martes, junio 08, 2010

Se profundiza en el mundo el repudio al ataque israelí


Lejos de intentar alguna autocrítica por la masacre que ordenó contra barcos desarmados en aguas internacionales, el gobierno israelí ratificó lo actuado. Sus monumentales mentiras aumentaron el extendido repudio internacional.

Por Emilio Marín

En la madrugada del 31 de mayo tropas de elite de Israel atacaron a pacíficos navegantes de un barco de bandera turca, el Mavi Marmara, y otros integrantes de la Flotilla de la Paz que procuraba bajar ayuda humanitaria a Gaza. En el sangriento operativo murieron 9 personas y la cifra puede ser mayor, pues otras fuentes la elevan a 19. Se contaron entre 30 y 60 heridos en un ataque que organismos internacionales y países describieron como una flagrante violación a las leyes internacionales y un acto de barbarie.
El suceso aisló aún más al estado agresor, mucho más de lo que ya estaba al cabo de sucesivos ataques contra los palestinos que viven en Gaza, Cisjordania y el sector oriental de Jerusalén.
La mayoría de los 686 tripulantes fue detenida primero en el puerto israelí de Ashdod y una parte fue trasferida luego a una prisión de Beersheva. Allí fueron puestos ante una opción de hierro: admitían haber ingresado ilegalmente a Israel y eran deportados de inmediato, o reclamaban un juicio y quedaban detenidos. Casi todos o todos deben haber optado por lo primero, a pesar de la falsedad de la enunciación: ellos no ingresaron ilegalmente en territorio israelí sino que fueron capturados por tropas de esa nacionalidad en aguas internacionales y llevados por la fuerza a Ashdod.
Ya de regreso a sus países, los militantes humanitarios reforzaron con denuncias de primera mano lo que había sido el operativo militar que cayó como un rayo de madrugada sobre la cubierta del Mavi Marmara. Los videos habían mostrado a los sionistas bajando de helicópteros y disparando con munición de plomo a gente que no portaba armas. Esta defendió, hasta cierto punto, con palos, ante el desproporcionado operativo. Luego la superioridad militar de los atacantes pudo más.
Los que sobrevivieron, relataron historias de golpes, de uso de picanas eléctricas y otras lindezas mientras eran cazados.
En la nota anterior (LA ARENA 1/6), este cronista había consignado que entre los detenidos había una premio Nóbel norirlandesa, reconocidos escritores suecos y 12 legisladores de Alemania, Noruega, Suecia, Bulgaria e Irlanda. Pero hay que agregar un par de presencias de alto significado: había una legisladora árabe-israelí, Hanin Zuabi, del partido nacionalista árabe Balad; y una judía de 85 años sobreviviente de los campos de exterminio del nazismo.
El repudio brotó instantáneamente desde todo el mundo. Aunque la mayoría de los comunicados eran bien intencionados, no se puede creer en algunos de ellos, caso de declaraciones de Barack Obama lamentando las muertes y pidiendo una investigación. Pero de condenar a Israel, ni una palabra, lo mismo que el documento light del Consejo de Seguridad. Claro que si el organismo avanzaba en repudiar el rol de ese estado miembro, la representante estadounidense Susan Rice iba a vetar.

Embajador mentiroso

Lejos de mostrar algún signo de arrepentimiento, el premier Benjamin Netanyahu defendió la actuación de sus soldados, que él había autorizado junto a un mini gabinete de seguridad israelí de 7 miembros. “No era un crucero del amor sino una operación terrorista”, declaró.
Esa declaración fue como volver a asesinar a los tripulantes de la caravana pacifista. Es que los militares que interceptaron los navíos no pudieron demostrar que hubiera una sola arma de fuego en ellos. Autoridades de Turquía habían asegurado que en ese país y en Grecia se había inspeccionado los barcos y que no se había constatado arma alguna.
Por eso las declaraciones de Netanyahu, del derechista partido Likud, como las del ministro de Defensa, Ehud Barak, del laborismo, y las de la opositora Tzipi Tivni, de Kadima, todas en el sentido de fortalecer la “unidad nacional” y justificar la matanza, sonaron a provocación.
Algo similar deben haber experimentado algunos los lectores de “La Nación”, al leer el reportaje al embajador israelí en Buenos Aires, Daniel Gazit. Le preguntaron: “¿Usted dice que esa misión humanitaria fue una operación logística de guerra?”. Y contestó: “Sí. Intentaron colaborar con un régimen calificado por el propio canciller de la Autoridad Nacional Palestina [rival de Hamas] como totalitario y fascista. Además, vale aclarar que no hay una crisis humanitaria en Gaza, donde hay restaurantes de lujo y a donde la mercadería puede llegar por los canales que ofrece Israel”. Este embajador en 2009 negaba que la artillería de su país hubiera atacado a oficinas y escuelas de la ONU en Gaza...
El bloqueo al 1.5 millón de gazatíes fue impuesto en forma total en 2006 por tierra, en todos los pasos fronterizos administrados por Israel y el de Rafah, de Egipto. La Franja de sólo 382 km2 da al mar Mediterráneo, también sellado por la marina israelí. Al interior de ese territorio, calificado como un gran campo de concentración al aire libre, escasean productos esenciales, comenzando por el agua, pues el 90 por ciento de la misma no es potable.
Sólo el 25 por ciento de las viviendas destruidas por el operativo “Plomo Fundido” (diciembre de 2008-enero de 2009) pudo ser reparado. Por eso la Flotilla traía sillas movidas a electricidad para los lisiados, 100 casas prefabricadas, varias toneladas de cemento, medicinas, etc. Y más que esos elementos materiales de por sí muy necesarios, llevaba un mensaje de solidaridad. Como dijo el reconocido escritor sueco Henning Mankell, otro de los embarcados: “había que mostrarle a los que viven en Gaza que no fueron olvidados”.

Lo califican de fascista

El repudio a Israel ha sido tan potente a nivel mundial, que ya se avizoran algunas brechas en su frente interno, a despecho de la “unidad” que procuran mostrar Netanyahu, Barak y Tivni. En los medios israelíes se han publicado artículos pidiendo la renuncia del segundo, ministro de Defensa. En algunas notas se especula con que Gaza puede ser “el Vietnam” de Israel.
Durante la invasión y bombardeos de “Plomo Fundido”, muchos intelectuales de diversos países hablaron de genocidio. Y ahora, luego de los asesinatos en la Flotilla, hay quienes retomaron la calificación de Israel como un Estado fascista. Por citar sólo dos: el francés Michelle Collon y el argentino Atilio Borón, en sendas notas periodísticas.
Adolfo Pérez Esquivel quiso decir lo mismo en un artículo donde citó a José Saramago asegurando que aquel Estado es el Goliat de Medio Oriente.
Es que ya resultaba intolerable que Israel invadiera Gaza y El Líbano, retuviera territorio sirio, mandara sus agentes del Mossad a asesinar palestinos en Dubai, Túnez y Damasco, bombardeara un reactor nuclear en Irak, amenazara permanentemente con hacer otro tanto con Irán y Siria, espiara en el Pentágono, impusiera 18 años de cárcel a su ciudadano Mordechai Vanunu por haber declarado que el país disponía de armas atómicas y desoyera numerosísimas resoluciones de las Naciones Unidas.
Los crímenes del 31 de mayo hicieron que esas críticas se elevaran a la enésima potencia. Sin reparar en costos políticos, el gobierno de Netayahu calificó de “hipócrita” la tibia resolución del Consejo de Seguridad y dejó en difícil situación a la administración Obama. Es que EE UU estaba abrochando con Turquía una alianza para ver si Naciones Unidas, con el acompañamiento de otros países, se decidía a votar otra serie de sanciones contra Irán.
Pero, de resultas de la agresión a su barco Mavi Marmara, ahora el premier turco, Recep Tayyip Erdogan, acusó a Israel de "terrorismo de Estado". Más aún, de hecho suspendió las relaciones diplomáticas al retirar a su embajador en Tel Aviv, al igual que hizo Nicaragüa sandinista.
El viceprimer ministro turco, Bülent Arinç, informó que su país suspendía las maniobras militares conjuntas con Israel, de modo que éste serruchó una de las pocas ramas islámicas en que reposaba. Al mismo tiempo Egipto, que también bloqueaba Gaza en coincidencia con Netanyahu, decidió abrir el paso de Rafah por varios días.
En la nota ya citada de LA ARENA este cronista escribió que seguramente habría nuevas flotillas de la paz con destino a Gaza. Pero nunca creyó que tan pronto: este sábado arribará a esas aguas otra embarcación solidaria que lleva el nombre de “Rachel Corrie” (joven estadounidense asesinada en Gaza en 2003 cuando intentaba impedir la demolición de una vivienda palestina por bulldozers israelíes).
Este navío porta nuevamente “poderosas armas de exterminio masivo”: 560 toneladas de cemento y 100 toneladas de equipos médicos para la sitiada población de Gaza.

www.laarena.com.ar

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