Es el momento de golpear al gobierno con la movilización popular.
Luego de la derrota electoral de La Libertad Avanza en las elecciones bonaerenses, el riesgo país saltó por encima de los 1100 puntos, mostrando a todas luces el fracaso de un gobierno que asumió, precisamente, con el propósito de reinsertar a la Argentina en el mercado de crédito internacional. Por el contrario, su esquema económico no hizo más que agravar la fuga de divisas, encendiendo las alarmas del capital financiero sobre la incapacidad del país para hacer frente a los futuros vencimientos de deuda externa. Las dudas son tales, que hasta el banco estadounidense Morgan Stanley desrecomendó comprar activos argentinos.
Desde abril, cuando el gobierno eliminó el cepo cambiario para personas humanas, hasta julio, la demanda de divisas en el mercado oficial ascendió a U$S 14.730 millones, casi la totalidad del monto desembolsado por el FMI. El 62% de esa suma correspondió a compras para atesoramiento o para viajes al exterior, los cuales pegaron un salto bajo la gestión libertaria debido a la política de mantener el dólar pisado. El otro 38% fue a abastecer la demanda del CCL que utilizan las empresas para girar utilidades al exterior, es decir, tuvo como destino financiar la fuga de capitales.
A la sangría de reservas también contribuyeron el pago de intereses de deuda externa y el saldo negativo en la inversión extranjera directa, que sumaron U$S 17.757 millones y U$S 1.191 millones, respectivamente, ente diciembre 2023 y julio 2025, según los datos del Banco Central. Ni qué decir del auge importador, también estimulado por la apreciación cambiaria, que redujo el superávit comercial en un 70% entre enero y julio de este año, en comparación con el mismo período del año anterior, según los cálculos del Mirador de la Actualidad del Trabajo y la Economía.
Esta bancarrota, fruto del saqueo capitalista constante, es el telón de fondo de la corrida cambiaria y la suba del riesgo país. El resultado electoral adverso de La Libertad Avanza no es la causa sino la consecuencia de esa crisis, pero la retroalimenta toda vez que desnuda la ausencia de autoridad política del gobierno a la hora de profundizar la ofensiva antiobrera que le encomendó la burguesía.
El drenaje de divisas se agravará cuando el Banco Central salga a vender reservas una vez que el dólar haya alcanzado el techo de la banda. No falta mucho para eso, teniendo en cuenta que el tipo de cambio llegó a $1460 al día siguiente de las elecciones y los dólares que tiene depositado el Tesoro en el Banco Central para intervenir en el mercado de cambios se están agotando: ya se utilizaron U$S 1.126 millones, "a este ritmo de ventas diarias, en apenas once ruedas se terminarían esos recursos" (Ámbito, 9/9).
Según la consultora 1816, el BCRA cuenta con alrededor de U$S 20.000 millones de reservas líquidas para intervenir dentro de la banda de flotación; los cuales pueden consumirse rápidamente si se profundiza la corrida. Un informe de la Oficina de Presupuesto del Congreso revela que, entre septiembre y diciembre 2025, los vencimientos de deuda en pesos ascienden a $41,5 billones, que, de no renovarse, esa masa de dinero (inflada a fuerza de tasas usurarias) iría directo al dólar. A su vez, si el Central rifa los dólares en intentar contener el tipo de cambio se quedará sin resto para afrontar los vencimientos de deuda externa, que llegan a U$S 2.932 millones hasta fin de año y suman U$S 20.880 millones en todo 2026 (solo en enero vencen casi U$S 5 mil millones con los bonistas privados).
Así las cosas, el gobierno se encuentra frente a una encerrona: si se juega a defender el techo de la banda dilapidando las reservas no podría cumplir con el repago de la deuda, y si devalúa deberá transitar la campaña electoral hacia octubre en medio de un ascenso inflacionario. El planteo de Milei de reunir a los gobernadores o incluso el llamado de Kicillof a un "diálogo" dejan planteado un terreno de negociaciones en función de salidas a la crisis que en todos los casos descargan la factura sobre los trabajadores.
Una devaluación terminará de hundir los ingresos populares, mientras las actuales tasas de interés para contener al dólar están fulminando la actividad económica, agravando la ofensiva patronal con miles de despidos, y encareciendo el crédito a los consumidores. Todas las consecuencias del intento por sostener esta deuda impagable, usuraria y fraudulenta las paga la clase obrera. La única salida real es cortar con este saqueo, romper con el FMI y repudiar la deuda ilegítima. Sería el primer paso para una reorganización económica y social, que requerirá también como punto de partida la nacionalización de la banca y la centralización de los recursos financieros no para servir a los especuladores sino a las necesidades sociales y nacionales.
Entonces, para que la salida que se imponga a esta crisis no sea a costa de los trabajadores, debemos salir a la lucha hasta derrotar al gobierno y proyectarnos como alternativa de poder. La tarea del Frente de Izquierda es promover esa intervención, bajo las banderas del gobierno obrero y el socialismo.
Sofía Hart
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