domingo, abril 25, 2021

La cumbre climática y América Latina

En la “cumbre climática” organizada por la Casa Blanca, con la participación de 40 mandatarios de todo el mundo, participaron Bolsonaro y López Obrador. 
 Bolsonaro “se comprometió a avanzar para eliminar la deforestación ilegal en Brasil para 2030”, a pesar de que, según dijo, es solo responsable de menos del 3% de los gases de efecto invernadero del mundo al año”. (ídem). Bolsonaro garantiza la deforestación del Amazonas para beneficiar a los latifundistas de la región. A esto se suma loa ataques contra las poblaciones indígenas, , y asesinatos y expulsiones de esas comunidades.
 Biden, por su lado, prometió 10.000 millones de dólares para “salvar al Amazonas, anunció. La Amazonia registra hoy sus índices más altos de deforestación de los últimos 12. De acuerdo a El País (22/4) “el Parlamento está en vías de aprobar un proyecto de ley que flexibiliza las reglas para que las tierras públicas deforestadas ilegalmente acaben convirtiéndose en propiedad de quien la ocupó con apoyo del gobierno” (El País, 22/4). 
 La cuestión de la Amazonía ha sido tratada con chapucería por los medios. Se trata no solamente de un asunto de soja y madera, de selva y latifundio – es una cuestión estratégica. La política de Bolsonaro cuenta con el apoyo de las Fuerzas Armadas y los seis mil militares que pueblan la administración actual. Hamilton Mourao, un general retirado y Vicepresidente, preside el Instituto encargado de proteger esta vastísimo región. Los gobiernos de la OTAN, y el capital financiero naturalmente, quieren convertirla en “zona protegida”, como ocurre con amplias regiones de la Patagonia. Esto significa poner como reservas propias territorios ajenos. El ‘poblamiento’ con el cual los militares quieren combatir esta alternativa es, sin embargo, una fantasía, porque la deforestación y la sojización no pueblan sino despoblan, y convierten a la Amazonía en un coto cerrado de grandes destructores del medio ambiente y de un pulmón ambiental del mundo. La lucha contra la destrucción de la naturaleza de parte de Bolsonaro y de los confiscadores de tierras públicas para el pastoreo, la soja y la minería del oro, debe desarrollarse desde el punto de vista de la clase obrera internacional, y de ningún modo desde el imperialismo medio ambiental, como ocurre con el izquierdismo profesoral. Es significativo que la UE bloquee el acuerdo de libre comercio con el Mercosur con la bandera de la ‘protección’ de la Amazonía, mientras sus mineras y petroleras asolan las tierras de Asia, África y América Latina. 

 México y Pemex 

López Obrador (AMLO) propuso un plan de canjear la plantación de árboles por la cesión de visas para ingresar a Estados Unidos. “El gobierno de EE.UU., propuso ,podría ofrecer a quienes participen en este programa que después de sembrar sus tierras durante tres años consecutivos tendrían posibilidad de obtener una visa de trabajo temporal y, luego de otros tres o cuatros años, podrían obtener hasta la residencia en Estados Unidos o su doble nacionalidad”. El planteo es curioso, al menos porque los tratados de libre comercio con EEUU y México han hecho más que podar arboles – han liquidado por entero la pequeña agricultura de México. Ahora, López Obrador sugiere que el campesino expropiado de México, obtenga su rescate como ciudadano sembrando para la burguesía agraria norteamericano. Esta ya lo viene haciendo hace décadas, con trabajadores golondrinas, desde hace décadas, sin esperar las sugerencias de López Obrador. 
 AMLO defendió el uso del petróleo y a Pemex como "la palanca del desarrollo nacional", según sus propias palabras. Aquí, el Presidente mexicano se va del medio ambiente para entrometerse con las exigencias de que privatice la petrolera estatal. El nivel de contaminación de ésta es tan alarmante, que los privatizadores han decidido ponerse la camiseta de la lucha contra el cambio climático. 
 La asociación con empresas privadas por parte del estado ya tiene lugar través del sistema "farmouts", que permite a Pemex asociarse con capitalistas y compartir los riesgos de financieros, geológicos y de tecnología para la exploración de yacimientos. Con esta decisión, advierten especialistas, el Estado asume el costo de un resultado negativo en la exploración y los riesgos legales de contaminación (BBC). EEUU es uno de los compradores del crudo mexicano, y Pemex la empresa más importante del país. 

 Emiliano Monge 
 25/04/2021

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