domingo, junio 19, 2016

Cuando Paco Urondo entrevistó al “argentino que conoció a Trotsky”



Se cumplió un nuevo aniversario de la muerte del poeta. En una de sus facetas, el periodista entrevistó al dirigente obrero Mateo Fossa.

El 17 de junio se cumplieron 40 años de la muerte de Francisco “Paco” Urondo. Su faceta más conocida es la de poeta y de su paso por Montoneros, siendo Mendoza su último destino militante. Allí la muerte se encontrará con el poeta. La pluma de Rodolfo Walsh llegó a describir la versión que durante años se difundió del trágico desenlace: “El traslado de Paco a Mendoza fue un error. Cuyo era una sangría permanente desde 1975, nunca se la pudo mantener en pie. El Paco duró pocas semanas… Fue temiendo lo que sucedería. Hubo un encuentro con un vehículo enemigo, una persecución, un tiroteo de los dos coches a la par. Iban Paco, Lucía con la nena y una compañera. Tenían una metra, pero estaba en el baúl. No se pudieron despegar. Finalmente Paco frenó, buscó algo en su ropa y dijo: «Disparen ustedes». Luego agregó: «Me tomé la pastilla y ya me siento mal». La compañera recuerda que Lucía le dijo: «Pero, papá, ¿por qué hiciste eso». La compañera escapó entre las balas, y días después llegó herida a Buenos Aires… A Paco le pegaron dos tiros en la cabeza, aunque probablemente ya estaba muerto” (escrito el 29 de diciembre de 1976.). En el juicio contra sus asesinos, en 2011, se probará que Urondo murió por un culatazo, que eligió ser blanco para las fuerzas represivas y por eso mintió que había tomado la pastilla de cianuro.
Una de las facetas que menos se conoce del autor de La patria fusilada es su obra periodística. Paco Urondo se desempeñó como periodista en diferentes medios como Che (donde colaboraron Walsh, Pirí Lugones), redactor en Clarín, El Diario y La Opinión (los últimos dos dirigidos por Jacobo Timmerman), en revistas como Primera Plana, Panorama, Crisis, y Leoplán. Entre noviembre de 1973 y mayo de 1974 fue el responsable político de Noticias, el diario que editó Montoneros.
Una reciente compilación, Obra periodística. Crónicas, entrevistas y perfiles (Adriana Hidalgo editora, 2013), recoge los artículos publicados entre 1952 y 1972. Urondo se mueve con soltura en géneros como la crónica, el aguafuerte, la entrevista y la crítica.
En este nuevo aniversario, recurrimos al reportaje que publicó en el suplemento cultural de La Opinión, en su edición del 9 de enero de 1972, y que título “Mateo Fossa, el argentino que conoció a Trotski”.
Urondo abandona el clásico esquema de preguntas y respuestas, la entrevista de dos horas al “dueño de una historia personal que se entrevera con la historia del sindicalismo argentino” –como definió Urondo al entrevistado en la bajada– será presentada como un relato de Fossa en primera persona, pero con pinceladas de su estilo.
Mateo Fossa comienza con sus orígenes en la militancia obrera, desde 1914, y cómo leían textos de Lenin y Trotsky, traducidos por el Partido Comunista previó a su stalinización. “Se sentía, como está haciendo ahora en parte la juventud, y yo creo que está bien hecho, que es lo mejor que puede hacer, pese a que a veces se exagera un poco; pero mejor que se exagere y no que se aplaste”, decía comparando la febril militancia obrera en la década del 20 y la militancia nacida a partir del Cordobazo.
“A mí me llamaban el trotskista; yo tenía simpatía. No sé por qué, pero tenía simpatía por Trotski, porque me parecía que tenía razón. Yo lo conocí”, comentaba Fossa sobre la década del 30.
Como secretario del sindicato de la madera, Fossa viajará en 1938 a la constitución de la Confederación Latinoamericana de Trabajadores. En el congreso se armará “una camarilla” entre los estalinistas y los burócratas, amenazando con irse si entraba Fossa. Luego narrará su encuentro con Trotsky en el país azteca.
“Conversé tres veces con él. Por si acaso, hablábamos siempre castellano; la primera vez con alguna dificultad, pero ya la segunda hablábamos bastante bien y la tercera me hablaba correctamente. Conmigo, Trotski se portó con una forma…; me trató como un compañero. Me planteó varias cosas, consejos que todavía los tengo presente hoy. Él me decía: ‘Mire, compañero, no es el caso de que ustedes estén peleando por Trotski. Están en la Argentina, tienen una serie de problemas revolucionarios, hay que tratar esos problemas y tratar de resolverlos lo mejor que sea posible’”, comenta Fossa.
“Conversé con él y salí convencido de que yo me debía adherir a la Cuarta Internacional. Le pedí entonces mi adhesión, directamente. A mí me daba una impresión de sinceridad y limpieza ese hombre.
Hablé bastante con él, de varios problemas: la guerra, la situación en Brasil, los sindicatos argentinos. Pero todo esto es un poco largo de contar; además, la memoria me falla. Yo quisiera ser más claro para poderle explicar. El viejo Trotski me dio una gran impresión de inteligencia, de ver los problemas, enfocarlos, analizarlos”, dice el veterano militante obrero.
Y frente a un interlocutor peronista, se define: “Yo no me hago peronista. Sabe por qué, por una cuestión: yo le había prometido al viejo Trotski hacerme trotskista y luchar por el trotskismo. Cuando viene el peronismo yo estaba en esa situación, luchando, cumpliendo esa promesa. Mi hermano se hizo peronista y fue diputado en La Plata, Manuel Fossa. Pero yo no quise entrar; me vino a buscar (Cipriano) Reyes y todos esos, pero no quise, me mantuve fiel, pero no dejo de reconocer que el peronismo trae aquí, si se quiere, cosas que son positivas”.
Siguiendo el hilo, al final de la entrevista, alertará de no dejar al movimiento obrero en manos de la burocracia sindical (“es freno paralizante”) y alegará por una “posición combativa, antiimperialista”. Al año siguiente, en 1973, Fossa morirá.
Sin adherir a la corriente política a la que Paco Urondo perteneció -un análisis crítico de Montoneros excedería este artículo-, que el recuerdo de este encuentro, entre estas dos figuras que resumen el espíritu de época, sirva a modo de homenaje de su entrega militante.

Maximiliano Olivera
@maxiolivera77

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