sábado, enero 10, 2015

Wolinski ha muerto con los lápices en las manos


El atentado de París es un desastre total por muchas razones. Obviamente, por las víctimas entre las que se encontraba Georges Wolinski, cofundador y el veterano (Túnez, 1934) del grupo Charlie Hebdo, sobre el que me gustaría registrar algunos detalles. Wolinski es uno de los dibujantes más ácratas de la viñeta francesa, un veterano del 68 que se hizo célebre con sus dibujos de enrâge, un autor absolutamente irreverente que molestaba a todos los integrismo comenzando por el del mercado. No fue en vano que Georges fue galardonado con el Premio Internacional Gat Perich, un galardón que nos recuerda al Perich, seguramente el mayor genio de la viñeta catalana y estatal sin cuyos trabajos no se puede entender lo que fue el franquismo, lo que significó la Transición. Desde aquí invito a todos y a todas que se den una vuelta sobre el apartado “Imágenes” que se abre con el Google de los demonios. Wolinski se mofaba de todo empezando por sí mismo, era un talento turbulento capaz del detalle y del trazo más incisivo, alguien incontenible que había trabajado en la prensa de izquierdas y de derechas siempre fiel a sí mismo.
Wolinski ya había publicado decenas de albums, había ganado su prestigio y sus dineros, pero siguió trabajando en su Charlie Hebdo a pesar de las amenazas que sabían no eran baladronadas. Era un artista que trabajaba en un territorio minado, que enriquecía cada día palabras mal utilizadas como libertad de expresión, por eso decía que los señores hablan de libertad de expresión de diarios que no expresan nada fuera de lo establecido.
En segundo lugar porque por la extrema crueldad de sus métodos, por su carácter religioso-fascista, desprestigia cualquier causa relacionada con el mundo árabe. Servirá de combustible para el resurgimiento de tendencias fascistoides, tan presentes en Francia con el FN (es ahí donde inciden muchas viñetas sobre el desastre), extendiendo los sentimientos xenófobos como los que he escuchado tan normalmente esta mañana en la panadería. Allí como en cualquier otro lugar puede escuchar estas palabras: “Desde luego ya no me voy a mirar igual a mis vecinos moros”, cuando me he adelantado para preguntarle porqué, su respuesta ha sido: “Hombre, con lo que son capaces de hacer”.
Esta persona no era una vulgar fanática, ha escuchado mis argumentos, razones que ignoraba como las proclamadas por Guillermo Toledo pero que no he escuchado en los debates de la Cuarta y la Sexta al mediodía, normalmente mucho más avanzados de lo que es propio. Los primeros han evocado las palabras de Iñaki Gabilondo que han insistido en el matiz, advirtiendo sobre la injusticia de la amalgama, pero no ha dicho ni media palabra sobre el contexto que ha subrayado “”Willi”, como si la guerra de Irak y de Afganistán y todo lo demás fuesen tan lejanas como las “cruzadas” y no fruto de los intereses del Imperio y de sus aliados. Como sí en un lugar u otro no existieran atentados iguales o peores casi cada día.
Entre una cosa y otra ha cabido alguna reflexión seria, expresada por alguien que no habla como un tertuliano y mucho menos como esos comisarios de La Razón, el ABC o El Mundo, fijos en plantillas como fiscales a los que no puedes recusar. Se ha hablado del “impasse” del mundo árabe, de las esperanzas abiertas con la (soñada) “primavera árabe”, bloqueadas entre dos fuegos, entre los poderes establecidos y el integrismo religioso al final del cual aparecen los movimientos de signo fascista como el que ha preparado y actuado en París. Se trata –se dice citando un escritor argelino- de una juventud sin pasado ni futuro que sueña con las glorias de un Islam hecho a su medida, una medida que alimentó los Estados Unidos para derrocar el régimen prosoviético de Afganistán. Una amiga finlandesa que trabaja que ha trabajado como doctora en Afganistán cuando se lo permiten, recuerdo aquel régimen como modélico, no tanto por sí mismo sino en comparación con lo que vino después. Al igual que en el Vietnam, se trata de destruir áreas geográficas para facilitar los planes del Imperio.
Los que han asesinado a 12 personas en París sirven ante todo a los planes del Imperio y a proyectos como el Le Pen que también tiene su acomodo en esa asociación para la delincuencia llamado PP. Les ayuda porque el pueblo llano que no puede pensar por sí mismo, que no sabe contrastar los hechos con la historia, reacciona de la peor manera posible. Seguro que entre los cinco millones de árabes franceses o el millón de ellos españoles, han podido comprobar que desde ayer algunos vecinos y vecinas les miran de otra manera, también lo habrán visto los niños en las calles o en los colegios.
La hegemonía casi absoluta del pensamiento único está pensada para que la mayoría no vea ni relaciona los innombrables desastres humanitarios que la codicia depredadora del capitalismo causa entre los pueblos mayoritarios, en especial en el mundo árabe. Por lo mismo, la mejor reacción que se me ocurre para “hacer algo” en contra de esta siniestra tendencia de ocultar la barbarie imperial, la naturaleza destructiva y arrogante del ultracapitalismo. Y por supuesto, a luchar contra toda instrumentalización fascista del Corán. Para ello es muy importante que hombres y mujeres de procedencia árabe jueguen el papel más destacado posible en todo lo alternativa que se está moviendo después de varias décadas de cretinismo conformista.

Pepe Gutiérrez-Álvarez

No hay comentarios.: