martes, noviembre 10, 2015

¿Qué significó la caída del Muro de Berlín?



La caída del Muro marcó la caída del estalinismo (no del marxismo) lo que podía resultar en una oportunidad revolucionaria para las masas. Pero el imperialismo alemán le impuso a la unidad un carácter contrarrevolucionario. La actualidad de los trabajadores alemanes (sobre todo del Este) lo sigue confirmando*.

La caída del Muro en noviembre de 1989 dio lugar a una gran propaganda imperialista que sigue hasta nuestros días, blandiendo el triunfo del capitalismo sobre el comunismo. Sin embargo, ni el “comunismo” de Europa del Este era el que plantearon los bolcheviques (Lenin y Trotsky) en la Revolución Rusa de 1917 ni la asimilación de Alemania del Este al imperialismo alemán fue a favor de los trabajadores y el pueblo.

La división de Alemania

Tras la Segunda Guerra Mundial, Alemania fue ocupada militarmente por los ejércitos aliados, dividiéndola en cuatro zonas autónomas de ocupación (EE.UU., Francia, Gran Bretaña y la URSS). La división fue acordada en la Conferencia de Yalta (febrero de 1945, antes del final de la guerra), donde participaron Stalin (URSS), Churchill (GB) y Roosevelt (EE.UU.). Allí decidieron cómo la administrarían, luego de su rendición incondicional el 8 de mayo.
La URSS en 1948, utilizando el prestigio ganado por ser el gran vencedor del nazismo, avanzó sobre los países que formarían el “glacis” (Polonia, Checoslovaquia, Bulgaria, Rumania, Hungría) como su “cortina de hierro”. En 1949 las zonas de ocupación occidentales se unieron en un nuevo Estado denominado República Federal Alemana (RFA) y crearon como escudo “defensivo” militar la OTAN (Organización del Atlántico Norte). La URSS constituyó ese mismo año la República Democrática Alemana (RDA) en su zona de ocupación, un nuevo Estado obrero deformado, con el estalinismo controlando el proceso desde el principio. En sus inicios, la aplicación de la nacionalización y planificación de la economía, permitió un desarrollo industrial y recuperarse de los destrozos dejados por la guerra; junto al acceso general al trabajo, la educación, la salud y una posición más igualitaria de las mujeres. Sin embargo, nunca pudieron alcanzar el nivel desarrollado en Alemania occidental que gracias al Plan Marshall de EE.UU. (1948-61), contó con una importante ayuda económica. EE.UU. fortaleció sus lazos económicos y creó una Europa subordinada a sus intereses. El autoritarismo estalinista, impidió que se desarrollaran consejos o soviets donde los obreros se organizaran democráticamente, decidieran sobre la planificación de la economía e impulsaran la revolución socialista en la RDA.
En 1953, una rebelión obrera en la RDA contra los salarios sujetos al aumento de la productividad, terminó reclamando la renuncia de la burocracia y su reemplazo por un “Gobierno provisional metalúrgico revolucionario”. La burocracia pidió ayuda a la URSS que con 300.000 soldados y tanques impusieron el Estado de sitio en Berlín, matando centenares de obreros. La URSS impuso a los países del “glacis” el Pacto de Varsovia en 1955, como escudo contra la OTAN pero también para controlar y poder invadir, argumentando su “defensa”, a los Estados obreros burocratizados.

Creación y caída del Muro

En 1961 la RDA construyó el Muro de Berlín con acuerdo de la RFA y las potencias de Occidente, que no querían que los alemanes orientales afluyeran a la RFA en busca de “progreso”. El muro se extendía a lo largo de 45 kilómetros que dividían la ciudad de Berlín en dos y 115 kilómetros que rodeaban su parte Oeste para separarla de la RFA. Esta era una reacción burocrática a los levantamientos de Hungría del ’56, Praga del ’68 (que la burocracia acusó de procapitalistas). El proceso revolucionario en Polonia del ‘81, terminó de convencer a toda la burocracia que tenían que ceder al imperialismo en las reformas precapitalistas, de lo contrario serían superados de forma revolucionaria por las masas. En 1986 Gorbachov intentó hacerlo de forma “pacífica” en la URSS pero fracasó. En 1988 se aceleró la crisis económica y la burocracia comenzó a resquebrajarse. Surgieron levantamientos como los de Armenia por reivindicaciones democráticas, a los que se sumarían la mayoría de los países del “glacis”.
La caída del Muro el 9 de noviembre de 1989 fue el punto culminante de este proceso. La lucha de las masas, que comenzó en la RDA por reivindicaciones económicas y democráticas, se unió al pedido de reunificación, expresando un genuino anhelo democrático que el imperialismo y el estalinismo manipularon a su favor como parte de sus cálculos geopolíticos. Sesenta años de opresión burocrática y la falta de surgimiento de sectores que se propusieran hacer una revolución política manteniendo lo que quedaba de la economía nacionalizada y planificada pero barriendo a la burocracia y desarrollando organismos de democracia soviética, favorecieron al imperialismo. El imperialismo alemán deseaba anexarse Alemania del Este para tener mano de obra más barata y utilizar sus recursos económicos y mostrarse como líder del continente europeo, aunque sin competir con EE.UU.

La reunificación

En octubre de 1990 se firmó el Tratado de Unificación que hizo que las cuatro potencias (Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña y la Unión Soviética) renunciasen a sus derechos, dando lugar a la reunificación del país. En diciembre, en la primera elección conjunta, ganó Helmut Kohl de la Unión Democrática Alemana (CDU) como canciller. La división de los trabajadores alemanes continua, separada por un muro invisible, donde en la ex RDA reinan la inflación, la desocupación y la diferencia salarial con la parte occidental. Los trabajadores de Occidente venían de sufrir varias derrotas que les permitió a los países imperialistas (sobre todo a GB y EEUU) imponer lo que se llamó el “neoliberalismo”.
La caída del Muro abrió un debate en la izquierda. La mayoría de los partidos comunistas se reconvirtieron en socialdemócratas. Entre los trotskistas, hubo tres posiciones. Unos se negaron a la demanda de la reunificación, porque había que defender la República Democrática Alemana como Estado obrero (con burocracia incluida). Otros, plantearon simplemente la consigna de “reunificación ya”, sosteniendo que más allá que esta unificación se hiciera bajo dirección imperialista, la suma de las dos clases obreras fortalecería al proletariado alemán. El PTS (que había roto recientemente con el MAS entre otras razones, por su indeferencia frente al comienzo de las revoluciones políticas en la URSS y que por el contrario, formó Izquierda Unida con el Partido Comunista argentino), sostuvo una posición diferente: había que partir de la demanda democrática de reunificación pero luchando por una posición independiente, de clase. Contra la reunificación restauradora imperialista, pero también contra el régimen opresor y restauracionista del estalinismo: por una reunificación obrera y socialista.

Gabriela Liszt

* Nota escrita el 10 de noviembre de 2014 en La Verdad Obrera

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