños, luego seguirá el camino de las grandes patronales que hoy despiden, reducen salarios y sobreviven por el rescate del Estado.
Los platos rotos del default lo han pagado los trabajadores aceiteros en materia de salarios, puestos de trabajo y desconocimiento del convenio. La Federación Aceitera ha pasado de alentar la intervención de Alberto Fernández a las plantas a aceptar el trabajo precarizado que hoy tienen los trabajadores de Vicentin en Reconquista, en Avellaneda y en el cordón de San Lorenzo.
El final del proceso de Vicentin amerita fijar una posición socialista sobre el proceso de la comercialización de granos, que debe partir de la apertura de los libros de las grandes aceiteras y la estatización sin pago y bajo control obrero de los puertos privados.
Ningún trabajo a la fazón en las áreas aceiteras.
Ningún aceitero en la calle: reincorporación de los que han sido despedidos en el proceso del concurso de Vicentin.
Juan Ferro
07/07/2025
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