sábado, septiembre 20, 2008

A nuestra amiga y compañera Celia (Hart), a su familia, sus amigos y los que combaten por un mundo mejor

Hay hechos en la historia, en las biografías de las organizaciones y de las personas, de difícil aceptación, y ello a pesar de que intentamos poner la razón de por medio. La muerte de Celia nos ha dejado tan consternados que durante días hemos tenido problemas para redactar alguna nota de condolencia. Aquellos compañeros que conocieron a Celia fueron los más reacios, por la conmoción, a escribir algunas líneas que mostraran el afecto y la complicidad que sintieron con ella. Gracias, Celia, por el trato que siempre diste a los militantes del Espacio y de la IV internacional. Resulta increíble que hace apenas un mes estuvieran con ella compañeros de Andalucía disfrutando de una esas calurosas tardes de La Habana.
Para todos aquellos que conocieron a Celia queda aquel torrente inmenso de sentimientos, de ganas de cambiar el mundo, de amor revolucionario, de horas intensas de debate sin ganas de que terminase, del necesario sentido del humor que ha de oponerse incluso a las polémicas más ásperas, que también las tuvimos. Y todo eso, que no sólo nosotros/as describimos sino que está presente en todas las condolencias recibidas desde muchos rincones de nuestro planeta, es lo más difícil de llenar en estos momentos. Porque eso sólo lo transpiran y lo transmiten los revolucionarios puros, los que se entregan a la historia sin miedo.
Con estas notas queremos recordarla y transmitir nuestra solidaridad a su familia, doblemente golpeada por la muerte de su hermano, a sus amigos y a todos los compañeros que dejó, no sólo en Cuba, sino por todo el mundo. Celia fue una persona extraordinaria y contradictoria, hija de la revolución cubana en el sentido más estricto del término. Es difícil, y sería absurdo, separarse de la historia que le precede generacionalmente, siendo la hija de dos gigantes de la historia escrita por los humildes de Cuba, Armando Hart y Haydeé Santamaría. Pero también Celia ha tenido que vivir en la isla como trotskista autodidacta hasta que se encontró con el contradictorio universo trotsko, fuera y dentro de la isla, primero de la mano de Broué, pero después, sus encuentros con el universo de la izquierda crítica le llevaron a Alan Woods, Eduardo Lucita, Jorge Sanmartino, Eric Toussaint, el "joven" (en palabras de Celia) Olivier Besancenot, y un largo etcétera. Y aunque nos consta el cariño y el respeto hacia todos esos compañeros, queremos dirigir nuestro pésame a dos figuras casi invisibles dentro de la revolución cubana con los que Celia compartía una bella amistad, Juan León y su padre Ydalberto, dos históricos militantes trotskistas cubanos.
Celia nos afirmaba su heterodoxia y se sentía cómplice de la IV cuando conversábamos sobre las acusaciones vertidas en otros tiempos hacia nuestra organización como trotscoguevaristas por parte de otros trotskismos. Y ella se nos definía igual, nos decía. Y nos describía su relación de amistad con los compañeros del MST argentino y las esperanzas depositadas en el Nuevo Partido Anticapitalista impulsado en Francia por la LCR. Para ella, la LCR era el ejemplo que debían seguir otras organizaciones y nos habló con entusiasmo de su encuentro con los compañeros de la Liga. También nos decía que se sentía cansada de ciertos sectarismos.
Se marchaba al congreso del MST argentino, cuando la dejamos comentando sus últimos proyectos con mucha ilusión. Esos proyectos iban a intentar consolidarse en estos meses. Por un lado la publicación del libro que estaba realizando sobre Trotsky y el Ché y por qué fracasan algunas revoluciones, y por otro lado, estaba el proyecto de constituir redes en la izquierda del Partido Comunista Cubano y fuera del mismo, que permitieran corregir las desviaciones capitalistas a las que estaban llevando las nuevas reformas, de las que Celia se nos declaró enemiga. La columna universitaria Haydeé Santamaría era una de las esperanzas de Celia. Para ellos nuestro recuerdo y nuestra solidaridad en estos momentos tan tristes. Celia era optimista, a pesar de las palabras duras con las que le comentan desde el PCC que le vale a la revolución más fuera que dentro. Y eso a Celia le dolió. Y mucho.
Celia, que tu voz, tu risa, y tus ideas se extiendan por Cuba y por América. Que transformemos tu ausencia llenando nuestras esperanzas. Así te recordaremos, compañera.

Espacio Alternativo
Rebelion

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