miércoles, febrero 17, 2010

Un nuevo salto para salir de la trampa. Ofensiva del imperialismo en Afganistán


La conferencia de Londres.

Durante este fin de semana de carnavales, la OTAN anunciaba el lanzamiento de una ofensiva sobre reductos talibanes en Afganistán. Esta ofensiva es consecuencia directa de la conferencia del pasado 28 de enero que se reunió en Londres con representantes de 70 países. El loable fin que guiaba a jefes de estado y ministros encabezados por Gordon Brown y Hilary Clinton era conseguir la paz en Afganistán y dar los pasos finales hacia la resolución militar del conflicto. El camino hacia la paz armada que Estados Unidos y el resto de potencias ha llevado a cabo en Oriente Medio ha supuesto un enorme esfuerzo económico. En primer lugar presupuestario: se estima que la guerra en Irak y Afganistán el gobierno norteamericano lleva gastado 3 billones de dólares. El gasto individual de mantener un soldado en la zona anualmente cuesta cerca de un millón de dólares. Por eso hacía falta que el resto de países aportará dinero y hombres para una nueva vuelta de tuerca para conseguir la ansiada paz imperialista.
Particularmente en esta conferencia se mostraba la voluntad negociadora del primer ministro Afgano, tras los fraudulentos comicios de agosto pasado donde se declaró vencedor. Karzai que trató convencer a un sector de los talibanes de que acudiera a la misma conferencia. Apoyando ese esfuerzo, el gobierno norteamericano en un gesto de buena fe que siempre les caracteriza había retirado el estatus de terroristas a cinco ex-jefes talibanes que habían abandonado las armas. Sin embargo el resto de los jefes talibanes se negaron a abandonar las armas y declararon que la única paz posible sólo se podía lograr con "la retirada total de las tropas invasoras" refiriéndose a la presencia a los 110.000 soldados norteamericanos que hay que sumar a los 37.000 que llegaron recientemente enviados por el nobel de la paz y Presidente de los Estados Unidos Barak Obama. Más tropas para intentar salir de la trampa.

Maquillando la nueva ofensiva.

Días antes de la celebración de la conferencia de Londres, el 19 de enero, los talibanes sembraban el pánico en el centro de Kabul. Seguro que el Hamid Karzai no esperaba que justo el día en que juramentaba a 16 ministros de su gobierno un ataque suicida de un comando de unos 20 talibanes atacara el Palacio Presidencial y el centro de Kabul. Era un mensaje a la conferencia de Londres. Karzai elegido meses en agosto de 2009 en unos comicios que Naciones Unidas calificó de marcados por la corrupción y el fraude masivo se enfrenta al descontento generalizado tanto dentro como fuera de Afganistán. Recientemente se filtraron las cartas del embajador Estadounidense en Kabul, Karl Eikenberry donde mostraba sus dudas sobre si Karzai era el hombre más idóneo para dirigir Afganistán y mostraba la falta de fe del gobernante afgano en poder dirigir el país sin las tropas ocupantes.
Así se reunieron en Londres con el fin de hacer frente a los gastos de la rapiña de Afganistán. Durante el último año se han producido más ataques y muertos de las tropas invasoras en Afganistán que en todos los anteriores. Karzai solo gobierna en Kabul, escoltado por su guardia pretoriana de soldados y mercenarios imperialistas. En Kandahar segunda ciudad del país el poder está en la práctica bajo el control talibán. La guerra no va bien. Claro está, los norteamericanos quieren hacer que el peso de la ocupación militar de Afganistán se reparta entre todos los democráticos saqueadores.
Pero no tan sólo eso. La reunión de Londres fue además una maniobra diplomática para preparar la nueva ofensiva militar de este fin de semana de carnaval. Dinero, más hombres y la cobertura diplomática para acondicionar a la opinión pública mundial, a los trabajadores de la nueva ofensiva militar para pacificar definitivamente Afganistán. Y también, tras las elecciones fraudulentas organizadas por los Estados Unidos en el mes de agosto garantizando la victoria de Karzai, darle un apoyo diplomático del que tan necesitado estaba tras el fraude masivo.

Estabilizar a golpes para luego intentar huir.

Cómo sucedió otras veces el imperialismo cree que con un nuevo empujón podrán terminar con la guerra y golpear los últimos enclaves talibanes. ¿Podrán hacerlo? Quizás sueñen con la estabilidad lograda en Irak. La estabilidad de un carro que tras derrapar quedo en precario equilibrio al borde del abismo. El imperialismo ha conseguido el equilibrio que puede generar en cualquier momento en una guerra civil. Lo ha conseguido a costa de llevar la vieja política de "divide y vencerás" apoyando a la minoría Chiita, con el gobierno de Maliki, un gobierno democrático que prohibió 500 candidaturas suníes para las próximas elecciones acusándolas de tener lazos con el antiguo partido Bath. Han levantado un nuevo aparato estatal Chií, donde la mayoría suni no tienen cabida.
En definitiva apoyando, como hizo siempre el imperialismo, a una nacionalidad contra otra con el fin de dominarlas a ambas y servirse de la minoría para oprimir a la mayoría. Esta paz imperialista, tiene su precio claro está: el gobierno Chiita de Bagdad es un gobierno que está alineado con Irán. ¡Que ironía de la historia!, la guerra de Irak condujo al final al reforzamiento en Irak del gobierno Iraní. Así los Estados Unidos gobiernan Irak con la ayuda de los iranís. ¿Cómo explicar esta contradicción? La retórica antiimperialista Iraní no es más que una hoja de parra para mantener atemorizadas a las masas y mostrar que solo el gobierno de las mulas, que sólo el estado islámico puede defenderlas de la agresión imperialista. La presión para obtener una bomba atómica es un medio para disuadir a los imperialistas de una agresión al mismo tiempo que un medio de sofocar el descontento y desviar y utilizar el sano sentimiento antiimperialista de las masas iraníes. El estallido de la revolución en Irán es una muestra de que la paciencia de las masas iraníes ya llegó a su límite y de que no se dejan utilizar más.
Obama prometió en su discurso a la nación desde el congreso que en agosto de este año saldrían de Irak. Quizás cumpla su promesa. Las tropas salieron de las ciudades el año pasado. Pero existe una regla en la diplomacia imperialista: Toda declaración esconde una mentira. La mentira y el truco de la retirada, si esta al final se acaba dando, es que en Irak existen dos ejércitos de ocupación. El del gobierno norteamericano y el de los 150.000 mercenarios, cifra similar a la de soldados gringos acantonados en sus bases y que son los que "ayudan a mantener el orden". Claro está estos últimos no van a abandonar el país. Así el futuro de Irak viene determinado, por los Iraníes coaligados con Estados Unidos, la guardia pretoriana con sus propios intereses que sostiene el gobierno de Maliki por orden del Pentágono y la presión de las masas por sacudirse el yugo de los invasores, muchas veces con acciones desesperadas de actos de terrorismo contra los chiitas que acentúe mas las divisiones, y provocaciones premeditadas de los cuerpos de seguridad y de la CIA para azuzar la lucha las divisiones en líneas nacionales. Es decir todos los elementos para la inestabilidad y la guerra civil.

Afganistán: trampa para el imperialismo.

¿Cómo terminará esta nueva ofensiva en Afganistán? No lo sabemos, Afganistán ocupa una región montañosa donde todas las potencias desde Gran Bretaña hasta la burocracia estalinista de la URRS fracasaron estrepitosamente en someter al país y su población. Puede que ganen esta batalla, pero es de suponer que los ejércitos imperialistas de Obama seguirán el mismo camino. Que sus antecesores. Quizás podrán mantener una parte del país controlada a un enorme costo. Por ahora como demostró el ataque del pasado 19 de enero les cuesta controlar hasta el propio Kabul. La receta del imperialismo para Afganistán es más tropas y más carnicería y sufrimiento para las masas. Obama intenta salir de Afganistán con un gobierno títere amigo, pero antes tiene que meter más tropas para estabilizar el gobierno maltrecho del país. Así el imperialismo está entre la espada y la pared.
La única salida, evidentemente no está es los esfuerzos de paz de la diplomacia imperialista que no son más que la cortina de humo para ocultar sus crímenes, el doble lenguaje necesario para justificar la brutalidad de la bota militar norteamericana. Tampoco está en la reacción talibán, monstruo de Frankenstein del imperialismo. Está en la resistencia heroica de las masas a la intervención y a la opresión capitalista en todas sus formas en Oriente Medio. La revolución en Irán , con todas sus contradicciones, con toda la confusión natural en la mente de los que participan en ella, con lo difuso y falso de sus consignas, en definitiva por estar aún en sus comienzos y porque la vanguardia del proletariado iraní no esté al frente de la misma demuestra, con todas sus carencias y toda su grandeza, que lo único que es capaz de poner en jaque el aparato del estado, incluido un aparato represor tan poderoso como el Iraní, es cuando las masas pierden el miedo al mismo y digan basta. Esta es la lección fundamental para todos aquellos trabajadores y jóvenes árabes que tratan de luchar contra el imperialismo y el capitalismo. Sólo la acción de las masas oprimidas organizada por la clase trabajadora puede tumbar la maquinaria policiaca-militar, incluida la del imperialismo norteamericano. Al mismo tiempo mientras el imperialismo trata no sin éxito de dividir aun más para enfrentar a la población en Oriente Medio, la tarea de la vanguardia de los trabajadores debe ser luchar por derribar el imperialismo y el capitalismo en todo el mundo árabe unificando la lucha por encima de la fronteras nacionales artificialmente impuestas por nuestros enemigos de clase para debilitarnos y enfrentarnos artificialmente.

La aritmética imperialista.

Podemos establecer una regla matemática para la capacidad militar de los ejércitos imperialistas. La resistencia de los ejércitos imperialistas, su capacidad para invadir y someter está en proporción inversa a la moral combatiente de los pueblos oprimidos por ellos y es directamente proporcional a la moral de la población, al apoyo de las masas trabajadoras norteamericanas a la aventura imperialista. La esperanza de los pueblos oprimidos en Oriente Medio está por un lado de dotarse del programa de lucha que sea capaz de entusiasmar a las masas árabes, y terminar con sus problemas que tienen su origen en el capitalismo. Esa moral sólo puede basarse en el programa de la clase trabajadora, el programa revolucionario del marxismo. Por otro lado el declive del capitalismo, su crisis que estalló violentamente a finales de 2008, ha recortado en EE.UU. la base de apoyo al militarismo, el sostén político de la burguesía norteamericana, que se mantiene fruto de la inercia tras el shock de los atentados del 11 de septiembre que sentaron la justificación para las invasiones de Irak y Afganistán. Actualmente menos del 30% de la población norteamericana apoya la guerra en Afganistán. Por ello la necesidad de intentar terminar esta guerra rápida y favorablemente con esta nueva ofensiva de carnavales. Para salir de la trampa.

Yonie Moreno

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