martes, enero 27, 2009

Rubén Martínez Villena: con Martí, Marx y Lenin

El 16 de enero se cumple el 75 aniversario de la muerte de Rubén Martínez Villena, quien fuera uno de los más brillantes intelectuales revolucionarios de su época. En el período comprendido entre 1920 y 1935, Villena se destaca en la historia de la cultura cubana como poeta, ensayista y publicista. Líder de la joven intelectualidad cubana en el rescate de la dignidad nacional, encontrará en el magisterio y la lucha junto a la clase obrera y el primer Partido Comunista de Cuba su más alta motivación.
El mundo de la actividad político social de Martínez Villena ha sido explorado con serios estudios, tanto desde el ejercicio biográfico como en la situación de época, pero no ha tenido la misma suerte la intelección sobre su pensamiento político, en particular el estudio de su evolución política. Muy poco se conoce de sus últimos años como líder comunista y en ocasiones se le ha generalizado como un seguidor acrítico de los dictados de la Internacional Comunista.

El joven Rubén

Natural de Alquízar, pequeño pueblo de agricultores en la provincia de La Habana, Rubén Agnelio Martínez Villena nace en 1899, en un hogar modesto a pesar de sus antepasados de abolengo por parte de su madre, Dolores M. de Villena y Delmonte, mujer culta y delicada. La ascendencia de un maestro e intelectual nacionalista como su padre, Luciano Rogelio Martínez Echemendía y el clima en que este se desenvolvía, fue determinante en la formación inicial de Rubén.
La generación a la que pertenece Villena se desarrolla en medio de la decepcionante realidad de la república neocolonial, en la que el desprestigio de los políticos burgueses, liberales y conservadores, por sus robos y desvergüenzas en la dirección del Estado, unido al constante injerencismo yanqui, traen por consecuencia la bancarrota económica, política y social de la república. Villena va a tener desde sus primeros años la influencia de la intelectualidad y el magisterio que se resiste a esta situación de dependencia y degradación de la vida republicana. El influjo de una educación donde la cubanía y el rescate de las tradiciones nacionales, se constituyó en certera contra respuesta a la cultura y educación oligárquica y proimperialista oficial, constituyó el punto de partida para un desarrollo revolucionario ascendente que tuvo su primera guía en el pensamiento de José Martí y en la historia patria.
En Villena repercutió especialmente toda la mística de la recién concluida epopeya independentista que sobrevivía como tradición en la conciencia social del pueblo cubano. Esa espiritualidad vivida lo marcará durante su vida. Se trata de un joven cuya sensibilidad por el padecimiento humano y contra la injusticia social se traduce febrilmente en la angustia por vivir vegetando pasivamente en la auto contemplación estéril.
Como estudiante universitario (1916-1922) el joven Rubén comienza a expresar sus desvelos por la situación existente, lo cual expresa en los versos que escribe elogiando las gestas independentistas y los patriotas del mambisado revolucionario. La cosmovisión de Villena en esta etapa inicial es afín al universo de concepciones liberales en que se ha educado: las ideas expuestas acerca de la revolución expresan un pensamiento en evolución que inicialmente privilegia una vía romántica del cambio social, cuyo punto de partida fue la reforma del sistema de gobierno y el antinjerencismo y el antiplattismo. Tales concepciones se expresan en la lucha contra la corrupción administrativa, por la reforma educacional, donde preveía que el principio de la virtud doméstica de los gobernantes sería el determinante para regenerar la patria y la sociedad.
La angustia que consume al joven Rubén puede apreciarse en sus más profundos poemas escritos en los albores de 1923 como “La pupila insomne”, “El anhelo inútil”, y “El gigante”. Más por encima de su desesperanza afirma que “Hay una fuerza concentrada, colérica, expectante en el fondo sereno de mi organismo; hay algo que reclama una función oscura y formidable”. [1] Y pronto Villena encontraría su propio camino y sacudiría su nostalgia.

El camino de la Revolución

Villena opta por una praxis de comprometimiento político y social. Lidera a la joven intelectualidad artística y literaria en la acción cívica de la Protesta de los Trece (1923), su primera batalla política; en la constitución de la Falange de Acción Cubana (1923), el Grupo Minorista, y se sitúa en las posiciones más radicales de los grupos nacionalistas, que optan por la vía insurreccional con el Movimiento de Veteranos y Patriotas (1923). El encuentro y amistad con Julio Antonio Mella, joven dirigente de la reforma universitaria, vinculado ya al movimiento obrero y marxista, será para Villena un momento trascendente. La incorporación a solicitud de Mella (1925), al claustro de profesores de la Universidad Popular “José Martí” como profesor de Pedagogía Obrera y Antimperialismo, lo vincula directamente a la causa proletaria y a los primeros grupos marxistas y socialistas.
El proceso de radicalización del pensamiento de Villena que transcurre entre 1924 y 1927 puede constatarse en los artículos de carácter político y social que escribe para El Heraldo, como redactor de su Página Literaria de los Lunes y editorialista. Es evidente que no sólo aparece preocupado por las cuestiones proletarias, sino dedicado al estudio de la teoría marxista, dentro de la cual se va perfilando su pensamiento. La amistad con el grupo de exilados venezolanos y peruanos (1925), que fundan la revista Venezuela Libre, va a contribuir también a este acercamiento inicial con el marxismo.
Desde el marxismo, Villena comienza a realizar una nueva lectura de la historia patria, del pensamiento de los principales líderes del mambisado: Céspedes, Agramonte, Gómez y Maceo, busca el sentido y el alcance social de sus ideas. No es casual que el nuevo crecer político ideológico de Villena, coincida con la más clara asunción del antimperialismo y latinoamericanismo de matriz martiana. La teoría leninista sobre el imperialismo le permite comprender las causas y las esencias más profundas de la penetración de los monopolios extranjeros en Cuba y le reafirma y precisa en las nuevas circunstancias históricas el legado martiano.
La absorción imperialista de raíz económica, será uno de los aspectos que analizará con mayor penetración, en los artículos que aparecen en la revista Venezuela Libre entre 1925 y 1926. Su pensamiento ha abandonado aquella concepción demo burguesa inicial, centrada en la crítica a la corrupción político-administrativa.
Los trabajos publicados en la revista América Libre (sucesora de Venezuela Libre) entre abril y julio de 1927, darán cuenta de la radicalización de sus concepciones y de los nexos de continuidad con el pensamiento martiano. En esta revista publica “Cuba, factoría yanqui”, -que constituye el primer ensayo de interpretación marxista de la sociedad cubana- donde realiza un estudio hasta ese momento inédito de la economía cubana y denuncia el proceso de penetración y absorción política y económica del imperialismo norteamericano en Cuba.

La militancia en el Partido Comunista

La situación en que se encontraba el movimiento obrero y el Partido Comunista a la altura de 1927 era sumamente delicada, tras la represión del régimen de Gerardo Machado. Es precisamente en este momento en que Villena ingresa en el Partido. Dentro de las filas comunistas su labor organizativa y política da un vuelco al trabajo de la organización. Aunque nunca aceptará ser elegido secretario general, pronto es reconocido y asumido como el máximo dirigente partidista.
Con el liderazgo de Villena se va a operar un cambio radical en el movimiento comunista y obrero. Comprende la necesidad de vertebrar alrededor del Partido un amplio conglomerado popular, capaz de involucrar a todas las fuerzas revolucionarias en un frente único por la liberación nacional y social. Entonces entre 1927 y 1930, va a dedicarse totalmente a la tarea de aglutinar las fuerzas obreras y sindicales por entonces dispersas y hegemonizadas por las ideas anarquistas y reformistas. Para Villena no sólo sería importante la lucha por levantar las demandas económicas y políticas más reclamadas por los trabajadores, sino por la elevación de su conciencia antimperialista y de clase.
Como máximo inspirador del Partido, Villena acepta el plan insurreccional de Julio Antonio Mella y de la Asociación de Nuevos Emigrados Revolucionarios Cubanos (ANERC, 1928). La concepción de unidad revolucionaria de la ANERC- de frente amplio capaz de aglutinar a todas las fuerzas sociales patrióticas interesadas en la independencia cubana-, sin dudas representaba un nexo de continuidad con el pensamiento martiano. La concepción de unidad de la ANERC implicaba una refutación explícita a las tesis de clase contra clase emanadas de los documentos del VI Congreso de la Internacional Comunista (IC) de 1928. [2]
La muerte de Mella en enero de 1929 y los hechos acaecidos en el panorama político cubano, y no un concepto de seguidismo acrítico, hacen que Villena abandone el plan de la ANERC y asuma la línea política que lo acercan al planteamiento de la Internacional Comunista que se ha caracterizado en la relación de “clase contra clase”. No obstante su énfasis está en ¨ (…) acumular fuerzas y desplegarlas en una acción distinta a partir del movimiento obrero (…) Nuestro objetivo principal es crear un amplio frente de lucha contra la tiranía y el imperialismo bajo la dirección del Partido. Pero hay que proceder por etapas. Esto dista todavía de estar maduro.¨ [3]
A partir del análisis de la situación revolucionaria creada en el país a partir de 1930, Villena considera que lo que se impone es la huelga general revolucionaria y la insurrección para la conquista del poder político. Pero lejos de las tesis y discursos triunfalistas que predominan en los líderes y partidos comunistas de la época, valora acertadamente que muy a pesar del espacio ganado por el Partido y su militancia, aún la acción política y social del movimiento obrero, no había alcanzado los necesarios niveles de unidad que la lucha exigía. Y en la construcción concreta del frente que ve como imprescindible, vuelve a separarse de las rígidas orientaciones de la Internacional, para trabajar por la unidad y cooperación de todos los dirigentes obreros y sindicales independientemente de sus tendencias reformistas. [4]

En la URSS

Precisamente en 1930 Villena dirige la primera huelga política contra la tiranía machadista, tras lo cual tiene que marchar a la antigua Unión Soviética. A pesar de estar gravemente enfermo de tuberculosis, no deja de trabajar para la revolución. Tanto la correspondencia, como los trabajos, informes, manifiestos y documentos que Villena escribe entre 1930 y 1933 van a dar cuenta de un pensamiento marxista forjado al calor de la intensa polémica del momento acerca del carácter, contenidos, fuerzas motrices, directrices y fines del movimiento revolucionario. La problemática central era cómo llevar a vías de éxito la Revolución antimperialista y socialista en Cuba.
Las discrepancias entre los comunistas cubanos y latinoamericanos que entonces se encontraban en Moscú, se desarrollaban alrededor del carácter de la revolución que debía privilegiarse, a partir de sus objetivos inmediatos y de sus fuerzas directrices, la estrategia y la táctica a desarrollar en cada momento en los países coloniales y dependientes. En este orden de análisis resultan muy significativas las precisiones que Villena hace a Sandalio Junco[5] -en dos cartas recientemente publicadas-[6] en las que esclarece su tesis acerca del carácter de la revolución en Cuba, su concepción en torno a los nexos entre la revolución nacional liberadora y la socialista como proceso necesario para alcanzar la plena independencia nacional, insistiendo en la vía posible del tránsito de una a otra en las condiciones objetivas de Cuba y algunos países del continente.
Las aclaraciones que hace en las citadas cartas dan cuenta una vez más de un pensamiento opuesto a esquematismos y traslaciones mecanicistas, admite críticamente los lineamientos de la Internacional Comunista y refuta las posiciones que interpretaban dogmáticamente la línea de esta organización y trataban de imponer un solo camino para el tránsito de la revolución nacional liberadora a la socialista.
A partir del conocimiento que había adquirido de la obra de los clásicos y de su propia experiencia práctica como líder revolucionario, Villena reconoce la posibilidad de desaciertos teóricos en la obra de Marx, a la vez que subraya el papel de la práctica en la búsqueda de la verdad: “El error fundamental de esta discusión está en que Marx no era infalible. Además, el padre del Socialismo era naturalmente un teórico que se hubiera visto obligado a modificar sus ideas (algunas al menos) al ponerlas en práctica. La teoría no puede ser más que el hilo conductor, por ello se requiere siempre cierta flexibilidad".[7]

El año 1933

En enero de 1933, Villena arriba a New York procedente de la URSS y de inmediato se pone en contacto con los grupos de emigrados revolucionarios y con la dirección del Partido Comunista de los Estados Unidos. En mayo llega a la patria después de más tres años de ausencia.
El pensamiento antimperialista de Villena se hace patente entonces, en la intensa batalla que estableció contra todas aquellas corrientes que consideraba demagógicas e intentaban limitar la lucha popular a un simple cambio de gobierno, dejando intacta la estructura neocolonial. A este imperativo fundamental respondió su artículo ¨Que significa la transformación del ABC y cuál es el propósito de esta maniobra¨ (marzo-abril, 1933),[8] en el cual desarrolla su polémica contra la organización fascistoide ABC, recién convertida en partido político reformista.
En uno de sus ensayos políticos más relevantes “Las contradicciones internas del imperialismo yanqui y el alza del movimiento revolucionario” (mayo, 1933), realiza un magistral estudio de la situación cubana. Comienza su trabajo enunciando un pensamiento martiano: ¨En la naturaleza, como en los pueblos, todo lo necesario se crea, a su hora oportuna, de lo mismo que se le opone y contradice¨ y a partir de esa idea esencial, realiza un profundo análisis económico del problema cubano en el que desempeña un papel determinante la dependencia del imperialismo yanqui. [9]
Rubén dedica todas sus fuerzas a las labores de dirección, cohesión y movilización del movimiento obrero y revolucionario para derrotar a Machado. Este propósito se logra tras desencadenarse la huelga política que en agosto de 1933, derribaría la dictadura.

Rubén y la Internacional

Del estudio de los documentos y su evaluación se hace evidente que si bien desde 1930 la dirección del Partido cubano había aceptado la táctica orientada por la Internacional Comunista, esta fue objeto de notables objeciones y fuertes debates; y que en ello ocupó un papel central el pensamiento antidogmático de Villena, reiteradamente distante de los dictados de la organización internacional.
El denominado “error de agosto” ha sido esgrimido para fundamentar el dogmatismo y el seguidismo acrítico de Villena y el Partido respecto a las orientaciones de la Internacional. Tal apreciación no resiste el juicio de los propios acontecimientos: En los momentos en que ocurre la huelga de agosto de 1933, Rubén y la dirección del Partido, trabajan para ir a un debilitamiento paulatino del régimen. Tenían el criterio -y en ello coincidían con el Buró del Caribe-, de que era mejor un Machado debilitado por las presiones yanquis para que renunciara al gobierno, y obligado a hacer concesiones frente al amplio movimiento opositor, que el establecimiento de un nuevo gobierno impuesto por una intervención estadounidense. Consideraban que el Partido y la Confederación Nacional Obrera de Cuba (CNOC), carecían de posibilidades para tomar el poder de inmediato, y pensaban que postergando la salida final del dictador, tendrían tiempo para organizarse más, ganar mayor apoyo de masas y llevar a feliz término la revolución democrática y antimperialista.
Precisamente estos criterios de mantener a un “Machado debilitado”, fueron los que pesaron en el error de ordenar la vuelta al trabajo, sin apreciar que dado el grado de agudización de la situación revolucionaria, la huelga devenía en indetenible insurgencia popular. La rectificación de esta orientación frente a la inobjetable realidad de los acontecimientos, demostró la capacidad de reacción de Villena y el Partido.
En el informe al IV Congreso de Unidad Sindical, Villena realiza por primera vez, un análisis crítico de la huelga y del ¨error de agosto¨. El documento valora los éxitos alcanzados por la clase obrera bajo la dirección del Partido y la CNOC, así como los errores y limitaciones que estuvieron presentes. Se trata en todo momento de la reevaluación de sus posiciones, independientemente de que estas coincidieran o no con la Internacional. Villena examina dialécticamente los hechos y demuestra una vez más su oposición a interpretar el marxismo como un dogma. Recordemos que en aquellos momentos -4 de agosto de 1933- publica “La aventura del artículo de un comunista y sus enseñanzas”, en el cual esclarecía la esencia del marxismo como un método para orientar el pensamiento y la acción.[10]
Villena discrepó de la formación de “soviet de obreros, campesinos y soldados”[11]como la forma que adoptaría el poder después del triunfo de la primera etapa de la revolución. Para Villena y otros compañeros del Partido la mejor manera de enfrentar a los yanquis era la lucha política a partir de procedimientos y formas organizativas propias, como la formación de Comités de Acción. Por ello se opuso a la instrucción absurda del Buró del Caribe de instauración de los soviets, los cuales aislarían al Partido de las masas, afectaría el trabajo dentro de las fuerzas armadas e incluso la propia palabra ¨soviet¨ podría asustar a la gente. Analiza dialécticamente la situación y advierte que debía hacerse la revolución y que el Partido debía tomar el poder allí donde haya algún vacío de éste, y expone el programa de acción a ser aplicando donde y cuando esto se produzca, precisando, entre otros puntos: que los Comités de Acción tomen el poder y se arme a los trabajadores. Simultáneamente, en el resto del país es preciso continuar creando sindicatos revolucionarios y células de fábrica del Partido, para arraigarse en la masa.[12]
El clima de tensiones de Villena con la dirección de la Internacional en la región, tiene como uno de los momentos más dramáticos, una reunión efectuada al parecer en la segunda quincena del mes de septiembre de 1933, a la que asistieron varios representantes del Buró del Caribe y del Secretariado Sudamericano de la Internacional. Allí se presentó una resolución de acuerdo por la que si el Partido no aceptaba la consigna de los soviets, se le consideraría traidor a la clase obrera y ganado por el oportunismo de la II Internacional. Los representantes de la Internacional insultaron a Villena llamándole cínico, lo acusaron de mantener una posición reformista, y pidieron su expulsión del Partido,[13] actitud que ganó la airada respuesta de la mayoría de los militantes cubanos presentes.
En medio del agudo debate ideológico y político que se produjo en el seno del Partido contra la línea de la Internacional, Villena cuestionó además la incorrecta propuesta de la Internacional que orientaba ¨eludir un enfrentamiento abierto con el imperialismo, si en Cuba “cada huelga era un movimiento contra el imperialismo”. En consonancia con estas ideas propuso no cumplimentar esa directiva de la Internacional, ¨cuestionándose como podía la Comintern ´considerar que puede ser establecido un gobierno obrero y campesino que al mismo tiempo oculte la lucha antimperialista´, olvidándose de que Cuba es un país colonial. Por lo que concluye diciendo que: ¨Creo que desde Moscú no se puede prever todo esto¨.[14]
De hecho Rubén continuó trabajando desde su lecho de enfermo, por la formación de un frente único para la revolución antimperialista, hasta los últimos meses de su vida, como lo atestiguan los trabajos que escribió y las actividades y reuniones partidistas en que participó liderando el movimiento obrero, sindical y partidista. Recordemos que desde su lecho de enfermo escribiría el mencionado informe al IV Congreso Obrero de Unidad Sindical de enero de 1934.

Fundador del marxismo cubano

En continuidad con la línea de Mella, Villena asume la militancia revolucionaria como organización y acción en las filas del Partido Comunista. Ni las más fuertes polémicas y acusaciones, lo llevaron a renunciar a su condición de militante. Había aprendido en Martí el valor estratégico de la unidad dentro del Partido de la Revolución, y tal criterio lo defendió hasta su último aliento.
Desde la alerta martiana contra la copia mimética, servil y acrítica de experiencias válidas para otros pueblos con culturas, tradiciones y problemáticas diferentes, el marxismo y el leninismo constituyen para Villena inspiración ideológica, retos teóricos e instrumental metodológico para pensar a Cuba, y hallar las vías de su transformación revolucionaria. Sin dudas este eje de articulación dialéctica que continúa Villena, forja la sólida base del desarrollo de la matriz marxista y leninista en cultura política revolucionaria cubana del Siglo XX.
Rubén, junto con Mella, es de los marxistas cubanos que más profundizaron en su momento, en el valor del estudio teórico. Tanto para Mella como para Villena no fue suficiente la lectura de los materiales de interpretación marxista que le llegaban. Ambos realizaron un notable esfuerzo por conocer a los clásicos en sus propios textos.
Los problemas que en su tiempo enfrentó Villena, su ideario revolucionario, el método martiano, marxista y leninista de intelección de las diversas problemáticas de la lucha revolucionaria, la posición ética y actitud optimista ante la labor revolucionaria, continúa ofreciendo un modelo de pensar y actuar frente a los actuales retos de lucha antimperialista y socialista de la nación cubana y su entorno caribeño, latinoamericano y mundial. Su actitud crítica y su valentía dentro y fuera del Partido, su dimensión humana en la vida personal, intelectual y política, nos aportan un arquetipo de hombre, de militante y dirigente revolucionario, de imprescindible estudio y emulación por parte de todos y cada uno de los cubanos y cubanas en el Siglo XXI.

Notas


--------------------------------------------------------------------------------

[1] Rubén Martínez Villena. Colección Órbita. Instituto Cubano del Libro. La Habana, dic. de 1972, p. 92.

[2] La concepción vigente de unidad revolucionaria es la del frente único antimperialista por la base que margina todas las corrientes revolucionarias, patrióticas, democráticas antimachadistas de la coparticipación en la jefatura temporal del proceso revolucionario, la cual solo sería concebida bajo la dirección del proletariado y su partido. En este sentido todos los dirigentes comunistas reciben la orientación de “rechazar cualquier coalición del partido comunista con la oposición reformista.”

[3] Raúl, Roa: El fuego de la semilla en el surco. Editorial Letras Cubanas, Ciudad de La Habana, Cuba, 1982, p. 334.

[4] ¨Carta a su esposa¨, 13 de agosto de 1930, en: Rubén Martínez Villena: Poesía y Prosa, Editorial Letras Cubanas, Ciudad de La Habana, 1978, tomo I, p. 415

[5] Sandalio Junco, de origen panadero e ideología anarquista en sus primeros tiempos. Encabezó una oposición en las filas del primer Partico Comunista, junto a otros que antepusieron sus desavenencias teóricas o sus ambiciones personales a la tarea de la lucha por la consecución de una verdadera transformación social en Cuba, bajo la dirección del PCC.

[6] Nos referimos a la carta del 11 de noviembre de 1930 publicada en: Correspondencia de Rubén Martínez Villena (mayo 1912- mayo 1933). Selección y notas de Carlos E. Reig Romero, Editorial Unicornio, 2005, pp. 75-83 y la del 27 de enero de 1931 publicada en: Rubén Martínez Villena. Ideario político. SEAP, 2003, Compilación e introducción de Olivia Miranda, pp. 488-495. En estas cartas critica las confusiones de Sandalio Junco, a propósito de los cambios que éste introduce, inconsultamente, en un informe al parecer perdido, que Villena escribiera para ser enviado, a la II Conferencia de Partidos Comunistas de América Latina – celebrada en Moscú en 1930-, en momentos en que los dirigentes comunistas de diferentes países se encontraban en la capital soviética, para participar en una reunión mundial de sus partidos.

[7] Consúltese: Juana Rosales: ¨Presentación de Notas al margen al libro La dictadura del proletariado según Marx, Engels, Kaustsky, Berstein, Lenin, Trotsky, Axelrod y Bauer de N. Tasin¨, en Marx Ahora no. 8, 1999, p. 188-191. En el libro escrito por el ruso N. Tasin aparecen estas interesantes notas al margen escritas por Villena a su regreso de la antigua Unión Soviética (1933), mientras se encontraba escondido en la casa de su amigo y hermano de infancia Enrique Serpa.

[8] “Que significa la transformación del ABC y cual es el propósito de esta maniobra ¨. Rubén Martínez Villena: Poesía y prosa, ob. cit., pp. 225-226.

[9] “Las contradicciones internas del imperialismo yanqui y el alza del movimiento revolucionario”, Mundo obrero, mayo de 1933. En: Rubén Martínez Villena: Poesía y prosa, ob. cit., p. 231-250.

[10] Es publicado el 4 de agosto de 1933, en El trabajador. Consúltese: Rubén Martínez Villena. Ideario político, ob. cit., pp. 286-291.

[11] Consúltese: “Artículo de Bandera Roja sobre los soviets”. Bandera Roja. Órgano central del Partido Comunista de Cuba. Sección de la Internacional Comunista. Año 1. No. 2. PP. 3 – 7. La Habana. Octubre de 1933. Fondo Primer Partido. Instituto de Historia de Cuba.

[12] Angelina Rojas: Primer Partido Comunista de Cuba. Sus tácticas y estrategias. 1925-1935, ob. cit., pp. 190-191.

[13] Las violentas discusiones, fueron nefastas para Rubén, no solo por el esfuerzo físico que exigió de él, sino por la forma injusta en que fue tratado por los representantes de la IC. No obstante la masa mayoritaria fue ¨convencida de la necesidad de llevar a cabo el proyecto de los soviets¨. Ibídem, p. 191. Consúltese además: Caridad Massón: Rubén: desde el recuerdo y la esperanza, Editorial Unicornio, La Habana, 2006, pp.138-144 y 151-152 y siguientes; Ana Núñez Machín: El Rubén que vive aún, SEAP, Ciudad de La Habana, 2005, p. 87.

[14] Caridad Massón, ob. cit., pp.138-144 y 151-152 y siguientes.

Juana Rosales García

16/01/2009

No hay comentarios.: