martes, abril 17, 2018

Lenin llega a Rusia para torcer el curso de la historia



La Revolución de Febrero de 1917 encontró a Lenin en Suiza. El único plan realizable fue volver a través de Alemania, que estaba en guerra con Rusia. Finalmente el 16 de abril logró llegar a Petrogrado.

"El tren se puso en movimiento hacia Gottmadingen, la estación fronteriza alemana. Eran las tres y diez. Y el mundo cambió brutalmente de horario. Millones de obuses destructores habían sido arrojados en el curso de la guerra mundial. Los ingenieros continuaban inventando las armas más pesadas, las más poderosas y las más devastadoras. Pero ningún obús fue más devastador y más decisivo que este tren, con su cargamento de revolucionarios, los más peligrosos y más decididos del siglo, este tren, que de la frontera suiza se lanzaba entonces a través de toda Alemania hacia Petrogrado y se preparaba para hacer explotar el orden de los tiempos". (Stefan Zweig, Sternstunden der Menschheit, citado en Jean-Jacques Marie, Lénine)

La Revolución de Febrero de 1917 encontró a Lenin en Suiza. Sus intentos de regresar a Rusia se toparon con la oposición del gobierno británico. El único plan realizable fue volver a través de Alemania, que estaba en guerra con Rusia. Finalmente el 16 de abril logró llegar a Petrogrado.
Miles de obreros y soldados fueron a celebrar su llegada. También los conciliadores se apresuraron a recibirlo, con la intención de que “entendiera” su política. La respuesta de Lenin fue tajante. En la misma estación pronunció un discurso donde dijo “Queridos camaradas, soldados, marineros y obreros: Me siento feliz al saludar en vosotros a la revolución rusa triunfante, al saludaros como a la vanguardia del ejército proletario internacional... No está lejos ya el día en que, respondiendo al llamamiento de nuestro camarada Carlos Liebknecht, los pueblos volverán las armas contra sus explotadores capitalistas... La revolución rusa, hecha por vosotros, ha iniciado una nueva era. ¡Viva la revolución socialista mundial!”
Para Lenin el derrocamiento del zarismo era sólo la primera etapa en la revolución. La revolución burguesa no podía satisfacer las demandas de masas, la guerra continuaba, la tierra permanecía en manos de los terratenientes y la crisis económica seguía privándolas del pan. La tarea del proletariado era armarse, fortalecer el poder de los sóviets, despertar a los distritos del país y prepararse para la conquista del poder para reconstruir la sociedad sobre bases socialistas.
Sin embargo, el partido dirigido por Kamenev y Stalin venía teniendo una política oportunista de apoyo crítico al Gobierno Provisional, influenciados por el proceso político posterior a la revolución de febrero, en el que la revolución se había detenido a las puertas del poder estatal. Por lo cual Lenin tuvo que ponerse a la cabeza de una verdadera lucha de tendencias dentro del partido y para ello se apoyó en la base obrera del partido.
Al día siguiente de su llegada Lenin expuso frente al partido un breve escrito con su punto de vista. Este texto, que pasó a la historia como las "Tesis de Abril", se convertiría en uno de los documentos más importantes de la revolución. Lenin venía a reorientar radicalmente la estrategia y la táctica bolchevique. En este texto planteaba lo esencial de las nuevas tareas en la revolución. Caracteriza la guerra imperialista y señala qué actitud deben mantener los socialistas, explica la táctica de enfrentamiento al Gobierno Provisional y la necesidad de una lucha paciente por conquistar la mayoría de la clase obrera y los sóviets para una política anticapitalista. Desarrolla cómo los sóviets, librados de la tutela de la burguesía, eran no solo organizaciones de autoorganización obrera, sino también “la única forma posible de gobierno revolucionario” y la base para construir un nuevo Estado.

Una fórmula que quedaba vieja

Los bolcheviques históricamente habían planteaban una fórmula de poder gubernamental, que llamaban dictadura democrática de obreros y campesinos, la cual debía derrocar al zarismo quebrando la resistencia de la burguesía y llevar adelante los objetivos “democráticos” propios de una revolución burguesa, como el reparto de tierras a los campesinos, la jornada de 8 horas para los obreros y la convocatoria a una Asamblea Constituyente que reorganizara la nación eliminando la herencia del zarismo.
Pero los hechos se sucedieron de forma más compleja de lo esperado y la revolución de febrero no resolvió esas tareas democráticas. Y esto no sucedió justamente porque la burguesía se había quedado con el poder y porque socialistas revolucionarios y mencheviques, que eran mayoría en los soviets, le cedían voluntariamente el poder a la burguesía. La fórmula de dictadura democrática de obreros y campesinos había quedado vieja en el marco de que los partidos campesinos se mostraban incapaces de una orientación política independiente. Ya no tenía sentido en las nuevas circunstancias
Lenin pregunta: “¿Por qué no se ha tomado el poder?”. Los viejos bolcheviques repetían: “Porque no se ha superado la primera etapa, que es democrática y burguesa”. Lenin respondía: “Esto es absurdo. La única razón es que el proletariado no es lo bastante consciente todavía ni está suficientemente organizado. Hay que reconocerlo. La fuerza material reside en manos del proletariado; pero la burguesía ha resultado ser más consciente y estar mejor preparada. Es un hecho monstruoso, pero hay que reconocerlo franca y abiertamente y decir al pueblo que si no ha tomado el poder, ha sido por su desorganización y la falta en él de una conciencia clara.” La vacilación del partido hasta ese momento contribuía a impedir que la subjetividad de las masas conquistara la “conciencia clara” de lo que estaba en juego.
Trotsky en La Historia de la Revolución Rusa cuenta que las tesis de Lenin fueron publicadas exclusivamente como obra suya. Los organismos centrales del partido las acogieron con hostilidad. Nadie, ni una organización, ni un grupo, ni una persona, estamparon su firma al pie de ese documento. Ya desde Ginebra, Lenin advertía en sus cartas que estaba dispuesto a romper con todo el que hiciera la menor concesión a la guerra y al chauvinismo o se inclinase a pactar con la burguesía.

Los obreros del partido de Lenin

Como ya hemos visto en notas anteriores, en la revolución de febrero los obreros bolcheviques desempeñaron un papel decisivo. Estos consideraban natural que la clase obrera que había logrado el triunfo sobre el zarismo tomase el poder. Sin embargo, como cuenta Trotsky, lo que les faltaba a los obreros revolucionarios para defender sus posiciones, eran recursos teóricos, pero estaban dispuestos a acudir al primer llamamiento claro que se les hiciese. Será en ellos donde Lenin encontrará un punto de apoyo contra los viejos bolcheviques. Lenin vivía mentalmente los acontecimientos al lado de estos obreros, sacando de todo las conclusiones necesarias, solo que de un modo más amplio y audaz. “Para luchar contra la indecisión de la plana mayor y la oficialidad del partido, Lenin se apoyaba confiadamente en los suboficiales, que eran los que mejor expresaban el estado de espíritu del obrero bolchevique de filas.”

El rol de la personalidad

Trotsky explica que al comienzo de la revolución solo Lenin tenía una concepción revolucionaria clara, elaborada hasta en los más mínimos detalles. Los cuadros rusos del partido estaban desperdigados y bastante desorientados. Sin embargo el partido tenía autoridad sobre los obreros avanzados y Lenin tenía una gran autoridad sobre los cuadros. Esto va a permitir que el partido alineara rápidamente su política hasta hacerla responder a la concepción de Lenin. Esto lo llevará a encontrar un firme apoyo entre los trabajadores avanzados y en pocos meses fueron capaces de convencer a la mayoría de los trabajadores del acierto de sus consignas. Esta mayoría, organizada en los sóviets fue a su vez capaz de atraer a las masas de obreros y campesinos.
Es importante comprender que Lenin no había caído del cielo, él encarnaba la tradición revolucionaria de la clase obrera rusa. Lo que permitió que sus consignas encontrasen el camino de las masas, fue la existencia de cuadros del partido, y que estos cuadros tuviesen confianza en su dirección, una confianza fundada en la experiencia del pasado. Por eso el papel y la responsabilidad de la dirección en una época revolucionaria son de una importancia colosal.
Lenin había luchado al lado de los obreros avanzados durante todo el cuarto de siglo precedente. No era un factor que se alzase frente al partido desde fuera, sino que era su más perfecta expresión. Al formar el partido, formaba en él a su persona. Trotsky explica que la llegada de Lenin a Petrogrado, el 16 de abril de 1917, hizo girar a tiempo al partido bolchevique y le permitió llevar la revolución a la victoria. Lenin constituía uno de los elementos vivos del proceso histórico. Encarnaba la experiencia y la perspicacia de la parte más activa del proletariado. Su aparición en el momento preciso en el terreno de la revolución fue necesaria para movilizar a la vanguardia y ofrecerle la posibilidad de conquistar a la clase obrera y a las masas campesinas. En los momentos cruciales de los giros históricos, la dirección política puede convertirse en un factor tan decisivo como el de un comandante en jefe en los momentos críticos de la guerra.

Jazmín Jimenez
Lic. en Sociología / @JazminesRoja

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