lunes, noviembre 13, 2023

El verdadero backstage de un debate presidencial impresentable


Inconsistencia de Milei, Massa como el hombre del establishment y la desorientación de la clase capitalista. 

 El debate presidencial fue un reflejo de la crisis política del país. Un Milei arrinconado, cuando siendo el candidato opositor tenía para explotar el fracaso del gobierno, especialmente con una inflación en el 140% anual y la destrucción de los ingresos populares, pero estuvo evidentemente limitado porque el contenido de su programa agravaría el cuadro. Massa quedó como claro vencedor, aunque por la pésima performance del “libertario”, con una pose de candidato del establishment que apunta a una “unidad nacional” en búsqueda de dotarse de recursos políticos que hoy no tiene; tuvo éxito en mostrar lo inviable de la plataforma de su contrincante, al tiempo que barrió bajo la alfombra la catástrofe económica y no ofreció salida alguna. Visto en perspectiva, el debate expresó la debilidad política de dos candidatos que aspiran a reunir una mayoría electoral a base de extorsionar al electorado con el ballotage, una resultante de la propia desorientación y disgregación de la clase capitalista argentina.
 Massa llegó al estudio rodeado de un grupo de asesores que pretendía simbolizar el gobierno de unidad que quiere construir: el empresario mano dura De Narváez y el triunviro de la CGT Héctor Daer, el radical oficialista Ricardo Alfonsín y el exlibertario Carlos Maslatón, Alejandro “Topo” Rodríguez y Graciela Camaño del Bloque Federal, Mónica Fein del “socialismo” santafesino y la schiarettista Natalia de la Sota. El candidato de Unión por la Patria se muestra como el hombre que aglutina tanto al círculo rojo como a la burocracia sindical, con un puente a la oposición derechista. Incluso abandonó la campaña demagógica y extorsiva sobre “democracia o fascismo” y evitó toda referencia a Villarruel y la reivindicación de la dictadura genocida. En la esquina de enfrente, Milei tuvo como acompañantes solo a los de su propio riñón, y el faltazo de Macri y Bullrich fue señalado por todos. 
 Massa acorraló a Milei llevándolo a contestar “por sí o por no”, pero para mostrar la inviabilidad de su programa respecto de la clase capitalista, explotando a su favor el rechazo que generan en el mundo empresario los planteos de dolarización, cerrar el Banco Central, barrer con los aranceles a las importaciones o romper relaciones con China. La aclaración importa porque lo que pretende la burguesía criolla es seguir contando con el recurso de devaluar la moneda para licuar los salarios, tener al BCRA como garante frente a la inminencia de una nueva crisis de deuda, y seguir teniendo un mercado al cual vender las riquezas que saquean del país. No es precisamente una defensa de las necesidades de la población trabajadora, aunque la burocracia sindical se aboque a entramparla en nombre de defender los puestos de trabajo o al mercado interno. Como sea, los recules y ridiculeces con que respondió Milei expresan la inconsistencia de toda su orientación, al punto de ofrecer como alternativa al comercio con el gigante asiático triangular con otros países. Massa insiste en que los problemas de la economía se resolverán con un crecimiento de las exportaciones, cuando la gestión actual vio fugarse tres años seguidos de superávit comercial. En el fondo, más allá de los fracasos de los sucesivos gobiernos, la clase capitalista no tiene una verdadera hoja de ruta de salida a la crisis, más que barrer con las conquistas laborales en nombre de mayor “competitividad” y descargar sobre el pueblo el recorte fenomenal del gasto público para salvar un esquema de negocios que esquilma a la Argentina. 
 Por eso mismo, Milei perdió la oportunidad de cobrarle al ministro de Economía la insoportable actualidad del bolsillo de los argentinos. Esto cuando acaba de confirmarse una actualización vergonzosa de las jubilaciones que quedo casi 15 puntos debajo de la inflación del trimestre, dejando chiquito el robo macrista tras la reforma infame de 2017, pero ante lo cual no tiene más para ofrecer que volver a los negociados financieros del sistema de jubilaciones privadas con las AFJP, bajo el rótulo de cajas complementarias. Detrás de los cruces, ambos guardaron un silencio cómplice acerca de la coincidencia en que preparan una reforma jubilatoria diseñada por el FMI. También eludieron referirse al contenido de la reforma laboral, amén del ataque a las indemnización mediante el “modelo Uocra”. 
 Curiosamente, en medio de la polarización extrema del ballotage con la que buscan definir a quienes no los votaron en primera vuelta, no dejaron de asomar fuertes coincidencias en temas centrales, como en materia de seguridad y represión. Es sugestiva la torpeza de Milei para terminar reivindicando expresamente la política de “tolerancia cero” aplicada en Nueva York por el exalcalde Rudolph Giuliani, mentor de Massa y su principal conexión en Estados Unidos. ¿En qué consistió? En desplazar a fuerza de gatillo fácil y abusos policiales a los pobres de los barrios de Manhattan para favorecer un millonario mercado inmobiliario. El absurdo es que este el propio candidato de La Libertad avanza destacó positivamente que este reforzamiento represivo al servicio de la criminalización de la pobreza fue copiada en Tigre bajo la intendencia del Frente Renovador. Massa aprovechó la oportunidad para hinchar el pecho y reconoció su deuda con Giuliani, hoy abogado de Trump en el juicio por llamar a desconocer los resultados de la elección de 2020 ante Biden. Los vasos comunicantes entre uno y otro son importantes, y ninguno ofrece una salida al flagelo de la inseguridad que se sufre antes que nada en las barriadas populares. 
 Tanto es así que Massa le enrostró a Milei haber concurrido frecuentemente a las oficinas del Frente Renovador años atrás, demostrando que más que una alternativa a la “casta política” la del libertario es una reacción al repudio a las formaciones que vienen gobernando, pero surgido de sus propias entrañas y apalancado por ellas. Por eso ahora se alía a Macri, que vino a rescatar su postulación tras la derrota en las generales pero al costo de romper a Juntos por el Cambio y generar una crisis en la La Libertad Avanza, a la vez que fuerza al candidato a correrse hacia la centroderecha y dejar de lado buena parte de su crítica radical a “los empobrecedores de siempre”. También coincidieron ambos en elogios a Eurnekian, el magnate dueño de Corporación América que apadrinó a Milei y que vive de “negocios prebendarios” con las concesiones del Estado, empezando por Aeropuertos Argentina 2000. 
 Independientemente de las chicanas que descolocaron al “libertario”, como el recuerdo de que no aprobó el examen psicotécnico para renovar una pasantía en el Banco Central, la mala actuación de Milei en el debate muestra que no cuenta con ninguna base real para aplicar el programa que promete, y no la tiene porque la clase capitalista no cree que sea el momento de “dar un salto al vacío” y patear el tablero. Lógico que no despierta entusiasmo la otra opción, de intentar desactivar sin que explote la bomba creada por este gobierno que acumuló una hipoteca de vencimientos (entre deuda pública y privada) que para el año próximo triplican los dólares de las reservas actuales del BCRA y nos trajo al borde de la hiperinflación. Por eso, salvo excepciones vinculadas en forma directa a las concesiones estatales (Cámara de la Construcción) o las barreras proteccionistas (industria textil), nadie de peso se la juega demasiado por Massa antes del 19 de noviembre. 
 Entre dos candidatos capitalistas se dirime la segunda vuelta de las presidenciales, en un escenario caracterizado por una profunda crisis económica y un cuadro social crítico. Ninguno representa una alternativa para los trabajadores, y por eso debemos abstenernos de fortalecerlos con el voto en este operativo extorsivo para forzar una mayoría que les permita subsanar la adhesión minoritaria que obtuvieron en el período electoral. Sería una colaboración a las tratativas por encauzar un rumbo en medio de una fuerte desorientación de la clase capitalista que controla los resortes del país. La tarea es prepararse para enfrentar lo que se viene, sea de la mano de los fachos o de la “unidad nacional” para el ajuste. 

 Iván Hirsch

No hay comentarios.: