lunes, marzo 22, 2010

Un millón de Muertos ¿y no pasa nada?


Cerca de un millón de civiles muertos, cinco millones de desplazados y refugiados, un país invadido y destrozado donde miles de personas sufren las secuelas de la utilización de armas prohibidas…
Ése es resultado de los siete años de ocupación militar iniciados el 20 de marzo de 2003.
En las islas Azores, George W. Bush, Tony Blair y José María Aznar se tomaban la famosa foto que escenificaba la declaración formal de guerra contra Iraq.
Fue una reunión “muy simple y tranquila”, declaró Aznar, años después, con Durão Barroso, primer ministro portugués, como anfitrión.
Aznar no contó con Naciones Unidas ni con el Congreso de los Diputados. La declaración unilateral de guerra y las mentiras que la justificaron abrieron un periodo de movilizaciones sin precedentes en la historia reciente del Estado español.
El entonces presidente del Gobierno buscaba desde hacía tiempo aproximarse al “amigo americano”. Tal para cual, Bush encontró en Aznar el aliado perfecto. El idilio se cerró en una conversación privada el 22 de febrero de 2003 en el rancho de Bush, en Crawford (Texas). Allí hablaron de la invasión a Iraq y de presionar a la ONU para que el Consejo de Seguridad diera su visto bueno en una segunda resolución.
Estas conversaciones fueron conocidas cuatro años después, el 26 de septiembre de 2007. La Casa Blanca no las desmintió, dijo que se trataba de una “conversación privada”. En ella queda claro que Bush iba atacar a Iraq con o sin resolución de la ONU.
Con la guerra, la barbarie se puso en marcha. El Estado español envió 900 militares y tres buques. Los aviones B-52 utilizaban territorio español como base logística y además repostaron en vuelo sobre ciudades como Bilbao, Pamplona y Barcelona.
España fue cómplice del uso de armas prohibidas como el uranio empobrecido y las bombas de racimo. Miles de ciudadanos tomaron las calles. Las protestas se sucedieron y fueron calificadas como las más importantes desde la Transición.
Se crearon varias plataformas, que movilizaron a miles de personas al grito de ‘No a la guerra’. El atentado del 11-M, donde murieron 190 personas y 1.200 resultaron heridas, consolidó la lucha en la calle contra una guerra ilegal.
Jesús Abril, vicepresidente de la Asociación de Víctimas del 11-M, denuncia: “A mi hijo Oscar no lo mató Aznar, pero murió como consecuencia de una guerra ilegal que él declaró. Él quiso salir en la foto y las consecuencias fueron devastadoras para el pueblo iraquí y para nosotros. La mochila de mi hijo, que no llegó a la universidad, tenía todavía la pegatina del ‘No a la guerra’. Ellos tienen sus periódicos y sus púlpitos y aún hoy siguen lanzando basura sobre el atentado del 11-M”, afirma Abril.
Para el catedrático Víctor Sampedro, autor del documental 13-M: Multitudes Online, las manifestaciones contra la guerra y, sobre todo, las del 13 de marzo de 2004 fueron “las más grandes de la historia contemporánea de nuestro país. Lo que ocurre entre el 11-M y el 14-M es un colapso de la esfera pública democrática porque fue incapaz de denunciar al mentiroso. Ahí cae el esquema de comunicación del miedo al intocable, el miedo a que una protesta cambie a las élites políticas que quieren controlar la esfera pública de sus ciudadanos. La gente tuvo que recurrir a la desobediencia civil del 13-M porque la manifestación del 12-M fue puramente institucional. El lema era: ‘Con las víctimas, con la Constitución y por la derrota del terrorismo’.
A la manifestación acudió por primera vez la monarquía y todas las fuerzas políticas. Lo que quieren es ocupar los medios al día siguiente, día de reflexión. Son las cibermultitudes del 13-M las que cambian los resultados de las elecciones de 2004. Ahora que se habla de Facebook, el Estado español inauguró una red social autoconvocada, fue esta red social la que salvó la democracia”.
Durante los 15 primeros días de la guerra, un grupo de brigadistas viajó hasta Iraq para documentar la violación de derechos humanos. Entre ellos, nueve activistas del Estado español. Carlos Varea, miembro de la Campaña Estatal contra la Ocupación y por la Soberanía de Iraq (CEOSI), fue uno de ellos. Documentaron más de 40 ataques a la población civil. Las entrevistas fueron realizadas a supervivientes, muchos niños y mujeres.
Varea, autor del libro Muerte y éxodo: La ocupación y la violencia sectaria en Iraq, señala que en estos años “ha habido un proceso efectivo de resistencia armada en momentos donde la violencia incluso alcanzaba los 100 muertos diarios en Iraq. Ahora se vive un acercamiento entre los grupos de resistencia para la normalización del país, buscan la salida de las tropas ocupantes y el fin de la injerencia iraní”, relata Varea quien anuncia que en junio, representantes políticos de la resistencia iraquí se reunirán en el Estado español.

Dos querellas contra Aznar

La Plataforma Juicio a Aznar agrupa a varias organizaciones, 200 querellantes y a más de 26.000 ciudadanos que se han unido a la denuncia. Sus letrados, de la Asociación Libre de Abogados (ALA) , han presentado dos querellas. La primera fue desestimada por el Tribunal Supremo (TS) en 2003. La denuncia se basó, entre otros, en el artículo 63.3. de la Constitución: “Al Rey corresponde, previa autorización de las Cortes Generales, declarar la guerra y hacer la paz”. Para José Manuel Hernández, abogado de la Plataforma, el rechazo “tiene una carga política importante, pone de manifiesto la falta de independencia del poder judicial, que está sometido al poder político”.
El año pasado se interpuso la segunda querella. Entre otros argumentos, vincula la guerra y el 11-M según el artículo 590 del Código Penal: “El que con actos ilegales o que no estén debidamente autorizados provocare o diere motivo a una declaración de guerra contra España por parte de otra potencia o expusiere a los españoles (…), será castigado con la pena de prisión de ocho a quince años si es autoridad (…)”. El Supremo la ha vuelto a desestimar y han recurrido al Constitucional.
Para Lorena Ruiz-Huerta, de ALA, “las dos querellas están bien fundamentadas y hay razones más que suficientes para juzgar a Aznar por la declaración de guerra a Iraq, pero el derecho es un arma de doble filo y los poderosos lo manipulan. En las cárceles, personas que han cometido hurtos cumplen condenas de años, y políticos que declaran la guerra se van de rositas. Es difícil que el Constitucional contraríe al Supremo, sería abrir un melón… Porque el siguiente caso podría ser Afganistán”.

EN LA INTIMIDAD CON BUSH

Un mes antes de la guerra, Bush citó a Aznar en su rancho de Texas. Sus conversaciones se conocieron años después. “Es importante contar con una resolución. Sería conveniente contar en el Consejo de Seguridad con una mayoría que apoyara esa resolución. De hecho, es más importante contar con mayoría que el que alguien emita el veto. Para nosotros, actuar sin mayoría en el Consejo sería negativo”, dice Aznar, y continúa: “Necesitamos que nos ayudéis con nuestra opinión pública”. Bush: “La resolución estará hecha a la medida de lo que pueda ayudarte”. En otro momento, Aznar confiesa: “Lo que estamos haciendo es un cambio muy profundo para España. Estamos cambiando la política que el país ha seguido en los últimos 200 años.

María José Esteso Poves

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