sábado, julio 30, 2022

Mucho más que otra crisis de gabinete: un gobierno agotado

Reforcemos la campaña por una salida de los trabajadores y un paro nacional y plan de lucha. 

 Desde distintos y fragmentados sectores del Frente de Todos salieron a denunciar “maniobras golpistas” buscando un argumento para sostener un gobierno que está en terapia intensiva, sin miras de recuperación. La corrida cambiaria y el salto inflacionario hacia los tres dígitos anuales son apenas los síntomas más extremos del agotamiento prematuro del gobierno del Frente de Todos. Es un gobierno terminado en sus posibilidades de sacar al país de la crisis en la que lo dejó el macrismo. Ha profundizado todos los fundamentos de aquella bancarrota y nos encamina, maniatado en sus contradicciones, hacia otro colapso capitalista de los que pueblan la historia argentina. Esta vez frente a un gobierno peronista. 
 El fracaso del “plan” del FMI –apoyado por toda la grieta- ha llevado a las comparaciones con las grandes crisis de nuestra rica historia en la materia. Se discute si estamos ante la posibilidad de un rodrigazo como el de 1975, ante una híper como la de Alfonsín en 1989 o en la previa de un 2001. Y el cuadro tiene un poco de cada una de aquellas grandes crisis y sus desenlaces explosivos. Hay planteada una devaluación brutal como lo expresa la brecha cambiaria que llegó en un momento a superar el 150%. Estamos ante una emisión monetaria de tipo prehíperinflacionaria lo que nos acerca a 1989. Y hay un claro riesgo de corrida bancaria, tanto por las reservas negativas del Banco Central como porque los depósitos bancarios en pesos están calzados en letras y bonos del Banco Central en una magnitud astronómica, con alrededor de 7 billones en las famosas Leliqs e intereses exorbitantes que Alberto prometió recortar durante la campaña electoral y dar un aumento real del 20% a los esquilmados jubilados. 
 Este es el escenario de un agravamiento de la tensión social, pero también de un salto en calidad de la crisis política. A un mes de la asunción de Batakis, con el implícito aval de Cristina, la maniobra de ser opositora de su propio gobierno se agota también, completando un impasse del tipo de las grandes crisis mencionadas. Y se trata de un impasse de toda la burguesía. Porque nadie quiere voltear al presidente, que carente de poder podría caer en cualquier momento, porque en ese caso asumiría Cristina.
 Ella a su vez es la menos interesada en agarrar el hierro caliente del fracaso de la experiencia del Frente de Todos del que es creadora, porque tendría que ejecutar el ajuste que a tientas y a los tumbos intenta Batakis. La derecha está borrada buscando que la descomposición del gobierno les abra el camino de 2023, y entretanto, que la coalición oficialista siga haciendo el trabajo sucio del ajuste, pero la crisis y su tendencia al colapso tienen un ritmo muy distinto que el del trabajoso y lejano proceso electoral. 
 Por eso cada día aparece una nueva presión para un recambio general del gabinete. Al momento de escribir estas líneas Batakis viaja de vuelta de EE.UU pero tal vez ya no sea ministra al llegar, no habría durado un mes. Una rebelión de gobernadores emplazó al vapuleado presidente haciendo recordar la liga de gobernadores del 2002 que gobernaba detrás de Duhalde, hasta que tuvo que irse. La posible asunción de Massa en lugar de Batakis es un recurso extremo, tal vez el último posible antes de la caída de todo el gobierno y, por ejemplo, un adelantamiento electoral. Esto es así por un motivo, la cuestión no es cuánto “volumen político” tiene quien asume –Massa está igualmente muy devaluado- sino qué hará frente a una crisis de fondo.
 En este cuadro el fantasma más temido es la irrupción de las masas, por eso Batakis ha recibido palmadas en Washington, donde mirando la crisis mundial y su tendencia a la recesión con inflación, la noticia de un default con la deuda del Fondo sería dramática. Con sonrisas de diplomacia le han pedido que ejecute el ajuste pautado, y, aunque con crisis en el medio, el BID destrabó 800 millones de dólares. 

 Dólar sojero, dólar turista, dólar financiero, peso basura

 La última medida de Batakis, el dólar sojero, es una de las fotos más expresivas del carácter del gobierno peronista. Mientras atacan al capital agrario por la retención de parte de la cosecha, le han concedido un dólar especial a la soja. Puro verso en el día de Evita para hocicar ante la oligarquía. La medida es compleja porque en realidad le habilitan una cuenta en pesos linkeada a la devaluación del dólar y admite que compren un 30% de la liquidación en dólares ahorro que le niegan a casi todo el resto de los mortales. 
 Además, es transitoria hasta el 31 de agosto. Se trata de un deshilache cambiario de dudosa efectividad que sigue al dólar turista a precio de los dólares financieros hasta 5.000 dólares, mientras Pesce y Batakis dicen que no hay desdoblamiento cambiario. Lo hay y del más improvisado, desdoblamientos que siempre anticiparon devaluaciones violentas. 
 La contrapartida es el peso basura, del que huyen los fondos de inversión y bancos que tienen bonos en pesos. A ellos les dan cada día una nueva concesión: bonos indexados, tasas cada día mayores y ahora también un seguro de cambio. Aún así, e impedidos de pasarse al dólar masivamente por los cepos, están poniendo cada vez más trabas a la renovación de una deuda en pesos que el kirchnerismo siempre dijo que no importa. Estamos en rumbo de default, reestructuración o reperfilamiento, como se lo quiera llamar, de toda la deuda, la que está en pesos, la de los bonos en dólares –que está a precios anteriores al canje y a tiro de fondos buitres- y también de la deuda cuasifiscal del Banco Central que solo puede responder con una emisión explosiva para desarmarla. Y/o con una devaluación suficiente para licuarla. 
 Batakis asumió prometiendo equilibrio fiscal y caja única. Por ahora congeló vacantes pero no tiene el decreto de la caja única. Evidentemente el FMI la habilitó al desdoblamiento para tratar de garantizarse los dólares del repago de la deuda, pero el decreto de caja única requiere algo más, el acuerdo de todos los ministerios y componentes del gobierno, para después hachar gastos que nunca son los del capital financiero. El ajuste en las cuentas contribuirá al parate económico que implican el aumento de las tasas de interés, el cepo de importaciones y la caída del consumo.
 Los que no pueden huir de este laberinto son los trabajadores, jubilados, desocupados y todo el pueblo trabajador, quienes perciben ingresos sin poder adquisitivo. Lo cual ha puesto a todas las paritarias en la picota, y desde luego al movimiento piquetero en las calles. 

 Sutna, mendozazo, Unidad Piquetera, vamos por el paro nacional y el plan de lucha 

Con 25.000 personas en las calles un potente paro docente y de la salud y estatal en Mendoza le puso una respuesta al ajuste del gobernador radical. Antes de eso, Morales se comió una multitud sin precedentes en Jujuy en las calles contra la criminalización del movimiento popular. Son gobiernos radicales pero el de Quintela no y la huelga docente autoconvocada de La Rioja ha sido otro gran movimiento huelguístico del año, con no inicio previsto después del receso, lo mismo que en San Juan y antes en Misiones. Esta rebelión docente ya se extiende a Santa Fe con paros de 48 horas la próxima semana y fuertes paros recientes en Río Negro. 
 Por su lado el Sutna ha resuelto profundizar su plan de lucha con paros en un turno al menos en cada planta, cada día de la quincena que empieza el 1 de agosto, con movilización callejera a definir. Después de una docena de paros y piquetes, es un conflicto que se agrava ante patronales forradas de caucho que no quieren ceder el aumento exigido por las asambleas obreras y sobre todo no poner en discusión las horas de fin de semana. Es el gran conflicto de la clase obrera industrial que se mete en la crisis. La burocracia de Furlán en la UOM tuvo que movilizar, pero ha cerrado una paritaria que de movida es a la baja y con un inicial que no alcanza la línea de pobreza.
 La Unidad Piquetera vuelve a las calles el 28 con su programa de seis puntos. El gobierno, apretado, largó un bono de $11.000 que indudablemente ha sido arrancado con la lucha y tal vez sirva de excusa a las organizaciones sociales oficialistas para seguir conteniendo, pero es claramente una aspirina y seguirá el plan de lucha. 
 Porque hay mar de fondo desde abajo empezaron las maniobras y divisiones en el campo de la burocracia sindical y las organizaciones sociales oficialistas. Pablo Moyano, Yasky y la Corriente Federal salieron el día de Evita “contra los formadores de precios”, pero pusieron al gobierno de víctima y se sumaron al coro de apoyos, solo que con música kirchnerista, lo cual significa tragarse el sapo del ajuste de Batakis. La CGT sigue tranquila convocando al 17 de agosto, cada vez más decididamente en apoyo al gobierno. Y Somos Barrios de Pie y la CCC convocaron a movilizar a la Sociedad Rural, mientras Batakis les daba el dólar sojero. Quedaron off side y tuvieron que levantarla, un bochorno. Este cambalache es la traducción entre las organizaciones obreras de la disgregación del peronismo en su conjunto, aunque Pablo Moyano proclame que “la unidad es fundamental”. Y es expresión de que la bronca y deliberación por abajo es tal que para contener tienen que movilizar. 
 Se trata de un nuevo escenario que nos plantea reforzar la lucha reivindicativa y política. Por un paro nacional y un plan de lucha para poner millones en las calles. Y para abrir la deliberación política entre los trabajadores de una salida propia ante la crisis, con un programa de soberanía en los recursos estratégicos, el comercio exterior, la banca y todos los resortes de la economía bajo control obrero. Con estos objetivos nos reuniremos mil delegados obreros y piqueteros el seis de agosto en el plenario nacional de la Coordinadora Sindical Clasista del PO.

 Néstor Pitrola

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