domingo, diciembre 01, 2013

Honduras: Radiografía de un golpe electoral anunciado



¿Cómo perpetrar un fraude cívico en la era 2.0 de internet? La elite hondureña inauguró un sistema de manipulación de votos único en Latinoamérica. Secretismo total en la fiscalización de las actas más oficialización del resultado por etapas como método. Opio evangelista y paramilitarismo para contener la protesta. Xiomara Castro sobrevaloró la fuerza propia pero logró quebrar el bipartidismo conservador de un país considerado el portaaviones de los gringos en Centroamérica.
Osvaldo Maetzu, un ferretero de la zona centro de Tegucigalpa, se encontró con una rara sorpresa cuando fue a votar el último domingo.
Según el nuevo padrón electoral, pegado en la entrada de un humilde edificio escolar, Osvaldo estaba muerto. El señor reclamó por la insólita situación ante el presidente de mesa, pero el señor, lejos de sorprenderse por lo que podía considerarse una resurrección divina, le indicó sortear el escollo con un plan b de lo que ya parecía una operación concebida de antemano: “Entonces, vaya a votar a este centro del Bajo Aguán”.
El plan era imposible para Maetzu y para cualquier hondureño porque implicaba trasladarse al mediodía de un domingo de la capital nacional a una zona alejada del interior rural en un país donde el transporte no es, precisamente, un servicio público premium. Paralelamente, en las cercanías de las escuelas Mixta Cerro Grande y José María Casco de Tegucigalpa, el oficialista Partido Nacional montaba tiendas de campaña para entregar a los votantes las denominadas cachurecas (unas tarjetas que otorgan importantes descuentos en los principales shoppings del país). “Con esta vaina pagarán un 25% menos en televisores y heladeras”, anunciaba, megáfono en mano, un puntero oficialista arropado con el clásico tono azul partidario de la fuerza gubernamental que cuatro años atrás perpetró un inédito golpe parlamentario contra el jefe de Estado Manuel Zelaya.
Estos dos hechos no son conjeturas ni son parte de un comunicado de repudio emitido por el zelayista Partido Libre, que se adjudica la victoria porque argumenta que el Tribunal Superior Electoral “le robó la elección”.
El otorgamiento de dádivas y de manipulación de las listas electorales fue ratificado por una misión de observadores internacionales encabezada por el ex juez español Baltasar Garzón.
“Hubo compra de votos, compra de credenciales, hubo clara influencia e intentos de manipulación a través del conteo electrónico y la transmisión de las actas”, detalló el ex magistrado español, que estuvo acompañado en el país centroamericano por un equipo de monitoreo electoral de la Federación Internacional de Derechos Humanos con miembros de Canadá, Estados Unidos, España, Colombia, Suecia y Bélgica. “A muchos ciudadanos se les privó del derecho al sufragio declarándolos muertos, incluso a varios que habían participado el año anterior en las primarias de sus partidos. Respecto de aquellos que tuvieron la oportunidad de presentarse al TSE durante la jornada de comicios para demostrar que estaban vivos, la misión constató que no se les reintegró su condición para votar. Otra de las irregularidades es que se le negó el derecho a votar con el traslado a mesas electorales muy distantes de los sitios donde regularmente han votado impidiéndoles ejercer el voto”, complementa el dossier que fue publicado íntegramente este fin de semana por la cadena de noticias TeleSur.
Evidentemente, la elite de Honduras ha decidido luchar contra el paso del tiempo. Nostálgicos del ciclo dictatorial y de las guerras sucias de baja intensidad de los años ochenta, el calendario institucional de las corporaciones del país centroamericano aún no llegó al siglo XXI.
En el 2009, la oligarquía local inauguró la puesta en marcha de los denominados golpes suaves legislativos, una metodología replicada años después en Paraguay por el Congreso guaraní contra Fernando Lugo. Luego, el gobierno de Porfirio Lobo se dedicó a lograr que su administración entrara al libro de Guinness y, de alguna manera, lo consiguió. País pequeño y mundialista (La H, como es conocida su selección de fútbol, disputará el certamen de la FIFA en Brasil), Honduras bate los peores récords y estándares internacionales: en Latinoamérica es el país más pobre luego de Haití; su tasa de homicidios cada mil habitantes es tan alta que, en comparación, Afganistán y Siria parecen países nórdicos europeos; el asesinato de periodistas en el país ya supera a México, donde los cronistas mueren como moscas producto de cubrir la guerra narco sin la debida protección estatal.
Y, ahora, podría agregarse que el gobierno de Honduras es el campeón mundial de los fraudes electorales. Tal fue la manipulación del conteo de votos que el economista bolivariano Alfredo Serrano Mancilla decidió describir lo sucedido el domingo como si fuera el guión de una película bizarra con financiamiento del Pentágono norteamericano. “El relato en secuencias, a modo de película de Costa Gavras, fue como sigue. Toma 1: Se abre el telón con una doble participación de la embajadora de Estados Unidos en Honduras, Lisa Kubiske; a primera hora, llamando a votar, y a última hora, en calidad de observadora, destacando que el ambiente electoral ha sido cívico y de tranquilidad (…). Toma 3: Momento new age para que las redes sociales comiencen a actuar echando a rodar el rumor que proclama presidente al candidato conservador del Partido Nacional, Juan Orlando Hernández. Toma 4: Tras haber sido levantada la veda electoral por el TSE, se desata la ofensiva mediática, y la prensa hegemónica confirma sin rigor que gana el candidato conservador (…). Toma 12: ¿Quién falta en este entierro? Sí, la Iglesia. Sin hacerse esperar, entrega un informe de fe democrática al TSE, en el que refrenda que la jornada electoral discurrió en un orden perfecto”, sintetizó con humor Serrano Mancilla para el portal electrónico Rebelión.
La última secuencia fílmica de la hipotética película de terror satirizada por Serrano Mancilla hace mención al fuerte rol que la institución comandada por el noble Papa Francisco tiene en el país caribeño.
En este punto hay que advertir que el viaje al pasado es mucho mayor al realizado por la clase política para gambetear las libertades constitucionales. “En Honduras, el poder de los obispados católicos y de los nuevos pastores evangelistas es tan grande que se vive prácticamente en la Edad Media”, advirtió Juan Barahona, principal asesor político de Zelaya, a Radio Globo, uno de los pocos medios críticos al oficialismo y que fue militarizado con la presencia de uniformados encapuchados durante los comicios del domingo pasado.
¿Exageración del neochavismo hondureño? Quizás Barahona buscó llamar la atención con su declaración, pero cómo describir la increíble puesta en escena del Partido Nacional cuando se adjudicó la victoria. El hecho es tragicómico y puede verse por You Tube. Diez de la noche del domingo 24 de noviembre: Juan Hernández anuncia que es el nuevo presidente de los hondureños. A continuación, toma las manos de su mujer, cierra los ojos y con postura cristiana comienza un rezo en vivo y en directo para los más de cinco millones de compatriotas. “Señor, dame fuerza”, cierra la plegaria Hernández y, afuera del comando nacional, la nueva policía militarizada reinterpreta la oración apertrechándose para salir a la caza de cualquier zelayista revoltoso que quiera gritar la palabra “fraude”.
Ayer, una gigantesca movilización del Partido Libre serpenteó las calles con relieve y adoquines del casco colonial de Tegucigalpa. En el mitin, Xiomara Castro ratificó que “me robaron los comicios. Aquí hay una dictadura que ha ido perfeccionándose con el paso del tiempo”. No es la única dirigente que se siente estafada. El opositor Partido Liberal –ex fuerza de Zelaya, la otra pata del bipartidismo que gobernó Honduras durante todo el siglo XX– denunció que “tenemos alrededor de dos mil inconsistencias en actas de diputados y, en el caso de alcalde, existen irregularidades en doce alcaldías en las cuales existen competencias sumamente cerradas, como es el caso de Comayagua, donde hay prácticamente un empate”. Además, el naciente Partido Anticorrupción, con un 15% de votos contabilizados para presidente, agregó que “el Tribunal Electoral manipuló el conteo de votos en San Pedro Sula (capital económica del país), donde estaba ganando nuestro candidato hasta que se apagó la oficialización de cifras en internet y, mágicamente, horas después apareció triunfando el Partido Nacional”.

Emiliano Guido

El voto del Tío Sam

La escandalosa elección del 24 de noviembre en Honduras confirma el alto grado de articulación y planificación de la ofensiva de los Estados Unidos y las oligarquías contra las fuerzas y gobiernos populares de nuestra región. Quién sabe qué habrá fumado el secretario de Estado John Kerry antes de proclamar en la OEA el fin de la doctrina Monroe. La estrategia es muy clara. Lo que busca como objetivo final y fundamental es derribar a esos gobiernos en cuanto se presente la coyuntura propicia mediante golpes de Estado que casi nunca se enmarcan dentro de los moldes convencionales. Así ocurrió en Venezuela (2002), Bolivia (2008) y Ecuador (2010), aunque fueran derrotados, y en la propia Honduras (2009) y Paraguay (2012), donde resultaron exitosos.
Pero el caso de Honduras es tanto más elocuente por cuanto allí Washington patrocinó hace cuatro años el primer golpe de Estado triunfante de la era Obama. En el momento de su derrocamiento, el presidente Manuel Zelaya no encabezaba nada parecido a una revolución sino un intento moderado de reformas sociales en el orden oligárquico ancestral y la reafirmación de la independencia y la soberanía nacionales, pero eso es mucho más de lo que la potencia del norte está dispuesta a tolerar. Mucho más tratándose de Honduras, posición geográfica de enorme valor en los planes estratégicos del Comando Sur de las fuerzas armadas yanquis.
Con ese antecedente, era de esperar lo ocurrido. La embajadora de los Estados Unidos, dirigiendo la orquesta del fraude con la complicidad de importantes sectores de la cerril oligarquía local. Por no decir todas las instituciones del Estado, a fin de cuentas de matriz golpista. Al Partido Libre le han sido robadas las elecciones, entre otras razones, porque su plataforma electoral reivindica las mismas políticas aplicadas o proyectadas por Zelaya antes del golpe.
Pero con ser muy importante, eso no es lo más significativo. Lo extraordinario y lo más trascendente en Honduras es que ese partido es el instrumento político de uno de los movimientos de masas más formidable y combativo de la historia hondureña y centroamericana. Movimiento que nació peleando contra el golpe y ha sido capaz de aglutinar muy diversas fuerzas e inusitadas energías populares.
Agrupado bajo las banderas del Frente Nacional de Resistencia Popular (FNRP), ha venido protagonizando una batalla verdaderamente épica contra los golpistas. El FNRP se ha levantado y organizado en un país donde desde 2009 prevalece un clima de terror de Estado en que sus militantes, otros luchadores sociales y los periodistas son asesinados con frecuencia o sometidos a violentas prácticas intimidatorias, como volvió a ocurrir antes y durante las elecciones. El último jueves mismo fue aporreada y gaseada una marcha estudiantil contra el golpe.
Si el enorme apoyo popular de que goza llevó al FNRP a una sobreestimación de sus posibilidades ante el enemigo seguramente lo analizará y llegará a sus conclusiones. De lo que sí no hay duda es de que no hay otra organización en Honduras capaz como él de interpretar las aspiraciones populares ni de poner de pie al país entero contra el fraude, por la justicia y la independencia nacional.

Ángel Guerra Cabrera

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