sábado, marzo 31, 2007

Las Jornadas de Julio

Cada vez son más los obreros y los soldados que se preguntan qué es lo que ha cambiado la revolución de Febrero, ¿qué pasa con la guerra, con los salarios, con el pan y la tierra?. La política del gobierno provisional que recibió el poder de manos de los conciliadores después del triunfo de la revolución de Febrero, lleva a la economía al desastre. La burguesía exaltada al poder, es una clase ya vieja, incapaz de resolver los problemas fundamentales y hacer avanzar a la sociedad. Los acontecimientos que constituyen las "Jornadas de Julio", son el primer intento de la clase obrera por ganar todo el poder. A principios de julio de 1917 cientos de miles de obreros y soldados de Petrogrado intentarán que el Comité ejecutivo del soviet asuma el poder.
En un contexto de descomposición social los precios y la inflación no paran de subir. Los empresarios siguen adelante con su boiciot de la economía con cierres de fábricas, que ya ha llevado a un 40% de caída en la producción de la siderurgia y un 20% en el textil. La guerra imperialista en la que la Rusia zarista participaba continua, la burguesía con la colaboración de mencheviques y socialrevolucionarios embarcó a la revolución de Febrero en ella. Lo cierto es que la burguesía necesitaba demostrar al imperialismo francés y británico, con quien estaba coaligada en la Entente, que controlaba la situación. Perdida la monarquía, la Entente representaba un aliado poderoso a quién recurrir. La guerra se convirtió en uno de los mejores argumentos para debilitar el proceso revolucionario. Bajo el argumento de que para consolidar la revolución era necesario ganar la guerra, todas las medidas progresistas se aplazaban a la supuesta victoria final; la subida de salarios, el reparto de la tierra, la convocatoria de la Asamblea Constituyente, etc.. Los regimientos más revolucionarios eran enviados al frente y apartados del movimiento de la ciudad. Con estos objetivos, como una huida hacia adelante que ocultara bajo el sentimiento patriótico la frustración acumulada, el Gobierno provisional y el Comité ejecutivo de los soviets, con el socialrevolucionario Kerensky a la cabeza, fijan la ofensiva militar en el frente de Finlandia para los primeros días de julio. ¿Pero qué podían ganar las masas combatiendo del lado del imperialismo francés y británico?. Nada, y si mucho que perder; la guerra que supuso la movilización de 15.000.000 de hombres, provocó la matanza de miles de soldados al tiempo que absorbía miles de millones de rublos; en los seis primeros meses de 1917 alcanzó la cifra de 10.500 millones. La mayoría del parque móvil está en el frente y las comunicaciones y el transporte, fundamentales para el abastecimiento, están semiparalizados. La mitad de las locomotoras necesita ir a talleres, el combustible escasea. El hambre empieza a acercarse a las ciudades, en Petrogrado sólo quedan reservas de harina para 10 ó 15 días.
El intento de calmar el descontento de las masas a través de un gobierno de colaboración con la inclusión de seis ministros socialistas en el gabinete burgués en el mes de junio, rápidamente se verá frustrado. Los conciliadores al mismo tiempo que entregan el poder a la burguesía, no lo pueden ceder por completo, puesto que un gobierno puramente burgués no sería tolerado por las masas. La dualidad de poderes, la convivencia del organismo de los obreros y soldados, el soviet, y el gobierno de la burguesía, se hace cada vez difícil de sostener. El problema es saber quién dirige el país. El triunfo de la revolución o la contrarrevolución decidirá quién gana esta batalla.

La conspiración de la contrarrevolución

En Petrogrado, corazón y punta de lanza de la revolución, la presión y el estado de ánimo suben de temperatura. Se organizan mítines en fábricas y regimientos, que expresan el enorme descontento y demandan acción. Obreros, soldados y campesinos, intentan resolver sus problemas a través de luchas aisladas, intentando sin éxito suplir el papel que los soviets deberían jugar y no juegan por la política conciliadora que mencheviques y socialrevolucionarios aplican desde la dirección. Paralelamente la contrarrevolución se organiza inspirada por el comité central del partido Kadete. La burguesía es consciente de que un conflicto armado será inevitable y se prepara, especialmente en el terreno militar agrupando a las organizaciones más reaccionarias como la Asociación de Oficiales (que agrupa a más de 100.000 jefes militares descontentos) o la Asociación de Soldados Cosacos. Los terratenientes se van recuperando del pánico en el que los sumerge la revolución de Febrero, y celebran en Moscú, el 1 de julio, el congreso de los propietarios de la tierra, donde la mayoría aplastante de asistentes son miembros de la nobleza. La clase obrera artífice de la revolución de Febrero no obtiene nada; la burguesía, situada en el poder por la acción revolucionaria de las masas, considera que la revolución ha cumplido con sus objetivos y se alía con la reacción.

La acción de los obreros más avanzados

Los obreros se preguntan porqué no se hace nada, si la masiva manifestación del 18 de junio bajo las consignas de todo el poder a los soviets y abajo los diez ministros capitalistas, demostró que el gobierno no cuenta con apoyo. Los anarquistas comienzan a ganar audiencia, llegando a conectar con los sectores más impacientes que quieren pasar a la acción. La tensión sigue aumentando, acelerando el desenlace la inminente partida al frente para la ofensiva en la guerra imperialista de los regimientos, fijada para el 4 de julio. El 3 de julio unos cuantos miles de ametralladores irrumpen en la reunión de los comités de compañía de Petrogrado, eligen un presidente propio y exigen que se discuta inmediatamente la cuestión de la insurrección. Rápidamente se eligen delegados encargados de recorrer fábricas y regimientos en demanda de apoyo. Los obreros deciden en diferentes asambleas de fábrica apoyar a los soldados. La manifestación en la que la espina dorsal son los ametralladores armados, va creciendo en la medida en que se incorporan fábricas que paralizan su actividad y nuevos regimientos.
Una parte de los regimientos envían una delegación al Comité central ejecutivo de los bolchevique con las siguientes demandas: separación de los diez ministros burgueses, todo el poder al soviet, suspensión de la ofensiva, confiscación de las imprentas de los periódicos burgueses, nacionalización de la tierra, control de la producción. A las siete de la tarde se paraliza completamente la actividad industrial de la ciudad y avanza una multitudinaria manifestación. Se han iniciado las Jornadas de Julio. ¿Qué pasa con los bolcheviques?. El 21 de junio se podía leer a Lenin en Pravda "...nos hacemos cargo de la amargura, de la excitación de los obreros de Petrogrado. Pero les decimos: compañeros, en estos momentos la acción sería nociva". ¿No era esto lo que estaban esperando, qué las masas rompieran definitivamente con cualquier esperanza con el gobierno de la burguesía? Además, la influencia de los bolcheviques ha crecido, si en abril llegaba a una tercera parte de los obreros, ahora a principios de julio, tienen en la sección obrera del soviet cerca de las dos terceras partes de los delegados.

La posición de los bolcheviques

Pero la situación no es tan sencilla, de hecho fue la actuación, la dirección, que imprimió el partido bolchevique al movimiento de julio, lo que permitió el posterior triunfo de la insurrección de Octubre. Trotski explica claramente el porqué del papel que jugó el partido en su Historia de la revolución rusa: "Los anarquistas, que incitaban a la lucha, argüían que la revolución de Febrero se había producido sin la dirección del partido. Pero el alzamiento de Febrero contaba con objetivos claros, precisos, elaborados por una lucha de varias generaciones, y sobre la revolución se elevaba la sociedad liberal de oposición y la democracia revolucionaria, dispuestas a hacerse cargo de la herencia del poder. Por el contrario, el movimiento de julio pretendía abrir un cauce histórico muy distinto. Toda la sociedad burguesa, la democracia soviética inclusive, le era irreconciliablemente adversa… No basta con tomar el poder. Hay que sostenerlo. Cuando en Octubre los bolcheviques juzgaron que había llegado su hora, los peores tiempos para ellos empezaron después de la toma del poder. Fue necesario someter las fuerzas de la clase obrera a la máxima tensión para soportar los innumerables ataques del enemigo". Los obreros y soldados de Petrogrado no tenía en cuenta que para la victoria de la insurrección era necesario el apoyo de las provincias y del frente. Las provincias, que habían recibido la revolución como un hecho consumado de la capital, necesitaban más tiempo para extraer las mismas lecciones que los obreros de Petrogrado. El fracaso en la ofensiva militar es una experiencia por la que el movimiento debía pasar, y parece ya inevitable. Constantemente llegan noticias de batallones disueltos por insubordinación en el frente, los soldados, campesinos fundamentalmente y también obreros, están cansados de morir en una guerra que no tiene nada que ver con sus intereses.
Los bolcheviques, desde luego convencidos no sólo de la capacidad de la clase obrera para tomar el poder, sino de conservarlo para construir una nueva sociedad, comprendieron que hacía falta más tiempo, que había que tener una visión de conjunto de todo el país. Y hablaron honestamente a las masas. Junto con los artículos de Pravda, agitadores bolcheviques recorrían fábricas y regimientos haciendo un llamamiento a la calma esperando al mejor momento para garantizar el éxito de la insurrección. Son recibidos con fueras y abucheos por parte de los obreros y soldados, que se preguntan si no serán igual que los conciliadores. Pero llegado el momento decisivo, cuando las masas se pusieron en marcha, no eludieron su responsabilidad. Kamenev, dirigente bolchevique explica: "Nosotros no hemos incitado a la acción; pero las masas populares se han lanzado a la calle por propia iniciativa… Y puesto que las masas han salido, nuestro sitio está junto a ellas… Nuestra misión consiste ahora en dar al movimiento un carácter organizado".
No podían dejar el movimiento en manos de aventureros que lo llevarían a una derrota profunda. Los conciliadores sacan una conclusión totalmente diferente, Dan, uno de sus dirigentes explica "...en la calle está el pueblo revolucionario, pero este pueblo hace obra contrarrevolucionaria". Consecuentemente el Comité ejecutivo decide ilegalizar la manifestación del 4 de julio e inicia una búsqueda desesperada de batallones leales para aplastar el movimiento. Esta tarea no le será sencilla, puesto que la mayoría de regimientos de Petrogrado se unirán al movimiento, o permanecerán neutrales hasta ver el desenlace. En una reunión hasta altas horas de la madrugada después de los acontecimientos del 3 de julio, los bolcheviques deciden ponerse al frente de la manifestación del 4 de julio, ilegalizada por el Comité ejecutivo. No son los únicos que están activos a estas horas de la madrugada; como una demostración del ambiente en ascenso entre las masas, los obreros de la fábrica Putilov con sus mujeres y niños, en manifestación de 30.000 personas, llegan a las tres de la madrugada al palacio de la Táurida. El partido elabora una resolución invitando a los obreros y soldados a "expresar su voluntad ante los comités ejecutivos reunidos, mediante una manifestación pacífica y organizada"; está claro que el objetivo no es la insurrección.

Las aspiraciones revolucionarias de las masas

El 4 de julio, una multitudinaria manifestación de 500.000 personas recorre Petrogrado. A diferencia del 18 de junio, la manifestación va armada, es más compacta y tiene un marcado carácter de clase, ya no se ven estudiantes, funcionarios, médicos, abogados y maestros, que de forma tan entusiasta participaron en anteriores manifestaciones. Bajo la consigna ¡todo el poder a los soviets!, la manifestación se dirige al palacio de la Táurida, sede del soviet. No se trata de una manifestación contra el soviet, su objetivo es exigir al comité ejecutivo que asuma todo el poder. Los obreros y soldados antes de encontrar el camino para transformar, para renovar los soviets, intentan someterlo a su voluntad mediante la acción directa. Pero los candidatos al poder, los conciliadores, siguen negándose a asumir el poder que las masas intentan arrebatar a la burguesía para poner en su manos. Lejos de ello, sigue la incesante búsqueda de destacamentos "leales" que aplasten el levantamiento, que califican de contrarrevolucionario.
La reacción, con la utilización de provocadores, dispara contra la manifestación, intentando desencadenar un conflicto armado que justifique la intervención armada de regimientos que venían desde el frente en "auxilio" de los dirigentes conciliadores del soviet. La burguesía y los conciliadores, necesitan una excusa para ahogar en sangre cualquier expectativa revolucionaria. Pacientemente oradores bolcheviques consiguieron una disolución pacífica de la manifestación. A las cuatro de la madrugada del 5 de julio termina el movimiento, los últimos obreros y soldados que no han abandonado el palacio de la Táurida son desarmados y en algunos casos retenidos por tropas llegadas desde el frente. El movimiento de obreros y soldados al encontrarse con la resistencia, incluso armada, del organismo al que querían dar el poder, quedan desorientados. La jornada se saldo con seis muertos y 20 heridos.
Las apreciaciones sobre la situación en provincias se vieron confirmadas por la prueba de la práctica. La extensión en el resto del país fue limitada, llegando a ciudades como Moscú, Riga, Ivanovo-Vosnesensk, Yekaterinburg; y una vez finalizado el movimiento en Petrogrado, rápidamente volvieron a la normalidad. Las guarniciones del ejército fuera de Petrogrado no respondían salvo en casos aislados, dejando el camino libre a la reacción; en Petrogrado, una vez finalizado el movimiento, los batallones que se mantuvieron neutrales se colocaron del lado del Comité ejecutivo conciliador. La dirección del partido bolchevique permite que el alzamiento de Petrogrado no se salde con una derrota que hunda de tal forma al movimiento que necesite años para recuperarse.

La represión y las calumnias contra los bolcheviques

Si bien el objetivo inicial de la contrarrevolución se vio abortado por la intervención del partido bolchevique, el fracaso del alzamiento fue utilizado para desencadenar una represión salvaje contra el partido de Lenin, la única organización con una política independiente de la burguesía. El 6 de julio se produce una derrota catastrófica en la guerra, las tropas alemanas rompen el frente ruso y avanzan varios kilómetros. Aprovechando la simultaneidad en el tiempo del fracaso de la ofensiva se acusó a los bolcheviques de colaboradores con el enemigo alemán. Las consignas contra la guerra imperialista, la solidaridad y unidad internacional de la clase obrera por encima de fronteras, y la lucha sin cuartel contra la burguesía empezando por la del propio país, eran distorsionadas por la prensa burguesa que acusa a Lenin de estar pagado por el oro alemán. A los soldados del frente se les dice que la influencia de los bolcheviques en Petrogrado hace que las guarniciones no quieran darles el relevo y que los obreros se nieguen a producir para abastecer el frente. Provocadores armados por la reacción, disparan a los soldados llegados del frente desde los tejados de Petrogrado, para tratar de inflamar el sentimiento antibolchevique. Mencheviques y socialrevolucionarios, si bien no podían compartir públicamente la acusación de espionaje, argumentan que la participación en el alzamiento del 3 y 4 de julio, demostraba el carácter contrarrevolucionario de los bolcheviques, convirtiéndose así en el apoyo de la contrarrevolución dentro del propio movimiento obrero. No podía ser de otra forma. Si bien por caminos diferentes, burguesía y conciliadores, llegaban a las mismas conclusiones y aplicaban la misma política.
El partido pagó una alto precio por ser consecuente con sus ideas. El local del partido bolchevique en el palacio Kchesinskaya fue asaltado, por oficiales, la imprenta destruida, los hilos telefónicos cortados, los redactores apaleados y detenidos. Lenin, Zinóviev, Kolontay, Trotski, Lunacharski y más dirigentes fueron acusados de traición y reclamados para ser detenidos y juzgados. Lenin tuvo que pasar a la clandestinidad. Trotski fue encarcelado. Los obreros que protestaban contra las calumnias eran inmediatamente reprimidos y detenidos. La contrarrevolución se sentía fuerte y preparaba el alzamiento definitivo para aplastar a la clase obrera y sus organizaciones. Pero la confianza en las ideas y la capacidad revolucionaria de la clase obrera, la ligazón a los comités obreros y los regimientos de soldados más avanzados, permitieron al partido superar esta situación. Trotski, que será elegido presidente del soviet de Petrogrado el 23 de septiembre, sólo un mes y medio después, escribe: "...El golpe asestado en julio a las masas y el partido fue muy considerable. Pero no fue un golpe decisivo. Las víctimas se contaron por docenas, y no por docenas de miles. La clase obrera no salió decapitada y exagüe de esa prueba, sino que conservó completamente sus cuadros de combate". Después de casi cuatro meses, Lenin reaparecerá públicamente, esta vez como el dirigente de millones de obreros que llevarían a su partido al poder.

Bárbara Areal

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