sábado, noviembre 22, 2014

José Revueltas, un intelectual incómodo



José Revueltas realizó precursores aportes a la comprensión de la dominación política e ideológica ejercida por la burguesía nativa sobre las clases explotadas. Constituye una de las figuras intelectuales más interesantes del siglo XX mexicano, con todos sus claroscuros, siendo su Ensayo sobre un proletariado sin cabeza su trabajo más importante. Revueltas fue un intelectual militante, incómodo para el régimen político, al que combatió hasta su muerte, en 1976.
Durante tres décadas, Revueltas participó en el Partido Comunista Mexicano (PCM) y otras formaciones estalinistas, e integró la delegación al VII Congreso de la Internacional Comunista. Expulsado en los años 40, se acercó a la otra “cabeza” del estalinismo, Vicente Lombardo Toledano.
En 1950 tuvo una dura confrontación con el PCM y los lombardistas, cuando lo defenestraron como “trotskista” y “existencialista” por su obra Los días terrenales, pero el proceso de “desestalinización” encabezado por Krushev le generó nuevas expectativas y reingresó al PCM.
En 1960 fue expulsado nuevamente e inició un distanciamiento respecto al estalinismo, expresado en el Ensayo sobre un proletariado sin cabeza, de 1961.
Fue radicalizando su ruptura y se acercó a varios de los postulados de León Trotsky. En 1967 afirmó: “Sólo hay un calificativo con el que le resulta a Stalin imposible en absoluto caracterizar la tendencia de Trotsky, pero que en realidad, también, es el único que le corresponde y que merece: el calificativo de leninista, la tendencia que de no haber muerto, Lenin mismo sin duda representaría dentro de las nuevas circunstancias históricas”.
En 1968 participó activamente del movimiento estudiantil, y después de la masacre de Tlatelolco fue encarcelado por más de dos años.
En las elaboraciones mencionadas encontramos importantes aportes al marxismo mexicano y latinoamericano. Dialectizando el análisis del proceso revolucionario de 1910 y el régimen de la “revolución hecha gobierno”, el pensamiento revueltiano fue anticipatorio, y actuó como una suerte de bisagra entre la interpretación vulgar del estalinismo y un nuevo discurso marxista que hizo aparición en los 70 y 80 del siglo XX.

El Ensayo sobre un proletariado sin cabeza

Ensayo está recorrido por la idea de que la clase obrera mexicana es un sujeto sin cabeza, esto es, sin un partido propio, inserto y vinculado orgánicamente al movimiento obrero, que expresara sus intereses históricos de clase. Esta carencia estaba relacionada con la dominación construida por la burguesía gobernante y su partido.
Esta elaboración lo transformó en una suerte de hereje para la ortodoxia estalinista, ya que cuestionaba lo hecho por el PCM desde sus orígenes. A la vez rompía con los relatos del “nacionalismo revolucionario” y del estalinismo, ya que postulaba que los gobiernos emergidos de la Revolución tuvieron consecuencias nefastas sobre la conciencia obrera.
Afirmaba:“En México… la conciencia de la clase obrera ha permanecido enajenada a ideologías extrañas a su clase, y en particular a la ideología democrático burguesa, desde hace más de cincuenta años, sin que hasta la fecha haya podido conquistar su independencia”.
El PCM, que se autopresentaba como “ideología proletaria”, era criticado no por su debilidad, sino por ser “una variante sui generis de la ideología dominante”. Esta elaboración de Revueltas tuvo gran trascendencia. Desde los 30, solo los trotskistas cuestionaron la dominación de la burguesía sobre las organizaciones obreras.

La construcción de la dominación de clase

Su análisis fue esencial para comprender cómo surgieron los mecanismos en que se basó la estabilidad de la dominación burguesa, convirtiendo al proletariado en “una clase sin cabeza”.
Revueltas partió de una definición clave: distinguiéndose de las corrientes mencionadas, estableció que el sector dominante del Estado era –desde el siglo XIX– la burguesía nacional. Comprendió el proceso de apropiación del legado de la Revolución y de mistificación de la dominación burguesa, expresado en el lema oficial de “la revolución hecha gobierno”.
Para él, en el proceso que llevó a la derrota de “la revolución popular-agraria de Zapata”, surgió el partido de la burguesía nacional.
A partir de 1917, la burguesía ejercitó el poder mediante sus caudillos más populares y con mayor fuerza político-militar, aunque aún no estaba en condiciones de apoyarse en las masas organizadas.
Los años posteriores al triunfo constitucionalista fueron complejos: concentraron las luchas facciosas del bando vencedor en el gobierno, y prepararon los cambios necesarios para perfeccionar esta dominación.
Revueltas tomó nota de estos cambios: la fundación del Partido Nacional Revolucionario en 1929 inició el tránsito de un partido-gobierno apoyado en el ejército a un partido-gobierno que se posaba en las organizaciones de masas, pautando las reglas del juego y articulando la relación entre el Bonaparte sexenal y el partido, por ejemplo, con el principio de no reelección y la selección a “dedo” del nuevo candidato.
Dando cuenta de esto planteó la subordinación de las masas organizadas, para lo cual el partido de gobierno funcionaba “como una especie de extensión social del Estado”.
En este punto, sintetizaba las tres funciones del partido-Estado; dirigir a la burguesía y mediatizar bajo esa dirección a la sociedad mexicana; afianzar la colaboración de clases entre burguesía y proletariado, y hacer indisputable la dirección de las masas campesinas por parte de la burguesía.
Es sugerente buscar un diálogo entre las definiciones revueltianas y las que pueden encontrarse en los Escritos latinoamericanos de León Trotsky, particularmente en “Discusión sobre América Latina” y en esa categoría magistral, el bonapartismo sui generis.
Sin duda, la operación política e ideológica por la cual la clase dominante logró disociar –en apariencia– el Estado posrevolucionario de la defensa de los intereses clasistas, tuvo en sus cimientos características comunes a los Estados burgueses modernos.
Sin embargo, en México este proceso tuvo un carácter específico. Era resultado tanto de la génesis de la burguesía mexicana –que no resolvió las tareas de la transformación capitalista– como de la forma en que se dio la Revolución.
Esto es, que el constitucionalismo se apropió de las demandas del zapatismo y el villismo para legitimarse, preparando la institucionalización de las mismas y estableciendo la identidad aparente entre “la Revolución” y los triunfadores.
El análisis de Revueltas es un importante aporte para comprender cómo se articuló la dominación de clase sobre las clases explotadas y oprimidas que protagonizaron la Revolución Mexicana.
En la situación actual donde cientos de miles salen a las calles, el regreso crítico a sus elaboraciones es una herramienta al servicio de lograr la emancipación de la clase obrera, para tomar -de una vez por todas- el cielo por asalto.

Pablo Oprinari
Ciudad de México / @POprinari

Extractos de artículo publicado en Ideas de Izquierda. Revista de Política y Cultura, Nro. 11, Julio 2014, Buenos Aires, Argentina y en el blog www.cieloporasaltomex.wordpress.org

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