viernes, enero 27, 2012

José Martí, luz de todos los día


Se debe estar dispuesto a compartir lo que se tiene con quien lo necesite; al tiempo que resulta imperdonable olvidar que la solidaridad comienza en el hogar, con la familia, y se extiende a los vecinos, a colegas de estudio o trabajo, al terruño, a la nación, al mundo.
Víspera del natalicio de José Martí, quiero festejar remembrando pasajes de la obra del más grande de los cubanos de todos los tiempos, quien llegó al mundo por La Habana el 28 de enero de 1853, hace 159 años. Para esto, me apoyaré en “Maestros ambulantes” y en una trascendental tesis incluida en “La Revista Literaria Dominicense”.
Respecto a la primera obra que fue publicada en mayo de 1884 en la Revista Científica y Literaria de Santo Domingo, a mi mente asalta: “Hay un cúmulo de verdades esenciales que caben en el ala de un colibrí, y son, sin embargo, la clave de la paz pública, la elevación espiritual, y la grandeza patria”.
En otra parte del escrito en cuestión, Martí redactó: “Está condenado a morir un pueblo en que no se desenvuelven por igual la afición a la riqueza, y el conocimiento de la dulcedumbre, necesidad y placeres de la vida”. “Los hombres crecen, […] cuando aprenden algo, cuando entran a poseer algo, y cuando han hecho algún bien”.
Es que para el Héroe Nacional de Cuba, sólo los necios hablan de desdichas, o los egoístas, porque la felicidad existe sobre la tierra; y se la conquista con el ejercicio prudente de la razón, el conocimiento de la armonía del universo, y la práctica constante de la generosidad.
No obstante, en el escrito de marras señala el Apóstol: “Ser bueno es el único modo de ser dichoso./ “Ser culto es el único modo de ser libre./ “Pero, en lo común de la naturaleza humana, se necesita ser próspero para ser bueno”.
En correspondencia, se experimenta un sano goce cuando se actúa de buena fe. Nunca dejo de recordar que crecí oyendo que mi Madre decir: “Haz bien y no mires a quien”. La lección consiste, además, en que nadie sabe quién y en qué momento le puede extender la mano generosa.
También, resulta placentero hacerse acompañar de la cultura, entendida como el resultado y el quehacer continuo de la obra humana a favor de la virtud contra instintos animales, en aras de la fraternidad, la dignidad, la equidad y la felicidad de infantes, adolescentes, jóvenes y adultos.
Sin embargo, ser bueno y culto a la vez está condicionado en medida nada despreciable por la posibilidad de prosperar, es decir de vivir en condiciones en que se pueda satisfacer racionalmente las necesidades materiales y espirituales de la persona, en armonía con la sociedad y la naturaleza. ¡Para eso se hizo y se hace Revolución!
Quizás un complemento de elevados caracteres y, por ende, que requiere ser aquilatado en este minuto, aparece en “La Revista Literaria Dominicense” contenida en Patria de su edición del 26 de enero de 1895, donde se encuentra: “[…] Patria es Humanidad. Es aquella porción de la humanidad que vemos más cerca y en que nos tocó nacer […]”.
Por tanto, sin vacilación alguna asumo que se debe estar dispuesto a compartir lo que se tiene con quien lo necesite; al tiempo que resulta imperdonable olvidar que la solidaridad comienza en el hogar, con la familia, y se extiende a los vecinos, a colegas de estudio o trabajo, al terruño, a la nación, al mundo.
Entonces, brindemos luz en la calle y en la casa, y viceversa. ¡Así hemos de andar con José Martí todos los días!

Noel Manzanares Blanco

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