domingo, octubre 19, 2008

220 millones de seres humanos no saben qué significa la palabra mañana

El negocio del hambre

Los esclavos fueron considerados seres humanos cuando el modelo de sociedad tuvo la necesidad de cobrar impuestos. Hasta sentenciaron que tenían alma. Si podían pagar tasas, debían tener almas. Lo mismo ocurrió con las mujeres y los pueblos originarios de América latina.
Eso no significó que acabara la esclavitud ni la explotación del género femenino, simplemente se los consideraba sujetos de derechos porque debían pagar impuestos.
En aquellos años de transformación, Europa también comenzó a acuñar una pauta para el enriquecimiento de ciertos señores.
Hay que crear los pobres para vivir de ellos.
Organizar colectas con el fin de ayudarlos y quedarse con el dinero proveniente de ciertas vergüenzas poco profundas.
Decenas y decenas de fundaciones internacionales derivan dinero hacia los países empobrecidos pero, de acuerdo a estas informaciones, se utiliza mal o termina en bolsillos que no son los verdaderos destinatarios.
Así funciona esta mecánica.
Si se analizan las grandes riquezas que proceden de la alimentación, los medicamentos, la vestimenta y el transporte; habrá que notar que aquello que es consumido por las mayorías como necesidad imperiosa termina siendo un fenomenal negocio para pocos.
Urgencias de muchos, fortuna de pocos.
De tal forma, el hambre es un negocio más.
La agencia Care International informó que el número de personas que vive al borde del estado de emergencia se duplicó en los últimos dos años.
Son 220 millones de seres humanos que no saben qué significa la palabra mañana o qué sentido tiene el concepto de futuro.
Pero más allá del dato, la organización destacó el asqueante negociado que se produce con el dinero destinado, supuestamente, a mitigar los efectos del hambre entre millones de habitantes de esta cápsula espacial llamada planeta Tierra.
"Es una desgracia que, a pesar de las advertencias, el dinero se siga utilizando de manera equivocada. Los gobiernos, la ONU, los donantes y las agencias de ayuda deben aprovechar esta oportunidad para hacer reformas estructurales al sistema de ayuda que protegerá a los más vulnerables de las emergencias y hacer que éstos se vuelvan más resistentes al aumento de los precios de los alimentos, las sequías y otros desastres", apuntó Geoffrey Dennis, director ejecutivo de la sede británica de Care International.
Para estos investigadores es imprescindible que los aportantes de dinero para paliar la situación del hambre en el planeta hagan las cosas de otra manera.
Es necesario “coordinar más efectivamente la ayuda de emergencia y los planes de desarrollo a largo plazo, concentrarse en la producción de alimentos, en el apoyo a los más pobres así como en el desarrollo de un sistema de advertencias tempranas sobre posibles desastres”, remarca la organización.
Como a fines de la edad media, generar hambre en el mundo sigue siendo un negocio para pocos.
Una despreciable pauta de comportamiento del capitalismo que sigue vigente en estos tiempos crepusculares del tercer milenio.

Carlos del Frade
bol@actuwa.org

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