lunes, enero 25, 2016

A los 86 años, fallece el científico marxista norteamericano Richard Levins



A los 86 años, fallece el científico marxista norteamericano Richard Levins. Richard Levins era un pensador profundo que dedicó su vida a una visión emancipadora de la ciencia.

Richard Levins, el gran contestatario y científico, falleció el 19 de enero. Levins era un pensador profundo que hizo contribuciones fundamentales a campos científicos e intelectuales que van desde la ecología de las poblaciones y la teoría de la evolución hasta la biología matemática, la salud pública y la filosofía de la ciencia.
Su extraordinario legado científico es igualado por su legado como revolucionario y activista. Ubicado en la lista negra en los años 50s por su activismo, Levins se trasladó entonces a Puerto Rico junto a Rosario Morales, su esposa y compañera de toda la vida, y se convirtió en un miembro importante de los movimientos puertorriqueños por la independencia y contra la guerra.
Levins fue también una figura destacada en la lucha contra el determinismo biológico y continuó siendo un activista hasta el final de su vida, a menudo dando conferencias sobre su tema favorito: el uso de la dialéctica para comprender la complejidad y el cambio tanto en las ciencias naturales como en las sociales.
Aunque no conocí a Levins personalmente, pocas personas han tenido una mayor influencia intelectual y moral en mí. Levins me mostró que era posible ser un científico serio y un contestatario –una revelación para un joven adulto científica y matemáticamente inclinado que creció durante el "Fin de la historia" [Fukuyama]–. Él me enseñó a entender cómo los prejuicios de la "sociedad burguesa" moldean nuestros puntos de vista sobre la ciencia y la naturaleza, y me dio el coraje intelectual y moral de luchar por una visión emancipadora de la ciencia.
Como científico, Levins tenía una increíble habilidad para analizar sistemas complejos –para examinarlos desde puntos de vista múltiples y contradictorios al mismo tiempo– sin caer en las trampas seductoras del reduccionismo o el pensamiento estático. En la década de 1960, Levins produjo una serie de trabajos extraordinarios que ayudaron a lanzar el campo de la ecología de las poblaciones –todo mientras se enfrentaba al acoso del FBI por su trabajo activista en la izquierda puertorriqueña.
Estos trabajos científicos combinan técnicas matemáticas sofisticadas con profundos insights ecológicos para investigar los orígenes de la biodiversidad y la evolución en ambientes fluctuantes. Levins se movió constantemente por diferentes campos intelectuales, pasando a hacer contribuciones fundamentales en áreas tan variadas como la modelación matemática de sistemas complejos, la agroecología y ecología de las enfermedades.
Levins fue incluido en la Academia Nacional de Ciencias de EEUU –la más prestigiosa organización de los científicos del país–, pero renunció poco después en protesta por el papel de la organización en el asesoramiento a los militares de Estados Unidos durante la guerra de Vietnam. Después de su primera visita a Cuba en 1964, También se desempeñó como asesor científico del gobierno cubano.
Levins expuso su enfoque para analizar el mundo en su libro El biólogo dialéctico [The dialectical biologist], escrito con su compañero de toda la vida y colaborador científico, Richard Lewontin. (La obra, cuyo título es una alusión a la Dialéctica de la naturaleza de Engels, está dedicado "a Federico Engels, quien se equivocó muchas veces, pero estuvo en lo correcto en los momentos importantes.") En pasajes que estaban científicamente décadas por delante de su tiempo, el libro describe una forma holística de ver la naturaleza y el mundo –una perspectiva plenamente aceptada hoy por los nuevos campos de la biología de sistemas y los sistemas complejos:
El punto de vista dialéctico insiste en que la persistencia y equilibrio no son el estado natural de las cosas, sino que requieren de una explicación, que debe ser buscada en las acciones de las fuerzas opuestas. . . Las fuerzas en oposición son vistas como contradictorias en el sentido de que cada una tomada por separado tendría efectos opuestos, y su acción conjunta puede ser diferente del resultado de la acción aislada de cada una. . . Las relaciones entre los procesos de estabilización y desestabilización se vuelven en sí mismos los objetos de interés, y el objeto original es visto como un sistema, una red de retroalimentaciones positivas y negativas.
Esta perspectiva dialéctica subyacía al profundo escepticismo de Levins hacia, y su lucha prolongada contra, el determinismo biológico y la sociobiología.
En uno de los pasajes más increíbles del libro, Levins y Lewontin utilizan el ejemplo de la gravedad para mostrar la inseparabilidad de los genes, el medio ambiente y organismo. Señalan que las bacterias “están en gran medida fuera de la influencia de la gravedad como consecuencia de su tamaño, es decir, como consecuencia de sus genes. Por otro lado, están sujetas a otra fuerza universal, el movimiento browniano de las moléculas, del cual [los seres humanos] estamos protegidos por nuestro gran tamaño, de nuevo una consecuencia de nuestros genes”.
Por lo tanto, el que un organismo esté sujeto a algo tan universal y aparentemente natural como las leyes de la gravedad depende de sus genes. De esta manera, ellos arrancaron la base intelectual del determinismo biológico: la falacia reduccionista de que es posible separar los genes del medio ambiente.
La crítica académica de Levins al determinismo biológico se complementaba con un profundo compromiso con el activismo científico radical. Fue miembro fundador y participante en Ciencia para el Pueblo, una organización establecida en 1969 para actuar en cuestiones de interés para la izquierda relacionadas con la ciencia y la tecnología, incluyendo la militarización y la mercantilización de la ciencia, las implicaciones políticas de la sociobiología y las cuestiones ambientales. El grupo publicó una revista que llevaba el mismo nombre, y ayudó a radicalizar una generación de científicos a través de su organización en las universidades y las comunidades.
Hace un par de años, asistí a una de las charlas de Levins sobre dialéctica. Me sentía deprimido por el estado de la ciencia, en particular por el aumento de su mercantilización y militarización. Durante la parte de las preguntas y respuestas, le pregunté si podía dar algún consejo para sobrevivir como un científico radical.
Levins, siempre afable y optimista, me recordó que la ciencia es la herencia común de toda la humanidad, y nuestra capacidad para hacer ciencia se basa en el trabajo y la plusvalía producida por todo el mundo antes que nosotros. Él me dijo que era nuestra obligación como científicos asegurarnos de que peleamos la batalla justa y garantizar que los frutos de la ciencia no sean monopolizados por los poderosos y la élite.
Richard Levins encarnó tanto ese ideal como la lucha por hacerlo realidad.

Pankaj Mehta: Físico y activista (Universidad de Boston).
Publicado originalmente en Jacobin Magazine.

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