martes, septiembre 29, 2020

Armenia y Azerbaiyán: a qué responde esta guerra en el Cáucaso sur

El domingo 27 de setiembre se desataron intensos combates entre fuerzas armadas armenias y azeríes. La disputa histórica por el dominio del territorio de Nagorno Karabaj, con población en su mayoría de origen armenio, tomó enseguida alcances internacionales. 
 Los daños y víctimas en ambos bandos difieren en función de la guerra de propaganda. Los combates se dan al interior de ciudades y aldeas. Los últimos combates desarrollados en julio pasado dejaron el saldo de una veintena de muertos. Ahora es mucho peor.
 Azerbaiyán es una república de la disuelta ex URSS, manejada en forma despótica por un clan. Es rica en recursos como gas y petróleo del Mar Caspio. Por el enclave en disputa, Nagorno Kerayan, pasa uno de los gasoductos que llevan el combustible a Europa, a través de Georgia y Turquía hacia el Mar Mediterráneo. 
 El régimen islámico de Azerbaiyán cuenta con el apoyo abierto de Turquía. El gobierno de Endorgan pretende blindar a Turquía en el norte de Irak, incluido la disputada provincia de Mosul, con una numerosa población turcómana, y de Siria. En ambos casos pretende liquidar la dominación de enclaves kurdos en esos dos países. En la misma línea actúa con relación a la población turcómana de los ex territorios soviéticos. 
En función de estos intereses es aliada de Irán, confrontando con Arabia Saudita y los países del golfo, así como con Israel y Egipto. Tiene con Rusia una relación de intereses cruzados, pues es una aliada petrolera de Putin, pero se encuentra enfrentada a Rusia en el norte de Siria y en la guerra en Libia – así como con Grecia y Chipre, lo que amenaza con una guerra en el Mediterráneo oriental por las reservas de petróleo. Algunos analistas advierten que todo esto podría ser fuego de artificio, porque al actual precio del barril del petróleo, esos yacimientos no son rentables. Rusia, aliado histórico de Armenia, ha vendido en los últimos años armas a ambos países, pesar de mantener una base con 5.000 soldados en Armenia y una tratado de defensa, al mismo tiempo que está aliada a Azerbaijan en un Acuerdo Estratégico Interestatal. 
 Todo indica que Erdogan ha tomado la iniciativa de impulsar estos enfrentamientos armados, pero cuando Turquía se encuentra formalmente en bancarrota, la lira devaluándose y los bancos exigiendo un acuerdo con el FMI. Es el país más cercano a Argentina en términos de derrumbe financiero a nivel mundial. Hay otras opiniones también, que atribuyen la responsabilidad a Putin, que querría sacarse de encima al gobierno de Armenia, que llegó luego de una rebelión popular victoriosa hace tres años, contra la elite pro-rusa. 

 Desenlace imprevisible 

La prensa internacional señala una escalada bélica. Apunta a que “El primer ministro de Armenia, Nikol Pashinyan anticipó que examina reconocer a Nagorno, y proceder a un referéndum en el enclave para unirse a Armenia. Sería un casus belli que el grupo de Minsk, mediador en este conflicto, integrado centralmente por Rusia, Francia y EE.UU., ha intentado hasta ahora impedir por sus consecuencias evidentes. Del mismo modo que ha trabado la pretensión de Turquía para ingresar a ese organismo para arbitrar sus propios intereses. Un conflicto de envergadura en la región fortalecería esa demanda de influencia de Ankara” (Clarín, 27/09). 
 Entre tanto, “El régimen islámico de Azerbaiyán, encabezado por Ilham Aliev, sucesor de su padre en la jefatura de Estado, a su vez, puede servirse de este conflicto para aminorar sus propios problemas domésticos, una sequía que agrava el descontento social, las críticas internacionales por las sospechas en torno a las recientes elecciones parlamentarias y el golpe de la baja del precio del crudo que reduce los ingresos del país. Pero ni un caso ni el otro explicarían la actual escalada” (Idem).

Elecciones en EE.UU. y guerra 

Según deja trascender la periodista de Clarín, “en su reciente y polémico libro, el ex asesor de seguridad nacional de EE.UU., John Bolton revela la profundidad de la relación entre el mandatario norteamericano [Donald Trump] y el presidente turco Recep Tayyip Erdogan, un vínculo iluminado de luces verdes. Todas las consecuencias tienen una causa” (ibídem). Pero lo mismo se puede decir de la ‘intimidad’ de Trump con Putin, al punto que el facho norteamericano ya ha dicho que pretenden levantar las sanciones a Rusia por su ocupación de la península de Crimea. Erdogan y Putin prefieren una victoria electoral de Trump. 
 Cuando se juntan todas las piezas del tablero de esta guerra, es decir, los acuerdos de los jeques del Golfo con el sionismo y eventualmente Arabia Saudita, y la fuerte instalación de EEUU en Egipto, se ve que están en marcha nuevas tentativas de reorganización en Medio Oriente, lo cual producirá nuevas guerras, siempre con la vista puesta en convertir a Rusia en una semicolonia del capital financiero internacional y la OTAN.

 Ricardo Méndez 
 29/09/2020

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