jueves, agosto 28, 2014

Julio Cortázar, multiplicando el mundo



El día 26 de agosto de 1914 nacía en Bruselas el que con el paso del tiempo se convertiría en uno de los escritores más originales e innovadores de las letras universales.
Sus futuros padres, recién casados, se habían trasladado a la capital de Bélgica, como si de un viaje de novios se tratase, empujados por el nombramiento del padre como miembro de la delegación argentina en dicho país. En el mismo momento en que su madre iba a dar a luz se podía oír, ella lo oía desde el hospital, el estruendo de las bombas acompañado de sus constantes fogonazos, pues Bélgica era invadida por las tropas alemanas. La casualidad geográfica se unió al azar histórico para que el recién nacido, Julio, naciese en unas singulares circunstancias, bajo el signo de Virgo, asociado con aguas turbulentas, según él se empeñaría en repetir al otorgar cierta relevancia al hecho.
Al ser Argentina un país neutral pudieron conseguir un salvoconducto para trasladarse a la vecina Suiza; en aquellos tiempos era costumbre en las familias acomodadas de la pequeña-burguesía que los niños quedasen al cuidado de alguna institutriz, de tal compañía le quedó al niño la pronunciación de la erre à la française, acento que no le desapareció con el paso de los años, del mismo modo que le quedó , de manera inconsciente, una innegable simpatía por la cultura francesa, lo que le haría más tarde elegir París para asentarse en el continente europeo. De allá fueron a Barcelona y a sus cuatro años el pequeño Julio pisó por primera vez la tierra de sus progenitores; su padre se esfumó antes de partir, dejando a la madre al cargo del niño y de su hermana que había nacido al año siguiente. Allá además de su madre, vivió con su abuela y con algunas tías. En Buenos Aires completó los estudios primarios y secundarios logrando posteriormente el título de magisterio, que ejerció en distintas localidades argentinas; su propósito de matricularse en la facultad de filosofía y letras no pudo cumplirse ya que debía ayudar a su familia. La llegada de Perón al gobierno hizo que Julio Cortázar abandonara su país y se instalara en París, en donde realizó varios trabajos ocasionales hasta finalizar realizando traducciones, free lance, para la UNESCO, mas no llegando a ser funcionario de tal organismo, pues lo que le interesaba era escribir y para ello necesitaba tiempo y libertad. El bagaje de lecturas era para entonces ya amplio: desde muy joven había leído a los clásicos franceses, que luego completaría con los escritores contemporáneos, y también a autores anglosajones; su vida parisina, en condiciones precarias, no le impidió llenar más el bagaje de lecturas y muy en especial las debidas al existencialismo y al surrealismo( al que luego criticó por su incoherencia al haber abandonado su cosmovisión inicial y habiendo reducido el movimiento a pura retórica y a mera técnica; él no dejó de seguir enganchado al impulso inicial de Breton et compagnie) y a la patafísica de Albert Jarry, sin olvidar a Antonin Artaud; siempre escritores al límite y dispuestos a la transgresión y a mostrar situaciones excepcionales enfrentándose a las descripciones de la roma realidad. Tal huella fue profunda y marcó su obra de arriba a abajo. Decía el autor de << Ubu rey >> que lo verdaderamente interesante no son las leyes sino las excepciones>>. [ Eso sí, sea dicho al pasar, las excepciones no confirman regla alguna a pesar de lo que se diga, son excepciones a la regla y a o más puede pretenderse que tal vez podría falsarla.]
Ya antes de llegar a Europa había escrito algunas obras: la primera publicación, un volumen de sonetos, y el primer texto escrito en prosa, y publicado en una efímera revista, trataba de Arthur Rimbaud a quien comparaba con Stéfane Mallarmé. Es indudable que el primero de los nombrados ejerció cierta atracción como modelo de rebeldía, de crítica contra las costumbres burguesas e identificación de escritura y vida, los libros de Rimbaud eran su piel, del mismo modo que años después podría afirmarse que en los textos de Cortázar estaba él mismo; el preciosismo formalista del segundo, de Mallarmé, solamente le sirvió de momentáneo modelo para algunos de sus primeros, y tempranos, poemas.
Su vida parisina, compartida con sus retiros al calor de su casita cercana a Aix, en la Provenza, se veía interrumpida pos sus viajes frecuentes a Argentina, a Cuba, a Chile, a Nicaragua y también a algunos países asiáticos, viajando, dando conferencias y asistiendo a debates, etc. La capital del Sena y Buenos Aires siempre andaban balanceando en sus escritos, y muy concretamente en la que acabó siendo su novela más célebre y celebrada, << Rayuela>>.
Con sus casi dos metros de estatura, con su aspecto desgarbado y de eterno niño, Julio Cortázar consiguió una amplia acogida tanto en lo literario como en lo personal; y es que, como queda dicho, en sus obras se dejaba ver su presencia y sus cavilaciones que en muchas ocasiones suponen una interpelación a los lectores. Así si el escritor exigía lectores-cómplices, él facilitaba las cosas convirtiéndose en autor-cómplice que provocaba, que planteaba problemas que los lectores acababan convirtiendo en suyos. Los personajes de los cuentos del argentino-parisino, son distintas caras del escritor y, por extensión de todo un catálogo humano de singulares sujetos, con sus problemas, sus amores, sus necesidades y sus azares, cuyas personalidades resultan absolutamente contagiosas, y acaban convirtiéndose en seres familiares para el lector ( Glenda, Lucas, Horacio, Manuel, la Maga…).
En sus entrevistas, el escritor no se cansa de repetir una sensación que le ha asaltado desde joven: un cierto desdoblamiento que hace que en su visión se vean dos realidades, la real y otra, que en cierto sentido podría ser asimilada a << aquello de lo que no se puede hablar >>, <> en el lenguaje wittgensteniano; << puede ser que haya otro mundo dentro de éste, pero no lo encontraremos recortando su silueta en el tumulto, en el tumulto fabuloso de los días y las vidas, no lo encontraremos ni en la atrofia ni en la hipertrofia. Este mudo no existe, hay que crearlo como el fénix >>; empeñado siempre en expresar lo inexpresable, por el derecho, el revés y al bies de las cosas. Ese carácter binario es constatable igualmente en el puenteo entre sus cultura francesa y la bonaerense, al igual que a su tendencia a ponerse en la piel de sus personajes, empatía que también alcanza al lector, que parece estar en deuda con el dicho de Rimbaud de que << yo soy/es otro>>, afirmación que puede ser también interpretada, sin rizar el rizo, en la obra cortazariana en el constante caminar hacia la libertad en el que están pillados sus personajes, como lo estamos todos los humanos; en cierto sentido podría hablarse de que el escritor persigue el surgimiento de << un hombre nuevo>>( otro) que haya roto amarras con el conformismo, con el gregarismo, y con todas las reglas de la sociedad bienpensante; << esa disposición hacia lo fantástico me asalta en los momentos más inesperados y me lanza a escribir como la única manera de cruzar ciertos límites, de instalarme en el territorio de lo otro >>. La tendencia que marcan los relatos cortazarianos es la del camino hacia la liberación, y para ello se han de romper amarras con las convenciones consagradas por el uso y el abuso, al tiempo que tal ruptura ha de traducirse también en intentar librarse de las sujeciones del lenguaje anquilosado, y falto de creatividad.
El quehacer del autor de << El libro de Manuel >> es una constante embestida a las normas consagradas del mundo literario, y al mundo en general, tratando de abrir puertas a lo desconocido, censurado, domesticado; multiplicando la realidad, la vida y la libertad, por medio de la revolución de la revolución de las palabras: << a la manera de un guerrillero, tirando siempre desde los ángulos más insólitos posibles…El problema está en multiplicar las artes combinatorias, en conseguir nuevas aperturas>>. Su escritura se plasma en una medida, o desmedida, fragmentariedad, en un uso del collage, yuxtaponiendo textos varios, documentos ( fotos, noticias de periódico etc.), y en el establecimiento en repetidas ocasiones de un paralelismo de historias paradójicas, huyendo de cualquier forma de prédica , ni la vana pretensión de proponer soluciones…él plantea la paradoja, y como el maestro zen con sus koan: presenta una pregunta o un juicio, muchas veces alejado del romo sentido común, provocando la reflexión e indicando cierto camino, al bloquear la normal comprensión de los problemas planteados y así empujar a quienes le escuchan / leen a hallar una puerta de salida al impasse.
La escritura de Cortázar es un atrevido y aventurero vuelo como el de Ícaro; y con su obra pueden establecerse relaciones metafóricas con coloridas mariposas, con incesantes movimientos caleidoscópicos; todo ello empapado de un afilado humor y el siempre subyacente modelo del juego ( privilegiando al homo ludens frente a la seriedad del homo sapiens; en paralelo con el par cronopios y famas, o – por hablar en nietzscheano- entre lo dionisíaco y lo apolíneo). << Siempre seré como un niño para tantas cosas, pero uno de esos niños que desde el comienzo llevan consigo al adulto, de manera que cuando el monstruito llega verdaderamente a adulto ocurre que a su vez éste lleva verdaderamente a adulto ocurre que a su vez éste lleva a su vez al niño, y nel mezzo del camin se da una coexistencia pocas veces pacífica de por lo menos dos aperturas al mundo >>, tendencia lúdica que asoma desde los propios títulos de algunas de sus obras señeras: << Rayuela >>, << Los premios>>, << Final del juego >>, y en cantidad de sus historias que son guiadas por el ritmo jazz, be bop, y por la esquiva boxística; en lo que hace al primero de los gustos nombrados, que Cortázar ha campaneando frecuentemente, estamos en le campo de la improvisión, la derivas y la diseminación; en lo que respecta al segundo lo fundamental es la esquiva, el amago, más que el golpe violento ya que como ha subrayado el escritor lo que le atrae de este ( dicho sea de paso salvaje) combate es el evitar los uperkout mas que darlos o recibirlos, que-según cuenta- no le gustan en absoluto. Es el arte que él emplea en su escritura: el devaneo, el ataque y la esquiva.
Aludía anteriormente al budismo zen, pues bien con tal de escapar al bozal de la Razón normalizadora occidental, desde Aristóteles hasta Kant, el escritor se agarra también a otras filosofías orientales ( los Vedas, por ejemplo), con el fin de deconstruir , agarrándose a la razón ( quizá mejor decirlo en plural: razones) trágica, para escapar a la lógica del principio de no contradicción o del tercer excluido … en un permanente y desbocado empeño por soltarse de las ataduras normalizadoras consolidadas en el canon occidental, que nos hacen hablar con un lenguaje <> y conformista sicut papagallum; posturas que han hecho que se le haya incluido dentro de esa etiqueta – mot-valisse que para todas las decalificaciones vale - de << postmodernidad >>. Significativas son sus palabras sobre el personaje de << Rayuela>>: << su problema central es que él tiene una visión que podríamos llamara maravillosa de la realidad. Maravillosa en el sentido que é cree que la realidad cotidiana enmascara una segunda realidad que no es misteriosa, ni trascendente, ni teológica, sino que es profundamente humana…[y continua en otra entrevista diciendo]: para mí, lo fantástico es la indicación súbita de que al margen de las leyes aristotélicas, y de nuestra mente razonante, existen mecanismos perfectamente válidos, vigentes, que nuestro cerebro lógico no capta pero que en algunos momentos irrumpen y se hacen sentir >>.
Julio Cortázar, fallecido por cierto hizo treinta años en febrero, a la sombra de Edgar Allan Poe – mas alejándose de él en lo que hace a la creación de misterio y horror- y en clara simpatía con << el hombre sin atributos >> musiliano y el elogio a la inmadurez ferdydurkiana de Witold Gombrowicz. Abriendo puertas entre aquí y allá, mas sin enclaustarse en torre de marfil esteticista alguna, y levantando siempre la bandera solidaria con los pueblos en lucha: Cuba, el Chile de Salvador Allende, o la Nicaragua sandinista en donde él vislumbraba la fusión que deseaba entre Marx y Hölderlin, entre colectividad y subjetividad, participando a la vez activamente en el tribunal Russell contra los crímenes de guerra americanos en Vietnam o en el Cono Sur.
Leer, y releer, a Julio Cortázar es algo que se ha de hacer pues siempre aporta cosas nuevas y nos hace enfrentarnos al mundo y con nosotros mismos <>.

Iñaki Urdanibia

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