jueves, mayo 26, 2022

Brasil: nueva masacre policial en Rio de Janeiro


Durante la madrugada del 25 de mayo Rio de Janeiro fue nuevamente escenario de otra nueva masacre perpetrada por fuerzas policiales, en este caso con la tropa de élite BOPE a la cabeza.
 Una operación sorpresa contra los narcos en la populosa favela Vila Cruzeiro terminó con el saldo de 26 personas asesinadas y una decena de heridos con fusiles de guerra. Una de las víctimas fue una peluquera que recibió una bala perdida dentro de su hogar. Los medios señalan que esta fue la segunda mayor masacre en un morro carioca por el Estado. La primera fue la matanza de 28 personas en la favela Jacarezinho en mayo del año pasado. Pobladores y familiares de las víctimas denunciaron que luego de la masacre los policías les obstaculizaron el traslado de los heridos a los hospitales en los retenes. 
 Bajo la gobernación del proto-fascista y bolsonarista Cláudio Castro "Rio registró dos de las tres operaciones más letales de la historia" (O Globo 25/05). Castro era vice de Wilson Witzel, un gobernador -y ex juez- que hacia apología de las matanzas policiales. Witzel que había ganado las elecciones de 2018 aliándose a Bolsonaro difundía por los medios su doctrina de "tiro a la cabecita" como forma de combatir al tráfico de drogas, con helicópteros artillados sobrevolando los morros de la "ciudad maravillosa" y disparándole a cualquiera en actitud sospechosa. En abril de 2020 Wilson Witzel fue destituido luego de un impeachment por fraude y corrupción y Castro asumió en su lugar en agosto. En 21 meses de gestión Castro ya es responsable por dos de las tres mayores masacres policiales de Rio. En Brasil no existe legalmente la pena de muerte pero las ejecuciones sumarias por parte de la policía cuando sube a los morros en estas megaoperaciones son de conocimiento público.

 Las masacres como arma electoral

 El gobernador bolsonarista Castro en campaña por su reelección pretende buscar dividendos políticos con el incentivo a la violencia policial contra las poblaciones pobres de las favelas en nombre de la lucha contra la delincuencia, el discurso de la mano dura con el que busca agradar a las bases bolsonaristas de la pequeña burguesía carioca. Su jefe de la Policía Civil, Allan Turnowsky, sostiene que le "gustaría ocupar las favelas con tanques de guerra". Este jefe policial también ya fue candidato a diputado por las listas de Castro y Bolsonaro. 
 La masacre tuvo una utilización política por los bolsonaristas para atacar una vez más a la corte con tintes electoralistas. El secretario de la Policía Militar, el coronel Marinho Pires, responsabilizó al Supremo Tribunal Federal por la proliferación de las bandas narcos. El bolsonarismo que viene cayendo en picada en todas las encuestas en los últimos meses por su gestión criminal de la pandemia, las denuncias de corrupción en su entorno, por el descalabro económico y la alta inflación y desempleo, ahora busca retomar el discurso del 2018 de combate a la delincuencia con la violencia y reivindicar las acciones policiales con el fin de reagrupar a sus bases electorales más reaccionarias. Con métodos propios de guerra civil los partidos más extremos de la burguesía pretenden ejercer mediante el terror -torturas, vejaciones y exterminios- un control social y político de la población pobre, trabajadora y favelada. Las más de mil favelas construidas en los morros de Rio son verdaderos guetos desde la época de la abolición de la esclavitud. Cerca de 2 millones, es decir un cuarto de la población de la ciudad vive allí, mayoritariamente negros y pardos.

 Descomposición de los aparatos policiales

 Un informe de Amnesty Internacional de hace unos años atrás señalaba a la Policía Militar de Rio de Janeiro como la que más mata en el mundo. Los grupos paramilitares o milicias que dominan gran parte del territorio de Rio estan integrados por las mafias policiales y militares y en los últimos años se han asociado a diferentes facciones del narcotráfico. Son los responsables del asesinato de la concejal del Psol Marielle Franco y de su chofer Anderson Gomes, asi como de decenas de políticos, comerciantes que se niegan a financiarlos, dirigentes comunitarios y a cualquiera que ose cuestionarlos o denunciar sus crímenes. Los territorios ocupados por estos grupos terroristas paraestatales son reductos electorales del bolsonarismo y de los partidos protofascistas y oscurantistas (la bancada evangélica) que dominan de este modo la vida política del estado de Rio de Janeiro. 
 La descomposición de los aparatos armados del Estado tienen un carácter histórico, desde los grupos de tarea de la dictadura, la venta de armas a los grupos narcos, los escuadrones de la muerte de la democracia y ahora las mafiosas y sangrientas milicias paramilitares. La diferencia de métodos de acción de los grupos ilegales de milicias con los de los aparatos represivos del Estado es muy tenue. "La policía de Rio de Janeiro es la más letal del Brasil, una tasa tres veces y media mayor que en el resto del país" (Revista Piauí, 26/8/19). "La policía de Rio estuvo envuelta en 10 de las 13 mayores masacres en el estado de Rio entre junio de 2016 y noviembre de 2021, según datos del instituto Fuego Cruzado" (Noticias.Uol, diciembre 2021). Todo indica que la próxima campaña electoral polarizada entre Lula y Bolsonaro se volverá a teñir de sangre ante el incremento de la violencia estatal y paraestatal de los tantos grupos armados que operan en Rio. "En los meses previos a las elecciones (de 2016) y durante la misma campaña fueron asesinados 17 candidatos a concejales y políticos en todo el estado, mayormente en las zonas oeste y norte dominadas por las milicias paramilitares" (Prensa Obrera, 2/11/16). 

 Una salida 

Los moradores de las favelas golpeadas por las masacres policiales, los familiares de las víctimas y las organizaciones políticas de la izquierda, de derechos humanos, sindicatos y organizaciones comunitarias deberían convocar un plenario que debata y vote resoluciones como la formación de una comisión independiente que investigue las matanzas y lleve a la justicia a sus responsables. Por el juicio y castigo de los asesinos uniformados.
 En las últimas elecciones legislativas del 2020 el PT cerró múltiples acuerdos y alianzas con partidos "bolsonaristas" y llevó en sus listas a policías militares de alto rango o vinculados a las milicias como candidatos en una suerte de competencia con Bolsonaro para disputarle votos de esa franja política de la "mano dura". El Psol, como una sombra del PT, no se quedó atrás y en la mismísima ciudad de Rio, donde policías asesinaron a la compañera Marielle, armó una "fórmula que encabeza su diputada estadual Renata Souza, acompañada por el Coronel Ibis Pereira, un ex comandante de la Policía Militar" (Política Obrera, 3/10/20).
 Hay que ponerle fin a la barbarie policial. El desmantelamiento de la Policía Militar, ese producto putrefacto de la dictadura militar, es una consigna que continua más vigente que nunca, así como el desmantelamiento de las bandas paramilitares y la prisión, juicio y castigo de sus líderes y sicarios. Los trabajadores, las poblaciones pobres y oprimidas de las favelas y la juventud, víctimas primarias de las bandas armadas y de las operaciones criminales de las fuerzas de seguridad del Estado deberán levantar un programa de lucha contra la violencia policial y miliciana, en defensa de las libertades democráticas. Solo mediante la organización independiente de los trabajadores se podrá derrotar al gobierno anti-obrero y proto-fascista de los Bolsonaros y abrir un nuevo curso sobre otras bases políticas, sociales y económicas para las mayorías nacionales del Brasil. Fuera Bolsonaro. Por un gobierno de los trabajadores de la ciudad y del campo. 

 Hernán Gurian 
 26/05/2022

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