sábado, agosto 20, 2022

El kirchnerismo también se arrodilla ante la Casa Blanca


El kirchnerismo también se arrodilla ante la Casa Blanca Wado de Pedro, invitado de honor del Consejo de las Américas. La reciente edición del Council of the Americas tuvo como punto destacado la intervención del embajador yanqui en Argentina, Marc Stanley, marcándole el paso a todo el arco político patronal, en un acto de absoluta intromisión en los asuntos internos del país. El mismo grado de postración ante Washington que mostraron los Massa-Larreta en esa ocasión, caracterizó a Eduardo “Wado” de Pedro un día antes, cuando participó como invitado de honor en una cena a puertas cerradas en la previa del evento. 
 El convite contó con la presencia de CEOs y dueños de grandes empresas, tanto argentinas como multinacionales norteamericanas radicadas en suelo local. Allí, el ministro del Interior se dirigió al empresariado diciendo que “necesitamos hablar sin intermediarios y definiendo políticas que trasciendan las coyunturas. Donde todos cedamos un poco y acordemos un modelo productivo que respetemos todos a medio y largo plazo”. De este modo, se mostró receptivo hacia el reclamo de la clase capitalista de flexibilizar los convenios colectivos de trabajo y obtener mayores ventajas cambiarias e impositivas a cambio de desandar la huelga de inversiones en la que se halla inmersa. 
 Es ilustrativo que el integrante de La Cámpora de mayor peso en el gabinete se haya dedicado en el último tiempo a brindar conferencias frente a las principales figuras del establishment. Recordemos que viene de reunirse en Bariloche con los empresarios argentinos que conforman el “círculo rojo” y, a través de una videoconferencia, con 90 directivos de compañías agrupadas en la Cámara de Comercio de los Estados Unidos (AmCham).
 A su vez, en aras de hacer “buenas migas” con la Casa Blanca, Wado de Pedro viajó a fines de abril a Tel-Aviv, para afianzar su relación política y económica con el Estado genocida de Israel, uno de los principales aliados del imperialismo yanqui. No es un dato menor que el referente kirchnerista que más perfila para integrar una fórmula presidencial de cara a 2023 busque tener a estos sectores como principal punto de apoyo. 
 Otro acto de cipayismo de lo más abyecto protagonizado por alguien de su mismo espacio político ocurrió la semana pasada, cuando el viceministro de Justicia Juan Martín Mena -del riñón K- gestionó la incautación del avión venezolano varado en Ezeiza, inspección del FBI incluida, por orden de Estados Unidos que acusa a sus tripulantes de ser terroristas sin ningún tipo de pruebas. 
 Capítulo aparte merece lo ocurrido con las tarifas, donde el funcionario kirchnerista Federico Bernal, subsecretario de Hidrocarburos, que hasta ayer nomás se oponía a la quita de subsidios mediante la segmentación tarifaria delineada por Guzmán, terminó anunciando con beneplácito los aumentos recargados en la boleta de gas. 
 Así las cosas, Cristina Kirchner y los suyos parecen adecuarse cada vez más a la hoja de ruta trazada por el FMI que antes decían rechazar, la cual exige, justamente, gestos a favor del imperialismo estadounidense y sus empresas en el marco de la guerra comercial y la reducción de subsidios energéticos para achicar el déficit fiscal ¿Qué pasó en el medio? ¿Alcanza como explicación decir que la vicepresidenta se encuentra condicionada por el avance de la causa Vialidad que tiene en su contra? Es un aspecto pero no agota el problema. 
 Lo cierto es que con la supuesta oposición al acuerdo firmado con el Fondo, los K buscaban fundamentalmente desligarse del ajuste del gobierno del cual forman parte pero sin proponer un rumbo alternativo ni mucho menos llamar a enfrentar las medidas fondomonetaristas contra el pueblo. En definitiva, el carácter incumplible de dicho acuerdo está en la base de la crisis desatada al interior de la coalición oficial. 
 El kirchnerismo no tiene ninguna intención de que Alberto Fernández termine antes su mandato, sino que prefieren preservarse como última carta de contención frente a la agudización de la crisis, en función de bloquear cualquier desarrollo independiente de las masas. Por eso, luego de la corrida que puso contra las cuerdas al gobierno y para evitar su caída, optó por “no hacer olas” y aferrarse lo más posible al acuerdo con el FMI; a tal punto que negoció con Alberto Fernández la llegada de Massa al Ministerio de Economía. 
 Como vemos, el peronismo en todas sus variantes se subordina al Fondo Monetario y a su plan de guerra contra la población trabajadora que no hará más que hundir al país. En ese sentido, debemos pelear por un paro nacional y un plan de lucha para combatir estos ataques y construir un movimiento popular que irrumpa en el escenario político con otras banderas, las del socialismo, las únicas que plantean una salida a la crisis en beneficio de las mayorías. 

 Sofía Hart

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