viernes, febrero 25, 2022

La hipocresía imperialista y la invasión de Ucrania


Finalmente, ha comenzado. Las fuerzas rusas han desatado un ataque masivo contra Ucrania. A primera hora de la mañana, en un breve discurso televisado, el presidente ruso Vladimir Putin anunció una “operación militar especial” de madrugada. A los pocos minutos de la transmisión, alrededor de las 5 a.m. hora de Ucrania, se escucharon explosiones cerca de las principales ciudades ucranianas, incluida la capital, Kiev. 
 En semanas anteriores, Putin acumuló aproximadamente 190.000 soldados cerca de la frontera de Ucrania, mientras que los líderes europeos viajaban entre Kiev y Moscú en busca de una solución diplomática. Pero no se moviliza una cantidad tan grande de tropas, tanques y cañones sólo para bailar un minué diplomático. 
 En la niebla inmediata de la guerra, con sólo fragmentos de información a nuestra disposición, es imposible dar una evaluación precisa de la situación militar. Pero el alcance del ataque ruso parece ser enorme. 
 El Ministerio del Interior de Ucrania informó que el país estaba siendo atacado por misiles balísticos y de crucero, y Rusia parecía apuntar a la infraestructura cerca de las principales ciudades como Kiev, Járkov, Mariupol y Dnipro. 
 Las explosiones de misiles iluminaron el cielo nocturno cuando comenzaron los bombardeos cerca de Mariupol, como mostraron los vídeos. Un asesor principal del Ministerio del Interior de Ucrania dijo que parecía que las tropas rusas podrían moverse pronto hacia Járkov, que está a unas 20 millas de la frontera. Los lugareños de Kiev buscaron seguridad en los refugios antiaéreos cuando se escucharon explosiones fuera de la ciudad. 
 Algunas de las primeras explosiones después de que Putin anunciara la operación se escucharon cerca de Kramatorsk, el cuartel general del centro de operaciones del ejército ucraniano cerca de los territorios controlados por Rusia en el sureste de Ucrania. También se informó de explosiones en cuarteles militares y en almacenes militares. 
 También ha habido informes de un asalto anfibio en la ciudad portuaria clave de Mariupol y de fuerzas terrestres que se desplazan desde Bielorrusia, Crimea y Rusia. El ejército ruso afirmó que no estaba apuntando a los centros de población. “Las armas de alta precisión están inhabilitando la infraestructura militar, las instalaciones de defensa aérea, los aeródromos militares y la aviación del ejército ucraniano”, dijo el Ministerio de Defensa ruso en un comunicado publicado por la agencia de noticias estatal Ria Novosti. 

 El discurso de Putin

 El escenario para la ofensiva fue preparado el miércoles por la noche, después de que los líderes de los dos territorios controlados por Rusia en el este de Ucrania enviaran una solicitud oficial a Moscú de ayuda militar para “ayudar a repeler la agresión de las fuerzas armadas ucranianas a fin de evitar bajas civiles y una catástrofe humanitaria en el Donbás”.
 Un examen del discurso de Putin de esta mañana nos dice algo sobre sus objetivos e intenciones. Toda guerra debe tener alguna justificación y, en este caso, Putin mencionó: “Se está creando una anti-Rusia hostil en nuestras tierras históricas”. 
 Esta afirmación es constantemente descartada por Occidente como mera propaganda. “¿Cómo puede la pobre y pequeña Ucrania representar una amenaza para Rusia?” resoplan. Esa es, por supuesto, una pregunta que se supone que debe responderse por sí misma. Por sí sola, claramente Ucrania no representa una gran amenaza. Pero como parte de un bloque militar imperialista liderado por Estados Unidos, plantado a las puertas de Rusia, ciertamente lo sería.
 En el centro de la disputa actual está, por lo tanto, la futura membresía de Ucrania en la OTAN. Garantizar esto era una demanda central de Rusia, que Washington ha rechazado repetidamente, una negativa que fue aún más absurda porque Occidente reconoce que Ucrania no cumple con los requisitos mínimos para ser miembro de la OTAN en este momento. No está del todo claro si la aceptación de esta demanda, en sí misma, habría evitado una invasión. Pero rechazarlo continuamente de plano lo hizo inevitable. 
 El segundo requisito en cualquier guerra es ganar el elemento sorpresa y culpar al otro lado. En este caso, fue el bombardeo de la región de Donbás. Pero eso ha estado ocurriendo ininterrumpidamente durante algunos años. 
 Sin embargo, la excusa inmediata es realmente una consideración secundaria, ya que una vez que la guerra se hace necesaria, se puede encontrar cualquier excusa. Y en lo que respecta al elemento sorpresa, eso se ha logrado de manera muy efectiva, con la asistencia activa de los señores Biden y Johnson. Se han comportado como el niño que gritó «¡Que viene el lobo!» tantas veces hasta que, cuando el lobo por fin apareció en la puerta, nadie le creía.
 El discurso de Putin fue realmente una declaración de guerra, pero evitó cuidadosamente mencionarlo. A este hombre, que es lo más parecido que conozco a una esfinge egipcia, le gusta mantener a todos en vilo. “Hemos tomado la decisión de realizar una operación militar especial”, dijo, sin siquiera insinuar cuánto de especial sería.
 ¿Y cuál sería el objetivo de esta “operación militar especial”? Afirmó que era para la “desmilitarización y desnazificación” de Ucrania. «No tenemos la intención de ocupar Ucrania», dijo, pero al mismo tiempo vez, tenía una advertencia para otras naciones que podrían verse tentadas a involucrarse: 
 “A cualquiera que considere interferir desde el exterior: si lo hace, se enfrentará a consecuencias mayores delas que cualquiera que se haya enfrentado en la historia. Se han tomado todas las decisiones pertinentes. Espero que me escuchen”, dijo. 
 Un mensaje bastante claro, creo.

 ¿Podrá resistir Ucrania?

 La reacción inmediata del gobierno de Kiev fueron palabras de desafío: 
 “Putin acaba de lanzar una invasión a gran escala de Ucrania”, dijo el ministro de Relaciones Exteriores de Ucrania, Dimitro Kuleba. “Las pacíficas ciudades ucranianas están siendo atacadas. Esta es una guerra de agresión. Ucrania se defenderá y ganará. El mundo puede y debe detener a Putin. El momento de actuar es ahora.»
 El presidente Volodimir Zelensky usó video para pedir ayuda a la población rusa después de que un intento de hablar con Putin no tuviera éxito. “¿Los rusos quieren guerras? Me gustaría mucho responder a esta pregunta. Pero la respuesta depende de vosotros”, dijo. 
 También prometió defender el país y dijo: “Si alguien intenta quitarnos nuestra tierra, nuestra libertad, nuestras vidas, las vidas de nuestros hijos, nos defenderemos. Al atacar, veréis nuestras caras, no nuestras espaldas”. Anunció que ahora se estaba imponiendo la ley marcial en toda Ucrania.
 «Sin pánico. Somos fuertes. Estamos listos para cualquier cosa. Derrotaremos a todos, porque somos Ucrania”, dijo el líder ucraniano. Antes del ataque de Rusia, había hecho un último intento de evitar la guerra, advirtiendo que Rusia podría iniciar “una gran guerra en Europa” e instaba a los ciudadanos rusos a oponerse.
 ¡Valientes palabras! Pero esto no son más que bravuconadas vacías. El ejército ucraniano está desorganizado, y lo repentino del ataque lo tomó irremediablemente con la guardia baja. En cualquier caso, no estaba en condiciones de resistir el poderío del ejército ruso. En el momento en que Occidente anunció que no tenía la intención de enviar tropas para defender Ucrania, el asunto estaba resuelto de antemano.
 La afirmación de que no hay pánico en la capital es desmentida por imágenes de televisión que muestran largas filas de automóviles que huyen de Kiev. 
 Desde el principio, el gobierno de Kiev ha dado una imagen de impotencia. Al insistir obstinadamente en su derecho a unirse a la OTAN –una clara provocación a Moscú– se arrojó a los brazos de Occidente como su única esperanza de supervivencia. Ese fue un error muy tonto. 
 A pesar de todas sus demostraciones públicas de bravuconería, los imperialistas no tienen el más mínimo interés en el pueblo de Ucrania. Lo considera un mero peón en un juego de ajedrez cínico de la política de las grandes potencias.
 El ejército ruso afirmó que todas las bases aéreas de Ucrania fueron inhabilitadas en el bombardeo de misiles que inició la invasión rusa. Se ha visto humo saliendo de los principales aeródromos fuera de Járkov y otras ciudades del este, y tan al oeste como Ivano-Frankivsk, que está más cerca de la frontera con Polonia.
 El ataque del jueves estuvo precedido por un ataque cibernético masivo y continuo dirigido a los ministerios y bancos de Ucrania, una forma de guerra híbrida para sembrar la confusión. 
 También ha habido informes que indican que las fuerzas rusas han entrado en Ucrania, afirmando que las fuerzas fronterizas de Ucrania “no están oponiendo resistencia a las unidades rusas”. 
 En una publicación reciente de Facebook, Dimitri Kovalevich, un comentarista que vive en Kiev, pinta una imagen de las fuerzas ucranianas en desorden: 
 “Los mensajes no confirmados en la web ucraniana sugieren que alrededor del 70 por ciento de los suministros de armas occidentales recientes para Ucrania fueron destruidos directamente en los depósitos de armas. Nuestro ejército lamenta el hecho de que los depósitos estuvieran a cargo de oficiales que, nos dicen, resultaron ser agentes rusos y simplemente los volaron por los aires. “Actualización: todos los drones Bayractar turcos también fueron destruidos en los campos de aviación.
 «Los rebeldes de Donetsk se apoderaron de la ciudad de Marioupol. Casi no hubo resistencia allí por parte del ejército de Ucrania, simplemente entraron en la ciudad. 
 «Los misiles que impactaron en las bases militares de Ucrania en Odessa fueron lanzados por submarinos. 
 “Según se informa, los puestos de control fronterizos de Ucrania en la región de Sumy [noreste de Ucrania] fueron capturados. Los marines rusos desembarcaron en la región de Odessa. La base antiaérea de Kiev fue alcanzada por misiles balísticos: en una hora, Ucrania perdió casi todos sus sistemas antiaéreos. “Fuego masivo de lanzacohetes a lo largo de toda la línea del frente del Donbás. Una columna militar rusa cruzó la frontera en la región de Járkov. 
 “Gente de varias regiones de Ucrania informan de fuertes explosiones, que ocurrieron simultáneamente en Odessa, Kiev, Kramatorsk, Marioupol, Járkov y Dnipro-city. Esto parece una detonación cronometrada al mismo tiempo de grandes explosivos en todo el país. 
 “Los drones de inteligencia estadounidenses abandonaron el espacio aéreo sobre Ucrania. “Actualización: explosiones en los depósitos de armas de Ucrania.
 “El espacio aéreo sobre Ucrania está completamente cerrado. A algunos aviones que volaban a Kiev se les ordenó regresar”. 
 Está claro que estos informes, basados ​​en información confusa y parcial durante el fragor de los combates, deben ser tratados con cierta cautela. Pero si solo la mitad de esto es cierto, muestra que los rusos se aseguraron de que las capacidades militares de las defensas de Ucrania fueran destruidas, o al menos gravemente dañadas, antes de que comenzara la invasión. 
 También pinta una imagen de desmoralización y falta de motivación en al menos una parte de las fuerzas ucranianas, lo que contradice la imagen que ha difundido la propaganda occidental. Rusia ahora tiene todos los incentivos para moverse lo más rápido posible para apoderarse de la capital. 
 Los analistas militares han dicho que esperan que Putin envíe sus fuerzas para capturar o rodear Kiev. El senador estadounidense Marco Rubio, miembro del comité selecto de inteligencia del Senado, afirma que «las fuerzas aerotransportadas de Rusia están intentando tomar el control del aeropuerto de Kiev para… llevar tropas aerotransportadas y ocupar la ciudad».
 Hubo informes el jueves por la noche en los medios estatales rusos de que las tropas aerotransportadas habían capturado el aeropuerto de Boryspil, cerca de Kiev. Ya sea que estos informes sean verdaderos o falsos, es solo cuestión de tiempo antes de que la capital ucraniana esté en manos rusas. La guerra entonces, a todos los efectos, habrá terminado. 

 “Conmoción y terror” 

 Los líderes occidentales se han volcado en su prisa por condenar la invasión que, si les creemos, conducirá a algo que se aproxima al Armagedón, con millones (¡sic!) de personas muertas y una guerra sangrienta en toda Europa que amenaza la existencia misma de la civilización humana tal como la conocemos. Joe Biden emitió una declaración escrita diciendo: 
 “Las oraciones del mundo entero están con el pueblo de Ucrania esta noche mientras sufre un ataque no provocado e injustificado por parte de las fuerzas militares rusas”.
 “El presidente Putin ha elegido una guerra premeditada que traerá una pérdida catastrófica de vidas y sufrimiento humano”, dijo Biden. “Solo Rusia es responsable de la muerte y destrucción que traerá este ataque, y Estados Unidos y sus aliados y socios responderán de manera unida y decisiva. El mundo hará que Rusia rinda cuentas”. 
 “Estoy horrorizado por los horribles acontecimientos en Ucrania y he hablado con el presidente Zelensky para discutir los próximos pasos. El presidente Putin ha elegido un camino de derramamiento de sangre y destrucción al lanzar este ataque no provocado contra Ucrania”.
 “Haremos que el Kremlin rinda cuentas”, escribió Ursula von der Leyen, jefa de la Comisión de la UE, que había anunciado nuevas sanciones contra Moscú pocas horas antes del ataque. 
 Todas estas hermosas y desafiantes palabras contrastan con el hecho de que Biden y compañía nunca tuvieron la menor intención de brindar apoyo militar a Kiev. Su única contribución a la crisis actual fue una serie interminable de declaraciones belicosas, acompañadas de terribles amenazas de consecuencias «graves» (pero no especificadas) que supuestamente seguirían a un ataque ruso. Estos comentarios, respaldados por una obstinada intransigencia para siquiera considerar las demandas de Rusia, ayudaron a que la invasión fuera inevitable. 
 En resumen, todas estas damas y caballeros estaban bastante dispuestos a luchar hasta la última gota de sangre, específicamente, la de los ucranianos. 
 Aún más despreciable era el desvarío rabioso que salía de Londres. Si los discursos incendiarios pudieran ganar guerras, la estúpida retórica pronunciada en el piso de la Cámara de los Comunes habría hecho que el ejército ruso regresara corriendo a los cuarteles tan rápido como sus botas se lo permitieran. 
 “El Reino Unido y nuestros aliados responderán con decisión”, gruñó el primer ministro Boris Johnson, más para impresionar a sus propios diputados conservadores, que lo han atacado por su tímida respuesta al hombre del Kremlin.
 Desafortunadamente, el registro histórico nos dice que las guerras nunca se han ganado con palabras. Putin debe haberse reído mucho de este circo, que pasa por ser un parlamento. Es decir, en caso de que le prestara alguna atención, lo cual dudamos mucho.
 ¿Y qué vamos a decir del líder laborista, Sir Keir Starmer? El deseo más ferviente de este blairista derechista es hacer que el Partido Laborista se parezca lo más posible a los tories. Su sueño es verlo ondeando la bandera británica y las barras y estrellas en lugar de la bandera roja. 
 Por lo tanto, no fue una sorpresa verlo competir con entusiasmo con Boris Johnson para demostrar quién era el enemigo más feroz de Rusia y el partidario más ferviente de la OTAN.

 Ver la paja en el ojo ajeno 

 Todas estas palabras apestan a hipocresía. ¿Dónde quedó el coro de condena cuando los estadounidenses y sus “aliados” (léase: lacayos) lanzaron una guerra criminal y sangrienta contra Irak? ¿Y qué hay de su propaganda mentirosa sobre “armas de destrucción masiva” inexistentes, que se suponía que debían ser “probadas” con documentos falsos y sirvieron como una tapadera cínica para un acto de agresión flagrante contra un Estado soberano?
 Ese acto repugnante, así como la invasión igualmente criminal de Afganistán y la violación imperialista de Siria, provocaron la muerte de al menos un millón de personas. Pero ¿por qué dejar que los hechos estropeen una buena historia? 
 Desfilando en la televisión para que el mundo los vea, con sus trajes hechos a la medida y sus pulidas sonrisas, los líderes occidentales aparecen como la voz de la razón y del humanismo. Pero rascaremos esa superficie y no encontraremos nada más que suciedad. No hay fuerza en la tierra tan reaccionaria y tan empapada en sangre como el imperialismo estadounidense y sus títeres en Occidente.

 Las Naciones Unidas 

 Como siempre, cuando estalla la guerra, nuestros oídos son asaltados repentinamente por un ruido extraño. Se parece mucho al balido de una oveja asustada, pero en realidad es la Voz de la Cordura, la Verdadera Voz de la Humanidad, o eso nos hacen creer.
 Me refiero a los balidos de los pacifistas: esas almas agradables y bien intencionadas que nos informan que la paz es buena y la guerra mala. Pero las guerras nunca han sido detenidas por apelaciones sentimentales a la decencia y al sentido común. Por el contrario, el sentido común nos dice que a lo largo de los siglos, todos los asuntos serios siempre se han resuelto por la fuerza de las armas.
 Una de las características más notables de los pacifistas es su capacidad aparentemente infinita para el autoengaño. Se aferran con entusiasmo a todos y cada uno de los discursos de un líder que declara con fervor su apego a la paz. O a tal o cual resolución vacía de un gobierno o institución que repite los mismos sentimientos banales. Una creencia ingenua en la eficacia de tales cosas hace que los pacifistas sean útiles víctimas de los belicistas, ya que adormecen a la gente con una falsa sensación de seguridad. 
 Dichos discursos y resoluciones sirven simplemente como una cortina de humo conveniente para ocultar las intenciones reales y agresivas que se encuentran detrás de ellos. Y el mayor fraude de todos es la cómicamente mal llamada Naciones Unidas. Este organismo se creó después de la Segunda Guerra Mundial, supuestamente para impedir nuevas guerras en el futuro. 
 Y cada vez que hay peligro de guerra, los pacifistas y reformistas de izquierda llaman a la intervención de la ONU. Eso es una ilusión estúpida y un engaño al pueblo. 
 No es este el lugar para repetir la lamentable historia de esa institución. Baste decir que la ONU nunca ha impedido ninguna guerra, y de hecho ha estado involucrada en más de una, como muestra el caso de Corea. 
 Entre 1945 y 1989 ha habido más de 300 guerras a nivel internacional. Desde la Segunda Guerra Mundial y hasta el día de hoy, solo Estados Unidos ha llevado a cabo 30 operaciones militares importantes. Las Naciones Unidas no tuvieron ningún impacto en ninguno de estos acontecimientos. 
 Y hoy no es diferente. En el mismo momento en que se retransmitían las palabras de Putin, el consejo de seguridad de la ONU celebraba una sesión de emergencia, presidida por la propia Rusia, que ostenta la presidencia rotatoria. 
 Fue iniciada por el secretario general de la ONU, António Guterres, quien hizo un llamamiento directo: “Presidente Putin, impida que sus tropas ataquen Ucrania. Dale a la paz una oportunidad. Ya han muerto demasiadas personas”.
 Pero apenas estas palabras habían salido de sus labios, se estaba informando de las primeras detonaciones. El epitafio final sobre la tumba del pacifismo y las Naciones Unidas se lo podemos dejar a la Biblia: “Claman paz, paz, cuando no hay paz”. (Jeremías, 6: 14) 
 Lenin dijo una vez que el capitalismo es horror sin fin. 
Es un sistema con la guerra y el chovinismo nacional reaccionario grabado en sus cimientos, como parte de la competencia internacional por mercados y esferas de influencia. ¿Cuántos millones de trabajadores y pobres han sido llevados a los campos de batalla y sacrificados en nombre de la «nación», que es simplemente otra palabra para los intereses de la clase capitalista? 
 Mientras exista el capitalismo, la guerra seguirá siendo una de sus características permanentes, y no se puede hablar de «naciones unidas», al igual que no se puede hablar de una nación unida. La única unidad que es posible es la unidad de clase internacional. Es tarea de los marxistas y socialistas desacreditar la ilusión de que los intereses de los trabajadores y de los pobres pueden reconciliarse con los de la clase dominante.
La única manera de luchar en la guerra es luchar contra el sistema que causa la guerra.

 ¿Ahora qué?

 Si bien es demasiado pronto para decir que la guerra ha terminado, nadie puede dudar de que los rusos lograrán todos sus objetivos declarados en muy poco tiempo. No es fácil determinar el estado de ánimo preciso del pueblo ucraniano. En cualquier caso, será diferente en la región oriental, donde hay muchos rusohablantes; y en la parte occidental, que siempre ha sido más proclive al nacionalismo. 
 Pero el estado de ánimo que prevalecerá será de desesperación, pesimismo y, sobre todo, cansancio de la guerra y un fuerte deseo de paz y algún tipo de estabilidad. Esto puede proporcionar a Putin la base para establecer un gobierno prorruso en Kiev. 
 Me parece que un hombre como Poroshenko podría encajar muy bien como reemplazo de Zelensky. Es cierto que últimamente ha pronunciado algunos discursos muy agudos, condenando a Putin.
 Pero eso era de esperar, y detrás de escena, estarán celebrándose negociaciones, cuyo resultado aún puede sorprender a todos. Pero eso es solo mi suposición…
 Obviamente, la cuestión del ingreso de Ucrania en la OTAN estará fuera de la agenda. Bajo la bandera declarada de la desnazificación, habrá una purga de las organizaciones ultranacionalistas y de derecha.
 Es evidente que las fuerzas de ocupación rusas querrán deshacerse de enemigos reales o potenciales, y esto sin duda incluirá a las milicias armadas fascistas y ultranacionalistas. 
 Cuando Putin dice que no tiene la intención de ocupar Ucrania, no hay motivo para dudar de su palabra. Para ser más exactos, no la ocupará por mucho tiempo. Eso sería demasiado difícil y muy costoso. 
 No. Se retirará, habiendo hecho su trabajo. Y eso es para mostrar tanto a los ucranianos como al resto del mundo que no se debe jugar con Rusia, que la expansión de la OTAN hacia el este debe detenerse, que Ucrania y Georgia nunca deben unirse y que la OTAN no debe colocar grandes concentraciones de tropas de cerca de las fronteras de Rusia o realizar maniobras de provocación en los alrededores. 
 Sigue repitiendo que está abierto a negociar, y así es. Pero ahora negociará desde una posición mucho más fuerte que antes. Insistirá en su exigencia de que se eliminen las armas nucleares de alcance medio de Europa del Este y el restablecimiento efectivo del tratado de Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio (INF), que, como recordarán, fue abandonado unilateralmente por Trump. 
 Antes de retirarse, solo para dejar las cosas absolutamente claras, bien podría apoderarse de algunas partes más del territorio ucraniano, concretamente ampliando las Repúblicas Populares recientemente reconocidas para incluir la totalidad de las regiones de Donetsk y Lugansk.
 Eso, por cierto, sería un movimiento puramente defensivo, diseñado para crear una zona de amortiguamiento en la frontera sur de Rusia. Eso subrayaría la impotencia de Ucrania y la eliminaría por completo de la lista de posibles amenazas futuras a la seguridad de Rusia, que fue exactamente lo que hizo Putin en el caso de Georgia.
 Por cierto, al releer lo que escribí en aquel momento, creo que se ajusta muy bien a la situación actual, por lo que lo citaré aquí:
 “Sí, reconocemos el derecho del pueblo de Georgia a la autodeterminación, pero no incondicionalmente. No defendemos su derecho a oprimir a otras pequeñas naciones, como los osetios y los abjasios. ¿Defendemos el derecho de los abjasios y osetios a la autodeterminación? Sí. Pero, ¿qué tipo de autodeterminación es esa que depende enteramente de los subsidios de Moscú y se deja utilizar como moneda de cambio en las intrigas diplomáticas de este último para subvertir y oprimir a los georgianos? ¿De qué manera esto promueve la causa del socialismo y de la clase obrera? ¡De ninguna manera! Este tipo de ‘autodeterminación’ es un fraude y una mentira. Es simplemente una conveniente cortina de humo para disfrazar las ambiciones y la codicia de una potencia mayor, a saber, Rusia, que quiere recuperar sus antiguas posesiones en el Cáucaso. La absorción de estos pueblos por parte de Rusia les dará aproximadamente la misma «autodeterminación» que disfrutan los chechenos, es decir, ninguna en absoluto, al igual que no existe una autodeterminación real en Osetia del Norte, Daguestán o cualquier otra nación o región en Rusia.
 “Sobre la base del capitalismo no se puede encontrar una solución duradera para la cuestión nacional, ya sea en el Cáucaso, los Balcanes o el Medio Oriente. Cualquier intento de “resolver” la cuestión nacional sobre la base del capitalismo solo puede conducir a nuevas guerras, terrorismo, “limpieza étnica” y nuevas oleadas de refugiados, en una espiral viciosa de violencia y opresión. La cuestión del derecho al retorno de todos los refugiados nunca podrá resolverse sobre una base capitalista. Inevitablemente significaría una mayor competencia por los escasos recursos, empleos, viviendas, asistencia médica, educación y otros servicios. Si no hay suficientes empleos y viviendas para todos, inevitablemente se avivarán las llamas de las tensiones nacionales o religiosas. Las reformas parciales no resolverán el problema. Es necesaria una solución de raíz ¡No se puede curar el cáncer con una aspirina!”. 
 Si reemplazamos la palabra Georgia por Ucrania, y los pueblos de habla rusa de las regiones de Donetsk y Lugansk por los osetios y los abjasios, encaja como anillo al dedo. Realmente no hay nada más que agregar. 
 Es probable que Estados Unidos anuncie nuevas sanciones contra Rusia el lunes, utilizando herramientas para castigar a los bancos rusos y su gran sistema financiero, y que Washington había mantenido hasta ahora en reserva. 
 Las sanciones impuestas por Occidente no harán nada para alterar la posición de Rusia, ya que Putin ha tomado medidas para reducir drásticamente la dependencia de Rusia de Occidente. Es cierto que, como reacción inmediata a la invasión, el rublo ruso cayó a un nivel mínimo histórico desde 2016 y se detuvo la cotización en el mercado de valores ruso. Pero esos efectos solo serán temporales. Por otro lado, si las sanciones conducen al corte del suministro de gas ruso a Europa, tendría efectos catastróficos y entonces esperaríamos un nuevo aumento en los precios de los alimentos y de los combustibles.

 ¿Qué actitud debemos tomar? 

 La situación actual se ha encontrado inevitablemente con un bombardeo intensificado de propaganda en los medios prostituidos. El objetivo de esto no es en absoluto promover los intereses y el bienestar del pueblo de Ucrania. Por el contrario, sus intereses han sido sacrificados cínicamente en el altar del imperialismo. 
 Es imperativo que mantengamos una posición de clase firme y no nos dejemos arrastrar por la mentirosa maquinaria propagandística imperialista. 
 ¿Apoyamos a Vladimir Putin y a la oligarquía rusa cuyos intereses respalda? No, Putin no es amigo de la clase trabajadora, ya sea en Rusia, Ucrania o en cualquier otro lugar. La invasión de Ucrania es simplemente una continuación de su propia agenda cínica y reaccionaria.
 Pero esa no es la pregunta que debemos hacernos en este momento. La pregunta es: ¿podemos parecer de alguna forma que estamos en el mismo campo que el imperialismo estadounidense y británico? ¿Podemos asociarnos, directa o indirectamente, con la OTAN, esa pandilla imperialista reaccionaria? ¿O con Boris Johnson y la belicista Liz Truss, o ese traidor blairista, Starmer?
 Es tarea de la clase obrera rusa tratar con Putin. Nuestra lucha es contra el imperialismo, la OTAN y nuestro propio gobierno conservador reaccionario y esos miserables supuestos dirigentes obreros que son sus socios en el crimen. Como siempre insistía Lenin: el principal enemigo está en casa. Ya es hora de que nos recordemos ese hecho. 

 Alan Woods 
 Londres, 24 de febrero de 2022

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