viernes, diciembre 20, 2019

La centroizquierda acompaña reforzamiento represivo contra las rebeliones populares



El PSOL brasileño y el Frente Amplio chileno acompañan amplios poderes represivos contra el pueblo trabajador

Las épocas de crisis y revoluciones permiten realizar a las masas rápidas experiencias políticas. La demagogia típica de las formaciones políticas centroizquierdistas, nacionalistas burguesas o pseudo progresistas, se ve acotada por la polarización política-social que se atraviesa. Latinoamérica es hoy un polvorín. La lucha de clases se ha intensificado con fuertes rebeliones populares (Ecuador, Chile, Colombia).
Los gobiernos capitalistas no se rinden frente a la realidad de levantamientos populares. En Bolivia han ejecutado un golpe encumbrando a un gobierno derechista bolsonarista. Mike Pompeo, secretario de estado yanqui, declaro la disposición a ‘intervenir’ contra “los disturbios” en América Latina.
Con o sin golpe, las burguesías lanzan fuertes represiones contra sus pueblos movilizados. En los países arriba citados suman decenas los muertos y centenares o miles los heridos. Mientras meten bala y palo, los gobiernos maniobran para no ir en forma abierta a insurrecciones y guerras civiles, cuyo resultado último resulta incierto.
La crisis presiona sobre las formaciones centroizquierdistas que quisieran estar en ‘el centro’, entre la polarización de regímenes ajustadores y represivos y la evolución de las rebeliones hacia revoluciones.
Los capitalistas y el Estado piden a los centroizquierdistas que se definan: impulsan la rebelión de las masas o son, en definitiva, defensores del orden burgués.
En Chile se votó en el parlamento una ‘ley antisaqueos’ que da vía libre a la represión a huelgas, tomas de fábrica, cortes de rutas, etc. Impulsada por la derecha, fue aprobada con el voto de diputados del Frente Amplio (FA), formación centroizquierdista que surgió como crítica al gobierno frentepopulista de Bachelet. El FA concitó la atención de numerosos activistas que se ilusionaron con que se abría una alternativa de izquierda superadora al stalinista PC, integrado al frente “Nueva Mayoría”.
Similar situación acaba de ocurrir en Brasil, donde todavía no ha estallado una rebelión popular, pero existe una creciente polarización. El gobierno Bolsonaro puso a votación en la Cámara de Diputados un ‘paquetazo contra el crimen’. Una ley ómnibus que sanciona disposiciones que incrementan condenas, suma nuevas figuras jurídicas punitivas y da fuerte impunidad a la represión gubernamental. Logro amplísima mayoría: 400 votos por la afirmativa, 9 en contra y 2 abstenciones. La totalidad de los diputados del Partido Comunista do Brasil (PCdoB), la gran mayoría de los diputados del Partido de los Trabajadores (PT) y varios diputados del Partido Socialismo y Libertad (PSOL) votaron SI. Se sumaron a este reforzamiento del aparato represivo contra el pueblo, Freixo del PSOL de Rio y Fernanda Melchionna, de Rio Grande do Sul, integrante del MES-PSOL. Esta votación de ‘unidad nacional’ integrando a la centroizquierda, a la política de ‘orden’ del bolsonarismo, fue celebrada por la derecha.
En España, el centroizquierdista Podemos también hace causa común con el régimen monárquico contra los reclamos y movilizaciones independentistas de Cataluña.
La agudización de la lucha de clases deja poco margen de maniobra a estos sectores, que no debiéramos caracterizarlos como “reformistas”, sino como variantes pequeño burguesas de tipo frentepopulista. Se establecen como un bloqueo a la evolución hacia posiciones de independencia de clase de los trabajadores.
En Argentina, en 1974, la Juventud Peronista y Montoneros también trataron de maniobrar entre el fuerte curso derechista que había impuesto Perón a su gobierno y las luchas obreras contra el Pacto Social. Cuando Perón planteo una reforma al Código Penal para reprimir con más efectividad la insurgencia obrera y popular, 8 diputados de la JP renunciaron a sus bancas para no votar en contra. La ley fue aprobada al día siguiente de su renuncia.

Construir partidos obreros de combate

Sectores que se reclaman de izquierda han desarrollado teorías para hacer ‘entrismo’ y constituirse como tendencia dentro de “Partidos Amplios” (FA, PSOL, Podemos, etc.). Consideraban que existía un ‘clima’ progresista que permitiría un desarrollo de corrientes revolucionarias. Hacían abstracción de su programa, contrario a la lucha por un gobierno de los trabajadores. Se trata de partidos electoralistas, dispuestos a integrarse al parlamentarismo. La crisis ha desnudado el papel carrerista de las corrientes centroizquierdistas; se derechizan frente al ascenso de lucha de masas. Terminan desnudándose como defensores del orden burgués. Para que las masas en lucha asimilen esta experiencia es necesario construir Partidos Obreros revolucionarios que luchen por Gobiernos de Trabajadores y la Unidad Socialista de América Latina. Partidos de combate, de intervención en la lucha de clases.
Es momento de clara ruptura con las formaciones centroizquierdistas y de poner en pie los Partido Obreros independientes en cada país. Una Conferencia Latinoamericana, como la que ha invitado el PO a realizar en forma conjunta con el FIT-U, la izquierda que se reclama revolucionaria y el movimiento obrero combativo, puede ser una instancia que ayude a clarificar este proceso.

Rafael Santos

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