sábado, febrero 22, 2025

El asalto de Trump contra Ucrania y las elecciones alemanas


El rearme germano 

 La atención política internacional está centrada en las elecciones del próximo domingo en Alemania, aunque se descuenten los resultados anunciados por los sondeos de opinión.
 La Unión Cristiana Democrática tiene asegurado el primer lugar en los comicios, con el 30 % de los votos, pero lejos de una mayoría parlamentaria. A AfD, el partido neonazi, se le adjudica un 20 %, el segundo lugar, con la salvedad de que viene creciendo en las encuestas, que han llegado a darle hasta un 26 % de las intenciones de los votantes. Este escenario anticipa el estallido de una crisis poselectoral. La dificultad de la Unión Cristiana para formar una coalición con la Socialdemocracia y los Verdes obedece a divergencias programáticas de peso, que reflejan la hondura de la crisis histórica actual de Alemania. Puede ocurrir incluso que esta hipotética alianza de tres tampoco alcance para establecer una mayoría en el Parlamento. Los partidos menores podrían quedarse con la mayor parte de los votos que restan (un 15 %), si logran superar el mínimo electoral exigido por ley –el 5 por ciento-. Al partido La Izquierda se le otorga una intención del 6 % y un poco más al PSW, una organización escindida de La Izquierda, que ha pasado del stalinismo a un prefascismo. La gran prensa financiera norteamericana y británica (WSJ y FT) ha advertido a Friedrich Merz, el candidato de la UCD, contra cualquier forma de coalición con AfD, sea en un gabinete o en el Parlamento; la misma advertencia ha partido de la Bolsa de Frankfurt. Este proceso político ha sido adelantado en Austria, donde el partido fascista la Libertad no ha conseguido coaligar a la derecha tradicional, el Partido Popular, creando un impasse que obligaría a convocar a nuevas elecciones. Para agravar las cosas, las encuestas anticipan, para ese caso, un crecimiento de los neonazis austríacos.
  Los impedimentos programáticos para un gobierno de a tres (UCD, SPD, Verdes) no son menores. La Socialdemocracia y la UCD disienten en cuanto a eliminar el tope de endeudamiento fiscal (0.55 %) establecido en la Constitución. El objetivo de una reforma de esa cláusula constitucional sería financiar una reindustrialización de Alemania. Merz podría cambiar de opinión sobre este asunto, pero para financiar una amplia reducción de impuestos a las empresas y un megaprograma de rearme militar. Alemania ha entrado en su tercer año de recesión en un cuadro de fuerte crisis industrial. De un lado, el corte del gas de Rusia, vinculado con la guerra en Ucrania, ha elevado los costos de la industria alemana y dejado fuera de la competencia internacional. La industria automotriz alemana, del otro lado, pierde terreno en gran escala en el mercado chino, al punto que discute medidas proteccionistas contra la importación de automóviles, especialmente eléctricos, desde la República Popular. La crisis automotriz arrastra a la siderurgia; en las regiones del Ruhr, bastión electoral de la socialdemocracia, crece firme el voto a AfD. La dependencia de Alemania de la exportación a Estados Unidos, su principal mercado, ha crecido fuera de toda proporción, en momentos en que Trump se apresta a anunciar un fuerte arancelamiento del comercio con la Unión Europea. El plan de financiar mediante deuda el gasto militar, calculado en 500.000 millones de euros, requeriría la emisión de un bono comunitario en proporción al producto de cada país. Los conflictos por este punto, en la UE, podrían desatar una desintegración de la economía europea. 
 Cuando se desmadeja esta trama salta a la vista el lugar decisivo que juega la guerra mundial en el destino de Alemania. Sin materias primas de Rusia, sin mercado de exportación chino y sin el control de Ucrania, Alemania ingresa en un callejón sin salida. Esto explica el furor antinorteamericano de la gran prensa germana ante el anuncio de un arreglo de Trump y Putin acerca de Ucrania, a expensas de Alemania y la UE. El vice de Trump, JD Vance, acaba de llamar a la UCD a coaligarse con AfD, e incluso a votar a los neonazis. El Consejo Editorial del Financial Times ha convocado, en cambio, a que “Alemania lidere a la UE” en la lucha contra un acuerdo Trump-Putin. El cristiano Merz tomó la posta: “No somos neutrales, declaró, estamos con Ucrania”. Las elecciones del domingo tienen que ver con el rearme alemán para disputar Ucrania a Trump y a Putin; en última instancia, con una guerra contra Rusia. El eventual pacto Trump-Putin ha partido a toda Europa y al mismo imperialismo norteamericano. Mientras la ultraderecha europea proclama su apoyo a Trump y a Putin (el húngaro Orban, la alemana AfD, la libertaria austríaca FPO, el gobierno eslovaco), el WSJ denuncia “la entrega” (sellout) de Ucrania a Putin, por parte de Trump, en compañía de su rival mediático, el New York Times. Esta división en el sistema imperialista deberá resolverse por medio de crisis políticas excepcionales y la ampliación de la guerra. Putin, anticipándose al acuerdo con Trump, no ha dejado de vender combustible al estado sionista durante la guerra de extermino contra el pueblo palestino. Trump ha hecho una “oferta pública de compra” hostil contra Ucrania, Gaza y, tentativamente, Panamá y Groenlandia, sin levantar la menor objeción del gobierno de Rusia. Putin ya ha reclamado, como contrapartida de ‘seguridad’, un cambio de régimen en Ucrania y la neutralización política de los Estados europeos que han estado bajo el control de la Unión Soviética. El impacto de esta demanda se siente en Polonia, donde oficialismo y oposición se acusan de fraude electoral y golpismo. La cuestión de la guerra imperialista no ha salido de escena por la oferta de acuerdo de Trump a Putin; está alineando y realineando a toda la política mundial y extendiendo su desarrollo territorial.
 Alemania no solamente se enfrenta a una aguda lucha de clases interna como consecuencia de un programa de ajuste para salir de la recesión y financiar el rearme y la guerra; también al desarrollo de un estado de excepción (anulación de garantías constitucionales). A la gran burguesía se le planteará, en una etapa de esta crisis, la cuestión de un Führer, como de un modo quijotesco lo busca interpretar Trump. Es probable que el impasse electoral lleve a elecciones sucesivas, como ocurrió a finales de los años 20 y principios del 30 del siglo pasado. 
 La militarización y la guerra mundial ha invadido todos los poros del capitalismo. La clase obrera debe ponerla en el primer punto de una agenda de unidad internacional del proletariado. 

 Jorge Altamira
 21/02/2025

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