jueves, marzo 19, 2015

Estados Unidos, víctima de sí mismo

- Entre las justificaciones para la guerra…
- Y la sintomatología de la cercana quiebra

País en guerra, pero a punto del colapso. No por hablar mal del otro. Ni por tirrias ni por fobias. Mucho menos del pueblo estadounidense. Incluso porque los jóvenes son engañados por toda clase de artilugios patrioteros, al enfilarse en el ejército bajo el principio de entrar en guerra contra los malos en defensa de altos valores: la “libertad y la democracia” que, como buenos, militares y civiles, encabezan contra el mundo (simplismo maniqueísta de manipulación, igualmente mediático de la prensa escrita y la televisión gringas). ¡Pero que millonarios, políticos y generales, escuchen a los excombatientes —lisiados, desadaptados y desatendidos— por los traumas de posguerra, desde Vietnam, Irak y Afganistán!
La razón es que, como país cuya bandera es el interés privado —desde su fundación en el capitalismo puro—, Estados Unidos se ha fortalecido como imperio, emulando al romano, por todas las vías posibles como: el hurto, el saqueo, la invasión y las guerras en el mundo —comenzando por los nativos y contra México—; también la “competencia y el libre comercio”, los males para cualquier economía que pregona el “librecambismo”. Con simples clases de historia escolástica los métodos violentos saltan a la vista.
Todavía más. Infalible y eterno, como se consideran en la historia todos los imperios —“no hay mal que dure 100 años”—, a EU el destino ya le toca a las puertas y se trata de su mayor amenaza: la propia. Víctima de sus contradicciones —¡esa es una característica de capitalismo en tooodas sus formas!, sobre todo las más desarrolladas, las del capital financiero—, ha llegado al punto en que, o se sigue sosteniendo con más guerras o el crack le estalla entre las manos. Y ese rol, al parecer está cercano, le tocará a uno de los presidentes sin credibilidad y más mediocres de EU, a Barack Obama.
Las voces se corren. Lo dicen los economistas —no gringos, claro está—, que están al tanto de la presunta recuperación. Pero también los inversionistas, como el “multimillonario” Erick Sprott, quien advierte sobre el “peligro” que se cierne sobre el mundo financiero. Dice: “El gran peligro es que estamos apoyando un sistema bancario apalancado y todo lo que poseen es papel; es decir, simples instrumentos financieros. Si las cosas se ponen mal repentinamente, todo el mundo querrá sacar el dinero del banco”.
Todavía más: “Los bancos centrales están luchando para mantener todo el sistema bancario con vida, así que por supuesto, son los primeros interesados en darle a los propios bancos un certificado de buena salud en las pruebas de resistencia bancaria, aunque eso implique falsear la realidad. Hemos visto un buen ejemplo, dice. El banco HETA Asset Resolution AG quebró en Austria, y fue nacionalizado en 2009 con 5.500 millones de euros. “Curiosamente, tenía una calificación AAA, y acabó bien clasificado en las últimas pruebas de estrés realizadas por el Banco Central Europeo. Sin embargo, tres meses más tarde quebró. Eso es lo que ocurre con las instituciones financieras apalancadas.” Luego entonces el gobierno dijo ¡basta! Con el ejemplo de HETA ahora —o de Lehman Brothers en 2008—, se mira “que los gobiernos ya no pueden permitirse el lujo de rescatar a sus bancos porque los bancos son más grandes que los gobiernos. Por eso siempre le he dicho a la gente, uno de los mayores riesgos es tener dinero en el sistema bancario”. [Ver: http://kingworldnews.com/billionaire-eric-sprott-this-should-scare-the-hell-out-of-every-investor-on-the-planet/].
EE.UU. está peor. “Las élites políticas, la Reserva Federal y los intereses que dirigen EEUU desde un segundo plano, parecen asustadas. Su futuro político, así como en los beneficios y la supervivencia de las grandes corporaciones internacionales y los intereses bancarios que apoyan el actual régimen político y económico de EEUU están en peligro y una guerra puede ser la única solución que les queda a estas élites políticas para seguir ocupando su posición de privilegio.”
De ahí que dichas élites de EE.UU. necesiten una guerra. Diez razones:

1.- La guerra puede proporcionar una crisis y la subsiguiente justificación para continuar con la emisión de deuda soberana y con la expansión de la moneda de EEUU mientras dure el conflicto.

2.- La guerra permitiría a los políticos de EEUU culpar a Rusia y a China por la caída del dólar como moneda de reserva mundial, así como culparles de la crisis de la deuda.

3.- La Reserva Federal y el cártel mundial de bancos centrales han destruido la economía de Occidente a través de la emisión de deuda excesiva, la creación de dinero de la nada y el endeudamiento masivo. De cara a la opinión pública, una guerra permitiría transferir estas culpas a las naciones enemigas.

4.- Una guerra permitiría a los EEUU recuperar el control de la Unión Europea y de todos los países europeos a nivel individual, así como de la OTAN. Actualmente, países como Alemania, Francia u otros países vacilan a la hora de ofrecer un apoyo unísono para las políticas estadounidenses y los planes de guerra en Ucrania.

5.- La guerra sofocaría los movimientos de secesión en España (Cataluña y País Vasco) y el movimiento de secesión de Escocia, y las amenazas de Grecia e Italia de salir de la UE y del euro.

6.- Una guerra daría la excusa a las élites de EEUU para restablecer su control total sobre las noticias y los medios de comunicación, negando la entrada de opiniones de medios extranjeros y anulando la competencia informativa que ofrecen los medios alternativos de Internet.

7.- Una guerra contra Rusia e Irán acabaría con la competencia representada por el suministro de gas y petróleo de los oleoductos rusos e iraníes, y permitiría a EEUU controlar la producción de Oriente Medio y continuar con el sistema del petrodólar durante los años venideros.

8.- Como en las dos guerras mundiales anteriores, una gran guerra permitiría al gobierno de EEUU terminar con todos los movimientos y adversarios políticos internos, a excepción de aquellos candidatos de oposición controlados y aprobados por los dos partidos mayoritarios.

9.- Una guerra exitosa contra los aliados de China, retrasaría el desafío imparable para la gobernanza global que representa actualmente China, al menos durante años.

10.- Por último, durante una situación de crisis en tiempos de guerra, los políticos siempre pueden atacar las libertades civiles, la libertad de prensa y confiscar la riqueza hasta límites imposibles en tiempos de paz.” [Fuente: http://www.zerohedge.com/news/2015-02-27/10-reasons-washington-has-war-fever].

Para ilustrar un tanto su actitud guerrera. “Desde que Estados Unidos fue fundado en 1776, ha estado en guerra durante 222 de sus 239 años de existencia; es decir, el 93% de su tiempo de existencia. Sólo durante 21 años desde 1776, EEUU ha estado realmente en paz.”
En otras palabras:
Ningún presidente estadounidense se ha podido calificar como "presidente en tiempos de paz". Técnicamente, todos los presidentes de Estados Unidos pueden ser considerados “presidentes de guerra.”
EE.UU. nunca ha pasado una década sin guerra.
La única vez que EU estuvo cinco años seguidos sin guerra (1935-1940) fue durante el período aislacionista de la Gran Depresión, previo a la Segunda Guerra Mundial. [Tomado de: http://www.washingtonsblog.com/2015/02/america-war-93-time-222-239-years-since-1776.html]. Botones de muestra.
¿Qué busca EU en Latinoamérica, amenazante ahora contra Venezuela, pero con bravatas contra Argentina, Brasil, Nicaragua, etcétera, en el continente? ¿Para qué la ampliación de las bases militares de reacción rápida?
A EU las guerras lo describen tal cual, como también los medios para descubrirlo. Pero su corrosión es interna. Y de eso, las leyes de la economía se encargan. La bravata no es fortaleza, sino de debilidad. No hay imperio invencible ni eterno, como dicta el refrán popular sin tanto devaneo de sesos: “No hay mal que dure 100 años”. Así que, más pronto que tarde podremos decirle al imperio: “¡Hasta la vista, babi!”. Con el Premio Nobel de la Paz a la cabeza.

Salvador González Briceño
ALAI

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