miércoles, octubre 14, 2009

El mensaje detrás del Premio Nobel a Barack Obama


El otorgar el Premio Nobel de la Paz a un Presidente como Barack Obama, refleja un aspecto del diagnóstico del momento por el que atraviesan los circuitos políticos y económicos del mundo.
El comité está diciendo que no se ha tomado conciencia global respecto a que el mundo enfrenta una seria crisis en cuanto a sus bases para obtener una paz verdadera.
En un estricto sentido, la decisión es un mensaje. Si bien está centrada en la personalidad de Barack Obama, es una invitación a casi 200 Jefes de Estado responsables de conducir sus sociedades. Es un claro aviso a que emprendan iniciativas orientadas a la paz y a que reduzcan los factores que derivan en confrontaciones.
Implícitamente hay un recado tanto a los conflictos internos como los que existen entre los países. Como la historia indica, a menudo los conflictos internos de los países desbordan sus fronteras y se transforman en conflictos internacionales o con otros países.
El comité especificó que se trata de un reconocimiento a la actitud del presidente estadounidense para desarrollar un clima de diálogo hacia la paz, su visión para el desarme, reforzamiento del multilateralismo y la cooperación internacional.
Si uno revisa las trayectorias de los personajes públicos y políticos que han hecho algo por generar un nuevo clima para el diálogo, el desarme y la paz durante los últimos 12 meses, no hay ninguno que registre los esfuerzos de Barack Obama en los nueve meses desde que asumió la presidencia.
En su discurso de aceptación desde la Casa Blanca Barack Obama señaló que no lo merecía y apuntó a que la paz es una responsabilidad universal. De cada uno de nosotros.
La odisea de Barack Obama por perseverar en crear un clima de diálogo con la implacable oposición republicana a sus iniciativas internas y externas, ha constituido por cierto un factor importante en un comité que observa la globalización con realismo y bajo la premisa de la interdependencia. Los comités de este tipo podrán caer en la inevitable demagogia de la política, pero no son torpes.
Lo que sí es torpe o tal vez tenga un sentido práctico en perturbar aún más la agenda del mandatario estadounidense, es criticarlo por haber sido nominado Premio Nobel de la Paz. Obama no es responsable de las decisiones de un comité independiente en todo caso.
Lo más notorio en la cobertura inmediata de los medios respecto a este premio más allá de la sorpresa, ha sido la crítica negativa hacia él en particular.
Se destaca el comentario ácido y pesimista de algunos medios con fachada de progresista y rigor analítico, por ejemplo de Peter Beaumont del The Guardian británico, al decir que Barack Obama “fue premiado por lo que no es”, aludiendo a que no es George W. Bush, y que “lo ganó en forma tan barata y a tan poco costo, y que le pesará como un albatros alrededor del cuello”.
Es cierto, con apenas 9 meses en la presidencia y un dossier de iniciativas de paz en curso cuya evaluación es prematura, rechazar la decisión del Comité de Oslo representa algo así como la obviedad en su estado más puro.
EEUU está empeñado en dos guerras en Afganistán e Irak, los esfuerzos de paz en medio oriente no se materializan, las iniciativas por el desarme nuclear están por despegar, el desmantelamiento del escudo antimisiles en Europa Oriental está por evaluarse, lo mismo ocurre con las conversaciones sobre el tema nuclear de Irán. No es una trayectoria precisamente que permita sustentar la decisión del comité que le asignó el premio.
Aún así, aplicando un foco más abierto, es un premio designado desde el fondo de la inteligencia política.
Es una llamada de atención para tomar enserio una filosofía política (la que ha expresado Barack Obama en sus discursos de alcance global) que aparece como si fuera de nuevo cuño por el permanente estado de tensión global que ha prevalecido desde el aparente fin de la guerra fría.
Es una filosofía que ha costado una enormidad difundirla y que adquiera cuerpo concreto en las acciones de los gobernantes.
¿Por qué la molestia en muchos cuarteles y muchos medios? ¿Por el mensaje del Comité? ¿Quedaron tan habituados a la venta de sus comentarios bajo el clima de confrontación que propagaban los neoconservadores de George W. Bush? ¿Nostalgia por más guerras y su rentabilidad manejada por los consorcios y sus voceros?
De todas formas, el diálogo político que propone Obama deberá prevalecer en la mayoría de los conflictos que afectan hoy día a esas regiones en particular y a las potencias. La solución en Afganistán entrará definitivamente por el cauce político porque el problema mayor del extremismo está en Pakistán y en la expansión hacia India.
Israel y Palestina necesitan de una urgente intervención política externa por lo reiteradamente observado: no han podido solucionar el conflicto en base a las coordenadas exclusivamente internas.
Con Irán la solución política es inevitable porque ha dejado de ser un conflicto de supremacías entre Irán e Israel o EEUU versus Irán. Es un problema de equilibrios en la región y por sobretodo de disputas entre las potencias por mantener o expandir sus zonas de influencia.
El capitalismo está encendido de crisis, los sistemas políticos no resisten más, y lo que más se necesita es un clima de negociación, y Barack Omaba, al menos en el texto y en el subtexto de sus discursos, ha planteado esta cuestión de “no recluirse en el ángulo de la confrontación basada en el argumento que divide”. Parece un sofisma, sin embargo es un planteamiento para negociar en base a visualizar un futuro de construcción y no de destrucción.
El premio va a dividir. Ya se instaló en el extremismo de izquierda que Obama es otro Bush y emisario de las transnacionales. Que aprobó la operación del golpe de estado en Honduras y que no quiere sacar a los golpistas.
En los de extrema derecha se hablará de que no hizo nada para acabar con el eje del mal, de Irán, Corea del Norte y Siria, y que en EEUU intenta establecer el socialismo. Estas dicotomías, aunque parezcan absurdas algunas de ellas, no son triviales porque los medios están plagados de ellas.

Los Premios son políticos, y el Nobel a la Paz es probablemente el más político.

Con el capitalismo revuelto, la social democracia intenta reagruparse. Triunfó en Irlanda, y Portugal y en Italia Berlusconi pierde pie. El premio es un mensaje de la social democracia. Fue un premio político. Históricamente la social democracia no le saca partido políticamente a las crisis económicas y se impone el conservadurismo. Está por verse si Barack Obama le saca partido.
Los republicanos en EEUU, los conservadores en el Reino Unido, una buena porción de alemanes que apoyan a A.Merkel y de franceses que apoyan a N. Sarkozy, son los creyentes enfervorizados del sistema socioeconómico del ajuste estructural implantado a ultranza en la década de los años 80, y que 25 años más tarde, es decir hoy, se palpan descarnadamente sus resultados.
De materializarse la paz mundial evitando guerras innecesarias, y de provocar el cambio para que el capitalismo se reencauce por el lado del bienestar con más participación del estado, Barack Obama se puede llenar de gloria si le da el respiro que necesita al sistema capitalista.

Juan Francisco Coloane (especial para ARGENPRESS.info)

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