jueves, febrero 07, 2008

Peligro y esperanza al máximo: Estados Unidos entra en el ocaso

Por Raúl Valdés Vivó

El 5 de Octubre del 2005, ante un concentrado de estudios de los generales y jefes de departamentos del MINFAR, hice la siguiente rotunda afirmación, y cito mis propias polémicas palabras:

La bancarrota de la economía de Estados Unidos, que asume el 18% del comercio mundial, puede producir el estallido, en un año o dos, de una crisis que hará pequeña la de 1929, exterminando pueblos enteros.

En aquel seminario, semejante profecía fue considerada muy audaz, y eso sucedió al enviar el texto que la contiene a distintos economistas cubanos. Igual ocurrió al llevarse a los diferentes cursos del sistema de Escuelas del Partido. Con ella intervine al visitar a mediados del año pasado las Escuelas centrales de los Partidos de China, Vietnam y Laos. Por doquier encontré dudas, y una provenía de que ningún candidato a presidente de Estados Unidos y menos el gobierno de ese país o los organismos financieros del mismo o los de Europa, incluyendo sus poderosos bancos y centros de investigación, insinuaban siquiera algo así. Todos hablaban exclusivamente de crecimiento económico apacible. Y aquellos que veían algún peligro, consideraban que el capitalismo dispone de medios de atajarlo.

Para hacer una aseveración tan categórica, que se está cumpliendo al cabo de menos de los dos años de formularla, conjugué las tesis económicas de Marx con la infatigable denuncia que desde hace años hace Fidel acerca de que el dólar es un simple instrumento de estafa, al carecer de valor real y tarde o temprano caería en crisis, y los primeros papeles, sacados de Internet, y después recogidos en un libro, de Greenspan, ex jefe de la Reserva Federal de Estados Unidos sobre la llamada subprima. Ella, como se sabe, a diferencia de la prima, no es una tasa de interés fija sino sujeta a altibajos, por lo que se llama de alto riesgo. El interés es el precio del dinero, el elemento más líquido, y ahora es el precio de los demás elementos de liquidez, como los bonos y las propias hipotecas sobre bienes raíces. Las acciones también forman parte de esos elementos, pero su movimiento es especulativo, cotizándose en las bolsas de valores según la ganancia que se piensa puedan dar. Es jugar a la lotería, dijo Marx. El bajo interés inició el boom de las construcciones, que sustituyó en ese país como factor principal de la economía real, cronológicamente, a la informática, a su vez sucesora de la fabricación de automóviles, y de la producción agropecuaria. En el último decenio seis de cada diez puestos nuevos de trabajo se han creado en el sector de la construcción. Pero el interés tan bajo, perjudicaba la obtención de créditos, respaldados por bonos y, por eso, subieron las tasas de interés, arruinando a las gentes de pocos ingresos y comenzaron a perder sus casas. Las rebajas de la tasa, si acaso ayudan a la clase media alta.

En la crisis que está comenzando, también influyen enormemente el déficit comercial de Estados Unidos, que es el 6,2 por ciento de su PIB, y el déficit fiscal por los gigantescos gastos de guerra. Para hacerles frente el gobierno emite más dinero, pero esto hace que el dólar valga siempre menos y significa la inflación, que conduce a la subida de los precios de sus productos. Dondequiera que formulé la posibilidad de la nueva gran crisis, añadí lo siguiente:

Los males y las amenazas del capitalismo sólo habrán de cesar con la victoria popular y la construcción de sociedades más lógicas y justas. Con las particularidades de cada país, y nombres diversos, irrumpe el socialismo del siglo XXI.

De luchar como deben, los pueblos echarán abajo la sobrevivencia artificial del capitalismo, motivado fundamentalmente en causas subjetivas.

El hecho de reaparecer la pregunta de Lenin, acerca de quién vencerá a quién, indica el cambio radical que puede vislumbrarse adoptándose las pupilas de Fidel y Chávez. Según Martí el que convence a su enemigo de que no tiene razón, ya lo tiene vencido.

Sin embargo, no cabe esperar el hundimiento automático del capitalismo a causa de sus crisis, empleará en todos los países poderosos el terrorismo de Estado, asentado en el sedicente combate al terrorismo que brota de las condiciones de extrema pobreza de pueblos enteros, siempre saqueados por los imperialistas. Las crisis son empleadas por sus monopolios más poderosos para liquidar a sus rivales y renovar su tecnología, con lo cual pueden resarcir sus pérdidas que les ocasiona la crisis, aunque con ese aumento del trabajo muerto en la composición orgánica del capital, acrecientan el desempleo crónico y crean condiciones para crisis futuras todavía peores.

Todos los materiales de las Escuelas del Partido recuerdan que ante la crisis financiera y económica de 1929, hubo tres caminos: el fascismo, el socialismo y la política de Keynes. Entonces el fascismo se abrió paso en el corazón de Europa: Alemania e Italia, y en Japón y sus respectivos Estados satélites, el socialismo fue reforzado en la Unión Soviética, que le permitió escapar de la crisis, y las teorías de Keynes de que el Estado capitalista dejara de considerar falsa la tesis de Marx sobre las crisis inexorables del sistema burgués, se abrieron paso en Estados Unidos, gracias a su gran Presidente Roosevelt, y en su zona de influencia, como Gran Bretaña.

Ahora el peligro es aún mayor para el mundo, porque con el neoliberalismo Estados Unidos abandonó el Estado del bienestar keynesiano y dio pasos hacia una política exterior fascista, buscando la tiranía mundial del imperio del dólar. Nadie como Fidel ha alertado sobre esa amenaza. Ella se une a un fenómeno nuevo respecto a 1929: la destrucción del medio ambiente y el agotamiento de las fuentes fósiles de la energía, que también ha explicado con su sabiduría, experiencia y valentía el Comandante en Jefe.

Hasta ahora ningún aspirante a Presidente, demócrata o republicano, salvo aisladas frases generales, rechaza las expresiones concretas de la política exterior fascista de Bush, como la guerra de Iraq, el respaldo a los genocidas de Israel contra los palestinos, las amenazas contra Irán, las torturas en Guantánamo, el bloqueo y la hostilidad demencial contra Cuba, el afán de poner de rodillas a Venezuela y otros países de Nuestra América que se yerguen, dentro de sus particularidades, siempre irrepetibles, por la emancipación nacional y social, utilizando la democracia burguesa.

El fascismo todo lo supedita a la violencia. Estados Unidos tiene una política de cerco y hostigamiento de China, que es una potencia socialista, y de países con sociedades capitalistas como Rusia e India, las que convergen crecientemente en la necesidad de garantizar su desarrollo independiente, en un mundo multilateral, ajeno a la unipolaridad que pretende implantar el imperio del dólar.

El traslado, como liquidez, de hipotecas incobrables hacia otros países y las medidas propuestas por Bush de inyectar liquidez con dinero más barato, equivalen a lanzar gasolina sobre un fuego.

A la luz de la crisis que marcha camino de llegar a ser tan determinante como la de 1929, aumentando a la vez los peligros y las perspectivas de la lucha de los pueblos, reafirmo lo que dije hace dos años en el MINFAR y que se limita a seguir el pensamiento creador del Comandante en Jefe y de nuestro Partido, en el cual Raúl apela a que pensemos todos, opinemos todos y cambiemos todos para superar el Período Especial, cambiar lo que deba ser cambiado, y fortalecer la defensa del país hasta hacerlo invencible ante la rabia y el odio del imperio y su inmunda mafia de Miami y los traidorzuelos a sueldo que buscan reclutar. Y en la Escuela Superior del Partido concluimos los análisis donde siempre hay más preguntas que respuestas por el temor de los defensores del capitalismo a la verdad, con estas afirmaciones:

Dos peligros ideológicos están rondando. El primero, subestimar al enemigo y esperar que sus contradicciones lo agoten, cuando en realidad sus sectores más subjetivistas y crueles poseen mucho poderío y son capaces de todos los crímenes. El segundo, subestimar la fuerza de los pueblos, lo que igualmente conduce a la pasividad.

Más que nunca es el momento de estudiar y luchar, luchar y estudiar como pedía Lenin.

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