martes, mayo 17, 2022

Roque Dalton: una sonrisa en la revolución


Cuatro días antes de cumplir 40 años, el 10 de mayo de 1975 era asesinado por sus propios compañeros del ERP salvadoreño Roque Dalton, aquel poeta, periodista, ensayista, novelista, considerado “el escritor más universal de El Salvador y uno de los más brillantes narradores centroamericanos. (que) En Argentina es uno de los grandes ausentes en los suplementos literarios dominicales, sean conservadores o ´progres´”, como afirma Roberto Bardini (1). Y no es casual esa ausencia. 
 Nacido en San Salvador el 14 de mayo de 1935, era hijo de un millonario texano, Winnal Dalton, y de una enfermera salvadoreña. En 1956 la Universidad de El Salvador le otorga el Premio Centroamericano de Poesía y en 1969 gana el Premio Casa de las Américas, en Cuba, con una ópera-rock titulada "Taberna y otros lugares". 
 De Dalton puede decirse que fue una sonrisa en la revolución. El buen humor en su vida y en sus textos, para escribir poesía y para combatir por la revolución. De su origen familiar afirmaba descender del pirata Dalton, que asoló las costas de Centroamérica, pero de su poesía consideraba que “quisiera ser uno de los nietos de Vallejo. Con la familia Neruda no tengo nada que ver”. 

 Foquistas y estalinistas para destruir la revolución en Latinoamérica 

A los 22 años Dalton se afilió al Partido Comunista, quizá siguiendo los pasos de su amigo, el poeta Otto René Castillo, quien después rompe con el PC y se incorpora a las Fuerzas Armadas Rebeldes (FAR) de Guatemala, siendo asesinado por el ejército en 1967. Dalton también abandona pocos años después el PC, ingresando en el ERP salvadoreño. Podríamos decir que ambos hicieron un trayecto desde el estalinismo clásico hacia ese foquismo americanista y guevarista, que paso a paso cedería ante el estalinismo y el nacionalismo burgués. Y ambos serían víctimas de su propia decisión política.
 Por su militancia, Dalton -igual que Castillo- estuvo preso y fue desterrado. Vivió en Guatemala, la Unión Soviética y Checoslovaquia. Conoció Vietnam del Norte y Corea. Instalado en Cuba, en diciembre de 1973 regresó clandestinamente a El Salvador. La causa de su retorno habría sido “la represión que sufrió por parte del aparato oficial cubano. (…) su situación en Cuba había dejado de ser cómoda. La causa: su rompimiento con la agencia cultural (…) Casa de las Américas (…). En 1970, Casa de las Américas vivía una hora complicada. (…) En medio de esa crispación (…) convocó al premio correspondiente a ese año. (…) Como era previsible, algunos de los jurados y de manera especial el poeta (Ernesto) Cardenal, comenzaron a hacer públicos puntos de vista discordantes con la línea oficial cubana, y reclamaban autorización para tomar contacto directo con la realidad del país.” (2) Al principio Dalton no acordaba con las peticiones de Cardenal, pero luego también se lo habría solicitado a Roberto Fernández Retamar, director de Casa de las Américas. La negativa de Retamar y una confrontación violenta por los mismos temas con Mario Benedetti deciden su renuncia. 
 Antonio Calderón, fundador de la guerrilla urbana del ERP, explica que en 1973 Alejandro Rivas Mira y Eduardo Sancho, para ese entonces el uno y dos del ERP, viajaron a Cuba a pedir ayuda militar, política y económica, petición que, por asombroso que esto parezca, fue aprobada a condición de que el ERP aceptara a Dalton como asesor político y militar. Ya el 13 de abril de 1973 sus compañeros de militancia lo arrestan por “indisciplinado, revisionista de derecha y agente pro cubano”. Días después, la acusación cambió: un capítulo de su novela “Pobrecito poeta que era yo” (todavía inédita en ese momento) “fue considerado por sus verdugos, (…) la prueba de su ‘confesa culpabilidad’ de ser un infiltrado de la CIA” (3). “Hoy se conocen varios testimonios acerca de que esta versión ya había circulado por boca de algunos dirigentes del Partido Comunista Salvadoreño”. (4) 
 Junto a Dalton también fue asesinado un dirigente obrero, Armando Arteaga (“Pancho”), tras un "juicio sumario", durante las pugnas que llevarían a la división del ERP en ese mismo año y a la posterior creación de la Resistencia Nacional. La divergencia era entre el foquismo netamente aventurero y el planteo de Dalton y otros de organizar al pueblo trabajador, además de realizar acciones guerrilleras.
 Rivas Mira, Vladimir Rogel, Jorge Meléndez y Joaquín Villalobos deciden ejecutarlo y estos últimos le disparan durante el curso de una reunión dos balas a traición, desde atrás. El cuerpo de Dalton fue abandonado en un paraje denominado El Playón, donde los escuadrones de la muerte salvadoreños dejaban los restos acribillados a tiros de políticos, sindicalistas y estudiantes sospechosos de colaborar con la guerrilla. Su cadáver terminó devorado por perros y aves de rapiña. 
 Bardini explica que “Ninguno de los ejecutores de Roque Dalton tuvo un final heroico o, siquiera, un destino más o menos digno.” Rivas huyó del país en 1976, con dos millones de dólares provenientes del pago de un rescate por el secuestro de un empresario; Rogel fue “ajusticiado” por sus antiguos compañeros; Meléndez terminará ocupando el cargo de director de Protección Civil del gobierno de Sánchez Cerén. Y la “joya”: Villalobos consigue graduarse de politólogo en Oxford y ser asesor de cuatro presidentes alineados con Estados Unidos: el salvadoreño Francisco Flores, el colombiano Álvaro Uribe y los mexicanos Carlos Salinas de Gortari y Felipe Calderón. 

 Dar la vida por la revolución

 El asesinato de Roque Dalton permanece en la impunidad legal e integra la lista de los llamados “poetas mártires” de El Salvador, junto con Arquímedes Cruz, Claudia María Jovel, Amílcar Colocho, Delfina Góchez Fernández, Alfonso Hernández, Lil Milagro Ramírez, Leila Patricia Quintana, Jaime Suárez Quemain y Mauricio Vallejo. A pesar de ello, Ernesto Cardenal dijo: “Ahora, en 1980, él está encarnado en muchas vidas, está resucitado en la insurrección de El Salvador. (…). Roque Dalton será un pueblo reidor y feliz de roque daltons.” (5) 

 Sobre Dolores de Cabeza 

Es bello ser comunista, / aunque cause muchos dolores de cabeza. / Y es que el dolor de cabeza de los comunistas / es histórico, es decir / que no cede ante las tabletas analgésicas / sino sólo ante la realización del Paraíso en la tierra. 
 Así es la cosa. / Bajo el capitalismo nos duele la cabeza / y nos arrancan la cabeza. / En la lucha por la Revolución la cabeza es una bomba de retardo. 
 En la construcción socialista / planificamos el dolor de cabeza / lo cual no lo hace escasear, sino todo lo contrario. / El comunismo será, entre otras cosas, / una aspirina del tamaño del sol. 

 Roque Dalton 

Eugenia Cabral
 16/05/2022 

Notas

 (1) Bardini, Roberto. “La muerte de Roque Dalton: dos balas para silenciar una inteligencia incómoda”. Bambú Press.
 (2) Huezo Mixco, Miguel. “Roque Dalton vuelve a morir”. 
(3) Bardini, R. Op. Cit.
 (4) Coronado, Xabier F. “Roque Dalton, la fuerza literaria del compromiso”.

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