jueves, junio 11, 2009

Colombia: la debilidad del régimen fascista amerita pasar a la ofensiva, pero unidos


No pasarán, los fascistas en Colombia, no pasarán. El régimen narcoparamilitar que reina en Colombia es derrotable, su debilidad no tiene nombre y antecedente en la historia reciente del país.

ANNCOL

El objetivo del régimen es acabar de raíz, hasta con la más mínima crítica. Todo aquel, que se salve de un atentado del terrorismo de Estado, tiene la cárcel como segunda opción, la lucha armada como tercera opción, sino la desaparición forzada, o el doloroso exilio como cuarta.
Los hechos hablan por si solos, todos los parlamentarios críticos del régimen mafioso-paramilitar se encuentran en la mira de la justicia. Aquellos hombres y mujeres que desde la institucionalidad, se le han jugado por llevar la voz disonante al parlamento, aquellos que nunca tomaron las armas para lograr las transformaciones que el país necesita, hoy se ven confrontados a ese monstruo que Althusser llamó: los aparatos de Estado. Los ideológicos [Las universidades neoliberales y las paracas como la Universidad de Córdoba, los medios de alineación masiva, o lo que un periodista francés llamó hace algunos días, los latifundistas de la comunicación. Y los otros [La justicia, donde el Estado es juez y parte y donde más se refleja la correlación de fuerzas en una sociedad dada. Lo militar, con unas FFMM criminales y corrompidas]. Todo esto, que a simple vista presenta la arrogancia de poder, es en últimas los símbolos de cuanto débil es un régimen político.
Wilson Borja, y Aída Quilcué han escapado a sendos atentados contra su vida, Wilson Borja tuvo lesiones graves en su cuerpo y aún vive secuelas del atentado macabro que casi termina con su vida. Militares y paramilitares atentaron contra su vida, pero se salvo y en el escenario del parlamento colombiano ha dado, junto con unos pocos, una batalla desigual por conservar algunos derechos de los colombianos. A la dirigente de la Minga Indígena el ejército le montó un falso retén para matarla, los criminales del ejército oficial fallaron, pero en su accionar de criminales de Estado mataron a su esposo. Wilson y Aída se aprestan a vivir un falso positivo de la justicia, aparato del Estado mafioso y paramilitar.
Piedad Córdoba, senadora liberal y artífice de las liberaciones unilaterales de la insurgencia, quien fue secuestrada por Carlos Castaño, vituperada, insultada y macartizada por los medios al servicio del uribismo, ha hecho con su esfuerzo y el de muchos colombianos y colombianas comprometidos con la paz y con la salida política al conflicto, que algunos prisioneros de guerra regresarán a casa, sin ninguna contraprestación. El compromiso con la paz de la senadora Córdoba no tiene nombre, todos los colombianos hemos sido testigos, de su compromiso y de su entrega. Ahora, la justicia de este régimen mafioso y paramilitar pretende enviarla a una mazmorra, cuando en la práctica no es una sindicada, si no una condenada por oponerse a este régimen y por buscarle salidas políticas a este conflicto. Con esta jugada contra Piedad Córdoba, el régimen cercena la posibilidad de la liberación del cabo Pablo Moncayo y de carambola se quita un opositor político de talla, ya que Piedad está llamada junto con Carlos Gaviria a ponerse al frente de una coalición nacional para derrotar al mafioso candidato.
El senador Jorge Robledo, es uno de los senadores más trabajadores del senado, su presencia en ese hemiciclo le da la altura que le quitan los más de 70 parapolíticos de la coalición que llevó a Uribe al poder. En medio de tanta lacra en ese hemiciclo, en medio de tanto cretino que nunca ha pedido la palabra, que nunca ha presentado un proyecto de ley, que van sólo a calentar la silla y a mendigar puestos o a asaltar la chequera del ministro de gobierno de turno para votar los proyectos del régimen. En medio de tanta miseria y lacras humanas, el senador Robledo paga caro su osadía, su compromiso y su valor ético de denunciar el nepotismo y el concierto para delinquir de palacio. Qué vergüenza produce este régimen.
El mensaje que el régimen mafioso deja en el ambiento político es, primero que todo, un mensaje claro a la insurgencia colombiana. A las FARC-EP y al ELN, señores insurgentes, todavía el régimen no esta listo para que hagan parte de la institucionalidad. Ustedes todavía no tienen un lugar en la sociedad colombiana, pues si así tratamos a los que nunca se levantaron en armas, imagínense cómo los trataremos a ustedes que las tomaron para desafiar al régimen.
El mensaje es claro para la juventud colombiana, para los indígenas, para los sindicalistas, para los afrodescendientes, para la izquierda institucional, y en general para todos los demócratas en general; señores, escojan la opción que quieren: la muerte, la cárcel, la toma de las armas, o el exilio, sino ustedes no tiene un lugar en esta sociedad regida por el régimen narcoparamilitar.
La pregunta que nos hacemos es, repetimos la suerte de la Unión Patriota y de otras organizaciones populares que han visto morir a sus militantes, ante el silencio cómplice del mundo y de la sociedad colombiana. Recordemos que en las cárceles del país no hay cambuches para todos, esos antros de hacinamiento y humillación no tiene lugar para todos los demócratas de este país. Nos levantamos todos en armas, será que la guerrilla tiene fusiles para todos y todas, o nos convertimos en un pueblo en armas para defender nuestros derechos y nuestra dignidad. O nos vamos todos a refugiarnos a la embajada de Canadá, o a la embajada Suiza, o a la embajada Sueca, todos en masa, con nuestro chiros y uno que otro libro para vivir el horrible y feroz exilio.
Pero dejarle la nación a esta partida de sátrapas, hampones de la oligarquía colombiana, ladrones de cuello blanco, mafiosos y paracos. Mamola, mil veces mamola. Ni por el putas.
Ante el fascismo del régimen, su mejor muestra de debilidad, la opción debe ser nítida y clara: unidad, organización y lucha.
Una Colombia para los trabajadores, para los indígenas, para los obreros y campesinos, la Nueva Colombia, debemos construirla entre todos los demócratas de este país, sin egos, sin vanguardismos, con un programa serio de gobierno de reconstrucción nacional que le apueste a la nueva Colombia.
Ni por el putas podemos dejarles el país a estos lacayos, quienes pretende acabar, -con su Estado y demás aparatos-, con la oposición política y la oposición militar a sus intereses excluyentes y oligárquicos.

No pasarán, los fascistas en Colombia, no pasarán.

Unidad,

Organización

Y lucha.

No pasarán!

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