miércoles, agosto 29, 2007

URUGUAY :“YA NO ESTÁN LOS MOLINOS, PERO LOS VIENTOS QUEDAN”


5 de setiembre: A 36 años del “tejazo” la izquierda vuelve a tomar las calles
Militantes y vecinos dan su testimonio sobre el histórico hecho
Informe de José Luis Vázquez


* El “tejazo” fue un operativo de distracción organizado por el MLN para cubrir la fuga de Punta Carretas * El mismo fue organizado y liderado por algunos militantes tupamaros * Pero la bronca acumulada por el pueblo ante la escalada represiva, hizo que el barrio entero apoyara la medida *

El próximo 5 de setiembre la Asamblea Popular vuelve a tomar la calle. Esta vez la convocatoria es a la movilización que se desarrollará en La Teja, donde varias columnas convergerán en un gran acto popular en la Plaza “25 de mayo”, ubicada en Carlos María Ramírez y Agustín Muñoz.


La fecha y el lugar elegido por los militantes que vienen trabajando en la construcción de la alternativa de izquierda, tienen un significado especial. Es que en esos días se estarán cumpliendo 36 años del “Tejazo”, una histórica operación protagonizada por los vecinos para distraer a las fuerzas policiales y militares, mientras en la otra punta de Montevideo se producía “el abuso”, la histórica fuga del entonces penal de Punta Carretas.
Además, la movilización rendirá homenaje al histórico e incansable militante político, sindical y social de La Teja, Ruben Sassano, dado que el próximo lunes 3 de setiembre, se cumplen dos años de su fallecimiento. Y como no podía ser de otra manera, sus compañeros lo recordaremos con una movilización popular, convencidos de que la esperanza está en la lucha. Precisamente en la esquina elegida para realizar el acto, está ubicado el bar “Don Martín”, en el que otrora funcionaba un merendero para los gurises del barrio y desde el cual, en los últimos años se podía ver siempre a Sassano conversando - mientras jugaba ajedrez- con compañeros, vecinos y todo el que se acercara, que iban a consultarle, a pedirle opinión o incluso consejo, para el quehacer colectivo.

“Ya no están los molinos, pero los vientos quedan”

Setiembre de 1971 eran tiempos de lucha social y política encarnados por el Movimiento Nacional de Liberación Tupamaros, una organización política que había surgido a mediados de la década de los sesenta en apoyo a los cañeros de azúcar del norte del país y que con el paso del tiempo y el endurecimiento represivo del Estado contra los movimientos populares, adoptó una estrategia militar y clandestina para hacer frente a la represión. Casi doscientos miembros de la organización estaban presos en el Penal de Punta Carretas, cuando nadie imaginaba que esa mole de cemento se convertiría más de dos décadas después en el shopping más elegante del Uruguay.
La fuga fue un duro golpe para el gobierno de Jorge Pacheco Areco.
El penal tenía casi cuatrocientas celdas, divididas en dos planchadas de cuatro pisos cada una, separadas por un patio central (el patio de juegos y el pelotero de hoy), en donde había un puesto de observación y vigilancia.
Los tupamaros cavaron un túnel desde adentro hacia fuera de la cárcel y para huir utilizaron la red cloacal que pasaba por debajo de la celdas y que iba a morir en la playa. El plan fue un verdadero “abuso”, como llamaron en secreto a la operación.
No hay dudas que en los barrios del Cerro y La Teja estuvo otra pata fundamental de lo que dio origen al Movimiento de Liberación Nacional, a los tupamaros.
En el día de la fuga en La Teja se produce una mini insurrección conocida como el “tejazo”. El MLN había planificado la operación como una dispersión callejera, es decir que compañeros que pertenecían al aparato de masas tiraran algunos cables eléctricos, hicieran barricadas, quemaran cubiertas, miguelitos, etc.
Así se hizo y se logró concentrar a casi todas las fuerzas policiales para reprimir el movimiento. Al lugar llegaron patrulleros y camiones policiales, que fueron quedando enredados entre miguelitos y encerrados entre barricadas, por lo que la policía prácticamente quedó sin poder de reacción para la fuga que en esos mismos momentos se estaba desarrollando en el penal de Punta Carretas (convertido hoy en un shopping).
El hecho trascendente del “tejazo” fue que el operativo comenzó con unos pocos compañeros, pero de a poco la gente, los vecinos, fueron saliendo a la calle y se sumaban a la protesta en forma espontánea.
Es que la situación de los trabajadores de nuestro país en esos momentos era de bronca, eran años de represión que provocaron una reacción popular inesperada.
Esta semana, hasta La Teja fue nuestro compañero José Luis Vázquez, más precisamente a lo que en los inicios fue La Base del MLN y hoy se denomina Base Pinela (en homenaje a Eduardo Pinela, militante del MLN fallecido el 13 de agosto de 1963 en un accidente de trabajo). Allí conversó con cuatro vecinos que a fines de los ’50 y en el ’60, formaban parte de un grupo de amigos que se reunían para jugar a las damas, pero también para organizar y desarrollar diversas actividades sociales. Ellos además, trabajaron desde los inicios en la formación del Movimiento de Liberación Nacional (MLN) y en la organización de lo que años después fue el “Tejazo”.
José Luis recorrió el barrio acompañado por Roberto, quien junto a Dora, Tita, Anabella, brindaron testimonio de aquellos años y recordaron a los compañeros caídos. Allí se enteró como se había logrado que lo que en principio se había organizado para el 4 de setiembre, se pospusiera por 24 horas porque en Punta Carretas no habían logrado terminar el túnel. También supo que los ómnibus fueron quedando trancados en toda Carlos María Ramírez, hasta el Paso Molino; se incendiaron solamente los coches pertenecientes a la compañía privada (Cutcsa) porque en aquellos años la mayoría del servicio de transporte colectivo era municipal, pero “los ómnibus que eran de todos no se tocaron”.
Además, los automóviles que pretendía ir o venir por las calles paralelas a Carlos María Ramírez (hacia el Cerro o hacia Paso Molino) también fueron quedando trancados, porque esas calles fueron regadas de “miguelitos” por lo que la circulación hacia el barrio era imposible también para las fuerzas represivas. A continuación, los testimonios recogidos en el lugar.

- Roberto ¿se podría decir que usted es uno de los fundadores de la Base del MLN en la década del ‘60?
- No. Yo lo que puedo decir es de que fui un acompañante del grupo de los compañeros que salían de acá de La Teja con Eduardo Pinela -estoy dando un nombre de los desaparecidos- conjuntamente con otros grupos que fueron figuras preponderantes dentro del MLN. Hoy hay quienes están en el Senado y fueron muchachitos que se hicieron acá en este barrio, con otros compañeros que han desaparecido como el caso de Carlos Flores, de Mario Robaina (ver recuadro aparte), muchachos que no solamente eran de acá del barrio sino que eran de acá de la cuadra. Carlitos Flores vivía acá enfrente. Domínguez, el armeñito “Ara”; otro muchacho también que fue uno de los iniciadores que hoy se encuentra en el exterior, está en Francia. Y bueno, empezó todo como un grupo de amigos acá que nos juntábamos a jugar a las damas todos los días. Eran muchachos que no tenían trabajo, creo que éramos poquitos los que trabajábamos en esa época. Nos juntábamos para jugar a las damas y ahí empezó a venir ese muchacho al barrio, que hoy es senador. Se hizo una amistad con él, y se empezó a trabajar socialmente acá en el barrio. Nosotros acá en el barrio hacíamos reparto de ropa y juguetes. El día de las fiestas íbamos un suponer a una empresa cervecera y nos hacía donaciones bastante grandes e importantes de cerveza y malta. Una empresa de refrescos también nos hacía buenas donaciones y eso lo hacíamos acá en el barrio. Hacíamos partidos de casados y solteros, que era una forma de agrupar a la gente, había mucha solidaridad y concurría mucha gente a este tipo de cosas. Y después hacíamos los juegos: palo enjabonado, chanchos engrasados largábamos. Era una forma de aunar a la gente y aparte colaborar. Y figura preponderante de esto podemos decir que era Eduardo Pinela.

- ¿De qué año me está hablando Roberto?
- Y, estoy hablando del año ‘59 para adelante, más o menos, porque lo relaciono un poco con la campaña que tuvo Cerro.

(Interviene Dora) – Y en la noche estaba la comunicación en directo con Cuba por radio.

- ¿Y qué otras cosas se acuerda de aquella época?
Dora: Todo.

- Bueno, cuénteme.
Dora: ¿De dónde empiezo?

- Y empiece de cuando se juntaban como me contaba Roberto
Dora: Era una cuadra muy unida. Aparte en fin de año se hacían las fiestas, baile. Aparte iban las señoras a Coca Cola y a todos esos lugares de empresas importantes, a pedir. A la fábrica de galletitas, a comercios que donaban telas y había una señora enfrente que reunía a todas las que querían coser y hacían ropa para los pobres, para los niños.
Después el 24 de diciembre por la noche se repartía la Coca Cola, las galletitas a los niños.

- ¿Y qué recuerdos tiene de Pinela, de Flores, de Domínguez?
Dora: Grandes, grandes compañeros. Ni qué hablar. Eran divinos. No había maldad, todo era sano aquello.

Roberto: Muchas de las familias de esta gente que participaba, ningún familiar sabía en lo que se estaba. Nadie, nadie. Lo puedo asegurar a fe cierta que ninguna persona lo sabía. Mi suegro acá en este barrio era un tipo sensacional, de esos anarcos que... Un tipo con una bondad y una dulzura impresionante. Para darle una denominación, era el ayudador del barrio y de la gente. Y tenía adoración con Eduardo Pinela y Pinela la tenía con él. Sin embargo el viejo nunca supo nada. No supo nada hasta el último día. En ese tiempo cuando muere Pinela, mi suegro era jefe de mantenimiento del Hospital de Clínicas y estábamos trabajando juntos pero justamente ese día desde hacía un par de días que yo - yo trabajaba en FUNSA también- no había ido a trabajar. Y el día que ocurre el accidente yo justamente no estaba.
Lo que decía Dora: acá en la cuadra tendíamos mesas y ahí se repartía la comida, hacíamos campeonato de tomar cerveza. ¡Había una unificación en este barrio! Acá no teníamos puertas, con cortinas era suficiente. Hoy desgraciadamente tenemos que andar con rejas y puertas de seguridad y todas esas cosas debido a que no se han dado de repente los cambios que pensábamos que se iban a dar ¿no?

- En ese grupo de gente que se juntaba acá me hablaste de Eleuterio Fernández Huidobro pero nunca me lo nombraste. ¿Por qué?
Roberto: Te digo porque no te había dicho justamente que era él uno de los muchachos que llegó acá juntamente con quien después fuera señora de él, que es Graciela Jorge, una excelentísima, una señora, una compañera excelentísima que después la dejamos de ver y después de muchísimos años un día la encuentro en un homenaje a Raúl (Sendic) en el Cementerio de La Teja. Me encuentro con ella y con viejos compañeros que eran de la Base. El Negro, el Porteño. No te lo quería nombrar porque no sé si ameritaba que te diera el nombre del Ñato, pero era solamente por eso.

- Empezaste a hablar del año ‘59, ‘60 en adelante. ¿Qué recordás del "tejazo" Roberto?
Roberto: Cuando el “tejazo” ya estaban parando en el club El Arbolito. Acá abajo nosotros empezamos apareciendo de otra forma. Allá nos juntamos con unos compañeros, nos vinieron a buscar a nosotros acá, que no era este mismo grupo, era otro grupo, y nos unimos con aquellos. Y fue cuando salió todo el movimiento, todo aquello de que teníamos que ir a la Avenida, organizarnos para llevar muchachos y todo, para hacer lo que hicimos en la Avenida. Eso es más o menos lo que me acuerdo.

- Las actividades que ustedes hacían acá en la cuadra eran actividades de tipo social. Pero el movimiento político, la militancia ¿cómo se desarrollaba?
- El movimiento político no se desarrollaba acá. Teníamos la Base Eduardo Pinela que en esa época no era Eduardo Pinela, era la Base. Estaba en la calle Heredia e Inclusa, que donde teníamos la Base era en la casa de la tía de Eduardo, la cual nos había cedido para que nosotros hiciéramos eso y era abajo, en un sótano. Después fue que construimos la parte superior, lo que es hoy. Uno de los compañeros que siempre estuvo con nosotros ahí fue el flaco Beletti, el compañero Falero, Montes de Oca también, que era vecino de acá bueno, hasta que sucedió todo lo que sucedió.
Después vinieron otros períodos donde -yo era de FUNSA- caímos en cana, después tuvimos la desgracia de tenernos que ir del país en el ‘74 y en el ‘84 volvimos al país nuevamente.
Presos estuvimos poco tiempo porque eran aquellos tiempos de Cilindro, Punta de Rieles, BC 5 que ahí cuando el BC 5 fue cuando aprovechamos para irnos.

- ¿Dónde estuvieron exiliados?
Roberto: Estuvimos en Argentina. Estuve mucho tiempo yo y después fueron mi señora y mis hijos. Yo cuando me voy ya hacía unos días que no venía por la zona, no estaba acá, me estaba quedando en una boutique del Centro y llegó ella a decirme "bueno, dice papá que te vayas que te vinieron a buscar de vuelta", o sea que era aquello que usaban tipo ratonera y bueno, no me vine para acá y tuve la oportunidad de poder contar lo que hoy estoy contando como otros compañeros hoy no lo pueden contar porque de repente no tuvieron la suerte o de repente se la jugaron más. Pero yo veía que ya estaba jugada la cosa y no ameritaba que yo me quedara.

Dora: A un compañero lo vinieron a buscar ese mismo día. El estaba trabajando en UTE y justo al mediodía vinieron y se lo llevaron.

- ¿Cómo se llamaba?
Dora: Araquel. Vinieron a preguntar por él y él estaba en su trabajo. Después él pasó por casa y mamá le comentó mirá, pasa esto y esto. Y él fue y se presentó.

- ¿Cuántos años tenía él en ese momento, era joven?
- Sí. Murió en el ‘75 cuando tenía 46 años.

- Pero fue en el período democrático todavía.
Dora: Sí, sí. Todavía no estaban los militares. Estaba Alejandro Otero.
Y después por la noche vinieron por mí porque yo concurría a la Base.

- ¿Y usted se entregó?
Dora: Por supuesto, si yo estaba en mi casa.

- ¿Y qué le preguntaron?
Dora: Ah, no, no...

- Le trae malos recuerdos. ¿Pero la trataron mal?
Dora: Sí, de palabra y algún sacudón y nada más porque querían saber cosas y como yo ignoraba todo ¿qué iba a hacer? Estaba también el "Loco" Rivera.

Roberto: Sí, fue uno de los primeros que empieza a formar el grupo. "El Loco" en ese tiempo tenía la peluquería "El Rulo lacio" pero El Loco era un puntal dentro de lo que se llama la Organización. La peluquería la tenía en Carlos María Ramírez y Rivera Indarte

Dora: Carlos María Ramírez y Heredia era.

Roberto: Y Heredia, ahí está. Y bueno, era uno de los que como quien dice, fue el que dio el puntapié inicial acá en el barrio conjuntamente con todos estos muchachos. Eduardo Pinela y él podemos decir que fueron unos de los primeros conjuntamente con el flaco Beletti. Después entraron a aparecer otros compañeros más como el caso del Ñato, creo que otro era Torres, Lauro que se fue para Australia después. Había una serie de compañeros. Más o menos ese era el grupo que hacía casi todo. Te puedo asegurar que fue de esta cuadra de donde arranca la cosa.

- Y en lo que tiene que ver con las luchas sociales en aquel tiempo acá en La Teja. Habían muchas fábricas por acá. No sé si ya estaba fusionada la VIDPLAN, el frigorífico Castro, el BAO...
Dora: También la FERROSMALT.

- ¿Ustedes tenían contacto?
Roberto: Sí, principalmente teníamos con los compañeros del BAO porque un sector grande de los compañeros del BAO paraba en el Arbolito. Dentro de ellos estaba Eduardo Rosada, un compañero con el que estuvimos viviendo juntos en el exterior. Después el Negro una vez me va a buscar a mi casa. Teníamos contacto, nos juntábamos con distintos compañeros allá. Otro de los compañeros desaparecidos es Gustavo Garaycochea. Bueno, el Negro me va a buscar y me dice "vámonos que vinieron y se llevaron todos los documentos porque nos van a hacer boleta, vámonos". Yo estaba viviendo en Aráoz y Santa Fe porque los uruguayos tenían la costumbre de irse para la Provincia y en la Provincia uruguayo que te encontrabas, uruguayo que te complicaba la vida. Y yo me quedé en el barrio Palermo y ahí casi como quien dice, que pasaba desapercibido. Y ahí teníamos un apartamento chiquitito que tendría 25 metros y habíamos once compañeros durmiendo ahí y entre ellos estaba Eduardo Rosada, estaba Nelson, un muchacho muerto también y nos juntábamos a veces los domingos para seguir hablando y tratando de militar. Íbamos para Luján, nos juntábamos allá y así tuvimos contactos con algunos compañeros del ERP y se siguió haciendo una militancia ahí en donde estábamos cerca del KDT también, el circuito KDT. También nos juntábamos y hacíamos peloteo y todas esas cosas para organizar, ver qué era lo que hacíamos. Y bueno, hoy estamos acá.

- Anabella, cuénteme de qué se acuerda de aquella época.
Anabella: Me acuerdo cuando le coparon la casa acá a Héctor Nieves; después cuando se llevaron a Dora y después cuando coparon todo esto de Falero, que después al mucho tiempo venían los militares y se les instalaban adentro y no los dejaban salir.

La participación de los vecinos

- Eran las ratoneras.
Anabella: Sí. No los dejaban salir, ellos le hacían los mandados y todo recuerdo.

- ¿Los militares hacían los mandados?
Anabella: Sí. Esto debe haber sido antes del 70 porque yo era una gurisa.

- ¿En cuántas casas hicieron eso, en toda la cuadra?
Anabella: Y sí, casi toda.

- ¿Cuántos años tiene Anabella?
Anabella: Tengo 57. Era muy gurisa en aquella época.

Roberto: De esta cuadra los viejos que quedamos, queda Anabella, Dora y yo, después no queda nadie más.
Yo le contaba a José Luis cuando nos juntábamos ahí a jugar a las damas

Anabella: Voleyball. Todos los vecinos daban la luz para que ellos jugaran acá. Yo era más chica todavía.

- ¿Y se acuerda del tejazo, cuando se hace aquella operación que creo que se llamó operación tero que era para distraer la atención para el escape de Punta Carretas?
Anabella: Tengo una idea muy vaga. Me acuerdo de esa fuga sí más o menos

Roberto: Él a lo que se refiere es al movimiento que hubo en la Avenida. De eso no te acordás. Que se agarraron los ómnibus...

Anabella: Me recuerdo si yo anduve ahí. Nosotros pedíamos queroseno en todos lados para prender fuego las gomas. Daban vuelta los ómnibus, cortaban árboles por todos lados. Golpeábamos las columnas de fierro para avisar que venían los militares.

- ¿Y cuántos años tenía ahí Anabella?
Anabella: Y ahí tendría 17 años más o menos, no mucho más.

Roberto: Vos sabés que mi hija creo que tendría 12 años y ah, también la llevábamos, participaba. Y si salíamos de pegatina también la llevábamos. Y se usaba mucho de informar a la gente a través de papelitos que dejábamos colgados en los árboles. Salíamos de noche a clavar en los árboles y dejábamos los paquetitos en las paradas porque no podíamos tener ningún otro medio de información.

Anabella: Las pegatinas de por acá se hicieron con el caballo y el carro de Alberto. Y cuando estaba el club de acá de la esquina ¿te acordás? que vos ya andabas por Buenos Aires en ese momento, y era un club del Frente Amplio, de la 1001 creo que era, y estaba este muchacho de acá de Heredia que no recuerdo ahora como se llama. Estaban los apostolados todos ellos acá y venían a que mi marido de noche salía en el caballo y hacían pegatinas por todos lados.

- Alberto es su esposo
Anabella: Sí. Llevaban el carro y el caballo y salían a hacer las pegatinas.

Roberto: Primeramente cuando salíamos en la pegatina, la hacíamos en mimeógrafo, la hacían abajo, en la Base. Y teníamos una chapa que era para una baranda, que la habíamos armado con material de allá del Hospital. Una vez nos agarran los milicos, estaban Eleuterio y el flaco Beletti y los milicos se nos quedaron con la chapa. Nos llevaron en cana y después se nos quedaron con la chapa. Ahí se terminó la pegatina.

Anabella: Eran perseguidos tremendamente por esas cosas.

Roberto: Yo le decía a Dora y a Tota que Carlitos vivía acá.

Anabella: Carlitos Flores vivió acá y vivió allí en donde está el portón verde.¿Te acordás que vivía doña Enriqueta? Primero vivió ahí. Que paraba el negro Carucho, y después vivieron ahí en el costado. De eso me acuerdo. Cuando lo llevaron preso vivía en la esquina de acá, Pedro Giralt y Molina.

- Ya se había mudado.
Anabella: Sí, en ese momento ya vivían ahí y ya no vivía el papá tampoco.

Roberto: Sí, se había muerto el padre que era policía. Era sargento me parece el padre de Carlitos Flores.

- ¿Y eso no le generaba ningún problema?
Roberto: Para nada.

- ¿El padre sabía todo lo que hacía él o no?
Roberto: No sé

Anabella: En ese momento el papá no sabía. Creo, estoy casi segura de que no.

Roberto: Por eso hoy te decía que muy difícil que los familiares se enteraran en lo que estaban los compañeros. Muy difícil que alguien se enterara. En la familia de nosotros no sabíamos en qué estaba Eduardo. Ni Eduardo de repente sabía en lo que estaba yo pero después unificamos un poco los criterios pero la familia no lo sabía eso. Y lo mismo pasaba con Carlitos Flores. Mismo Jorgito que era el hermano de Carlos Flores, este muchacho fue bastante torturado y después estuvo unos cuantos años preso y lo largaron creo cuando vino la libertad para toda la gente

Anabella: Recuerdo que primero largaron a Ara, después a Héctor, habrán largado a muchos más y después al tiempo largaron a Jorgito que vino acá a visitar al Héctor mucho tiempo después.

- ¿Usted nunca tuvo ningún problema?
Anabella: No, yo no porque directamente nunca milité así como ellos. Fue algo que siempre me gustó pero siempre estuve al límite. Fue ahora más de veterana que me dio por andar en la cuestión de Concejal y esas cosas

Roberto: Acá abajo abrieron un merendero, un comedor, y ella ha sido un puntal de eso

- Bueno, pero en el “tejazo” estuvo
Anabella: En eso sí y me recuerdo que fueron épocas bárbaras. Aparte era más unida la gente en esos momentos que ahora creo. Así lo veo yo desde mi punto de vista.

- Sí, sin ningún lugar a dudas era mucho más unido.
Roberto: Era otra cosa. La solidaridad del vecino aquel de "dame una tacita de azúcar o dame una cebadura de yerba" hoy eso casi no lo podés hacer. Una porque de repente no tiene para dártelo y otra que no hay ese tipo de amistad que había antes que de repente acá venía una malaria y estaba el viejo Otero acá a la vuelta y colaboraba con carne con montones de vecinos. O de repente mi suegro que trabajaba en el frigorífico Swift y ayudaba mucho a mucha gente de acá del barrio. Yo en esa época recién empezaba a venir. Pero siempre fue un barrio solidario totalmente. Hoy ha venido mucha gente nueva, de los viejos vamos quedando poquititos.

El ejemplo de Eduardo Pinela

- Cuénteme Tita de su primo Eduardo Pinela.
Tita: Y que era una gran persona. Una persona muy bien, muy luchadora, que se preocupaba mucho por los demás más que por él mismo. Yo tengo un hijo que va a cumplir 49 años y se llama Eduardo por él, en vida de él porque lo quería muchísimo.
Buen compañero, todo. Todo fue.

- La gente que no conoció a Eduardo se puede quedar con una síntesis buena pero en lo que tenía que ver con la ayuda que le daba al barrio y cómo se movilizaba ¿qué otras cosas me puede contar?
Tita: Lo que pasa es que en ese tiempo no se podía movilizar muy a la luz. Pero después que falleció él nos fuimos enterando de muchas cosas. Sabíamos la personalidad de él, como era él, pero no podíamos ni creerlo. Sin ir más lejos te puedo decir que murió un martes 13 y todos los martes que íbamos al cementerio a arreglar y que se yo. Él trabajaba en una ladrillera en Rincón del Cerro en ese tiempo, y venía un viejito a la tumba donde estaba él, al nicho, todos los martes y lloraba y lloraba. Un día le preguntamos ¿señor, por quién viene usted acá? Y nos dice "por Eduardo, por Eduardo Pinela. Yo soy una persona sola, vivo solo en un ranchito al costado de la ladrillera donde él trabaja y él me ayudaba". Sin embargo nosotros que vivíamos con él, que éramos la familia, no sabíamos. Decía "a mí me gusta mucho el lechón y la cabeza del lechón y todas las quincenas cuando cobrábamos él me traía al Bar de Vida, me da de comer bastante lechón, me compra vino y después me lleva una cabeza para mi casa".

Roberto: Vos sabés que él era medio peluquero y salía a cortar el pelo a los más menesterosos acá en el barrio. Muy solidario en ese aspecto.
Y me olvidé de contarte que él estuvo en Bella Unión conjuntamente con el Bebe. En los inicios de la primera marcha Eduardo estuvo en la formación de ella conjuntamente con Víquez, Santana, de toda aquella gente. Y claro, lo que decía Tita era el común denominador de todos nosotros: no sabía nadie lo que hacía Eduardo hasta que después que murió te enterás de una cosa y de otra. Pero la familia como el caso del tío de ella, nadie sabía nada. El quería que toda la familia permaneciera ajena a esto.

Tita: Más te voy a decir: él tenía novia, estaba muy enamorado, la muchacha era de allá de Rincón del Cerro, y después que él murió que la muchacha vino a hablar con nosotros nos enteramos que él le dijo que lamentablemente dejaban porque él tenía unos proyectos y que no quería arrastrarla a ella por si tenía algún problema en un futuro. Incluso dejó la novia por seguir adelante con los ideales que tenía.

- Bueno Tita, yo le agradezco mucho.
Tita: No, al contrario. Le agradezco a ustedes que se sigan acordando de él porque la verdad que era una persona que merecía que nadie lo olvidara.

Las muertes de Carlos Flores y Mario Robaina

Carlos Flores fue el primer tupamaro caído en combate con las fuerzas represivas cinco días después caía Mario Robaina.

Carlos Flores Álvarez murió el 22 de diciembre de 1966, tenía 23 años, era casado y padre de tres hijos. Toda su vida estuvo ligada al barrio de La Teja donde naciera en una familia muy modesta. Su padre era policía del grado más bajo del escalafón y Carlos tuvo que hacerse cargo de sus dos hermanos menores, debiendo abandonar sus estudios cuando estaba cursando sus primeros años de liceo para empezar a trabajar, primero en una despensa y luego como oficinista en una barraca.
Al momento de su muerte se desempeñaba como colaborador del periódico Época y era miembro del MLN.
Integrado a las inquietudes del barrio Carlos fue el nervio motor en la organización de las fiestas populares con que La Teja cerraba el año de los pobres, reparto de juguetes para los niños, trineos iluminados, enormes armatostes de papel pintado y un papá Noel proletario que arengaba a los vecinos desde lo alto de una chimenea de cartón.
En ese barrio Flores inició su militancia política vinculándose al MAC (Movimiento de Acción Campesino), allí vivió de cerca la experiencia de la segunda marcha cañera a Montevideo, conoció a otros militantes y empezó a participar de las actividades del grupo.
Desde el comienzo tuvo un marcado interés por superar su falta de información en materia política, ansiaba conocer, perfeccionarse y así rendir más en su militancia, pronto adquirió una clara concepción de la lucha revolucionaria, lo que llevó a que con plena conciencia hipotecara en la lucha cosas que le eran muy queridas.
Actuó en varias operaciones demostrando responsabilidad y buen dominio de nervios, actitudes que seguramente hubieran hecho de él un cuadro de valía.
El 22 de diciembre de 1966 en momentos en que se preparaba una acción la camioneta en que viajaba con otros compañeros fue descubierta por la policía, un patrullero se les cruzó en el camino cerrándoles el paso.
Zafan al encierro intercambiando tiros pero el patrullero los persigue a corta distancia.
Los dos bandos toman posiciones, recrudece el tiroteo y todos los demás compañeros logran burlar el cerco, pero Flores que intentaba cubrir la fuga de sus compañeros recibe dos balazos y muere instantáneamente convirtiéndose así en el primer tupamaro caído en combate con las fuerzas represivas.
Las consecuencias de esa desafortunada situación dieron lugar a una profunda investigación a partir de la identificación del compañero caído en combate: una serie de detenciones, hallazgo de pistas y allanamientos, a raíz de lo cual llegan a un criadero de aves –en “El Sauce”, Canelones (27.12.66)- donde otro compañero: Mario Robaina, es abatido tras un enfrentamiento con la policía que -por su parte- sufre la baja de un afamado represor, jefe del comando de Radiopatrulla, el comisario Antonio Silveira Regalado.


El 5 de setiembre hay movilización popular

Contra la carestía y la reforma tributaria,
por trabajo, salario y jubilaciones dignas

Mientras los uruguayos pasan frío y hambre, se siguen yendo por miles nuestros jóvenes en busca de un destino mejor. Suben los precios y las ganancias de las patronales Crece la desocupación y la exclusión social. El salario y las jubilaciones siguen siendo la variable de ajuste de la política económica. El salario promedio de los trabajadores es de 8.000 pesos y las jubilaciones promedio rondan los 5.000 pesos. Mientras que los grandes empresarios y patrones aumentaron sus ganancias un 50% en promedio en estos dos años. Las multinacionales se llevan nuestras riquezas y nos dejan trabajadores desocupados y empobrecidos. El trabajo precario, los salarios sumergidos para la mayoría de los trabajadores, imponen más injusticia social.
Cartas de intención, privatizaciones, salarios bajos, pobreza, extranjerización de la tierra, subdesarrollo y dependencia.
Estas son las líneas maestras de la política progresista.
La reforma tributaria es para recaudar más, con el objetivo de poder cumplir con el Fondo Monetario Internacional y pagar la deuda externa. La “rebaja del IVA” es un chiste macabro, se aumentaron los impuestos que pagan los trabajadores y se rebajaron los que pagan los grandes capitalistas. Al mismo tiempo, el gobierno progresista le niega recursos a la Salud, a la Educación y a la vivienda.
Sometimiento al imperio. Con este gobierno ahora somos “un aliado estratégico” de los Estados Unidos. Sus representantes llegan uno tras otro al país, dan la línea y felicitan al gobierno. El parlamento vota una vez más la permanencia de las tropas uruguayas en Haití.
Desde la Asamblea Popular decimos que no alcanza con los diagnósticos ni con declaraciones. A esta arremetida neoliberal tenemos que enfrentarla con la organización y la movilización del pueblo.
Recuperando las históricas banderas de la izquierda y lo mejor del legado artiguista nos convocamos a manifestar nuestra bronca y nuestro descontento en una campaña de movilización, porque la esperanza está en la lucha.
Hay que dar la pelea contra esta política antipopular y construir entre todos la alternativa de izquierda.
Al pueblo, a los trabajadores, a los estudiantes, a las organizaciones sociales, a la verdadera izquierda, nos convocamos a movilizarnos el miércoles 5 de setiembre a las 19 horas en la Plaza “25 de mayo” , en Carlos María Ramírez y Agustín Muñoz contra la represión y la criminalización de la protesta; por la libertad de Fernando; por recursos para vivienda, para la Educación y para la Salud; contra el envío y el mantenimiento de tropas en Haití; contra el sometimiento al imperio y al FMI; contra la carestía y la reforma tributaria; por salario y jubilaciones dignas. Movilización para frenar la ofensiva neoliberal.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Todos los países luchan por mejorar la calidad de vida de la gente. Las jubilaciones y los salarios no alcanzan en ningún lado.
Tengo que agradecer que puedo ir de vacaciones a uno de los hoteles en el centro de Buenos Aires ya que hoy en día no todo el mundo puede hacerlo.

enrique Castello dijo...

En el relato no me cierra que los buses quemados eran de Cutcsa,tambien se quemaron 5 de la vieja Amdet yo mismo los vi arder eran de las lineas 17 y 76 que llegaban a la Plaza Lafone como destino Final,me parece que el relato no es totalmente veridico.

enrique Castello dijo...

En el relato no me cierra que los buses quemados eran de Cutcsa,tambien se quemaron 5 de la vieja Amdet yo mismo los vi arder eran de las lineas 17 y 76 que llegaban a la Plaza Lafone como destino Final,me parece que el relato no es totalmente veridico.