martes, octubre 18, 2011

15-O, la Revolución es posible


Hace unos pocos años el triunfo del neoliberalismo aún parecía absoluto. A los militantes de la izquierda social se les veía, en el mejor de los casos, como unos utópicos, buenas personas por sus bellas ideas pero alejados totalmente de la realidad. Hoy, en cambio, los que son cuestionados, y no precisamente por buenas personas sino por ladrones sociales, son los poderes financieros, la banca y los grupos de inversiones.
El mundo está cambiando. Poco importa que la burguesía planetaria quiera parar el caminar de la Historia. La única quimera es pensar que el sistema capitalista, que reduce a la miseria a la mitad de los habitantes del planeta y a la subsistencia a la otra mitad, puede tener futuro político. La pregunta está en saber cuánto esfuerzo le va a costar a las nuevas generaciones cambiar el mundo.
Es una vieja enseñanza de la Historia –materia que la burguesía odia porque la pone al desnudo- que las movilizaciones sociales vienen dadas por las imperiosas necesidades materiales y políticas de las masas y no por la mente de pensadores ni de partidos políticos. Otra enseñanza es que la energía social que generan las movilizaciones sociales hay que canalizarla para llevar a la conquista del poder político a la mayoría social, de ahí la necesidad de sus propios partidos políticos.
Hoy la existencia de la energía social planetaria es una evidencia empírica, las televisiones del mundo la muestran porque su ocultación es una imposibilidad. Pero hay más, nunca ha estado tan bien identificado para millones de personas el causante de la crisis sistémica: la burguesía financiera. Ella es la representante última de un sistema capitalista completamente caduco, corrompido hasta la raíz y que sólo se sostiene con las pinzas del poder económico que las asquerosas élites aún siguen detentando. Son basura. Lo preocupante es que, además, están drogadas. La droga de conseguir más y más dinero les ha nublado cualquier atisbo de razón. Tienen que chutarse diariamente y este chute sólo lo pueden conseguir a costa de incrementar las paupérrimas condiciones materiales de existencia de la inmensa mayoría planetaria y de convertir la madre Tierra en un estercolero. El quid de la cuestión está en qué resistencia van a oponer al cambio social que se avecina, porque quien piense que la “deuda” la van pagar las nuevas generaciones como si fueran corderos ha perdido el tren de la Historia.
Nuevas generaciones han entrado en la lucha política. La mujer cumplirá un papel de primer orden, su visibilidad en el océano social de este 15-O en Madrid es una prueba epidérmica evidente. Ahora la cuestión es saber cuánto tardará esta nueva generación en canalizar políticamente su fuerza social. No se puede saber a priori el ritmo del proceso histórico pero no hace falta ejercer de profeta para deducir que lo que ayer tardaba décadas en venir hoy no tardará muchos años en llegar.

Antonio Liz Madrid, 18, octubre, 2011

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